En pelea de perros (libre)

Coloque un pañuelo para poder recibir la propina, junte mis manos y me puse a cantar para poder conseguir dinero:

Todokanai tsubuyaki dake 
Yoru no hikari ni tsutsumarete samayoi yuku 
Yagate mihiraku sono hitomi unmei nara 
Semete sou, ima dake... -
           

Spoiler:

-Oye niño dame el dinero- exigia el hombre a la pequeña criatura que temblaba de miedo, el niño se resigno a entregarle su dinero, fue cuando el hombre de su chaqueta saco algo que me costo distinguir, poco a poco mi crepe empezó a romperse al momento que distinguí lo que tenia , sin siquiera pensar lo lance con todas mis fuerzas el alimento que se estrello contra el hombre este me miro con cara de pocos amigos, me acerque enojada.

-Oye tu monigote suelta a ese niño- dije poniendome en frente del hombre, este me tomo el mentón y alzando mi barbilla para verlo. 
-Ah y que va hacer una rubia tonta como tu por que no mejor te metes en tu asunto - Dijo sin mas - Oh mejor hago esto - Sacando de su chaqueta de cuero saco una caja rosada pequeña.
- ¡No te atrevas!- le dije gruñendo y apretando el envase cayo el liquido rosado, leche de frutilla... senti la risa de ese mal nacido burlandose, agache mi cabeza y una enorme cantidad de agua empezo a rodearme. Caminando a pasos de gigante y lento me acerque al sujeto lo tome de su camisa y lo levante un par de centimetros.

- ¡De lo que me podías haber bañado tenia que ser justo leche de frutilla! - le dije mirando friamente. - Ve llamando a urgencias para que te envie a cuidados intensivos

Spoiler:

Spoiler:

Eran aproximadamente las cuatro de la tarde, y el sol seguía tan insistente desde mediodía. Akari chasquea la lengua al sentir su piel pegajosa debajo de su uniforme escolar, el repentino asco de sentirse sudorosa y con tenues capas de polvo siendo atraídos a su tez expuesta le despertó la necesidad de ir corriendo a bañarse. Y esa sería la cuestión en esos momentos, de no ser porque su motivo de vagancia era para comprar un nuevo número de algún comic bizzaro y creepy que tanto le encantaba a su hermano mayor. Tras los años entendió que difícilmente podría ganarle al mayor en pulsear como apuesta, y aún más difícil convencerlo de utilizar otro reto para decidir quien iría a comprar los víveres en la semana.

La larga lista de pestes y maldiciones atiborraban sus pensamientos, cuando menos con el tiempo en el que tardó en visualizar una extraña concentración de chicos en medio de la calle, mientras que los transeúntes le ignoraban en su apatía. Akari sin duda estaba dispuesta a formar parte de la masa indiferente, en muchos problemas se ha metido anteriormente por meter las narices donde no le llaman. Sin embargo, una repentina voz demasiado fina como para ser la de un chico le llamó la atención, y notó que se trataba de una chica con la ropa completamente empapada de un líquido extraño y rosado que olía a frutilla.

En realidad no parecía tener tantos problemas, ya que con sus propias manos logró levantar a un hombre mayor que ella sin mucho esfuerzo.

"Bueno, a mí me parece que ella puede quitárselos de encima sin problemas, además no parece que tengan---" Su monólogo interno se detuvo, cuando al pasar cerca de uno de los chicos notó como saca una navaja de su bolsillo mientras se escurría detrás de la chica "Oye, oye... para una sola persona esta siendo demasiado".

Espontáneamente, desliza su mano con rapidez por la muñeca de chico y tuerce el brazo sobre su espalda. Coléricas maldiciones a medio respirar se escupían del joven, y Akari le miraba con el entrecejo fruncido mientras forcejeaba con más fuerza su agarre.

—¿Crees que no vi tus intenciones? ¿Qué clase de mierdas son ustedes? ¿Les suena familiar la frase "No mujeres, no niños"? Para llegar a algo tan bajo, seguro son unos viciosos cobardes —Con un movimiento limpio, Akari le quita la navaja de sus manos y empuja al chico en dirección a los otros integrantes de la emboscada callejera. Tomó al niño detrás de él, cerca también de la chica rubia, quien parecía tener su problema bajo control. Akari señala con la navaja a los otros chicos y los mira desafiantes— Veamos si realmente tienen algo entre las piernas o si un Ken tiene más bulto que ustedes.

Spoiler:

De un segundo a otro unos dos sujetos se abalanzaron para atraparme pero di un pequeño brinco, me aparté unos tres metros y me fui de pique, dándole un golpe muy fuerte a uno de ellos dejándolo enterrado en todo el suelo. Otro me dio una patada que la atrapé con una mano y lo lancé con mucha fuerza hacia el costado, destruyendo una de las bancas - ¿Que les dije?- dije seria caminando hacia uno de ellos, fue cuando escuché la voz de otro invitado o más bien de una chica.

—Crees que no vi tus intenciones? ¿Qué clase de mierda son ustedes? ¿Les suena familiar la frase: "No mujeres, no niños"? Para llegar a algo tan bajo, seguro son unos viciosos cobardes.

Dijo ella, yo solo observé a la muchacha que había llegado a ayudarme. No la conocía, su cabello azul tenía una mecha roja hacia adelante y parecía tener bastante carácter. Su aparición me distrajo un momento pero antes de que me pasara algo ella estaba sosteniendo con fuerza la mano del sujeto que pensaba atacarme por la espalda con una navaja, desarmando al hombre tomó el arma y los provocó.

- Parece que ellos no tienen mucha hombría ya que utilizan armas, ¿no han escuchado que las peleas deben llevarse a cabo de forma justa? - les dije, haciendo evidente mi molestia. - Prepárense idiotas, somos dos mujeres las que ahora les vamos a dar una paliza que no olvidarán - dije tronando los dedos y sonriendo con picardía a mi acompañante, la chica que me estaba ayudando.

Después le preguntaré su nombre y le daré las gracias por esto pero ahora ¡a patear traseros!

Akari no pudo evitar dibujar una media sonrisa en su rostro, le agradaban las agallas de la chica y su fuerza era algo que tomar en cuenta. Lanzó lejos la navaja que había arrebatado de chico asaltante y se tronó los nudillos en fuerte crujidos, mira fieramente al montó de chicos para luego ensanchar una sonrisa que mostraba todos los dientes.

—Malditas... ¿Qué clase de mujeres son ustedes?— Los garabatos le salían como espuma por la boca a uno de esos hombres, quien anteriormente parecía ser el tipo que había provocado a la chica de al lado. Su mirada centelleante parecía enfurecida y dolida, probablemente algo entendible si su poder se valía por una fuerza de macho que precisamente recién fue pisoteada.

—¿Damas primero?— Akari tentó su suerte, el joven tensó sus músculos y ahogó un reclamo en su garganta.

—¡Ustedes no son damas! ¡Deben ser unos trasvestidos de mujer, enfermos!— Se precipitó sobre ellas, y con ello sus seguidores, más asustados que enojados, tomaron lo que encontraron de sus bolsillos para arremeter contra ellas.

Akari supo que el chico tendría un rencor a cobrar con la mujer rubia, y en realidad prefería sólo por está vez no meterse en ese asunto, por lo menos no si había inocentes implicados en el conflicto. Con eso en mente, toma del hombro al niño y en un intento de parecer confortable baja su tono de voz y se pone en cuclillas frente a él.

—Pequeño, lo mejor será que te vayas de aquí y busques a tu mamá, ¿está bien?— El infante temeroso asiente lentamente mientras su cuerpo tiembla. La peliazulada resuelve darle unas ligeras palmaditas en el hombro y revolver suavemente su cabello— Bien, a la cuenta de tres, corres.

Divisó la acera y notó que justamente al lado izquierdo de un local cercano había un hueco por el cual el niño podría huir. Sin incorporarse por completo, se lleva al niño tomado por los hombros mientras avanzan al hueco. Como Akari esperaba, dos que tres vándalos se apresuraron a taparles el paso, mostrando manos limpias y temblorosas por delante.

—Uno...— Toma el brazo del joven más cercano, se posiciona delante de él, dándole la espalda y lo derrumba en el suelo— Dos...— Rápidamente se acerca a los dos chicos restantes, velozmente los toma por las cabezas y los colapsa entre ellos con fuerza— ¡Tres... corre ya niño!— El infante torpemente cae al empezar a correr, Akari le toma del brazo para levantarlo y lo empuja suavemente para impulsarlo a correr de nuevo. A los segundos el niño ya se encontraba cruzando la calle mientras lloraba con sonoros berridos. Un largo suspiro le devolvió ligereza al su pecho.

Click.

El peso retornó y ahogó su garganta. Quien le apuntaba con una pequeña pistola parecía ser un joven no mayor de quince años, pero en su mirada semioculta por mechones largos sólo veía indignación, mientras que en su mano el arma tintineaba temerosa de fallar... o de no fallar.

—¿Te gusta ser un héroe? Espero que eso no te mate uno de éstos días, por idiota— No le parecía que el chico estuviera en todos sus sentidos, parecía estar demasiado ansioso, con respiración agitada e irregular, sudando quizás en exceso y con la pupila contraída.

—Espero que no seas tu quien muera encerrado en una habitación sin saber tu mismo que fue de ti— Le dijo con doliente honestidad. Sin embargo, dado el nivel de peligrosidad que atentaba, sabía que no podía moverse siquiera de su lugar. Casi con desespero busco con la mirada a la chica rubia para solicitar algo de apoyo aquí.

Mientras me encargaba de los otros sujetos escuché con atención lo que nos decían, decir que somos unos travestis y no unas chicas era muy ofensivo. Oculté mi vista bajo mi flequillo y cuando uno de ellos me intentó atacar de una patada lo saqué volando haciéndolo estrellar contra un auto. No lo dejé muerto pero si inconsciente y la alarma del carro comenzó a resonar muy fuerte, lo que hizo que algunos transeúntes se detuvieran a ver lo que estaba pasando.

- Oigan - dije empezando a caminar con brutalidad mientras el piso se iba haciendo añicos y pedazos a mi paso - ¿A quien le vienes a decir que no somos mujeres? - dije agarrando a otro sujeto del cabello y chocando con fuerza su cabeza contra la de uno de sus compañeros, dejándolo fuera de combate. Todavía quedaban muchos tipos pero ahora si estaba molesta, lo que más me fastidió fue que sacaran un arma.

Con un movimiento rápido me puse delante del sujeto, un disparo hizo eco en el lugar pero hice uso de mi agua, la controlé para que envolviera la bala haciendo que se detuviera en el aire. Esta cayó al piso al perder la potencia, entonces me acerqué a paso lento y, por lo sorprendido que estaba el tipo, pude quitarle el arma de las manos. La destruí en pedazos con una sola mano, apretándola con fuerza como si fuera un objeto muy frágil - Oye, en las peleas se usan puños, golpes y habilidades... no armas - le dije agarrándolo del cuello y lazándolo al lado de la chica.

- Yo me encargo de los de la izquierda y tú de los de la derecha - dije a la muchacha sonriéndole - Hagamos que estos caballeros recuerden el baile que tendrán con estas hermosas damas - di un salto y avancé unos cuatro metros hasta quedar en medio de la pandilla, específicamente de los del lado izquierdo, me vi rodeada de varios sujetos. - ¡Que comience el show!- anuncié sonriendo de forma picara.