Dear winter at last. [Libre]

Desde hacía unos días atrás que notaba que la temperatura iba bajando, cada noche dormía más cómoda, cada mañana despertaba más energética al sentir el frío en el aire, aquel frío que extrañaba tanto, añoraba ver el hielo y la nieve, aunque no sabía si en esa ciudad nevaba, pero realmente lo esperaba.

Al despertarse con tal energía, saltó de la cama y saludó a su perro, Alexander, como le era habitual, con un beso en la nariz. Casi corrió hacia la ventana y al abrirla, la fría brisa de invierno la envolvió, haciéndola sonreír como no lo había hecho en mucho tiempo. Aspiró el frío aire como si finalmente estuviera en su casa -Mira Alexander, al fin el clima nos acompaña...

Podría olvidarse de salir con su sombrilla y utilizar los hermosos vestidos que había traído desde Silk palace, pero que resultaban insoportablemente calurosos en el clima de aquel lugar. Lo gracioso era que con aquel frío, podría finalmente usar sus vestidos de verano, lo cual la hizo sonreír al seleccionar uno de un tono verde oscuro y con adornos en blanco, se calzó con unas elegantes botas hasta la rodilla y se peinó el cabello con una trenza hacia un lado- Me imagino que sabrás lo que quiero hacer... -Murmuró mirando al perro de reojo y con una pequeña sonrisa, el can, que conocía muy bien a la chica casi asintió con la cabeza al ladrar una vez- Claro que voy a salir, iré a caminar, debo aprovechar cada momento de frío que pueda tener... -Le dijo sonriente-

Al estar lista salió de la casa con aquel vestido de manga corta y falta abombada, pero muy elegante, sin su ya clásica sombrilla y finalmente sintiéndose bien consigo misma. Se subió al auto y le preguntó al chofer si es que no habría algún lago o pista de patinaje. El hombre negó, por lo que se quedó reflexiva por unos momentos- Ya sé -Dijo- Llévame hasta la playa, por favor - Ordenó con voz amable, si algún lugar tendría una brisa fría y agradable sería ese, podría sentir el agua helada salpicar en su piel y relajarse. Se había abstraído en sus pensamientos de lo que haría cuando notó que el chofer la miraba fijamente, alzó ambas cejas, dubitativa ante su inusual actitud, normalmente acataba sus ordenes sin decir nada.

-Señorita, ¿No tiene frío? -Preguntó el hombre con tono de preocupación al ver que utilizaba una falda y su vestido tenía mangas cortas, él por el contrario, utilizaba un abrigo y una bufanda- En la playa podría estar aun más frío que aquí...

Camille sonrió y negó suavemente con su cabeza- No, no tengo frío y precisamente lo que espero es que allá esté aun más frío... -Dijo con calma, sin dar mayores explicaciones al hombre, el cual aun con expresión algo preocupada comprendió que no debía preguntar más y solo hizo partir el automóvil hasta llegar cerca de la costa, lugar en el que Camille lo detuvo- Bajaré aquí -Indicó- Vuelve por mi en unas... 3 horas o algo así -Indicó mientras se bajaba- Que tengas un buen día - Se despidió mientras cerraba la puerta y caminaba hacia la playa con algo de rapidez, si, como esperaba, estaba frío, aspiró nuevamente aquel helado aire y sonrió sinceramente, feliz, como solo hacía pocas veces, cuando su hermana podía verla, por ejemplo, pero no fuera de su casa, nada podría ponerla tan feliz como sentir aquel frío que le recordaba su hogar.

Comenzó a caminar por la solitaria playa lentamente, lo más cerca del agua que pudo sin meterse en ella, claro, con aquel frío ¿Quien más que ella se atrevería a dar un paseo por ahí?

-Ah, su amado frío la envolvía y parecía revitalizarla, llenarla de energía, hacerle olvidar la nostalgia que la acongojaba día a día, si alguna vez había pensado en volver corriendo a casa, al palacio, donde todo era mejor, más cómodo para ella, en ese momento se daba cuenta de que su decisión de ser fuerte si podía ser recompensada.

Cerró los ojos y aspiró el frío aire, dejando que éste llenara sus pulmones y su espíritu, sentía el agua salpicando pequeñas gotitas heladas en su rostro y sentía que no podía pedir nada más, aquella había sido una muy buena idea. Nuevamente era la condesa en su frío palacio y podía disfrutarlo plenamente, aunque sus pensamientos se vieron interrumpidos por el repentino grito de una persona que vio repentinamente parada frente a ella- ¡¿Cómo te atreves?! -Exclamó con indignación antes de volver a la realidad, no estaba en el palacio, debía comportarse, tomó aire y dejó que la indignación se fuera, cerró sus ojos y los volvió a abrir para mirar a su interlocutora.

Lo lamento... -Murmuró ya que había gritado y eso en ese lugar estaba mal- Pero no me gustan las ordenes... Y no necesito un abrigo, muchas gracias, estoy bien... -Dijo ya más calmada, recuperando su compostura y respirando ya más tranquila.

-Disculpe, señorita, pero yo no la conozco, por lo tanto no entiendo porqué debería preocuparse por mi o porqué yo tendría que dejar de lado mi molestia ya que a usted no le debe interesar mi bien porque no me conoce y yo no tengo porqué doblegar mi voluntad ante cualquier plebeyo -Dijo alzando su mentón y con voz imperiosa, ah, aquel lado había salido, su hermano le había advertido, pero no quiso detenerse, la actitud de la otra le parecía por lo bajo, impertinente y ella no estaba dispuesta a soportarlo.

Al escuchar que la chiquilla la trataba de tú sin más tuvo que hacer un esfuerzo porque su molestia no se notara en su cara- Mi nombre es Camille -Dijo simplemente- Yo no siento frío, vine a disfrutar del frío, es algo preciado para mi. -Dijo antes de asentir un par de veces- Si, aunque es primera vez que vengo aquí.