Trato con el diablo (+18)

Entraron en el barrio rojo sin mayor novedad, ocultándose dentro del vehículo que los transportaba. Por fortuna ningún otro paparazzi volvió a importunarlos.

El taxi se detuvo en la calle de los moteles, justo donde se le indicó. Después de pagarle al conductor Ayato y Katherine descendieron del carro y entraron rápidamente al edificio, el cual se caracterizaba por ser uno de los moteles más seguros de esos lares. Era primera vez que el sonidista entraba allí, pero saltaba a la vista que el sitio era bastante más decente que los departamentos que alquilaban los residentes a solo unas cuadras de allí.

Por supuesto, no serían ni la primera ni la última estrella que entraba por esas puertas.

- Una habitación por favor - pidió Ayato al recepcionista.
- Claro, señor. Solo deme su cédula de identidad y la de su acompañante.

Ayato se volvió hacia Katherine antes de seguir con el trámite.

- ¿Estás bien con eso? - no quería que el nombre de la inglesa quedara registrado en ese lugar. Podía resultar peligroso.

Salí del taxi con una amplia sonrisa en mi rostro ¡Iba a tener una aventura sexual! ¿Por que no ser feliz por ello?.
Además el motel donde empezaría la diversión se veía decente, no tenía derecho de quejarme, al final esto era parte del premio de Ayato y me tocaba consentirlo. Me aferré a su brazo ¿Por que no? quería estar cerca de él y sentirme como una adolescente a punto de hacer una travesura, aunque lo mío era mas picardía.

Mi sonrisa casi desaparece cuando el recepcionista pidió mi identificación.

- Todo estará bien - le susurré - tengo una idea. Sigue con lo tuyo - Algo que nadie esperaría en mi bolso es que tuviera dinero en físico, yo estaba acostumbrada a tener pagar todo con plástico. Y ese dinero era para cuando era Lilith, pero siempre podía sacar mas. - Aquí esta mi cédula de identidad.

De mi cartera saqué billetes de altas denominaciones de la ciudad. Podía estimar el valor de una habitación con solo ver el exterior de un hotel, así que lo que estaba poniendo frente al muchacho era una cantidad que contaba para pagar un hotel 5 estrellas y si me quedara 3 noches en una habitación.

- Creo que esta todo en orden ¿no es así? - le guiñe mientras me recargaba en el mueble que nos separaba, dejando que mis senos descansaran sobre la misma - ¿O necesito mas referencias? - Esa elección de palabras era para dar a entender que si el chico quería un servicio de mi parte por su cooperación, lo podría proveer. A menos que llegara a intimidarse por el dinero o por mi persona.

Ayato chasqueó la lengua cuando Katherine le dijo que “siguiera con lo suyo”. No sabía qué exactamente era “lo suyo”, por lo que permaneció en su lugar y observó cómo la inglesa operaba por su lado. Cuando ella sacó el fajo de billetes se sobresaltó: ¿por qué andaba llevando tal cantidad de dinero en la cartera como si nada? Encima en un lugar tan peligroso como los barrios bajos.

“Dudo que nada de esto haya sido planeado…¿o si? Va, las tías ricas son sorprendentes” reflexionó el dhampiro.

A diferencia suya, el recepcionista se mantuvo estoico. Estaba acostumbrado a que las estrellas llegaran a follar allí sin querer ser descubiertas por la prensa, básicamente, el motel se mantenía muy bien gracias a ese negocio. Tomó el dinero y lo guardó rápidamente sin mirar a la mujer a los ojos, como si estuviera distraído en otra cosa. En realidad, estaba vigilando que nadie en el perímetro les estuviera observando. Cuando confirmó que el área estaba despejada le hizo entrega de una llave en un movimiento rápido.

- Habitación 301, es una suite - dijo el empleado - disfruten su estadía.
- Gracias amigo - respondió Ayato con una sonrisa triunfal, aún desconcertado por lo sucedido. No era su dinero ni su chica pero se sentía poseedor de un poder que nunca antes había gozado. Mientras él y Katherine se adentraban en el pasillo del motel, rodeó a la mujer con un brazo y comentó entre risas: - ¿qué pasaba con ese tipo? ¿Era gay? Le pusiste tus tetas encima y no te miró ni una sola vez; - como dando el ejemplo, Ayato fijó su mirada en el generoso escote de la inglesa. - Lo que es yo, con suerte y puedo mirarte a los ojos…

Hice una pequeña mueca cuando no pareció observarme, pero que aceptara el dinero fue suficiente para cambiar mi humor de nuevo a mi estado amigable y lleno de entusiasmo.
Tomé la llave y le di las gracias al recepcionista, para ir con Ayato a nuestro cuarto. En lo que caminábamos se podía oír en algunos cuartos algunas personas en acción y eso solo me prendía. Yo quería ser como ellos, olvidar todo mientras me ahogaba en placer.

- Recuerdo muy bien como dijiste que te gustaban - me di la vuelta para tener al solista frente a frente, dejando que me tomara - si me gusta como juegas, podrás hacer más cosas que solo mirarme. Pórtate bien Ayato~.

Seguí caminando por unos segundos y llegamos al cuarto. Deslicé la llave rápido y entre sintiéndome en mi territorio.
El cuarto era efectivamente una suite, haciendo que mi dinero valiera bien la privacidad y el lujo que pedí. A pesar de ser un motel de los barrios bajos, era lo que prometía en su nombre. Limpio, iluminado, arreglado, con decoración al mínimo; una cama king size con algunos otros muebles en caso de que la cama fuera aburrida, una tele y un baño completo para arreglarse.

- Vaya, escogiste un buen hotel baby. - Deje mis cosas en un mueble en lo que me revisaba en el espejo para arreglarme y quedar presentable para la recompensa que iba a entregar. A través del espejo mi mirada se posó en la suya, mandando un beso coqueto para "romper el hielo" - Ponte cómodo, y déjame a mí el resto.

Con el comentario de la mujer, el muchacho alternó la mirada entre sus ojos lascivos y su curvilínea figura. No sabía qué le calentaba más. Katherine desprendía sensualidad por donde se viera.

Ayato atravesó el vestíbulo en su compañía mientras miraba distraídamente la elegante fachada del motel. Nunca había estado ahí antes a pesar de vivir tan cerca pues ni siquiera tenía suficiente pasta para la habitación económica. En el trabajo solían hablar mucho sobre ese lugar: se rumoreaba que los artistas más famosos del sello lo frecuentaban y pagaban grandes sumas de dinero para ocultar su identidad y la de sus acompañantes. No creyó alguna vez volverse uno de esos pero vamos, ¡se sentía jodidamente bien!

Utilizaron el elevador para subir al tercer piso y se adentraron en el pasillo hasta llegar al cuarto indicado. Katherine abrió la puerta y ambos entraron. Las instalaciones se encontraban en perfecto estado. No tenía nada que envidiar a un hotel de lujo en pleno centro de la ciudad.

Él estaba ansioso de empezar la acción. Ese trato era la única cosa buena que le había pasado en mucho tiempo.

- Vale~ - respondió obediente a su indicación mientras se quitaba la chaqueta y la dejaba tirada en algún rincón del cuarto.

Se dejó caer pesadamente en la cama en lo que Katherine acababa de prepararse. Su erección seguía ahí, por lo que para no lucir demasiado ansioso buscó distraerse y por curiosidad abrió el cajón de la cómoda junto a la cabecera. Esta tenía una caja llena de condones y una gran variedad juguetes íntimos.

- Hee~ ¿qué tenemos por aquí? - canturreó mientras tomaba un consolador y lo analizaba divertido.

Arreglé mi cabello para que no cayera en mi rostro, tomé un poco de agua para hidratarme un poco. Observé a Ayato divertirse en la cama para lo cual no oculté mis pensamientos.

- Hey ¿Siquiera eso esta limpio? - me burlé de él mientras retiraba de mi cuerpo zapatos, la falda y la blusa, quedando solo con mis panties pues no quería ensuciar mi ropa.

Caminé lentamente al jovencito mirándolo con deseo y hambre. Hacia tiempo que no daba una buena mamada y quería demostrarle a Ayato lo que una mujer con mas de 20 experiencia en sexo podía hacer para llevar un hombre al extasis.
Me subí a la cama quedando encima de él, acorralandole con mis piernas y brazos, mientras mis ojos chocolate observaban con detenimiento su rostro.

- Vaya que te fue bien ¿no? - mi mano se pasó de su rostro a su pecho, acariciando - Hace unas horas amenazabas en exponer mi pequeña aventura en el archivo... Pero aquí estoy contigo en esta cama. - Mi mano siguió deslizándose hasta sus pantalones, acariciando sobre la tela aquella erección que deseaba ser atendida - Eres un bastardo con mucha suerte - Desabotoné, bajé el cierre y volví a acariciar su erección aun cubierta - ... Relájate y disfruta, deja que una profesional haga su trabajo~

Moví mi cuerpo para dejar de acorralar al sonidista, esta vez colocándo frente a la entrepierna. Mi lengua se paseó por mis labios mientras retiraba su boxer para dejar al fin descubierto su pene.
No sabía quien de los dos dos estaba mas ansioso por la mamada, pero yo ya tenía la rutina lista para complacerlo.

Mi lengua se deslizó a lo largo de su miembro, mojando y dedicándole mi atención con lengua, salivando de más. Al ya estar húmedo, abrí mi boca para recibir la punta de su pene mientras mi mano derecha tomaba su falo, deslizándose lentamente de arriba a abajo. Mi lengua acarició la glande y alrededor del mismo, esperando ya provocarle algunos escalofríos.

Al escuchar el comentario de Katherine, Ayato soltó inmediatamente el falo plástico con una expresión asqueada.

- Pues debería...no por nada es una suite... - murmuró, aunque no era algo que se detendría a averiguar.

Se recostó en la cama a medida que la mujer se le fue montando encima como toda una depredadora que busca acorralar a su presa. El muchacho se dejó llevar aunque situaciones como esa no eran para nada comunes para él, se sentía un poco incómodo y desorientado pues adoraba tomar la iniciativa. Sin embargo, no tardó en cambiar de parecer. La mano de Katherine le provocó un escalofrío a medida que fue tocando su piel, casi tan blanca como antes, pero ahora con el calor propio de un ser humano.

- Tú no pierdes el tiempo, ¿eh? Cada vez me gustas más - declaró mientras sentía cómo los hábiles dedos de la mujer bajaban hacia su pelvis.

Un gemido ronco escapó de sus labios cuando Katherine comenzó a tocarlo de manera directa. No esperaba que pasara tan rápido a la acción por lo que su miembro respondió de inmediato, aliviado de ser atendido al fin. Pero esa sensación no fue nada con lo que vino a continuación. Cuando la mamada dio inicio al fin Ayato sintió peligrosamente que podía venirse en cualquier momento: la experiencia no corría en vano sobre los años de la inglesa, quien demostraba más pericia que cualquier mujer con la que se hubiera acostado antes (lo que no era de extrañarse, ya que Ayato solía ligar con chicas jóvenes e inexpertas).

- Mmh...ngh.. - jadeó con la respiración entrecortada, entrando en un placentero trance mientras acariciaba con una mano la nuca de la mujer. Al principio buscó provocarla con un gesto suave en el cuello para luego sujetarla del cabello con fuerza y expresarle de esa forma cuánto deseaba que continuara.

El deseo me impulsaba a ser mejor en mi labor. Oír el placer que Ayato sentía por mis actos era un gran estimulante.
Cada que el chico se ponía tosco con mi cabello era señal de que algo le gustaba en particular y yo obedientemente repetía mis acciones. Mi lengua presionaba la punta, aceleraba el movimiento de mi mano cada que veía acorde pues no quería sobreestimular al chico, sino esto terminaría antes de lo que yo deseaba.

Saqué su miembro de mi boca, quedando solo un hilo de saliva que nos unía. Miré a los ojos al chico mientras me reía traviesamente.

- ¿Lo estas disfrutando? - Pregunte con el mismo tono erótico que use cuando estábamos en el callejón, llena de confianza por mis habilidades - Te va a gustar mas~.

Volví a lubricar su miembro con mi lengua, cubriéndolo de saliva  todo el largo del mismo. Sonreía mientras lo lamía, y le dedicaba unas miradas llenas de deseo a Ayato.
Le di un beso a la glande antes de volver a meter su miembro en mi boca, igual que antes, solo hasta donde cabía. Pero esa lubricación era para el siguiente acto.

Cerré los ojos y relajé mi cuerpo, moviendo mi cabeza hacia adelante, haciendo que la punta de su miembro rozara mi garganta. Me mantuve unos segundos así acostumbrandome a la sensación antes de retroceder y volver a tenerlo solo en mi boca. Repetí este proceso una y otra vez, pues mi objetivo era que en unos instantes pudiera tener todo su falo dentro mío.
No todas las mujeres podían lograr esto en una mamada... pero yo si. Y quería que el muchacho sintiera tanto placer como era posible.

Se sentía cada vez más duro. Duro y caliente.

Las amenazas de la inglesa no eran en vano: por cada movimiento el placer era mayor. Ayato cerró sus ojos y dejó escapar un profundo gemido, sintiendo cómo los labios ajenos apresaban su falo erecto. Todas las sensaciones que siguieron a continuación provocaron una reacción inesperadamente receptiva en él. Su mano seguía en la cabeza de Katherine, indicándole con un simple gesto sus puntos débiles mientras que ella obedecía y le mostraba con maestría cómo tocarlos.

Cuando la punta de su miembro alcanzó la garganta de la mujer, tomó su cabeza con ambas manos y movió frenéticamente su pelvis hacia el interior. La sensación era tan parecida a follar que no pudo evitar fantasear con penetrarla. Se retorció inquieto con esta imagen en mente, dificultando la felación por unos segundos, sin embargo, acabó adaptándose a su ritmo, subiendo y bajando lentamente la cadera al compás de los movimientos de Katherine.

- Ah...ah... - gimió, cada vez más entregado.

Solo estaba ahí disfrutando y dejándose hacer.

Entre lamidas, poco a poco un extraño escalofrío se fue formando en su nuca. Esta sensación bajó como un rayo por toda su espina culminando en su coxis. Levantó más la cadera de golpe, hundiendo todo su falo dentro de la boca de la inglesa, llegando a invadir con su grueso glande la entrada de su garganta. "Imposible...¿tan rápido...?" pensó con pánico. Nunca había tenido sexo siendo un simple humano por lo que correrse tan pronto era un giro inesperado para él.

- De-detente... - le pidió a la mujer con un hilo de voz, reteniendo con todas sus fuerzas la carga que estaba por irse.

Oirlo gemir era un deleite, satisfacía mi muy necesitado ego de sobremanera. Quería escucharlo suplicar y hacerlo sufrir pero este era su premio y tenía que portarme bien, ya cuando fuera Lilith podría divertirme con el chico.

Podía ver la ansiedad y placer que sentía, su cuerpo ya estaba moviendo acuerdo a su necesidad. El chico casi se forzó primero dentro mío, imaginaba que eso fuera hacer así que no me molesté pero agradecí internamente que él lograra controlarse para permitirme seguir con mi mamada que ya iba a ser un deep-throat pecaminoso y deleitable. Mas este empezó antes de lo esperado, Ayato impulsó su cadera y metió su miembro totalmente, el haberme preparado me ayudó a que no me sintiera mal de la garganta pero me sorprendió. Me mantuve tranquila y empecé a moverme de arriba a abajo, dejando que su pene se deslizara por toda mi boca y garganta rápidamente, penetrandome.

Alcé mis ojos al escuchar la suplica. ¿Detenerme? ¿Acaso no le estaba gustando?.
Con lentitud saqué su miembro de mi, cubierto de saliva, duro y anhelante de placer. Yo también quería seguir hasta que se corriera. Tome un poco de aire que tanto necesité hace unos momentos.

- ¿Qué... sucede? - mi voz estaba jadeante - ¿No es suficiente...? - Con mis manos sostuve mis senos para hacerlos resaltar, más acomodaba su miembro entre ellos pues podía imaginar que deseó hacer esto desde que los vio en el callejón. - Por favor usa tu verga como desees Ayato~.

Pasé mi lengua sobre su glande que sobresalía entre mis senos, deseosa de hacerlo correrse.

Cuando Katherine retiró el miembro de su boca Ayato logró recuperar el aliento. Estaba confundida por la indicación pero él se encontraba demasiado excitado como para detenerse a darle explicaciones, se enfocó en al menos contener su deseo. Por fortuna de alguna forma u otra lo estaba consiguiendo: aún no llegaba al orgasmo. "Mierda...este cuerpo resiste muy poco..." pensó abatido, y es que si bien no era un semental con millones de tácticas bajo el bolsillo su tiempo de duración solía ser mucho más extenso que el de cualquier humano corriente. Odiaba encontrarse en una situación así sin haber probado las limitaciones de su cuerpo antes. "Aunque desde el incidente con Marceline es evidente que no tengo el mismo nivel de contención ni la misma resistencia...en ningún aspecto" se dijo al recordar humillaciones pasadas.

No pudo relajarse ni un segundo pues de improviso sintió su falo colado entremedio del escote de la mujer, algo que Ayato deseó hacer desde hace mucho.

- ¡Ngh...! - exclamó al sentir sus senos apretándole, - mierda...se siente malditamente bien...

Esta vez el muchacho se inclinó hacia delante, quedando sentado sobre la cama para observar las acciones de Katherine. La vista que tenía era sencillamente espectacular: su pene sobresalía entre el busto de la inglesa, quien no dejaba de estimularlo con su lengua. Él no dudó en iniciar un lento vaivén con su propia pelvis, provocando que las caricias entre su cuerpo y el ajeno se sintieran aún mejor. Su glande se perdía entre los abultados senos de la mujer, los cuales lo llenaban de una sensación suave y deliciosa.

Sus mejillas se encontraban sofocadas de la excitación. Sus ojos no podían apartarse de Katherine, a quien observaba con una mirada penetrante y lasciva. Sin resistirlo por mucho tiempo más, deslizó sus manos desde la cabeza de ella hasta sus pezones. Tomó ambos con las yemas de sus dedos índice y pulgar y los acarició con suavidad por largos minutos, para luego pellizcarlos simultáneamente.

La maestría que poseía no había hecho de mi cuerpo frío y ni insensible.
Tener tu miembro en mi boca, tus vulgares gemidos de placer, tus níveas manos aferrándose a mi oscuro cabello atado... me excitaba. Mi boca no era el único lugar mojado que su verga podía usar.

Sú falo se deslizó fácilmente entre mis turgentes pechos gracias a la lubricación previa, dejándo que usara mi cuerpo para satisfacer sus bajos instintos. Mi lengua siguió acariciando tu miembro expuesto, mientras mi mirada se centraba en ti, vigilando cualquier indicio de placer. La vista desde esa posición era excitante, no pude evitar soltar mi mano de uno de mis senos para dirigirla a mi entrepierna y acariciar mi clítoris, confirmando que servir para el placer de Ayato me había excitado.
Observé como sus manos dirigían su interés a mis senos, acariciando mis pezones erectos. Sus acciones me arrebataban suspiros de placer algunos momentos.

- Hey ¿Tanto quieres jugar con mi ellas~? - apenas las palabras salieron de mi boca - ... ¡Aahh~!... Mnnhh C-cuidado... ¡Ah! ... - el chico logró sacarme unos gemidos cuando empezó a pellizcar. Mi cuerpo manifestaba cuán sensible estaba, y mi voz reflejaba lo vulnerable y excitada que me encontraba.

Sabia que este era su premio, pero me estaba excitando de sobremanera. Me daban ganas de simplemente pararme, colocar mi cuerpo sobre su rostro para que aquellos “labios” conocieran los suyos, demandar porque diera un buen uso a su lengua, y para al igual que él aferrar mis manos a su cabello.

- V-vamos... córrete~ - mis palabras iban acompañadas de un sonido particular, mis dedos estimulando mi húmeda entrepierna. - Necesito q-que devuelvas el favor ¡Ahh~! P-pronto.

Los gemidos de la mujer complementaron la escena, incitando a que Ayato masajeara sus senos con ambas palmas, apretando y acariciando rítmicamente. Eran grandes y suaves, más de lo que hubiera imaginado en sus perversas fantasías. Sin perderlos de vista, los utilizó para aprisionar por cuenta propia su falo erecto.

- ¿E-está bien? - preguntó entre jadeos, - ¿no quieres usarme para algo más~? - quería provocarla, aunque sabía que no estaba dispuesta a permitir que él la penetrara no perdía nada preguntando.

La voz de Katherine le volvía loco, como si tuviera alguna especie de poder oculto en ella que servía para estimular a sus compañeros sexuales. Estaba tan excitado por sus movimientos y reacciones que no se percató de la mano traviesa que escapó para encargarse de su propia urgencia y necesidad.

A pesar de su pregunta, no pudo evitar obedecer a la mujer y dejarse llevar por su orden. Solo bastó concentrarse un poco más en ella y en las sensaciones que inundaban a su propio cuerpo para llegar al límite. Sin dejar de presionar la pelvis contra sus labios, Ayato volvió a tomar la cabeza de la inglesa con ambas manos y la sostuvo para evitar que fuera a escapar:

- ¡¡NGH!! - apretó la mandíbula con fuerza, reprimiendo un profundo gemido al momento de correrse en su boca y quedar con la mente en blanco.

Katherine era una mujer hermosa y muy sensual, de esas que fácilmente podían volver a despertar su deseo aun después de haberse corrido ya. Ayato se dejó llevar por sus movimientos y sintió con agrado el contacto con su intimidad, la cual se encontraba húmeda, caliente y ansiosa.

Al sentirla así dejó escapar una sonrisa ladina, llena de arrogancia y lascivia. Con este gesto observó los oscuros ojos de la inglesa, los cuales le rogaban que le dedicara un poco de atención. Y él no podía portarse como el puto egoísta de siempre, ¿no? Después de todo tenían un trato, y aún de no tenerlo, sólo un idiota desaprovecharía semejante oportunidad. Quería darle todo el placer que pudiera a la mujer que ahora le acompañaba.

Presionó su mano completa contra los genitales ajenos y movió sus dedos lentamente, con delicadeza, acariciando sus labios superior e inferior como si estuviera explorándolos. Su piel era suave, tal y como la de una jovenzuela virgen, pero su cuerpo reaccionaba con la sensibilidad de una mujer experimentada que se conocía a la perfección.

Ayato buscó el rostro de ella, buscando en sus expresiones en qué punto le gustaba más, centrando su tacto en esos lugares. Mientras la miraba no pudo evitar robarle un beso húmedo mientras continuaba acariciándola, cada vez más fuerte.

- Túmbate - le pidió en un susurro ronco mientras él mismo se deslizaba hacia abajo y la instaba a permanecer sobre la cama.

Ahora era su turno de "dar".