Inasistencia -Libre-

La luz del sol que se colaba por las densas nubes bañaba sutilmente los tejados del edificio de la escuela, bañado por esa misma cálida y ténue luz era una silueta, un chico tendido en el suelo, con los brazos sobre la cabeza, disfrutando meramente del tiempo pasar, sin poder hacer mucho más que apreciar el paisaje. Tenía que admitir que la vista era preciosa ahora que se asomaba la primavera, se podía observar cada rincón del elegante establecimiento, cada pequeño espacio del enorme patio y todas las salas pertenecientes al ala norte del recinto, un poco más allá, los dormitorios.

Hacía al menos media hora que había sonado la campana para el siguiente bloque de clases, en este caso, la clase de canto e interpretación. Y pese a que no era que particularmente no gustara de aquella lección, era solo lo intimidado que se había sentido la última vez, o más que eso, se sentía expuesto. Pese a la consideración que sabía que le tenían en la escuela, se reprochaba a si mismo el ser así de irresponsable, si al final de cuentas con esa actitud solo terminaba aproblemando más a su padre. ¿Pero como se supone que uno controle ese instinto animal, ese reflejo narutal de huír de lo que te atemoriza? No lo sabía.

Y aún preocupándose por ello, él continuaba pasando el tiempo bajo el tibio sol, cerrando los ojos hasta casi caer dormido, descuidado.

Había disfrutado ese día, quizás demasiado tranquilo, y nuevamente tenía que marcharse al sello... pero esa tarde no tenía nada planificado, simplemente podría volver a casa sin mayor problema.

Decidió ir a la azotea a contemplar el día, aquello le distraería un poco y realmente no podía recordar la última vez que había tenido aquella oportunidad.

Cuando subió y entró a esta, la luz le cegó un poco, pero una vez sus ojos se adaptaron, distinguió la joven silueta de un joven tirado en el suelo.

Se acercó con curiosidad y al ver que se encontraba dormido, el profesor suspiró levemente y se quitó la chaqueta. El viento primaveral había vuelto y aquella calidez del sol aveces era opacada por la fría brisa.

Cubrió la mitad de su cuerpo, su pecho principalmente, antes de sentarse a medio metro de él, manteniendo una distancia prudente con un estudiante después de todo.

Kota cargaba consigo aún el bolso del violín, dejándolo a su costado, antes de apoyar las manos en el suelo y arquear la espalda para ver el cielo claro en silencio.

Un poco somnoliento se abrieron sus ojos luego de sentir el suave roce de algo abrigando su cuerpo. Le costó situarse, preguntándose qué hora sería. En su mente él le alertaba que no estaba solo y obediente a su instinto, fue que giró la cabeza en dirección contraria, encontrando a un hombre joven, pero no un estudiante, a no más de un metro suyo.

-A...A-h! - Un leve rubor se pintó en sus mejillas, avergonzado de ser encontrado holgazaneando por alguien que no fuese un compañero. No, incluso si era uno quién le encontraba, su reacción hubiese sido igual. - Esto... ¿Es suyo verdad?- Inseguro, tomó la prenda con cuidado, sonriendo por el gesto de haber sido considerado por el otro.

De pronto en su mente pasó la posibilidad de que aquel, fuese profesor, de esos de medio tiempo de la escuela. ¿Y si era regañado por saltarse las clases a propósito?

-D-disculpe... ¿Qué hora es?- Preguntó con nerviosismo fingido, en el peor de los casos podía hacer como si realmente se hubiese quedado dormido y por ende, fuera de la clase y no, que para no asistir a clases, se había hechado a dormir. Diferente orden, mismo producto.

"Son las siete..." dijo tras sacar su celular de su bolsillo, mirándolo de reojo mientras tomaba su chaqueta con un asentimiento. "Ah...sí, es mío, pensé que te podrías enfermar así... ya comienza a hacer algo de frío."

Se levantó con lentitud y le miró, sonriendo leve mientras se llevaba las manos a los bolsillos. Kotarou no era la clase de profesor que criticaría la ausencia de un estudiante, aveces estos simplemente tenían mejor cosas que hacer. Miró al frente con los ojos entrecerrados y se giró lentamente para mirarlo.

"¿De qué curso eres?" preguntó casualmente, era obvio que el otro era un estudiante, o alguien que simplemente gustaba de usar el uniforme y escabullirse a aquel lugar. Realmente aquella había sido la primera interacción con un alumno fuera de clase en meses.

¿Las siete? Dudó al oírlo, ¿realmente tanto tiempo había transcurrido? De cualquier forma la clase ya debería haber acabado y... ¿Por qué estaba aquel sujeto en la azotea a esa hora?

-Gracias...- susurró ante el detalle que tuvo con él. Lentamente skyle se incorporó del piso y se puso de pie, limpiando su uniforme de pies a cabeza. Le molestaba que este fuera tan blanco, se ensuciaba con mucha facilidad.

-Ah... Umh... De tercero. - Respondió ahora con un nerviosismo más auténtico. Tras acabar de limpiarse miró al hombre, parecía tan solo un poco mayor y a diferencia suya, tenía un aire que por poco brillaba en comparación a él.

-Disculpe... ¿quién es usted?-La curiosidad le ganó, perfectamente habría podido excusarse y huir, pero quería saber quién era, y más que eso, por qué no le había regañado.

Así que después de todo, resultaba ser en efecto un profesor, aunque de medio tiempo. Skyle inclinó la cabeza en dirección al piso, asintiendo a quién era, por defecto, su maestro.

-Me encuentro bien realmente.- Solo volvió a alzar la mirada cuando el otro hubo ofrecidoel chocolate, aunque el menor no soliera aceptar esa clase de gestos, en particular porque a su padre no le gustaba que comiera mucho ese tipo de calóricos, esta vez lo recibió, particularmente, por cortesía. - Gracias...- Solo sostuvo la barra, sin tener intenciones de probarlaen ese momento. Escuchaba atento sus palabras y claro, era evidente que motivos tenía para "haberse quedado dormido" en la azotea.

-N-no es eso... realmente no me di cuenta de la hora- Intentaba aún defenderse, pero luego solo suspiró. Después de la última clase de canto, no tenía ganas de presentarse. - Tal vez... esta escuela no es para mi...- Su voz abandonó sus labios en un fino hilo de sonido invisible al ojo humano. A veces solo unos minutos con Skyle daban la sensación de estar frente a un chico que no sabe para dónde va su vida, y en efecto, así eraa.