El móvil volador (libre)

Al entrar en la escuela iba mirándolo todo con curiosidad, y preguntándose qué tal sería esta escuela. Porque una escuela de música tenía que ser genial, al fin y al cabo, la música es guay. Pero por otra parte, no dejaba de ser una escuela en la que había que ir a clase, y seguramente estudiar y hacer deberes como en todas las demás. Y con profesores pelmazos. Bueno no, eso no podía ser, porque la música es para artistas, no para pelmazos… pero hay gente para todo.
La cosa era que más valía que fuera un sitio divertido, porque le había costado mucho convencer a sus padres para que le dejaran entrar. Sus padres eran un poco atrasados en ese aspecto, y opinaban que todo eso de la música estuvo muy bien como entretenimiento, cuando él era pequeño y estuvo en el grupo infantil “Sombras Chinescas”, pero que una vez que fuera mayor, ya debería irse buscando otra cosa más “seria”. Por eso eran reacios a que estudiara en una escuela de música en serio. Pero lo había conseguido y no pensaba tirar la toalla. Además, aunque sus notas siempre habían sido más bien mediocres, pensaba esforzarse para demostrarles que iba totalmente en serio.

Una musiquilla de videojuego empezó a sonar desde dentro de su bolsillo. Sacó el teléfono móvil para ver que su hermana le estaba mandando mensajes tontos. No era nada importante, pero como no tenía otra cosa que hacer, Rory se puso a contestarlos. Tenía bastante experiencia en eso de andar mientras escribía en el móvil, pero en ese momento iba tan ocupado en reírse del chiste que le había mandado su hermana, que se despistó y de repente chocó contra algo blando (probablemente una persona). El teléfono salió volando de su mano y aterrizó en el suelo.

-¡Hostia, el móvil!- gritó el chico, mirando al suelo. Pero en ese momento crucial pensó que debería disculparse con la persona con la que había chocado, antes de tirarse como un poseso a recoger el móvil. No iba a quedar como un imbécil maleducado con la primera persona que se encontraba en ese sitio.

-Em… ¡perdona!- dijo, intentando a la vez mirar a esa persona y no perder de vista su precioso teléfono-. Iba distraído y… ¿te he hecho daño?

Akiha se había pasado todas las vacaciones empezando el nuevo inicio de curso. bueno, eso y tocando el piano, cantando y trabajando como modelo en revistas de moda. Además su madre había insistido en que practicase más el canto lírico y actuase en alguna que otra fiesta organizada por sus progenitores. Por suerte, había logrado escapar de la monotonía y el aburrimiento gracias a las ideas de su hermano mellizo, con quien escapaba a menudo a recorrer y explorar la ciudad de turno, según la semana.
Y, por fin, había llegado el día en el que su hermano y ella regresaron a la Escuela Musette. ¡Aquello si que le agradaba! La música era una parte importante de ella y poder estar ahí era un privilegio indiscutible, así que la sonrisa no se le borró en varios días.

Aquella mañana Akiha había tenido unas cuantas prácticas extracurriculares para evaluar si su nivel había decaído en aquel tiempo de descanso. Por suerte, en voz y piano estaba en un buen nivel pero no así en arpa, instrumento que debería reforzar un poco más en las os semanas siguientes. Tras una mañana tan agitada, decidió dar un pequeño paseo por las instalaciones. Su mente vagó directamente hacia una melodía suave, una canción de cuna que solía cantarle su madre de pequeña, y a los acordes de dicha canción. A pensa sí llegó a ser consciente de en qué parte de Musette se encontraba. Iba tan distraída que no lo vio venir. Alguien chocó con ella, haciendo que perdiese el equilibrio y casi cayera al suelo. Se recompuso al tiempo que observaba a la persona con la que había chocado. Por la apariencia del chico y por el hecho de que no lo había visto antes por allí, suponía que debía ser de primer curso y tener unos 14 o 15 años.

Parpadeó varias veces al escuchar el grito del chico, alarmado por su móvil, para luego verlo dirigirse hacia ella. Negó con la cabeza ante su pregunta.

-Estoy bien, tranquilo - sonrió ligeramente y se inclinó para recoger el teléfono y, a continuación, alargárselo a su dueño - Toma. Espero que no se haya roto.

Finalmente, y tras debatirlo unos segundos en su fuero interno, decidió iniciar una conversación con él.

-Soy Akiha Agehachou - hizo una ligera mueca al pronunciar su apellido. No le agradaba mucho a pesar de su traduccion - ¿Eres nuevo?

Rory cogió el móvil, evaluándolo detenidamente. No parecía tener desperfectos y la chica también parecía estar bien.

-Muchas gracias- dijo, aliviado-. Creo que no le ha pasado nada.

Le quitó el polvo al aparato con la mano y se lo guardó en el bolsillo, para concentrarse después en mirar a la chica. Era muy mona, un poco más alta que él y tenía pinta de simpática. Seguramente sería de algún curso superior.

-¿Akiha qué?- preguntó nada más escuchar el nombre. No es que no lo hubiera entendido, pero le salió solo. Desde luego, esperaba que a ella no le importara que la llamaran por el nombre, si no, todo el mundo se volvería loco.

-Sí, es mi primer día, estoy en primero. Me llamo Rory Ryan- contestó después, sonriéndole-. ¿Y tú en qué curso estás? ¿Qué tal es la escuela?

Sonrió ampliamente al escuchar que el móvil estaba en perfecto estado.

-¡Me alegro! Cada vez hacen esos trastos más delicados. algunos se rompen con solo mirarlos - dijo, medio en broma.

Suspiró profundamente. Su apellido era raro, muy raro, así que estaba acostumbrada a que la gente no lo pillase a la primera. Por lo general solía gruñir un poco ante eso, pero se lo disculpó.

-Agehachou - Repitió, con una débil sonrisa - Es raro, lo sé. En japonés significa "Mariposa cola de golondrina". Pero puedes llamarme Akiha o Aki. Todo el mundo lo hace.

Así que de primero... aquel año habían llegado muchos alumnos interesantes de primero y aquel chico también parecía serlo. Inclinó levemente la cabeza a modo de saludo.

- Encantada, entonces, Ryan-kun - El apodo, utilizando su apellido, le salió solo, casi automático, como le salía con todo el mundo. cosas de la educación japonesa, seguamente. - Y bienvenido a Musette. Yo estoy en último curso, soy de los veteranos, se podría decir...

Por la rapidez de sus preguntas y el tono que utilizaba se le notaba ansioso por empezar las clases y su vida allí. Era normal. A ella misma le había ocurrido el primer año de clases.

- ¿sinceramente? La vida aquí es dura, pero divertida. Te lo pasas bien, aprendes lo que te gusta y conoces gente interesante, pero los profesores son exigentes y extrictos en cuanto a sus clases. - parecía meditar bien sus palabras - A veces se relajan un poco más pero, por lo general, esperan la excelencia de cada alumno, ya que solo los mejores lograrán entrar a la discográfica. En ocasiones es posible que se vuelvan un poco carcas en sus discursos, pero son majos la mayoría del tiempo. ¿Ya conoces las instalaciones?

-Vaya, pues eso es muy bonito- dijo asombrado, al escuchar el significado del nombre. En un principio le había parecido hasta ridículo, pero el hecho de que tuviera un significado bonito al menos lo justificaba-. Está bien, prefiero llamarte Aki, si no te molesta, es mucho más fácil para mí. Es que a veces soy vago hasta para hablar, ¿sabes?

-Tú puedes llamarme Rory, me siento mayor cuando me llaman por el apellido…- rió, al ver la formalidad de la chica-, pero como te sientas más cómoda.

Al fin y al cabo, sabía que había gente a la que no le gustaba tomarse muchas confianzas así de buenas a primeras.

Escuchó con atención la explicación de la chica sobre la escuela.

-Me alegro que sea divertido, aunque eso de los profesores estrictos no me hace mucha gracia- confesó-. Pero supongo que es normal en una escuela como esta.

Quizá sus días de “alborotador” oficial de colegio habían acabado. No se podía estar haciendo el tonto en un mundo tan competitivo como aquél.
Ante la pregunta de Akiha, respondió:

-Pues en realidad no conozco mucho, todavía me tengo que hacer el “tour”- dijo riendo.