Noche en el bosque (Alekzandra)

En casa al final había estallado la tormenta.
Tenía que pasar, al principio todos intentaban evitar el tema, pero en algún momento tenían que hablar de lo que supuestamente había hecho su hermano Keith en aquella fiesta de la escuela, y de su expulsión y del hecho de que ahora estuviera fichado y en libertad vigilada. Todo un escándalo para la reputación de la familia. Y al fin y al cabo, por eso habían vuelto sus padres, ¿no?
Rory no sabía qué pensar de ellos. Decían que creían a Keith, y quizá fuera cierto, pero ¿quién sabía? No confiaba en ellos para nada.
Así que simplemente se había metido en la ya acalorada discusión que estaban teniendo con su hermano para decirles que seguro que les preocupaba más su reputación que su hijo. Y una vez que hubo empezado a dar gritos, Rory se envalentonó aún más y siguió diciéndoles que a lo mejor si hubieran estado en casa esto no habría pasado. O sí, pero al menos sabrían cómo era Keith y que no era capaz de hacer una cosa así, y habrían estado allí para apoyarle a él y a todos. Y había seguido metiéndose con ellos, a pesar de que Keith había intervenido varias veces para intentar pararle, diciéndole que sólo iba a empeorar las cosas.
Al final todos habían terminado gritándose unos a otros, hasta la hermana pequeña, que también quería tener voz en el asunto.

Y cuando las cosas estaban empezando a ponerse feas, Rory hizo lo que tenía por costumbre: huir.
Cogió su bici y empezó a pedalear alejándose de la zona de las mansiones. Recorrió un buen trecho atravesando la ciudad, hasta darse cuenta, con cierta aprensión, de que se estaba acercando a los barrios bajos. El hecho de que todo estuviera mucho más sucio y apestoso que en el resto de la ciudad ya hacía sospechar algo. Así que dio la vuelta rápidamente. Allí no se le ocurriría a nadie ir a buscarle, pero también era posible que no siguiera vivo al día siguiente. Tenía que buscar otro sitio donde ir, porque no pensaba volver pronto a casa.

Entonces se le ocurrió algo, y sus pasos (o más bien sus ruedas) le llevaron al bosque. Dejó la bici tirada donde primero pilló y entró allí a pie, con intención de adentrarse lo máximo posible. Paseó un rato, apreciando la tranquilidad del sitio, que estaba vacío porque ya estaba oscureciendo. De repente le parecía una idea super emocionante pasar la noche allí. Se fijó en que por aquí y por allá había mensajes escritos en los troncos de los árboles, cosas tontas tipo “Pepito y Juanita”, y a Rory le pareció una buena idea sacar un rotulador de uno de sus bolsillos y escribir las palabras “Rory x Aria”, dibujando un corazón alrededor. Lo observó y se rió pensando qué opinaría Aria si lo viera, si le parecería mono o por el contrario querría asesinarlo. Mientras estaba enfrascado en esos pensamientos, creyó oír ruido detrás de él. El corazón le dio un vuelco y se volvió rápidamente, esperando encontrarse cualquier ser salido del averno. Igual había cambiado de opinión y estar en el bosque de noche no le parecía la mejor de las ideas.

Pero entonces comprobó que sólo era una persona. Y habría suspirado de alivio si no fuera porque entonces escuchó otro ruido, esta vez un ruido muy fuerte, y vio con horror que un tronco de árbol cedía y estaba a punto de caerle encima a aquella persona.

-¡¡Cuidado!!- le gritó, mientras echaba a correr hacia ella, intentando ponerla a salvo.

Primero que nada, ¿que demonios hacia yo en medio del bosque sin un arma, sin mi billetera, y por supuesto para sumarle algo de drama a la situación, a punto de anochecer?, bueno, para responder aquello, debía retroceder unas cuantas horas en el tiempo. Aquella mañana como de costumbre me habia levantado con total calma, la ducha habitual, conducir hasta Musette, dar algunas clases y ok, todo perfecto, perfecto hasta que me habían llamado a la oficina del director, resultaba que un mocoso le había ido con el cuento de que me habia liado por ahi con una estudiante, cosa que era cierto, pero que realmente a nadie debía importarle, no es como si hubiese hecho algo que la chica no quisiera ¿o si?.

Entonces el punto era que allí estaba yo, sentada en una oficina esperando al supuesto director, pero antes de que el hombre pudiera atravesar el umbral de la puerta, el sonido de unos pasos me hizo asomarme por el marco de la puerta, el hombre venia en compañía de un oficial de policía. Aquello debía ser una pésima broma de mal gusto, en cualquier caso no me iba queda a averiguarlo, me apresure a la ventana y haciendo gala de mis cualidades circenses casi recien adqiridas me encomendé a mis dioses, salí por ella y dando pasos temerosos po el borde de la pared me acerque hasta un arbol que por suerte no estaba tan alejado de la misma, ya sobre las ramas me baje con rapidez y me heche a correr cual delincuente huia de la escena del crimen.

Aquello no pintaría bien para mi eventualmente, entonces tras correr durante rato, habia acabado en ese bosque. Deambule un par de horas pensando en la excusa que daria por aquella huida, era casi seguro que alguna camara debio captarme, o que algun estupido estudiante me hubiese grabado, de verdad que esto tendría mala pinta un par de días, me mordí el labio con molestia, aquello no podía seguir empeorando, había dejado mi billetera, mi arma, mis cosas, es decir todo.. en el estúpido vehículo estacionado en el estúpido colegio. Tarde o temprano debía volver al sitio..

Y cuando todo parecía volverse mas descabellado un grito me hizo mirar en la dirección de su dueño "cuidado" por inercia me movi esquivando la rama que caía detrás de mi, trague saliva, no había visto venir aquello, ¿me estaria suavizando?, el niño frente a mi no era demasiado alto, muy delgaducho y con un claro uniforme de Mussette. Suspire con resignacion. -Supongo que gracias. - di otra mirada al chico parecia agitado, desorientado y tenia expresion de que tenia problemas mayores que los mios, pero por su apariencia, dudaba que aquello fuese cierto realmente.

Mire de nuevo el tronco detrás de mi, definitivamente estaba siendo descuidada, primero la ventana y ahora esto, di otra mirada al chico, quizás estaba siguiéndome desde el colegio, quizás lo habían enviado, quizás el director le había pedido correr detrás de mi, quizás..quizás, demasiados quizás.. me acerque a el con mas autoridad y prepotencia de la necesaria, le coji de la corbata y lo acerque reduciendo las distancias. -¿Se puede saber que haces aquí? y mas te vale ser honesto y convincente, no tengo problemas en torturar un mocoso en medio del bosque. - Tras soltar aquello, caí en la cuenta de nuevo, Alekz, por favor contrólate, no estas en una callejón en mitad de la noche ni tratando con un sujeto de prisión, era un estudiante, un simple mocoso, contrólate. Lo solté, pero sin dejar de mirarle como si fuera un delincuente.

Rory no llegó a tiempo de hacerse el héroe, pero comprobó con alivio que aquella persona había conseguido esquivar el árbol, que cayó al suelo con un ruido sordo. Y fue toda una suerte, porque lo único que le faltaba era estar en el bosque de noche con un cadáver.

Pero a todo esto, ¿qué hacía esa persona allí? Rory la miró intrigado. Era una mujer, con el pelo de color rosa, muy llamativo. Le sonaba de algo, pero no podía decir de qué, y teniendo en cuenta que en esa ciudad había multitud de artistas con pelos y ropas llamativas, podía haberla visto en cualquier parte. Pero lo que más le llamó la atención fueron sus ojos, amarillos, parecidos a los de un gato. Y le observaban fijamente, como con desconfianza. Eran unos ojos bonitos… pero en esas circunstancias, se veían de lo más siniestros. Rory dio un par de pasos atrás instintivamente.

-De… nada- respondió al agradecimiento.

Estaba a punto de preguntarle si se encontraba bien, pero de repente, la mujer avanzó hacia él y en un momento le tenía agarrado por la corbata y sus caras quedaron demasiado cerca. Y dijo que le torturaría. A Rory se le fue el color de la cara, y todo tipo de imágenes y pensamientos espeluznantes le pasaron por la cabeza en un segundo. La opción que cogió más fuerza fue la del asesino en serie. Si es que quién le mandaba meterse solo en aquel bosque…

-Yo… sólo… estoy aquí por casualidad- dijo, con un hilo de voz-. Digamos que… me he… ido de casa. O sea, no para siempre… sólo para un rato. Es… es la verdad.

Mierda y mierda. Odiaba parecer un niño asustado, quería hacerse el fuerte, para que esa posible asesina en serie no pensara que podía hacer lo que quisiera con él. Pero realmente estaba demasiado asustado para poder actuar con su fachada de tipo duro.
Retrocedió en cuanto ella le soltó, y se colocó bien la corbata, sin dejar de observarla. Habría salido corriendo, pero tenía dos problemas. El primero era que probablemente estaba perdido en el bosque y si corría a lo loco, podía acabar aún peor. Y el segundo, que seguramente ella le seguiría y tenía toda la pinta de ser más rápida que él. Entonces a lo mejor le atraparía, le torturaría y a lo mejor acabaría descuartizándolo, y el mundo perdería un gran cantante. Así que quizá no valía la pena el riesgo.

-Vale… ¿y si nos tranquilizamos un poco?- preguntó, cuando consiguió dejar de jadear por el susto.
Consiguió calmarse un poco, y entonces se le ocurrió que podría intentar negociar con aquella mujer aterradora.

-Mira, podemos hacer un trato. Si tú no me torturas ni me matas, yo haré algo por ti- dijo, sin pararse a pensar en ese momento que esa clase de trato ya le había metido en problemas varias veces antes.