Riña Casual (Ayachii & Ska)

Era madrugada, legalmente ya era día domingo y yo, medio ebrio y fuera de mis sentidos, me devolvía a casa. El malhumor reinaba en mi hace más de una semana, luego de mi encuentro con Lucien, como si el solo recordar todo lo ocurrido soltara una bomba de frustración y rabia desde lo más profundo de mi ser, y a esta altura, parecía que no había forma de calmar mis animos. El sexo con nadie me satisfacía, el embriagarme toda la noche, bailar y simplemente dejar la mente en blanco no me era posible, siempre volvía a mi mente todo lo vivido, y tal vez "aprendido" en esa ocasión.

¡Maldición!

En mi vuelta a casa no era el único, los barrios bajos, junto a toda la ciudad, estaban despiertos como si fuera medio día. Así era el fin de semana en Glass city. En medio de gente que no conocía y grupos bebiendo, drogandose y simplemente distorcionandose, tal y como yo buscaba, fue que tracé mi ruta. Doblando en una esquina y chocando de frente con alguien, lo que me hizo perder el equilibrio y gruñir por el dolor que se había llevado mi nariz con ese poco sutil encuentro de cuerpos.

"¡Joder fijate por donde caminas imbecil!"

Gruñí a toda voz, a sabiendas que el único que en verdad no estaba prestando atención, había sido yo. ¡Pero que me jodan! ¡Necesitaba desquitarme con alguien o algo y este parecía el momento perfecto!

Domingo en la madrugada y el movimiento incesante de los barrios bajos conseguía relajar las tensiones de la semana, al menos en parte.

Aún si no era un buen bebedor y las drogas no eran de su completo agrado siempre había algo nuevo que encontrar en ese antro de la perdición, por tal motivo deambulaba tranquilamente por esos lares, manteniendo siempre el mentón en alza como una muestra de superioridad. Le divertía ver las bandas disputándose el territorio que supuestamente les pertenecía, mujeres en constante persecución, de por sí, la miseria de Glass City se arrastraba por aquellos callejones llenos de mugre, vidrio y animales desnutridos. Un espectáculo digno de admirar y regocijarse.

No había sido una buena semana, no. Ciertos encuentros en particular mantenían su cabeza en otra parte, consiguiendo prevalecer su molestia a pesar de las posibles buenas noticias que traían consigo. La presencia de Demian no dejaba de ser un evento de puntual importancia, asimismo los encontrones que había tenido con la rubia pervertida y la postulante insolente, a quien había decidido dejar fuera del sello. Si, todos estos percances le traían reflexionando, como casi nunca ocurría, su actitud hacia los habitantes de la ciudad y su absurdo intento por sobrevivir en ella.

En esto estaba cuando un desconocido chocó de bruces con él, importunándole en mal momento.

- ¡¿Eh?! ¡Quién ha chocado conmigo has sido tú! - Bramó indignado, sin retirar las manos de los bolsillos de su pantalón pero encorvando ligeramente la espalda para observarle con tirria. Lo que le faltaba, un tipo medio ebrio haciéndose el malote. - ¡¿A quién le estás llamando imbécil?! ¡Voy a partirte la cara! - Agregó sin pensarlo demasiado, con el ceño arrugado y los colmillos sobresaliendo de la comisura de sus labios.

Perfecto.

Al parecer el humor del sujeto por el que me fui de trasero al suelo era tanto o peor que el mio. No pude evitar esbozar una sonrisa burlona al sentir que este solo encuentro de caracteres me permitiría cumplir mis caprichos y desquites.

"heh! Quiero verte intentarlo. Im-be-cil."

Recalqué mis ultimas palabras y con ello di una patada en su canilla izquierda con toda la fuerza que en el momento pude poner al golpe. De inmediato y a la defensiva me puse de pie, lo divertido era que mi agilidad se mezclaba con el ligero mareo que sentia, y claro, el piso se me movía, pero no, no volví a caer aunque si tuve que reposicionar mis pies para saber bien donde estaba mi centro de equilibrio. Una vez me sentí con los pies firmes en la tierra adopté la postura defensiva, dandole la oportunidad de tratar de golpearme.

"¿Y bien?" Alcé una ceja cuestionándole, de pronto todo el mal humor parecía que me lo había metido en el poto y por fin podía pasar unos minutos con la mente enfocada solo en una cosa. Mis instintos. Pelear.

Esperaba que éste sujeto no se retractara, incluso si lo hacía, procuraría buscarle la pelea de una u otra manera.

Sin darme cuenta en verdad, ya teníamos algunos espectadores rondándonos. Ah~ Esto es pan de cada día en estos callejones y aún así la gente nunca se aburre de ver una riña.

Y yo no me aburro de estar en ellas~

No pudo advertirlo, antes de que la palabra "imbécil" volviera a resonar en su mente el contrario había asestado un certero y doloroso golpe en su canilla, invalidándolo.

- ¡Ngh! - Contuvo mayor quejido por mero orgullo mientras retrocedía unos pasos con la espalda encorvada y el rostro compungido, enseñando como por reflejo su pulcra mandíbula apretada.

Cojeó un instante antes de volver a recuperar la movilidad de su pierna, dirigiendo una mirada rencorosa a su altivo atacante. Ayato no era un sujeto propenso al dolor ni a los golpes, de hecho se consideraba medianamente resistente pero el tipo le había dado con más fuerza de la ¿necesaria?

Vale, en parte era culpa suya por haberle amenazado primero, ¡pero qué va! ¡Dónde estaban sus modales! Sonrió ladino. No, de seguro él no sabía con quién estaba tratando...le divertía que su ignorancia acabara perjudicándole de esa manera. ¿Lástima? Nah, era un simple humano, ¿qué más daba una o dos heridas? No había mejor terapia para las malas pulgas que las riñas callejeras. En ese lugar no existían mesuras ni reglas de comportamiento, todos hacían lo que se les daba la puta gana y eso, en parte, era lo divertido de vivir allí.

- Con que te gusta joder, ¿eh?~ - Gruñó cuando finalmente pudo incorporarse ante él, sin borrar aquél semblante sonriente y, a su vez, amenazador.

Las palabras no hacían nada más que sobrar. Los gritos de los ansiosos espectadores solo incitaban a su impulso violento y, sin reprimirlo por más tiempo, Ayato se abalanzó a gran velocidad contra el desconocido asestándole la diestra en toda la mejilla...esa donde tenía el tatuaje.

"Heh!"

Su mirada, por algún instante, me pareció amenazadora, pero después de todo, eso era justamente lo que buscaba, alguien que quisiera ganarse o darme una buena paliza. Alguien con los cojones suficientes y no un matón cualquiera. Había algo en este sujeto que me era atrayente, aunque no sabía bien qué.

“Oh sí, me encanta. Por mi te jodería en todos los sentidos. Pero de rebelde, partiremos por lo más violento primero~”

Dije con sorna solo unos segundos antes de verlo moverse para atacar. Podía ver con claridad dónde y cómo iba a pegar. ¿Por quién mierda me toma este tipo? Muchas ganas tendré de pelear y dar y recibir unos cuantos golpes, pero no me iba a dejar golpear así como así, por amor al arte ni de mártir. Iba a tener que considerarme un poco más antes de que me lograra asestar un golpe.

Esquivé su movimiento alcanzando a inclinar mi cuerpo hacia atrás. Lamentablemente el equilibrio lo perdí de inmediato, volviendo a caer de lleno en mi trasero. Las carcajadas de algunos no tardaron en resonar en mis oídos, pero me valía mierda. Me puse de pie de nuevo y esta vez mi mirada afilada fue más una advertencia de “tómame enserio imbécil”.

No hubieron más palabras, esta vez fui yo el que se abalanzó hacia él y traté de golpear en la boca de su estómago con la misma fuerza brutal de la patada que anteriormente la había dado.

- ¡¿Cómo?! - Desconcertado, Ayato notó cómo su puño no acababa por dar en el lugar deseado y se perdía en el espacio vacío donde antes se encontraba el rostro de su rival.

No pudo predecir sus movimientos, el sujeto consiguió esquivar el gancho sin gran dificultad desconcertándole en pleno trayecto. No era común que un ser humano, débil y lento como todos, pudiera realizar tal hazaña sin el entrenamiento apropiado. Pero no importaba cuánto lo pensara, el imbécil contra el que se había lanzado no tenía ni media pinta de ser un maestro marcial.

Debido a la fuerza empleada en ese primer movimiento el dhampiro se tambaleó por un momento, avanzando con pasos inestables hacia el otro extremo del círculo que la curiosa audiencia había hecho para ellos pero se incorporó con rapidez hacia el contrario. Estaba visiblemente frustrado por su intento fallido de golpe sin embargo lo que vio lo divirtió muchísimo:

- ¡Jajajajaja! ¿Qué pasó, ya te cansaste? - Rió de buena gana por la caída del otro, sintiendo menos dañado su orgullo. Pero su descuido no tardó en saldarle una cuenta inesperada pues el tipo no tardó en atacarlo y Ayato, un poco salido de sí por su repentina aparición, no pudo esquivarlo. - ¡Ugh! - Se quejó al recibir el golpe de lleno en el estómago, escupiendo un poco de saliva en el acto.

Se llevó las manos al punto dañado, retorciéndose de dolor pero aún manteniéndose de pie.

- Bastardo... - masculló entre jadeos que exponían sus filosos colmillos, sin salir de su desconcierto. ¿De dónde sacaba toda esa fuerza? ¿Era normal que un humano fuera capaz de violentarlo de esa manera? No tenía técnica, solo era un bruto...y aún así, ¿qué mierda pasaba?

Ok, ese puñetazo sin dudas se sintió genial, aunque la mano se me entumió un poco. ¿Era por el efecto del alcohol? Bien, de cualquier modo, pese a que una sonrisa se dibujaba en mi rostro comenzaba a sentirme ansioso, ese sujeto era dificil de roer, por la general un golpe concentrado como ese mandaba a volar a cualquiera cuando era bien colocado.

Solo cuando el sujeto me susurró el "bastardo" fue que noté ese detalle en sus dientes. Colmillos, finos y filosos como pequeñas dagas, bastante diferente a los suyos que eran fruesos y toscos para un humano.

"Tsk.."

Dejé salir, tomando distancia al darme cuenta que tal vez y solo tal vez me había ido a meter a las patas de los caballos, tal y como alguna vez lo había hecho con arbolito (Osea, Ash).

Mi mirada se puso algo más seria y no dudé en la posibilidad de usar la cuchilla blanca que escondía dentro de mis bototos. Si este sujeto trataba de pelear con algo más que sus puños, sin dudas iba a ocuparla.

No quise dejarle espacios y tras divagar unos minutos traté de ir de nuevo contra él, esta vez con una patada en su costado.

Las peleas callejeras eran algo cotidiano, una cosa de todos los días que acababa fácilmente dictaminando su victoria, un resultado más que evidente por ser superior a cualquiera de esos mugrosos humanos. Provocar a los residentes de ese barrio consistía en una de las tantas actividades que le subían el autoestima, mejoraban su humor y conseguían calmar su apetito.

Pero lo que había comenzado con una relativa buena actitud y deseos de divertirse estaba resultando ser una fuente de creciente irritación.

Estaba cabreado. Muy cabreado.

En el lapso vacilante entre ambos Ayato volvió su mirada hacia el contrario con la respiración regular, escupiendo hacia un costado los residuos de saliva que le sobraban en la boca antes de ponerse en posición otra vez. Iba a ir en serio, y usaría sus colmillos si había necesidad.

Le esperó con las fauces expuestas como si de una bestia salvaje se tratara, deteniendo la patada en el aire con un brazo. De cualquier modo la fuerza del impacto consiguió moverle unos pasos hacia el costado pero, sin demorar mucho tiempo y temiendo volver a recibir un ataque de su parte, el dhampiro aproximó su brazo libre hacia el rostro ajeno, aguzando sus garras para ver si con ello conseguía cegarlo...o bien dejarle una buena cicatriz.

"Mierda..."

Alcancé a decir al sentir como había frenado la patada. Aquello comenzaba a ponerse serio, más de lo que de un comienzo yo había querido, y eso no era nada bueno, para ninguno de los dos. Vi el golpe venir, pero no pude reaccionar a tiempo para esquivarlo, con suerte logré poner los brazos cruzados frente a mi rostro para evitar su mano, pero a cambio, fueron mis antebrazos los que recibieron su acción.

Dolió.

¿Que mierda tenía en las manos? Se había sentido tal y como el corte de un cuchillo, igual de pronfundo, pero tan fino y limpio como el corte de un papel.

"Joder!" Exclamé al dar un manotazo para sacarmelo de encima y guardar de nuevo la distancia. Y de paso ver qué mierda había hecho con mi brazo. Podía sentir la sangre escurrir, aunque no a grandes cantidades, si al menos un par de gotas.

"¿Ya comenzaste a jugar sucio?"

Y a mi defensiva no dudé en sacar el cuchillo blanco de mi bototo izquierdo, esa cuchilla era mi arma favorita, incluso más que el revolver que lamentablemente hoy no llevaba conmigo, coloqué el índice en el extremo del mango para así poder sujetarlo mejor y poder impactar con más fuerza en caso de lograr herirle.

Esperé de nuevo, atento a sus movimientos.

El tipo protegió su rostro por lo que acabó clavando las garras en su antebrazo, sin conseguir ahondar demasiado en la herida pues fue apartado con rapidez.

Quizás había sido una mala decisión exponerse tan pronto como un ser sobrenatural pero no se permitiría perder en una riña callejera, menos con tanta gente de testigo. Tenía una reputación que proteger.

Se mantuvo en posición defensiva pensando en su siguiente ataque, sin apartar la mirada de la cuchilla empuñada por el otro...pero de pronto un elemento anexo a la pelea desvió su atención...¿y ese aroma?

Rastreó en el perímetro aquella ligera esencia, un tanto ansioso por notar que no se trataba de sangre cualquiera. No sabía exactamente qué tipo de criatura poseía tal consistencia...tal desagradable espesor similar al de los licántropos en sus venas. No tardó en recordarse a sí mismo que su contrincante había sido lastimado, lo que le llevó a concluir que el sujeto efectivamente no era un ser humano cualquiera.

- Oi...¿qué clase de bastardo eres? - Ayato enderezó su espalda y, manteniendo la distancia, habló fuerte y claro, sin perder de vista la posibilidad de ser atacado de regreso. - Apestas a animal - concluyó, volviendo a enseñar sus fauces con recelo. ¿Con quién coño se estaba metiendo?

"Uno que te pateará el culo."

Respondí casi ladrándole de vuelta, no me gustaba para nada la forma en que el sujeto me había herido, aún no entendía con qué lo había hecho, pero bueno, no tenía caso preguntarselo ahora. Su comentario atrajo de nuevo mi atención, pero no hizo más que seguir provocándome.

"Eh!? Apesto a alcohol imbécil! No a animal! Tus mocos no te dejan oler bien o qué!?"

Vociferé con la indignación habitual, apretándo el mango de la cuchilla antes de volver a abalanzarme contra él, con claras intenciones de marcarlo a la altura de las costillas. Sin darme cuenta la velocidad y la fuerza que estaba usando para pelear contra él era de mayor potencia que la que normalmente usaba por lo que al frenar el impulso y voltearme a él para volverlo a atrapar, sentí un tirón en mis músculos que me dejó inmovil unos momentos.

Joder...! Mi propio cuerpo me había tendido una trampa!? giré entonces al menos la cara para ver si es que había logrado o no alcanzar su piel con mi cuchilla.

- ¡¿Qué dijiste, retrasado?! - Contestó con vergüenza y más irritado de lo normal pues el comentario ajeno había conseguido sacar varias risotadas a los espectadores. ¡Joder, que no era un payaso!

Pero no había terminado de molestarse cuando el sujeto dirigió un nuevo ataque, tan veloz que ni el propio Ayato fue capaz de percibirlo. Lo único que supo en esa seguidilla de segundos fue que el idiota apareció ante él dirigiendo su amenazadora cuchilla hacia su torso con gran fuerza de impacto, pero algo consiguió paralizarle momentáneamente aletargando sus movimientos. La sorpresa no abandonó al dhampiro por lo que solo atinó a cruzar sus brazos y protegerse, saliendo severamente dañados por el alcance de la hoja.

Se apartó, consciente de estar tratando con materia seria. Volvió su mirada hacia el brazo herido incapaz de creer lo ocurrido. No se permitió más descansos, indignado y un tanto inestable se abalanzó contra su contrincante aprovechando el agarrotamiento de sus músculos para lanzarle contra el suelo, acabando sobre él enseñándole nuevamente las garras sobresalientes de su diestra.

- Jajaja...jajaja...ya dejemos los juegos... - rió amenazador, intentando ocultar lo asustado que realmente estaba - eso dolió...mierda... - masculló refiriéndose a su herida, percibiendo con consternación el metálico olor de su propia sangre.

De un momento a otro y aprovechandose de mi inesperada condición el muy bastardo se abalanzó sobre mí y lo único que pude hacer fue intentar caer de alguna forma que evitara que yo mismo me agrediera con el cuchillo.

"TSK...!"

Reclamé al sentir el calambre de mis músculos. Dolía y encima nada podía hacer con el peso de este sujeto encima. Entonces mi vista se posó en su mano alzada, sus garras. ¡¿QUE PUTAS?! En qué momento su mano se había vuelto más bien un objeto cortopunzante? No, era conciente de que seguía siendo su mano, dedos y uñas, pero se notaba lo peligroso de un golpe de eso, me atravesaría la carne!

"Qué marica"

Alcé una ceja ante su reclamo y traté de mover la pierna para darle un golpe en las bolas con la rodilla, pero fue inutil, la forma en la que me había reducido en el suelo, no me lo permitía. Y aún sabiendo la gran desventaja por posiciones, mi cuerpo se rehusaba a rendirse y simplemente recibir un golpe, no, seguía moviendome, tratando de safarme del agarre de este engendro.

La multitud crecía a medida que la pelea se volvía más violenta y atrayente para los curiosos, muchos de ellos comentaban acerca del inexplicable "arma" que había "aparecido de la nada" en la mano de Ayato. Pero él ya no estaba de humor para atender nimiedades como esa, aún si su orgullo seguía siendo lo más importante había algo en el contrario que le aterraba de sobremanera.

No tenía idea de quién era ni de QUÉ era, solo sabía que quería hacerle pedazos. Asegurarse la victoria con un homicidio con tanto testigo rondando no era una de sus ideas más brillantes, después de todo solo era una riña simplona en su barrio pero ¿y si el próximo movimiento le costaba la vida?

El tipo no dejaba de moverse lo que dificultaba su tarea de inmovilizarle, aún así el dhampiro se vio en una considerable ventaja por su posición pues le permitía usar el peso de su propio cuerpo para frenar la actividad del otro. No lo reconocería ni para sí mismo pero tenía miedo, miedo a perder más de lo que estuvo dispuesto a apostar desde un comienzo.

- Jaja...jajaja...no estás a mi nivel... - su risa resultaba apagada, fingida y desequilibrada. Se hallaba un tanto poseído por este instinto de supervivencia que insistía en atacar de regreso y acabarlo de una vez, por lo que no dio más cabida a la duda y hundió el filo de sus garras en el estómago ajeno, atravesándolo con más agresión de la necesaria.

Un momento antes de que atacara pude percibir la mezcla de sus sentimientos. ¿Era miedo y rabia? Casi podría haberlo apostado, pero de nada me sirvió ya que en el instante siguiente sentí como sus garras me penetraban la piel de mi abdomen y con ello me sacaban no solo una mueca, sino tambien un gemido reprimido de dolor.

"GAHG!" Exclamé tratando de quitarmelo de encima, aquello no lo había esperado, pense que iría por mis brazos o rostro, pero no con un golpe que podía terminar en fatal.

"Nghh!" A penas su mano salió de mi cuerpo giré mi torso para enfrentar el suelo, cubriendo la herida con mi mano izquierda. Aquello ya no era gracioso.

"FUCK!" Notaba que la herida no era tan profunda, algo al menos a mi favor, pero si sangraba bastante.

"PUTO! ERES UNA PERRA! JODER!!! NO ERA NECESARIO IMBECIL!!"