Conversaciones entre compis (Raito, Keith)

A Rory tampoco le sorprendió que Raito no pareciera creer mucho en lo de la chica adecuada, a decir verdad. Casi se había esperado que reaccionara con incredulidad. Pero le daba igual, porque él estaba convencidísimo de que esas cosas podían pasar.

-Me lo dicen mucho- contestó, sin ofenderse lo más mínimo-. Es cierto, supongo que veo demasiadas películas… aunque te advierto que las pelis románticas no me gustan, ¿eh?- se apresuró a aclarar. Aunque quizá no fuera del todo cierto, después de todo.

Por lo menos Raito no se había reído demasiado de él (al menos, no exteriormente), e incluso había reconocido que quizá llevara razón. Eso era suficiente para Rory. Estaba encantado con ese chico. Más aún cuando le preguntó por su videojuego favorito. Obviamente no sabía que, si le daba coba, Rory podía pasarse toda la noche hablando.

-Pues quizá te sorprenda, pero mi juego favorito no es de miedo. Se llama Rhythm Heaven, y es un juego musical de la DS (también hay para Wii). A mucha gente le parece aburrido, pero yo jugaría días y días seguidos sin parar. Ya te lo enseñaré. A ti seguro que te gusta- dijo, y se notaba que le encantaba hablar del tema-. Lo malo es que no se puede jugar a dobles… bueno, en la Wii sí que se puede, pero aquí no la tengo, obviamente. Algún día iremos a mi casa y jugaremos a todo. Y por cierto, ¿cuál es tu juego favorito? Aunque no sepas mucho, seguro que tienes alguno…

Spoiler:

La verdad es que si me sorprendió con eso de que su juego favorito no era de miedo, con todo lo que le gusta asustarse... Pero bien, está claro que este chico es una caja de sorpresas. Comencé a lavarme los dientes con la mirada fija en el espejo, sin cerrar la puerta del baño para poder continuar la conversación. Eché un vistazo a mi alrededor, confirmando que el sitio estaba muy bien mantenido, parecía un hotel. Hasta tenía jabones, shampoo's y secadora para nuestro uso personal, entre otras cosas.

– ¿Rhythm Heaven? Es primera vez que lo oigo – comenté con el cepillo aún en mi boca, aunque ya había dado a entender que no era un gran conocedor del tema. En tanto escupía la pasta dental y me enjuagaba, hacía un breve recorrido mental a todos los videojuegos que había tenido la oportunidad de probar. – El Crush Bandicoot me trae mucha nostalgia, pero dudo poderlo clasificar dentro de mis favoritos... – respondí, haciendo remembranza de esos veranos en los que iba a visitar a mis primos.

Mi consola era bastante antigua y digamos que mi familia no tenía los suficientes medios -ni el interés- en comprarme una nueva. La mayoría de los juegos que conseguían abstraerme en esa época eran de PC, por lo que los RPG's y las novelas ligeras han sido mis predilectos. Siempre y cuando no pesaran más de la cuenta, claro.

– Ah, ¿conoces La canción de Saya? Es una novela ligera bastante grotesca, incluye de todo... Sexo, sangre, problemas mentales... Es genial. – Me asomé desde el umbral de la puerta, y reconozco que no pensé en lo que decía... Solo decidí mencionar un juego que realmente era de mi agrado y allí estaba, dejando en claro que en el fondo soy un maldito perturbado.

-¿Crush Bandicoot? Ese juego es de hace un siglo, ¿no? Pero no creas, a mí también me gustan algunos de esos… Los juegos viejos tienen su encanto- dijo Rory, con aire de entendido-. Jope… acabo de sonar como un viejuno.

Volvió a reírse de su propia gracia, pero después puso todo su interés en lo que Raito le contaba.

-Pues no, no lo conozco. Una novela… prefiero un poco más de acción, la verdad, pero si hay sexo y sangre igual está bien- dijo con una sonrisa traviesa, en parte para hacerse el guay-. ¿Y de qué va? ¿Da mucho miedo?

Me crispé un poco al oírle decir aquello, por lo que obvié su risilla traviesa. Supongo que si me acostumbro al modo tan directo de ser de Rory no tendré complicaciones para sociabilizar con el resto del salón... Digo, con la gente más "normal". Aparté la mirada y volví a mi maleta, la cual empecé a deshacer para acomodar mis cosas en su respectivo sitio, sin perder el hilo de sus palabras.

– No es un gran juego pero me trae recuerdos... – aclaré, un poco avergonzado por haber mencionado el Crush en primera instancia. – Como no tengo hermanos, los veranos con mis primos eran la única época divertida del año – le expliqué, pues aún si tenía uno que otro amigo en la escuela básica jamás se me hubiera ocurrido la estupidez de llevarlo a mi casa. Por lo mismo siempre he sido un tipo solitario, tal vez.

Levanté la mirada hacia mi compañero al escucharle decir lo segundo. Debo evitar soltar comentarios tan... Reveladores, que está claro que si digo algo sospechoso correrá a contárselo a su hermano, y eso significa problemas.

– Ahh... En verdad es como ver una serie... Es algo fuerte. – Le conté, siendo más cuidadoso esta vez. No quería hacerme el genial hablándole acerca de La canción de Saya pero, dejando de lado el porno y el drama, también puede ser considerado un juego de terror. – Se trata de la historia de un tipo que, tras un accidente automovilístico, es sometido a una cirugía cerebral para salvar su vida, pero lamentablemente obtiene como efecto secundario un cambio de percepción de lo más anormal – intenté explicarle, a medida que llevaba mi ropa hasta la cómoda que me correspondía. – Quiero decir... Empieza a ver el mundo de un modo grotesco. Las personas, las paredes, absolutamente toda existencia se presenta ante él como un revoltijo de vísceras que segregan todo tipo de fluidos repugnantes... No sé si da más miedo que el juego de hace un rato, pero sí es bastante desagradable. – Relaté, volviéndome a él con una sonrisa picarona.

Bien, reconozco que ahora sí me estaba haciendo el interesante.

– Es entonces cuando él conoce a una joven menor que él, Saya. Ella es la única persona que puede ver como a alguien normal, por lo que basa su existencia en la relación que sostiene con ella... Claro, al final el tipo termina aún más trastornado y se obsesiona con Saya. El final que sacas depende de las decisiones que tomes.

-Guau, parece una historia… profunda- dijo Rory, admirado. Ya se estaba imaginando qué tipo de imágenes grotescas serían esas, y la idea de aquel juego le repelía y atraía a partes iguales. Seguramente si jugaba a aquello, le costaría dormir con la luz apagada durante una temporada y tendría pesadillas. Pero eso nunca le había detenido.

-Tienes unos gustos muy raros- le dijo, riendo-. Pero eso mola. Algún día jugaré a eso. Yyyyy… creo que me voy a ir a dormir… si consigo desenterrar mi cama- dijo, mientras empezaba a despejar la cama, que estaba abarrotada de cosas suyas, y siguió hablando, más para sí mismo-. Menos mal que aún no tengo deberes… aunque si los tuviera, tampoco los haría.

Todas las cosas que había en la cama acabaron igual de desparramadas por la mesa y el suelo. Le parecía demasiado tarde para ponerse a ordenar todo, así que sólo buscó su pijama, y después de ponérselo, se metió en la cama.

-Buenas noches- dijo a su compañero-. Mañana seguiremos hablando, me tienes que contar muchas más cosas. Eres un tío super interesante, ¿lo sabías? Bueno, hasta mañana.

Me divertía mucho pensar que la verdadera razón por la que decidí probar el Saya no uta era porque se trataba de un eroge. Las lolis no son lo mío, si debo ser franco, prefiero a las chicas con más atributos "allá arriba" pero la historia me atrapó al instante cuando leí la reseña. También me agradaba que el protagonista no fuera el típico idiota con complejo de héroe. De todos modos no imaginaba a Rory jugando algo tan porno y bizarro, de seguro se cohíbe... Hahaha, olvídenlo, sería divertidísimo.

Reí por lo bajo al escuchar los comentarios de mi compañero, manteniendo la mirada siempre fija en el equipaje y en el orden de mis cosas. No quería admitirlo en voz alta pero ese muchacho me agradaba, era impertinente, irresponsable y lleno de energía, una persona totalmente diferente de mí. Y a pesar de todo me caía bien, supongo que aquí calza bastante bien eso de que los opuestos se atraen.

– Será lo mejor, tenemos clase temprano de todos modos – respondí ante su propuesta de irse a dormir.

En menos de unos minutos tuve la maleta deshecha y todo ordenado en su respectivo sitio. No poseo muchos objetos de valor, la mayoría de las cosas que traía conmigo eran ropa y los útiles de aseo diario. Me puse la pijama después de Rory y me dispuse a observar la habitación de un lado a otro. Me sentía extraño, era primera vez que alojaba en un sitio tan lujoso, lejos de todas las incomodidades que supone vivir con una familia como la mía.

No tardé en apagar las luces y acomodarme en la cama. Rory dejó escapar un último comentario en la oscuridad, antes de conciliar el sueño.

– Buenas noches – mascullé tras una pausa, aunque creía difícil que él me oyera. Aún me avergüenza admitir lo feliz que estaba en ese entonces.

¿Interesante? Tsk, esa debería ser mi línea...