¿Salón de torturas? [Kouda Ichigo]

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Y bueno, poco tardamos en llegar a la sala, especialmente apartada para momentos como estos. Afortunadamente, para Ichigo las clases no habían comenzado hace mucho y al parecer nadie había tenido mal comportamiento más que ella, por lo que todos los demás alumnos se encontrarían prestando atención a sus correspondientes clases dentro de las próximas 3 horas y contando. Abrí la puerta con la llave correspondiente, la cual colgaba del llavero de la mayoría de los profesores y se mantenía cerrada para evitar ingresos no esperados a ella. La invité a pasar con una cortez reverencia, digna de un caballero acompañado con un sutil "Sea usted bienvenida", solo para crispar un poco más su paciencia.

-¡Te presento la sala de detenciones! Espero que no vuelvas a pisar este lugar, Ichichi. Recuerda que estás teniendo un trato especial, que solo puedo darte una vez...¿vale?- Anuncié en el momento que ambos pusimos pie sobre el embaldosado piso. Mis pasos se desviaron en dirección contraría a la que debía dirigirse mi pequeña esclava alumna, sobre el pupitre del profesor. Me senté sobre el mismo, olvidándome de la existencia de la silla, alzando la vista al techo mientras cargaba mi peso sobre los brazos.

-...Ahora debo pensar un castigo para tí...Aunque quizás pasar tres horas conmigo ya te colme la paciencia. ¡Ha Ha Ha!-Reí con fuerza, sin fingir, la verdad la idea me causaba gracia. Creo que esto podría ser mi nuevo pasatiempo, esta chica es una caja de sorpresas que quiero abrir, tiene caras geniales para todo.

-Mh...veamos...Ayúdame Ichichi, ¿qué es lo que más odias en este mundo? ¡Yo no valgo, ¿eh?!-pregunté impúlsandome desde la mesa para abandonarla con un pequeño brinco, para poder aproximarme a la menor en busca de una respuesta.

-¿Eh? ¿De verdad, me quieres muuuuuuucho?-Pregunté con los ojos llenos de un brillo especial, esos como de niñas shoujos cuando encuentran a su principe azul. ¿Cómo lo hice? Pues ni idea, es uno de las 180 habilidades especiales de Hikki-sensei, si llevan la cuenta he mostrado como...unos 3. Divertido sonreí ampliamente desde la mesa del profesor.

-¡Entonces almorcemos juntos de aquí en adelante! Será como una fiesta todos los días para tí y para mí, después de todo me quieres mucho y yo a tí...Ah, pero claro, de forma meramente profesional, no vayas a enamorarte de mi Ichichi..HA HA HA-¿quería jugar? Pues ibamos a jugar, y mi juego favorito, hacerla estallar en ira. Sí, sí, a veces abuso de mi poder de profesor y de los grandes favores que le hago a la gente, soy un manipulador...¡Pero vamos! Todo esto lo hacía para poder mantener a Ichigo entre ceja y ceja, tendría tantas que deberme, pasaría tanto tiempo conmigo que finalmente no tendría instancias para hacer de las suyas...o al menos ese era el plan. Para lo último negué con una mano, cerrando los ojos, riendo, esa risa molesta que alteraría a cualquiera, la guinda de la torta.

Mi expresión cambió, volviéndose seria al escuchar su respuesta. Me recordó un poco a mi en la secundaria, nadie entendía, nadie ayudaba, nadie me guiaba a lo que deseaba convertirme. Terminé siendo un mal chico a causa de esa incomprensión, veía algo similar en la silueta frente a mi. Crucé mis piernas, apoyándo el brazo en ella, dejando descanzar mi rostro sobre la mano de la misma.

-...Mh, cambiemos la pregunta. ¿Alguien que quieras? O bueno, ¿Aprecies?...Que conste que yo no cuento...-comenté volviendo a mi estado natural, guiñándole un ojo antes de esperar una respuesta de su parte.

¡Vamos! Alguien deme un premio por tener el record en enfurecer a mi pequeña alumna colorina, esto debería convertirse en deporte nacional y así ganaría una hermosa y añorada medalla de oro. Me limité a reírme de buena gana por conseguirlo una vez más, no es que se me hiciera demasiado difícil, la verdad era bien sencillo, más no por ello dejaba de ser increíblemente divertido. Podría llegar a sentirme algo mal por la chica...pero ¡Qué va! era el único castigo que parecía recibir por todo su mal comportamiento. Karma, lo hiciste precisamente bien al ponerme en su camino *corazones*.

-¡Hey! No seas tan fría conmigo~ ¿Ni siquiera se te ha pasado por la cabeza? Eso daña horriblemente a tu sensible profesor...justo en el orgullo...¡Incluso relacionarte así conmigo podríaservirte para chantajearme y conseguir que me expulsaran de la escuela...! Claro...Si no hubieras hecho lo que hiciste, y no fuera yo el que te salva el pellejo...-Sí, sí eso fue maldad...¡soy un hombre horrible! Le sonreí, pero bueno, de esa forma me aseguraba no llevarme la sorpresa de escuchar aquel rumor por los pasillos, era demasiado fácil darlo vuelta, ya saben, Ichichi tenía algunas personas que atestigüarían en su contra y tal.

La expresión de Ichigo cambió en forma radical, una expresión que no había visto nunca, debo decirlo, me sorprendió. Mi rostro se volvió serio, intrigado por saber más sobre aquella persona que podía dejarla con una mirada tan vulnerable. Me levanté del pupitre, acercándome solo algunos pasos antes de recordar que la chica no me permitiría ser un sujeto tan cercano de buenas a primeras. Unas tres mesas nos distanciaron el uno del otro, rozando con la mano el último de éstos.

-...¿Has vuelto a buscarle?-pregunté con voz suave y sería, casi profunda, dejando a un lado mi aniñada manera de expresarme. Apoyé mi cuerpo sobre la mesa, de lado a la muchacha, quitando los anteojos de gruesos marcos, dejándolos a un lado.

Dejé escapar un largo y pesado suspiro, acompañado de un ataque en su su ordenado cabello, con la mano moviendolo hacia a los lados, un tanto bruco. Sabía a la perfección que la muchacha no terminaría por contarme como se sentía ¡Si era casi un milagro que estuviera tan vulnerable frente a mi! Pero dentro de todo era tranquilizante el saber que pensaba en alguien más a parte de si misma, bueno, pensar...dentro de los límites en la forma de ser de la pelirrosa...una manera algo...extraña.

-¡Mira que eres orgullosa!-le repliqué levantándome de la mesa, caminando unos cuantos pasos lejos de ella. No la había contactado, la primera idea que se me pasó fue que seguramente habrían peleado e Ichichi no daría el primer paso en arreglar el asunto, y hasta seguramente hubiera sido a causa de sus raros impulsos. Aunque bueno, eso último desapareció de mi mente pues no era quien para sospechar de ella, ni mucho menos conocía a su amiga.

-No voy a regañarte, pero solo te diré...que no des por sentado que puede existir un mañana para tí, o para otros.-Oh, si, me había puesto profundo. Pero quizás era el impulso (bueno, más que impulso...era asustarla un poco con un choque de realidad) que la pequeña necesitaba para dejar esa recurrente sobervia de lado y hacer las pases con quien le hacía volverse tan vulnerable como una niña.

Pero claro, el ambiente serio nos duró poco. ¿Qué era ese comentario? ¿Fans? ¿Yo? ¡¿Enserio!? ¿Dónde están mis cartas de amor en el casillero? ¡Las necesito en mi vida! Sí, sí se que soy jóven en la escuela, pero solo saber eso no me asegura lindas fans escolares con las que claramente no me metería, sólo es un placer personal.

-¿Ah? Sí, claro...cuando te crezca ese pecho plano~~♥-respondí en son de burla. En realidad no es que me molestan las chicas petanko, de hecho en 2D son mis favoritas porque no es ilegal, más mi gusto por ellas no superaba mi amor por sacar de quicio a Ichigo.

Caminé hasta el pupitre del profesor una vez más. Debía pensar en un castigo para ella, pues pese a que este quizás era suficiente, seguro que el chico afectado querría una paga de la golpiza que le había dado...En todo caso...¿Cómo había logrado dejarle así...

-Hey...Ichichi...Quítate la chaqueta...-ordené casi demandante. Juro que en ese momento no me di cuenta de lo mal que sonaba Quería saber si habían grandes músculos bajo la gruesa tela del uniforme escolar...porque si no era así ¿Cómo rayos una chica tan escuincla había dejado así a un muchacho?

Estuve a punto de opinar algo al respecto del tamaño de sus pechos, pero con esta chica todo lo que diga puede ser usado en mi contra, especialmente si es alguna clase de apreciación a hacia su persona. Me limité a suspirar, alzando mis hombros demostrando mi desinterés al respecto. ¿Qué tenían las chicas con el tamaño de sus pechos? ¿No se dan cuenta del encanto de las petankos y las lolis? No son necesarios dos melones para conquistar corazones, menos el corazón de este sensei, ¡Maldición!

-¿Ah?-Musité, deteniendo en breve la mano que estaba a punto de alcanzar el delgado brazo de la joven. ¡Oh destino! Me estaba comportando como un maldito pervertido no es como si no lo fuera, pero ¡en público! Di un gran paso hacia atrás con un sonrojo nervioso en el rostro. No porque me hubiera sorprendido la actitud de Ichichi, después de todo solía jugar mucho con ello, pero es que en verdad !No me había dado de como se oían mis palabras fuera de contexto! Torpemente choqué con el pupitre tras de mi, desplazándolo levemente hacia atrás, quedando apoyado solo con los brazos sobre él, casi a punto de caer.

-N-No me malinterpretes, solo quería ver el tamaño de tus b-brazos...¡Dejaste a ese chico tirado!-me excusé reincorporándome mejor, alzando el rabillo de mi diestra hasta mi boca. Realmente no podía creer lo descuidado que había sido, suerte que no se encontraba nadie más cerca...¡¿Verdad?!