W.W Apartment [Priv.]

El atardecer había culminado un par de horas en el pasado. Los bellos tonos de naranja, rosa y morado habían desaparecido del cielo para dar lugar a un azul tan profundo y oscuro, en el cual se podía disfrutar de un ligero manto de estrellas, iluminadas por una luna blanca y resplandeciente que les había seguido los pasos hasta un barrio tranquilo y silencioso, donde los árboles decoraban las calles y diversos residentes a esas horas salían a caminar y a disfrutar de la frescura de una noche de verano, donde los niños disfrutaban de juegos y las mascotas junto a sus dueños trotaban o corrían sin preocupaciones: en resumen, era uno de los sitios donde la mayoría en la ciudad soñaba vivir, menos Andrew… El sitio era demasiado ostentoso para su gusto; lamentablemente, en su regreso a la ciudad, él no había decidido dónde vivir.

El azabache se veía nervioso mientras caminaba esta vez con Dominik a su lado. No estaba precisamente nervioso por si alguien amenazara en contra de ambos; la realidad era que el hecho de que cualquier mascota se acercara le mantenía alerta. Era su martirio de todos los días, a cualquier hora. Trataba de hacer lo mejor para evitar a cualquier mascota que pretendía pasar por el mismo camino; incluso si eso significaba cambiarse de acera una y otra vez, llevando a Dominik consigo en el trayecto.

— … — no comentaba nada al respecto, muy pocos o nadie conocía la fobia que ocultaba; sinceramente, pensaba que era algo ridículo y motivos de burla si alguien lograba saber a qué le temía. Por el momento, no daría explicaciones.

Después de unos minutos más de seguir caminando entre calles, el azabache se detuvo finalmente frente a un edificio decorado con luces de una manera elegante que recorrían desde arriba hasta la entrada de puertas cristalinas que dejaban ver un lobby donde se recibía principalmente a los visitantes y residentes. Se adelantó un par de pasos a Dominik frente al edificio y abrió la puerta de cristal para dejarle entrar, mostrando un gesto cordial ante el más bajo.

— No te ilusiones, solo estoy siendo amable — bromeó y se dirigió al ascensor, el cual permitía subir a los pisos más altos. Sacó una tarjeta blanca y la pasó por un lector, las puertas metálicas se abrieron y posteriormente Andrew entró esperando que Dominik le siguiera. Se sentía un poco intimidado; no era común que el azabache dejara entrar a alguien ajeno a su espacio personal, pero no podía dejar a Dominik dormir fuera en un bosque o sabrá quién en dónde más. Le causaba cierta curiosidad la situación de aquel “amigo” que había permitido que Dominik fuera usuario de su propia suerte para vivir fuera de un lugar seguro. Cuando el ascensor se detuvo en el sexto piso y las puertas se abrieron, salió caminando un par de metros más hasta llegar a una puerta con el número “606” en ella. Sacó unas llaves de su abrigo, pero antes de abrir la puerta soltó un suspiro y notó un pequeño paquete en la entrada con un sobre blanco. Se agachó y lo tomó con su mano libre. Sabía perfectamente de quién era.

— Escucha, usualmente no soy tan ostentoso, pero mi familiar insintió mucho para que tomara este lugar mientras estoy en la ciudad — dijo mientras giraba la llave y la perilla al mismo tiempo, abriendo la puerta. — Solo no… le comentes a nadie más — Andrew era reservado con sus cosas; lo admitía. Pero por otro lado, estaba tranquilo y animado al tener una visita como Dominik.

Al abrir la puerta, las luces del interior se encendieron, revelando un lugar que describía los gustos de Andrew a la perfección. Los instrumentos no podían faltar a lo largo de todo el sitio, sobre todo una batería completa y una mesa de mezcla de música, recalcando cuánto le gustaba a Andrew su trabajo. Las tonalidades primarias eran oscuras y neutras, con toques de madera y decoración asiática en puntos estratégicos que traían recuerdos de su estadía en el país del sol naciente; una pared completa de libros acomodados por colores, recalcando notoriamente el problema que Andrew tenía con el orden. Al mismo tiempo, un gran ventanal con una buena vista de la ciudad y, para finalizar, un pasillo que llevaba a las habitaciones del fondo. El lugar era demasiado grande para una sola persona, pero Andrew había conseguido que fuera acogedor y una zona a la cual podía escapar de todos sus problemas personales.

Se adentró en el lugar con normalidad y dejó el paquete sobre la barra de la cocina y giró para ver a Dominik. — Para tu mala suerte, no tengo café — comentó recordando el último comentario antes de salir del parque de diversiones. — Ponte cómodo, Dominik, y explora lo que quieras — dio la libertad de sentirse como en su hogar y explorar todo lo que quisiera. Mientras tanto, Andrew regresó su atención al paquete, lo abrió y reveló un aroma dulce que encantó al azabache: eran diversas bolsitas de su té favorito. Procedió a leer la carta.

— Ya no se usan cartas, anciano — susurró ignorando el hecho de que Dominik siguiera o no cerca.

REFERENCIAS DEL LUGAR :

Diminik disfruto de la caminata a pesar de estar cansado y algo confundido, ya que quien guiaba la caminata hacia uno que otros cambios de e caminos de forma algo innecesarias, no le molestó en absoluto solo se le hacía algo extraña, haciéndole quedar más de una vez mirando a Andrew con un gran rostro de confusión, pero al parecer no le notó en absoluto. Al llegar al la puerta del edificio y ver la acción de Andrew no pudo evitar mirarle con una gran expresión de confusión.

- No sé a lo que te refieres... Con ilusionarme.

Al no entender las palabras del más alto, simplemente pasó por la entrada agradeciéndole con una leve reverencia con la cabeza, le siguió el pasó hasta el elevador, no tenía mucho que decir, no sabía muy bien que debería de hacer ¿Hacerle preguntas sobre su hogar? Quizás... ¿Debería de hacer preguntas personales? Antes de poder crear algo en su mente, el ruido del elevador lo hizo volver a la realidad. Tras haber llegado al lugar, quedó mirando el número para poder memorizarlo, por su suerte era un número fácil de recordar. Antes de poder entrar al lugar el contrario habló, Dominik quedó un poco confundido por las palabras del contrario.

- Primero que nada te recuerdo que no tengo con quien hablar más que contigo...

Dominik al terminar de hablar y darse cuenta de sus palabras, se sintió algo avergonzado, no quería decir que no tenía a nadie pero ya no sabía si Dan seguían siendo amigos, asi que tampoco es como si fuera ir a contarle todo.

Al entrar el lugar quedó un impresionado, era a simple vista un lugar muy lindo pero lo que más llamó su atención fue la gran batería, se adentro un poco más al lugar y observó con mucha curiosidad cada rincón del departamento. Las palabras del más alto hicieron que su mirada se dirigirá hacía él, un leve puchero apareció en su rostro.

- No importa, solo lo decía por... Decir algo, pero si me gustaría algo para beber...

Lo último lo dijo en voz muy baja ya que no solía pedir nada, ante el permiso de poder explorar el lugar no lo pensó dos veces y se dirigió casi de inmediato a ver la batería del azabache.

- Oye ¿A quién le dices anciano? Tú te ves más viejo que yo.

El dragón pensó que las palabras de Andrew eran para él, cuando dirigió su mirada algo fulminante hacia el chico, se quedó mirando con bastante curiosidad lo que llevaba en las manos.

- ¿Que es eso?

Dijo el ojiazul dirigiéndose hacia Andrew bastante expectante de lo que hacía, quedando frente a él mirándole esperando alguna respuesta del chico.

Las palabras que escuchó de Dominik cayeron como un balde de agua helada sobre Andrew, mismo al que le dió una ligera temblorina en una de sus cejas. Suspiró mientras dejaba la carta sobre la barra de tonos oscuros y giró su vista al más bajo, quien mostraba curiosidad sobre el contenido de la caja que desprendía un agradable olor. Andrew se mordió la lengua, pero una sutil expresión de sorpresa y disgusto cómico se hizo presente en su rostro. No le había causado molestia el comentario de Dominik, más bien una preocupación interna que resolvería después, en otro momento.

— Sabes, pequeño Geko altanero, en mi mundo decirle viejo a alguien es una ofensa. Lo dejaré pasar solo esta vez — Y rio suavemente, deslizando la caja sobre la barra y ofreciéndole al contrario inspeccionar el contenido a su invitado. Dentro de la misma, había bolsitas de tela que dejaban ver flores de diferentes colores y patrones marchitados. Aparte de esto, también en el contenido se podían apreciar un par de baquetas de madera nuevas empacadas con cuidado, y otros accesorios como fotos de Andrew paseando por Londres en anteriores años, amuletos de papel con letras en el idioma japonés escritas sobre los mismos, un viejo reloj y un libro de pasta dura en color verde con letras doradas que escribían el título de “El misterio de Tivoli” Todos objetos que había dejado con propósito en su hogar nativo. — Es un paquete que envió mi abuelo. Es mi té favorito, y otras cosas. — Se encogió un poco de hombros, llevando una de sus manos a su propia nuca y dando un masaje en ella, demostrando algo de estrés. — El viejo desde que descubrió cómo enviar paquetes desde Londres no ha parado; todas las semanas recibo algo de él. — No era algo que realmente le molestaba; le hacía sentir cerca de casa un poco de nostalgia. Pero el apartamento se quedaba sin espacio poco a poco. Todo lleno de libros, instrumentos, fotos y cuadros.

— Y esto es mejor que del café del que tanto hablas — Comentó Andrew, tomando una de las bolsitas y caminando detrás de la cocina impecable, donde sirvió agua en una tetera y la puso a hervir sin dificultades. Se giró nuevamente a Dominik, ya olvidando su comentario anterior. —Tardará unos minutos en estar listo, buscaré algo de ropa para que estés más cómodo —

Dicho lo anterior, Andrew continuó su camino por el pasillo que le llevó al fondo hasta las habitaciones del departamento. Estaba tratando de ser un buen anfitrión para Dominik, pero era cierto que no estaba en sus planes recibir a alguien; no tenía nada que pudiera quedarle a la medida al más bajo, pues toda su ropa era notoriamente más grande y holgada. Haría su mejor esfuerzo. Dejó a Dominik esos momentos solo y se enfocó en la ropa y otros accesorios que pensaba necesitaría para pasar la noche.

No pudo evitar reírse con el comentario de Andrew, no quería ser grosero pero no espera esa respuesta por su parte.

-Okay señor Andrew mis disculpas, no quise ofenderte. Por cierto ¿Por qué me dices "Gekko"?

Hizo una pequeña pausa en la última palabra entonando esta misma, tomó la caja del chico con bastante intriga, comenzó a examinarla por dentro, saco una de las bolsitas y comenzó a olerla un poco de cerca, olia muy bien al gusto del dragon, siguió registrando la caja y tomó las fotos, se quedó observando estas y una pequeña risa salió de Dominik, dejó estas para seguir observando los restantes objetos dandoles sus tiempos de examinarlos para luego dejar todo dentro de la misma caja.


- Eso es muy tierno, ojalá pudiera recibir algo de alguien... Oh, por el simple olor me puedo imaginar que si, solo he tomado té simple, creo... No estoy seguro, pero me está llamando mucho la atención. Está bien, hmmm okay y este hmmm gracias.

Dijo algo apenado, había olvidado que no tenía ninguna pertenencia aparte de su celular y unos audífonos, que la verdad no usaba mucho ya que tenia que ir al centro de la ciudad algún café par poder cargar su celular, esto le generaba algo de vergüenza asi que no lo estaba haciendo muy seguido.

Dominik le generó algo de curiosidad donde se había dirigido Andrew así que se dirigió al comienzo del pasillo observando desde lejos la única habitación con luz, como un niño curioso se escondió detrás del pasillo mirándole, podía divisarse un poco del azabache caminando por la habitación, el dragón se quedó así por un corto tiempo hasta que un ruido le asustó, era la tetera la cuál habia comenzado a sonar, se dirigió hasta la cocina a apagar esta, miró cuál de todas las perillas fueran, antes de poder encontrarlas escucho un ruido en su espalda haciendo que el ojiazul se volteara.

Surcó en la comisura de sus labios una suave sonrisa divertida ante la pregunta de su invitado; era un gusto el poner apodos a las personas, fueran sus amigos o no, e incluso si causaban cierto desagrado. Durante todo el momento miraba con diversión a Dominik, mismo que mostraba cierta curiosidad en sus ojos, como si hubiera entrado a un mundo nuevo; comprendía el sentimiento, pues su vida había cambiado para siempre hasta hace algunas horas.

— ¿Por qué te digo así? Pensé que sería demasiado obvio. — Exclamó mientras desbloqueaba su teléfono y buscaba en el navegador a un pequeño animalito. Este mismo era un pequeño reptil colorido de unos grandes ojos y patas pequeñas. Le pareció divertido llamarle así. Le mostró la pantalla del celular en donde se podía ver claramente una imagen de un Gekko. — Eres muy pequeño para ser un dragón parecido al de mis libros. Así que te imagino así. — Comentó sin pena alguna y procedió a hervir el agua.

En su camino por el pasillo que llegaba a las habitaciones, no pudo evitar sentirse afligido por el comentario de Dominik sobre recibir algo por paquetería. ¿Qué había pasado con su familia? ¿Estaba tan solo realmente como decía? Eran unas de las muchas preguntas que Andrew formuló en su cabeza. Una mirada seria en sus ojos se hizo presente mientras buscaba algo entre sus ropas que le pudiera servir a Dominik; pensante en la situación por la que atravesaba el chico, y sintiendo al mismo tiempo una culpa aplastante al no haber reconocido por tanto tiempo la suerte que había tenido desde pequeño. Al buscar entre todos los cajones de ropa de la habitación principal, Andrew logró encontrar una camisa de tonos neutros que había dejado de usar debido a que el tamaño había quedado pequeño para su cuerpo; mismo caso para un pantalón ligero que permitiría a Dominik estar cómodo al menos por la noche.

Y sus pensamientos se detuvieron una vez que escuchó el sonido de la tetera. Salió de la habitación no sin antes sujetar una toalla que terminaba su kit de noche. Al llegar a la cocina, miró cómo Dominik trataba de apagar la ornilla sin éxito. Se acercó a las espaldas de Dominik y con su mano libre apagó la ornilla, y con la otra tiró suavemente de la fina punta de la oreja ajena, decorada con perforaciones, mismas que no había notado hasta ese momento.

— … — Le dedicó una suave sonrisa sin apartarse, alzando su mano que alcanzaba perfectamente los estantes altos de la cocina. Al abrir una de las puertas, sujetó dos tazas y finalmente se apartó. Dejó ambas tazas sobre la barra justo al lado de la caja de buen aroma y se dirigió nuevamente a Dominik para ofrecerle todo lo que había conseguido para él.

—Creo que con esto puedes sobrevivir la noche. — Comentó mientras en sus manos sujetaba de manera perfecta los ropajes para el dragón y otras cosas necesarias. — Si necesitas algo más, puedes decirme ¿Entendido?. — Preguntó sonando ligeramente autoritario en su última pregunta. Cuando la tetera dejó de sonar, Andrew se dispuso a servir el agua caliente en ambas tazas, y colorar en ambas una de las bolsitas de tela que al contacto desprendió un color lavanda en el agua. Deslizó la taza por la barra, y la ofreció a Dominik; Andrew estaría atento a su reacción.

Un ligero escalofrió recorrió el cuerpo del dragón tras sentir el toque ajeno, ya que no era algo que esperara, este le tomo mucha sorpresa, se sintió totalmente avergonzado y sintió como subir un calor al rostro, haciendo que el rostro de Dominik tomara un leve color rosado. Se quedo completamente quieto, bajo la cabeza esperando que Andrew no notara el sonrojo, ni alguna micro expresión.  

- Yo...

Antes de poder decir algo más Andrew ya se había movido del lugar, el ojiazul solo se dedico a mirarle, sen decir nada. Cuando el azabache le ofreció la las cosas las tomó con manos algo torpes.

- Oh, gracias.

Miro detenidamente las cosas y sonrió, El hecho de que Andrew pensara en algo tan sencillo como en asegurarse en su comodidad le hizo sentirse muy agradecido y algo avergonzado por no haber podido manejar las cosas por si mismo.

Se sentó con cuidado en una de la las sillas que se encontraban allí mismo cerca de la barra, tomado la taza de té ofrecida, oyó las palabras del contrario tras esto dirigió su mirada hacia él y asintió levemente con su cabeza, el olor del té llamo la atención de Dominik, haciendo bajar su mirada y quedando bastante asombrado con el color del liquido, algo ansioso dio un sorbo al té, pero este se quemo la lengua, no solía aguantar mucho el calor, hizo una pequeña mueca de dolor.

- Auch... Ah, de sabor es algo dulce... creo. Ush... me duele la lengua.

Dijo aún en una mueca de dolor en su rostro.

- Hmmm por cierto... ¿Dónde dormiré?  antes solía compart...

El pelinegro se quedo en silencio antes de terminar la frase ya que no había pensado bien en sus palabras, ni la situación, anteriormente compartía cama con Dan, pero olvido que ellos eran personas totalmente diferentes y no sabia muy bien si Andrew iba a burlarse de él o haría algo más y la verdad, la primera opción, no era opción, no quería ninguna burla con aquel tema. Más que nada era que no quería saber nada, ni pensar en Dan pero era la única persona en su vida actual con vida y que fue o era cercano. El dragón volvió a dar un sorbo a su té, un tanto para ignorar la incomoda situación que solo se estaba metiendo.

La comodidad del lugar traía ciertos recuerdos a lo que solía ser su vieja habitación en Inglaterra; todas las decoraciones y objetos dentro de ese departamento significaban algo para Andrew, quien con gusto compartiría ese espacio con quien sea que necesitara de una pequeña ayuda; como lo era Dominik en cuestión. La taza que sostenía entre sus manos le daba calor y confort a sus dedos, que comenzaron a doler ligeramente, y aunque Andrew entendiera el dolor físico, ver en los ojos de Dominik una llama apagada le conmovía en el pecho. Bebió un pequeño sorbo del té, manteniendo el líquido en su boca por unos segundos, degustando; hizo una pequeña mueca. También se había quemado.

— Dominik — Le llamó, con un tono de voz ligeramente más serio. Dejó la taza sobre la barra y fijó sus ojos castaños, buscando la mirada gelida del joven contrario. — No sé nada sobre tu relación con tu “amigo", lo que hicieron o no, o las razones por las que no estás ahí ahora mismo. — Comentó el azabache, tomando camino nuevamente hasta el pasillo de donde había salido con anterioridad. — Y no tienes por qué decirme o explicarme algo; no te preguntaré sobre el tema. Hay dos habitaciones en este lugar, una es mía y la otra está libre; puedes dormir donde demonios quieras. Pero en el suelo no, te enfermarás — Le invitó a seguirlo, soltando una risa mientras caminaba.

Dicho esto, se adentró en el pasillo; quería que Dominik se sintiera libre de hacer lo que quisiera en ese lugar; que no fuera reprimido de decidir lo mejor para él; quizá ser un apoyo para que el joven conociera lo que era vivir sin miedo y al qué dirán, tal y como se había comportado en el parque de diversiones. Al final del pasillo, habían dos puertas más, una enfrente de la otra. Andrew giró la perilla de la puerta izquierda y la abrió, dejando ver la habitación, que contaba con una cama pulcra y una distribución bastante cómoda, incluso con un baño propio dentro de la misma.

— Puedes tener este espacio para ti. Esta habitación siempre ha estado libre y no le tengo un uso. Este departamento es demasiado grande para mí — Comentó Andrew, quien se giró y empujó con suavidad la puerta del lado derecho, de donde previamente había salido con las vestimentas que le había dado a Dominik momentos atrás. — Y esta es mi “save zone". Aquí paso la mayor parte de mi tiempo. Puedes entrar sin permiso, no tengo problema con ello. Pero no me hago responsable de lo que puedas encontrar o ver.—

Agregó Andrew, quien divertido entró a su propia habitación. Notoriamente más grande que la consecutiva; los tonos neutros seguían el mismo juego que el resto del departamento. Aquí se mostraba una gran colección de instrumentos, así como mucho arte y dibujos realizados por Andrew. Tenía una variedad de guitarras acústicas y eléctricas, acomodadas en orden por el estilo que más le gustaba hasta el que le parecía más sencillo. Varias figurillas de dragones eran parte de la decoración; parecía que dentro de ese lugar se pudiera grabar una canción completa sin grandes complicaciones. Andrew, al darse cuenta de esto, suspiró y se acomodó el cabello con una de sus manos, de manera bastante despreocupada.

— Creo que sí soy algo ostentoso después de todo…—

Dominik siguió a Andrew por el pasillo, observando el departamento con una mezcla de curiosidad y desconcierto. El lugar era más grande de lo que había anticipado, lleno de detalles personales. Aunque el azabache hablaba con un tono ligero, el ojiazul escuchaba más el sonido de su voz que el contenido de sus palabras, asintiendo de vez en cuando sin profundizar demasiado. El concepto de compartir espacio con alguien no era nuevo para él.

Cuando le mostró la habitación que podría usar, el dragón asintió nuevamente, apreciando la simpleza y el orden del lugar. Sin embargo, no hizo ningún comentario al respecto, sintiendo que no era necesario. Para él, lo importante era que Andrew le estaba ofreciendo un lugar donde quedarse, y eso ya era más de lo que había esperado. Su mente, sin embargo, no estaba ocupada en analizar demasiado ese gesto.

Lo que realmente captó su atención fue cuando Andrew abrió su propia habitación. Dominik miró con interés, no tanto por lo que representaba, sino por la cantidad de objetos que contenía: instrumentos, dibujos, figuras de dragones. Dominik sintió una especie de admiración tranquila. No lo veía como algo fuera de lo normal, sino como una parte más de la persona que comenzaba a conocer. El contrario parecía alguien relajado, alguien que sabía cómo aprovechar su propio espacio, y eso le resultaba interesante.

Cuando Andrew se pasó la mano por el cabello, en ese gesto despreocupado que parecía habitual en él, Dominik lo observó brevemente, sintió algo de incomodidad y dirigió su mirada hacia otro lado.

- No creo que seas ostentoso... Simplemente... eres tú.

Sus ojos recorrieron la habitación por última vez antes de volverse hacia el pasillo. No pensaba demasiado, solo sabía que el azabache tenía un estilo un poco diferente bueno eso era más que obvio ya que nadie iba por la vida viviendo en un bosque, pero esa diferencia se le hacia bastante interesante.

- Es un buen lugar para estar...

Comentó finalmente. Dominik aún sin comprender su inquietud, se quedó en la puerta mirando las ropas prestadas, sin saber si entrar al lugar o retirarse. Pero algo, quizás sería curiosidad lo hacia quedarse quieto observando la habitación y al chico de vez en cuando.

- Oye Andrew... ¿Te molestaría si... Me quedo contigo está noche?

Dominik no le parecía algo fuera del común compartir una cama con alguien más, lo único extraño aquí era con alguien que apenas conocía, se sintió algo avergonzado al lograr entender sus propias palabras y bajo su mirada. No había analizado la situación y sus propias palabras, solo funcionaba de forma automática casi como si estuviera repitiendo de alguna forma patrones anteriores sin quererlo.

Los ojos de Andrew se quedaron mirando a aquel joven de luces azules en el cabello. Ante la petición de Dominik, Andrew se quedó sin palabras. No estaba en sus planes compartir la cama con aquel chico que apenas acababa de conocer; a pesar de sus experiencias carnales con personas, especialmente mujeres que recién conocía; Andrew no esperó que el dragón le pidiera algo como eso en la primera noche. El azabache intentó tranquilizar sus propios pensamientos, y aunque en la expresión de su rostro se notaba tranquilidad, como si todo estuviera bajo su control, por dentro, no sabía qué decirle.

Dentro de su reflexión entendió que iba más allá de lo que muy simplemente pudiera pensar; pues en los ojos de Dominik podía ver tristeza y soledad; sentimientos que le aquejaron el corazón cuando era mucho más joven. Andrew, por segunda vez en ese momento, y como si se tratara de un ademán que hacía cuando estaba un poco incomodo, volvió a acomodar sus cabellos negros sin tener muchas opciones realmente de cuáles escoger. Miró a Dominik, y le dedicó una sonrisa suave y asintió con la cabeza, comprendiendo o intentando comprender la situación del más bajo; tantos cambios abruptos podían hacer sentir perdido a cualquiera. Alzó una de sus manos con un suave movimiento, y por primera vez tocó los cabellos de Dominik, regalando una caricia, buscando que esta fuera reconfortante para el dragón.

— Las noches que necesites — Dijo el azabache, adentrándose más en la habitación. En aquella abrió un par de puertas que reveló ropa que yacía colgada; sujetó un pantalón holgado negro y una camisa de mangas cortas del mismo color y se quedó mirando unos momentos. Se mostraba algo pensativo, divagando entre los numerosos acontecimientos que habían pasado en tan poco tiempo. Era normal que hasta ese punto, se sintiera realmente exhausto. Sin regresar a la entrada de la habitación, donde estaba Dominik, giró su rostro, buscando con sus ojos el contacto visual con el dragón.

— Tomaré una ducha; siento que me duele todo el cuerpo por alguna razón — Sin decir nada más, Andrew abrió una de las puertas que estaban en aquella habitación y se adentró en ella. Los minutos siguientes estuvieron llenos de dicha. El agua caliente caía por su cuerpo, llenando el cuarto de un vapor tibio y húmedo. El sonido de las gotas al impactar con el suelo era suficiente como para dejarse llevar sin duda en una de las mejores duchas que había tenido en demasiado tiempo.

Cuando Andrew accedió a su petición, algo en el pecho de Dominik se relajó, no sé habia dado cuenta hasta ese momento de lo tenso que estaba e intentó relajarse,  aunque no comprendía del todo el porqué de todas esas reacciones por su parte. El dragón nunca había tenido que depender mucho de los demás, hasta ahora, eso cambio hace un par de meses, era diferente, ahora realmente sentia la soledad de todos los años caer aún más en sus hombros, en su pasado nunca habría decidido pedir algo tan íntimo como compartir una cama, pero en estos momentos lo había hecho sin pensar demasiado. Solo sabía que necesitaba estar cerca de alguien, como si el silencio de una habitación vacía fuera demasiado denso para soportarlo.

Al sentir la caricia inesperada en su cabello, Dominik se quedó quieto, parpadeando ligeramente mientras Andrew le daba ese gesto de cercanía. No era algo que esperaba, la cercanía del azabache aún se le hacía algo de tener que acostumbrarse y durante unos segundos, no supo cómo reaccionar. En su mente, aquello no tenía un significado más allá de un simple gesto amistoso, aunque una extraña sensación de calidez se instaló en su pecho. Aún así, no lo interpretó como algo más profundo, solo lo recibió con bastante naturalidad.

- Gracias...

Murmuró en una voz casi inaudible, su voz sonando más baja de lo habitual. No sabía bien qué más decir, y las palabras de Andrew de que podía quedarse las noches que necesitara le resultaron reconfortantes, aunque, de nuevo, no entendía del todo por qué.

Cuando Andrew mencionó la ducha, Dominik simplemente asintió, quedándose de pie en la entrada de la habitación, observando cómo el azabache se adentraba en el baño. Podía escuchar el sonido del agua cayendo después de que Andrew cerrara la puerta.

Con pasos lentos u algo inseguros se fue adentrando en la habitación, caminó hacia la cama, sin atreverse a sentarse, finalmente decidio cambiarse de ropa mientras esperaba al chico, miró nuevamente las prendas, un suspiro salió de los labios del ojiazul, y prosiguio a cambiarse finalmente de ropa. Estás le quedaban un poco más grandes de lo habitual, pero bastante cómodas.

- Hum, la verdad esperaba algo más grande, no pensé que tuviera ropa más pequeña...


Murmuró para sí mismo, sentándose nuevamente en el borde de la cama mientras esperaba que Andrew terminara su ducha. Tomó su celular y sacó sus audífonos del bolsillo de su pantalón, generalmente cuando el dragón no tenía idea de que poder hacer simplemente hacia su rutina diaria, escuchar música. Mientras hacia esto ordenó su ropa doblandola, no sabía dónde dejarlas, así que se quedó quieto buscando con la mirada algún lugar donde no estorbaran, aún así sabía que no era su espacio y le generaba vergüenza dejar sus cosas en cualquier lugar.

- Mierda... ¿Porqué tengo que ser así?

Dijo está vez con frustración en su hablar y más fuerte de lo que había hablado anteriormente, tenía una expresión de frustración muy marcada.

El agua se detuvo después de unos cuantos minutos; había sido suficiente para relajar su cuerpo y su mente después de un día con bastante movimiento. El vapor seguía acumulado, humedeciendo las paredes del baño y empañando todos los cristales; soltó un suspiro mientras secaba el resto de gotas de agua que aún destilaban y caían del empapado cabello. Se sentía más fresco y un poco más tranquilo, al menos lo suficiente para continuar con la interacción con Dominik. ¿Quién lo diría? Había conocido a un dragón aquel día, y no solo conocido; lo había traído a casa después de una interacción algo agitada. Había pasado tanto tiempo imaginando que sucediera algo así; era prácticamente imposible, y ahora que lo estaba viviendo, una extraña sensación crecía en su pecho, sensación que le llenaba de preguntas y confusión. En parte, por no saber sobrellevar lo que notaba en los ojos del chico: soledad. Fantasía, leyendo tantos libros como las horas de la noche se lo permitieron, para darse cuenta de que al final Dominik también era una persona con sus propios problemas y no un genio que le vendría a cumplir sus sueños y deseos.

“¿En qué me metí?”

Deslizó las prendas oscuras por su piel, vistiendo su cuerpo; y frotando una de las toallas blancas contra su cabeza para quitar el exceso de agua, salió del baño para encontrarse con Dominik sentando en la cama. Una ceja se alzó en su rostro, mostrando curiosidad ante la escena y caminó buscando quedar más cerca de su invitado, notando cómo ya había cambiado de ropas.

— He, Dominik, planeaba pedir algo de co… — Sus palabras callaron cuando miró el rostro del joven de luces azules; la frustración que notó, incluso más marcada en las facciones de Dominik hicieron que Andrew sintiera un vacío en el estómago que le hizo guardar silencio. Pese a su esfuerzo, pensó que era el peor anfitrión de esa ciudad.

Independientemente de cómo se sentía Dominik en esos momentos; para el azabache era difícil ponerse en los zapatos de alguien más. A pesar de su extrovertida personalidad y lo fácil (a veces) que podría conectar con las personas, cuando se trataba de hablar de sentimientos y emociones, no era el indicado. Se mordió la lengua, evitando decir cualquier comentario hiriente al respecto, o alguna mala broma, como era su costumbre cuando se sentía incomodo, y retiró la toalla de su cabeza, dejándola sobre la cama. Pasó una de sus manos entre sus cabellos húmedos y rogó a quien estuviera escuchando para que pusiera las palabras correctas en su boca. Deseó en ese momento la habilidad de poder leer mentes.

Andrew en un movimiento tomó asiento en la cama, justo al lado del más bajo, mirándolo por el rabillo del ojo.

— Suéltalo — Dijo, abriendo esa oportunidad para ser escucha de lo que aquejaba a su compañero. — Te escucho …—

Dominik seguía sentado en el borde de la cama, su ceño fruncido y la tensión de su cuerpo perduraron, casi no había notado la parecencia de Andrew, se percato netamente al sentir la cama hundirse, por inercia el dragón subió su mirada, encontrándose con la del azabache, sintió vergüenza, no se estaba sintiendo muy  bien. Así que rápidamente bajo la mirada, volviendo a las prendas cuales le pertenecían, estas estaban sobre sus piernas. En el momento que Andrew le dijo que hablara, una parte de él quería ignorar la invitación, no tenia la menor idea de como poner en palabras lo que sentía en ese momento. "¿Frustración?" dijo en su interior.


- No es nada.

Su tono delato que claramente había algo más, este estaba tenso y apenas salieron aquellas palabras de su boca. Sus manos jugueteaban con el borde de una de las prendas que había doblado y dejó escapar un suspiro, con su mirada clavada en algún punto lejano. Después de unos segundos, levantó ligeramente la cabeza, pero no llegó a mirar a Andrew directamente.


- Me he dado cuenta qué... desde hace un tiempo siento que si no estoy cerca de alguien... el silencio se vuelve demasiado pesado.

Un escalofrío recorrió su espalda, la ansiedad estaba logrando apoderarse de él. Dominik siempre había evitado cualquier conversación relacionada con sentimientos o emociones. Sabía cómo guardarlos, cómo enterrar cada pensamiento bajo capas de indiferencia, aunque no siempre era así, como seria ahora, después de tanto tiempo cargando con todo eso, sentía que finalmente estaba pagando el precio. Todo aquello que había reprimido durante años comenzaba a desbordarse, y no sabía cómo detenerlo.


- Nunca he sido bueno en esto... hablar sobre lo que siento y esas cosas...tampoco se pedir ayuda o acercarme a los demás. Pero ya no quiero seguir así...

Dominik sentía un nudo en la garganta, este lo ahogaba lentamente, en su rostro se reflejaba una gran frustración y aunque intentaba contenerse, la presión dentro de su pecho se hacía insoportable, su mirada se posó en el azabache, hasta este punto era evidente que estaba al borde de las lágrimas. El nunca había permitido que nadie lo viera en ese estado, pero ahora, después de tanto tiempo ocultando sus emociones, simplemente no pudo más.

- Perdón, debe de ser desagradable esta situación para ti, no quiero... no quiero ser una carga.

La voz del chico se quebró, y una lágrima solitaria escapó de sus ojos, deslizándose lenta por su mejilla, y aunque trató de disimularlo, fue en vano el dolor era más grande y antes de poder evitarlo, más lagrimas bajaron, en un torpe intento de ocultarse, subió sus manos a su rostro. Estaba avergonzado y se sentía totalmente expuesto, el hecho de no saber lidiar con todas esas emociones le hacia frustrarse aun más.

Llanto ¿Cuándo había sido la última vez que había llorado por algo? El derramar lágrimas desde el interior de sentimientos que aquejaban un pasado doloroso; esa etapa había sido evadida por quien ahora miraba el derroche de sentimientos de su compañero, que, aun siendo un enigma, todo un mundo por explorar, le hizo sentir una profunda tristeza y empatía por un difícil pasado de un joven que acababa de conocer. Si algo supo en ese momento, es que odiaba ver a Dominik llorar.

Al ser cubiertos los ojos cristalinos por manos contrarias, Andrew soltó un suspiro de pesadez, sin realmente saber qué decirle o cómo hacerle sentir mejor. Apretó los labios y simplemente desvió la mirada; para su colmo, era increíble que alguien como él no supiera qué hacer en ese momento, siendo alguien tan vivaz y que siempre sabia cómo y cuando responder ante cualquier cosa que se le presentase. La situación estaba completamente fuera de sus manos. No le agradaba.

Volvió su vista a la figura que yacía sentada a su lado. Con sus manos, tomó las contrarias buscando que las retirara de su rostro, y le brindó una sonrisa cálida, tranquila, junto a una mirada de calma que buscaba sólo transmitir aquella paz con la que navegaba esa noche. Soltó las manos de Dominik, y se atrevió a tocar la cabeza ajena, pasando su mano por sus cabellos azules, en una caricia que trataba de reconfortar todo aquello por lo que el dragón estaba viviendo, y que había arrevazado sus límites.

— ¿Una carga? — Preguntó sin la necesidad de buscar una respuesta a sus palabras. — Dominik, haz cambiado la manera en la que he visto a este mundo. ¿Cómo podrías ser una carga? — Esta vez, sus ojos castaños se afilaron, fijándose en el rostro húmedo, y que ahora tan cercano, podía ver con detenimiento sus facciones, notando que el chico que había conocido en su aventura en el parque había cambiado un poco. Fascinante.

La mano que mantenía en la cabeza de Dominik entrelazaba las hebras entre sus dedos, tocando y acariciando con suavidad, un gesto al que pocos le habían brindado genuinamente. Perdiéndose en la suavidad de sus cabellos, retiró la mano un poco apenado por el atrevimiento de tan siquiera haberlo tocado sin su permiso. Se aclaró la garganta, desviando un poco la mirada ahora, estando consciente de sus palabras.

— Sé que nos acabamos de conocer; pero ya odio todo lo que te hace ponerte de esta manera, mientras esté yo aquí intentaré que ese silencio sea menos pesado para ti —

El dragón se quedó en silencio, aún con las manos cubriendo su rostro, intentando controlar las emociones que se salieron de su control. No estaba acostumbrado a este tipo de cercanía, mucho menos a que alguien intentara consolarlo, eso no pasaba, ya que no solía quebrarse tan fácil. Las palabras de Andrew resonaron en su mente,  ¿Cómo podía no ser una carga? Dominik había sentido que sus problemas y emociones pesaban demasiado para ser compartidos con alguien más. Aún así, la calidez en el toque de Andrew y la suavidad de sus palabras hacían que esa soledad que lo había envuelto comenzara a disolverse, aunque fuera un poco.

Al sentir que Andrew retiraba sus manos de su rostro, sus ojos azules finalmente se encontraron con los del azabache. Las lágrimas continuaban cayendo, pero ahora eran más silenciosas, como si el simple acto de ser visto y comprendido hubiera aligerado un poco el dolor que llevaba. La caricia en su cabello, suave y reconfortante, lo tomó por sorpresa, pero no retrocedió. Sentía una mezcla de confusión y alivio; no estaba seguro de por qué.

Sin pensarlo mucho dirigió su cuerpo hacia adelante, acortando la distancia entre ellos y en un simple movimiento envolvió sus brazos alrededor de Andrew en un abrazo, que algo tímido fue agarrando fuerza, apretando un poco la ropa del chico.
Apoyo su cabeza por sobre el hombro contrario y cerró sus ojos, mientras sus mejillas iban tomando un liguero color rosa.

- No sé por qué hice esto... Nunca suelo... nunca suelo ser así frente a nadie. Perdón...

La mención que había hecho Andrew sobre el odio hacia todo lo que lo hacía sentirse así hizo que una pequeña sonrisa, aunque débil, se formara en los labios de Dominik. Era reconfortante saber qué, aún que apenas se conocían, alguien estaba dispuesto a estar a su lado. El dragón se secó las lágrimas con la manga de la camiseta, tratando de recomponerse un poco.

- ¿Dijiste algo de comer...? ¿O me estoy volviendo loco?  

Murmuró Dominik, su voz ahora más firme, aunque aún seguía aferrado a Andrew. Notó que su abrazo era más fuerte de lo que había planeado, y al darse cuenta, aflojó un poco el agarre, sintiendo cómo la incomodidad y la vergüenza comenzaban a envolverlo. Había sido impulsivo, y ese tipo de cercanía no era algo que solía hacer, mucho menos con alguien que apenas había conocido. Pero, aunque le invadía esa extraña sensación de timidez, en el fondo no quería soltarlo. La calidez y el consuelo que sentía en ese abrazo eran algo que, aunque nuevo, le hacía bien.

Sin embargo, su mente no lo dejaba en paz. "¿Y si a Andrew le incomoda? ¿Y si está molesto por esto? Tal vez debería de soltarlo... tal vez piense que es raro que un chico lo toque..." Los pensamientos lo abrumaban, y por un momento sintió que debía soltarse por completo y apartarse. Pero, antes de poder hacerlo, trató de calmarse, recordándose que Andrew no parecía ser ese tipo de persona o al menos eso es lo que esperaba.

“Dominik, cállate. Andrew no es así…”, se dijo a sí mismo, luchando contra su mente que siempre había sido su peor enemiga. A pesar de todo, se quedó donde estaba, apoyando aún su cabeza en el hombro de Andrew, esperando que el chico no lo rechazara ni se apartara de su lado.

Por alguna razón, todo el caos que daba forma a su vida, en ese momento, al ser rodeado por los brazos del chico, se calmó. Como si la nube negra que rondaba día tras día su mente fuese disipada por el cálido toque que aplacó sus defensas; se sintió ¿seguro? A pesar de eso, su vista se perdió, dando vueltas por la habitación, buscando algo más interesante en lo que fijar su atención, pero no lo había; la sorpresa por la cercanía del contrario causó estragos y dudas. Soltó un suspiro sin saber realmente qué hacer. El agarre de Dominik se había vuelto ligeramente más fuerte, haciéndole entender que al menos el menor necesitaba eso para soltar, al menos un poco, de la pesadez que cargaba consigo; sucumbiendo al momento, decidió corresponder. Sus movimientos fueron lentos, pero algo broncos, deslizando sus manos entre la delgada figura, atreviéndose a tocar. Rodeó la cintura de Dominik, atrayendo su cuerpo al propio, fortaleciendo el contacto que el dragón había iniciado, y pese a las gélidas temperaturas que pudo sentir en el parque de diversiones, ahora el calor se tornaba confortante.

— Deja de disculparte por todo — Susurró sus palabras, y recargó su mentón sobre el cabello arremolinado que se teñía en diferentes tonos, y se quedó quieto disfrutando del contacto; pensó en la profundidad, que hacía tiempo que no recibía ese tipo de afecto. Ignorado demasiado aquella parte de su persona, que al menos pedía por un poco de cariño, había ahogando los llamados con trabajo y diversión.

Las manos de Andrew que palpaban por encima de las ropas, pudieron notar la esbeltez del cuerpo, ante esto y mezclado por los comentarios de Dominik, comenzó a reír, con cierta gracia; si se comparaban el volumen entre ambos cuerpos, la diferencia era notable. ¿Desde cuando había crecido tanto su masa muscular? Sus dedos apretaron con más libertad la cintura del contrario, contrayendo y soltando en movimientos que pretendían hacerlo reír; sin darle la oportunidad de escapar de aquel agarre, Andrew usó su fuerza para mantenerlo cerca, sin detener su divertida travesura.

— ¿Hablas en serio? ¿Alguna vez haz comido algo en tu vida? — Preguntó haciendo referencia ante la finura de su complexión. Andrew se levantó de su asiento, llevándose consigo al cuerpo de Dominik confirmando la ligereza que se veía a simple vista. La idea de cenar algo le atraía; al ver la hora en un reloj que decoraba la pared de la habitación supo que no era demasiado tarde como para hacer uso de la cocina. Dirigió su mirada al dragón, esperando que al menos aquel pequeño momento hubiera funcionado para hacerle sentir más tranquilo.

— Te prepararé algo, pero quiero saber algo primero — Interrumpió sus palabras, cruzando los brazos e imaginando lo peor. Pese a ello, quería conocer la respuesta viniendo de aquel dragón que le había hecho vivir tanto en tan poco tiempo. —¿Qué comías estando… en el bosque? —

Lo decidió tan siquiera en unos instantes; haría uso de la parte del departamento en la que más le agradaba estar. Su viaje de algunos meses al país del sol naciente le dejó conocimiento que a sus gustos prefería implementar en su vida diaria; desde la disciplina hasta en la gastronomía. Sus pasos siguientes fueron de regreso a donde se encontraban las dos tazas de té sobre la barra; a simple vista se notaba que el vapor del agua se había terminado; sintió pesar por aquello. Usualmente no dejaba ni una sola gota de su té favorito.