Esperando [Priv. Eiji]

Por supuesto el tuerto no esperó replica alguna, o más bien, no quiso detenerse a escuchar. Después de todo no era que en verdad hubiese sentido que el otro se estaba entregando fácilmente, lo sabía, aquello había sido más bien un desafío, sin embargo no imaginaba de qué manera, dónde o cuando podría llegar a ocurrir aquello, mucho menos en un sitio como Merveilles. Si tan solo el escenario hubiese sido diferente el nipón hubiese apostado más en su juego, pero lo sabía, no era el momento.

Solo cuando salió de la cafetería y una vez más, le fue imposible contactar a su manager, fue que caminó de manera resignada hasta el loby del edificio y, a través de los inmensos ventanales de la entrada, se percató de la lluvia. No era que particularmente Eiji considerara molesto mojarse bajo la lluvia de vuelta a casa, después de todo ya no le quedaba nada qué hacer en las inmediaciones del sello. Pero era imposible caminar con ese clima hasta los barrios bajos.

¿Un taxi? Si lograba tener la suerte suficiente, quizás el conductor valientemente aceptara ir a meterse a la parte más agria de la ciudad, pero aquello era tan improbable como que la lluvia cesase dentro de los próximos minutos.

Avanzó entonces, cruzando la entrada sin prestar mucha atención a su alrededor y caminó hasta el paradero más cercano a la espera de algún taxi. Si maldecía algo era no haber traído al menos su bufanda, sin siquiera haber considerado la posibilidad de que el clima le jugase una mala pasada, ahora menos que nunca podía pescar un resfrío.

Para su suerte y tal vez únicamente debido a venir saliendo del sello, el conductor que se detuvo aceptó llevarlo sin mucho más que una mirada curiosa, de esas que Eiji conocía bien. Solo al cerrar la puerta divisó una figura familiar. Era su "vecino", si es que podía llamarle así cuando este ni siquiera vivía realmente en la casa del lado, sino más bien lo ocupaba de taller.

Chasquó la lengua, un poco molesto por aberse apresurado a tomar el taxi, de otra forma hubiese podido molestar a su objetivo del día un poco más, pero ya qué más daba, esaba seguro que tendría más de alguna oportunidad para volver a encontrarse con él y quién sabe, quizás y hasta volviera pasatiempo el indagar más al respecto de aquel que hasta el momento, era la única persona interesante que había conocido en la ciudad.

El coche partió y el nipón se quedó conforme con la idea de un encuentro próximo.