La oscura y vacía luna llena(Beth)

Ah...ah...aha...ngh...-el aire recorrió su garganta seca dejando un halo de vapor en el aire, sentía que en cualquier momento se desgarraría, pero eso no importaba, tenía que ir a la azotea, romper su garganta si era necesario cantando para que aquello absorbido se fuese de su cuerpo, si no podía ir a la mansión Luarent a tocar su piano...era lo único que podía hacer.





las voces de los recuerdos llenos de morbo de aquellos pecados realizados por los aldeanos hace siglos y de la lujuria susurraban en cada rincón de su mente y aquél silbido iba en degrade en cada paso que daba. Se escabulló alojándose en la oscuridad de la noche, en cada rincón de aquellos pasillos. Su cabello algo desordenado sobre su rostro, su corbata suelta, jadeante-

Ah...ya...-esquivó a dos guardias que estaban cerca de allí aprovechándose de su control sobre su propia presencia, no fue demasiado dificil he inclusive algo divertido, aquello le ayudo a al menos volver un poco más en si y esconder el ala que salía de su omóplato derecho, más sus tatuajes en su pecho, brazos, piernas y manos no querían irse, quemaban...de forma placentera...peligroso.

Subió las escaleras encontrándose con la puerta de la azotea, no demoró mucho en abrir la puerta para entrar, el viento de la noche se coló entre el espacio y las corrientes  de un aire algo frió sacudieron sus cabellos.

Y allí, delante de él, una figura blanquecina y brillante bañada en luz de luna acontecía, aquellos blancos cabellos eran acariciados por el viento, sus ojos se perdieron en aquella danza inmóvil...hiciera lo que hiciera, el quería verla en silencio...inclusive eso le parecía fascinante.

¿qué tan difícil puede ser para un demonio, para algo hecho en los mismos fuegos del infierno, vivir entre mortales?
Es una pregunta que había estado rondando en su cabeza desde que había puesto el pie en Glass City. Lo cierto, es que jamás se había cuestionado su existencia. Ni por qué estaba en ciertos lugares, pero había algo, más bien... alguien, que le estaba haciendo cuestionarse cosas que antes daba por hecho.
¿Cómo podía ser posible que no recordara nada?
Esa era una pregunta que jamás olvidaba, ni tampoco su respuesta. Porque así debía ser.
Un jarrón vacío, maltrecho, agrietado y sin uso como ella, lo único que hacía era llenarse y luego romperse cuando sobrepasaba su capacidad.
Sonrió, porque eso era lo que ella hacía. Normalmente cuando veía a un humano o escuchaba decir que eran maltrechos o no tenían propósito en la vida, era envueltos en un aura de tristeza y desasosiego. Con ella misma era distinto puesto que por eso mismo había sido creada y entendía perfectamente que había sido sólo un juguete más en el tablero de Lucifer. Claro, un hijo desechable para un padre que tiene cientos y miles.

La noche estaba fría, pero se sentía bien ser calada hasta los huesos. Su cuerpo le permitía sentir cosas que probablemente olvidaría si decidía seguir su destino. Tomar las almas... eso era lo que Beth estaba evitando hacer simple y llanamente porque deseaba conservar las memorias que estaba haciendo. Miró al cielo negro que se ceñía sobre ella en lo alto de la escuela Musette. Rodeada así, en la oscuridad, tranquila, sola.. se sentía como siempre en su vida... no, en su existencia.
No alcanzó a suspirar cuando la puerta se abrió. Se quedó inmóvil un momento mientras el viento hacía que las hebras de su cabello danzaran a un compás desigual. Ella sabía quién era sin la necesidad de voltearse.
Se volteó suavemente con el semblante sonriente, como cada vez que le veía en los pasillos. Pero no podía mentir. Sus ojos, negros como azabache estaban puestos en Lucien desde el momento en que se dignó a girar. Sentía la succión.
-Lucien...-dejó escapar desde sus finos labios mientras ladeaba su cabeza ligeramente.

Acaso era la misma oscuridad de la noche que hacía ver a los ojos de Beth de esa forma?claro que no...siempre llamaban al vacío...a un extenso y viciante vacío...


Su mirada se perdió un momento al mirar a Beth, ¿Cuánto tiempo fue? ¿cuanto tiempo estuvo mirando cada detalle de su rostro, de sus cabellos, de sus oscuros ojos y su fino cuerpo? no lo supo hasta que sintió el frío en su pecho al haber sudado tanto y tener el cuerpo aun caliente.

Ah...Buenas noches, señorita DuMort...-dijo con la voz aun ronca, se acercó a paso ligero sin evitar su ahora extraña y oscura presencia debido a la carga que había absorbido de Dante.

Cuando llegó a su lado sonrió con cierta malicia- Creo que el estar a estas horas es inapropiado...aunque claramente es lo mismo en mi caso.

Intentaba mantenerse cuerdo, pero aquellos blancos cabellos solo hacían que recordara a Lucia y la ira comenzaba a aproximarse...pero lo más peligroso...era ese oscuro color en los ojos de Beth...muchísimo más que el recuerdo de su hermana.

*No eres una mujer normal, lo supe desde el momento en que te vi...es  peligrosa succión de tus ojos...el querer caer en ellos...¿Podría mirar?*

Ah...mis disculpas, no tengo porque juzgarla...-apoyó su mano sobre la baranda negandose a intentar ver más allá sacudido por el temor de interesarse más en Beth. Por suerte los tatuajes solo se sentían desde las muñecas hacia arriba, si recibía contacto se extenderían...su piel era ahora sensible a cualquier tacto. Mantenía la distancia entre ellos.

No puede dormir?-no miró aquellos ojos atrayentes, podía cometer una locura si lo hacia.

Hizo una reverencia cuando escuchó el saludo, moviendo su cabeza y flectando ligeramente las rodillas. Observó como un perezoso gato al cual le han despertado la curiosidad; cada paso grácil que daba Lucien en dirección a ella estaba quedando grabado en su mente, aunque claro está, sería olvidado en su momento... como todo. Trató de mantener su cabello en su lugar, tomando un mechón que entorpecía su visión y colocándolo tras su oreja, pero era inútil. El viento ayudaba a que su cabello tuviera vida propia y ella no era capaz de detenerlo.
-Buenas noches, Lucien.- Dijo en un tono normal, aunque no con la alegría que la caracterizaba- No, ninguno tiene derecho a juzgar al otro~ no fuimos planeados para eso~ -se limitó a decir mientras dejó de mirar al pelinegro y subió su vista hacia arriba. Observó el cielo nocturno mientras ella misma hacía contraste con el; Su cuello estira hacia atrás marcaba una línea divisora que era difícil no notar, aunque a veces se perdía por su cabello revoloteando. -Rara vez duermo...- acotó.

Aunque quisiera, Beth no podía mantener los ojos lejos de Lucien, era un hambre que iba creciendo con forme el tiempo pasaba. ¿Tiempo? apenas llevaba unos segundos en la compañía de este peculiar individuo y se notaba el vacío que siempre llevaba consigo.

Respiró profundo, puesto que no iba a dejar que este hambre ganara.. no ahora, no esta vez, pensó ilusamente.
Bajó su cabeza y miró al piso por unos segundos pero simplemente le era natural observar a Lucien. Se volteó totalmente a mirar al chico alto, quien parecía.. ¿cansado? Por un segundo, re preocupó por él.
-Lucien... estás bien? -preguntó mientras se acercaba y extendía la mano para tocarle el brazo. Más lo sintió y sus dedos quedaron a milímetros de la ropa de chico. Comenzó a bajar la mano sin tocarle, por el contorno de su brazo, como si fuera trazando líneas sobre su piel, como si estuviera en braille. Quería tocarlo, pero ella sabía, algo en ella sabía que si lo hacía, no había vuelta atrás, porque hoy, Lucien era distinto a las otras veces. Lucien estaba mostrando lo que había en él. Una de las tantas cosas que le hacían distinto a ella; Lucien estaba lleno, ella, en cambio, era un jarrón roto.

-sus cabellos parecían crear un delicado baile, negros...negros como nunca, hebras de un color oscuro como el mismo cielo. Sus sentidos estaban tan expuestos que el viento le dejó percibir el aroma de los cabellos de Beth. Un escalofrió intenso invadió su columna.

de un momento a otro el viento dejó su rostro expuesto, ambos ojos dispares ardían en negro y blanco, tan vacíos y llenos al mismo tiempo que parecían transmitir su propia naturaleza, aquella que nadie veía, aquella que aun nadie conocía.

Sonrió ante la pregunta separando ligeramente sus pálidos labios, por alguna razón sus rasgos se volvieron felinos-...Vaya...No sabía que te preocupabas por mi...que feliz me haces-su sonrisa desapareció cuando vio que su mano se acercaba-ah...-jadeo seco, no pudo evitar seguir las suaves pinceladas de sus dedos al trazar lineas sin tocarle¿Porque aquello le parecía tan excitante?- ¿Qué sucede?...¿por qué no me tocas...?-dictó con voz completamente ronca. Se acercó a ella, dominante como una pantera, pequeños destellos en sus ojos.

Sus manos ardían. Quería bajar esos pocos centímetros que los separaba y trazar con la yema de sus dedos aquello que sabía que marcaba a Lucien en su alma. Quería lamer, quería besar, quería recorrer con la mirada aquellas marcas y simplemente hacer que Lucien se perdiera en ella.. y claro, ella en él.

-Lo hago... aunque no entiendo muy bien por qué.- le respondió a secas mientras le miraba a los ojos. Curiosa, hambrienta. -Si te toco, no hay vuelta atrás, lo sabes... lo sé. -Se limitó a decir con un deje de desafío en la voz mientras seguía en su posición, sin ceder terreno a Lucien, aunque claro, este estaba a su lado y más cerca; Beth parecía una niña un poco más frágil de lo normal con ese hombre a su lado. Sobretodo por cómo se movía a su alrededor, con la intención que se había acercado a ella.
Continuó recorriendo su piel sin tocarle, con una fascinación en la mirada. Separó los labios mientras sentía como todo en su interior se comenzaba a descontrolar.
Ligeramente y sin quitarle la viste de encima, Beth tomó la manga de la camisa de Lucien y la subió ligeramente. Dejó al descubierto una pequeña parte de las marcas. Sus labios se abrieron y una exclamación se quedó a la mitad de su garganta. Contempló aquello mientras sabía que Lucien le miraba, subió su vista hasta encontrarse con esos ojos dispares.
-Lucien...- susurró en súplica mientras tocaba, aquellas marcas. Piel con piel. Ardor con ardor.

Su respuesta no tardo, si Lucien hubiese estado en un estado normal inclusive aquello le hubiese resultado curioso y algo por lo cuál avergonzarse pero...el solo hecho de pensar que Beht se preocupaba por el sin saber realmente que aquello era una forma de acercarse a él le traía pensamientos que deseaba sacar de su cabeza-No hay vuelta atrás...ahora tenía sentido- ella sabía lo que sucedía, sin siquiera tocarle, sin decir mucho más que eso...aun no salía corriendo, inclusive..parecía querer quedarse allí. 

Ella sabía de la naturaleza de Lucien...no era humana no era necesario verla o examinarla con sus especiales ojos, cada palabra se lo daba a entender, aun cuando fuesen escasas.

Su tenue mirada, lo delicado de esta pareció hipnotizarle, traerle cada vez más, amarrarle-Beth...no me mires así...-su voz sonó ronca, cerró los ojos intentando no verla, de no querer sentirla, de no seguir acercándose y es que desde el primer momento en que se habían encontrado un iman entre ambos había sido puesto, algo que jalaba a que sus ojos se encontraran*no es acaso esto parecido a lo de Dante, no...es inclusive más intenso...ah...deseo perderme en ella...la deseo tanto...*.

...!-se alarmó cuando vio que descubría sus marcas, trago saliva con dificultad queriendo que sus ojos no se encontraran, pero allí estaba...no se iba, no cedía, sin quererlo suplicante- No,...no mires...-apretó los labios susurrando cada palabra-


Y en el momento en que su piel fue tocada sus pulmones se llenaron de aire, su piel ardió como fuego, un escalofrío, un suspiro, la sensación exquisita de querer poseerla, de ambos perderse-...después de todo siempre lo supiste...mientras que ambos jugábamos al cazador cazado...-acercó su rostro al de ella, solo hebras de cabello se tocaban entre si, ambas respiraciones fusionándose-...no, no me hables, no pronuncies mi nombre en ese tono-dijo casi extasiado por la idea de seguir escuchado de aquellos labios su nombre, de escuchar un tono más suplicante.

No pudo evitarlo la punta de sus largos dedos se posaron sobre la mejilla de Beth-...si no hay vuelta atrás, si ves mi estado...entonces vete y corre, déjame con mis pecados...-sus pieles se tocaron un poco más, una pequeña caricia en busca de encontrarle-...Pero...no puedo dejar de mirar tus oscuros ojos...ah...de todas las personas...justo tú en mi camino... sabes mi estado Beth...no me hagas seguir y ahogarme en esos ojos vacios...me dan... el tono de voz de lucien cambio, mordió su labio y respiró en su boca, pudo darse cuenta que su voz sonaba igual de ronca que en la habitación hace unos minutos-deseos de llenarlos...

Ella sabía muy bien que hacía, al menos eso pensó cuando descubrió las marcas de Lucien y el deseo de tocarle le hizo escocer la piel. Ese segundo en el cual pensó que podría sobrellevar lo que vendría se esfumó tan rápido que creyó que fue una ilusión.
Su toque ardía, oh, claro que ardía.
Cada rincón de Beth respondió a aquel contacto. Si ella sabía que Lucien estaba lleno ahora debía admitir que era mucho más de lo que esperaba. Mucho más.
Sintió como cada centímetro de su cuerpo respondía a ese llamado. Cómo cada pedazo de ella despertaba de un largo letargo. Como si hubiera pasado décadas, milenios haciendo ayuno y ahora pusieran delante de ella el banquete de mil reyes.
Hambrienta.
Sedienta.
Ansiosa.
Lucien cortó la distancia entre ambos y Beth aún así creía que estaban demasiado separados. Quería a Lucien, quería absorberle.
-Lu..-fue interrumpida por el mismo chico alto. No podía pensar nada racional. Aunque su cerebro gritaba en todos los tonos posibles que esta sería su perdición. Que Lucien para ser salvado, debía romperle. Que volvería a ser un jarrón vacío sin recuerdos... ella le ansiaba. Le ansiaba como si fuera lo más preciado del universo.
Respiró con dificultad cuando el toque se hizo más profundo, cuando su mano tocó su mejilla, cuando le acarició sintiendo que su piel hacía combustión pero aún quería más. Le ansiaba tanto que algo en su interior estaba doliendo, dolía como los horrores mismos que ella había sometido a más de una alma en otros tiempos.
Apoyó su mejilla aún más en la mano del pelinegro, escuchándole atenta. Todos sus sentidos esta vez estaban enfocados en Lucien.
Gimió.
Gimió en la boca de Lucien.
¿qué más podía hacer? fue involuntario, claro, pero aquel contacto, cada vez que sus pieles se rozaban, cada vez que todo se hacía más intenso, despertaba algo que Beth no terminaba de entender.

No me iré...-le susurró mientras avanzaba su mano y le tomaba la camisa desde el pecho.- No me iré...-repitió y le tiró levemente haciendo que Lucien se inclinara para ella, aún más. Levantó ligeramente la cabeza y con ese acto, lamió cual gato, los labios de Lucien, haciendo su cabello oscilar mientras su cabeza se iba hacia atrás. Bajó la cabeza nuevamente y sus ojos no se movieron de los pares de Lucien. -Vamos a jugar este juego, hasta que uno de los dos, se quiebre...- 'hasta que yo me quiebre' Le susurró mientras le lamía de nuevo.
I crave you... -gimoteó- Lucien...

Fue cuando aquel sonido se depositó en su boca que sentenció a ambos, cuando la piel suave y blanquecina de Beth tocó aun más la mano de Lucien. Aquel simple gesto hizo que Lucien volviese a tornarse más oscuro.

Sintió que los tatuajes palpitaban, queriendo ser tocados con más desesperación, lamidos, mordidos...

¿Acaso sus seres completos se ansiaban tanto como para perder el raciocinio...?*Cuando fue que comencé a añorar por más de ti*

Cerró los ojos un momento al sentir que su mano se posaba sobre la tela, al escucharle decir "No me iré". Lo repitió y allí estaban tan cerca que el más mínimo movimiento los conectaba. Beth lo hizo, los conecto con un gesto malicioso pero elegante en sus labios-...-No dijo nada hasta que ella calló.

La observo un momento mientras su mano se hacia paso a sus cabellos, a su nuca, masajeandola con sus largos dedos como si de un pequeño gato se tratase-¿Qué te hace pensar que dejaría que te quebrases?-su propia lengua se deslizó por los rincones que anteriormente Beth había hecho suyos, como si con aquel gesto marcara esa saliva como suya. Sin pensarlo mucho Lucien la tomó de la cintura hacia él, apegando sus cuerpos, atrayendo sus rostros-...Esto ya no es un juego...Beth, esto es alimentarse, tu y yo lo sabemos...pero queremos caer en la negación, si yo puedo alimentar ese vacío de tus ojos entonces come, devora cuanto quieras, seré el que te retenga cuando deba hacerlo... -rozó sus labios con los de ella, dejando salir de si un leve gemido placentero-Sólo no vayas a olvidar tus palabras, no permitiré que te alejes de mi por nada-la sujeto con fuerza, con deseo sintiendo las marcas llamando a Beth- Tócalas...-dijo mirándole los labios, sujetando un poco su cabello- Quiero que las mires y no olvides ni un detalle de ellas..-sonrió en sus labios seductor- deseas hacerlo verdad?-movió sus labios para besarle, más no lo hizo, encaminó con la mirada a la mujer, hasta su pecho, quería ver su reacción, quería en cierta forma olvidar que sólo Lucia y Dante veían esas marcas con normalidad, quería sentirse uno con ella mediante aquello, si se devoraban ahora iba a ser un error.

Fetichista?quizás...pero el sólo hecho de pensar en ser tocado por esos delgados dedos blancos en contraste con su entintada piel lo excitaba.

Cualquiera hubiera cerrado los ojos ante tales caricias, pero eran los ojos de Beth los que habían comenzado todo esto y ella misma no podía apartar la mirada de aquel ser que tenía a centímetros. Era consciente de la mano que le acariciaba, sentía como se relajaba con cada uno de patrones de caricias que la doblegaban de poquitos. Luego Lucien la acercó completamente a su cuerpo y si no fuera porque Beth era un demonio milenario, una criatura que conoce cada una de las tentaciones terrenales y las que pasan de este terreno, hubiera caído como cualquier otra humana en sus brazos.
Siendo sincera la ropa molestaba, quería estar en contacto con la piel de Lucien en cada centímetro de su propio cuerpo, por lo que esta proximidad estaba matándola, haciendo que la electricidad entre ambos creciera conforme transcurría el tiempo.

Lucien era un dominante, Beth lo supo desde el momento en que posó esos vacíos ojos en el músico, pero ahora, con cada palabra que le había escuchado, con cada gesto que él había hecho, Beth lo confirmaba y sabía que este ser sería su perdición. Pero estaba bien. Si ella debía elegir quién la quebraría esta vez, que fuera Lucien.

La mano de Lucien en su cabello, esa orden que obtuvo de él le caló hasta sus viejos huesos. Nunca había deseado tanto, en toda su existencia, no olvidar lo que veía. Sus marcas le dejaban sin aliento, eran perfectas, hermosas.... Pasó primeramente sus dedos por las marcas, luego miró a Lucien a los ojos, pidiendo permiso para acercarse aún más... lentamente, dejando que su cabello cubriera su rostro, besó uno de los tatuajes, dejando un leve gemido al hacerlo, uno que se apagó contra la piel de Lucien. VOlvió a alzar la vista, para buscar la aprobación de Lucien, con una súplica en la mirada, pidiendo permiso para tocarle, para lamer cada uno de sus tatuajes, para marcar cada uno de ellos. El hambre en Beth era cada vez más grande, más insaciable.- Lucien... -susurró suplicando-

Como un animal sediento que recibe luego de días aquel liquido tan ansiado, Lucien sentía el placer de la carne de Beth sobre la suya, recibía con un gusto indebido sus peticiones, su rostro pidiéndole la autorización para seguir tocándole.

Un beso, una suave aspiración de aire frío que calaba sus pulmones con la esperanza de que aquello le ayudase a mantenerse despierto, una sola nota sobre su piel guiada por la voz de ella. No bastaba, pero debía mantenerse aquí, en este lugar, por ella, por él, no podía abandonarse, ni abandonar la conciencia, no podía dejar que la lujuria tocase a Beth, no podía cometer el mismo error otra vez...

...-no habló, sólo una exhalación, sus labios se curvaron en una media sonrisa complaciente, mirando aquellos labios que decían su nombre, susurrante, suplicante.

sus ojos grises ahora eran completamente llenados de un celeste pálido, contrastante a los ojos negros de Beth. Increíblemente, aún cuando los instintos de Lucien eran los que primaban la situación, sin quererlo, para él en este momento Beth era una pieza de arte, exquisita, digan de seguir siendo observada durante minutos, durante horas...toda la noche.

Y cuando su mano se movió ligeramente cuando ella alzó sus ojos a él, lo entendió...hambre, sed...entendió lo que era Beth, comprendió que su encuentro no fue obra de una coincidencia, ellos debían conocerse, debían aproximarse, tomarse, poseerse, debían crear un pacto que los ayudara a sobrevivir-



Convierteme en tu festín...bebe de mi-se acercó a sus labios, respiró en su boca- come, aliméntate, déjame llenarte...-mordió su labio para encontrarse hundido por fin en sus ojos, en esa oscura laguna negra- Te traeré de vuelta cuando esté ahogándome en tu vacío, no deberás seguir en tan dolorosa fatiga-solo centímetros que parecían kilómetros entre ellos, entre sus labios- Vacíame que yo te llenaré...hasta que pueda hacerlo...hasta que me permitas hacerlo...-y antes de besarle con desesperación se vio reflejado en sus ojos, vio en ellos algo más que su propia alma, o al menos lo que quedaba de ella- déjame contenerte cuando tu lo hagas conmigo...hundirme en la oscura y vacía luna llena, en la mujer que maldice mi nombre con sus suplicas...-le beso, cuando lo hizo no pudo sentirse más cómodo, como si su sangre volviese a correr con libertad por sus venas, como si nunca antes conociera el significado de respirar...oh...cuanto quemaba, cuanto ardía...pero en cuanta salvación se sentía ahora en todo su ser.

Nunca en su vida había probado labios como aquellos, nunca en su existencia había sentido que su lengua pudiese encajar también, como un rompecabezas que pensó nunca poder armar-...mm..-y comenzó a sentirlo, él pacto entre ambos, el vacío mismo, la esencia pura de Beth sobre si, Lucien comenzaba a caer en un profundo mar, caía en el interior de su cómplice, alzándole para sentirle sobre si, para conectar ambos pechos, ambos latidos, dejando que Beth ya no tocase el suelo con la sola idea de que pudiese sentir lo que él sentía...que ya no estaba en este mundo gracias a ella.