El mismo lugar, otra canción (Priv. Reino)

Jojo´s Coffe
Jueves 17hs

No podía evitar sentirse increíblemente nerviosa. Habían pasado cuatro años desde la última vez que lo había visto, y realmente las circunstancias no habían sido las mejores. En ese largo tiempo habían sido muchas las veces que Reino había aparecido en su cabeza, como un recuerdo, como un deseo, como alguien que siempre fue un faro en su vida y que en un pestañeo había desaparecido. Había estado enojada, lo había odiado por no hacerle una llamada, o enviarle un mensaje. Había fantaseado con la posibilidad de que un día, cuando todos los pacientes de hospital recibían sus visitas semanales, él estaría allí con un hermoso ramo de flores para ella. ¿Sabría todo lo que había pasado durante ese tiempo? Layla había sido cuidadosa utilizando una identidad falsa durante si internación para que no se filtrara a los medios lo ocurrido, no quería que se hablara de ella en esos términos, que se supiera que había intentado terminar con su vida y ahora requería un acompañamiento estricto. Pero… estaba segura de que él, si quería, podía averiguar dónde estaba ella, tenía los contactos, tenía el poder para hacerlo. Simplemente no había querido. ¿Había decidido finalmente soltarle la mano? ¿Se había cansado de ser siempre quien estaba allí para levantarle el ánimo y recordarle su valía?

Sus padres tampoco habían aparecido en todos esos meses que duró su internación, enviaban postales de sus viajes, el deseaban una recuperación rápida, como si se encontrara en una especie de spa. Ridículo. Nunca se molestaron en ir a verla o hacer un llamado telefónico. No le sorprendía, siempre se habían comportado de ese modo, dejando su cuidado en manos de otros, pero a pesar de ello no dejaba de ser doloroso. Nunca se había sentido tan sola en su vida. Tan necesitada de afecto. Seguramente por ello terminó involucrada con quien no debía, con esa persona a la que creyó poder querer y admirar, pero que no era lo que ella esperaba. Mejor no seguir pensando en eso, mejor dejar esos recuerdos oscuros en el fondo de su memoria. Quería reglarle a Reino la mejor de las sonrisa.

Tamborileo con los dedos de la mano derecha distraída mirando por la ventana que daba a la calle principal. Había escogido una cafetería cercana al sello, ya que Reino solía pasar allí gran parte de su día, o al menos así había sido siempre. Su estómago era un nudo de nervios atorados, bebio un pequeño sorbo de limonada para calmarse. ¿Y si no aparecía? No había firmado la nota con su nombre, y seguro el recibía montones de notas de viejas fans o músicos que deseaban que los representara. Corria el riesgo de que sencillamente la ignorara, pero estada dispuesta a esperar. Había dejado la nota en la recepción del sello, solicitando a la seguridad que se la entregaran a Reino cuando lo vieran.


Se ruborizó al rememorar las palabras que garabateó sin pensar. Las pistas estaban allí, siempre iban a ese café cuando él quería levantarle el ánimo y le compraba una porción de pastel espectacular que siempre acababan comiendo a medias. Se llevó una mano al cabello suelto llevándolo hacia atrás en un gesto ansioso, sus rulos rebotaron revoltosos y desobedientes. Habían pasado cuatro años. ¿Lucia muy diferente? Se miró a si misma, no se había esmerado mucho con su ropa, la verdad es que no quería llamar la atención y siquiera se cambio luego de bajar del aéreo que la dejó en la ciudad esa mañana temprano. Unos jeans claros y una camiseta suelta completaban un atuendo casual y cómodo.

Miro el reloj de su celular, habían pasado ya cinco minutos de la hora pactada. ¿Y si no aparecía? No podía ponerse a llorar como una niña abandonada en medio de la cafetería. Ya era mayor, tenía que comportarse como una adulta. Suspiró y cerró los ojos, intentando controlar esas emociones confusas que bullían dentro de ella.