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Nuevos horizontes.
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Nuevos horizontes.
Necesitaba encontrar cuanto antes a un novicio que le convenciera lo suficiente. Debido a su inestable situación con Matthew, Delta renunció a la alianza que ambos sostenían y dejó de lado a los clientes que tenían en conjunto. No era la clase de sujeto que dejaba un trabajo a medias pero el incidente con Kotarou había sido sumamente chocante para él, y una vez que decidiera priorizar su tranquilidad emocional no le haría daño.
Tuvo que pasar al menos un mes para que el estilista se decidiera a barajar nuevas opciones y se empeñara en asistir la imagen de otro artista. Sin la ayuda de Matt como mánager adjunto a Delta sólo le quedaba empezar a buscar por su propia cuenta. ¿Un hombre? ¿Una mujer? Eso daba igual, lo único importante es que debía saber ajustarse al perfil de Lovenista y a su propia personalidad, después de todo la persona elegida sería el rostro que representaría su nueva colección.
Con esto en mente, Delta se paseó por las oficinas de asesoría preguntando por los nuevos artistas que ingresaron recientemente al sello. Por supuesto, no sólo se fijaba en los datos de la ficha de asesoramiento sino también en sus apellidos y en sus respectivos representantes, pues aunque no tenía planeado realizar nuevas alianzas sí prefería mantener relaciones cordiales con sus colegas. Su preferencia siempre apuntaba hacia los sujetos de gran prestigio y que no tuvieran antecedentes conflictivos como Reino, Michael Russo y el propio Matthew Lyon.
Sólo hubo una persona en toda la lista que aparentemente cumplía con sus expectativas.
– La quiero a ella – sentenció como si estuviera realizando la compra de un objeto, empleando la firmeza habitual en su tono de habla. Dejó caer la carpeta que contenía los documentos de la señorita Cryzard en el escritorio de la secretaria. – Pídele una cita para este jueves en mi oficina. Si Camus pregunta dile que sólo estoy interesado en realizar unas pruebas, nada serio.
Pese a lo ocurrido con Kotarou, las demandas de Delta se seguían escuchando como órdenes y sentencias absolutas. Y sin saber realmente a qué se atenía, esperó a la jovencita en el sitio prometido y a la hora indicada.
Tuvo que pasar al menos un mes para que el estilista se decidiera a barajar nuevas opciones y se empeñara en asistir la imagen de otro artista. Sin la ayuda de Matt como mánager adjunto a Delta sólo le quedaba empezar a buscar por su propia cuenta. ¿Un hombre? ¿Una mujer? Eso daba igual, lo único importante es que debía saber ajustarse al perfil de Lovenista y a su propia personalidad, después de todo la persona elegida sería el rostro que representaría su nueva colección.
Con esto en mente, Delta se paseó por las oficinas de asesoría preguntando por los nuevos artistas que ingresaron recientemente al sello. Por supuesto, no sólo se fijaba en los datos de la ficha de asesoramiento sino también en sus apellidos y en sus respectivos representantes, pues aunque no tenía planeado realizar nuevas alianzas sí prefería mantener relaciones cordiales con sus colegas. Su preferencia siempre apuntaba hacia los sujetos de gran prestigio y que no tuvieran antecedentes conflictivos como Reino, Michael Russo y el propio Matthew Lyon.
Sólo hubo una persona en toda la lista que aparentemente cumplía con sus expectativas.
– La quiero a ella – sentenció como si estuviera realizando la compra de un objeto, empleando la firmeza habitual en su tono de habla. Dejó caer la carpeta que contenía los documentos de la señorita Cryzard en el escritorio de la secretaria. – Pídele una cita para este jueves en mi oficina. Si Camus pregunta dile que sólo estoy interesado en realizar unas pruebas, nada serio.
Pese a lo ocurrido con Kotarou, las demandas de Delta se seguían escuchando como órdenes y sentencias absolutas. Y sin saber realmente a qué se atenía, esperó a la jovencita en el sitio prometido y a la hora indicada.
Invitado- Invitado
Re: Nuevos horizontes.
Desde el sello le habían informado que había sido elegida por un renombrado estilista para una reunión es un oficina, su hermano llevaba días ocupado y no sabía nada de él, por lo que pasaba sus días entretenida leyendo y cabalgando sobre Alexander en el patio trasero, no había tenido noticias del sello hasta ese momento y ya era hora, se aburría enormemente y no le parecía que la dejaran esperando, especialmente a alguien como ella.
Al parecer, su hermano tenía mucho trabajo con su otra representada, por lo que no le había prestado mucha atención últimamente, al parecer ni siquiera había hecho el papeleo necesario para tenerla como su representada, no se quejaba, sabía que debía ser a razón de algo, pero al recibir aquella invitación no dudo ni un momento en presentarse ante quien la había mandado llamar ya que tenía bastante curiosidad.
Su arreglo personal para ella, como condesa, lo era todo, su presentación, como su actitud debía demostrar su estatus y se preocupaba enormemente de cada detalle de su apariencia. Se dio una ducha y se vistió con cuidado, arregló su cabello hacia atrás, utilizando un cintillo de perlas reales y un moño sencillo, una falda con flores y la parte de arriba con camisa y mangas largas ya que siempre tenía frío en aquel clima.
Una vez lista, se despidió de Alexander con un beso en la nariz y salió con su sombrilla para evitar el calor del sol hacia el auto, una vez el chofer le abrió la puerta y estuvieron ambos en el auto le indicó que irían al sello, cosa que hicieron y llegaron en mucho menos tiempo del esperado, por lo que se despidió al darle la mano para bajar y le indicó que la esperara.
Entró al sello con la mayor dignidad, como siempre y preguntó en la recepción por la oficina de quien la había llamado, una vez informada tomó el ascensor y llegó hasta ésta, tocando dos veces la puerta, como era su costumbre, al entrar se presentó haciendo una ligera reverencia- Soy Camille, es un gusto.
Al parecer, su hermano tenía mucho trabajo con su otra representada, por lo que no le había prestado mucha atención últimamente, al parecer ni siquiera había hecho el papeleo necesario para tenerla como su representada, no se quejaba, sabía que debía ser a razón de algo, pero al recibir aquella invitación no dudo ni un momento en presentarse ante quien la había mandado llamar ya que tenía bastante curiosidad.
Su arreglo personal para ella, como condesa, lo era todo, su presentación, como su actitud debía demostrar su estatus y se preocupaba enormemente de cada detalle de su apariencia. Se dio una ducha y se vistió con cuidado, arregló su cabello hacia atrás, utilizando un cintillo de perlas reales y un moño sencillo, una falda con flores y la parte de arriba con camisa y mangas largas ya que siempre tenía frío en aquel clima.
- Ropa de Camille:
Una vez lista, se despidió de Alexander con un beso en la nariz y salió con su sombrilla para evitar el calor del sol hacia el auto, una vez el chofer le abrió la puerta y estuvieron ambos en el auto le indicó que irían al sello, cosa que hicieron y llegaron en mucho menos tiempo del esperado, por lo que se despidió al darle la mano para bajar y le indicó que la esperara.
Entró al sello con la mayor dignidad, como siempre y preguntó en la recepción por la oficina de quien la había llamado, una vez informada tomó el ascensor y llegó hasta ésta, tocando dos veces la puerta, como era su costumbre, al entrar se presentó haciendo una ligera reverencia- Soy Camille, es un gusto.
Camille R. Cryzard- Ocupación : Vocalista
Mensajes : 109
Fecha de inscripción : 19/12/2014
Edad : 28
Re: Nuevos horizontes.
La candidata no tardó en hacerse presente, anunciando su llegada con un recatado golpeteo de puerta. Delta estaba situado en el sillón movible de cuero de su oficina y se volteó a observar a la muchacha cuando esta finalmente dio ingreso. El estilista esperó a que uno de sus empleados cerrara la puerta desde afuera, y cuando se quedó solo con Camille abandonó el asiento en silencio y se aproximó hacia ella, analizándola cuidadosamente en su absoluta inexpresividad.
Apenas llegó a su lado sostuvo la delicada mano ajena para depositar un beso en el dorso, gesto que respondía a una mera formalidad. Delta no solía tratar de ese modo a nadie, pero sabía que Camille estaba relacionada con la familia real de Permafrost y lo menos que podía hacer era recibirle con aparente cortesía. Era un Duquesne después de todo, una familia que si bien no pertenecía a la nobleza ni estaba asociada a ningún linaje monárquico contaba con una excelente educación y disponía de mucho dinero gracias a la industria de la moda y el entretenimiento.
– Delta Duquesne – se presentó en el momento que dejó ir su mano, encontrando inmediatamente miradas con ella.
A esa distancia podía apreciar de cerca la gran belleza de Camille, antes contemplada en una simple fotografía. Saltaba a la vista su buen gusto para vestir, podía reconocer con sólo un vistazo la marca de las costosas prendas que le ataviaban. Para continuar la silenciosa revisión, Delta rodeó a la muchacha sin apartarle los ojos de encima, captando la fragancia que aromatizaba su piel y aprobando en su fuero interno los cuidados de su cabello, cuyas puntas no tuvo reparo en tocar con la punta de sus dedos. Todo esto ocurría en completo silencio y seriedad.
– Vayamos al grano, estoy interesado en ti – dijo después de un largo silencio, sin entrar en rodeos innecesarios mientras se alejaba de la muchacha. – Soy dueño de la marca Lovenista y necesito un artista que me permita utilizarle como ícono de mi nueva colección. – No solía dar este tipo de explicaciones pues todos en la industria le conocían, pero Camille era una extranjera por lo que de seguro no entendía en su plenitud la gran oportunidad que le estaba ofreciendo. – Cumples con el perfil a la perfección, sólo me queda una cosa que estudiar de ti... – dicho esto, Delta apoyó despreocupadamente su retaguardia en el filo del escritorio y se cruzó de brazos mientras la observaba a distancia. – Quítate la ropa – ordenó con firmeza, manteniendo la misma neutra expresión, como si aquello representara un simple gaje para él.
Apenas llegó a su lado sostuvo la delicada mano ajena para depositar un beso en el dorso, gesto que respondía a una mera formalidad. Delta no solía tratar de ese modo a nadie, pero sabía que Camille estaba relacionada con la familia real de Permafrost y lo menos que podía hacer era recibirle con aparente cortesía. Era un Duquesne después de todo, una familia que si bien no pertenecía a la nobleza ni estaba asociada a ningún linaje monárquico contaba con una excelente educación y disponía de mucho dinero gracias a la industria de la moda y el entretenimiento.
– Delta Duquesne – se presentó en el momento que dejó ir su mano, encontrando inmediatamente miradas con ella.
A esa distancia podía apreciar de cerca la gran belleza de Camille, antes contemplada en una simple fotografía. Saltaba a la vista su buen gusto para vestir, podía reconocer con sólo un vistazo la marca de las costosas prendas que le ataviaban. Para continuar la silenciosa revisión, Delta rodeó a la muchacha sin apartarle los ojos de encima, captando la fragancia que aromatizaba su piel y aprobando en su fuero interno los cuidados de su cabello, cuyas puntas no tuvo reparo en tocar con la punta de sus dedos. Todo esto ocurría en completo silencio y seriedad.
– Vayamos al grano, estoy interesado en ti – dijo después de un largo silencio, sin entrar en rodeos innecesarios mientras se alejaba de la muchacha. – Soy dueño de la marca Lovenista y necesito un artista que me permita utilizarle como ícono de mi nueva colección. – No solía dar este tipo de explicaciones pues todos en la industria le conocían, pero Camille era una extranjera por lo que de seguro no entendía en su plenitud la gran oportunidad que le estaba ofreciendo. – Cumples con el perfil a la perfección, sólo me queda una cosa que estudiar de ti... – dicho esto, Delta apoyó despreocupadamente su retaguardia en el filo del escritorio y se cruzó de brazos mientras la observaba a distancia. – Quítate la ropa – ordenó con firmeza, manteniendo la misma neutra expresión, como si aquello representara un simple gaje para él.
Invitado- Invitado
Re: Nuevos horizontes.
Apenas entró notó el aura indiferente del hombre, cosa que la hizo, inevitablemente, ponerse a la defensiva, su mentón se alzó y una mirada fría como el hielo y llena de altivez se posó en sus ojos celestes. Alzando ligeramente sus cejas, permitió que el otro besara su mano, gesto forzado y evidente, le parecía estar tratando con alguien parecido a su hermano en cierto sentido, por lo que sus movimientos no le eran desconocidos en nada, al contrario, era bastante predecible para alguien como ella.
Encantada de conocerlo -Dijo con educación, pero la misma frialdad que expresaba su mirada, la atmósfera no le agradaba para nada y mientras no se sintiera cómoda le recordaría con todo su porte que estaba tratando con una condesa, no con cualquiera plebeya.
Sintió como el otro la rodeaba, casi como un depredador lo hacía con su presa, pero intimidarse no era lo de ella, por lo que permaneció quieta e incluso permaneció en silencio que el extraño tocara su cabello, agradeció mentalmente no haber ido con su hermano pues ese simple gesto pudo haber causado la ira de éste y eso se pudo haber convertido en algo peligroso, Camus odiaba que la tocaran.
¿Interesado? -Repitió alzando una ceja y mirándolo fijamente mientras escuchaba su explicación- Ya veo, creo que debí venir con mi manager si el caso era sobre un contrato, pero como al parecer el papeleo no está hecho y aun me manejo sola creo poder aceptar bajo las condiciones convenientes por supuesto. -Dijo con seriedad, ella estaba perfectamente instruída en todo y no sería engañada de ninguna manera, al escuchar la frase "Cumples con el perfil", se preguntó a qué se refería y su curiosidad aumentó más al escuchar que le quedaba algo más que estudiar en ella.
Al escuchar lo que siguió, sus ojos se abrieron con sorpresa ya que era primera vez que alguien osaba hablarle con tal atrevimiento, ella no era cualquier persona, no recibía ordenes de nadie que no fuera su hermano y para peor jamás se expondría como una plebeya cualquiera ante cualquier hombre, nadie tenía derecho a verla de esa manera, eso estaba claro, por eso alzando la voz comunicó- Si el trabajar para usted requiere mi desnudez declino desde ya su oferta, yo no soy cualquier persona, soy una condesa y exijo que se me trate con el respeto que merezco ¿Cree que me quitaré la ropa ante cualquiera como si fuera una plebeya cualquiera? De seguro el sello estará lleno de mujeres cualquiera que estarán dispuestas a quitarse la ropa y hacer lo que sea por un trabajo, yo no soy una de ellas. -Su voz, fría como el hielo atravesó la habitación y su collar brilló como queriendo dejar salir su poder, pero se controló, no necesitaba decir más.
Encantada de conocerlo -Dijo con educación, pero la misma frialdad que expresaba su mirada, la atmósfera no le agradaba para nada y mientras no se sintiera cómoda le recordaría con todo su porte que estaba tratando con una condesa, no con cualquiera plebeya.
Sintió como el otro la rodeaba, casi como un depredador lo hacía con su presa, pero intimidarse no era lo de ella, por lo que permaneció quieta e incluso permaneció en silencio que el extraño tocara su cabello, agradeció mentalmente no haber ido con su hermano pues ese simple gesto pudo haber causado la ira de éste y eso se pudo haber convertido en algo peligroso, Camus odiaba que la tocaran.
¿Interesado? -Repitió alzando una ceja y mirándolo fijamente mientras escuchaba su explicación- Ya veo, creo que debí venir con mi manager si el caso era sobre un contrato, pero como al parecer el papeleo no está hecho y aun me manejo sola creo poder aceptar bajo las condiciones convenientes por supuesto. -Dijo con seriedad, ella estaba perfectamente instruída en todo y no sería engañada de ninguna manera, al escuchar la frase "Cumples con el perfil", se preguntó a qué se refería y su curiosidad aumentó más al escuchar que le quedaba algo más que estudiar en ella.
Al escuchar lo que siguió, sus ojos se abrieron con sorpresa ya que era primera vez que alguien osaba hablarle con tal atrevimiento, ella no era cualquier persona, no recibía ordenes de nadie que no fuera su hermano y para peor jamás se expondría como una plebeya cualquiera ante cualquier hombre, nadie tenía derecho a verla de esa manera, eso estaba claro, por eso alzando la voz comunicó- Si el trabajar para usted requiere mi desnudez declino desde ya su oferta, yo no soy cualquier persona, soy una condesa y exijo que se me trate con el respeto que merezco ¿Cree que me quitaré la ropa ante cualquiera como si fuera una plebeya cualquiera? De seguro el sello estará lleno de mujeres cualquiera que estarán dispuestas a quitarse la ropa y hacer lo que sea por un trabajo, yo no soy una de ellas. -Su voz, fría como el hielo atravesó la habitación y su collar brilló como queriendo dejar salir su poder, pero se controló, no necesitaba decir más.
Camille R. Cryzard- Ocupación : Vocalista
Mensajes : 109
Fecha de inscripción : 19/12/2014
Edad : 28
Re: Nuevos horizontes.
Arqueó inmediatamente una ceja, gesticulando un dejo de incredulidad. Parecía haber un pequeño malentendido pues él en ningún momento tuvo la ocurrencia de acostarse con ella ni nada parecido. La desnudez de un modelo era esencial para él, no representaba en absoluto un aprovechamiento sino que era un modo de conocer su material de trabajo. Pero parecía que explicar eso a una señorita conservadora y poco familiarizada con el mundo del glamour resultaría complicado, peor aún si ésta tenía un carácter parecido a él.
Con la frente poblada de arrugas y un pequeño tic apoderándose de su ojo diestro, espetó:
– No estoy interesado en ti de esa forma... – aclaró de inmediato, llevándose una mano a la sien. Ni siquiera podía recordar la última vez que se había sentido sexualmente atraído hacia una mujer, pero no iba a entrar a comentar temas tan personales. – Para integrarte en este mundo debes saber que tu rostro y tu cuerpo son tus herramientas. No destacarás entre las miles de chicas que hay en el mercado sólo por tu talento... Aunque tu apellido puede que ayude – comentó, sin olvidar que estaba tratando con la hermana menor de Camus, ex integrante de uno de los exitosos grupos de pop japonés, Quartet Night.
Camille debía tener claro que el talento por sí mismo no llevaba a ninguna parte, ni siquiera en Merveilles. De hecho, en cualquier sello la clave estaba ser asesorado por las personas correctas y declinar la propuesta de Delta no era una estrategia muy inteligente si es que quería llegar a la cima.
– Escucha, soy el tipo de profesional que explora a fondo a sus modelos. Debo saber si tu piel está marcada por alguna quemadura, cicatriz, marca de nacimiento o un lunar muy notorio, o si presentas estrías en tus piernas, si se te notan las costillas o si tienes grasa de más en alguna parte no visible – le explicó, manteniéndose en completa seriedad. Las proporciones de una persona, sobretodo si se trataba de una mujer, eran un asunto complejo para él. – También tengo que estudiar la dimensión de tus senos, tu cintura y tus caderas. Son detalles que debo conocer para confeccionarte ropa. – Estaba de más decir que Delta era muy perfeccionista en lo que hacía. – No encontrarás a otro estilista de mi categoría dispuesto a asistir a una novata. Por eso... Te recomiendo que me obedezcas – sentenció en última instancia, fijando nuevamente el filo de su mirada en los ojos de la joven.
Con la frente poblada de arrugas y un pequeño tic apoderándose de su ojo diestro, espetó:
– No estoy interesado en ti de esa forma... – aclaró de inmediato, llevándose una mano a la sien. Ni siquiera podía recordar la última vez que se había sentido sexualmente atraído hacia una mujer, pero no iba a entrar a comentar temas tan personales. – Para integrarte en este mundo debes saber que tu rostro y tu cuerpo son tus herramientas. No destacarás entre las miles de chicas que hay en el mercado sólo por tu talento... Aunque tu apellido puede que ayude – comentó, sin olvidar que estaba tratando con la hermana menor de Camus, ex integrante de uno de los exitosos grupos de pop japonés, Quartet Night.
Camille debía tener claro que el talento por sí mismo no llevaba a ninguna parte, ni siquiera en Merveilles. De hecho, en cualquier sello la clave estaba ser asesorado por las personas correctas y declinar la propuesta de Delta no era una estrategia muy inteligente si es que quería llegar a la cima.
– Escucha, soy el tipo de profesional que explora a fondo a sus modelos. Debo saber si tu piel está marcada por alguna quemadura, cicatriz, marca de nacimiento o un lunar muy notorio, o si presentas estrías en tus piernas, si se te notan las costillas o si tienes grasa de más en alguna parte no visible – le explicó, manteniéndose en completa seriedad. Las proporciones de una persona, sobretodo si se trataba de una mujer, eran un asunto complejo para él. – También tengo que estudiar la dimensión de tus senos, tu cintura y tus caderas. Son detalles que debo conocer para confeccionarte ropa. – Estaba de más decir que Delta era muy perfeccionista en lo que hacía. – No encontrarás a otro estilista de mi categoría dispuesto a asistir a una novata. Por eso... Te recomiendo que me obedezcas – sentenció en última instancia, fijando nuevamente el filo de su mirada en los ojos de la joven.
Invitado- Invitado
Re: Nuevos horizontes.
Señor disculpe, pero yo no he hablado nunca de nada sexual, jamás permitiría que un hombre cualquiera me pusiera un dedo encima, pero así mismo, mi cuerpo me pertenece y no permito que cualquiera lo vea. -Dijo imperiosamente, su voz y su porte demostraban que no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer, por más que el otro hablara de apellidos y todo lo demás, eso no era de su interés, ella venía representando a Silk Palace y eso era todo lo que debía interesar, su apellido no tenía nada que ver ni para ella ni para su hermano.
Luego de un rato frunció los labios y cerró los ojos para serenarse, no sacaba nada con enfadarse y dejar que todo aquello arruinara su oportunidad, después de todo estaba de acuerdo en que aquello era una oportunidad y le ayudaría en su carrera, le parecía indigno hacer algo así, pero quizás debería considerarlo.
El problema principal, era que la palabra "obedecer", no estaba en su vocabulario más que con su reina o su hermano y por ello su temperamento malcriado se rebelaba ante ella- No permito que nadie me de ordenes. -Puntualizó con la misma calma- Pero está bien, si es por ese motivo lo voy a permitir, no tengo ninguna de esas cosas que usted dice, pero si debo hacerlo, lo haré - Dijo con decisión y con gracia y dignidad comenzó a despojarse de su delicada y compleja ropa, botón por botón, cierre por cierre, sus manos no titubeaban ni se detuvieron hasta quedar de la manera que él le indicó, dobló su ropa con delicadeza, pues no era cualquier cosa y la dejó a un lado sobre una silla.
Bien, soy un lienzo en blanco, adelante. -Dijo en tono de voz firme, tanto, que casi sonó como una orden, cosa que acostumbraba dar bastante seguido. Lo observó con dignidad, sabía que su cuerpo era perfecto desde todos los aspectos, la habían criado para que así fuera, no cualquiera podría estar al lado de su Reina si no mereciera aquel puesto por sus muchos talentos y belleza.
Luego de un rato frunció los labios y cerró los ojos para serenarse, no sacaba nada con enfadarse y dejar que todo aquello arruinara su oportunidad, después de todo estaba de acuerdo en que aquello era una oportunidad y le ayudaría en su carrera, le parecía indigno hacer algo así, pero quizás debería considerarlo.
El problema principal, era que la palabra "obedecer", no estaba en su vocabulario más que con su reina o su hermano y por ello su temperamento malcriado se rebelaba ante ella- No permito que nadie me de ordenes. -Puntualizó con la misma calma- Pero está bien, si es por ese motivo lo voy a permitir, no tengo ninguna de esas cosas que usted dice, pero si debo hacerlo, lo haré - Dijo con decisión y con gracia y dignidad comenzó a despojarse de su delicada y compleja ropa, botón por botón, cierre por cierre, sus manos no titubeaban ni se detuvieron hasta quedar de la manera que él le indicó, dobló su ropa con delicadeza, pues no era cualquier cosa y la dejó a un lado sobre una silla.
Bien, soy un lienzo en blanco, adelante. -Dijo en tono de voz firme, tanto, que casi sonó como una orden, cosa que acostumbraba dar bastante seguido. Lo observó con dignidad, sabía que su cuerpo era perfecto desde todos los aspectos, la habían criado para que así fuera, no cualquiera podría estar al lado de su Reina si no mereciera aquel puesto por sus muchos talentos y belleza.
Camille R. Cryzard- Ocupación : Vocalista
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Fecha de inscripción : 19/12/2014
Edad : 28
Re: Nuevos horizontes.
Estaba esforzándose en parecer sereno, en no perder los estribos ante un posible asesoramiento. La muerte de Kotarou le mantenía con la guardia baja y los ánimos calmos... Pero su paciencia pendía de un hilo y aquella afirmación inicial consiguió crispar sus muy alterables nervios.
– ¿Un hombre cualquiera? – Repitió, entonando en sus palabras marcada indignación. No sólo por el apelativo, que de por sí le parecía una ofensa tremenda, sino también por la declaración... Eso de que su cuerpo le pertenecía. ¿Es que nadie le había informado a esa chica cómo funcionaba el sistema en Merveilles? Si quería ser reconocida y admirada por sus talentos debía venderse en cuerpo y alma a la empresa. Camus tampoco lo sabía, él había estado trabajando en Japón a lo largo de esos años.
Me parece que seré yo quien tendrá que explicárselo...
Pero antes de realizar un solo movimiento las ropas de Camille cayeron y sus palabras demostraban haber acatado la orden con mucha dignidad. Delta restó estático ante este súbito cambio de guión, paseando brevemente sus ojos por la desnudez ajena.
La sola mirada de la muchacha le parecía una insolencia, pero dado a que él mismo había solicitado su presencia debía ser paciente. El estilista fue criado bajo la idea de que el cuerpo al descubierto era la forma más pura de realizar arte, por lo que la desnudez no debía vulgarizarse, ni siquiera cuando estuviera referida a lo sexual. Y tal vez fue a la luz de este pensamiento que ni siquiera un sonrojo coloró su piel en el momento que la muchacha se despojó de sus prendas. Sólo tomó distancias y le observó atentamente, como si ella misma fuera un lienzo a su disposición.
De hecho, la veía de ese modo. Pero debía darle a entender a la princesita quién era el jefe allí.
Cuando Camille estuvo al descubierto Delta se le aproximó con cautela y, reconociendo la fiereza en sus ojos azulinos, la tomó bruscamente del mentón. Sin embargo, el tenor de su accionar fue perdiendo gravedad a medida que las yemas de sus dedos aflojaron y se permitieron percibir el tacto de su piel. Al final, lo que había empezado como una violenta provocación terminó como una delicada caricia que se deslizaba por la mejilla de la joven. Delta parecía haber olvidado su molestia pues ahora se limitaba a observar a Camille con atención, de forma seria pero apacible.
– ¿Usas algún tipo de crema? – Preguntó, acariciándola con cuidado y con un muy disimulado respeto. – Tiene el cutis muy suave...
– ¿Un hombre cualquiera? – Repitió, entonando en sus palabras marcada indignación. No sólo por el apelativo, que de por sí le parecía una ofensa tremenda, sino también por la declaración... Eso de que su cuerpo le pertenecía. ¿Es que nadie le había informado a esa chica cómo funcionaba el sistema en Merveilles? Si quería ser reconocida y admirada por sus talentos debía venderse en cuerpo y alma a la empresa. Camus tampoco lo sabía, él había estado trabajando en Japón a lo largo de esos años.
Me parece que seré yo quien tendrá que explicárselo...
Pero antes de realizar un solo movimiento las ropas de Camille cayeron y sus palabras demostraban haber acatado la orden con mucha dignidad. Delta restó estático ante este súbito cambio de guión, paseando brevemente sus ojos por la desnudez ajena.
La sola mirada de la muchacha le parecía una insolencia, pero dado a que él mismo había solicitado su presencia debía ser paciente. El estilista fue criado bajo la idea de que el cuerpo al descubierto era la forma más pura de realizar arte, por lo que la desnudez no debía vulgarizarse, ni siquiera cuando estuviera referida a lo sexual. Y tal vez fue a la luz de este pensamiento que ni siquiera un sonrojo coloró su piel en el momento que la muchacha se despojó de sus prendas. Sólo tomó distancias y le observó atentamente, como si ella misma fuera un lienzo a su disposición.
De hecho, la veía de ese modo. Pero debía darle a entender a la princesita quién era el jefe allí.
Cuando Camille estuvo al descubierto Delta se le aproximó con cautela y, reconociendo la fiereza en sus ojos azulinos, la tomó bruscamente del mentón. Sin embargo, el tenor de su accionar fue perdiendo gravedad a medida que las yemas de sus dedos aflojaron y se permitieron percibir el tacto de su piel. Al final, lo que había empezado como una violenta provocación terminó como una delicada caricia que se deslizaba por la mejilla de la joven. Delta parecía haber olvidado su molestia pues ahora se limitaba a observar a Camille con atención, de forma seria pero apacible.
– ¿Usas algún tipo de crema? – Preguntó, acariciándola con cuidado y con un muy disimulado respeto. – Tiene el cutis muy suave...
Invitado- Invitado
Re: Nuevos horizontes.
-Se mantuvo firme en su postura incluso cuando el otro la tomó con violencia y la obligó a mirarlo, sus ojos se entrecerraron con furia y sin querer el frío que ella gobernaba se extendió hacia sus manos, pero controló cualquier indicio de hielo al sentir que el toque del mayor se volvía más delicado y de alguna manera casi cariñoso, su respiración que había estado contenida se suavizó, lo mismo que sus manos que estaban cerradas, en general su cuerpo se relajó y cerró los ojos por unos segundos, casi disfrutando de aquella caricia que el otro le daba.
Lo observó y se dejó observar con toda la entereza que la situación le permitía, era primera vez que un hombre la veía desnuda, solo había estado de esa manera en el palacio y no se presentaba ante nadie sin ropa desde que fue capaz de hacer todo por si misma, por lo que aquello era una experiencia algo fuerte para enfrentar de un momento a otro, aun así, su orgullo no le permitió flaquear y se mantuvo firme durante aquella inspección, no mostraría ni un síntoma de debilidad, si lo hacía, eso marcaría el tono de la relación que ambos tendrían y no, no permitiría por ningún motivo verse como alguien débil ante un hombre, por muy fuerte que éste fuera.
Al escuchar su pregunta negó lentamente con su cabeza- No, solo jabón y agua de rosas, mi piel es así naturalmente -Contestó con la misma suavidad con la que era tratada, después de todo a pesar de la situación, no iba a ser grosera si el otro se comportaba de esa manera, aunque no bajaría la guardia, quería saber qué más haría o preguntaría el otro, por lo que su mirada permaneció fija en los profundos ojos del otro, escaneando sus intenciones de alguna manera, aunque parecía sincero al decir aquel "elogio"-
Lo observó y se dejó observar con toda la entereza que la situación le permitía, era primera vez que un hombre la veía desnuda, solo había estado de esa manera en el palacio y no se presentaba ante nadie sin ropa desde que fue capaz de hacer todo por si misma, por lo que aquello era una experiencia algo fuerte para enfrentar de un momento a otro, aun así, su orgullo no le permitió flaquear y se mantuvo firme durante aquella inspección, no mostraría ni un síntoma de debilidad, si lo hacía, eso marcaría el tono de la relación que ambos tendrían y no, no permitiría por ningún motivo verse como alguien débil ante un hombre, por muy fuerte que éste fuera.
Al escuchar su pregunta negó lentamente con su cabeza- No, solo jabón y agua de rosas, mi piel es así naturalmente -Contestó con la misma suavidad con la que era tratada, después de todo a pesar de la situación, no iba a ser grosera si el otro se comportaba de esa manera, aunque no bajaría la guardia, quería saber qué más haría o preguntaría el otro, por lo que su mirada permaneció fija en los profundos ojos del otro, escaneando sus intenciones de alguna manera, aunque parecía sincero al decir aquel "elogio"-
Camille R. Cryzard- Ocupación : Vocalista
Mensajes : 109
Fecha de inscripción : 19/12/2014
Edad : 28
Re: Nuevos horizontes.
– Es más blanca de lo que pensé... – comentó de inmediato, retirando en el acto su mano del mentón de la joven y moviéndose a su alrededor. Delta conocía gente tremendamente atractiva, pero jamás había tocado una piel tan tersa y perfecta como la de Camille. – Y tu pecho es pequeño... – agregó, descendiendo sin pudor su intensa mirada carmín, hasta detenerla en los encantadores pezones ajenos. No quiso decirlo en voz alta pero le agradaba lo que veía... En más de un sentido.
Para disimular bien la expresividad en su rostro se llevó una mano a los labios mientras la seguía examinando, rodeándola y observando cada detalle, cada lunar y cada curvatura. Complexión delgada, piel nívea y buena estatura. Sus omóplatos estaban cincelados con suma elegancia y las líneas de sus piernas eran lisas, sin imperfecciones. Incluso el escaso vello rubio que cubría sus genitales tenía un encanto singular.
– Tomaré tus medidas, no te muevas – ordenó el mayor con la firmeza de siempre, aunque ya no estaba tan a la defensiva. Era consciente que, así como Camille había cedido a sus caprichos, él tendría que ceder a los suyos en algún momento y lo mejor era empezar a amainar el ambiente.
Se alejó para tomar unos objetos del cajón de su escritorio. No tardó en volver a su lado con una huincha de medir en las manos y una libreta en sus proximidades. El estilista comenzó a medir cuidadosamente las proporciones de Camille, en silencio, esperando que ella cooperara y le cediese el completo control de su cuerpo. Cuando él moviera su brazo hacia arriba, esperaba que ella lo siguiera y se quedara allí, tal como un inerte maniquí. El delgado objeto de medición le rodeó los brazos, los muslos, la cintura, la cadera, el abdomen, las muñecas, el busto, el cuello... Cada dimensión de su cuerpo estaba siendo tomada y estudiada.
Para disimular bien la expresividad en su rostro se llevó una mano a los labios mientras la seguía examinando, rodeándola y observando cada detalle, cada lunar y cada curvatura. Complexión delgada, piel nívea y buena estatura. Sus omóplatos estaban cincelados con suma elegancia y las líneas de sus piernas eran lisas, sin imperfecciones. Incluso el escaso vello rubio que cubría sus genitales tenía un encanto singular.
– Tomaré tus medidas, no te muevas – ordenó el mayor con la firmeza de siempre, aunque ya no estaba tan a la defensiva. Era consciente que, así como Camille había cedido a sus caprichos, él tendría que ceder a los suyos en algún momento y lo mejor era empezar a amainar el ambiente.
Se alejó para tomar unos objetos del cajón de su escritorio. No tardó en volver a su lado con una huincha de medir en las manos y una libreta en sus proximidades. El estilista comenzó a medir cuidadosamente las proporciones de Camille, en silencio, esperando que ella cooperara y le cediese el completo control de su cuerpo. Cuando él moviera su brazo hacia arriba, esperaba que ella lo siguiera y se quedara allí, tal como un inerte maniquí. El delgado objeto de medición le rodeó los brazos, los muslos, la cintura, la cadera, el abdomen, las muñecas, el busto, el cuello... Cada dimensión de su cuerpo estaba siendo tomada y estudiada.
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Re: Nuevos horizontes.
No hay mucho sol de donde vengo... -Explicó en voz baja, Delta estaba muy cerca y era casi como vivir un momento bastante íntimo, subir la voz no era necesario ya que él podía escucharla claramente. Apenas retiró su mano volvió a alzar el mentón ya que siempre le habían enseñado que esa era la pose de una dama, siempre con el mentón arriba ante cualquier situación. Dejó que el estilista la observara con entereza, pero sus entrañas se removieron inconteniblemente ante el comentario sobre su pecho, nunca antes un hombre la había visto y el hecho de que éste tuviera su mirada fija ahí no podía menos que hacerla sentir incómoda, sonrojándose suavemente solo asintió, no tenía idea de si tener el pecho pequeño o no era algo bueno, pero no quiso dejar en evidencia lo que sentía, por lo que se mantuvo firme mientras el otro seguía la inspección.
No se movió, respiró muy suavemente y dejó que el otro estudiara cada parte de su cuerpo, era una sensación extraña ya que nunca había pasado por algo así, la primera vez que alguien la veía desnuda y realmente no se esperaba que fuera en esa circunstancia ni menos con una persona que acababa de conocer, su mirada estaba perdida mientras sus pensamientos volaban por un momento hacia la persona a la que quería entregar tal honor, pero cerró sus ojos y agitó su cabeza por un segundo, aquel tema no debía ser tocado ya que era algo imposible, ahora mismo ella era solo un lienzo que el otro estudiaba y estaba segura de que el otro podría crear algo hermosos sobre ella.
Al escuchar la nueva orden no pudo evitar fruncir el ceño - Pedir las cosas por favor no estaría mal -Comentó en voz baja mientras apretaba suavemente los labios, bastante había cedido para que el otro siguiera comportándose así.
Aun así suspiró y le cedió el control total al otro, moviendo sus brazos y piernas como éste le indicaba, cerrando los ojos involuntariamente cada vez que éste rozaba su piel por casualidad con sus dedos y esperando poder soportar todo eso con la altura de mira que debía tener, si quería cumplir sus sueños y demostrarle a su hermano que sería una profesional, esa era la mejor manera de lograrlo, por lo que se quedó firme y siguió las instrucciones ya sin dudar.-
No se movió, respiró muy suavemente y dejó que el otro estudiara cada parte de su cuerpo, era una sensación extraña ya que nunca había pasado por algo así, la primera vez que alguien la veía desnuda y realmente no se esperaba que fuera en esa circunstancia ni menos con una persona que acababa de conocer, su mirada estaba perdida mientras sus pensamientos volaban por un momento hacia la persona a la que quería entregar tal honor, pero cerró sus ojos y agitó su cabeza por un segundo, aquel tema no debía ser tocado ya que era algo imposible, ahora mismo ella era solo un lienzo que el otro estudiaba y estaba segura de que el otro podría crear algo hermosos sobre ella.
Al escuchar la nueva orden no pudo evitar fruncir el ceño - Pedir las cosas por favor no estaría mal -Comentó en voz baja mientras apretaba suavemente los labios, bastante había cedido para que el otro siguiera comportándose así.
Aun así suspiró y le cedió el control total al otro, moviendo sus brazos y piernas como éste le indicaba, cerrando los ojos involuntariamente cada vez que éste rozaba su piel por casualidad con sus dedos y esperando poder soportar todo eso con la altura de mira que debía tener, si quería cumplir sus sueños y demostrarle a su hermano que sería una profesional, esa era la mejor manera de lograrlo, por lo que se quedó firme y siguió las instrucciones ya sin dudar.-
Camille R. Cryzard- Ocupación : Vocalista
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Re: Nuevos horizontes.
Con la misma tranquilidad rodeó las extremidades del cuerpo ajeno, incluida la extensión de su torso, y cada medida, por más pequeña que fuera, la anotaba en su cuadernillo de cuero. El roce de sus dedos inspeccionó cada rincón, mas con una finalidad netamente artística y alejada de cualquier vulgaridad. Era sorprendente, a pesar de su edad tenía la piel tan suave como la de un bebé, además de contar con unos rasgos lo suficientemente moldeables como para ser embellecidos por su destreza con el maquillaje.
Delta le estudió con suma seriedad, obviando por completo la demanda de modales que había oído unos segundos atrás. Estaba ensimismado en sus ideas, por lo que ni siquiera se dignó a contestarle con un sarcasmo o una negativa, y la obediencia de Camille fue fundamental pues le permitió continuar con su hacer. Esa jovencita tan consentida conseguía despertar su curiosidad y su inspiración, lo suficiente como para tensar más de la cuenta la huincha en la zona de su busto, buscando una reacción que satisficiera su latente sadismo.
Situado a sus espaldas, Delta estranguló los pequeños pezones de Camille con el instrumento de medición, de una forma tan precisa que lograba ser un tanto escalofriante. Pero antes de que ella notara que lo estaba haciendo a propósito, disminuyó la fuerza del cruce.
– Una piel sin grasas ni dermografía. No tienes pecas ni manchas solares, tus poros son parejos, ni siquiera puedo verlos a plena luz del día – murmuró para sí, observando atentamente el efecto de ese "apretón" en uno de los sectores más sensibles de su piel. ¿Acaso todos los habitantes de Permafrost contaban con las mismas características? De ser el caso, definitivamente visitaría ese reino en sus siguientes vacaciones. Con esa conclusión, liberó a la muchacha de su "abrazo" indirecto. – Puedes vestirte – le avisó, alejándose de ella con la misma calma inicial.
Echó una ojeada breve a los datos recopilados en esa visita y dejó tanto la libreta como la huincha en la superficie del escritorio. Luego del silencio, volvió a dirigirse a Camille.
– Me da igual lo que pienses de mí, incluso si me odias, quiero asistirte – confesó con la tenacidad que solía caracterizarle cuando se encaprichaba con algo o con alguien. – Si te comprometes a seguir mis órdenes y mis manías, te convertiré en la artista más bella de Glass City – dicho esto, acortó su distancia unos pasos. – Representarías a la marca de mi familia y recibirías una paga extra como modelo. ¿Qué dices? No suena tan mal, ¿o si?
Delta le estudió con suma seriedad, obviando por completo la demanda de modales que había oído unos segundos atrás. Estaba ensimismado en sus ideas, por lo que ni siquiera se dignó a contestarle con un sarcasmo o una negativa, y la obediencia de Camille fue fundamental pues le permitió continuar con su hacer. Esa jovencita tan consentida conseguía despertar su curiosidad y su inspiración, lo suficiente como para tensar más de la cuenta la huincha en la zona de su busto, buscando una reacción que satisficiera su latente sadismo.
Situado a sus espaldas, Delta estranguló los pequeños pezones de Camille con el instrumento de medición, de una forma tan precisa que lograba ser un tanto escalofriante. Pero antes de que ella notara que lo estaba haciendo a propósito, disminuyó la fuerza del cruce.
– Una piel sin grasas ni dermografía. No tienes pecas ni manchas solares, tus poros son parejos, ni siquiera puedo verlos a plena luz del día – murmuró para sí, observando atentamente el efecto de ese "apretón" en uno de los sectores más sensibles de su piel. ¿Acaso todos los habitantes de Permafrost contaban con las mismas características? De ser el caso, definitivamente visitaría ese reino en sus siguientes vacaciones. Con esa conclusión, liberó a la muchacha de su "abrazo" indirecto. – Puedes vestirte – le avisó, alejándose de ella con la misma calma inicial.
Echó una ojeada breve a los datos recopilados en esa visita y dejó tanto la libreta como la huincha en la superficie del escritorio. Luego del silencio, volvió a dirigirse a Camille.
– Me da igual lo que pienses de mí, incluso si me odias, quiero asistirte – confesó con la tenacidad que solía caracterizarle cuando se encaprichaba con algo o con alguien. – Si te comprometes a seguir mis órdenes y mis manías, te convertiré en la artista más bella de Glass City – dicho esto, acortó su distancia unos pasos. – Representarías a la marca de mi familia y recibirías una paga extra como modelo. ¿Qué dices? No suena tan mal, ¿o si?
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Re: Nuevos horizontes.
-Se sentía como una muñeca, pero suponía que en eso se convertiría a la larga en las manos de Delta, no le molestaba, estaba dispuesta a convertirse en lo que él quisiera con tal de triunfar y sobresalir lo necesario, le daría honor a su cargo de primera dama de la reina convirtiéndose en la mejor Idol de Glass City, descubriría la vida tal como la reina quería que hiciera, no se cerraría a ninguna posibilidad.
Siguió al estilista con la mirada, controlando un bufido al notar que simplemente ignoraba su petición, pero suponía que la relación entre ellos sería así desde ese momento en adelante, aunque lo que vino después la tomó tan desprevenida que no pudo contener su reacción. Sus labios se separaron y un sonido que nunca había abandonado sus labios se dejó escuchar suavemente, era una clase de suspiro, mezclada con un quejido, aquella presión resultaba de alguna manera agradable, pero ella no comprendía el porqué, sus ojos se abrieron con sorpresa al escuchar aquel sonido brotar de sus labios y los juntó inmediatamente fingiendo que nada había pasado.
Pero el apretón en sus pezones era tan fuerte y certero que apenas pudo contener otro quejido similar ¿Qué le ocurría? ¿Qué era esa sensación?, Se mordió el labio inferior para retener cualquier otro sonido y cerró los ojos mientras el otro terminara. Cuando finalmente el apretón cesó respiró aliviada y lo miró de manera distraída mientras comentaba sobre su piel y todo aquello que a ella realmente le parecía normal. Asintió sin más a la "orden" de vestirse y comenzó a hacerlo con total cuidado, cada parte de sus costosas prendas eran muy delicadas, por lo que debían ser tratadas con mucho cuidado, una vez estuvo nuevamente vestida se volvió hacia el estilista con decisión.
-El odio o el cariño que nos tengamos no tienen porque influir en los negocios -Dijo con calma- Por lo que acepto la oferta, como nos llevemos en privado eso es nuestro problema y lo manejaremos en privado. Pero seré la mejor idol de Glass City, de eso no hay duda -La seguridad y altivez de sus palabras dejaba en claro que no dudaba por nada del resultado- Seré su modelo, Delta. -Dijo finalmente.
Siguió al estilista con la mirada, controlando un bufido al notar que simplemente ignoraba su petición, pero suponía que la relación entre ellos sería así desde ese momento en adelante, aunque lo que vino después la tomó tan desprevenida que no pudo contener su reacción. Sus labios se separaron y un sonido que nunca había abandonado sus labios se dejó escuchar suavemente, era una clase de suspiro, mezclada con un quejido, aquella presión resultaba de alguna manera agradable, pero ella no comprendía el porqué, sus ojos se abrieron con sorpresa al escuchar aquel sonido brotar de sus labios y los juntó inmediatamente fingiendo que nada había pasado.
Pero el apretón en sus pezones era tan fuerte y certero que apenas pudo contener otro quejido similar ¿Qué le ocurría? ¿Qué era esa sensación?, Se mordió el labio inferior para retener cualquier otro sonido y cerró los ojos mientras el otro terminara. Cuando finalmente el apretón cesó respiró aliviada y lo miró de manera distraída mientras comentaba sobre su piel y todo aquello que a ella realmente le parecía normal. Asintió sin más a la "orden" de vestirse y comenzó a hacerlo con total cuidado, cada parte de sus costosas prendas eran muy delicadas, por lo que debían ser tratadas con mucho cuidado, una vez estuvo nuevamente vestida se volvió hacia el estilista con decisión.
-El odio o el cariño que nos tengamos no tienen porque influir en los negocios -Dijo con calma- Por lo que acepto la oferta, como nos llevemos en privado eso es nuestro problema y lo manejaremos en privado. Pero seré la mejor idol de Glass City, de eso no hay duda -La seguridad y altivez de sus palabras dejaba en claro que no dudaba por nada del resultado- Seré su modelo, Delta. -Dijo finalmente.
Camille R. Cryzard- Ocupación : Vocalista
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Re: Nuevos horizontes.
No pudo controlarlo. En cuanto escuchó la aseveración de Camille, acompañada de esa expresión tan altiva y llena de seguridad, una media sonrisa escapó de los labios de Delta. Fue una mezcla de contento y burla, ni él pudo esclarecer qué clase de emoción le inundó en ese momento. Sólo sabía una cosa: con la hermana de Camus en sus filas, nada ni nadie podría reprimirle de hacer cuanto arte pasara por su cabeza. Estaba dispuesto a convertirla en la musa de sus más extravagantes fantasías, pero seguramente ella no podría dimensionar siquiera el peligro que corría en manos de semejante estilista.
– Bienvenida a Lovenista – respondió, ladeando un poco el rostro al momento de observarla otra vez con el filo de su amenazante mirada. Pero ahora, en cambio, el leve atisbo de una sonrisa convertía la expresión de Delta en una gesticulación maliciosa y ligeramente traviesa. Y puede que esa haya sido su precisa intención.
Tras ello, entregó a Camille los papeles que debía rellenar para dar por concretado su asesoramiento. Guardó todos los implementos de medición que utilizó en el mismo cajón de donde salieron y se dejó caer tranquilamente en el asiento que antecedía su escritorio, un cómodo y gran sillón giratorio de cuero negro.
– La semana entrante haré los moldes de tu cuerpo y probaremos tu primer atuendo – anunció sin apartar la fría mirada de su modelo. Ya no sonreía y su tono volvía a ser tan neutral como siempre. – Si todo sale bien lo exhibirás en una pasarela que se realizará el próximo mes, tendrás la oportunidad de conocer otros modelos, en su mayoría artistas como tú. Pero antes te pondré a prueba, si tu equilibrio apesta tal vez tome más tiempo sacarte provecho. – Delta encendió un cigarillo y dio una larga calada antes de proseguir. – Este primer intento de traje me servirá para corregir los errores iniciales y hacer un conjunto perfecto en tu debut... Por cierto, ¿cuándo será?
– Bienvenida a Lovenista – respondió, ladeando un poco el rostro al momento de observarla otra vez con el filo de su amenazante mirada. Pero ahora, en cambio, el leve atisbo de una sonrisa convertía la expresión de Delta en una gesticulación maliciosa y ligeramente traviesa. Y puede que esa haya sido su precisa intención.
Tras ello, entregó a Camille los papeles que debía rellenar para dar por concretado su asesoramiento. Guardó todos los implementos de medición que utilizó en el mismo cajón de donde salieron y se dejó caer tranquilamente en el asiento que antecedía su escritorio, un cómodo y gran sillón giratorio de cuero negro.
– La semana entrante haré los moldes de tu cuerpo y probaremos tu primer atuendo – anunció sin apartar la fría mirada de su modelo. Ya no sonreía y su tono volvía a ser tan neutral como siempre. – Si todo sale bien lo exhibirás en una pasarela que se realizará el próximo mes, tendrás la oportunidad de conocer otros modelos, en su mayoría artistas como tú. Pero antes te pondré a prueba, si tu equilibrio apesta tal vez tome más tiempo sacarte provecho. – Delta encendió un cigarillo y dio una larga calada antes de proseguir. – Este primer intento de traje me servirá para corregir los errores iniciales y hacer un conjunto perfecto en tu debut... Por cierto, ¿cuándo será?
Última edición por Delta Duquesne el Lun Mayo 18, 2015 2:18 pm, editado 1 vez
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Re: Nuevos horizontes.
-Observó la expresión del otro con atención, no se le escapó aquella sonrisa, pero no hizo caso a su actuar, en aquel rato que habían compartido juntos se había dado cuenta de bastantes cosas del otro y creía entender un poco cómo sería la relación que ambos llevarían.
Gracias. -Respondió tranquilamente, devolviendo una mirada igual de fuerte que la que recibía, su mentón en alto y un leve atisbo de altitud en una de sus cejas dejaba bastante claro que el otro no la intimidaba ni aunque fuera un poco y estaba dispuesta a soportar lo que fuera. Una sonrisa juguetona se formó en sus labios, casi desafiandolo- Espero que su trabajo saque a relucir todo lo que tengo para enseñarle al mundo.
Recibió los papeles con una de sus manos y se sentó frente al otro, sin apoyar su espalda en el respaldo de la silla y manteniendo ésta muy recta en una posición digna, cruzó sus piernas por debajo de la silla y arregló su falda con cuidado antes de comenzar a leer atentamente los papeles. Una vez que estuvo de acuerdo con todo de su bolso sacó un lápiz y comenzó a rellenar cada uno de los datos que se le pedía con una curvilínea y elegante letra.
-Bien, en una semana entonces. ¿Trabaja aquí directamente o tiene algún estudio para hacer todas esas cosas? Si es así, debe decirme el día y la hora exacta en la que debo presentarme, no me agradan los retrasos y quiero comenzar cuanto antes, así que esperaré a que ese primer atuendo le haga justicia a sus palabras -Dijo tranquilamente mientras seguía escribiendo, ni siquiera alzó la mirada pues estaba concentrada en lo que hacía- Entiendo, suena como una oportunidad perfecta, aquella pasarela... -Al escuchar lo de su equilibrio una sonrisa se formó en sus labios, divertida, desafiante, alzó su mirada levemente y dijo- Se sorprenderá de lo que puedo hacer -Volvió a bajar la mirada hacia los papeles que rellenaba y arrugó ligeramente la nariz al sentir el aroma a tabaco, pero no se quejó- Me parece perfecto. Mi debut aun no está preparado, mi hermano debe hacerse cargo de eso y no he sido informada de la situación en la que será, por lo que debo esperar, lo mantendré informado una vez que decidamos qué hacer. -Respondió al tiempo de dejar su lápiz a un lado, tomar los papeles ya listos y ofrecérselos al otro con media sonrisa en sus labios- Al parecer todo está listo.
Gracias. -Respondió tranquilamente, devolviendo una mirada igual de fuerte que la que recibía, su mentón en alto y un leve atisbo de altitud en una de sus cejas dejaba bastante claro que el otro no la intimidaba ni aunque fuera un poco y estaba dispuesta a soportar lo que fuera. Una sonrisa juguetona se formó en sus labios, casi desafiandolo- Espero que su trabajo saque a relucir todo lo que tengo para enseñarle al mundo.
Recibió los papeles con una de sus manos y se sentó frente al otro, sin apoyar su espalda en el respaldo de la silla y manteniendo ésta muy recta en una posición digna, cruzó sus piernas por debajo de la silla y arregló su falda con cuidado antes de comenzar a leer atentamente los papeles. Una vez que estuvo de acuerdo con todo de su bolso sacó un lápiz y comenzó a rellenar cada uno de los datos que se le pedía con una curvilínea y elegante letra.
-Bien, en una semana entonces. ¿Trabaja aquí directamente o tiene algún estudio para hacer todas esas cosas? Si es así, debe decirme el día y la hora exacta en la que debo presentarme, no me agradan los retrasos y quiero comenzar cuanto antes, así que esperaré a que ese primer atuendo le haga justicia a sus palabras -Dijo tranquilamente mientras seguía escribiendo, ni siquiera alzó la mirada pues estaba concentrada en lo que hacía- Entiendo, suena como una oportunidad perfecta, aquella pasarela... -Al escuchar lo de su equilibrio una sonrisa se formó en sus labios, divertida, desafiante, alzó su mirada levemente y dijo- Se sorprenderá de lo que puedo hacer -Volvió a bajar la mirada hacia los papeles que rellenaba y arrugó ligeramente la nariz al sentir el aroma a tabaco, pero no se quejó- Me parece perfecto. Mi debut aun no está preparado, mi hermano debe hacerse cargo de eso y no he sido informada de la situación en la que será, por lo que debo esperar, lo mantendré informado una vez que decidamos qué hacer. -Respondió al tiempo de dejar su lápiz a un lado, tomar los papeles ya listos y ofrecérselos al otro con media sonrisa en sus labios- Al parecer todo está listo.
Camille R. Cryzard- Ocupación : Vocalista
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Edad : 28
Re: Nuevos horizontes.
Mantuvo la seriedad y la calma, aún cuando la arrogancia de su modelo le crispaba los nervios en su fuero más interno. Parecía que ninguna de sus actitudes ni comentarios conseguirían doblegar esa firmeza y esto en parte le preocupaba, ¿realmente Camille se estaba tomando en serio ese trabajo? Le gustaba la determinación que mostraba pero temía que, en su inexperiencia, creyera que modelar era un juego para niños.
Esperó a que la muchacha terminara de rellenar los papeles para retomar la palabra:
– Pareces muy segura... – comentó tras retirarse el cigarro de los labios y dejar escapar una gran nube de humo por el largo tiempo de retención. – Gran parte del valor de una persona reside en su físico, al menos cuando deciden ingresar a la dura industria de la música. No todo es talento – sentenció firme y sin pelos en la lengua, aplastando la colilla contra un cenicero de cristal que yacía sobre el escritorio. – Yo trabajo la otra cara de la moneda, el lado oscuro de este sueño que tan lindo pintan. Nunca serás lo suficientemente delgada o bonita para los medios, ¿lo entiendes?
En ningún momento dejó de observarla con esas penetrantes pupilas inyectadas de desconfianza. No quería a la princesa sacada de un reino muy, muy lejano, quería a una modelo de verdad, segura pero consciente del escenario que pisaba. Y eso sólo se ganaba con práctica y experiencia, algo que Camille parecía desconocer. Sería duro con ella pero no la dejaría escapar, su artista interno pedía experimentar con su cuerpo y esas bellas facciones sacadas de un cuento de hadas.
Hizo una pausa antes de decidirse a contestar sus otras dudas:
– Efectivamente, paso la mayor parte del tiempo aquí – respondió, aligerando un poco el peso de sus pulmones con una suave expiración. – Pero dadas las circunstancias preferiría atenderte en mi estudio privado – agregó, sacando una tarjeta de presentación y garabateando en el dorso la dirección de su apartamento. No le gustaba la idea de que alguien además de él y Camille viesen el proceso de creación de un traje experimental, además técnicamente el desfile no guardaba relación alguna con Merveilles sino con su propia marca de ropa. Hecho esto, hizo entrega de la tarjeta y declaró por listo el trámite.
Esperó a que la muchacha terminara de rellenar los papeles para retomar la palabra:
– Pareces muy segura... – comentó tras retirarse el cigarro de los labios y dejar escapar una gran nube de humo por el largo tiempo de retención. – Gran parte del valor de una persona reside en su físico, al menos cuando deciden ingresar a la dura industria de la música. No todo es talento – sentenció firme y sin pelos en la lengua, aplastando la colilla contra un cenicero de cristal que yacía sobre el escritorio. – Yo trabajo la otra cara de la moneda, el lado oscuro de este sueño que tan lindo pintan. Nunca serás lo suficientemente delgada o bonita para los medios, ¿lo entiendes?
En ningún momento dejó de observarla con esas penetrantes pupilas inyectadas de desconfianza. No quería a la princesa sacada de un reino muy, muy lejano, quería a una modelo de verdad, segura pero consciente del escenario que pisaba. Y eso sólo se ganaba con práctica y experiencia, algo que Camille parecía desconocer. Sería duro con ella pero no la dejaría escapar, su artista interno pedía experimentar con su cuerpo y esas bellas facciones sacadas de un cuento de hadas.
Hizo una pausa antes de decidirse a contestar sus otras dudas:
– Efectivamente, paso la mayor parte del tiempo aquí – respondió, aligerando un poco el peso de sus pulmones con una suave expiración. – Pero dadas las circunstancias preferiría atenderte en mi estudio privado – agregó, sacando una tarjeta de presentación y garabateando en el dorso la dirección de su apartamento. No le gustaba la idea de que alguien además de él y Camille viesen el proceso de creación de un traje experimental, además técnicamente el desfile no guardaba relación alguna con Merveilles sino con su propia marca de ropa. Hecho esto, hizo entrega de la tarjeta y declaró por listo el trámite.
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