Maeno Raito

Nació en una familia de clase media baja en donde el único proveedor siempre fue el padre, quien además de ser alcohólico maltrataba constantemente a su esposa por supuestos indicios de infidelidad. A los siete años de edad, Raito le enfrentó bajo la amenaza de que si continuaba haciéndole eso a su madre, él mismo se encargaría de matarlo. Su padre no le hizo caso pues no le creía capaz de semejante atrocidad... Y tuvo razón, por más impotente que se sintiera, Raito nunca pudo ponerle ni un solo dedo encima.

Al cabo de unos años, la madre de Raito murió a manos de su marido en una supuesta discusión por lo que acabó detenido por maltrato intrafamiliar. Bajo esta circunstancia, su madrina, una mujer soltera de treinta y dos años, se mudó a vivir con él bajo la premisa de que le cuidaría hasta que pudiera valerse por sí mismo. Con solo nueve años, su madrina le pidió como única condición el hacerse cargo de sus demandas sexuales.

En comparación a la convivencia con sus padres, Raito vivió alrededor de cuatro años con un sistema familiar medianamente apacible pero sumamente desestructurado. Acabó desarrollando un fuerte complejo hacia las mujeres, a quienes sentía que debía proteger pero que al mismo tiempo creía odiar. Hasta el día de hoy las imágenes de su débil madre y de su abusiva madrina le atormentan en cada relación que desea concretar con una mujer, incluso las amicales.

Al cumplir los catorce años, Raito decidió hacer lo posible por emanciparse. Gracias a su excelente desempeño académico y a su maestría instrumental, talento que parecía ser innato y gracias al cual podía desahogar sus frustraciones, acabó ganando una beca para continuar sus estudios en la prestigiosa Escuela Musette, lejos de su pueblo natal. Raito sabía que su entrada en aquél instituto significaría un nuevo comienzo para él, un lugar donde finalmente podría desarrollar relaciones auténticas, alejadas de todos esos retorcidos vínculos que le impedían ser él mismo.

Pero estaba muy equivocado. Al contrario de lo que él creía, los arrebatos de ansiedad acabaron yendo en aumento en la ausencia de su tía. Sus perversiones se desarrollaron al punto de detestar la idea de tener relaciones normales, recurriendo siempre a conductas voyeristas, sádicas y acosadoras. Raito está constantemente intentando satisfacer sus impulsos físicos por las vías incorrectas. Lleva alrededor de un año en el instituto y sigue causando estragos, aunque ha sabido mantenerlos en anonimato.