Black Dog (Priv)

Guardé silencio con la cabeza gacha. Agradecía el intento de Lily por ayudarme, pero en el mismo instante en que el amo había hablado me había arrepentido de pedir que intercediera por mí.

Me quedé en mi lugar, calladito y con la cola entre las piernas, mirándo a ambos de reojo. No me molestaban sus palabras, después de todo tenía razón. Mis hermanos y yo le debiamos completa fidelidad a Lucifer y la verdad es que nunca se me había pasado la idea de rebelarme en su contra, solo pequé de curiosidad.

No esperé que me dirigiera la palabra. Eran pocas las veces en que llegaba a interactuar con él en el infierno, después de todo yo era el omega de la manada. La atención especial era para Skýlos, a veces Svarg pero casi nunca yo, así que era raro recibir una caricia de su parte.

Mi cuerpo seguía tenso, incluso un escalofrío me volvió a recorrer la espalda cuando mi cabello fue acariciado y bueno, por alguna razón no terminaba de comprar la suavidad con la que ahora me hablaba.

"S-supongo." Tartamudié, mirando nervioso a todos lados, reprochándome el no haber sido capaz de decir directamente algo como "Claro que sí amo! Lo siento mucho, estoy muy arrepentido de mis actos" o algo así...

Si seré idiota...

Había veces que le molestaba como el lucero caído hablaba sobre su séquito, parecía haber olvidado que alguna vez fue un perro como todos los demás que solo debía obedecer al amo. Se guardó las palabras debido a que por el momento habitaba el cuerpo de Katherine y tenía que cuidar de él mientras lo habitara. Si algo ella valoraba era el respeto a la autonomía corporal, y la única razón por la que se había ido al inframundo.

- Mientras me respetes yo no me opongo a ti - respondió de la misma manera.

Lilith no tenía miedo de recordarle a Lucifer que habían hecho un acuerdo milenios atrás; y si era necesario tocarle con su sangre para recordarle el potencial que poseía, lo haría.
La primera mujer observó la interacción, similar a cómo era un piso abajo, pero la presencia del señor del infierno le hacía sospechar de la situación. Un Can desaparecido, la manada que lo buscaba, y un dueño impasivo... era extraño.


- ¿Por que mentirles a los otros canes? ¿Es parte del castigo? - preguntó con un aire sincero de curiosidad y sin malicia - ¿Acaso me acabó de enterar algo que no debía? - si eso último era afirmativo entonces era demasiada mala suerte de su parte que su descendiente se encontrara con Sagadalius y ella tuviera que intervenir para salvar lo que contenía su cuerpo.

"Supongo"

Esa fue la respuesta insípida e inexperta del menor de los canes y si no hubiese sido por la presencia de la primera mujer, tal vez su paciencia hubiese acabado ahí, pero no tenía por qué exagerar, el rey del inframundo podía controlarse en ocasiones aunque para todos era conocido su terrible carácter.
Deslizó su mano por los cabellos azabache y continuó el camino hacia su nuca, donde ejerció presión para atraer al chiquillo hacia él. Lo observó detenidamente, observó el tatuaje y sus ojos, aunque el simple tacto fuera suficiente para que el lucero entendiera por qué se había roto el sello que mantenía la conciencia de Sagadalius reprimida. Mientras lo hacía, oía las palabras de Lilith, siempre certeras y directas. -¿Mentirles?- Cuestionó girando el rostro hacia la mujer que todavía se encontraba desnuda a su lado. -No sé de que hablas cariño, no les he mentido. Son ellos los que no han preguntado correctamente. Es omisión.- El ángel caído le dio una sonrisa maliciosa a la mujer y luego volteó a Spyro, alzando su rostro como había hecho con Lilith al llegar.-Te dejaré volver al infierno si así lo deseas, pero tendrás que seguir jugando este juego, mi pequeño cachorro. No dejes que tus hermanos te encuentren todavía o la diversión se acabará muy pronto. Si eres capaz de evadirlos un tiempo, entonces olvidaré nuestro pequeño incidente. Es un buen trato ¿No les parece?- La pregunta iba para ambos, tanto al perro como a la mujer.
Su mano libre se deslizó por el pecho del muchacho, abriendo la tela negra que lo cubría hasta llegar a la base de su cuello, justo entre sus clavículas, ahí donde a su juicio debiese lucir un collar que declarara su pertenencia. Con la uña de su pulgar transformada más bien en una punta filosa, realizó un pequeño corte, no muy profundo, pero suficientemente preciso como para robar un poco de esa sangre negra y espesa del canino. Luego, utilizando la misma uña, hizo un pequeño corte en su propio índice para marcar sobre su cuello un pentagrama que no era sino un pequeño obsequio para Sagadalius. El retorno de su conciencia humana.
Al acabar con ese pequeño ritual, soltó al canino sin importar qué clase de reacción pudiese tener y volvió a avanzar hacia Lilith, con una mirada suavizada, una sonrisa cómplice y un tono de voz juguetón respondió su última pregunta.-Oh no, cómo crees amor. Es perfecto que estuvieras aquí. Nadie más que tú podría cuidar mejor de uno de mis queridos canes. -Se quitó tranquilamente la chaqueta y la colocó caballerosamente sobre los hombros de la mujer.- Procura ayudarlo ¿Si? Lo dejo en tus manos. - Esta vez se permitió dar un beso directo sobre aquellos labios, un beso que dejó en evidencia el metal que adornaba la perforación que traía en su lengua, un beso íntimo y caluroso como hace un tiempo no compartía con ella. Cuan embustero y descarado resultaba ser aquel rebelde de dios.

Me atrajo inesperadamente a su lado y comenzó a estudiarme con detenimiento. Tan poca costumbre tenía de recibir su atención que la incomodidad en mi cuerpo solo crecía y crecía por cada segundo que pasaba. Me sentía completamente intimidado y también me preguntaba como diablos Skýlos podía lidiar con el amo a diario. La atención se dirigió a Lily, pero no fui capaz de hacer ningún intento por soltar su agarre. No entendía bien a lo que se referían con “mentir”, en verdad no entendía casi nada de su conversación y estuve a punto de interrumpirlos para preguntar detalles, pero entonces Lucifer volvió su rostro hacia mí.

"Te dejaré volver al infierno si así lo deseas, pero tendrás que seguir jugando este juego, mi pequeño cachorro. No dejes que tus hermanos te encuentren todavía o la diversión se acabará muy pronto. Si eres capaz de evadirlos un tiempo, entonces olvidaré nuestro pequeño incidente. Es un buen trato ¿No les parece?"

Sí, sonaba como una interesante y casi benevolente propuesta, si no supiera lo difícil que era escaparme de mis hermanos, pero ¿podía refutar? No me quedaba más opción que acatar la orden, porque al final eso era, y dar mi mejor esfuerzo en mantenerme lejos de mis hermanos, incluso si ahora mismo era a quienes más quería ver.

Sus manos calientes se deslizaron por mi cuerpo, robándome un temblor y una leve queja, que en verdad había sido un gemido reprimido y es que sí, nosotros reaccionábamos fácilmente a las caricias de nuestro amo, nos gustara o no. Cuando se detuvo en mi cuello tragué en seco. No sabía qué esperar, pero al momento de sentir el corte en mi garganta y el dibujo trazado por sus dedos supe que estaba en más problemas.

Mierda.

De golpe y como si alguien hubiese encendido de la nada el interruptor de la luz en la habitación en penumbras que era mi cabeza, recuperé noción de mi vida en la tierra hasta ese momento. Mi infancia en las calles, el frío, el hambre, el sexo, la tragedia de mi pandilla, la cárcel, el dolor, la desesperación, la fuga, Glass City, el nuevo comienzo, Yuuma, Lucien, Nana, Kath, Ska, Ranran… todos los que había conocido en la ciudad, Ayato… Zeph…. La realización del último incidente y la mezcla caótica de mis propios sentimientos. Era como una montaña rusa de emociones y memorias, muchas que en verdad me hubiese gustado no volver a recordar.  

"¡A….Aaahhhh!" Me tomé la cabeza, gritando con desesperación y confusión por todo aquello, incluso cuando él me soltó no fui capaz de mantenerme en pie, caí pesadamente al suelo donde me retorcí gritando y llorando sin entender bien por qué.

Lilith tuvo que recordar que Lucifer jamás perdía el toque. Las palabras que usaba eran a su antojo y la ocasión, para poder sacarle información a veces se tenía que ser específico y dejarse de ambigüedades, y en ocasiones jugar como él lo hacía para no entrar en problemas.
Pero de nuevo el lucero caído era él que controlaba el escenario de todos estos eventos que ocurrían. ¿Por que no le sorprendía?

Escuchó las indicaciones que le dio al Can y observó con detenimiento sus acciones, la primera mujer era muy observadora para aumentar su conocimiento, poder o influencia.
Se sintió un poco mal por Sagadalius, pero imaginaba que no había manera más suave para él de ganar sus conocimientos de nuevo.

La atención de Lilith tuvo que desviarse a su señor, que la trataba con una caballerosidad extraña y familiar a la vez. Siempre se sintió sospechosa y cómoda con Lucifer por motivos que aún no lograba entender.

- Primero me regañas ¿y ahora me congratulas? - sonrió burlonamente mientras la cubría con su ropa. - Estaré vigilando a Katherine para poder ayudar a Sagadalius, creo que ella lo ayudará también, al parecer él y ella se conocieron.

El ángel caído se acercó a ella con otra intención. Dejó que le besara y manipuló su lengua para acariciar la del contrario y sus labios. Pero antes de que terminara ese contacto íntimo, mordió el interior de la mejilla para que saliera sangre y Lucifer entrara en contacto con aquel líquido sacro. Aunque no sufriría como su mascota al no portar heridas, sería una sensación ardiente, incómoda y tal vez desesperante para él.

- Si durante tu estadía vas a tocar el cuerpo de Katherine Howell, espero que sea bajo su consentimiento la próxima vez - Le indicó con confianza y un toque de sadismo. Aunque reconocía que le gustó el beso, Lilith tenía unos principios firmes sobre el respeto al cuerpo ajeno y era lo suficientemente atrevida para recordárselo a Lucifer - Ella es mi sangre más joven, ya sabes lo que significa.

La respuesta  a su beso fue algo que el señor de las tinieblas esperaba, dulce, delicioso, malicioso. Eran cientos y miles de años conviviendo con Lilith, así que el diablo conocía su forma de actuar, sus principios y absurdas reglas,así que no le sorprendió sentir el líquido carmín invadiendo su boca como si de un veneno mortal se tratase. Pese a eso el lucero no retrocedió, incluso si el líquido parecía quemarle la garganta y retorcer sus entrañas, por el contrario, volvió aquel beso vehemente mucho más profundo, con una intensidad que hablaba por si sola de experticie y complicidad que ambos tenían. Incluso si su garganta se caíyera a pedazos él no resultaba ser la clase de hombre que dejaría un beso o una batalla a medias o haría una patética retirada. Su lengua alcanzó la herida dentro de la boca ajena y la acarició, resistiendo la sensación de cien agujas clavándose al mismo tiempo sobre su músculo, dándose el lujo de hasta reír un poco en medio de todo eso.
Cuando se separó de sus labios no tuvo más remedio que aguantar el sermón de la primera mujer. No era la primera vez que le tocaba oír su discurso. -Por supuesto cariño, será bajo su consentimiento y deseo ¿ O acaso dudas de mi talento para tentar? -Como parte de su ironía dejó un último beso en su frente y una caricia en su mejilla antes de agregar - Cuando vuelva a casa seguiremos esto con tu cuerpo, que debo decir, prefiero mucho más.- Con un paso lento y rítmico, tal y como había aparecido se comenzó a alejar pasando por alto a Sagadalius que se retorcía todavía en el piso.- Procura que tu hija no meta la pata y cometa errores con él. No me gustaría tener que dejarte sin nietos.- Fue una amigable y casi imperceptible amenaza hecha broma justo antes de volver a arder en llamas negras y desaparecer del lugar. El juego continuaba para todos.

Me sentí confundido, jodidamente confundido al darme cuenta (como dante rivelli) de lo que realmente era.

Era imposible, imposible....

Pero entonces algunos recuerdos específicos. Mi encuentro con Lucien, sus palabras e insinuaciones, el asunto con Ayato, su rechazo y a la vez particular adicción a mi sangre, mi conexión con katherine y la química increíble que había tenido con Dalilah, quien se admitía un semi-demonio...

Era absurdo, pero a la vez tenía tanto sentido que no podía evitar esa mezcla amarga de sentimientos en el pecho.

¿De verdad no era humano? ¿De verdad yo era Sagadalius?

Las lágrimas se me caían de la impotencia. Me hice un ovillo en el piso, dándole la espalda a Lucifer cuando este pasó de mí. Mi cuerpo temblaba, tenía miedo y rabia.

¿Cómo diablos había pasado todo eso? ¿Cómo diablos se supone que tenía que vivir ahora? ¿Huyendo de mis hermanos? Eso era casi imposible, tarde o temprano me encontrarían. Y sí, quería verlos, ansiaba verlos.

Lentamente mi cuerpo comenzó a volver a la "normalidad", los cuernos desaparecieron, también lo hizo mi cola, pero se mantuvieron los rasgos toscos en mi rostro y manos, en mis colmillos y uñas todavía se evidenciaba una bestialidad inhumana.

El caído había respondido de manera masoquista, pero Lilith estaba seguro que era su orgullo el que lo mantenía junto a ella y continuando el beso tortuoso.

- Te estaré esperando - asintió la primera mujer ante aquella promesa y acato la indicación que se le dio a su hija para que no entorpeciera el “juego” de Lucifer. Había tantas cosas que dejarle en claro a ella.

Cuando partió el señor de las tinieblas volvió a Sagadalius, procurando ser gentil y suave, su mano pasó por su cabeza intentando consolarle, pero ese momento no estaba segura de que le sería de utilidad más reconocía el estado delicado en el que se controlaba.
Mientras lo dejaba expresar su dolor, de nuevo permitió que la conciencia de Katherine tuviera acceso a sus sentidos mientras aún e estaba al mando de su cuerpo.

“Perdona, pero había alguien a quien no quería que vieras” se comunicó directamente con ella “¿Este es el tú llamas Dante?”. Obtuvo una respuesta afirmativa de la inglesa “Katherine, Sagadalius está siendo buscado por sus hermanos y tenemos órdenes de mantenerlo escondido de ellos el mayor tiempo posible... Si, incluso tú, será mejor que lo ayudes por tu propio bien. Hay cosas peores que la muerte”

- Sagadalius... ¿Prefieres que este contigo Katherine o yo? - preguntó Lilith aún acariciando sus cabellos - Creo que tienes más en común con ella en conmigo.

Sollocé un buen rato, incapaz de poder detener los temblores de mi cuerpo. Incluso de a ratos me costaba respirar por la presión en el pecho, pero cuando volví a sentir a Lilith poco a poco comencé a calmarme, al menos hasta que mencionó a Kath.

"NO!!" Exclamé presa del pánico. Tomándo con algo de fuerza la muñeca de la mujer.

"¿Cómo voy a enfrentarla? ¿Cómo voy a explicarle esto? ¡Ni siquiera yo entiendo bien qué mierda está pasando!" Me volví a llevar ambas manos al rostro al notar que, aunque quisiera negarlo, mi vida como Dante Rivelli, en Glass City había acabado.

Ya ni siquiera tenía mi departamento ¿Ayato y Zeph seguían vivos siquiera? No quería pensar en ser responsables de su muerte, porque incluso si con el vampiro ese no nos llevábamos bien, vamos... igual lo estimaba.

¡Ojalá pudiera reírse de mí por todo esto!

¿A quién podía recurrir? ¿Podía volver a mirar a Ska a los ojos? ¿Lucien querría matarme? ¿Porqué rayos no quería encarar a Katherine, incluso sabiendo que era hija de mi amada Lily?

"Quiero despertar, quiero despertar y que todo esto sea un puto sueño!!" Sentía que de nuevo la cabeza me iba a estallar.

Lilith se mantuvo impasiva ante los desplantes emocionales de la tercera cabeza del can. Él no era el primero ni el último ser que le faltarían el respeto.

- Sagadalius... escucha.

Por un momento Lilith se retiró del control de Katherine, y la dueña original del cuerpo junto con el color oscuro de sus ojos volvieron.

———
Mis manos tomaron mi cabeza intentando calmarme, estaba muy alterada de todo lo que había pasado. Sentía una sensación pulsaste en una de mis manos y mis piernas, es de donde me había lastimado... y tenía una sensación fantasma de dolor. Quería llorar pero el miedo me dominaba.

“Habla”. La voz de la primera mujer se oyó para ambos. Sabia que había algo de debía decir por lo que estaba pasando Dante. ¿Pero que le podría decir?

- Esto es una maldita pesadilla... Nos... Nos quitaron nuestra humanidad - Me abracé a mi misma mientras temblaba - ¡Al menos tú tienes con quien volver! - No sabia si me refería a Lilith o al resto de demonios que pudiera conocer el chico - Yo lo único que quería era morir ¡Y NO PUEDO! - golpeé el suelo sintiéndome impotente - ¡Un carro no me pudo matar! ¡Lilith no me dejó acercarme a la muerte! - señalé la maldita soga que colgaba de un árbol cerca de nosotros - ¡Mátame Dante! ¡¡MAT—!!
———

El cuerpo inerte de Katherine cayó al suelo. Por unos segundos parecía no moverse. Hasta que los brazos apoyaron al cuerpo a levantarse. Esta vez los ojos eran violáceos.

- Disculpa, habló de más - Lilith de nuevo se aproximó a Dante intentando consolarle, aunque no sabia como. Ella llevaba a milenios que no abandonaba el inframundo y no tenía deseos de hacerlo ahora - Toma el tiempo que necesites antes de dar tu primer paso, solo estamos nosotros tres.

Mi rostro palideció en el momento en que los ojos de Kath cambiaron, dejando en evidencia la deserción sobre su cuerpo por parte de Lilith. No pude decir nada ante sus declaraciones y gritos. Sentí que la sangre se me congelaba y que la garganta se me apretaba.

¿Qué estaba diciendo con querer morir? ¿Era real? ¿Esos eran los verdaderos deseos de la mujer empoderada que había conocido y con la que había compartido su cama?

La miré en shock, y no pude evitar apartarme un poco de ella. Una extraña sensación amarga me inundó. Me sentí culpable por el mero hecho de existir, por lo haber notado su deseo de muerte, por no pensar en lo mal que lo estaba pasando ella y en que podría envidiar mi posición.

Mi incredulidad aumentó cuando ella pidió a gritos su muerte, sin importar si Lilith volvía a poseer su cuerpo, me aparté más, temblando.

"No..." Negué con la cabeza, sintiendo de nuevo como los músculos de mi cuerpo se tensaban y amenazaban con volverme bestia otra vez.

"No quiero esto" Mis ojos se llenaron de lágrimas. Sentía impotencia y terror, terror a la idea de ser rechazado o resentido por algo que ni siquiera era mi culpa. Terror a volver a oír a Katherine rogando por su muerte, terror de saberme capaz de conceder su deseo.

Sin esperar otro segundo me aparté completamente y medio convertido, me dispuse a correr hacia algún lugar más profundo del bosque.

Lilith suspiró con pesadez al ver que otra vez el can empezaba a perder el control. Pensó mal que su hija se pudiera comportar bien en el tiempo que la dejó estar fuera, y ahora tenía que lidiar con el problema que le dejó.
La primera mujer otra vez tuvo que lastimar la mano para que sangrara. Era hora de aplicar uno de sus trucos que había aprendido en sus milenios en el inframundo.

- Comportate - extendió su brazo y sangre empezó a salir de ella com una hebra. Esta misma se extendió hasta los pies de Sagadalius para tomarlo y arrastrarlo hacia ella. - ¿Acaso te dije que te fueras de mi lado?

Lilith se sentó y esperó que el chico hiciera lo mismo, no quería tenerlo amarrado como un vil perro, por muy irónico que fuera.

- Si procedes sin pensar te meterás en un problema que no necesitas, o peor... tendrás un problema conmigo - ella era una mujer metódica y calculadora, un rasgo que compartía con Katherine - ¿Qué planeabas hacer al irte sin mi permiso?

Después tomó aire, intentando calmarse y no explotar ante Sagadalius, lo que menos necesitaba era alejarlo de su rango de visión por asustarle con su carácter.

- ¿Qué no quieres? - se refirió a la frase que dijo antes de su intento de escape.

No me di cuenta de lo que hizo Lilith, de un momento a otro solo caí en seco al piso cuando mis pies se enredaron. Al llevar la vista hacia mis pies pude entender que la culpable había sido ella.

"¡Lily!" Le reclamé arqueando las cejas con angustia, no quería quedarme ahí, pero tampoco quería problemas con ella, ni con nadie.

"Solo quiero ir a casa" Me senté lentamente y la miré con algo de recelo, demandando en silencio que soltara la atadura en mis pies.

Ella exigió mi explicación. Una explicación que no quería dar. Pronunciar en voz alta mis temores me hacía sentir débil y tonto, pero sobre todo, más asustado de la situación en la que estaba.

La verdad es que no tenía una casa o un lugar al que "volver".

"No quiero su rechazo. " Tragué en seco, refiriéndome a Kath, luego me revolví el pelo intentando parecer menos tenso.

"Ya la escuchaste, ella quiere morir ¿no es así? No quiero escuchar eso, mucho menos que me lo pida. Nunca había visto a Kath así y no sé realmente si puedo lidiar con todo esto." Apoyé uno de mis brazos sobre mi rodilla y hundí la cara sobre él. "Lily... Soy un idiota que no es bueno con los sentimentalismos, lo sabes. Pero lo de recién me hizo sentir incómodo..." Quizás esa no era exactamente la palabra que describía mi sentir en el momento en que vi a Katherine tan rota, pero era lo que más se le acercaba.

"Comparto su sentimiento. Ahora mismo yo también quiero desaparecer." Confesé sin poder mirarla a la cara. "Toda mi vida, todo este tiempo que he existido como "Dante Rivelli" se fue al carajo. La gente que conocí, la gente que quiero... ¿Cómo se supone que tengo que volver a mirarlos a la cara? Siento que los he engañado sin siquiera tener la intención de hacerlo." Ladeé el rostro y miré hacia el bosque, hacia la oscuridad tentadora y protectora. Me parecía que ese era el único lugar donde podía permanecer.

La sangre dejó de envolver los pies del can y volvió al cuerpo de Katherine, que sanaría de nuevo la herida de la mano y dejaría sin marca alguna en su piel.
Lilith dejó que Sagadalius expresara lo que ocupaba su mente, esa conflictiva dualidad de su pasado como una bestia del infierno y como el humano Dante Rivelli, la cual desconocía cualquier evento o martiz que hubiera vivido con una identidad humana.
Ella pensó en los siguientes movimientos que tendría que tomar, considerando a Katherine que estaba envuelta en esto y a Dante con respecto a lo que tenía que obedecer y hacer.

- ¿acaso ella expresó rechazo contra ti? - ella iba a considerar las palabras directas de la poseída y lo que le había comunicado momentos atrás - Ella quería hablar contigo cuando no recordabas tu pasado... si pidió tu ayuda fue por que estabas aquí, se lo habría pedido a cualquier demonio o ser de la noche en proximidad. - Dante tenía que quitarse de la cabeza el rechazo que imaginaba. Incluso si fuera cierto, no importaba para su siguiente argumento - Sabes las reglas. Nadie lastima a mis hijas... y menos a la última generación que es Katherine.

Lilith de nuevo permitió que Katherine tuviera control de su cuerpo, pero estaba advertida de no espantar a Dante otra vez.

———

- Lo siento, estaba asustada... no era mi intención - mis ojos y mi voz volvieron a ser vistos y escuchados - Oirte hablar de miedo a tu nueva identidad y tus amigos me da envidia.

Me acerqué poco a poco al azabache, tomando su mano para que volteara a verme y reconociera mi presencia.

- al menos puedes ser alguien más, tienes gente en este “mundo” y de donde vienes... yo sigo siendo Katherine Howell, y sigo estando sola - mi mano ejerció un poco de fuerza, intentando controlar mis emociones para que Lilith no retomará mi cuerpo - Tu eres Sagadalius y eres Dante Rivelli... uno no quita lo otro, lo único que cambia es que muestres al mundo o a la gente que tengas

Me moví un poco más para quedar a su lado, aún dudando si debía intensificar nuestro contacto o intimidad. Solo nos conocimos unos días, pero compartíamos muchas cosas en común. No me sentía una extraña con él.

- Dante... estoy enterada de que tienes que esconderte de alguien o algo. Si necesitas ayuda, yo estoy aquí... no por mi conexión con Lilith - hice una pausa antes de continuar - sino por mi misma.

Acerqué su mano a mis labios para plantar un beso en ellos. No era muy buena demostrando mis afectos, pero sabia que Dante los necesitaba.

Agaché la cabeza y la mirada cuando Lilith comenzó a explicarme las cosas. Y tenía sentido. Probablemente solo era mi mente confundida la que veía todo más complicado y dramático. Y ese no era mi yo habitual, pero me costaba ignorar la ansiedad que me generaba todo el nuevo escenario. Respiré profundo y apenas levanté la vista hacia los ojos de ella.

"Lo sé...!" Sabía sus reglas y nunca jamás querría pasar por sobre sus descendientes, también sabía que Kath dificilmente me rechazaría, pero necesitaba oírlo. Y como si Lily me hubiese escuchado el pensamiento, le cedió la palabra a ella, a la que yo como Dante conocía.

Su voz, esa voz atractiva y madura que me parecía exquisita comenzó a explicarme su lado y punto de vista y yo escuché en silencio. Manteniendo la mirada baja pero respondiendo al tacto de su mano sujetándola a ella de vuelta mientas hablaba.

Asentí con la cabeza y cuando ella besó mi mano, me sentí por primera vez como el crío que era a su lado. Ella una mujer y yo un intento de hombre, más bestia y torpe de lo que me gustaría ser.

"Entonces yo estaré para ti, déjame acompañarte como te sea útil. Si me vas a ayudar, entonces yo quiero hacer lo mismo por ti, solo... No me pidas matarte. Ya he perdido a mucha gente que he querido y no quiero que la lista siga aumentando." Cuando dije eso di un paso adelante y con mi mano libre acaricie su rostro, por fin clavando mis ojos en los de ella.

"Lily siempre fue buena conmigo como "Spyro", también lo has sido tú conmigo como Dante. Mi naturaleza es fiel a mi vínculos, y esos te incluyen. Mi amo... es un poco complicado y debo cumplir sus caprichos. Aunque me gustaría no involucrarte, agradezco mucho que estés aquí..." Di un beso en su mejilla, uno suave y probablemente siendo el gesto más inocente que he tenido con ella.

"Can I ask for a big hug?" Susurré en su oído.