Trato con el diablo (+18)

Cerré los ojos cuando su mano empezó a consentirme como lo desee. Sus dedos se deslizaban con cuidado y yo respiraba entrecortadamente cada que me acariciaba en el momento y manera exacta. Ayato sabía como hacer su trabajo y vaya que lo necesitaba, llevaba semanas desde que salí del hospital que nadie me tocaba y menos me tocaban así. Incluso movía mi pelvis cuando mi ansiedad y necesidad aumentaban.

Sentí como su boca se posó en la mía, y lo recibí feliz y excitada. Me encantan los besos. Nuestras lenguas se acariciaron mientras nos robábamos el aire del otro, él masturbándome hacía la situación mejor que no pude evitar a veces apretar con fuerza su brazo cada que me tocaba de manera deliciosa.

- Yes sir~ - respondí cuando por fin nuestros labios se separaron.

Me recosté con cuidado en la cama y abrí mis piernas para permitir que el muchacho pudiera posicionarse entre ellas. Ahora él podría ver lo mojada que me encontraba y eso provocó que me sonrojara un poco como una novata, algo que no pude evitar. Mi mano derecha bajo para que las yemas de mis dedos rozarán mi clitoris.
Quería conocer sus trucos y averiguar si Ayato sería capaz de llevarme al límite. Solo así aceptaría que fuera más lejos.

Ayato se acomodó entre las piernas de Katherine y le echó un vistazo a su intimidad. Sonrió complacido al notar lo estimulada que se encontraba, pero no estaba dispuesto a atacar inmediatamente ese sector. Tenía la certeza de que mientras más se contuviera, mejor lo pasaría ella. Respiró suavemente sobre uno de sus muslos, esperando provocarle un leve cosquilleo. Deslizó delicadamente el filo de su lengua sobre este sector, recorriendo la piel de la extensión de su pierna entre lamidas y suaves mordidas, hasta llegar a su entrepierna. Una vez allí hizo lo mismo: sopló un poco el húmedo sector antes de lamer y explorar los labios superiores e inferiores.

Al principio las caricias de Ayato eran suaves y delicadas, podía utilizar este primer acercamiento para comprender mejor a la inglesa y captar los puntos que más placer le provocaban. Pero al cabo de unos minutos de jugueteo el miembro del muchacho volvió a responder, excitado por su aroma y sus deliciosas curvas. Con esta ansiedad apremiando sus acciones, Ayato empezó a devorar a Katherine con mayor apetito, demostrándole con sus labios y con su lengua lo mucho que la deseaba.

Presionó con la lengua la punta del clítoris de la morena, formando círculos y cruces con ella. Con esta acción Ayato no pudo evitar tocar su propia virilidad, comprobando que empezaba a endurecerse otra vez como cualquier jovenzuelo en plena pubertad. Realizó un vaivén con su labio inferior y la punta de su lengua, jugando con ambos para abarcar la extensión del clítoris y las zonas que le rodeaban. Esperó a que la apertura de Katherine se mostrara lo suficientemente dispuesta para introducir su lengua allí. Tenía un sabor ácido pero delicioso. No creía poder alcanzar su punto g pero sabía que sus dedos lo conseguirían.

"Vamos, no olvides que te está probando..." recordó otra vez.

No podía acelerar. Debía priorizar el placer de la morena. Con esto en mente y sin pedir permiso levantó con ambas manos los muslos de la mujer, exponiendo de este modo su retaguardia. Ayato deslizó traviesamente su lengua por su ano, dándole hambrientas lamidas y esperando con ello despertar sus deseos más bajos.

Mi piel se erizaba al sentir su aliento, estaba ya cerca de devorarme pero tomaba tiempo, mi piel era trazada por su lengua y marcada por sus dientes. El chico sabía jugar y eso me hacía sonreír.
Retiré mi mano para que Ayato tuviera acceso completo a mi intimidad y puse una almohada en mi cuello para estar mejor acomodada.

Arqueé mi espalda al sentirlo tocar aquellos labios con su lengua. De mi boca escapaba algunos gemidos pequeños y una que otra expresión en inglés cuando lograba "acariciarme" en el punto exacto; mis gemidos aumentaban en intensidad cuando el chico se dedicaba a mi placer con mas ahínco. Lo que sucedía aquí era diferente a los archivos, era mejor... mucho mejor.
Al sentir que tocaban mi clítoris, tomé con fuerza las sabanas debajo mío. Era el área más sensible de una mujer y el que supiera complacer con ello era como ganarse la lotería.

- Oh yes~! - Mis piernas quería cerrarse y aprisionar a Ayato en mi entrepierna. Estaba haciendo un buen trabajo que me hacía jadear excitada. Ya había empezado a mojarme desde que le practiqué aquella mamada y ahora me encontraba más lubricada. - ¡Aaaahhh~! - Su lengua entró a saborearme y yo lo recibí gustosa.

El chico actuaba mejor de lo que imaginaba, superó mis expectativas a pesar de lo joven que se veía. No era un novato para dar placer.

Pero él me tomó por sorpresa momentos después cuando me sujetó para que mi retaguardia quedara expuesta ante él.
Eso me puso nerviosa, Dante fue la primera y última persona con la que me atreví a hacer algo en mi ano; llegué a jugar con él, pero incluso yo como novata sentía la diferencia.

- ¡AH~! Ayato~ - se sintió bien, esas nuevas sensaciones las estaba experimentando de nuevo. Me sentía tan vulnerable, que podrían devorarme y acabar conmigo de tanto placer ahí.. y eso que solo era su lengua la que jugaba ahí. - Oh god~!

Mis piernas flaquearon de sus fuerzas y una de mis manos fue a su cabellera para sostenerlo y que no se separara de mi entrepierna.

Me gustaba... me encantaba que me pervirtieran.

Su miembro estaba empalmado como una roca al escuchar los melodiosos gemidos de la inglesa, más provocativos que cualquier porno que hubiera visto jamás. No podía detenerse. No deseaba hacerlo. Sin embargo, la estimulación le hizo reaccionar y apremiar la marcha: sus movimientos empezaron a ser cada vez más veloces y ansiosos. Su lengua exploró en igual medida su vagina y su ano, saboreándolos como el mejor de los manjares.

Hasta que finalmente se permitió introducir su lengua en la abertura trasera, lamiéndola de manera insistente pero delicada.

Estuvo bastante tiempo ahí hasta que decidió acercar su diestra al clítoris de la mujer, acariciándolo con suficiente firmeza. Sentía curiosidad por sus preferencias:

- Hey, ¿por dónde te gusta más?~ - preguntó con voz rasposa, sin dejar de presionar en los puntos sensibles de su vagina. Aún no decidía dónde introducir su dedo: ¿abajo o arriba? Las inglesas eran señoritas educadas (o eso decían) así que lo mejor era comportarse como un caballero y preguntar.

Ayato se volvió mas insistente con su lengua. Empecé a temer más seguido y entrecortado. Me encontraba ansiosa y excitada pero sobre todo feliz. No quería parar de tener sexo nunca.

Mi voz delataba cuan vulnerable me sentía cuando su lengua fue mas abajo, era tan inexperta y se sentía casi virginal los espasmos de placer que me cubrían. Mis manos ejercían más fuerza al aferrarme a sus cabellos cuando jugaba con mi clítoris que se encontraba sensible.
Mi temperatura subía, los jugos de mi vagina escurrían y mi piel se mantenía erizada y sensible al tacto.

- Y-yo... yo... - ¿Le decía que se enfocara arriba o abajo? Era una experta en el sexo convencional, pero el anal aun era territorio desconocido para mi desde la última vez que lo intenté. ¿Debía dejarle que jugara con mi cuerpo como quisiera?. Ya tengo que dejar de dudar, salí de ese hospital para vivir la vida sin tapujos ni limitantes - ¡AH~! M-me gustan ambos ... p-pero casi no t-tengo experiencia a... a-abajo - y antes de dejarlo continuar, añadí algo más entre gemidos, algo para que supiera que se había ganado el derecho de penetrarme con su delicioso miembro - S-sigue así, y podrás c-cogerme como quieras... aahhh~ ¿n-no te gustaría satisfacerte?

- Heeeee~ - soltó con una sonrisa maliciosa cuando la escuchó decir que casi no tenía experiencia en su zona trasera. Si había algo que a Ayato le prendía enormemente era la inexperiencia y la sumisión, es por ese motivo que solía acostarse con chicas jóvenes (muchas veces primerizas).

Este era un caso tangencialmente opuesto a lo que acostumbraba: una mujer con amplios conocimientos sexuales y dominante de tomo a lomo. Pero vamos, ¡estaba tan buena que podía hacer una excepción a su propia regla! Incluso si le pedía que le lamiera el coño todo el día lo haría, cada uno de sus espasmos lo valía. Sí, quería más, necesitaba atender su propia necesidad, pero ¿no era casi tan estimulante como hacerlo ver a su compañera sexual estremecerse por sus acciones? Aunque Ayato fuera un egoísta de mierda no lo era con sus amantes.

Con mayor motivo no podía contener su curiosidad: ¿cómo se vería Katherine aún más expuesta? Esta duda le llevó a lamer con mayor insistencia su ano. Se moría de ganas de penetrarlo y de ver una faceta diferente de la inglesa.

Fue entonces que ella dijo las palabras mágicas: permiso concedido. Ayato sonrió para sus adentros con satisfacción.

- No dejaré que te arrepientas~ - murmuró extasiado mientras volvía a deslizar la lengua sobre su clítoris, el cual succionó suavemente antes de seguir estimulándolo.

Estuvo largo tiempo ahí antes de chupar sus dedos índice y medial con el fin de lubricarlos, los cuales introdujo en la cavidad principal de Katherine, buscando el punto g con el tacto hasta localizar esa zona rugosa y acariciarla con insistencia. Adentro, afuera. Lento, muy lento.

Levanté mi rostro para observar a Ayato, estaba lleno de deseo y ansiedad. Tenía talento para complacer a las mujeres y eso me gustaba, no era ese tipo de hombres que solo se concentraban en penetrar cualquier hoyo disponible hasta saciarse.
Joven, lleno de energía y conocimiento. Era todo lo que podía desear pero no tocar por su edad y labor.

Más aun así podía leerlo. Desde que lo traté tenia un aprecio enorme a su ego y posición. Tenía que apelar a esas cualidades de los hombres dominantes para que me sirvieran a mi placer, y era una maestra de la manipulación.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando acato empezó a lamer con mayor insistencia. Al revelar mi falta de experiencia en el sexo anal pareció provocarlo tanto que se concentró a usar su lengua para debilitarme y provocarme más gemidos, cortos y agudos.
Esa perversión y mi inexperiencia me hacían sentir virginal.

Me dio un gran estremecimiento cuando volvió a concentrarse en mi clítoris que elevé mi pelvis debido a la necesidad que tenía al placer.

- Mmmnnk!... aah! ah! - sus dedos me penetraron y tocaban mi punto mas debil, mi pecho se elevaba cada que tomaba aire y expresaba mi excitación.

Necesitaba más, quería que el placer dominara todo mi cuerpo. Cedí a mis sentidos y quería embriagarme en ellos. Moví mis manos a mis nalgas y las separé para que Ayato pudiera ver mis dos entradas expuestas y a su disposición. Empleé mi voz más erótica y necesitada que pude expresar.

- A-ayato~... dámelo, dame tu verga por favor~

Katherine reaccionaba a cada uno de sus movimientos y eso le encantaba. Era bastante sencillo adivinar que Ayato adoraba tener el control de la situación y de sus amantes. Siguió penetrándola con los dedos insistentemente mientras mantenía la mirada clavada en su exquisito cuerpo. Debía contener su deseo, mientras más lo hiciera mejores serían los resultados de esa improvisada sesión de sexo. Aunque cada vez le resultaba más y más difícil.

Ayato comenzó a jadear al unísono de la inglesa con gran agitación, como si fuera a él a quien estuvieran masturbando.

Fue entonces que ella le pidió ser penetrada, mostrando una expresión que el muchacho no podría olvidar, Sin embargo, él solo le dedicó una sonrisa maliciosa:

- Tendrás que esperar...my lady~ - le susurró, encorvando ligeramente la palma de su mano y masturbándola con mucha más fuerza que antes, atacando el mismo punto sensible que a ella tanto le gustaba. Básicamente se la estaba follando con los dedos.

Antes de que la mujer pudiera hacer amago de protesta, Ayato se abalanzó sobre ella y buscó con la boca uno de sus pezones, el cual comenzó a lamer para entonces mordisquearlo suavemente. Quería comprobar que estaba a punto de llegar: esa era la señal para descargar sus propios deseos sobre ella.

Mis caderas no pudieron mantener el ritmo de mi necesidad de quedar satisfecha, que tuve que dejarle a Ayato que siguiera complaciendome a su manera. Y lo hacía de manera espectacular, sus ojos revelaban cuan entretenido estaba de masturbarme con sus dedos.
Él me deseaba... yo lo deseaba... Y nuestras voces reflejaban nuestra necesidad carnal.

Estaba sorprendida de que él lograra aún contenerse y decidiera aun no cogerme.

- ¡Aaahh! ¡Noo~! - pero mis quejas fueron calladas con mis gemidos, provenientes de aquel cambio de intensidad al meterme los dedos a mayor fuerza y cuando su boca decidió atender uno de mis senos.

Mis pezones se encontraban demasiado sensibles en ese punto, y la falta de "cariño" provocó que gimiera de diferente manera... La sorpresa de que me mordiera fue el detonante de ese gemido previo.
Mis manos cambiaron de posición, una fue directo a mi clitoris a acariciarlo con las yemas de mis dedos, y la otra fue a atender al otro pezón y pellizcarle.

Mi mente se estaba nublando, los espasmos de placer no dejaban de recorrer mi cuerpo y mis gemidos llenaban el cuarto, repitiendo su nombre una y otra vez, reconociéndolo como el autor de mi placer. Esto era delicioso, lo mejor que había sentido en semanas y no quería que se acabara nunca ni que me agotara de ello.

- ahhh! AH~! A... Ayato... Ayato~ ¡AAHHH~!

Arqueé mi espalda y alcé mi pelvis mientras sentía mi ser ahogándose en el orgasmo. Mis manos abandonaron mi cuerpo mientras aun dejaba que el chico aún pervirtiera mi intimidad con sus manos.

- G-great job~ - apenas pude hablar para dedicarle aquellas palabras al piel nívea - Nada m-mal para un joven como tú.

"No creo que ella pueda aguantar mucho más...pero ¿qué hay de mí?" pensó, haciendo un esfuerzo sobrehumano en controlar su propio deseo para no penetrarla. En su estado habitual la sangre le provocaba más que el sexo mismo, pero en su condición actual en todo lo que podía pensar era en venirse.

La intimidad de Katherine aprisionó sus dedos al punto de que resultaba dificultoso moverlos. Eso era una buena señal. La inglesa empezó a tocarse a si misma, cubriendo los puntos que Ayato había mantenido libres, lo cual aumentó la estimulación. Los espasmos de su cuerpo y la forma en la que su voz se quebraba le hicieron comprender que acababa de alcanzar el orgasmo.

En tanto, el muchacho sudaba y jadeaba con las mejillas encendidas. Seguía excitado.

- Deja los comentarios para después... - dijo en un gruñido, intentando ocultar lo complacido que se encontraba por haber sido "aprobado" por la diosa morena que yacía a su merced: - supongo que no te has olvidado de mí~ - le recordó mientras sostenía una de las largas piernas de la mujer y la acomodaba sobre su hombro, posición que le permitía un mejor acceso y una buena vista de los resultados de su arduo trabajo.

No pensaba darle un solo respiro. Antes de que ella pudiera protestar apuntó su miembro contra su abertura húmeda y caliente:

- ¿Estás lista para la siguiente ronda? - preguntó con malicia, dedicándole una sonrisa impaciente y llena de complicidad.

Apenas pude reírme con su respuesta, tan orgulloso y conflictivo era el muchacho. Por eso no le dejaba de ver más que un jovencito con buena técnica que un hombre propiamente hablando.

- Claro que no~ - respondió mientras dejaba que se colocara cerca de mi intimidad - has de pensar que te he tratado mal desde que nos conocimos ¿no?... pero la recompensa siempre llega Ayato~

Manipulación, humillación, dominación... compensado con pequeños premios que la inglesa se dignaba a otorgar. Así estuvo marcado su interacción durante todo el día y Katherine era consciente de cuán perra podía ser con los hombres. Pero eso le divertía y siempre resultaba en placer para ambos, sobre todo ella en mayor grado.
Mi vista pasó de los ojos de Ayato a su miembro ansioso de por fin descargarse usando mi cuerpo. Y solo me pasé los labios con la lengua deseando ya sentir como me cogeria el chico.

- Oh yes~ - respondí mientras me ponía cómoda para él - ¿Tú lo estas?

Le pregunté desafiante y burlona, tenía que provocarle lo suficiente a su ego para que me penetrara bien y delicioso.

Cuando escuchó a Katherine su sonrisa desapareció: la mujer dominante y seductora no había desaparecido aún. ¿Cómo podía observarle de esa manera después de todo lo sucedido?

Ayato arqueó una ceja antes de decir:

- Sí...eres un dolor en el culo - admitió cuando la mujer comentó acerca de lo mal que le había tratado - pero estás tan buena que te lo perdono - agregó con altanería, sintiéndose con el derecho de ser honesto.

Sin decir nada más clavó violentamente su miembro en ella. Su respiración se agitó de inmediato al sentirla, el placer nubló su mente por un segundo y se permitió penetrarla con rudeza y egoísmo, centrándose exclusivamente en su deseo y en los abultados senos ajenos que danzaban al vaivén de sus movimientos. Quería saciar su hambre de sexo, quería oírla repetir su nombre una y otra vez, tal y como había hecho segundos atrás.

"Mierda...se siente muy bien..." reparó mientras la embestía descontrolado, luchando contra sus propios impulsos para no venirse antes de tiempo. Su orgullo estaba en juego.

Nuestro ojos hicieron contacto, reflejando la lujuria y el orgullo de otro que culminarían en esta cama.

- No me perdones. - musitó con una voz perversa. Quería incitarlo a su lado más cruel y erótico - Apuesto que me quieres dar una lección... y puedes hacerlo si tú lo deseas.

Pero Ayato no necesitó autorización mía. El ya estaba determinado a que mi cuerpo memorizara su sexo. La intromisión por su velocidad y fuerza fue tan sorpresiva que me arrebató un gemido lleno de vulnerabilidad y placer, estaba lubricada y excitada que mi cuerpo no ofreció resistencia a su miembro, deslizándose por todo mi interior estimulándolo.

- ¡¡Aaaahh!! yes! YES! - mis manos se aferraron de nuevo a las sábanas, adoraba su brutalidad contra mi. Mis senos se movían al ritmo que el chico establecía para satisfacer nuestro placer - ¡Ah~! ¡Ayato! ¡AAHHH!!

Mi vista no se parta a de su rostro o de su cuerpo embistiendo el mío, buscando recordar cada color y sensación de este encuentro.

- ¡Ayato~! - intenté hablar entre gemidos - ¡N-o lo olvidaré! ¡Mi cuerpo no te olvidará! ¡Aaaahh~!

Ella sabía exactamente qué decir. Para un tipo tan orgulloso como Ayato, repetir su nombre una y otra vez, mostrarse vulnerable y excitada, y más aún, actuar sobre la promesa de que no sería olvidado era todo lo que podía pedir en una mujer.

Si estaba siendo manipulado, había caído de lleno en su trampa.

- Ngh...mmph...ah... - el muchacho intentaba contener los gemidos mientras presionaba ambos labios y emitía un sonido ronco y rítmico que complementaba la penetración. Con una mano sostenía la pierna de la mujer por sobre su hombro y con la otra hacía soporte contra la cama, sin apartar ni un momento la mirada de los ojos oscuros y lujuriosos de Katherine.

Su miembro entraba y salía de su zona más íntima con abrumante vehemencia, jugando con las velocidades a pesar de lo necesitado que estaba. Necesitaba venirse y al mismo tiempo quería prolongar ese momento para siempre.

Pasaron unos cuantos minutos hasta que Ayato decidió amainar el ritmo, penetrándola de manera lenta, torturándola. En un momento retiró su miembro del interior de Katherine, solo para masturbarlo un poco y acomodarlo otra vez. Pero, en esta ocasión, apuntó una zona más baja.

- Tienes razón...tengo que darte una lección~ - musitó con una sonrisa maliciosa al momento de clavarse en su segundo agujero, ese que no tenía tanta experiencia.

El miembro de Ayato entraba a la perfección en mi, me llenadaba y estimulaba como lo deseé. Y que tuviera el ritmo de un animal era lo que hacía que perdiera la cordura al penetrarme, y mis gemidos daban a entender bien ese estado en el que me encontraba.
Cuando el chico decidió bajar el ritmo, tomé unos momentos para tomar aire así como disfrutar la calma de sus movimientos, era un alivio y una tortura al mismo tiempo que me encantaba.

- hey... - antes de poder reclamar, Ayato repitió mis palabras, convencido de que tenía algo que aprender. Su tono de voz cruel y divertido picó mi curiosidad. ¿Sería más salvaje en el sexo o tendría algún truco escondido? - ¿que es lo que me ens- ... ¡¡¡AAaaaahhh~!!

Un miembro... dentro de mi... como solo una vez había experimentado en mi vida. Recordaba la sensación, pero seguía siendo algo nuevo y debilitante. Y no dudaba que el sonidista sentiría aquella entrada estrecha e incluso virginal.
Intenté mantener la compostura y miré a Ayato con un gesto gentil.

- ¿P-podrías... Tener paciencia c-conmigo? - No estaba segura si iba a tener piedad conmigo pues esta era su “venganza” - Eres e-el segundo en c-cogerme ahí.