Nuevos horizontes.

Apoyó ambos codos en la superficie de la mesa para luego entrelazar lentamente los dedos y cubrir con ellos la parte baja de su nariz. Sólo de esa forma podría ocultar la tensión en su mandíbula cada vez que la muchacha decía una palabra. Se preocupó de no pestañear, de mantener la mirada fría e indiferente en ella, de transmitirle precaución... Camille no tenía la menor idea de lo que él era capaz de hacer por mero capricho o simplemente por "castigar" a quienes le faltaban el respeto. Y él no tenía muy clara la finalidad de presumir sus habilidades. ¿Le estaba desafiando otra vez? ¿O sólo quería reafirmar su posición?

Fuera como fuera, manejar los silencios era una estrategia de reyes y esta chica estaba hablando demasiado. Por un momento el estilista compadeció a Camus, cuya forma de operar era ligeramente parecida a la suya.

Aún cuando tenía claro que la actitud de la muchacha no era más que una reacción a su propio comportamiento, le desagradaban esa expresividad tan símil a la suya propia. Su pétreo semblante marcó algunas arrugas en su ceño, gesto que acentuó la furia reflejada en su mirar.

Dejó escapar un poco de aire y se apartó las manos del rostro para decir:
– Cuida tu tono conmigo – le advirtió por primera y última vez, pues con el humor que traía en ese momento su desquite peligraba con ser mucho más agresivo. El respeto que sentía Delta hacia los demás era nulo, estos tenían que ganarse su respeto y de no ser por el suceso de Kotarou hubiese dejado de lado toda suavidad. Pero no soy estúpido y no quiero problemas con Camus... pensó con astucia, antes de decidirse a dejar partir a su modelo. – Es todo, te veo en una semana. Coordinaré los horarios con tu representante – le indicó, esperando que eso no significara un problema para ella. Prefería tener que tratar con Camus antes de tener que negociar tiempos con su hermana.

Dejó escapar un gruñido ante su primera declaración, incluso llegó al punto de contar hasta diez. Y ese conteo no fue suficiente para aminorar su fastidio. ¿Cuál era la manía de desafiarle? Pero antes de poder levantar alguna teoría al respecto, su clienta salió con algo mucho más desconcertante.

– Oh, ¿quieres comunicarte directamente conmigo? – Soltó exasperado, dedicándole una mirada penetrante y los primeros atisbos de un gesto cargado de ironía. Qué raro. Lo normal sería que después de un encuentro tan intimidante como ese Camille evitaría a toda costa relacionarse con él, dejando a su querido hermano mayor como el puente entre ambos. Era lo más fácil, pero ¿qué teníamos aquí? ¿A una pequeña masoquista? ¿O realmente quería ahorrarle trabajo a Camus?

Si realmente quieres que las cosas sean así, deja de provocarme.

Delta llevó una mano hasta su barbilla, sin apartar la mirada de la condesa. Pobre niña, no tenía idea del poco peso que tenía su título nobiliario en esas tierras, lo único que podía "salvarle" por el momento era el prestigio de su hermano como ex miembro de Quartet Night. Como sea, Camille necesitaba con urgencia un poco de disciplina, algo que al parecer Camus no había sabido darle. En tanto pensaba esto, el estilista sacó un pequeño post-it de su escritorio y anotó un número en él.

– Ten. Mi número personal – declaró al entregarle el papelillo, empleando la firmeza habitual. – Tienes terminantemente prohibido divulgarlo. – Agregó, afilando la mirada a la espera de su respuesta.