In nomine Domini... Dissipatas alae [Priv. Yuli]

Más de alguna vez me encontré a mi mismo volviendo de forma inconsciente a los pies de Merveilles Records en algún momento de mis caminatas nocturnas por la ciudad. Había apreciado el edificio cuando el sol recién se escondía y la gente aún abundaba en su interior, así como cuando casi no habían luces y solo los guardias parecían rondar dentro.

Intentando evitar el sello apropósito, aquella noche tomé el rumbo contrario de la ciudad, crucé el concurrido centro para alimentarme en los alrededores de la estación del metro, por supuesto sin matar, aquella no era una práctica que realizara comúnmente, solo tomaba pequeños tragos de algunos jóvenes embriagados a los que engañaba sutilmente hasta atraerlos a un lugar donde no elevaramos sospechas, dejando en sus muñecas marcas muy sutiles, apenas como picadas de insectos, pero siempre eran al rededor de 2 o 3 víctimas por lo menos. Disfrutaba la caza, pero sabía que si tenía éxito entrando al sello, no podría tener libertades como esa. En mi futuro más ameno veía venir las bolsas de transfrusión calentadas a baño maría… y honestamente me deprimía.

Detuve el eco que provocaban mis zapatos sobre la acera justo frente a la catedral de la ciudad. Principalmente por dos motivos: La arquitectura era hermosa, solo comparable a algunas estructuras similares que vi en Europa, pero a la vez mucho más moderna. La segunda razón fue un presentimiento, más bien un escalofrío que recorrió mi cuerpo, sensación que confirmé al poner el primer pie dentro de la construcción.

Solo había una persona dentro a aquellas horas de la noche. ¿Una persona? No… Era otra criatura, pero por la falta de costumbre a la interacción con otros "no humanos" no pude distinguir qué era exactamente. Ni vampiro, ni humano, de eso no tenía duda alguna.

“-Buenas Noches.-“ Murmuré muy solemne tras avanzar por el medio del pasillo que dejaban las bancas de los feligreses, dar una leve reverencia al altar y luego a la persona a quién había alcanzado oír murmurar, en él clavé la mirada. No era mi intención jugar a mentir, por lo tanto tampoco oculté mi naturaleza.

"-Es de hecho, el único horario en el que puedo realizar esta clase de visitas.-" Admití sin sentir pesar por ello, solo era un hecho y es que mi vida normalmente iba a contrareloj humano. Cuando el día terminaba para ellos, a penas daba comienzo para mí y viceversa. "-Imagino que no es su caso.-" Agregué mientras desviaba la mirada y volteaba el cuerpo para tomar lugar en una de las bancas al lado contrario del pasillo donde él estaba.

Dejé mis manos descansar sobre mi regazo y alcé la vista hacia la imagen triste y desoladora que presentaba la cruz en medio de aquel salón, con cristo, el "hijo de dios" humillado en honor a la salvación de la humanidad. Salvación que no lo me alcanzó, y tal vez que no alcanzaría a nadie.

"- No es común para mí tener esta clase de encuentros. Es por eso que me fue imposible reprimir la curiosidad, sin embargo, no tengo intención alguna de interrumpirle. -" Dije a modo de disculpa, manteniendo la vista fija en aquella corona de espinas que adornaba la cabeza de quien todos venían a adorar a ese majestuoso lugar. El olor del incienso aún calaba mi nariz. Imaginaba que para Ash debía ser unas dos o tres veces más potente a la percepción, pero a mi lejos de desagradarme, hacía que envolverme en el mistisismo y en todo el ambiente del lugar fuera mucho más fácil.

La adaptación es una gran caracteristica necesaria para una condena como la eternidad.

"-¿Puedo solamente preguntar por su nombre?-"

Por alguna razón al comienzo me esperaba un grado mayor de hostilidad, por lo que me sorprendió su buena respuesta e incluso sus ganas de charlar. Sin siquiera ser necesario indagar más, él me había hablado acerca de su vida entre los humanos.

Así que era similar a mí, aunque no del todo.

Yo no me movía entre los humanos por necesidad, o al menos, no solo por ella. Todavía era capaz de maravillarme con su mundo, con ellos como seres, en su inocencia y en su completa maldad, en su fragilidad.

"- Sitri... -" Susurré como era mi costumbre, saboreando para mí aquel nombre que, dependiendo de la noche, olvidaría o recordaría para el anochecer siguiente.

"-Yuli.-" Respondí con sencillez, girando mi cabeza y apartando la mirada del cristo para dirigir mis ojos a la figura que ahora me interrogaba de forma educada. Sonreí.

"-Este es mi primer año en esta ciudad ¿Y usted?-"

Por alguna razón había algo en él, tal vez todo, que me hacía percibir cierta nostalgia o una muy pesada melancolía. Tal vez eran sus gestos o sencillamente la forma en la que se expresaba, no estaba seguro, pero lo dejé pasar. No era prudente entrometerse en asuntos delicados cuando recién estabamos conociéndonos, aunque la idea de probar meterme en su mente era, sin dudas, tentadora.

"- No por el momento, aunque planeo involucrarme con Merveilles.-" Contesté con una sonrisa un tanto forzada y es que precisamente esa noche el asunto del sello era lo que más quería evitar. Estaba en negación respecto al tema, pero no por ello iba a dejar de contestar. Observando su espalda devolví la pregunta de forma casual, desviando el tema y toda atención hacia Sitri.

"-¿Y usted, se dedica a algo?-" No podía imaginarlo, por lo que preferí preguntar directamente. Tal vez yo no era el único queriendo involucrarme con los humanos y su sistema de vida, en el caos de Glass City.

Mis ojos pasaron de su figura y se devolvieron a mirar al cristo, ahora me parecía una imagen un poco más sobrecogedora y triste, tal vez simplemente por el ambiente que se había formado en la breve charla.

Mi interés en el sujeto aumentó considerablemente cuando hizo mención de su función en Merveilles. Así que no era tan extraño que criaturas "no humanas" trabajaran en el lugar. Llevé una de mis manos a mi mentón, un tanto pensativo. Quizás sí podía arreglármelas solo en aquel mundo...

"-Tal vez si tengo éxito y logro quedar ¿pueda buscarte luego para que seas mi estilista? -" Estaba siendo ambicioso y un poco sobervio al pensar que podía aorobar una audición sin saber realmente qué tanta oportunidad tenía de hacerlo, pero si este sujeto y yo lograbamos tener una buena relación, tendría una carta a mi favor.

"- Ya veo. Debe ser complicado eso de ser profesor.-" Dije poniendo una mueca de lástima por él, sin buscar ofenderlo sino porque realmente yo no me veía capaz de hacer eso. "- Ah no, cosas como el cielo o el infierno no son cosas que pueda llegar a conocer, por lo tanto no tiene sentido para mí creer o no en ellas.-" Aclaré dándo un poco más de información respecto a mi inmortalidad.

"- ¿Mmh? -" Ladié la cabeza y me hice el desentendido. ¿Podía ser que él ya supiera lo que yo era? No me molestaba en absoluto, pues tampoco nunca he pretendido ocultarlo, pero me llamaba la atención su agudeza. "- No, por el contrario, hay mucha variedad de "comida" en esta ciudad. -" Dicho eso me levanté de mi asiento y manteniendo la sonrisa ladina, incluso ligeramente seductora en los labios, me acerqué a él.

"- Algunas más finas que otras... -" Inevitablemente clavé mi mirada en sus orbes y luego me reí de forma delicada. "- Me encantaría que nos lleváramos bien.-" Confesé.

Me agradó no recibir un "no" por respuesta. Tampoco tenía ningún problema en ser lo suficientemente honesto como para explicar mi propuesta y comportamiento.

- La soledad. - respondí con sencillez y a la vez, con la bruta verdad. - Has asumido bien. La interpretación es la correcta. Eres observador y no eres tonto, al menos eso puedo decir de nuestra conversación, sin embargo no soy tan antiguo, probablemente habrán otros milenarios, de esos que ya no desean compartir su mundo ni realmente vivir en este.- Di un paso atrás, no quería incomodarlo con la cercanía. Así que me giré y comencé a caminar mientras continuaba mi relato.

-Yo, por el contrario, no he sabido lidiar con la soledad. he pasado cientos de años dormido con tal de no sentirme abandonado, y ahora, por primera vez en mi vida, he dejado mi lugar seguro para emprender vuelo hacia lo que más me hace sentir vivo y conectado con este mundo, la música. - Detuve mis pasos y me volví a girar en su dirección, dedicándole una sonrisa cansada, un tanto triste.

-Quizás solo estoy buscando un poco de complicidad en este mundo al que me enfrento.-

"-Solo un par de siglos-" admití sin pudor por el cuestionamiento mientras me seguía paseando, generando un ritmo melódico con los tacos de mis botas.

No me sentía ofendido por su apatía hacia mi soledad, bien sabía que frente a criaturas más antiguas o más experimentadas, mi tristeza podría verse como el berrinche de un niño, y en parte, yo también admitía que lo era. Sin embargo, no sentía vergüenza alguna en buscar compañía, aliados, o simplemente criaturas no humanas que pudiesen, vagamente, comprender algunas de las cosas que de ahora en adelante se volverían inminentes en mi vida: La interacción con humanos, la forma de aparentar ser uno, las nuevas tecnologías y la industria misma de la música que, sin dudas, no era nada de lo que yo había experimentado en mi pequeño y aislado pueblo fantasma.

"-Por el momento...-" repetí sus palabras con una sonrisa juguetona, pues me hizo gracia la pequeña acotación. "-Espero que eso se mantenga... -" confesé y entonces mis pasos se detuvieron por su pregunta. Mi mirada se agudizó y entonces mis pasos volvieron a acercarse a él, esta vez analizándolo más allá de lo que me decía, indagando en su cabeza solo un poco.

"-Tu forma de generar aliados o cómplices es mediante la utilidad, ya veo. -" No me molestaba. Me parecía lógico si así había sido escrita la interacción con otros en aquella criatura, entonces decidí irme por otra manera menos cortés.

"-Sí, puedo. Y si no te parece soberbio de mi parte, asumo que estás bastante interesado en negociar sobre esto. Diría que el costo es bastante modesto. Solo pediré tu talento, tu apoyo y complicidad en el sello, bueno, y también quisiera saber la historia detrás de esta inusual petición, pues debo acotar que la sangre maldita no es de mis sabores preferidos al beber.-"