Keiji Nakamura

Mi yo actual dista un tanto de lo que a partir de ahora verán. Nací como un Kitsune, un espíritu del bosque, un youkai, un zorro, de los mismos que tanto se habla en las tierras de oriente y en algunas series de animación. . Existo desde hace cientos de años y actualmente tengo 7 colas que representan mi antiguedad, sabiduría y poder.

Tengo muchas habilidades, trucos, magia, como quieran llamarle. Una de ellas es la facilidad de transformarme en un humano, hombre o mujer, no tiene importancia, pero para ésta década he optado, por una cuestión de preferencias personales, adoptar el cuerpo un chico joven que a penas alcanza los 165 cms y los 54 kilos. Los rasgos, inevitablemente, se mantienen asiáticos y algo delicados, haciendome parecer incluso de menor edad. Mi cabello es rojo, tal y como mi pelaje original, aunque lo llevo con un corte a la moda, asimétrico. Mis ojos son color lavanda, pero en mi forma original son de un dorado intenso. Si quisiera, podría convertirme en una jovencita voluptuosa. El sexo que adopte no importa y tiendo a jugar con ello, pero admito que estar en un cuerpo masculino es mucho más cómodo.

Me gusta vestir con el estilo de la época y del lugar que habito, pues me he adaptado bien a la sociedad humana. Incluso llevo perforaciones en las orejas, como las que un chico cualquiera de mi edad podría tener. Tampoco es raro verme con algunos adornos en el vestuario, tiendo a usar las cosas que llaman mi atención. ¿Miedo al ridículo? ¡Ninguno! Me gusta atraer las miradas.

De mi forma como zorro no suelo hablar, pues no es exactamente mi orgullo principal. Aún siendo un poderoso espíritu, mi apariencia es una burla, es por ello que cuando me presento como "no humano" parte de mi poder lo gasto en generar una imagen más imponente, semi-humana y atractiva. Una mentira. Siendo similar a como me veo como humano, pero sumando a la vista mis 7 colas y mis orejas.

Las leyendas me definen como un ser inteligente, astuto, travieso, y poderoso, pero fiel y protector. En esa reputación que se atribuye de forma general a nuestra raza y yo no he sido la excepción. Me guío por mi naturaleza y por mi propia forma de ver el mundo. Pese a mi larga vida mantengo el ánimo de un muchachito, me gusta hacer bromas, hacer ruido, meter mi nariz donde no me llaman y perseguir aquello que es de mi interés hasta el fin del mundo si es necesario.

Soy un chico alegre (tal vez demasiado energético), poco serio, a veces sé que llego a ser molesto, pero no me importa demasiado, es parte de mi encanto. Mi voz es algo aguda, pero va bien con mi apariencia, pero me encanta imitar otras voces, es divertido.

Me es fácil tratar con los humanos y con la mayoría de los seres. Me esfuerzo por cumplir con mis promesas y devolver cualquier favor. Mi disposición hacia cualquiera es buena siempre y cuando me traten bien, de lo contrario, no tengo la moral humana como para sentir remordimientos al maldecir a cualquiera, engañarlo e incluso destruir su vida. Así hemos sido los zorros desde siempre.

Todo en el mundo me causa curiosidad, más no estoy acostumbrado a mi cuerpo humano. Desde hace al menos 300 años que no adoptaba esta forma, pero incluso si algunas cosas me parecen raras, me desenvuelvo bien. Mi voz es aguda, pero creo que va bien con mi apariencia. S quiero puedo hechizar a través de mi canto, aunque no soy de andar poseyendo personas, sí de meterme en sus sueños y jugarles una que otra travesura en la realidad con una pequeña ilusión, pero enserio, no soy un kitsune malvado, solo soy un zorro y ya. De hecho, a partir de ahora, solo soy un chico hiperactivo y vengo con las mejores intenciones a esta ciudad.

Gustos

- Los regalos
- El bosque y las montañas
- Los lugares abandonados
- Los seres humanos
- Que me inviten a comer
- Robar comida
- Los conejos
- La música, cantar, bailar, actuar
- Andar desnudo (Todavía no me acostumbro a la sensación de la ropa)
- Molestar a la gente orgullosa o arribista
- De vez en cuando, fumar

Disgustos

- La traición
- Que me echen de algún lugar
- Los perros y los tengus (cuervos)
- No poder proteger lo que quiero
- No cumplir las promesas o que no cumplan las promesas que me hacen
- La gente que no sabe agradecer
- Las apariencias débiles
- Los que se rinden muy fácil
- Los abusadores

¿Alguna vez has oído hablar algo sobre los youkais? Seres adorados, temidos y poderosos. Siempre hemos convivido con los humanos en el mismo mundo, pero por alguna razón poco a poco se olvidaron de nosotros, dejaron de creer , a veces incluso nos vieron como una amenaza y sin más opción, tuvimos que retirarnos a las montañas. Desde ahí vigilábamos, cuidábamos aldeas, bosques completos. Yo, como Kitsune, he olvidado la cantidad de años que he vivido en medio de los bosques de mi país, Japón.

A mi parecer la vida con los humanos nunca ha dejado de ser buena. Siempre hemos sido mensajeros, protectores, casi deidades para algunos de ellos, para otros, quedamos estigmatizados como seres malvados, porque los engañamos y les tomamos el pelo, pero de una u otra manera continuamos conviviendo, tal y como lo hacen ellos con otros seres y entre ellos mismos. Soy un zorro adulto, sí, poderoso dentro de nuestro territorio, pero mi apariencia siempre fue casi una deshonrra para mis familiares que terminaron por darme la espalda, pero fui yo el primero en darse la espalda a sí mismo. No tenía la confianza para enfrentar mi propia forma real y terminé huyendo de la humillación.

Era más fácil ir a un lugar donde nadie me conociera ni supiera mis secretos antes que enfrentar la realidad.

Estuve viviendo en varias localidades diferentes, conociendo a muchos seres, para bien o para mal, alejándome cada vez más hasta por fin dar con un lugar que me sentara bien. Así fue como llegué a Glass City, bueno, a las montañas en las afueras de la ciudad. Ahí logré que un pequeño grupo de aldeanos que vivía en las montañas me hiciera un templo que hasta el día de hoy es mi hogar. Tras algunos años viviendo solo como un espíritu del bosque, terminé por interesarme en la bulliciosa ciudad de comenzaba a alzarse más allá del bosque. Algunas noches me transformaba en humano y paseaba por la ciudad, aprendía cosas nuevas hasta que por primera vez lo vi. Un espectáculo enorme de una banda de música que cautivó incluso a un ser antiguo como yo. Las luces, el sonido, la energía de las personas.

¡Era muy similar a los rituales de antaño!

Yo también fui deslumbrado por esta ciudad. Por eso siempre he creído que el nombre le viene bien.

Con el tiempo fueron cada vez más recurrentes mis visitas, aprendí el idioma, aprendí los detalles de la vida moderna, pero todas las noches regresaba a mi templo escondido en las montañas. Incluso hoy es igual.

Por el momento me gusta esta vida, son buenas tierras que he decidido proteger. Aunque solo soy un zorro (defectuoso) y ya. No soy un dios como tal y debo mencionar que  también he visto muchas criaturas no humanas rondar. Supongo que se sintieron igual de atraídos a este lugar como yo. Esta ciudad tiene algo especial.

Me gustaría llegar a formar parte de ella.

Origen

Extra: Tiene un familiar llamado Akame, una kitsune de 2 colas que actua como si fuera su hermana mayor aunque es mucho más jóven y débil que él. Akame es la única de sus parientes con quien mantiene contacto.

akame: