Re: [Casona Luarent] Partitura en blanco.

por **Mine Sagan** Dom Jun 16, 2013 9:39 pm

No entendía a Lucien, no entendía el idioma en el que profesaba dichas palabras... Pero aún así, por alguna extraña razón, sabía a lo que se refería. Instinto, ¿tal vez? ¿O acaso el poder del semiángel había conseguido calar en las oquedades más ofuscas de su interior? ¿Tanto había conseguido penetrar Lucien en ella que podía dar orden al caos? O quizás estaba apresurando sus conjeturas...

Percibía la temperatura febril de su piel quemada, el olor a carne putrefacta le embriagaba... Todo eso establecía un sutil contacto con los delicados labios de Mine, como una caricia, como un castigo. Sintió cómo los largos dedos de Lucien se enredaban en el interior de su frondoso cabello naranja; en aquél breve instante sus ojos se abrieron ligeramente, sin apartar la mirada de las cicatrices en las que deseaba indagar.

Volvía a mencionar a Lucia, otra vez. Y otra. Y otra.

Mine aguardó silente, cobijada en el regazo de su maestro. El pulcro piano entonaba una enigmática melodía sin dueño. Ya no se detuvo a preguntar quién la interpretaba, estaba claro que esa habitación era un espacio vacío en el que la lógica no le ayudaría a resolver nada. Lucien excedía las capacidades normales de cualquier ser humano, su talento había incluso conseguido impregnar su alma perdida, sumida en la desesperación y dueña de una fuerza arbitraria que podía arrasar con todo. Simples deducciones, simple instinto, nada de esto era una certeza para Mine. Para ella solo existía un elemento relevante que predominaba en la conversación, un permanente fantasma que asfixiaba los pulmones de ambos aún en su ausencia, como si en lugar de aire inhalaran gas tóxico: Lucia.

¿La muerte? Si, le tenía terror, aún si consideraba su forma de vida actual como un suicidio. Mas no brindó respuestas a sus preguntas, no resolvió dudas, como siempre, permaneció quieta, capturando la esencia de Lucien con su sola respiración. Guardándose sus cavilaciones para sí, egoísta.

Pero esto no parecía ser suficiente para él, nuevamente... Le rechazaba.

Mine no esbozó atisbo de tristeza ni de desolación ante las palabras ajenas. Su expresión se había vuelto firme, resuelta, y a su vez ausente, ante la sola idea de que Lucia hubiese soportado eso y mucho más, resistió paciente. Coreada por esas misteriosas voces que empezaban a llenarle los oídos, la muchacha se volvió hacia la puerta de la habitación, la cual ahora yacía completamente abierta, cediéndole la salida. Una vez allí, Mine asió con su diestra el pomo para después azotarla en dirección contraria, cerrando su única vía de escape con una vehemencia impropia de sí, insolente.

– No soy Lucia. Ella no vendrá. – Habló con claridad, aún con la mirada posada en la superficie de madera ante ella. Sentía como si hubiese rechazado la gran oportunidad de su vida, la mejor de las invitaciones. Tenía miedo, miedo al futuro y a sus consecuencias, mas no dudó en volverse al pianista con una expresión dura, casi hostil, cegada por unos celos enfermos. – Tu hermana ama a otra persona. Ya no hay nada que puedas hacer – se aventuró a decir finalmente.

por **Lucien Luarent** Lun Jun 17, 2013 2:49 am

La concentración del pianista se vio interrumpida por las últimas palabras de la mujer quién parecía saberlo todo. Un estrepitoso golpe en el piano entre notas bajas y altas llenó la habitación con un eco que duró unos buenos segundos y antes de que terminase de desaparecer los gélidos dedos de Lucien rodeaban el delgado cuello de Mine con una fuerza desgarradora quitándole el aire y alzándola dejándola con sus pequeños pies sin apoyo alguno.

QUIEN DEMONIOS TE CREES PARA HABLAR ASÍ DE LUCIA!!!-sin medirse la llevo a una velocidad fuera de lo humano con un impulso hacía la pared haciendo que el frágil cuerpo de la muchacha rebotara sin quitarle las manos de encima mirándola con un odio indómito- ELLA NUNCA ME DEJARÍA DE LADO!!!HICIMOS UNA PROMESA!!!YO SOY ELLA Y ELLA SOY YO! ES UN LAZO QUE USTEDES SUCIOS HUMANOS NUNCA COMPRENDERÍAN!!!-la respiración del ahora inestable semiangel era la única que se escuchaba en todo el lugar, jadeante.- TRAICIONANDO A SUS SERES MÁS AMADOS, DESEANDO DEJARLOS ATRÁS SOLO PARA SENTIRSE PLENOS CON SU PROPIA FELICIDAD!!!ELLA NO ES ASÍ!!!

A lo lejos...casi inaudible, nubloso, al lado del piano...una pequeña silueta los observaba, sentado al lado del gran instrumento, con las piernas apegadas al pecho y la cabeza escondida entre ellas, una pequeña ala salía de la blanca espalda que al parecer era un niño pequeño de cabellos negros que le llegaban hasta los hombros. Su voz era suave e inocente- Ella...no ha hecho nada malo...ella es igual a mamá...solo quiere que sigas siendo su más adorado tesoro…so-solo hazlo…no quiero verla mo…

-Lucien se dio la vuelta dejando de ahorcar a Mine sin soltarle del cuello, sujetándole firmemente el hombro derecho mirando con frialdad al niño interrumpiéndole-…Tesoro?!....-girando su cabeza de manera brusca ante el que parecía no ser más que el mismo Lucien a la edad de 10 años su rostro se deformo en la ira-ESTA MUJER NUNCA PODRÍA SER IGUAL A MI MADRE!!Y SI ASÍ LO FUESE...TSK-trago saliva rechinando los dientes bajo la temblorosa y gris mirada del pequeño ángel que se abrazaba a sí mismo con los ojos idénticos a cuando Lucien miraba a su propio padre, llena de terror. Volvió su vista que ya ni siquiera era de color celeste si no blanca hacia su “presa”, enmarcada en un negro profundo, sin brillo alguno, los tatuajes ardientes se expandían dándose paso inclusive hasta la mitad de su rostro y en todo su torso...Lucien estaba perdiendo la cordura y el lugar comenzaba a mostrar indicios de eso-

...Qué sabes tú mujer demente de los sentimientos de ella...ella nunca podría dejarme...nunca...por qué yo...-su ceño fruncido se vio vuelto en la confusión, cuestionándose-...yo nunca la dejé cuando ella estaba sola...cuando ella necesitaba a alguien que le mostrara el camino...a pesar de los golpes, de perder el amor de mi padre…de decepcionar y enloquecer a mi madre…yo lo perdí todo por ella…todo…por qué ella se convirtió en mi todo desde el primer momento-Soltó a Mine y esta cayó al suelo junto con la mirada del mayor de los Luarent. Le miraba con reproche, deseando que desapareciera de allí-...Tu alma está llena de esa asquerosa esencia de envidia y narcisismo que todos en la aldea tenían...dejarme llevar por tu lengua de víbora hablando así de mi hermana no me llevará a nada-Lucien estaba equivocado por su ciego amor que llegaba incluso a venerar a su hermana gemela, sin saber que realmente ella no correspondía tan fervientemente con los mismos sentimientos hacía su propia persona.

Le sonrió enmarcando con regocijo la burla-...La envidia y la soverbia son pecados tan denigrante, deseando hacer cosas que otros hicieron, deseando ser igual de importantes que otros, viendo a los demás cómo basuras que no se comparan contigo-sus dedos se enredaron en su largo cabello negro-Oh vamos...de verdad piensas que con sólo determinación podrás meterte en mi alma? no eres más que una simple y mediana diversión de turno, de la misma forma que Skyle lo fue en su momento…-sus largos dedos parecidos al mármol se deslizaron atrayendo el rostro de Mine hacía el de Lucien, los labios de un rosa pálido del chico se abrieron dejando paso a su lengua que se arrastró sobre el camino que antes habían recorrido las lágrimas cálidas de Mine. Un impulso morboso se apodero de él al ver el rostro de la mujer- jaja, es increíble que no recordara quien eres!!-ahora se le hacía claro y sabía quién era la mujer que estaba delante suyo- eres esa mujer que me seguía cómo un perro por todos lados! vigilándome inclusive!!-su lengua relamió sus propios labios y su voz se volvió sensual y pervertida- Oh el dulce sabor de tu preciosa alma decayendo en un espiral infinito de miseria...intentando quedarte aquí con una voluntad impresionante...jajaja pero ni siquiera fuiste capaz de abrir los ojos y ver cómo mi piel era desgarrada por el calor!!!-las manos de Lucien desgarraron la ropa de Mine en el área del pecho aventándola contra el suelo-...No lo quieres ver? NO QUERÍAS QUEDARTE AQUÍ!!ENTONCES VELO HASTA EL FINAL!!!ESTO ES LO QUE LOS GEMELOS LUARENT SINTIERON ESE DÍA!!-los cabellos de Lucien cayeron a los lados del rostro de Mine, las manos que ahora ya no eran frías si no hirvientes se volvieron casi negras mientras que los tatuajes danzaban en ellas traspasándole el calor a Mine por breves segundos, el mismo dolor que él había experimentado hace 10 años atrás la pelinaranja estaba viviéndolo ahora.

Escuchó sonriendo sádicamente a la mujer quitando sus manos del pecho de esta, lagrimas salieron desbordantes desde sus ojos sin siquiera saber por qué lloraba. En toda la habitación se escuchaban los latidos del corazón de Lucien y de pronto sus ojos demostraron la más desgarradora de las miradas que nunca antes le había dado a su alumna, como si de alguna u otra forma pidiese auxilio-...Cuantas veces te mostré quien era y huiste de mi Mine...¿Por qué ahora no?...el daño ya está hecho...

-el piano comenzaba a sonar de nuevo ahora interpretado por el niño pequeño- Aunque lo deseara...aunque tú lo quisieras...tarde o temprano-trago saliva, él lo sabía-...No podré separarme de ella...aunque la llegase a odiar...-dejo caer su frente sobre la de ella, arqueando su columna y quedando sobre el tembloroso cuerpo de Mine-nunca podría dejar de pensar en Lucia como la única persona que más amo en este mundo...como mi única redentora-unas cuantas lagrimas cayeron sobre el rostro de Mine-...Esto es lo que soy, un prototipo de ángel...lleno de los más sucios y mundanos pecados, incapaz de salvar a la persona que más necesita de mi aun cuando su mente no esté dentro de lo considerado sano…tú y yo no podemos seguir juntos…Mine…por qué tarde o temprano…-guardo silencio-…tú morirás en mis manos…consumida por el pecado…y yo me deleitaré con tu sufrimiento en pensamientos retorcidos y excitantes…

por **Mine Sagan** Vie Ago 02, 2013 1:11 pm

Para su sorpresa, los dedos de Lucien contornearon su cuello como un collar hecho a la medida, arrebatándole su preciada respiración, aquél elemento del cual dependía para pautear el ritmo de sus canciones. Verse privada de la posibilidad de seguir viviendo le aterró, derrumbando en un solo contacto su firme determinación. Las lágrimas brotaron incesantes de aquellos ojos expectantes que observaban con suma dificultad los cambios físicos que empezaban a ocurrir en su amado profesor. Su voz áspera y furiosa atizaba contra sus oídos de forma continua, acrecentando sus miedos e inseguridades, ¿podría realmente destruir el lazo que le unía a Lucia? Tal parecía que no.

Comprender esto le consternó, le dio a entender por un segundo lo inútil que era seguir inmiscuyéndose con tanta insistencia en la vida de esos dos. Aún si Lucien le había devuelto el aire al soltar su cuello no se sentía con deseos de seguir respirando; levantó turbada la mirada hacia el tercer personaje que se hacía presente, apenas escuchó su dulce voz pudo cerciorarse de que no se trataba de una alucinación. Intentaba defenderla de su agresor, pero ¿por qué? ¿Por qué, cuando ni ella quería salvarse?

Mareada por la discusión sostenida a expensas de sí, no mostró mayores señales de vida cuando se desplomó de rodillas en el piso. Simplemente se dejó caer, comprendiendo que por más que extendiera sus manos no le alcanzaría, ¿debía, entonces, aceptar la derrota en silencio? Levantó la mirada por mera curiosidad, el nombre de Skyle consiguió dibujar la suerte de un gesto confuso en su expresión antes ausente pues solo un sector escindido de su consciencia despierta le recordaba. ¿Quién era? Estoy segura de haberle oído nombrar... se dijo, pero antes de llegar a una resolución Lucien se llevó el rastro de sus lágrimas con el filo de su lengua, erotizando aquél instante tan doloroso en el que sus palabras resultaban ígneas estacas grabándose en su corazón, incitando más y más su instinto suicida.

No comprendió en lo absoluto el furioso anuncio de Lucien, aún cuando éste acababa de desgarrar sus ropas y le había tendido en el suelo, solo lo hizo cuando el abrasador contacto de sus manos provocó en su piel un dolor insoportable. La estancia se llenó con los gritos de Mine, que aunque breves consiguieron expresar en su totalidad el suplicio que padecía, ¿era ese su castigo? Al callar su boca se vio invadida por un temor incontenible que relacionaba aquél evento con los castigos de su infancia; se mantuvo recostada en el suelo, percibiendo cómo Lucien posaba su frente sobre la suya propia. El bombeo de un corazón parecía golpear las paredes de forma insistente... ¿Se estaba muriendo?

La melodía interpretada por el infante le permitió mantenerse consciente aún cuando su lucidez pendía de un hilo, la lucha interna entre sus deseos y la realidad persistía. ¿Tan difícil era mantener el juicio? ¿Acaso todas los seres humanos contaban con una tolerancia a la frustración tan baja? ¿Por qué, por más que quisiera, no podía aceptar la derrota?

En tal deplorable estado, Mine lloraba como una niña pequeña: no podía ganarle a Lucia, no podía compensar con nada todos esos años de sufrimiento en los que ella fue su única luz, ni siquiera podía comprender del todo lo sufrido por los hermanos Luarent.

Si no puedo obtener lo que realmente deseo, obtendré todo lo demás.

Aún en esas circunstancias, un oscuro pensamiento eclipsó toda la información que acababa de serle transmitida, de forma física y visual. Si Lucien le mataba con sus propias manos existiría entre ambos, aunque fuera por un mísero y catártico momento, un vínculo más fuerte que la propia vida, un vínculo hacia la muerte. ¿Contaba con el valor suficiente como para morir por esa causa? ¿Acabaría con todas sus pretensiones y desdichas por un solo evento, que quizás resultaría del todo insignificante en la larga vida que le esperaba a ese ángel incompleto? No lo sabía, tampoco quería saberlo.

– Tú estás realmente ciego... – habló después de todo ese tormento que acabó destruyendo su psiquis y el poco instinto de supervivencia que aún almacenaba dentro de sí. – ¿No estás intentando hacer exactamente lo mismo? Ves a los humanos bajo tus narices, juegas con ellos ignorando el hecho de que quieres monopolizar a tu preciosa hermana menor con sentimientos tan bajos como los míos... Como cualquier ser humano haría con su ser más preciado... – masculló arrogante, sin siquiera detenerse a pensar lo que decía, cegada ante la idea de morir, como si el miedo antes sentido no fuera más que una vana pesadilla.

Mantuvo su mirada insana clavada sobre la ajena, ambas inundadas en llanto y redención ante sus respectivos destinos. Mine rodeó la nuca de Lucien con sus brazos, sin poder contener el temblor que empezaba a apoderarse de ellos solo por tocarle; le dedicó una desequilibrada sonrisa, echando a la basura su propio sentido.
– Descuida, ¡yo aceptaré todas tus impurezas! ¡Estaremos juntos para siempre! Porque he decidido colocar sobre tu espalda lo que me queda de existencia... – anunció en un cínico intento por animarlo. – Aún si soy tu juguete de turno, ¿qué harás con esta insignificante mujer que ha hecho caer sobre ti el peso de su alma? – Preguntó, sin poder contener las lágrimas que se deslizaban una tras otra bajo esos orbes que no pestañeaban, sobre esas pequeñas pupilas que parecían achicarse al son de cada palabra. – ¿Me matarás? Estoy esperando que lo hagas... Hazlo... Apresúrate... – le suplicó entre jadeos, manifestando una ansiedad casi sexual ante la sola idea de ser asesinada por él.

Quiero crear un instante único entre los dos, un instante en el que Lucia no participará.

por **Lucien Luarent** Vie Ago 02, 2013 11:20 pm

Ciego?quizás lo estaba, la mente de Lucien jamás se había cuestionado el simple hecho de comparar sus sentimientos con los de un humano normal porque nunca se considero uno, pero ella tenía razón. La falta de su hermana, verle en esa ocasión tan cercana a alguien, ver que un completo extraño invadía su mundo y el poco autocontrol que estaba teniendo distorsionaban sus verdaderos sentimientos. La inseguridad, el simple hecho de pensar que Lucia se iría de su lado, la adoración que este le tenía no le dejaba pensar con claridad...pero aun así tenía claro de que él amaba a Lucia más allá de la obstinación.

Darse cuenta de sus errores fue el primer paso para que comenzara a despertar de su propio caos.
Lo podía ver, podía sentir todas esas voces riéndose fascinadas con la desesperación de Mine pero...increíblemente la que más odiaba...la que más aborrecía y despreciaba...lloraba con melancolía. La voz de su padre.

*No...no...Albana...por qué...de verdad no quise hacerlo p-perdóname Albana..ugh...p-perdóname...*

Lo entendió como si un switch se activara al momento de escuchar esos sollozos y ver el rostro insano de Mine.Le hizo revivir en su mente imágenes de la violencia y las innumerables veces en las que su padre pedía perdón a su madre y ella siempre a su lado con una sonrisa llena de lagrimas.
Pequeñas manchas blancas comenzaban a aparecer en el techo de la habitación simulando estrellas.
Ah...ah!...ah!ah ah ah-jadeó comenzando a llorar como un infante perdido. Lo entendía, él ya había visto esto, millones de veces-...N-no...no...-cerró los ojos con fuerza, lagrimas desbordantes se deslizaban por sus mejillas blancas-No lo hagas...-su voz siempre firme, siempre estricta era irreconocible.
Se separó de ella más esto no duro mucho tiempo, con suma delicadeza tomo a su preciada alumna entre sus brazos, dejando su cabeza en su pecho. Latidos rápidos, casi como si su corazón deseara escapar de allí golpeaban el pecho de Lucien. Sus grandes manos rodearon la espalda de mine y la otra sostenía su cabeza llena de rizos frondosos acariciandole-...Eres la única mujer en este mundo que he podido apreciar....no quiero que termines así...*no quiero volverme como mi padre...destruyendo todo lo que ama*No quiero verte morir...no podría soportarlo...yo...no podría vivir sin verte de nuevo-su confesión se escucho en toda la sala, el niño pequeño desapareció del piano y las manchas blancas se expandían lentamente desde el techo por las paredes. La respiración de Lucien se volvió agitada, dolía inclusive más que sus tatuajes.
No puedo...Te amo...
Independiente de todo el amaba a Mine, independiente de lo tormentoso de su alma, de lo enferma que pudiese estar amaba sus delicados gestos, su forma de ser, inclusive podía sentir inspiración al perderse en su sonrisa, porque no solo amaba sentirse querido por ella, admirado por ella, sentía también admiración de que no escapara, de que su amor se transformara en una enfermedad por el sentimiento tan grande. Era una tontería pero...le hacía sentirse vivo, el dolor era una prueba de que ambos compartían la agonía de nunca poder tener una vida tranquila.-...Déjame hacerlo...-levanto el mentón de Mine, ambos entre lagrimas y sostuvo su mirada, volviéndose de nuevo gris clara, gris como los días nublados en que ambos se sentaban delante del piano por horas- A cambio de tu sufrimiento...yo...te entregaré este insano amor...serás mi única amante...mi única muñeca-sus labios acariciaron los contrarios, extrañamente ahora el cuerpo del pianista se sentía cálido, un cálido beso se apoderó de ambos labios, las lagrimas seguían cayendo. El piano comenzaba a entonar de nuevo otra melodía muy distintas a las otras.

*No puedo dejarla sola...no quiero volver a esos días...no quiero verla caer en una desesperación tan grande que desee morir...no puedo dejar de amarla...no puedo evitar querer salvarla y hundirla al mismo tiempo...No puedo dejar de amar a mi dulce y atormentada Mine...aun cuando yo sea la causa de su sufrimiento...Lo siento*

Pero él sabía que era tarde, sabía al ver el cuerpo de Mine y como su alma se movía inquieta que tarde o temprano era posible que su dulce...adorada y amada persona...desapareciera de este mundo...

Dejó de besarle, sus labios besaron cada una de sus lagrimas-A cambio de todo...déjame ser el único que pueda hacerte llorar de esta forma...-sus manos sujetaron los hombros de ella-Si deseas morir...solo yo podré hacerte desaparecer...-su mano derecha tomo la de Mine y la coloco sobre sus marcas con el semblante más calmado pero notoriamente arrepentido-...Solo tú...solo yo...nadie más podrá tocarme...-Beso el pecho mal herido de la chica al inclinarse lamiendo la zona roja debido al impacto de sus cálidas manos que hace unos momentos le causaban dolor-Estará bien si soy así de egoísta?..Mine...¿me amarás a pesar de todo?-sus manos acariciaron sus hombros hasta llegar a sus brazos-...si no puedes hacerlo...no importa...seré feliz con una mentira...-una lagrima cayó por su ojo derecho al mismo tiempo que besaba esa piel tan blanca-Ya no voy a culparte, no voy a tratar de que lo entiendas...-trago saliva- Ni yo mismo me entiendo...pero...lo único claro a mis ojos es que tú eres...la mujer que más me ama en este podrido mundo... por unos momentos solo se escucho la melodía del piano. De la espalda de Lucien solo salio un ala blanca, sus tatuajes se disolvían, levanto el rostro sumido en su propia naturaleza angelical, nadie más que Lucía lo podía ver así, era el ojo en la tempestad. La habitación estaba de nuevo envuelta en un aura respirable y tranquila-

Caeré contigo si así me lo pides...arrancaré mi ala si tu así lo deseas...pero por favor...no te vayas....déjame ser el único...

por **Mine Sagan** Dom Ago 25, 2013 4:38 am

Una cálida sensación amansó sus turbulentas emociones, percibir a Lucien tan cerca, envolviéndola en sus fuertes brazos, fue más que suficiente para paralizar su mente.

Se dejó abrazar con la mirada perdida, la cabeza mullida en su pecho y los pensamientos orbitando sin control ni guía hacia un espacio vacío, permitiéndose sentir el momento. ¿Qué decía? No podía oírle bien... Estaba demasiado concentrada en el agitado golpeteo de su corazón y en las luces que de pronto llenaron la estancia, eran auténticas estrellas en medio de una vasta oscuridad. Sintió un gran alivio, un alivio incontenible que se ahogó en su garganta y se tradujo en un llanto silencioso.

Las palabras se moldeaban en su mente pero tardó bastante en asimilarlas. No quería que muriera, él realmente no quería que ella muriera. Mine había dispuesto su vida a merced del semi-ángel, pero aún si la determinación marcaba su discurso tenía miedo... No, le tenía terror a la muerte. Y agradecía que Lucien no le deseara un destino semejante, aún si se encontraba en el abismo más oscuro de la desesperación. Incluso en ese estado, en esa condición demencial reconocía que algo así no era amor, pero solo saber que la persona que amaba prefería su existencia era suficiente motivo para seguir luchando.

Quería existir... Necesitaba una razón... Gracias por este regalo...

Mine permitió tranquilamente que levantara su mentón, en ese instante ella vio con claridad sus ojos inundados, los cuales ya habían recuperado su luz y color habitual. Creyó reconocer en ellos un sentimiento de nostalgia, haciendo surgir entre ambos una extraña conexión. Quería pensar que no eran tan diferentes como pensaba, al menos no en ese aspecto.

La declaración de Lucien consiguió suspender absolutamente todo, sus gestos, sus movimientos, su pensar, haciéndole comprender que no todo estaba perdido. Aún si le mentía, aún si solo intentaba controlar su inestable comportamiento... Con solo escucharle, Mine creyó poder llenar un espacio en la vida de su amado, un espacio que no correspondía al de Lucia ni al de una amante normal. Un espacio reservado solo para ella.

Aquél cálido beso depositado sobre sus labios selló el trato entre ambos, un trato que Mine aceptó gustosa y sin decir palabra alguna al respecto. Sus lágrimas fueron bebidas por esos mismos labios, alejándola del pesar y de la inquietud. Tocó, ya sin temor, los tatuajes de Lucien y le permitió deslizar su boca sobre su pecho malherido.

– ¡Ugh! – Se quejó ante el contacto, mas sin retirarse ni rechazar las caricias ajenas. Había olvidado por completo esa desagradable sensación que ahora empezaba a arderle, como si recién su piel recuperara la sensibilidad. Al abrir los ojos y salir de su dolencia, Mine observó la nueva apariencia de Lucien con impresión, dejándose envolver por la melodía que inundaba la habitación, ahora apacible. No tenía por qué dudar, el pacto estaba hecho.

– Me quedaré contigo cuánto haga falta, cuánto lo necesites. Solo contigo, mientras viva... – sentenció, empleando un tono de voz tranquilo pero decidido.

Ignorando nuevamente el dolor físico que aún restaba en su pecho, en su cuello y en algunas zonas de su cuerpo que habían conseguido cardenales después del forcejeo previo, Mine se incorporó ante Lucien. Estando de pie abrazó su cuerpo, atrayendo la propia cabeza del semi-ángel a su cálido pecho a medio desnudar.

– Aún si no recibo nada a cambio... Comparte tu soledad conmigo... – musitó de forma un tanto atropellada pues el llanto nuevamente empezaba a apoderarse de sí.– Gracias... Gracias... Gracias... – repitió una y otra vez con voz temblorosa, hundiendo la nariz en la superficie de su cabeza, besándola y percibiendo el delicioso aroma de su cabello. Le agradecía ese regalo, ese regalo que no era más que su propia existencia.

Le había abandonado, le había acechado, asumía que ya no poder ocupar el lugar de Lucia... Pero nada de eso importaba ya, solo podía ver la valía de existir por y para él.

por **Lucien Luarent** Lun Sep 23, 2013 4:12 am

Cuando fue abrazado casi de forma protectora sabía que había vuelto en si, años habían pasado desde que el aroma de una mujer no le daba esa pasividad, incluso el aroma de Lucia no le generaba una sensación casi maternal.

Sus latidos ahora en su oído retumbantes combinados con la melodía del piano eran casi una canción de cuna para el fragmento de alma de Lucien. Se acurrucó en su pecho respirando mas pausado y aferrándose a las ropas de ella, dejándose abrazar, creyendo en sus palabras mas que en su propia fe.

Voy a ser castigado?-se preguntaba para si mismo mas que para Mine-si así fuese está bien...Con tal de que Mine este a mi lado...siento que ya no hay nada a mi alrededor...solo calma-Y es que así era, las voces se habían ido, las perseverantes voces que hace más de un mes le atormentaban ya no estaban, solo el sonido de la melodía que su alma componía al pensar en la mujer y el latir de su corazón se propagaba por toda su mente.

Nunca...me has dejado solo...ya no te culpo de huir Mine...-su ala se movió algo cansada en un acto reflejo-Porque ahora que mi ser completo esta ante ti...a pesar de todo eres la única...solo tú y nadie mas que tú me ama tanto como para seguir conmigo-levanto el rostro mirándole-Con eso me basta...con que estés siempre a mi lado, incondicional, fiel hacia mi...con tal de que pueda hacerte sonreír aun cuando pueda corromperme, estás aquí. La soledad me será arrebatada cada vez que encuentre un hogar en tu pecho

Sigue conmigo, aun cuando en mi vuelo solo tenga un ala, déjame convertirte en mi razón de vivir, déjame aferrarte a la vida, a mi vida...-la puerta de la habitación se abrió cuando termino la canción y al lado del piano a las espaldas de Lucien apareció de nuevo el pequeño niño mirando a Mine ladeando el rostro

Gracias-gesticulo con sus labios sin emitir ruido algo para luego desaparecer-

Ambos estamos ahora en la misma jaula, es posible que a pesar de nuestras alas heridas...podamos volar juntos...-suavemente se levantó-Por que ambos ahora nos prometimos compartir este fatídico destino-tomó la mano de la chica y la entrelazo con sus dedos, el ala de Lucien envolvió a Mine de forma protectora mientras que él por su parte la envolvía por atrás en un abrazo besando su hombro y luego su mejilla-Solo a ti podría concederte ver el cielo...solo por ti seguiría siendo Lucien, por nadie mas...

por **Mine Sagan** Miér Sep 25, 2013 1:20 am

Dejó ir la angustia como si ésta no le hubiese tocado desde el comienzo, abandonándose a su destino sin temor. La incertidumbre aún embargaba su corazón pero era soportable, podía vivir sumida en tal emoción como cualquier persona corriente... Podía vivir, eso era suficiente para aliviar sus miedos más latentes y humectar aquél pálido rostro con lágrimas calientes.

Jamás hubiese pensado que la resignación pudiera satisfacerle tanto. Seguiría tocando el piano en honor a él, la música constituía uno de sus principales lazos, aún cuando no podía deshacerse de todo el odio ni de la frustración, ni siquiera de esos sentimientos autodestructivos... Daba igual, con Lucien allí se sentía fuerte, ya no importaba si por descuido acababa ahogándose en esa relación tan oscura.

Ignoró por completo el cambio de ambiente en la habitación blanca, aunque éste era evidente por lo calmo que se respiraba ahora el aire. Obvió la puerta abierta, incluso el hecho de que Lucien le envolviera con su única ala y se aferrara a sus ropajes desmenuzados. Su atención se centró única y exclusivamente en la pequeña figura del infante agradeciéndole a espaldas del mayor, aún si sus palabras resultaban inaudibles aquél tímido e inocente semblante no desaparecería de sus recuerdos.

Extendió un brazo en su dirección, buscando alcanzarle antes de que se desvaneciera en el espacio vacío.

– Estoy feliz... Yo... – confesó con la voz pendiéndole de un hilo, antes de que las palabras muriesen en su propia garganta y su consciencia se perdiera en un profundo sueño. Mine dejó caer el peso de su cuerpo sobre Lucien, deslizando su frente hasta hundirla en el hombro del mayor, sin contar con la suficiente resistencia emocional como para seguir sosteniendo esa situación tan decisiva.

Un desmayo oportuno, tal vez. Su alma debía soportar el peso de un pacto, algo mucho más complejo y fatídico que una simple promesa de enamorados.

por **Lucien Luarent** Miér Sep 25, 2013 1:51 am

La última frase antes de que el cuerpo cansado de Mine cayera sobre su cuerpo le lleno de alegría, la tomo entre sus brazos cerrando los ojos sin dejar de envolverla en esa calma. A sus ojos ahora Mine era la única en su mundo...un mundo que, si bien podía estar a punto de quebrarse en sus manos era lo más maravilloso que había visto desde hace mucho tiempo.

La llevó como un príncipe fuera de la habitación y dejó descansando el cuerpo de la chica sobre el mullido colchón, cerró la puerta de la habitación y se recostó a su lado acariciando su frondoso cabello.

No soy un ángel pero...por esta noche cuidaré tus sueños...-beso sus labios y durante toda la noche no durmió velando por su sueño, cantando una suave canción solo para ella. Solo al caer la madrugada el cuerpo de Lucien colapso con ella a su lado abrazándole envuelto en el suave aroma de los rizos de Mine.

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