Dolores de cabeza (libre)

Algunos superan sus golpes de depresión comprando, otros expresándose artísticamente, rompiendo cosas, gritarle a alguien, etc, mi limbo era una mezcla entre comer el cuádruple la capacidad de mi estomago y comprar cuerdas para Kittler, en este caso tenia que ir al centro a buscar el nuevo arco de mi pobre instrumento, victima de mi arranque de locura una noche en la que casi me reviento los sesos contra el mirador si no fuese por Demian que, como caballero de la noche, me salvo.

El frió era algo común, el Alemania los inviernos son pesados, pero nos da excusa doble de consumir chocolates y cafés, principalmente chocolates. A paso tranquilo entre la multitud solo revisaba las vidrieras para hacer tiempo, eran las 6 de la tarde, y con mi estuche en la espalda solo tenia que esperar a las 7 para poder retirar el arco nuevo. Si mi padre se enterada de mis arranques emocionales me mandaría de nuevo a casa a la fuerza, solo era aprender a hablar y liberar las frustraciones.... y asimilar la situación.

-uhmmm aun falta una hora... para eso salia mas tarde....bueno, mejor me hago cargo.

Ubique la casa de música y tome la decisión de tomar asiento en las bancas bajo un árbol que estaba justo en frente de la tienda, una de las ventajas de la peatonal era las ubicaciones para descanzar, mas cuando tienes tremendo estuche en la espalda.

-uff! al fin! si no fuera porque eres inanimado diría que engordaste.... o yo estoy muy vieja 

Han pasado semanas de su llegada a Glass city desde su pueblo natal, y por eso mismo la gran ciudad le parecía un laberinto. Podía sonar como queja, sin embargo, la verdad era que ese sentimiento de andar desorientado lo liberaba. Por supuesto que había lugares peligrosos, pero las distintas vistas que le ofrecían la ciudad y sus habitantes le hacían crear mil melodías en su cabeza.

Sus clientes, o “sirvientes” como amaba llamarlos, le recomendaron varios lugares para visitar y familiarizarse con el ambiente musical de la ciudad. “A ver si así consigues más sirvientes. Oh, Señor de las tinieblas” bromeaban con tono sarcástico, aunque sin dejar de ser amigable.

Sin que nadie se diera cuenta, esta ciudad iba a ser el escenario de sus grandes obras.

Eran las 6 de la tarde, sus pesadas botas con sonoras hebillas y su polerón de diablito no lo hacían sentir el frío reinante. A veces, los turistas se volteaban a mirar su estrafalario cabello y su altura de gigante, pero nada que se saliera de lo común. Fue cuando pasó por delante de una casa de música cuando algo hizo despertar su demonio interno. Una chica de cabello blanco con un estuche de violonchelo estaba sentada en la banca al frente de la tienda. En un segundo, se le vinieron a la mente una infinidad de musas del Visual Kei con esas facciones, mujeres y travestis, vestidas con elegantes trajes barrocos, tocando sus instrumentos de cuerda con maestría. La mano le temblaba, la cabeza le zumbaba.

-Debo…¡debo plasmar esta visión!-pensó al sacar su libreta y lápiz, dispuesto a escribir. Así, se escondió detrás del árbol para ver a la muchacha más de cerca y no perder la inspiración, convencido de que su presencia iba a pasar desapercibida con total normalidad.