(F) Esta es mi vida (+18)

“Michiko-chan, tengo algo que decirte” Con esas palabras empezó una reacción en cadena que me demostró la dura realidad...
Mi vida siempre ha sido sencilla: crecí bajo el amor de mis padres, pasaba tiempo con mi familia, mis amigos, e incluso en la escuela era de las mejores, claro, algunas materias como matemáticas no se me daban, pero era la mejor en cuestión de idiomas. Sí, mi vida no pasaba de las preocupaciones de una chica de mi edad, pero incluso una vida sencilla también está llena de decepciones y angustias.
Llevaba un par de meses que había entrado a la preparatoria, hace algunas semanas mi primera relación amorosa había acabado, fue con mi mejor amiga: Erika, “Eri-chan”. Sí sentíamos cariño por la otra, pero nunca salió esa “chispa” que una relación de pareja debía tener, por suerte nuestra amistad no se perdió. Al poco tiempo fue cuando la conocí.
-¡Yukita!

-¡Oh, Eri-chan! ¿Qué pasa?

-Tengo que hablar con una profesora, así que me tardaré un poco. ¿Me esperas?

-Oh, ¡claro!- Erika y yo siempre nos regresábamos juntas después de clases. Por eso me pidió si la esperaba un poco después de clases.
Me encontraba afuera de la entrada de la escuela, saqué mi teléfono celular para entretenerme en lo que Erika salía, pero olvidaba que la púa con la que tocaba el bajo estaba en el mismo bolsillo, resbaló y rebotó a unos cuantos centímetros lejos de mí. En ese momento que fui a buscar tan escurridiza herramienta mi mano topó con una ajena.

-¡Hola! Creo que se te cayó esto...- Me dijo esa chica de cabello corto y negro, de una estatura menor a la mía y hermosos ojos color miel.
Me tendía en su palma aquel objeto que se me había caído. -¿Tocas la guitarra?- Me preguntó con ese lindo rostro de niña curiosa que siempre le caracterisó.

-Eh..¡No! Esa púa es para bajo- Tardé algunos segundos en contestarle, estaba tan atontada por aquella mirada que me había quedado en blanco, incluso podía estar segura que mis mejillas se habían llenado de un tono carmín.

-Oh, ¡Interesante! ¡Quiero escucharte tocar eso algún día!...¿Cuál es tu nombre, linda?

-¿Eh?...Nakayama. Nakayama Yuki

-¡Mucho gusto Yuki! ¡Soy Tanaka Michiko! ¡Pero dime Michiko!- Asentí con la cabeza aun un poco perdida. -¡En ese caso dime “Yukita”!

-¿Yukita? ¡De acuerdo! ¡Te veo mañana, linda! ¡Perdón, Yukita!- Me dedicó una sonrisa y se retiró. Yo seguía atontada por lo que había presenciado.
A los pocos segundos Erika regresó. el camino a casa estuvo un poco silencioso para nosotras dos.

-¡Yukita!...¡Yu-ki-ta!- Sólo recuerdo que me llamó dos veces, pero tal vez y fueron más.

-¿Eh? ¿Qué pasa Eri-chan?

-Haz estado un poco callada.

-¡No es nada!- Riendo le respondí, pero algo me delataba.

-¡Tus mejillas no mienten! ¿Es por esa chica de hace rato, no?- Preguntó con una mirada juguetona mientras sorprendida me llevaba una mano a mi rostro. -¡No creas que no las vi! Parece que le gustas- Se escuchaba muy segura en eso

-¡Ya, ya! ¡Claro que no!

-¡Parece que mi pequeña Yukita por fin encontró el amor!- Jugando, me abrazó y siguió bromeando con su mismo tono jueguetón.

-No creo ser su tipo, Eri-chan.

-¡Va, te puedo apostar que te invitara a salir muy pronto! ¡Tal vez mañana!- Se escuchaba tan segura de si misma que sólo pude reírme junto con ella. Al día siguiente me demostró que tenía razón.

A la hora del almuerzo me encontraba comiendo con Erika y otras amigas. Ellas llamaron mi atención indicando que Michiko se encontraba en la puerta tratando de llamar mi atención. Dudé un poco en pararme y caminar hacia ella, pero mis amigas me dieron un “pequeño empujón” para acercarme y hablar con ella.

-¡Mi...Michiko-chan! ¡Qué lindo de tu parte venir a saludarme al salón!- Jugueteaba con un mechón de mi cabello mientras intentaba pronunciar esas palabras.

-No es nada, sólo quería saludarte y también quería preguntarte: ¿tienas algo que hacer el domingo?- Sólo le negué con la cabeza, a lo que con una espontánea sonrisa me respondió. -¡Perfecto! ¡Nos vemos a las 10 en el centro comercial! ¡Ponte algo lindo!

Ahí me encontraba el domingo esperando pacientemente; Michiko ya llevaba 10 minutos de retraso, pero decidí no darle mucha importancia a eso y esperar, hasta que 5 minutos más pasaron y por fin ella había llegado.

-¡Disculpa la tardanza, dormí de más!- Le indiqué que no había problema y luego pregunté qué haríamos, a lo que me respondió. –Bueno, tenía planeado ver una película, luego curiosear por ahí y después ya veremos qué más hacemos- Con una sonrisa accedí y empezamos nuestra cita.

Honestamente no sé por qué accedí a ver una película de terror con ella, pero supongo que fue buena excusa para que yo me aferrara a ella en las escenas que me daban mucho miedo mirar.
De ahí la cita siguió un rumbo normal: caminamos por las tiendas, comimos un postre juntas, platicamos de nuestras familias: yo le platiqué de mis 4 primos y ella de su hermana y hermano menor. Pero en toda la cita no me atreví a tomarla de la mano.

Ya era de tarde y no tardaba en oscurecer, pero teníamos tiempo para caminar un rato más antes que tuviera que volver a casa.

-¡Mira, que hermoso!...- Pasamos por un puente donde en la mitad había unas luces formaban la imagen de la Orihime, y del otro lado de la calle, estaba Hikoboshi: dos amantes que cada séptimo día del séptimo mes se reencontraban.

Michiko sonreía ante mi mirada de asombro, hasta que se acercó a mí. –Yukita...- Ella se acercó a mí lentamente sin dejar de mirarme. Mi corazón empezó a latir rápidamente cada vez que la sentía más cerca a mí. Tomó mi mentón con su mano, acercó sus labios a los míos y se juntaron en mi primer beso con ella. Me sorprendí al principio, pero luego me dejé llevar por el momento; cerrando mis ojos, sintiendo sus suaves labios y oliendo el aroma dulce de su perfume.

Ahora eramos amantes; pareja estable, o por lo menos eso aparentábamos. Al principio me sentía extraña, cuando me saludaba en la escuela y no dudaba en besarme, cuando salíamos, cuando se refería a mí como “su princesa”, en fin, cuando estaba con ella. Incluso era raro cuando mis padres la conocieron, ellos todavía tardaron en aceptarla pues a mi amiga Erika la querían como si también fuera su hija, pero aun así le abrieron sus brazos.

Mi vida transcurrió con naturalidad: En la escuela iba como de costumbre, la mejor en música e idiomas, pero un poco torpe en matemáticas, seguía teniendo la misma amistad con mis amigos y con mis primas, incluso forjé amistad con la de los extraños amigos extranjeros de ellas, y Michiko y yo cada vez nos enamorábamos más, por lo menos yo. Un día, visitaba a mi prima Shoko a su universidad, ahí me platicó que encontró un folleto sobre una escuela en una ciudad llamada “Glass City”, perfecta para jóvenes con un gran futuro para la música ¡Esa era mi oportunidad!

-¿Hija, estás segura?- Mi madre y padre sentían miedo que me fuera a pasar algo.

-¡Sí!...¡Sabes que desde pequeña siempre he querido hacer música y dedicarme a eso! Sé que una carrera en idiomas es más segura que esto, pero...Esto es lo que más deseo madre- Aunque había dudas en ellos, decidieron aceptar. Feliz por la noticia, se lo comuniqué a Michiko, que no la tomó como yo esperaba.

- ¡Michiko-chan, tengo algo que decirte!- Recuerdo que mi corazón latía de gusto a todo lo que daba.

-¿Qué pasa, mi princesa?

-¡Encontré una escuela de música! Se encuentra en Glass City, y estoy pensando en entrar!- También recordaba muy bien que se mostró incrédula al momento de decirle eso.

-¿Glass City? ¡Eso...esto está muy lejos! ¿No crees?

-Eh...bueno...sí lo está, pero eso no importa. Tengo la oportunidad de estudiar música y poder dedicarme a eso...¿No estás feliz por eso?- Agitó su cabeza tratando de hacerme creer que sí estaba feliz por mí, pero obvio no era cierto. Lo dejé de lado al principio, hasta que los días pasaron y ella se alejaba más y más de mí. Ya casi ni me visitaba, y cuando estaba con ella se comportaba más y más distante. ¡Esto no podía seguir así!

Molesta la confronté después de clases. -¿Por qué te alejas de mí?- Ella sólo me respondió. -¿Yo? ¡Tú eres la que se irá lejos!-

-¡Estaré lejos, pero eso no significa que te abandonaré o te dejaré de amar! ¡Esta es mi gran oportunidad: de poder madurar, ser mejor, y de poder seguir mi sueño!- Pero con una mirada cínica se burló de mí. -¿En serio crees que podrás convertirte en una gran bajista?- No podía creer lo que escuchaba. Después de propinarle una bofetada regresé a casa, destrozada.

¿Habré exagerado? No sé, pero que la persona que tanto quieras haga burla y no crea en ti fue hiriente. En los días venideros no podía quitarme de encima lo impotente que me sentí. Mi familia que temía que tuviera algo apenas podía tranquilizarla con un simple “sólo estoy cansada”, evitaba a Michiko lo más que podía, sin ni si quiera dirigirle la mirada, mientras que Erika era más insistente.

-¡Yu-ki-ta!- Ella se asomaba por mi mirada baja al caminar. Esa linda sonrisa no decía otra cosa mas que un “anímate”. –Yukita, ¿quieres que vayamos a la tienda de discos? Creo que llegaron los nuevos discos ¿Qué opinas?- Ya eran varios días seguidos que se mostraba insistente, y mis excusas se estaban acabando, sólo me quedaba...
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-¡Perdón, Eri-chan!- Volvía a ocultar esa tristeza debajo de una sonrisa falsa. –La calificadora de Musette llegará pronto y...No debería distraerme. Así que es mejor que me dedique a practicar- Su gesto, desaprobando mi excusa no se hizo esperar una vez que terminé. No dudó en tomar mis manos y casi rogarme. -¡Yukita! ¡Te conozco! Lo de Michiko-san fue muy grosero, pero...tal vez y sólo lo dice porque te extrañará y no sabe cómo demostrarlo... Estás dejando que esto te afecte. ¡Por favor! Por tu familia, por mí...por ti- Un nudo en la garganta se me formaba al ver que sus ojos se cristalizaban por aquellas lágrimas que se negaban a delatar su tristeza.

Apreté mis manos con las de ella y traté de decir algo que la reconfortara, pero sin nada en mente mi boca sólo estaba abierta, hasta que al parecer pude ser lo más honesta posible. –Lo lamento...Es muy difícil para mí superar esto aun...Confío en que se me pasará, sólo dame tiempo- Sabiendo que no podía ella hacer mucho suspiro confiando en mis palabras. De ahí sugirio acompañarme hasta mi casa, donde me despedí luego. Era extraño, sentía a Erika un poco más diferente. Sin darle muchas vueltas a eso, entré a la casa para llevarme una no tan grata sorpresa.

-¿Este sábado?- No fue una grata sorpresa saber que en dos días ya presentaba mi examen práctico para la Academia Musette. Tratando de no mostrarme más nerviosa de lo que ya aparentaba, subí lo más rápido en mi habitación tratando de calmarme y tener que aprender lo más posible en un día y medio
Me había prometido que iba a presentar “Claro de Luna”, pero todavía no sacaba la canción por completo, así que intenté crear un plan “B”, así que tomé mi bajo e intenté sacar algo. Para mi mala suerte, algunas canciones eran muy simples y otras que necesitaban más técnica no me salían. Mis nervios junto con lo distraída que estaba por lo que pasó con Michiko no me dejaban tocar nada concreto. Mis manos temblaban y mis dedos estaban entumecidos. Perdí toda la tarde tratando de lograr tocar algo, pero no se pudo.

Yacía ya sentada en un rincón de mi habitación a altas horas de la noche, con mis manos en mi cabeza, nerviosa y asustada. -¿Qué voy a hacer?- Estuve así hasta que el sueño ganó. Esperando al siguiente amanecer donde sería mi última oportunidad para lograr tener algo digno de Musette.