Problemas del primer mundo [Priv. Keiji]

Las calles atestadas de personas apresuradas e impacientes dejaban claro que era un día sábado, cada local comercial se encontraba a punto de reventar, entre vendedores estresados y clientes enfadados todo lucía realmente caótico. ¿Avanzar rápido por la vereda? Ja, en tus sueños, si eras lo suficientemente valiente para intentar abrirte paso entre el montón de señoras alteradas, lo máximo que conseguirías seria un carterazo en la costilla. Y sin embargo ahí, en el centro del huracán, se encontraba el pelinegro.

"Ugh, ¿Por que tuve que venir hoy?" pensó exasperado, si hubiese sido lo suficientemente consciente del flujo de personas en los fines de semana, no estaría desafiando su suerte en una situación como esta, pero su llegada a la ciudad había sido muy reciente y aún no tenía idea de nada.  Miró hacia la izquierda, una anciana caminaba pegada a el, intentando avanzar, no es que tuviese opción, nadie en su sano juicio invadiría así el espacio personal de un desconocido por mero gusto. A su derecha se encontraba una señora de mediana edad cargada de bolsas y con una expresión de intensa furia, un escalofrío recorrió el cuerpo del joven tengu, necesitaba salir de ahí a como de lugar, no sabia cuanto aguantaría estar rodeado de mujeres antes de entrar en pánico.

"Maldición, nadie me advirtió de esto" suspiró y con gesto incómodo intentó salir de la horda de gente, para refugiarse en un pequeño callejón ubicado entre dos locales comerciales. No tenía ni la más mínima idea de donde se encontraba, ni donde quedaba el local de productos de belleza al que debía ir, solo tenía la dirección y una breve referencia entregada por un compañero de trabajo. Calle y numeración, ¿Que sentido podría tener eso para alguien nacido y criado en las montañas? Pero no tenía a nadie a quien acudir para que le guiara, así que su único apoyo seria Google Maps, "Fantástico, ¿Como se suponía que se usaba esta cosa?" abrió la aplicación e ingresó la dirección tal cual había aprendido de ese sencillo tutorial de YouTube, se suponía que en un par de pasos más ya tendría las indicaciones exactas para llegar a su destino, pero la pantalla solo mostraba un mapa confuso con nombres de calles desconocidas para el.

"COSA ESTÚPIDA, ¡¿COMO ES QUE ME FALLAS AHORA?!" Ya harto del gentío y el ruido del lugar, comenzó a desesperarse por comprar sus materiales pronto y poder largarse de ahí, probó reiniciando, revisando y sacudiendo el celular, para los ojos de cualquiera debía parecer un demente.
— Ughhhhhh, maldita cosa, por favor funcionaaaaaaaa. — dijo a punto de estrellar el aparato en la pared mas cercana.

Últimamente mi interacción con la ciudad era algo habitual. A diario me sumergía en el mar de gente que era Glass City y paseaba por sus calles como un ciudadano más. Incluso había hecho algunas amistades, humanas o no, de tal manera que ahora contaba con un trabajo de medio tiempo como modelo para una revista de moda adolescente, lo cual era un poco cómico si considerábamos mi edad real.

Aquel sábado por la mañana me tocaba una pequeña sesión de fotos, lo mejor era que me regalaban las prendas que utilizaba y en su mayoría eran cosas que me gustaban y me quedaban re bien.

Era pasado el medio día, lo podía decir por el caos que se visualizaba afuera y por el hambre que comenzaba a sentir, después de todo esa mañana apenas y había probado bocado.

¡Mnnghhmmmgn!

Estiré el cuerpo y con mi nuevo conjunto de ropa me animé a salir por algo de comer. Tenía la tarde libre después de todo, pero bastó que pusiera un centímetro de mi nariz en la calle para distinguir un inusual y desagradable aroma que me quitó de inmediato todo el apetito.

Olía a tengu.

Arrugué la nariz. Se sentía demasiado cerca como para que pudiera ignorarlo y eso me molestó. Mi última experiencia con uno de esos pajarracos había sido terrible.

¡Qué seres más desagradables!

Mi cuerpo se tensó y mis pelos se crisparon ante la sola idea de volver a toparme con uno de esos, pero pese a mi natural rechazo ahí estaba yo, mirando a todas partes, intentando distinguir entre la muchedumbre al responsable del hedor. Guiarme por mis ojos era una estupidez, un canino debe confiar más en su nariz que en sus otros sentidos, así que cerré los ojos y me concentré, avancé con la vista fija en el suelo, pegándome a la pared para que la marea de personas no me arrastrara en la dirección contraria y para mi sorpresa, mis pasos me llevaron solo al callejón que estaba al lado del estudio de fotografía del que acababa de salir.

-¿Eh?- Pestañeé con sorpresa al notar a un chico que se veía más o menos de mi edad, rabeando con un celular como si fuera un objeto demasiado complicado de utilizar.- Jeje. - No contuve la risa, ni la sonrisa burlona. Tampoco escondí mi naturaleza de youkai y aunque mantuve mi apariencia humana, la verdad es que no tenía ninguna intención de ser amigable con él, solo quería saber por qué diablos el destino me volvía a poner un cuervo en frente.

¿Estaban probando mi paciencia o esto era Karma?

Reiniciando el famoso aparato por décima vez, notó que no tenía suficiente señal de datos móviles, claro, de ninguna forma la aplicación funcionaria sin el maldito internet, resopló buscando en las opciones del celular como solucionar el problema hasta que sintió una presencia desconocida en la entrada del callejón, algo no andaba bien, no tenía el suficiente poder para distinguirlo ni las palabras para describirlo, pero una abrumadora sensación de peligro lo invadió. Se giró rápidamente hacia la fuente de la energía, frente a él se encontraba un joven de su edad, de coloridas vestimentas y llamativo cabello rojo, sonriendo burlonamente.

El tengu sujetó el celular firmemente en su mano izquierda, su objetivo de ir de compras ya olvidado, tragó saliva, si bien a simple vista el chico parecía un humano normal, había algo en su presencia que le advertía que se encontraba frente a una gran amenaza.

¿Un youkai?, un encuentro con uno de los de su tipo era lo peor que podría pasarle en estos momentos. — ¿Qué es lo que quieres? — Preguntó con cautela, lo que menos necesitaba era desatar una pelea absurda en el centro de la ciudad, y su experiencia general con youkais, incluyendo a los mismos tengus de su clan, le había enseñado que siempre andaban buscando problemas. Estudió con detenimiento los rasgos del pelirrojo, no tenía ninguna similitud con sus pares alados, lo que le aliviaba más de lo que se permitiría admitir, sin embargo tenía la sospecha de que se encontraba frente al segundo tipo de youkai que debía evitar a toda costa, un kitsune.

Recordó las palabras de su hermano mayor, jamás te cruces en el camino de un zorro, gozan gastando crueles bromas a aquellos incautos que responden a sus provocaciones, solo te meterás en líos innecesarios si te asocias con uno de su tipo. Maldición, debía huir de ahí de inmediato, llamar la atención de la gente que pasaba por la calle principal sería su perdición.

En su estadía en la montaña jamás se encontró con uno, la única referencia que tenía eran unos antiguos textos ilustrados que su maestro mantenía en la biblioteca del clan, pero algo le decía que efectivamente se encontraba frente a uno de ellos.

Ese cabello negro y esos ojos oscuros me hicieron recordar de inmediato al otro indeseado. ¿Por qué rayos todos los cuervos mantenían rasgos tan familiares unos con otros? Parecían fotocopias, aunque ya, al menos este tenía mejor gusto en la ropa…

Tenía dos opciones para hacer, ser derechamente agresivo y crear un escándalo en el callejón o bien tomarle el pelo y divertirme a costa de él un rato, porque claro, dejarlo en paz no era algo válido para mí en ese momento y siendo fiel a mi carácter, la verdad es que me parecía mucho más tentadora la segunda idea.

-Ah, nada, nada.- Gesticulé con las manos para que le restara importancia a mis intenciones. - Solo me pareció haber sentido a otra criatura como yo cerca de donde estaba. – Me acerqué hacia él con aire travieso y curioso, dejando que mis palabras sonaran ambiguas para aumentar la curiosidad de su parte.

- ¿Estás bien? Parecías un poco atareado con eso. –Señalé el celular que traía en las manos mientras fingía una expresión de preocupación - ¿Necesitas ayuda? – Le di también una sonrisa algo infantil, aunque mi presencia le asegurara que yo no era humano, no podría identificar mi real edad.

- Deberías evitar los callejones, es peligroso andar a solas por lugares así, especialmente porque esta ciudad está llena de criaturas no humanas.- Di un vistazo hacia arriba, estábamos rodeados por altos muros de los edificios laterales. - ¿Eres un Tengu, verdad? Ah, sí, mi nombre es Kenji. Mucho gusto –Ofrecí mi mano junto a una sonrisa más amplia, siendo inesperadamente amistoso con él.

Retrocedió un paso al ver como se acercaba el pelirrojo con ojos llenos de curiosidad, rayos, no quería ser blanco de sus preguntas, y tampoco sabía muy bien como interactuar con el chico luego de tantos años de aislarse del mundo. — Estoy bien, solo tenía problemas con la señal del celular. — Ni de broma le pediría ayuda a otro Youkai, tenía que salir de ahí ahora, al diablo con los tintes de cabello, iría en la semana por ellos.

Miró por encima del hombro del desconocido, solo debía caminar rápido hacia la salida del callejón y perderse entre la gente, no era tan ingenuo como para pensar que el kitsune no podría sentirlo entre la multitud, pero dudaba que se diera el trabajo de seguirlo en un lugar tan atestado.

Justos cuando pretendía comenzar su huida el chico comenzó a advertirle amablemente sobre los peligros de andar solo por callejones así, y de la presencia de otras criaturas sobrenaturales en la ciudad. Si bien de vez en cuando sentía presencias familiares a lo lejos, nunca imaginó que hubiese una gran cantidad de ellos habitando Glass City, pero claro, ponerle atención a sus alrededores nunca fue lo suyo. Cuando el pelirrojo identificó su verdadera naturaleza sintió un escalofrío recorrer su espalda.

¿Era el cabello negro verdad?, EL MALDITO CABELLO NEGRO, ¿Por qué somos tan parecidos los tengus? Maldición.

Notó la mano que le estaba ofreciendo, no se sentía a gusto con este tipo de interacción, bueno, con ningún tipo de interacción, pero le parecía de pésima educación el dejar a alguien con la mano estirada, así que reacio estrechó la mano del joven.

— Sí, soy un tengu, mi nombre es Saburō… un gusto. — No tenía sentido intentar engañar al zorro, probablemente había percibido su aroma desde el principio y encima sus obvios rasgos lo delataban, se recordó a si mismo cambiar el tono de su cabello lo más pronto posible.

Así que... ¿Saburo? Había dicho su nombre sin pensarlo demasiado por lo que suponía que no había mentido al respecto. Tampoco era como si tuviera razones para hacerlo como yo. Estreché su mano manteniendo la amplia sonrisa en el rostro, más tarde probaría si aquel era o no su nombre.

-Así que problemas con la señal~ ¿Desperfecto técnico? Puedo ayudarte, se me da bien la tecnología y esas cosas~- Guardé las manos en mis bolsillos en un intento de mostrar que estaba relajado y dispuesto a ayudarlo. Podía notar que estaba algo muy a la defensiva, supongo que era normal por mi aparición repentina e intimidante.

¡Baka Keiji, baka! Podría haber jugado mejor esa parte, pero la impulsividad me ganó. Como solía pasar la mayor parte del tiempo.

- ¿Eres nuevo en la ciudad? Siempre rondo por aquí pero es la primera vez que siento tu presencia. ¡Ah! Yo llevo un tiempo aquí, es una buena ciudad ¿Sabes? Es divertido porque siempre hay algo que hacer o personas que conocer y hay lugares que son suuuuuper interesantes y también... -Frené en seco al darme cuenta que me había dejado llevar e incluso con él me estaba emocionando al hablar.

¡¿Porqué soy así?!

-Perdón, me emocioné.- Me rasqué la mejilla con algo de culpa, aunque por dentro me estaba reprochando por ser tan idiota ¿Enserio iba a ser tan amistoso con un pajarraco?

¡No, no, no! No de nuevo.

Algo sorprendido escuchó atentamente toda la información que salía rápidamente de la boca del kitsune, no se esperaba una conversación tan animada con otro youkai, sus interacciones anteriores siempre habían sido hostiles y tensas.

Una pequeña y casi imperceptible sonrisa abrió camino en su rostro, sabía que debía ser cuidadoso y desconfiado, sobre todo con otro youkai, pero no podía evitar contagiarse del buen humor de Kenji. Quizás podía permitirse consultarle respecto a su problema tecnológico al muchacho, le costaba trabajo desconfiar de una persona tan alegre. Carraspeo y regresó a su habitual expresión seria.

— Sinceramente no tengo idea de qué pasa con esta cosa. — Dijo mostrando el aparato que tenía en su mano — Hoy por la mañana no tenía problemas para conectarlo a internet, pero ahora no importa cuántas veces lo reinicie, no logra captar señal. — Le daba un poco de vergüenza admitir que no sabía utilizar un celular, Kenji parecía estar bastante familiarizado con el ambiente humano y probablemente sabía como usarlo sin problemas, pero sería inmaduro de su parte avergonzarse tanto por algo tan tonto.

Le entregó el aparato con timidez, no acostumbraba a recibir ayuda de nadie, no le gustaba sentirse en deuda, pero sabía que el solo no podría resolverlo y el pelirrojo parecía muy dispuesto a ayudarlo.

— No tienes que disculparte, me alegra que me cuentes como es esta ciudad, llevo viviendo aquí muy poco tiempo y hay muchas cosas que aún desconozco, agradezco tu entusiasmo. — Hizo una pequeña reverencia con la cabeza, aun no se desprendía de algunos aspectos de los de su tipo, la formalidad era uno de ellos. Quizás no era muy sensato de su parte seguir interactuando con el zorro, pero le era difícil negarse a tanta amabilidad.

Solo asentí enérgicamente a su explicación y cuando tuve el aparato en mis manos, mental y silenciosamente celebré mi triunfo. Esta guerra era mía.

- Ya veo, ya veo. Déjame echar un vistazo... - Murmuré y de inmediato me metí en las funciones del teléfono móvil, como supponía solo estaba desconectado, o así me pareció al comienzo, pero la verdad es que el chico estaba sin datos. Tal vez había gastado todo sin darse cuenta.

-Hummm.... Espera.... - Le pedí y saqué mi teléfono. Era fácil poder prestarle conexión así que eso hice, además de aprovecharme del pánico y guardar su número de contacto admeás de otras pequeñas cosas. Sin perder la concentración y como si todavía estuviera viendo el asunto del internet aproveché de descargar una aplicacion que me permitiría interferir su móvil siempre y cuando él no la eliminara, así me divertiría un rato a costa del cuervo.

- ¡Ya está! - Dije eliminando finalmente todo rastro de los ajustes que había hecho en el aparato.- Ahora tienes de mi internet. Te habías quedado sin datos. Puedes usarlo pero es mi celular el que te está prestando señal. Ah, no hay problema con eso, pero ¿Para qué lo necesitas? - Hice una mueca boba de alta sospecha - ¿Acaso tienes una cita, Sa-bu-ro-kun~? Jeje~ -Le devolví su móvil y puse una mano en su hombro en un gesto muy amistoso, dándole incluso algunas palamaditas.

-Aprovecha de hacer lo que tengas que hacer ahora. Después puedes ir a cargar el móvil. Hay una tienda en un par de cuadras más hacia el norte.- Mentí.

Observó en silencio como el chico movía rápidamente su dedo seleccionando distintas opciones y ajustes, anteriormente había visto a la vendedora que le entregó el celular haciendo algo muy similar y aunque la amable chica intentó explicarle todo con detalle, su incomodidad con las mujeres no le permitió ponerle suficiente atención y se fue rápido de la tienda sin entender nada. Pero ya que era su única opción, confiaría en que el chico solucionaría el problema y podría seguir su camino.

— Oh, no se me ocurrió revisar si me quedaban datos... — No podía creer que estuvo más de media hora batallando con el celular solo por eso, frunció levemente el entrecejo, quizás la tecnología nunca sería lo suyo.
Se distrajo un poco pensando en su ineptitud pero toda su atención regresó de golpe cuando oyó a Kenji bromear con ese tema que siempre le avergonzaba tratar, citas.

— ¿¡Q-que!? — Levantó la mirada exaltado, no sabía cómo se comportaban los chicos fuera de su clan, pero esa pregunta le parecía demasiado personal.
— P-por supuesto que no. — Respondió desviando la mirada intentando recuperar la compostura. Apretó el móvil fuertemente entre sus manos mientras sentía su rostro ruborizar, como odiaba siempre reaccionar como un niño ante estos asuntos.

— Solo debo ir a comprar unos insumos para el trabajo. — De alguna manera sintió la necesidad de justificar su objetivo, demonios, ¿Qué hacía allí explicándole sus planes a un completo desconocido?, de seguro el chico tenía cosas que hacer y él lo tenía ahí perdiendo su tiempo.
— Agradezco tu disposición, voy a cargar el mapa y te dejo seguir tu camino, lamento haberte tenido tanto tiempo aquí. — Rápidamente ingresó a la aplicación e introdujo la dirección, en cosa de segundos el mapa con las indicaciones ya estaba completamente cargado.

— Muchísimas gracias por tu ayuda Kenji, si nos volvemos a encontrar te devolveré el favor. — Hizo una reverencia y miró por unos instantes al Kitsune, dudaba volver a topárselo por ahí, pero si lo hacía, definitivamente saldaría la deuda. Siguiendo las indicaciones de la aplicación salió del callejón y se dirigió hacia la derecha, con la esperanza de por fin comprar los tintes.

Aah... Hasta sus reacciones se parecen.

Por un momento me quedé mirándolo con expresión neutra, como si de golpe me hubiese venido algo poco agradable a la cabeza, pero solo fue un instante. De inmediato volví a la sonrisa amplia y animada que venía utilizando.

- Jaja! Solo era una broma, relájate! - Le di un par de palmaditas más en el hombro y luego me aparté para dejarlo hacer lo suyo con el celular. - ¿Insumos? ¿En qué trabajas? - Preguntó ahora bien curioso, si decía algo con pintura me iría a tirar al rio más cercano y no volvería a la ciudad por un buen rato. Mi suerte no puede ser TAN mala.

- Bueno! Pero recuerda que las palabras tienen peso. Nos vemos~ - Murmuré antes de dejarlo irse. Ocupé mis habilidades de zorro y me esfumé del lugar, dejando una hojita caer en donde antes me encontraba. Aparecí luego en la azotea del estudio de fotografía, desde ahí todavía podía divisar al chico yendo precisamente en la dirección que le indicaba.

Saqué mi móvil y comencé con mi pequeño hackeo. La primera parada del muchacho sería una tienda de ropa interior femenina luego de dar unos innecesarios rodeos por el parque principal.

Mientras avanzaba oyó la pregunta de Kenji, si bien no se le hacía del todo seguro el entregarle más información decidió restarle importancia a su preocupación, después de todo, lo más importante ya había sido revelado.

— Soy estilista. — Respondió antes de perderse entre la gente, seguro de que el zorro lograría oírlo, era un youkai después de todo.

Avanzaba mirando el mapa atentamente, según las instrucciones debía seguir caminando derecho y luego girar a la izquierda y pasar por lo que parecía ser un enorme parque, pensó que al menos andaría cerca de su destino, pero al parecer solo había conseguido alejarse. Suspiró, al menos ya tenía la seguridad de que llegaría rápido a la tienda, solo deseaba llegar a casa y descansar, más que del agotamiento físico, del cansancio mental de tener que caminar entre tantas personas.

Por suerte la calle que llevaba al parque se encontraba mucho más despejada debido a la ausencia de locales comerciales, aprovechó de caminar más rápido, hasta se podía ver en su rostro lo contento que le ponía el alejarse de la multitud.

Cuando llegó al parque inmediatamente se arrepintió de tener que pasar por allí, el lugar estaba lleno de gente, parejas, niños, ancianas, humanos en todos sus colores, y si bien en otra ocasión hubiese disfrutado de observarles jugar, ahora solo quería silencio y tranquilidad.

Se abrió paso sin mirar a nada excepto el mapa, al parecer debía cruzar el parque y luego rodearlo para llegar a la tienda, un recorrido bastante extraño, pero le urgia llegar allí rápido, así que no le prestó mayor atención al asunto.

Después de varios minutos caminando la aplicación le indicó que había llegado a su destino, extrañado miró a todos lados, no reconocía el logo de ninguna de las tiendas, pero al leer detenidamente el nombre de la tienda que se encontraba frente a el, se quedó congelado.

“¡¡¡¡¡¡R-r-r-ropa interior f-femenina!!!!!!“ Bajó la mirada hacia la vitrina y vio los curvilíneos maniquís ostentando delicada ropa íntima, y dentro de la tienda un grupo de mujeres lo observaban con sospecha.

“¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHH!!!” Sin razonamiento de por medio dio media vuelta y corrió sin mirar atrás, hasta llegar a una zona aislada del parque — Haaaaah… hahhh. — Agotado por la imprevista huida se apoyó de un árbol hasta recuperar el aliento.
Desbloqueó el móvil y chequeó la dirección, la había escrito tal cual su compañero le indicó, ¿Cómo era posible el haber terminado en una tienda de… de…? DE ESAS COSAS QUE NO MENCIONARÍA.
¿Es que en su vida pasada había sido un asesino?, ¿O un pervertido?, es que el maldito día iba de mal en peor y no parecía que fuese a mejorar.

“No entiendo cuál fue mi error, ¿Me habrá escrito la dirección equivocada?, no, el es una persona muy seria y profesional, jamás haría una broma de tan mal gusto” Se dirigió a la banca más cercana para desplomarse en ella. Recapituló todo lo que había hecho en el día, y lo único fuera de lugar había sido… el kitsune.

—…Fue el. — Murmuró impactado por su propia estupidez. — ¡FUE EL MALDITO ZORRO! — Exclamó levantándose furiosamente, por suerte en esa zona del parque solo habían un par de personas demasiado ocupadas besuqueándose como para prestarle demasiada atención a un demente pelinegro.

Solo me dediqué a mirarlo en su caminar, me mantuve alejado y con mi presencia oculta. Cuando el chico llego a la tienda yo lo seguía observando desde cierta distancia y tuve que hacer un gran esfuerzo para no partirme de la risa cuando notó la clase de tienda a la que había ido a parar.

Pero esto no terminaba ahí. No. Claro que no.

Comencé a intervenir de diferentes maneras, tomar apariencias que no eran mías no era problema.

Jugué el papel de un niño distraído que caminaba con un helado en la mano, helado que terminó en la ropa del tengu. Antes que reaccionara salí llorando como si el nene que era se hubiese asustado por el accidente. Luego me hice pasar por un jardinero que por error o quizás por la buena voluntad de querer ayudarlo a quitar esa mancha de helado terminó mojándolo con la manguera mas de lo debido. Nuevamente, antes de que pudiera chistar me transformé en un gran perro que se abalanzó en su contra y lo tiró al suelo, finalmente me aparecí como una hermosa mujer que intentaba ayudarlo, pero en ese preciso momento un ave del lugar pasó por sobre nuestras cabezas y como si estuviese de mi parte, le dejó un regalito al tengu en el hombro.

Apenas y pude aguantar el ataque de risa.

-Estas... Bien?- Pregunté inclinandome hacia él en un cuerpo femenino que parecía sacado de una revista de modelaje.

La única cosa que era igual en todas mis transformaciones era el color de mi cabello.

Una desgracia tras otra, no importaba a donde se dirigiese, el infortunio parecía perseguirle. A esas alturas del día solo quería regresar a casa, su ropa estaba toda empapada y pegajosa con los restos del helado que un niño había volteado accidentalmente sobre él, y encima de todo un pajarraco infeliz había decidido arruinarle aún más la tarde.

“¿Será este mi castigo por traicionar a mi familia?” Se preguntó estrujando partes de su chaqueta, en un inútil intento de secarla. “Ugh mis hermanos se partirían de la risa si vieran esto”

Se quedó quieto en una esquina del parque, debía ir pronto a secarse y cambiarse de ropa, pero le asustaba que maldición le caería encima si lo intentaba de nuevo. El sol ya comenzaba a esconderse y la idea de subirse al transporte público en su estado actual no le parecía nada agradable, iría a tomar un taxi y rogar porque el maldito automóvil no se estrellara contra una gasolinera o algo por el estilo, en un día así podías esperar cualquier cosa.

Volteó sobresaltado al escuchar una voz femenina detrás de él, una hermosa chica pelirroja lo miraba con preocupación, obviamente debía contestarle su pregunta, no había nada más maleducado que dejar a alguien hablando solo, pero le tomó varios segundos el poder articular una respuesta coherente.

— S-s-sí, t-todo bien… — Comenzó a alejarse de la chica caminando hacia atrás, no quería ser descortés pero su presencia solo empeoraba las cosas, estaba a punto de salir corriendo cuando cayó en cuenta de algo.

“Cabello rojo…” Se quedó mirando fijamente a la chica, había visto muchos humanos con el cabello rojo, obviamente, pero especialmente el día de hoy, todas las personas con las que se había topado tenía el mismo tono de cabello…

— … — Su mirada se tornó furibunda en cosa de segundos — ¡ERES EL ZORRO, INFELIZ! — Alterarse no era lo suyo, pero mira, después de una experiencia así cualquiera se cabrea un poquito.

Mis labios, finos y delicados se curvaron una sonrisa satisfecha cuando lo vi retroceder.

¿Este pájaro no sabía interactuar con las mujeres o solo era muy tímido para mantener la corta distancia? Jeje.

Planeaba acosarlo un poco más, pero entonces de la nada me comenzó a increpar. No creí que fuera a reconocerme así que lo miré confundida, como si no tuviera idea de lo que estaba hablando. No quería que mi pequeño juego terminara tan pronto.

-¿Eh? ¿Perdón?- Mis largas pestañas se movieron al ritmo de mi parpadeo. Incluso coloqué uno de mis dedos sobre mis labios para hacer un pequeño puchero.

-¿Me estás intentando ofender o es alguna clase de juego?- No me iba a dejar atrapar tan fácil. Es que estaba empeñado en molestarlo aunque en el fondo sabía que estaba siendo muy infantil. Me había pasado la tarde entera haciéndole distintas bromas.

Me estaba desquitando con él aunque mi rencor fuera hacia otro cuervo.

¿Estaba equivocado?, la chica lo miraba algo ofendida y haciendo esos gestos raros que algunas mujeres hacían al hablar, pero no podía sacarse de la cabeza la idea de que era Kenji el que estaba detrás de todo esto, después de todo era un zorro, y podía tomar la forma que se le antojase.

O quizás estaba perdiendo la razón, sí, eso debía ser. Solo necesitaba salir de ese lugar, el aire de la ciudad debía estarle afectando junto con el frío de su ropa empapada y el cansancio del día. Si realmente estaba equivocado iría a la montaña a enterrarse 10 metros bajo tierra por la vergüenza, gritarle infeliz a una chica desconocida sería lo más bajo que hubiese caído en su vida. Suspiró, se disculparía e iría corriendo a por un taxi, la pesadilla debía terminar.

— … — Al parecer la sorpresa había disipado su nerviosismo por estar cerca de una fémina, simplemente ya no podía verla sin enlazarla con el zorro, así que la miró a los ojos y suspiró.
— Lo siento, me equivoqué de persona. — Se sentía extraño disculparse con alguien de quien sospechaba tanto, pero no podía simplemente gritarle y luego largarse como un cretino.