Fixer (Priv. Reino)

Se había detenido en medio del pasillo donde, por suerte, nadie rondaba a esa hora. Después de todo, los estudiantes de Musette (incluído él), estaban asistiendo a clases. Era lo normal de un Lunes al medio día.

Lo habían mandado a llamar a la sala de ensayo y precisamente eso le daba mala espina. ¿Sería la profesora Katherine? ¿Sería Lucien? ¿Algún otro profesor o, peor aún, Reino?

El solo pensamiento de que evidentemente el asunto tenía que ver con la obra que se aproximaba le generaba retorcijones de estómago lo suficientemente intensos como para detener sus pasos en medio de un pasillo desolado, a no mucha distancia del lugar al que lo habían citado.

¿Quieres ayuda?
No.
¿Seguro que no?
...
Vamos, no me ignores~ Hagamos un trato.
¿Un trato?
Sí. Tú y yo sabemos a quienes preferirías ver... y a quienes prefiero ver yo.
No, no voy a dejarte aparecer sin importar quién o para qué me estén llamando.
Tch, ¿realmente puede controlarlo?
¿Me... dejarás después culparte por ello?
¡JA!

Skyle sacudió su cabeza y dando un gran suspiro se puso nuevamente de pie hasta frenar sus pasos en la puerta de su destino. Cerró los ojos un momento como si quisiera que por arte de magia Lucía nuevamente apareciera tras él y lo acompañara con su aura de paz.

Uno, dos, tres...
No vendrá.
¡Lo sé!

No necesitaba que Zebra lo dijera, no podía depender todo el tiempo de su Julieta, tampoco de las buenas personas que últimamente había conocido, sin importar cuanto añorara la compañía de cualquiera de ellos. Al final siempre eran solo él y aquellos en su interior y nadie más. No había nada que pudiera hacer.  Su mano temblorosa tocó la puerta y lentamente la abrió manteniendo la mirada baja.

No puedo ver, quiero escapar, quiero saltar, quiero renunciar, no lo puedo evitar.

Una de las salas de ensayo de Musette estaba siendo ocupada por un excéntrico manager, quien permanecía sentado con las piernas cruzadas y una guitarra acústica en su regazo. Reino no se había recuperado de su última reunión con Revo, por lo que el contrato para convertirse en maestro de la academia aún se encontraba arrugado y sin firmar en las profundidades de su bolso.

"Maestro de composición y armonía básica", decía el papel. Esa era la asignatura que su mejor amigo había escogido para él, a pesar de conocer su pasado a la perfección y saber que llevaba más de cinco años sin hacer música.

Pero esa no era su única razón para maldecirlo: el proyecto encomendado, Märchen, era demasiado ambicioso... Incluso para un músico veterano (y retirado) como él. Sus dedos bailaban torpemente sobre la guitarra, siguiendo la partitura secreta, hasta que finalmente se hartó de equivocarse y acabó dejando los papeles de lado con frustración.

— Tsk, maldito Revo. — Dejó escapar un suspiro pesado y afinó la guitarra, dispuesto a tocar otra canción de Revo, una que no se había comercializado y que Reino prefería mucho más por lo apacible que era.


La canción consiguió tranquilizarlo. Sabía que, aun con todas sus inseguridades, acabaría obedeciendo al director. Dejando de lado sus caprichos, convertirse en profesor era la forma más efectiva de supervisar la obra escolar y mantener vigilado a su ahijado, a quien, por cierto, aún no le daba la noticia del sistema de apadrinamientos. Pensaba en esto cuando escuchó la puerta.

— Oh, ¿eres tú, Skyle? ¡Adelante! Pasa, pasa — dijo, interrumpiendo la melodía y dedicándole una sonrisa relajada al estudiante, quien no parecía a gusto con el llamado. Reino le indicó que se sentara en la silla vacía frente a él. — ¿Qué tal estás? — preguntó casual, como si no estuviese citándolo con la clara intención de comunicarle algo importante.

Sus oídos alcanzaron a distinguir una suave melodía en guitarra, eso lo confundió un momento pues no correlacionó a nadie de los que esperaba encontrar en la sala con una guitarra.

¡...!

Algo en su interior dio un brinco al escuchar la voz ronca de aquel Manager. ¿Era sorpresa? ¿Incluso cuando ver a Reino era una de las situaciones más esperables? ¿Era miedo o un exagerado estado de alerta? ¿Era adrenalina o simplemente el comienzo de una crisis de pánico? Skyle se llevó una mano a su pecho e intentó sonreír, pero fue incapaz de hacer contacto visual con él. Reino era una figura que no sabía clasificar, porque él y zebra tenían apreciaciones-sensaciones muy diferentes de su persona, eso se sumaba a la ansiedad que le producía saber que aquel hombre era autoridad en la obra escolar.

Perfecto.

-B-bien. - Mintió y se le notaba que "bien" no era exactamente como se sentía.

Tímidamente se acercó y tomó asiento manteniendo la mirada clavada en el suelo. Su mente estaba comenzando el odio espiral de preguntas y suposiciones que solo lograban aumentar más la incertidumbre y el pesado latido en su pecho. ¿Sería que por fin lo sacarían de la obra? Ya se estaban tardando en tramitar el acuerdo al que había llegado con Katherine. ¿Sería que lo regañarían por abandonar? ¿Realmente quería abandonar? ¿Será que Reino lo castigaría por salirse? ¿Quién sería su reemplazo? ¿Le restregaría en su cara la gran decepción que le había causado?

-¿La... la profesora Howell habló con usted?- se atrevió a preguntar primero, como quien prefiere lanzarse en un solo tiempo a una piscina antes de sufrir lentamente.

Zebra estaba particularmente callado. Skyle lo notó y eso lo inquietó un poco más. Lo sintió dentro suyo como un animal agazapado esperando el momento correcto para lanzarse a la cacería y él apenas sujetando la cuerda de su propio corazón.

Notó de inmediato que la administrativa que fue en busca de Skyle no le informó que era él quien lo estaba citando. El chico se sentó donde se le indicó, manteniendo la mirada gacha, pero claramente no estaba ahí.

— Mmh, sí — Reino respondió a su pregunta sin mirarlo, casi con desinterés.

Su atención estaba fija en las clavijas de la guitarra, las cuales volvió a mover como si fueran más importantes que el evidente nerviosismo del alumno.

Quería torturarlo un poco. Tal vez por diversión, tal vez por algo más.

— Dime una cosa, Skyle... — comenzó diciendo, a medida que rasgueaba nuevamente la guitarra de forma aleatoria, sin tocar ninguna canción en particular. — ¿Qué opinarías si te cuento que me convertiré en profesor de esta academia? — La mirada de Reino, siempre oculta tras las gafas, se clavó en él durante un segundo, para luego volver al instrumento. — Comenzaría el segundo semestre. No sería un trabajo de tiempo completo, pero al menos estaré aquí tres días a la semana. Vendría bien para ayudarte con la obra escolar, ¿no crees?

El manager en todo momento se escuchaba tranquilo, pero confiaba en que Skyle entendería perfectamente el mensaje.

La forma en que el manager respondió su pregunta lo descolocó. Y es que había imaginado otros tantos escenarios... Desde regaños hasta la anhelada y deseada aceptación de su decisión. Porque Skyle de alguna manera necesitaba permiso para desistir de su protagónico y no simplemente jugar al rebelde, abandonado la obra a su suerte y escapando de la escuela como tantas veces Zebra le había propuesto. Había recreado todas las posibilidades en su mente, noche tras noche, excepto esta: La indiferencia.

¿Cómo se respondía a algo tan incierto como la nula reacción? ¿Cómo se suponía que podía quedar en paz con eso? ¿Acaso era así por que ya tenían un reemplazo?

No.

¿Acaso Katherine había sido una influencia insuficiente? ¿Acaso lo obligarían a actuar? Lo dudaba, era poner en riesgo la esperada obra escolar de la academia. Una de las instancias más importantes para los alumnos próximos a egresar. Skyle estaba seguro que habían muchos otros alumnos queriendo el puesto de Romeo, ya había recibido algunos comentarios cargados de envidia desde que lo anunciaron a él como protagonista.

-¿Entonc...? -iba a insistir en conseguir un veredicto cuando fue interrumpido por el rasgueo y posteriormente la voz del adulto en la sala.

"¿Qué opinarías si te cuento que me convertiré en profesor de esta academia?"

Su rostro se alzó hacia él de un respingo y su cuerpo se tensó más de lo que podía disimular. Sus puños apretaron la tela de sus pantalones y hubo un silencio absoluto. Cuando Reino hubo retomado la palabra explicándose con más detalle, Skyle palideció.

-¿Ah?- la expresión de su rostro era una mueca torcida. Un intento de sonrisa forzada sobre un rostro evidentemente acongojado y confundido. - No entiendo... Se supone que yo ya no...

¡HAHA! ¡ESTE CABRÓN QUIERE JODERNOS LA VIDA SKYLE!

Skyle cubrió su rostro sintiendo que el mundo se le venía abajo, aunque en verdad no era un problema tan grande a los ojos de los adultos, para él y su frágil mente, la idea de tener que enfrentar aquellos miedos se volvía un torbellino que no sabía manejar.

¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago?
Llora.

Pero en vez de un llanto lo que salió de sus labios fue una risa cansada.

-¿Es una broma, no?-

Reino dejó de jugar con la guitarra después de escuchar la pregunta de Skyle. El último rasgueo sonó más dramático de lo que pretendía, pues antecedía un silencio absoluto.

Levantó la mirada hacia el alumno, ocultando tras el cristal oscuro de sus gafas la dureza de su expresión.

— ¿Realmente pensaste que bastaría con irle a llorar a Katherine para zafar de una responsabilidad que tú mismo asumiste? — le preguntó con frialdad, abandonando la simpatía que solía mostrar en la academia. — Sus argumentos para quitarte el protagónico eran sólidos, puedo entender por qué acogió tu solicitud, pero, en el fondo, quedaste como un incompetente frente a ella. Incluso Revo tuvo que intervenir. ¿No te da rabia? Porque a mí sí.

"Sobre todo conociendo tu potencial... El potencial de todas las versiones de ti mismo."

Después de relatarle brevemente la discusión que tuvo con la profesora, dejó la guitarra descansar en la pared contigua y se inclinó hacia delante. Hacia Skyle.

— ¿Qué estás haciendo en esta academia? ¿Qué quieres conseguir? — le preguntó con severidad, mirándolo directamente a los ojos.

La secuencia del rasgueo, la mirada oculta de Reino, su tono de voz y palabras hicieron que Zebra se tensara de inmediato, y por consecuencia Skyle pareciera un animal presa preparándose para escapar de su depredador. Podía escucharlo vociferar en su contra, acelerando los latidos de su pecho y llevando su mente a un estado de alerta y confusión.

- No recuerdo haber pedido el protagónico.- su voz era la de su otro yo, al igual que su mirada que cambió de un momento a otro de asustada a altanera, excesivamente a la defensiva. -Me da igual lo que una profesora que no es capaz de salir por su cuenta del baño de hombres donde ella misma se metió, pueda pensar de nosotros. ¿Incompetente? ¡Lo que diga! ¡JA! -una carcajada resonó seca en su garganta mientras cruzaba los brazos cambiando completamente la postura corporal de Skýle. Si hasta parecía más alto únicamente porque el castaño normalmente encogía los hombros y mantenía el mentón bajo.

Claro que le daba rabia, Katherine, Skyle, Reino, todo en esa maldita escuela, el que los había encerrado ahí para no estorbarle, todo le generaba rechazo y cada célula de su cuerpo lo expresaba de forma clara hasta resultar casi amenazante. Pero la segunda pregunta, ah... la maldita pregunta existencial.

-¿Conseguir? ¿Aquí?-volvió a reír y contestó cubriéndose la boca para disimular la expresión torcida.- ¿Tiempo? ¿Quizás paz? -no para si mismo claro está, sino para su progenitor, pero Zebra no tenía intenciones de molestarse explicándole nada a Reino, no tenía por qué hacerlo y en estricto rigor ni él, ni ninguno de ellos eran realmente buenos explicándose con palabras en una conversación. Una simple pregunta no iba a sacar mucho más de ellos.-¡Quizás simplemente vinimos a pudrirnos a este lugar!-

Hoy me aferro a mi somnoliento, somnoliento ideal de ser útil por una vez.

— Ya te estabas tardando en salir — murmuró después de escuchar la extraña anécdota de Katherine en el baño de hombres, confirmando que el Skyle "tranquilo" acababa de irse.

En esa explosión de sentires —ese pequeño lapso que hizo brillar los ojos del muchacho de un modo diferente... más agresivo y, al mismo tiempo, más familiar—, Reino tuvo que recapitular rápidamente todo lo que sabía de él:

1) Era un estudiante de tercer año de la academia Musette que audicionó para Teobaldo durante la primera semana de postulación. Desde el primer día Reino sospechó que algo no andaba bien con él, pues su personalidad oscilaba entre la timidez absoluta y un maldito descarado.

2) Tuvo una riña con una estudiante en la playa y acabó tan herido que debía ir al hospital, pero él se resistió; decía que iba a tener problemas con su padre ("¿Es el padre el problema?"). Sin saber cómo actuar, el manager lo asistió por su cuenta en su departamento (incluso lo ayudó a bañarse), para después derivar la situación a Revo. ("¿Cómo solucionó él ese asunto? ¿Qué tanto sabe de Skyle?")

3) En aquella oportunidad, Momoka Rito —la estudiante implicada— afirmó sin atisbo de dudas que Skyle tenía doble personalidad, algo que Reino se resistió a creer. ¿Por qué, cuando ya sospechaba de sus cambios abruptos? ¿Por qué, cuando acababa de hacerlo frente a sus ojos?

"Porque soy autorreferente, como la mayoría. Me vi reflejado en ti, pensaba que eras como yo cuando adolescente... Cuando justificaba mi comportamiento disruptivo y mi agresividad, cuando culpaba a terceros por mi rebeldía. Una doble personalidad hubiese sido la excusa perfecta para liberar los impulsos más oscuros del alma, esos que temes confesar a cualquiera."

"Esos que temes asumir que te pertenecen."

— Tienes razón en algo. Al menos en una cosa. Tú no pediste el protagónico — admitió, irguiendo su espalda sobre la silla antes de confesar: — Fui yo quien te escogió como Romeo. Si tienes que odiar a alguien, es a mí. Si tienes que discutir con alguien para que te saque de la obra, es conmigo.

El castaño rodó los ojos cuando Reino le dio la razón con el punto del protagónico, pero inmediatamente musitó con molestia y un ruidito entre dientes típico de cualquier adolescente rebelde cuando declaró que el papel de Romeo se lo había otorgado él.

¡¿Él?! ¿Por qué él? Podría haberlo esperado del cuerpo de profesores, incluso del director de la escuela, pero él, con quién se entretuvo de forma descarada en su actuación de Teobaldo, era quién menos esperaba le viera en un papel tan... absurdo como Romeo.

-¿Tanto te disgustó mi interpretación de Teobaldo? -Zebra mantenía la sonrisa sarcástica, la postura erguida, los pies separados y los brazos cruzados. - ¿Odiarte? No estás entendiendo nada, riámonos de todo y ya. Como sea, ¿no te importa que toda la obra se vaya al carajo? ¿No te importa que Romeo sea un incompetente? La responsabilidad cae en ti, te culparé a ti, tú elegiste ponerme ahí. -los cambios de ritmo en como hablaba eran extraños si uno prestaba atención, estaba un poco más molesto con la situación, con como Reino había ignorado su respuesta respecto a lo que esperaban conseguir en Musette. Por no terminar de entender para qué era esa reunión. Estaba ansioso y malhumorado. Quería generar una discusión, una pelea, y a la vez no sabía realmente lo que quería Reino, ni Skyle, ni él mismo.

¡No quiero arruinarlo!
No quiero ceder.
No soy suficiente...
¡Somos más que suficiente!
Déjame caer.

— Puedes culparme si quieres, si eso te hace sentir mejor. — La voz grave de Reino rebotó en las paredes de la sala de ensayo. Sonaba más autoritario de lo normal, pero no llegó a gritar.

Liberó un suspiro antes de retirarse lentamente las gafas, revelando el filo de sus ojos azules al muchacho. Era un gesto simple que solía marcar cuándo iba en serio, cuándo quería dejar de esconder la verdad.

— Hagas lo que hagas, yo no pienso que seas un incompetente — aclaró, mirándolo con intensidad. Esas eran las palabras que escogió para describir lo que quizá Katherine pensaba, lo que "los demás" dirían si Skyle decidía retirarse de la obra o arruinarla por completo. Pero Reino no era "los demás". — Por ese motivo, no permitiré que "te pudras" en este lugar.

No había ignorado lo anterior, de hecho, le había prestado tanta atención que le resultaba difícil hablar de ello sin parecer un completo entrometido. Sabía que este comentario podía gatillar algo en Skyle, por lo que lo distrajo colocando impulsivamente la palma de su mano sobre su cabeza.

Antes de que el muchacho pudiera apartarlo, le dio una brusca sacudida que pretendía ser una caricia, como si se tratara de un perro, revolviendo el cabello castaño entre sus dedos. Se arriesgaba a ser golpeado, por lo que mantuvo la mano firme sobre el cráneo, de modo que él marcaría la distancia entre ambos.

— Para serte sincero, cuando te conocí ni siquiera estaba de acuerdo en que fueses parte del elenco — confesó, más relajado. — Me parecías un mocoso problemático que fácilmente podía volverse un dolor en el culo y fastidiarlo todo. También creía que tu increíble "actuación" como Teobaldo no era realmente una actuación, sino que estabas permitiéndote liberar una parte de ti mismo que no sueles mostrar. Bueno... Eso aún lo pienso.

No sabía cómo terminaría esa conversación, pero sí estaba seguro de algo: que Skyle tuviera o no un trastorno de personalidad ya no importaba.

— Pero eres talentoso, chico. Eso es indiscutible. Y eres más interesante de lo que seguramente ves, o al menos eso fue lo que descubrí cuando nos encontramos en la playa. Después de ese día me enteré que tu audición tuvo uno de los puntajes más altos entre todo el alumnado, incluso superó al de nuestra actual Teobaldo. ¿Comprendes por qué no fue difícil convencer a los otros jueces para que te diesen el protagónico? Das la talla para ser Romeo, así que deja de hacerte el difícil.

Reino retiró suavemente la mano de la cabeza de Skyle, permitiendo que el cabello le cayese sobre los ojos. Quería dejarlo en paz un momento, que sopesara a su ritmo todo lo que acababa de decirle.

— Puede que no entienda qué buscas exactamente, pero amas la música, ¿no? Si te adiestro bien tal vez puedas graduarte de esta escuela, hacer música del modo que quieras e independizarte. Incluso podría ser tu manager, si te decantas por ser cantante o músico. — "Eso si sobrevivo como tu padrino... Más tarde hablaremos de eso." — ¿Qué me dices? No es un mal plan. Pienso que es la forma más efectiva y beneficiosa de salir de aquí y hacer lo que te venga en gana.

El cuerpo de Skyle dio un salto casi imperceptible ante la entonación de voz de Reino. No gritaba, pero la proyección de voz que tenía, su timbre y específicamente las palabras que ocupaba lograban hacerlo estremecer.

¿Lo haría sentir mejor? El castaño se lo cuestionó en una fracción de segundo, pero en el momento en que los ojos claros del moreno se dejaron ver, él fue incapaz de mantener la mirada y simplemente desvió el rostro hacia un lado, fingiendo desprecio.

Zebra esperaba cualquier cosa, reproche o castigo, menos las palabras de reafirmación del manager. Y esta vez lo que se estremeció fue el corazón de Skyle en su interior. El muchacho rebelde empuñó las manos que seguían cruzadas sobre su pecho e iba a contestar con la misma altanería cuando fue interrumpido por la mano de Reino: Una mano grande, masculina, que denotaba sin tapujos la fuerza que poseía. Al contacto, el menor quiso apartarlo de un manotazo, pero la presión sobre su cráneo instintivamente lo hizo detenerse a medio camino. No podría ganarle.

Cuando comenzó a hablarle y a explicarse la irritación de Zebra solo comenzó a subir. Sus dientes se apretaron y parecía estar a punto de gruñir, pero no movía un pelo, no podía con la mano del otro en su cabeza. Así que solo podía defenderse con las palabras y con las muecas no disimuladas ante los comentarios como "problemático" o lo que pensaba Reino que eran o no ellos

-Ha! no me digas... Piensa lo que quieras, después de todo, pareces saberlo todo, '¿no? - El muchacho en cuestión sabía como ser desagradable y sarcástico, pero nada de eso parecía afectar a Reino como a los demás, y eso lo irritaba, lo asustaba, pero lo que lo terminó de aturdir fueron las palabras de reconocimiento y apoyo que no esperó oír jamás estando él en control del cuerpo.

Skyle estaba conmovido, mucho más lúcido y presente, ad portas de tomar el control, pero zebra normalmente era más fuerte en voluntad, no cedería incluso aunque con todo eso se comenzara a sentir particularmente incómodo.

La gente miente.
¡Pero es la primera vez...!
No le creas.
Podríamos intentar...
¡No dependeremos de nadie otra vez!


La mirada de Zebra se enfrentó por fin a los azules del mayor. Alterado y paranoico, extremadamente tenso, con las manos rígidas a los costados lo increpó con una verborrea no tan coherente.

-¿Por qué deberíamos confiar en ti? ¿Acaso no haces esto para tu propio beneficio? ¡Claro, claro! ¡Tiene sentido! ¿Eres así realmente, no? Otro agresor. Pero no somos estúpidos. Yo sé bien cómo son los adultos como tú, tu no eres diferente. ¿Qué beneficio tiene todo esto? ¡No arruinar tu obra, claro! ¿Y luego? ¡Luego lo olvidarán! ¡Se desharán de él cuándo no sepan qué hacer con nosotros! ¡Como siempre! ¡Como todos! ¡¿Qué clase de Romeo puede ser él que no tiene idea de lo que es amar?! ¡Romeo! ¡HAH! ¿Qué Romeo puedo ser yo? ¡Aplaudamos antes de que todo se vuelva gris! ¡¿Por qué debería siquiera recoger una de las flores que has lanzado si después se marchitarán?! -Lo último fue dicho con una entonación teatral especifica y un tono diferente de voz, más maduro, una voz perfectamente colocada que resonó con dramatismo en la sala de ensayo. Luego el pecho del muchacho se agitaba, intentando recuperar aliento después de todo lo dicho, con la postura un tanto adelantada hacia Reino, encarándolo, amenazándolo incluso desde quince centímetros más abajo.