Sorpresas de la vida (Camille)

Salí esa noche casi muy tarde de Mervielles Récords, creo que iban a ser casi las nueve. Quien diría que preparar un pequeño concierto en un centro comercial relamente me tomaría mucho tiempo.
Tranquilamente abandóne el edificio y me fui caminando. Yo juraba que estaba solo, pero sentía una presencia. Alguien me observaba...
-¡Increíble que hayas sobrevivido!- Decía una voz burlona en la oscuridad. ¿Sobrevivir? ¿Acaso el estaba presente "ese día"?
Hice aparecer mi espada y me puse en guardia para esperar cualquier ataque. -¡Muéstrate!- Ordene a la voz, pero esta sólo se rió y lanzó unas púas directamente a mí. Agité mi espada para protegerme de esos proyectiles, de ahí mi atacante salió volando. Estaba seguro que se trataba de un demonio, y no podía dejarlo libre.
Esta vez no sólo mostré mis alas, sino también me coloqué mi armadura para salir a combatir con él, y fui a cazarlo por los aires. Podía divisarlo a lo lejos, y por lo que notaba, él estaba asegurándose de seguirme. Debí de tener cuidado, sé que se trataba de una trampa.
Lo seguí hasta el barrio chino de la ciudad, se estaba mezclando entre la gente y al parecer en la oscuridad. Me coloqué en el techo de un templo para poder buscarlo por arriba y tratar de no ser visto. Observaba hasta que me diera una pista de su movimiento...
Vi que entró a un callejón y lo seguí, y como sospechaba, era uno sin salida.
La verdad era un demonio inferior y no resultaba gran problema, pero al parecer tramaba algo.
-¡Aquí será donde te acabaremos!- Eso no lo esperaba, había otros dos esperándome: un demonio como él, y el otro parecía ser un humano, pero al parecer experimentaron con él para que tuviera superfuerza.
-¡Veo que su secta sigue existiendo!- Los he estado siguiendo desde hace siglos, pero se me desaparecieron durante la guerra fría.
Me puse en guardia justo a tiempo antes de que los tres me atacaran. El humano no representaba mucho peligro ya que volando lo podía evitar, pero los otros dos demonios eran más ágiles. De hecho en una de esas veces que los tuve que esquivar no me di cuenta que se había safado la máscara que cubría mi boca y nariz.
Tenía que cuidar muy bien mis movimientos, porque un error mío y podré herir a alguna persona que pasara cerca del callejón, si no esto sería fácil. Necesito ayuda...

armadura:

Al parecer por azares del destino llegaron "refuerzos". -¿Eh...? ¡Un caballo!- Miré sorprendido de reojo y pude notar a alguien que ya había visto antes. ¡Era la señorita Camille! Antes de que pudiera decir algo, vi como lanzó un conjuro de hielo agarrando desprevenidos a mis dos atacantes. Los dos perecieron instantáneamente, pero mi atacante original lo esquivo, pero perdió su brazo en el intento. Soltando un grito frenético miró enojado a Camille tratando de atacarla. -¡Me las pagarás!
-¡No en mi turno!- Volé rápidamente para ponerme enfrente de Camille y evitar que el atacante le pudiera hacer algo. Cargué mi puño y lancé una ráfaga de hielo golpeó directamente al demonio. Por desgracia me sobrepasé y el ataque terminó siendo letal, yaciendo moribundo en el suelo.
Me acerqué a él para tratar de que me diera información, pero al parecer sólo disfrutaba verme confuso. -Disfruta esta vida mientras puedas...-
Mantuve mi calma. -¿Quién te envió?...- La criatura sólo me miró y volvió a reír. -...Eso no importa. Lo sabrás algún día.
Coloqué mi pie en su pecho e hice presión. -¿Fuiste tú a quien me enfrenté aquella vez?- Me negó con la cabeza. -Como te dije: ¡lo sabrás algún día! Y te recomiendo...que cuides tu carácter. No queremos que vuelva a ocurrir, ¿o sí?- Soltó unas últimas carcajadas antes de morir.
Sin más remedio, con mi pie terminé de congelarlo y lo pisé para hacerlo añicos, tenía que ocultar la evidencia. Luego me voltee y vi a la señorita, ahí fue cuando recordé que había perdido mi máscara. -¡Oh...! ¡Esto no es bueno![/b]

Al parecer la duquesa tenía unos secretitos bajo la manga, pero yo no estaba en posición de quejarme de eso si yo estaba peor. Además si lo mío es justificable, obvio lo de ella también debía ser. Lo que sí es que ahora le debía de dar una explicación. -Es lo justo...
Guardé mi espada en la funda que estaba en mi espalda y luego la miré seriamente colocando ambas manos atrás de mi espalda. -No soy de Inglaterra...pero mi nombre sí es Julius Shavantog, ex Paladín del Ejercito Imperial de Taygrarus al servicio de mi emperador: Magnocarlos Luvidenko III. Fallecido en batalla, renací en un ángel al servicio de mi Princesa, Euphemia L'Amethist del Reino Lassed, siendo su tercer caballero más importante- Podría ser exagerada esa presentación, pero consideré lo mejor presentarme como es debido. -Perdí mi memoria hace 2 siglos y mi misión será recuperarla hasta el momento adecuado de regresar a mi nación- Se pudo notar un tono militar en mí.

Decidí esperarme para contestarle su reprimenda y mejor escuché "quién" era realmente. -Bueno, mi deber como su ángel es cuidarla a ella y al Reino Lassed de cualquier desequilibrio que podría ocurrir entre el Cielo y la Tierra- A pesar de que podría parecer que tenía sentimientos por mi princesa, la verdad nuestra relación era la de caballero-gobernante. Lo mismo que mi entrenamiento como Paladín me había enseñado.
Caminé hacia donde estaban los restos de hielo de nuestro perecido adversario para ver si podía encontrar algo. -Lo que viste fue un humano modificado y dos demonios renegados...Pertenecen a una extraña secta a la cual los he estado persiguiendo desde hace ya muchos siglos...- No encontré nada y me dirigí otra vez hacia ella. -Al parecer creyeron que morí hace 2 siglos y vinieron a buscarme- Me detuve frente a ella, pero a una distancia prudente. Después de lo ocurrido era probable que no se sintiera cómoda.

Sí, mi actitud fue un poco imprudente: haber perseguido a ese rufián sin temer que habría otros esperándome, y haber sido acorralado en una posición nada favorable para mí. -Descuide, esos errores de novato no los suelo hacer. Él debió saber que mis poderes serían muy peligrosos para usarlos aquí y me trajo a su trampa...Supongo que esos dos años de falta de entrenamiento y meditación casi me salen caros- Y lo peor es que acabé con alguien que me pudo haber servido de ayuda.
Me dirigí cerca a la pared donde ella se iba a apoyar. -Descuide, su secreto está a salvo. Pero le recomiendo que si se ve en una situación parecida a la mía, tenga con que ocultar su identidad. Sé que es muy de película americana, pero sirve.
Me llevé una mano a mi brazo izquierdo donde sentía una especie de picazón, como sospechaba, tenía una espina encajada ahí. Nada grave por suerte. -Creo que tengo que mejorar esta armadura.
Decidí sentarme en el suelo, casi en la posición de meditación. Ahí voltee a ver a Camille. -¿Duquesa de Permafrost, entonces?

-No estoy diciendo que no sienta orgullo de sus poderes, sólo que en mi caso si se descubre quien soy puedo poner en peligro a mucha gente...Es una suerte que muchos me crean muerto hace 200 años. Aunque ese es mi caso- Ella tenía su manera de mantener un perfil bajo con sus poderes.
Volví a mi vestuario de "humano", por así decirlo, antes de que curara la pequeña herida en mi brazo. Con mi cabeza asentí agradeciendo. -¡Muchas gracias!- Luego miré donde colocó la venda, obviamente mi manga se mancharía de sangre. -Y esta es de mis favoritas...-Solté una sonrisa.
-Disculpe, condesa...a veces confundo algunos títulos, por es prefiero recordar nombres...- Le di un leve masaje a mi cuello un rato y luego la voltee a ver a Camille. -Sé que es una situación un tanto bizarra, ¿pero le gustaría comer algo? Llevo décadas sin probar la comida china y vi unos puestos cerca de aquí.

Por suerte sabía que esto no se repetiría en un rato, ahora mi amnesia parece ser un factor a favor de mis enemigos, sumándole que muchos me crean muerto. -Lo tomaré en cuenta para la próxima
Me levanté moviendo mi brazo herido para comprobar que todo estaba bien, por suerte así lo estaba. Por suerte Camille había aceptado mi invitación, que con toda la ironía del mundo era algo que ella tenía planeado hacer. -¡Vaya, sí que es una asombrosa coincidencia!...¡Será divertido! Calmamos el hambre, platicamos, conocemos uno del otro y pasamos un rato agradable- Por más raro que parezca, así era como normalmente hablaba.
-¡Vamos! Si quiere le invito la comida...- Con una sonrisa le indique que me siguiera. Incluso pude mi brazo para que lo tomara como solía ser el código de caballeros de hace un par de siglos, pero no había problema si declinaba.

Un té verde y darse un respiro después de lo que ocurrido será lo mejor. -Bueno, supongo que insistir será intútil. Así que de acuerdo- Cada quien se hará cargo de lo que ordenará.

Dándole una sonrisa salimos del callejón dejando atrás el lugar como si nada hubiera sucedido -sólo que todavía podías sentir el clima helado ahí dentro- Tomando rumbo a unos restaurantes que estaban no muy lejos de ahí, y por los rumores que había escuchado antes, eran de los mejores en la ciudad.

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