Dándose un tiempo (libre)

Después de un interesante primer día de clases, la joven de piel como la nieve decidió dar unas vueltas por la escuela antes de regresar a su dormitorio. Al fin y al cabo tenía tiempo.
Se topó con las escaleras de la azotea de su escuela, y aunque titubeante, se animó a subirlas. Abrió la puerta. -¡Qué agradable!- Pensó al recibier el aire que acariciaba su cabello negro. Se acercó a la orilla topando con la reja de la azotea, contemplando la vista que ese lugar le daba.
En ese momento, volteó rapida a sus espaldas ya que creyó sentir la presencia de alguien que llegaba.

Nunca había llevado uniforme para ir a la escuela hasta ahora, por eso se sentía muy raro con él. Ni siquiera los colores eran los que habituaba vestir. Pero no le quedaba otra que acostumbrarse e ir lo más cómodo que pudiese, por eso calzaba deportivas en vez de zapatos y llevaba la corbata colgando del cuello como una soga, ya que se había desabrochado los primeros botones de la camisa. Era el primer día y ya estaba deseando desprenderse de él, por lo que una vez acabaron las clases recogió sus cosas, se cargó la mochila a la espalda y agarró la funda de su instrumento dispuesto a irse a casa.

Pero cuando iba camino de la entrada a buscar su bicicleta, algo llamó su atención y se detuvo a recogerlo para examinarlo. Era una cinta de estampado igual al de su corbata, de esas que se usaban para hacerse el lazo del uniforme femenino, abandonada en los escalones que parecían conducir a la azotea. Cuando alzó la cabeza, solo pudo ver una chica perdiéndose tras la puerta. ¿Se le habría caído a ella?

Danny por si acaso decidió subir para comprobarlo y entrecerró los ojos al distinguir una figura femenina cerca de la reja de seguridad. Las puntas de su cabello se movían, haciéndole cosquillas en las mejillas. Y justo cuando se iba a acercar para hablarle mejor, se detuvo al ver que la chica se giraba de golpe hacia él.

— Hola —dijo animado, alzando una mano a modo de saludo con una sonrisa. Luego, le enseñó la cinta estampada—. ¿Es tuya?

Miró con confusión al chico de cabello rubio-verdoso hasta que la mirada de Yuki se desvió hacia la mano donde se estaba la cinta de estampado. Movió hacia su cuello notando que no la tenía puesta, así que agradeciendo cortésmente y con una sonrisa, la tomó. -¡Gracias!- Volvió a amarrársela donde debía -Debió caerse mientras subía hacia acá-
Volvió a mirar al joven -Soy nueva en la escuela y me decidí en explorar un poco antes de regresar a mi dormitorio...Me llamo Yuki- Extendió la mano para saludar al joven muchacho

Vaya, menos mal que había subido en vez de marcharse, al final resultó que la cinta sí era de aquella chica y por ello se la devolvió con una sensación gratificante de haber hecho bien. Curioso, observó cómo se la ataba para hacerse el lazo y se fijó en su cabello sutilmente. ¿Le era familiar? Siempre le había parecido muy bonito el cabello largo, tanto en un chico como en una chica, pero a él nunca le había sobrepasado de la nuca porque le molestaba. Pero quizás por eso se fijaba más en la gente así, igual la había visto en alguna de sus clases o en los pasillos…

— Creo que no sufriría mucho si ésta se me perdiese algún día —bromeó, riendo un poco mientras sostenía su corbata en la mano.

Cuando ella se presentó, la soltó y miró la mano extendida de la chica un tanto extrañado. Se le hacía raro estrechar la mano de una mujer, quizás por influencia de su abuela. Así que lo que hizo fue tomarla de la mano y levantarle el brazo para hacerla girar una vez sobre sí misma y finalizó dándole un beso en el dorso de la mano al tenerla de frente una vez más, sonriéndole divertido.

— ¿En serio tú también eres nueva? —exclamó al momento entusiasta con ojos sorprendidos, soltándole la mano— Creí que sería el único en segundo, jeje. Soy Danny y creo que te he visto en alguna clase hoy, se me hacen muy familiares tu nombre y tu pelo tan largo… ¿De dónde eres, Yuki? Si duermes en la academia debes de vivir lejos, ¿no?

No esperaba tan notable forma de saludar. La cara de Yuki se tornó casi tan roja como un tomate por tan "caballeroza" forma de saludar del joven Danny, a lo que un acto de reflejo rió un poco aunque algo apenada.
-Sí, soy de segundo- Dijo después de aclararse su garganta y volver a tratar de regresar a su tono habitual de piel -Yo soy de Kyoto, en Japón-.
Volvió a mirar al chico a la cara para ver si recordaba su cara en alguna clase -Creo que sí te he visto en clase...Soy un poco mala para recordar caras cuando es con gente que sólo he visto. ¿Dé donde eres, Danny?- Preguntó un tanto curiosa mientras juntaba sus manos

Vaya, sí que le pareció linda aquella chica riendo mientras su cabello se agitaba en el aire al hacerla girar. Lo que habría dado Danny por tener un hermanito o una hermanita como Yuki, quizás por eso le gustaba jugar con los niños pequeños. Para él, que nunca había tenido hermanos, era como tener un montón así mágicamente de la nada. O también podía ser porque aún era todavía un poco infantil a pesar de su edad, si es que su abuela iba a tener razón y le hacía falta espabilarse ya.

— ¡Ahí va, qué lejos! Y yo pensando que serías del barrio chino o del condominio, jajaja —admitió su error al saber el origen de su compañera de curso, devolviéndole la mirada con viveza y curiosidad cuando ella le examinaba también para ver si le había visto en clases—. Yo nací aquí, vivo en los barrios bajos así que me pilla lejos la academia, por eso voy y vengo en bici —alzó la funda de su trompeta, para bromear diciendo—. Así que menos mal que no me dio por querer ser violonchelista —se empezó a reír de su propia broma—. Y dime, Yuki —aaaw, qué lindo nombre, le encantaba—, ¿has encontrado algo interesante durante tu exploración? Yo aún ni tuve tiempo de ver la mitad de la escuela...

Es un chico agradable ¡De eso no había duda! A pesar de ser casi todo el opuesto a Yuki: extrovertido, activo, más alegre, etc. Le daba más seguridad en vez de intimidarla.
Río cuando el joven comentó su agradecimiento de no tocar el violonchelo.
-La verdad, no mucho...Sólo este lugar hasta el momento- Acto seguido, dio media vuelta y se acercó otra vez a la barda viendo el paisaje. -La verdad, estoy esperando un día libre para ir a explorar más la ciudad. Además necesito comprarme mi instrumento- Giró su cabeza y torso un poco para ver de reojo a Danny.
-¿Vives con tu familia?-

La siguió con la mirada casi inconscientemente al girarse, yéndosele la vista al movimiento de su cabello sin remedio. El pelo de las personas asiáticas era tan liso y oscuro, tan finito. Parecía muy suave, le dieron ganas de acariciárselo igual que a un animalito peludo como su perro Jazz. Solo que el golden retriever lo tenía dorado y más espeso, claro. Pero lógicamente no lo hizo, no tenían tanta confianza como para eso todavía y no quería resultar molesto nada más conocerse. Su abuela siempre le decía que había que ser atento y amable con las chicas.

Le despertaba curiosidad, ¿qué la habría traído desde tan lejos? Cierto que Glass City era una Meca musical pero él no se veía muy capaz de alejarse tanto de su ciudad y su familia. Y justo con ello en mente, ella le preguntó al respecto.

— Sí, con mi abuela y mi perro Jazz —afirmó con la cabeza, sonriendo mientras se acercaba junto a ella—, que como me tarde mucho más en volver y no me dé tiempo a sacarle a pasear me morderá el trasero en cuanto me vea llegar, jajaja —bromeó, posando la mano en la reja y mirando al horizonte—. Oye, si quieres yo puedo enseñarte un poco la ciudad este fin de semana, ¿qué tipo de sitios te gustan? —le preguntó de forma directa, volviendo la vista hacia ella— ¡Oh! Podría llevarte a la tienda de música del señor Tempel, allí fue donde mi madre consiguió su trompeta, ¿qué instrumento tocas tú?

Ella rió -Adoro las mascotas, lástima que en mi casa no podemos mantener una. Por suerte me divertía con el gato y el perro de mi prima.
Después volteó asombrada y con brillo en sus ojos ante la propuesta del joven Danny -¡En serio!- Su cara iluminada ahora parecía la de una niña esperando la navidad. -Sí, me agradaría ir a esa tienda. Mis padres dijeron que podría comprarme un bajo y que ellos pagarían el embarque cuando ocupe llevarlo a Japón...- Hizo una breve pausa tratando de hablar más calmada.
-Bueno, ya notarás que toco el bajo. El piano también aprendí a tocarlo y me gusta, pero el bajo es mi vida. Con un tono algo soñador mencionó esto último. Sin duda ella amaba tocar dicho instrumento.

¡Oh, qué suerte! A Yuki le gustaban los animales como a él, podría llevarla seguramente a conocer a Jazz sin miedo a que ella se asustase o le disgustara. Danny nunca tuvo hermanos así que el golden retriever era lo más parecido a uno que había tenido, por lo que se sentía un poco mal si causaba algún tipo de rechazo en las personas, especialmente las más cercanas a él.

Entonces, sus ojos se abrieron sorprendidos ante el entusiasmo de la chica cuando le propuso lo de la tienda de música. Bueno, si estaba en aquella escuela era porque amaba la música tanto como él mismo, ¿no? Era normal que se emocionara por ello, él también sintió mariposas en el estómago cuando entró en aquel local pequeñito y anticuado pero que le traía bonitos recuerdos de sus padres nada más pisar su suelo. Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro y se rió suavemente, esperando que ella se calmase para terminar de hablar.

— Pobre piano, siempre el segundo plato —bromeó, riéndose—. Yo también aprendí a tocarlo pero por mucho que lo intentó mi padre, ganó mamá, jajaja —hizo otra broma, señalando con la mirada la funda de su instrumento—. No podría vivir sin la trompeta, hace que me lata el corazón como no lo hace ninguna otra cosa en el mundo.

Ahora fue él quien se ensoñó, cerrando los ojos con una sonrisa. Recordó a su padre al piano y a su madre con la trompeta, improvisando una melodía de jazz mientras otros instrumentos se iban sumando a ella, entre ellos, el sonido de un bajo. Luego de unos segundos, susurró con una sonrisa:

— Creo que ya sé a dónde más te llevaré… —abrió entonces los ojos y soltó la reja, apartándose de ella, diciendo— Pero no lo sabrás hasta el fin de semana —sonrió mostrando su dentadura y le guiñó un ojo amistosamente, empezando a caminar hacia atrás despacio en dirección a la puerta de la azotea al tiempo que le hablaba—. ¿Nos vemos mañana en clase entonces?

Debía marcharse. Ya estaba atardeciendo y se le haría de noche por el camino, así que por más que quisiera quedarse un ratito más con Yuki no podía hacerlo. Danny era muy infantil para su edad pero también más responsable de lo que parecía.

Miró confundida ante los susurros -¿Otro lugar?- Se cuestiono en su interior, pero ya habría tiempo de saber el fin de semana. Lo que ahora quedaba era despedirse del muchacho y esperar al fin de semana.
Se despidió de Danny mientras este se retiraba hacia la puerta. -¡Claro, Te veo en clase! ¡Esperaré al fin de semana!- Decía con una sonrisa mientras agitaba la mano lentamente.
El sol ya se estaba ocultando, así que también era hora de que la joven Yuki se retirase a sus dormitorios. Así que al poco tiempo, después de observar el paisaje otro rato, decidió tomar rumbo a su dormitorio dejando el lugar. Esperando al fin de semana...