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Buscando primicias (Libre)
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Buscando primicias (Libre)
No estaba allí estrictamente por un pedido de su jefa, aunque claramente sus motivos eran laborales. Claro que si conseguía lo que buscaba recibiría un elogio de parte de la estricta mujer que no hacía más que menospreciarla. Necesitaba demostrarle que tenía talento, y que podía conseguir la primicia para la edición del lunes. Agazapada detrás de los vehículos estacionados, mantenía alertas todos sus sentidos a la espera de una oportunidad. Era la primera vez que estaba dentro del sello, se había escabullido cuando el guardia de seguridad de la entrada se había distraído atendiendo una llamada. No es que quisiera hacer algo malo, pero estaba segura de que no la permitirían entrar si no enseñaba una identificación, y no poseía una. El estacionamiento era realmente enorme, y la sorprendía la gran cantidad de vehículos aparcados por allí siendo que ya había oscurecido. Muchos eran costosos, y eso no era digno de sorpresa, pues sospechaba que tanto músicos, como vocalistas y manager era muy bien pagos por el reconocido sello que les aseguraba un futuro lleno de fama. Según sus cálculos muchos debían terminar reuniones a esas horas, en todo caso debería haber mas movimiento por allí, pero el sitio estaba vacío.
Su atuendo era otra desventaja, el clima estaba cálido por lo que había escogido un pequeño short de encaje blanco, con una blusa simple en el mismo color, y un blazer rosado que la hacía destacar. Llevaba el cabello suelto sobre su espalda, y sus lentes sobre la nariz. Había sido inteligente al escoger zapatos planos, sin tacón, para disimular así el sonido de sus pasos. Tampoco se había colocado colonia, para intentar pasar desapercibida con mayor facilidad. De todos modos temía que el nerviosismo la traicionara, después de todo se trataba de la primera vez que intentaba algo tan arriesgado. El silencio del estacionamiento era absoluto, a duras penas se escuchaba el eco de los pasos del guardia de seguridad que cada tanto realizaba una pequeña recorrida antes de volver a su sitio inicial. No parecía haber nada fuera de lo común, nada que pudiera ser objeto de una nota de primera plana. ¡Si al menos alguna de las estrellas del sello hiciera su aparición!
Frustrada suspiró y dejó descansar su cámara sobre su pecho, apoyando ligeramente las manos sobre el baúl del mercedes negro detrás del cual estaba escondida. Asomó apenas la cabeza intentando captar la figura que avanzaba entre los coches, escuchaba el tintineo de sus llaves en las manos, y su corazón se aceleró ante la premura del encuentro. Sus manos bajaron hacia su cámara, levantándola un poco, lista para fotografiar a la persona que se acercaba, fuera quien fuese. Fue una pésima idea asegurar sus codos sobre el baúl del auto, pues debido al contacto directo la alarma del vehiculo comenzó a chirriar con fuerza, llamando la atención sobre ella. ¡Maldición no tenía a donde huir! Intentó ocultarse inútilmente detrás del auto, desde allí escuchaba al guardia de seguridad conversar con la persona que acababa de llegar al sitio, posiblemente dueño de algún vehiculo. Cerró los ojos con fuerza, asustada. ¿Acabaría pasando la noche en prisión?
Su atuendo era otra desventaja, el clima estaba cálido por lo que había escogido un pequeño short de encaje blanco, con una blusa simple en el mismo color, y un blazer rosado que la hacía destacar. Llevaba el cabello suelto sobre su espalda, y sus lentes sobre la nariz. Había sido inteligente al escoger zapatos planos, sin tacón, para disimular así el sonido de sus pasos. Tampoco se había colocado colonia, para intentar pasar desapercibida con mayor facilidad. De todos modos temía que el nerviosismo la traicionara, después de todo se trataba de la primera vez que intentaba algo tan arriesgado. El silencio del estacionamiento era absoluto, a duras penas se escuchaba el eco de los pasos del guardia de seguridad que cada tanto realizaba una pequeña recorrida antes de volver a su sitio inicial. No parecía haber nada fuera de lo común, nada que pudiera ser objeto de una nota de primera plana. ¡Si al menos alguna de las estrellas del sello hiciera su aparición!
- Vestuario:
Frustrada suspiró y dejó descansar su cámara sobre su pecho, apoyando ligeramente las manos sobre el baúl del mercedes negro detrás del cual estaba escondida. Asomó apenas la cabeza intentando captar la figura que avanzaba entre los coches, escuchaba el tintineo de sus llaves en las manos, y su corazón se aceleró ante la premura del encuentro. Sus manos bajaron hacia su cámara, levantándola un poco, lista para fotografiar a la persona que se acercaba, fuera quien fuese. Fue una pésima idea asegurar sus codos sobre el baúl del auto, pues debido al contacto directo la alarma del vehiculo comenzó a chirriar con fuerza, llamando la atención sobre ella. ¡Maldición no tenía a donde huir! Intentó ocultarse inútilmente detrás del auto, desde allí escuchaba al guardia de seguridad conversar con la persona que acababa de llegar al sitio, posiblemente dueño de algún vehiculo. Cerró los ojos con fuerza, asustada. ¿Acabaría pasando la noche en prisión?
Invitado- Invitado
Re: Buscando primicias (Libre)
No se había sentido muy bien en ese día, desde que se despertó sentía la garganta muy inflamada, por no decir que tenía dolor de cabeza y mareos. Era raro que se enfermara pero cuando lo hacía la enfermedad le pegaba muy fuerte, aún así era día de trabajo y él por más enfermo que estuviera fue a cumplir su deber, claro aunque fuera solo un papeleo. El sentirse mal afectó su trabajo, sobre todo por la cara de pocos amigos que tenía, con ojeras en los ojos y al hablar su voz era mas grave de lo normal lo que provocó que muchos se alejaran, temiendo a que algo les hiciera. Era imposible que le hiciera algo físico a una persona, lo correrían pero el instinto primitivo de cada hombre hacía que corrieran de él o cuando no había otra opción trataran con él asuntos sin darle tanta vuelta, así estarían con él lo menos posible. Su efectividad en el trabajo era muy bajo, muchas veces confundía las cosas y tenía que volver a hacerlas hasta tres veces seguidas. Refunfuñaba a cada rato y cuando fue su hora de salida decidió salir enseguida.
Raro en él este comportamiento pues usualmente se quedaba a trabajar hasta tarde, ahora quería ir a casa para descansar un poco. Mientras caminaba se sentía más mareado, no dudaba en que incluso podría tener fiebre pero solo con dormir se pondría bien a la mañana siguiente, listo para esta vez rendir mucho más en el trabajo. Bajó hasta el estacionamiento, los demás apenas estaban preparando sus cosas para irse o se quedaron un poco más, no para trabajar, solo para mantenerse al día con los chismes de oficina. Estando ya en el estacionamiento el guardia se acercó para saludarlo y preguntarle si estaba bien pues era raro que se fuera tan puntual de ese lugar. Él solo asintió- Me siento un poco mareado eso es todo…-El vigilante iba a comentar algo más pero un ruido hizo que ambos voltearan a un carro negro, seguido de la alarma de éste.
El vigilante iba a ver la causa de que se activara la alarma pero Michael le tomó del brazo- No se preocupe, mejor llame al dueño del carro para que venga a apagar la alarma, el sonido está haciendo que me duela más la cabeza- el vigilante no pudo negarse y aceptó, sabía que si se negaba Michael podría enojarse, se le notaba en los ojos y sabía que si era algo peligroso él podia encargarse mejor que él. Una vez que Michael le soltó del brazo el vigilante fue adentro en búsqueda del dueño. Una vez solo camino hacia el carro, no quería pues el sonido se hacia cada vez más fuerte cuando se acercaba pero quería saber qué fue ¿Un animal? A veces los gatos lograban entrar y hacían uno que otro alboroto. Se sorprendió cuando vio que la causante no era un animal, solo una chica y por lo que llevaba era reportera, fruncio el entrecejo- Levántate- Le dijo como una orden que se debía de cumplir y es que le desagradaba un poco los reporteros, sobre todo por que a cualquier costa buscarían saber todo de una persona y él era muy celoso de su vida privada e íntima, no le gustaba que se metieran en ella.
-¿Estás perdida? Mejor contesta esta pregunta ¿A quien estabas esperando?- Dijo alzando la voz para que se escuchara sobre el sonido de la alarma, no iba a dejarle ir tan fácilmente aunque preferiría dejarla escapar así no tendría que lidiar con eso y con el dolor de cabeza.
Raro en él este comportamiento pues usualmente se quedaba a trabajar hasta tarde, ahora quería ir a casa para descansar un poco. Mientras caminaba se sentía más mareado, no dudaba en que incluso podría tener fiebre pero solo con dormir se pondría bien a la mañana siguiente, listo para esta vez rendir mucho más en el trabajo. Bajó hasta el estacionamiento, los demás apenas estaban preparando sus cosas para irse o se quedaron un poco más, no para trabajar, solo para mantenerse al día con los chismes de oficina. Estando ya en el estacionamiento el guardia se acercó para saludarlo y preguntarle si estaba bien pues era raro que se fuera tan puntual de ese lugar. Él solo asintió- Me siento un poco mareado eso es todo…-El vigilante iba a comentar algo más pero un ruido hizo que ambos voltearan a un carro negro, seguido de la alarma de éste.
El vigilante iba a ver la causa de que se activara la alarma pero Michael le tomó del brazo- No se preocupe, mejor llame al dueño del carro para que venga a apagar la alarma, el sonido está haciendo que me duela más la cabeza- el vigilante no pudo negarse y aceptó, sabía que si se negaba Michael podría enojarse, se le notaba en los ojos y sabía que si era algo peligroso él podia encargarse mejor que él. Una vez que Michael le soltó del brazo el vigilante fue adentro en búsqueda del dueño. Una vez solo camino hacia el carro, no quería pues el sonido se hacia cada vez más fuerte cuando se acercaba pero quería saber qué fue ¿Un animal? A veces los gatos lograban entrar y hacían uno que otro alboroto. Se sorprendió cuando vio que la causante no era un animal, solo una chica y por lo que llevaba era reportera, fruncio el entrecejo- Levántate- Le dijo como una orden que se debía de cumplir y es que le desagradaba un poco los reporteros, sobre todo por que a cualquier costa buscarían saber todo de una persona y él era muy celoso de su vida privada e íntima, no le gustaba que se metieran en ella.
-¿Estás perdida? Mejor contesta esta pregunta ¿A quien estabas esperando?- Dijo alzando la voz para que se escuchara sobre el sonido de la alarma, no iba a dejarle ir tan fácilmente aunque preferiría dejarla escapar así no tendría que lidiar con eso y con el dolor de cabeza.
Michael Russo- Ocupación : Manager
Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 01/11/2013
Re: Buscando primicias (Libre)
Estaba francamente aterrada, y no tenía a donde escapar, si se movía de su escondite obviamente la atraparían, lo más prudente era permanecer allí y ensayar alguna clase de excusa tonta que le permitiera justificar su presencia. Pero ¿como? Se suponía que sólo accedían al estacionamiento personas pertenecientes al sello, las mismas contaban con una tarjeta magnética que habilitaba su ingreso, y seguramente el guardia le solicitaría que enseñara su credencial para dejarla ir. Los pasos de que supuso sería el guardia de seguridad resonaron en el enorme recinto vacio, pero Margot mantuvo los ojos fuertemente cerrados como si aquello pudiera funcionar para volverse invisible. Una voz grave la sobresaltó, obligándola a abrir un ojo para observar al hombre frente a ella. Desde su posición, en cuclillas, se veía como un gigante. Atolondradamente se puso de pie, sosteniendo su cámara que se bamboleaba colgando de su cuello. Cuando estuvo erguida corroboró que la diferencia de altura entre ellos era monstruosa, y aunque el sujeto tenía cara de pocos amigos, la joven periodista se quedó prendada de sus ojos color café. Sintió que se ruborizaba, por mas estúpido que pudiera parecer, su corazón latía de pronto muy deprisa consecuencia de algo muy diferente al miedo. Abrió y cerró la boca, sin decir nada, muda por la aparición de aquel hombre indescriptible. Pudo deducir por su atuendo que no se trataba del guardia de seguridad, seguramente él había ido a llamar a la policía. Eso la puso nerviosa, haciendo que se alejara apenas del auto. -L-lo siento, ¿es su auto? No era mi intención...-se trataba de un vehículo costoso, pero por el aspecto del desconocido perfectamente podría ser dueño de una máquina como esa. ¿Sería un artista del sello? Probablemente, alguien como él debía ser famoso, si tan sólo pudiera conseguir una entrevista... "Margot, deja de ser tan estúpida, este sujeto va a sacarte a patadas de aquí y tu piensas en el trabajo". Con nerviosismo ajustó su pequeña cartera a un lado de su cuerpo, sin quitarle los ojos de encima.
Nerviosa, cerró ligeramente su abrigo rosado sin saber muy bien como comportarse ni que decir. Ninguna excusa inteligente se le venía a la mente, y los ojos de aquel sujeto la taladraban con impaciencia. No parecía un hombre que pudiera ser engañado, por su gesto severo estaba segura de que adivinaría cualquier mentira que emitieran sus labios, así que acabó por confesar su verdad, aceptando las consecuencias. -Yo... me colé aquí-sus ojos esquivaron los del otro, posándolos en sus zapatos, intentando concentrarse en lo que diría, intentando atenuar el castigo por sus actos. -Soy periodista, pero no me enviaron aquí desde la editora yo... quería conseguir algo bueno, algo que realmente sorprendiera a mi jefa, y así lograr que me tome en cuenta- había sido honesta, aunque no esperaba que eso sirviera de algo. Al menos podía estar orgullosa de no ser una mentirosa, aunque eso de nada la ayudara con los oficiales.
La alarma continuaba sonando insistente, pero pese a todo un par de voces se distinguieron desde el pasillo. Margot dirigió su mirada hacia allí descubriendo que el guarda estaba de regreso, y llevaba consigo a otro sujeto que era el verdadero dueño del coche pues basto para que pulsara un botón en su mando a distancia para que el lugar volviera a quedar en silencio. Los dos hombres se aproximaron, y la castaña comenzó a sentirse realmente nerviosa. ¡Ir allí había sido una idea pésima! Sólo faltaba que acabara perdiendo su empleo por semejante imprudencia, por nada del mundo debelaría a que editora pertenecía, pues no quería que su jefa acabara metida en problemas por su falta de inteligencia. -¿Como entraste aquí?-cuestionó con evidente enfado el guardia que se había detenido frente a ella y la observaba desde detrás de unas gafas oscuras. El dueño del vehículo, un joven despreocupado no parecía muy alterado por eso, sin embargo se mantuvo allí por curiosidad. La chica se había quedado sin palabras, y como último recurso volvió sus ojos verdes hacia el hombre de negro en busca de ayuda.
Nerviosa, cerró ligeramente su abrigo rosado sin saber muy bien como comportarse ni que decir. Ninguna excusa inteligente se le venía a la mente, y los ojos de aquel sujeto la taladraban con impaciencia. No parecía un hombre que pudiera ser engañado, por su gesto severo estaba segura de que adivinaría cualquier mentira que emitieran sus labios, así que acabó por confesar su verdad, aceptando las consecuencias. -Yo... me colé aquí-sus ojos esquivaron los del otro, posándolos en sus zapatos, intentando concentrarse en lo que diría, intentando atenuar el castigo por sus actos. -Soy periodista, pero no me enviaron aquí desde la editora yo... quería conseguir algo bueno, algo que realmente sorprendiera a mi jefa, y así lograr que me tome en cuenta- había sido honesta, aunque no esperaba que eso sirviera de algo. Al menos podía estar orgullosa de no ser una mentirosa, aunque eso de nada la ayudara con los oficiales.
La alarma continuaba sonando insistente, pero pese a todo un par de voces se distinguieron desde el pasillo. Margot dirigió su mirada hacia allí descubriendo que el guarda estaba de regreso, y llevaba consigo a otro sujeto que era el verdadero dueño del coche pues basto para que pulsara un botón en su mando a distancia para que el lugar volviera a quedar en silencio. Los dos hombres se aproximaron, y la castaña comenzó a sentirse realmente nerviosa. ¡Ir allí había sido una idea pésima! Sólo faltaba que acabara perdiendo su empleo por semejante imprudencia, por nada del mundo debelaría a que editora pertenecía, pues no quería que su jefa acabara metida en problemas por su falta de inteligencia. -¿Como entraste aquí?-cuestionó con evidente enfado el guardia que se había detenido frente a ella y la observaba desde detrás de unas gafas oscuras. El dueño del vehículo, un joven despreocupado no parecía muy alterado por eso, sin embargo se mantuvo allí por curiosidad. La chica se había quedado sin palabras, y como último recurso volvió sus ojos verdes hacia el hombre de negro en busca de ayuda.
Invitado- Invitado
Re: Buscando primicias (Libre)
Solo se le quedaba observando, escuchando la razón por la que ella se encontraba en aquel estacionamiento como un gato atrapado aunque en estos momentos parecía más como una niña regañada, evitando cualquier contacto visual pues sabía que lo que hizo estaba mal. Lo que temía Michael, ella buscaba una buena noticia o al menos unas buenas fotos para tratar de exagerarle o inventarle una excusa. No dijo nada, solo se llevo una mano a la frente, dando un suspiro ¿Que podría hacer por ella? Si iba por trabajo pero por su cuenta, eso contaba con hacer un sobre esfuerzo y le daba un punto extra.
Antes de que decidiera que hacer, si dejarla ir o reportarla al sello llegó el guardia con el dueño del carro el cual puso fin a aquel sonido demoniaco, agradeciendo esto ultimo en su mente, ahora ya no sentía esa fuerte punzada en su cabeza y podia pensar con más claridad. Se quedó como perdido hasta que escuchó al guardia gritar, comenzando a cuestinar a la chica que al verla de reojo estaba más que claro que los nervios la invadían. El manager levantó la mano, en señal de que ninguno hablara, acaparando la atención de todos, incluso del dueño del carro el cual estaba solo por mera curiosidad. Miró de reojo a la pequeña intrusa para después al guardia- Yo le dije como entrar- fue lo único que comentó, el guardia no oculto su reacción de sorpresa al escucharlo, Michael lo miraba a los ojos, dando a entender que aquello era verdad- Es…Una vieja amiga, la llamé en la hora del almuerzo y le pedí que viniera después de su trabajo para que manejara mi auto, no me encuentro bien y es peligroso manejar en estas condiciones- El guardia no sabía que decir, incluso la persona que no tenía nada que ver con el asunto se quedo sorprendido por la confesión de Michael.
Volvió a desviar la mirada hacia la chica periodista, frunciendo el entrecejo- No tiene identificación y como quería irme temprano evitando el procedimiento de registar a personas externas le dije que se metiera al estacionamiento y me esperara cerca del carro pero se equivocó de transporte- Se acercó un poco más a la chica, solo para disimular que fueran amigos pues con la actitud tan reservada de Michael muchos dudaban que pudiera tener amigos íntimos. Él le señaló su carro, el cual se ubicaba al extremo del lado donde se encontraban- Debi de darle más explicaciones sobre el carro para que no hubiera más confusiones-Tenía suerte de que ambos carros fueran negros-¿Nos vamos?-Le pregunto a la periodista, el guardia iba a decir algo más pero Michael le dedicó una mirada penetrante- Mañana con gusto aceptaré las consecuencias, por lo mientras me retiro, me declaro responsable de lo ocurrido- Comenzó a caminar hacia su carro esperando a que la mujer le siguiera y debía de hacerlo, él necesitaba hablar con ella.
Antes de que decidiera que hacer, si dejarla ir o reportarla al sello llegó el guardia con el dueño del carro el cual puso fin a aquel sonido demoniaco, agradeciendo esto ultimo en su mente, ahora ya no sentía esa fuerte punzada en su cabeza y podia pensar con más claridad. Se quedó como perdido hasta que escuchó al guardia gritar, comenzando a cuestinar a la chica que al verla de reojo estaba más que claro que los nervios la invadían. El manager levantó la mano, en señal de que ninguno hablara, acaparando la atención de todos, incluso del dueño del carro el cual estaba solo por mera curiosidad. Miró de reojo a la pequeña intrusa para después al guardia- Yo le dije como entrar- fue lo único que comentó, el guardia no oculto su reacción de sorpresa al escucharlo, Michael lo miraba a los ojos, dando a entender que aquello era verdad- Es…Una vieja amiga, la llamé en la hora del almuerzo y le pedí que viniera después de su trabajo para que manejara mi auto, no me encuentro bien y es peligroso manejar en estas condiciones- El guardia no sabía que decir, incluso la persona que no tenía nada que ver con el asunto se quedo sorprendido por la confesión de Michael.
Volvió a desviar la mirada hacia la chica periodista, frunciendo el entrecejo- No tiene identificación y como quería irme temprano evitando el procedimiento de registar a personas externas le dije que se metiera al estacionamiento y me esperara cerca del carro pero se equivocó de transporte- Se acercó un poco más a la chica, solo para disimular que fueran amigos pues con la actitud tan reservada de Michael muchos dudaban que pudiera tener amigos íntimos. Él le señaló su carro, el cual se ubicaba al extremo del lado donde se encontraban- Debi de darle más explicaciones sobre el carro para que no hubiera más confusiones-Tenía suerte de que ambos carros fueran negros-¿Nos vamos?-Le pregunto a la periodista, el guardia iba a decir algo más pero Michael le dedicó una mirada penetrante- Mañana con gusto aceptaré las consecuencias, por lo mientras me retiro, me declaro responsable de lo ocurrido- Comenzó a caminar hacia su carro esperando a que la mujer le siguiera y debía de hacerlo, él necesitaba hablar con ella.
Michael Russo- Ocupación : Manager
Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 01/11/2013
Re: Buscando primicias (Libre)
Estaba seguro de que ese sujeto llamaría a la policía, era lo lógico, el sello contaba con un buen sistema de seguridad, no podían darse el lujo de que periodistas curiosos se infiltraran, seguramente guardaban oscuros secretos tras esas pulcras paredes. Había sido un gran error creer que podría meterse allí y no ser descubierta. Estaba lista para resignarse a su suerte cuando aquel hombre de largo cabello intervino, salvándole el pellejo y convirtiéndose en su héroe. Lo ojos verdes de la joven se fijaron en su expresión seria y calma, a diferencia suya al tipo se le daba muy bien mentir, y aunque su excusa no era muy creíble, al parecer el guardia no se atrevió a cuestionarlo, pues los dejó ir sin decir nada más. O era un mentiroso fenomenal, o ese tipo realmente tenía poder dentro del sello, y su palabra no era de las que se cuestionaban. Por un momento, mientras andaba a su lado en dirección a su auto negro, sentándose del lado del conductor para volver su mentira más creíble, sintió miedo. Una persona como aquella, capaz de evadir la seguridad de Merveilles podía tener más de un as en la manga. No esperaba que la dejara ir sin cuestionarla, o sin pedir algo a cambio de su ayuda. Aquello último era lo que más temor inspiraba en la periodista. Estar a solas, en el pequeño cúbico del auto con aquel extraño atemorizante le ponía los pelos de punta. Sin embargo procuró aparentar confianza, colocó las mano en el volante y lo miró de reojo esperando que le entregara las llaves. Si se demoraban mucho tiempo allí levantarían sospechas, al menos necesitaban salir del estacionamiento.
-Gracias por eso-murmuró en voz baja, para luego quitar una de las manos del volante y extender la palma hacia él a la espera que le entregara las llaves. -Mejor nos vamos pronto ¿no?-hubiera sido bueno que le sonriera, al menos para aflojar aquella creciente tensión entre ellos, sin embargo sus nervios le impedían fingir cualquier otra cosa que no fuera ansiedad. Sentía sus manos ligeramente húmedas, sólo quería escapar de allí apenas estuvieran fuera del estacionamiento, sin embargo necesitaba controlarse. Quizás aquel sujeto no fuera tan malo como su apariencia inducía a pensar, puede que la hubiera salvado en un acto de gentileza, sin embargo su desconfianza le impedía seguir por esos caminos. Nadie obraba así sin esperar algo a cambio, alguien poderoso, como la parecía ese hombre, no sería la excepción. Una vez le entregó la llave condujo con mucho cuidado hasta el exterior, aparcándose sólo a una cuadra y apagando el contacto. De haber sido por ella se habría bajado en ese mismo momento, pero algo la detenía. La energía magnética que él emanaba la había dejado fija en su asiento, casi paralizada. Llevó sus manos a sus piernas, al estar sentada notó que el short de encaje blanco era realmente diminuto, y se avergonzó por ello. -¿Por que lo hizo?-preguntó girando un poco el rostro, para mirarlo, sintiendo como sus rizos acariciaban su mejilla. No estaba cuestionándolo, sólo necesitaba entender porque.
Allí no había una gran iluminación, dentro del coche las luces estaban apagadas, y a duras penas las farolas callejeras alcanzaban a alumbrar sus rostros. No podía verlo con mucha exactitud, pero consideró que estaba demasiado pálido, incluso le pareció ver algo de sudor cayendo por su cuello, como si tuviera mucho calor, aunque la verdad se trataba de una noche fresca y tenían las ventanas abiertas. -¿Se siente usted bien...?-pese a sus nervios no podía evitar preocuparse, después de todo la había salvado, y eso le daba el beneficio de la duda. Tras dudar un momento se inclinó apenas en el asiento, para acercarse un poco a él y colocar su mano sobre la frente contraria, quitándola rápidamente producto de la sorpresa. No sólo estaba húmeda, sino que hervía. -Tiene mucha fiebre-murmuró sorprendida por ello, sin poder creer que estuviera trabajando hasta tan tarde sintiéndose enfermo. Volvió a acomodarse en el asiento, cruzándose el cinturón de seguridad, y volviendo a encender el coche. -Lo llevaré a su casa, no puede conducir en ese estado sería peligroso, dígame en donde vive.-realmente no intentaba evadir el tema en cuestión, sino que estaba francamente preocupada por él. Honestamente no podía evitarlo, sólo esperaba que no se negara a recibir su ayuda.
-Gracias por eso-murmuró en voz baja, para luego quitar una de las manos del volante y extender la palma hacia él a la espera que le entregara las llaves. -Mejor nos vamos pronto ¿no?-hubiera sido bueno que le sonriera, al menos para aflojar aquella creciente tensión entre ellos, sin embargo sus nervios le impedían fingir cualquier otra cosa que no fuera ansiedad. Sentía sus manos ligeramente húmedas, sólo quería escapar de allí apenas estuvieran fuera del estacionamiento, sin embargo necesitaba controlarse. Quizás aquel sujeto no fuera tan malo como su apariencia inducía a pensar, puede que la hubiera salvado en un acto de gentileza, sin embargo su desconfianza le impedía seguir por esos caminos. Nadie obraba así sin esperar algo a cambio, alguien poderoso, como la parecía ese hombre, no sería la excepción. Una vez le entregó la llave condujo con mucho cuidado hasta el exterior, aparcándose sólo a una cuadra y apagando el contacto. De haber sido por ella se habría bajado en ese mismo momento, pero algo la detenía. La energía magnética que él emanaba la había dejado fija en su asiento, casi paralizada. Llevó sus manos a sus piernas, al estar sentada notó que el short de encaje blanco era realmente diminuto, y se avergonzó por ello. -¿Por que lo hizo?-preguntó girando un poco el rostro, para mirarlo, sintiendo como sus rizos acariciaban su mejilla. No estaba cuestionándolo, sólo necesitaba entender porque.
Allí no había una gran iluminación, dentro del coche las luces estaban apagadas, y a duras penas las farolas callejeras alcanzaban a alumbrar sus rostros. No podía verlo con mucha exactitud, pero consideró que estaba demasiado pálido, incluso le pareció ver algo de sudor cayendo por su cuello, como si tuviera mucho calor, aunque la verdad se trataba de una noche fresca y tenían las ventanas abiertas. -¿Se siente usted bien...?-pese a sus nervios no podía evitar preocuparse, después de todo la había salvado, y eso le daba el beneficio de la duda. Tras dudar un momento se inclinó apenas en el asiento, para acercarse un poco a él y colocar su mano sobre la frente contraria, quitándola rápidamente producto de la sorpresa. No sólo estaba húmeda, sino que hervía. -Tiene mucha fiebre-murmuró sorprendida por ello, sin poder creer que estuviera trabajando hasta tan tarde sintiéndose enfermo. Volvió a acomodarse en el asiento, cruzándose el cinturón de seguridad, y volviendo a encender el coche. -Lo llevaré a su casa, no puede conducir en ese estado sería peligroso, dígame en donde vive.-realmente no intentaba evadir el tema en cuestión, sino que estaba francamente preocupada por él. Honestamente no podía evitarlo, sólo esperaba que no se negara a recibir su ayuda.
Invitado- Invitado
Re: Buscando primicias (Libre)
En el transcurso hacia su carro comenzó a sentirse peor, la visión se estaba tornando borrosa, teniendo que parpadear varias veces para que volviera a tornarse nítida. El dueño del carro se adentró nuevamente al edificio por sus cosas para dar así fin a un laborioso día de trabajo. El guardia volvió a su trabajo, vigilando de reojo a ese par, queria cerciorarse que en verdad se fueran junto. Dejó de tomarles importancia justo cuando el carro de Michael fue prendido y salió del estacionamiento.
Mientras tanto, adentro del carro, el pelinegro se sentó del lado del copiloto. Iba a manejarlo pero como la mujer se sentó del lado del chofer no dio objecion alguna. Siendo sinceros no se creia capaz de manejarlo tan bien. Con trabajo buscó entre su gabardina para darle las llaves. En el momento en que arrancó el carro cerró los ojos para descansar. La fiebre habia subido considerablemente, se preguntaba hasta cuando estaría con él la chica antes de que desee huir. Su respuesta no tardó en llegar. El carro se detuvo a unas cuantas cuadras. Michael solo se limitó a fijar la mirada en la figura de la mujer. Un ojo estaba cubierto por su cabello, estaba recargado en el asiento. Como odiaba estar enfermo.
-No te molestes en llevarme a mi departamento, está cerca. Descansaré un rato y mi salud mejorará-¿Como es que rechazó la ayuda de la chica? Si bien no tenia apariencia de ser mala persona era una periodista y a el lo vió salir del sello. Si descubre donde vive, podria no ser hoy, no mañana, pero algun dia utilizaría esa informacion para hacerla pública. Michael defendia a capa y espada su privacidad, por lo visto aun a costa de la salud. Se incorporó comenzando a despojarse de la gabardina y los guantes, quedando solo con una polera negra, las prendas fueron aventadas en la parte trasera sin cuidado alguno.Se recargo en el tablero del coche haciendo su cabello hacia atrás, el cual estaba mojado por el sudor.
-Se que facilmente pude decirle al guardia que eras una intrusa. Pero hacer lo que hiciste por iniciativa propia fue lo que me ayudó a tomar la decisión de ayudarte. Me agradan las personas apasionadas por su trabajo-A pesar de tener los ojos cansados en la mirada que por unos segundos le dedicó a Margot conservaba aún dureza- Pero será la única vez que te ayudo. Si de nuevo vas infraganti y te veo entonces tomaré las medidas correctas, tienes que ser más cuidadosa, llendo solo cuando el sello lo pida.
Guardó silencio, la chica tal vez entenderia que con el consejo terminaría su plática. También disminuyó su odio cuando se ofreció a ayudarlo pero no a tal grado de bajar su guardia. En ese momento de silencio estaba pensando en que hacer, con la vision borrosa seria mas que imposible manejar con el peligro de desmayarse en culquier momento o chocar con un objeto o peor aún, atropellar a alguien. Caminar o tomar un taxi dejando el carro, esperando a que no le hicieran nada, era la mejor opción que su mente podia pensar en esos momentos.
Mientras tanto, adentro del carro, el pelinegro se sentó del lado del copiloto. Iba a manejarlo pero como la mujer se sentó del lado del chofer no dio objecion alguna. Siendo sinceros no se creia capaz de manejarlo tan bien. Con trabajo buscó entre su gabardina para darle las llaves. En el momento en que arrancó el carro cerró los ojos para descansar. La fiebre habia subido considerablemente, se preguntaba hasta cuando estaría con él la chica antes de que desee huir. Su respuesta no tardó en llegar. El carro se detuvo a unas cuantas cuadras. Michael solo se limitó a fijar la mirada en la figura de la mujer. Un ojo estaba cubierto por su cabello, estaba recargado en el asiento. Como odiaba estar enfermo.
-No te molestes en llevarme a mi departamento, está cerca. Descansaré un rato y mi salud mejorará-¿Como es que rechazó la ayuda de la chica? Si bien no tenia apariencia de ser mala persona era una periodista y a el lo vió salir del sello. Si descubre donde vive, podria no ser hoy, no mañana, pero algun dia utilizaría esa informacion para hacerla pública. Michael defendia a capa y espada su privacidad, por lo visto aun a costa de la salud. Se incorporó comenzando a despojarse de la gabardina y los guantes, quedando solo con una polera negra, las prendas fueron aventadas en la parte trasera sin cuidado alguno.Se recargo en el tablero del coche haciendo su cabello hacia atrás, el cual estaba mojado por el sudor.
-Se que facilmente pude decirle al guardia que eras una intrusa. Pero hacer lo que hiciste por iniciativa propia fue lo que me ayudó a tomar la decisión de ayudarte. Me agradan las personas apasionadas por su trabajo-A pesar de tener los ojos cansados en la mirada que por unos segundos le dedicó a Margot conservaba aún dureza- Pero será la única vez que te ayudo. Si de nuevo vas infraganti y te veo entonces tomaré las medidas correctas, tienes que ser más cuidadosa, llendo solo cuando el sello lo pida.
Guardó silencio, la chica tal vez entenderia que con el consejo terminaría su plática. También disminuyó su odio cuando se ofreció a ayudarlo pero no a tal grado de bajar su guardia. En ese momento de silencio estaba pensando en que hacer, con la vision borrosa seria mas que imposible manejar con el peligro de desmayarse en culquier momento o chocar con un objeto o peor aún, atropellar a alguien. Caminar o tomar un taxi dejando el carro, esperando a que no le hicieran nada, era la mejor opción que su mente podia pensar en esos momentos.
Michael Russo- Ocupación : Manager
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Re: Buscando primicias (Libre)
No podía evitar preocuparse por su salvador. Pese a que su semblante podía fácilmente aterrorizar a cualquiera Margot deseaba devolverle el favor. El hombre estaba realmente enfermo, su fiebre quizás llegaba a los cuarenta grados tomando en cuenta la altísima temperatura de su piel y el modo profuso en que sudaba. Sin embargo estaba tercamente convencido de no aceptar ninguna clase de ayuda. Le dio la impresión de que era como ella, responsables a punto de ir enfermos al trabajo para no tener que pedir un día libre. Ella misma se sobre exigía con frecuencia y por eso mismo terminaba en malas condiciones, ahora mismo debería estar haciendo reposo pues pocas semanas atrás se había lesionado el tobillo bajando las escaleras, y en cambio había decidido ir al sello por su cuenta en un intento de conseguir una primicia. Viéndolo en perspectiva era una locura, y no hubiera sido de sorprender que su cortísima carrera hubiera terminado esa misma noche de no ser por la intervención del hombre que ahora esta a su lado. Definitivamente estaba en deuda, y lo mínimo que podía hacer era asegurarse de que llegar a su hogar sano y salvo.
No negaría que sentía algo de curiosidad respecto a su identidad y profesión, deseaba conocer su nombre, aunque no para utilizarlo para el trabajo, sino porque en realidad le importaba. Se movió inquieta en el asiento, cerrando dos de los botones de su chaqueta. -Fue muy amable de su parte... Si no hubiera intervenido en ese momento probablemente ya no tendría trabajo-y eso significaba tener que regresar a Italia con sus hermanos, adiós independencia. Los adoraba como a nadie en el mundo, pero a su vez se sentía algo asfixiada por el exceso de cuidados que le proporcionaban, necesitaba que empezaran a verla como la adulta profesional que era, y no como la niña a la que debían cuidar. No pudo evitar sonrojarse ante su elogio encubierto, de algún modo eso significaba que admiraba sus esfuerzos, aunque lo que acababa de hacer inflingiera la ley. -Acabo de empezar en esto-reconoció llevándose uno de los mechones que habían escapado de su coleta detrás de la oreja.-Quiero progresar, y necesito que mi jefa confíe en mi...-se explicó intentando que así el pudiera comprender el porque de su accionar desesperado. Por alguna razón deseaba resultarle agradable. Su estado parecía empeorar minuto a minuto, y la joven periodista comenzó a pensar que en lugar de ir a su casa, quizás debería llevarlo al hospital.
-¡No volveré a hacerlo! Lo prometo-aseguró algo apenada por su modo duro de hablar, sintiendo un regaño de su parte. Se mordió los labios ligeramente nerviosa por ello, pero de todos modos no abandonó su lugar de copiloto, al contrario volvió a girar la llave en el contacto encendiendo el vehiculo. Buscó en la guantera los papeles del vehículo y encontró allí la dirección del apartamento donde se suponía vivía el dueño del mismo. -¿Es esta su dirección?-no pudo evitar fijarse en el nombre que figuraba entre los datos, y aunque no tenía idea de quien se trataba, le gustó conocerlo. -Lo llevaré, no me sentiré tranquila si lo dejo aquí en este estado. -tomó el GPS que descansaba allí entre los papeles y colocó la dirección, conocía muy poco la ciudad, y no tenía idea de como orientarse, así que condujo siguiendo las indicaciones de la voz electrónica femenina. Finalmente se detuvo frente al sitio correcto, suspiró y volvió a mirar al hombre a su lado, sin estar segura de si se encontraba inconciente o sólo dormido, sólo podía decir que tenía los ojos cerrados. Aprovechó su distracción para observarlo con mas detalle, le gustaban sus facciones masculinas y su cabello oscuro. No se parecía a nadie que hubiera conocido, y su aura aterradora le resultaba inevitablemente atrayente. -Mm... Hey...-lo llamó tocando suavemente su hombro, esperando que volviera en si, se atrevió a quitarle el cabello de la frente sólo para poder verlo un poco mejor. -No puede seguir así, necesita llamar a un médico... ¿o prefiere que lo lleve al hospital?-no estaba segura de donde estaba el lugar, pero consultaría hasta dar con el sitio. Al menos una cosa era segura: No se iría de allí hasta asegurarse que ese hombre estuviera fuera de peligro.
No negaría que sentía algo de curiosidad respecto a su identidad y profesión, deseaba conocer su nombre, aunque no para utilizarlo para el trabajo, sino porque en realidad le importaba. Se movió inquieta en el asiento, cerrando dos de los botones de su chaqueta. -Fue muy amable de su parte... Si no hubiera intervenido en ese momento probablemente ya no tendría trabajo-y eso significaba tener que regresar a Italia con sus hermanos, adiós independencia. Los adoraba como a nadie en el mundo, pero a su vez se sentía algo asfixiada por el exceso de cuidados que le proporcionaban, necesitaba que empezaran a verla como la adulta profesional que era, y no como la niña a la que debían cuidar. No pudo evitar sonrojarse ante su elogio encubierto, de algún modo eso significaba que admiraba sus esfuerzos, aunque lo que acababa de hacer inflingiera la ley. -Acabo de empezar en esto-reconoció llevándose uno de los mechones que habían escapado de su coleta detrás de la oreja.-Quiero progresar, y necesito que mi jefa confíe en mi...-se explicó intentando que así el pudiera comprender el porque de su accionar desesperado. Por alguna razón deseaba resultarle agradable. Su estado parecía empeorar minuto a minuto, y la joven periodista comenzó a pensar que en lugar de ir a su casa, quizás debería llevarlo al hospital.
-¡No volveré a hacerlo! Lo prometo-aseguró algo apenada por su modo duro de hablar, sintiendo un regaño de su parte. Se mordió los labios ligeramente nerviosa por ello, pero de todos modos no abandonó su lugar de copiloto, al contrario volvió a girar la llave en el contacto encendiendo el vehiculo. Buscó en la guantera los papeles del vehículo y encontró allí la dirección del apartamento donde se suponía vivía el dueño del mismo. -¿Es esta su dirección?-no pudo evitar fijarse en el nombre que figuraba entre los datos, y aunque no tenía idea de quien se trataba, le gustó conocerlo. -Lo llevaré, no me sentiré tranquila si lo dejo aquí en este estado. -tomó el GPS que descansaba allí entre los papeles y colocó la dirección, conocía muy poco la ciudad, y no tenía idea de como orientarse, así que condujo siguiendo las indicaciones de la voz electrónica femenina. Finalmente se detuvo frente al sitio correcto, suspiró y volvió a mirar al hombre a su lado, sin estar segura de si se encontraba inconciente o sólo dormido, sólo podía decir que tenía los ojos cerrados. Aprovechó su distracción para observarlo con mas detalle, le gustaban sus facciones masculinas y su cabello oscuro. No se parecía a nadie que hubiera conocido, y su aura aterradora le resultaba inevitablemente atrayente. -Mm... Hey...-lo llamó tocando suavemente su hombro, esperando que volviera en si, se atrevió a quitarle el cabello de la frente sólo para poder verlo un poco mejor. -No puede seguir así, necesita llamar a un médico... ¿o prefiere que lo lleve al hospital?-no estaba segura de donde estaba el lugar, pero consultaría hasta dar con el sitio. Al menos una cosa era segura: No se iría de allí hasta asegurarse que ese hombre estuviera fuera de peligro.
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Re: Buscando primicias (Libre)
Cerró los ojos para tratar de descansar, de todos modos ya miraba borroso así que era mejor de esa manera, pensaba en bajar de carro minutos después de que la mujer lo hiciera así ella no pensaría que la acosaba o que otras personas pensaran que la acosaban, después se pegaría al plan ya dicho, subirse a un taxi para ir a su departamento a descansar. Sólo necesitaba eso, descansar y tomarse una pastilla para sentirse más saludable. En el caso de que la enfermedad fuera más fuerte de lo que pensara lo tendría en la cama todo el día siguiente, cosa que no le agradaba pues eso implicaba el llamar al sello y avisar de su enfermedad. Estaba atento al ruido, pero en vez de escuchar como la puerta del que manejaba se abriera y cerrara fue otra cosa que se abrió, la guantera.
Al escuchar que le preguntaba no le respondió, únicamente hizo un gruñido expresando de esta manera el desagrado que implicaba el que descubriera su dirección. No se le pasó por la cabeza que ella buscaría los medios necesarios para saber su dirección, de todos modos no sería una buena reportera si no fuera curiosa y consiguiera, de cualquier manera información pero ya no tenía remedio, ella ya sabía dónde vivía y peor aún, ella iba a saber cómo llegar. Ni siquiera tenía fuerzas ni ganas para insistirle en que lo mejor era que ya se fuera y olvidara aquella situación. Sus ojos se sentían pesados, no quería abrirlos pero se obligó cuando sintió como le removían el cabello haciendo que se exaltara un poco, en esta etapa de su vida el contacto con otra persona era muy rara y, para su sorpresa, por eso es que reaccionó
-Al hospital no…-Contestó con mucho esfuerzo, su voz era más ronca de lo habitual- Tampoco…Necesito a un médico- Trató de incorporarse pero sus movimiento eran lentos, dio un leve suspiro tratando de ubicar el sitio donde estaba preguntándose cómo es que llegaron a la entrada del edificio donde se encontraba viviendo. Miró de manera perdida afuera, todo estaba tan silencioso y después bajó la mirada a la chica, otro gruñido soltó- Eres muy persistente- Ya no iba a convencerla, no tenía energías para eso ¿Por qué él tenía que estar rodeado de personas necias que no lo obedecían a la primera? Ya necesitaría ser menos blando y más firme en cuanto a lo que le decía a los demás. Claro después de que se le bajase la temperatura. Se inclinó hacia ella, no pudiendo evitar poner un poco de su peso en el cuerpo de la chica, alzando la mano y quitar las llaves del carro, se quedó un rato de esa manera, para ver si podía recuperar su fuerza, antes de volver a su posición inicial abrió la puerta del conductor, desabrochándole el cinturón, todo haciéndolo en “modo automático”, luego volvió a su posición inicial.
-Lo único que necesito es un buen baño, una pastilla y descanso para sentirme bien- Esta vez abrió su puerta y con la misma lentitud que hizo las acciones pasadas fue que bajó del carro.
Al escuchar que le preguntaba no le respondió, únicamente hizo un gruñido expresando de esta manera el desagrado que implicaba el que descubriera su dirección. No se le pasó por la cabeza que ella buscaría los medios necesarios para saber su dirección, de todos modos no sería una buena reportera si no fuera curiosa y consiguiera, de cualquier manera información pero ya no tenía remedio, ella ya sabía dónde vivía y peor aún, ella iba a saber cómo llegar. Ni siquiera tenía fuerzas ni ganas para insistirle en que lo mejor era que ya se fuera y olvidara aquella situación. Sus ojos se sentían pesados, no quería abrirlos pero se obligó cuando sintió como le removían el cabello haciendo que se exaltara un poco, en esta etapa de su vida el contacto con otra persona era muy rara y, para su sorpresa, por eso es que reaccionó
-Al hospital no…-Contestó con mucho esfuerzo, su voz era más ronca de lo habitual- Tampoco…Necesito a un médico- Trató de incorporarse pero sus movimiento eran lentos, dio un leve suspiro tratando de ubicar el sitio donde estaba preguntándose cómo es que llegaron a la entrada del edificio donde se encontraba viviendo. Miró de manera perdida afuera, todo estaba tan silencioso y después bajó la mirada a la chica, otro gruñido soltó- Eres muy persistente- Ya no iba a convencerla, no tenía energías para eso ¿Por qué él tenía que estar rodeado de personas necias que no lo obedecían a la primera? Ya necesitaría ser menos blando y más firme en cuanto a lo que le decía a los demás. Claro después de que se le bajase la temperatura. Se inclinó hacia ella, no pudiendo evitar poner un poco de su peso en el cuerpo de la chica, alzando la mano y quitar las llaves del carro, se quedó un rato de esa manera, para ver si podía recuperar su fuerza, antes de volver a su posición inicial abrió la puerta del conductor, desabrochándole el cinturón, todo haciéndolo en “modo automático”, luego volvió a su posición inicial.
-Lo único que necesito es un buen baño, una pastilla y descanso para sentirme bien- Esta vez abrió su puerta y con la misma lentitud que hizo las acciones pasadas fue que bajó del carro.
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Re: Buscando primicias (Libre)
No estaba en sus planes utilizar los datos del hombre para investigar sobre él, en verdad siquiera sabía cual era su trabajo dentro del sello, y francamente poco le importaba. Ante todo Margot era una persona generosa, y no podía concebir la posibilidad de abandonarlo a su suerte, sin atención médica, especialmente cuando la había salvado de un futuro trágico. Comprendía que se mostrara desconfiado, sabía que era una periodista y pertenecía a una editora, pero deseaba mostrarle que estaba equivocado, y que era una buena persona que nunca aprovecharía una situación así como ventaja personal. Su debilidad era palpable, a duras penas conseguía mantener abiertos los ojos y su cuerpo estaba pesado. Probablemente estuviera al límite de comenzar a delirar por la fiebre, y pese a todo se negaba a aceptar cualquier tipo de atención médica. ¿Y si lo dejaba allí y moría? ¡Terminaría siendo responsable por abandono de persona! No podía permitirse correr esos riesgos, se habría sentido eternamente culpable, sabiendo que podría haberlo ayudado. Pero allí estaba su cobardía, susurrándole que era una pésima idea meterse en el apartamento de un tipo al que no conocía y que además, parecía despreciar su compañía. -No se esfuerce-murmuró apenas, nerviosa ante su cercanía física, que le permitió sentir el calor anormal que su cuerpo irradiaba, pese a llevar poco abrigo, hervía. Sonrió apenas ante lo que consideró un elogio, consideraba que ser persistente era una de sus mayores virtudes, algo que en definitiva la llevaría muy lejos en la profesión que había escogido. Margot nunca aceptaba una negativa cuando algo se le metía en la cabeza, no se iría de allí hasta asegurarse de que estuviera bien, o al menos aquel pico de fiebre hubiera bajado un poco. Probablemente no era lo más sensato, pero no era capaz de abandonarlo a su suerte sin culpa.
Se quedó en silencio dejándolo quitarle el cinturón, y observando como luego descendía, sin moverse por unos instantes, intentando reunir el valor necesario para hacer lo correcto. Acomodó la cartera en su hombro y abrió la puerta de su lado para poder bajar a la acera, y acercarse al altísimo hombre que intentaba embocar la llave en la cerradura. Con amabilidad se la quitó de la mano para hacerlo ella misma, permitiéndole entrar primero. -¿Sabe que es peligroso tener una temperatura tan alta?-aquello podía generar cosas graves, recordaba haber visto a su hermano una vez convulsionar a causa de la altísima temperatura. Habían necesidad llenar con hielo la bañadera para bajarla, quizás podía aplicar aquella metodología esta vez aunque... De sólo imaginarlo moría de vergüenza. Ante sus pensamientos se sonrojó, de sólo imaginarlo se sentía espantosamente nerviosa. -Lo siento, pero no puedo irme hasta asegurarme que se encuentre mejor...-agregó resuelta, esperando encontrar poca resistencia debido a su estado de debilidad, no quería discutir con él, y mucho menos que la obligara a irse. -Puede confiar en mí, no haría nada que pudiera perjudicarlo-hablaba enserio, aunque no sabía si él le creería. Margot no era la clase de persona que traicionaba su palabra, podía ser ambiciosa, e intentar cumplir sus objetivos, pero nunca traicionaría la confianza de otra persona. Se prometió a si misma que se iría a casa ni bien su temperatura descendiera, y se asegurara de que estaba fuera de peligro.
Era extraño descubrir a un hombre como aquel, en apariencia fuerte y recto, con una voluntad de acero, tan débil y enfermo. Aquello no parecía cuadrar con su estilo, pero después de todo era humano, y nadie estaba exento de una gripe. Esperó que presionara el botón de llamada del ascensor, manteniéndose de pie a su lado viéndolo de reojo con disimulo. Incluso en ese estado, afiebrado y débil, era innegablemente apuesto. ¿Pero que diablos pensaba? Siquiera conocía a ese sujeto, y no debería permitir que su apariencia la embobara. Sabía lo peligroso que era confiar en extraños, y a pesar de todo allí estaba, entrenando a un ascensor que la llevaría al apartamento de un sujeto del que sólo sabía su nombre. Pero no podía tratarse de alguien malvado, la había ayudado sin intenciones de sacar provecho de aquello, eso le daba cierta tranquilidad interna. Removió sus manos, inquieta, analizando su reflejo en el enorme espejo del elevador mientras intentaba calmarse y aparentar seguridad. -Soy Margot...Dubois-se presentó despacio, sin estar segura de que él estuviera en condiciones de escuchar presentaciones, sin embargo esperó que esa información lo sirviera para tranquilizarlo y aumentar su seguridad. -De verdad, no busco nada, sólo deseo devolverle el favor-odiaba que por su empleo muchos desconfiaran y prefirieran mantenerse alejados, ella no era una arpía lista para lanzarse sobre el primer trozo de carne fresca. Tenía principios y códigos, jamás utilizaría una ventaja como aquella para escribir una nota de color. No era su estilo, y en ese sentido su rectitud era algo de familia.
Se quedó en silencio dejándolo quitarle el cinturón, y observando como luego descendía, sin moverse por unos instantes, intentando reunir el valor necesario para hacer lo correcto. Acomodó la cartera en su hombro y abrió la puerta de su lado para poder bajar a la acera, y acercarse al altísimo hombre que intentaba embocar la llave en la cerradura. Con amabilidad se la quitó de la mano para hacerlo ella misma, permitiéndole entrar primero. -¿Sabe que es peligroso tener una temperatura tan alta?-aquello podía generar cosas graves, recordaba haber visto a su hermano una vez convulsionar a causa de la altísima temperatura. Habían necesidad llenar con hielo la bañadera para bajarla, quizás podía aplicar aquella metodología esta vez aunque... De sólo imaginarlo moría de vergüenza. Ante sus pensamientos se sonrojó, de sólo imaginarlo se sentía espantosamente nerviosa. -Lo siento, pero no puedo irme hasta asegurarme que se encuentre mejor...-agregó resuelta, esperando encontrar poca resistencia debido a su estado de debilidad, no quería discutir con él, y mucho menos que la obligara a irse. -Puede confiar en mí, no haría nada que pudiera perjudicarlo-hablaba enserio, aunque no sabía si él le creería. Margot no era la clase de persona que traicionaba su palabra, podía ser ambiciosa, e intentar cumplir sus objetivos, pero nunca traicionaría la confianza de otra persona. Se prometió a si misma que se iría a casa ni bien su temperatura descendiera, y se asegurara de que estaba fuera de peligro.
Era extraño descubrir a un hombre como aquel, en apariencia fuerte y recto, con una voluntad de acero, tan débil y enfermo. Aquello no parecía cuadrar con su estilo, pero después de todo era humano, y nadie estaba exento de una gripe. Esperó que presionara el botón de llamada del ascensor, manteniéndose de pie a su lado viéndolo de reojo con disimulo. Incluso en ese estado, afiebrado y débil, era innegablemente apuesto. ¿Pero que diablos pensaba? Siquiera conocía a ese sujeto, y no debería permitir que su apariencia la embobara. Sabía lo peligroso que era confiar en extraños, y a pesar de todo allí estaba, entrenando a un ascensor que la llevaría al apartamento de un sujeto del que sólo sabía su nombre. Pero no podía tratarse de alguien malvado, la había ayudado sin intenciones de sacar provecho de aquello, eso le daba cierta tranquilidad interna. Removió sus manos, inquieta, analizando su reflejo en el enorme espejo del elevador mientras intentaba calmarse y aparentar seguridad. -Soy Margot...Dubois-se presentó despacio, sin estar segura de que él estuviera en condiciones de escuchar presentaciones, sin embargo esperó que esa información lo sirviera para tranquilizarlo y aumentar su seguridad. -De verdad, no busco nada, sólo deseo devolverle el favor-odiaba que por su empleo muchos desconfiaran y prefirieran mantenerse alejados, ella no era una arpía lista para lanzarse sobre el primer trozo de carne fresca. Tenía principios y códigos, jamás utilizaría una ventaja como aquella para escribir una nota de color. No era su estilo, y en ese sentido su rectitud era algo de familia.
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Re: Buscando primicias (Libre)
Todas las acciones que realizaba ya las estaba haciendo de manera automatica, su cuerpo se movía por la rutina que tenía de todos los días así que tampoco era para él tan necesaria la vista; estacionar el carro, bajarse de él, abrir la puerta, tomar el elevador el cual lo llevaría a los últimos pisos donde se ubicaba su departamento, entrar y…en esta parte todo cambiaría, pues en vez de entrar e ir directo a su cuarto de trabajo para realizer actividades hasta altas horas de la noche lo que haría era ir a la cama, no sin antes tomar un baño y una pastilla que le cure o al menos que le bajaran lo síntomas. No podia escuchar con claridad, solo logró captar la palabra Margot, el nombre de la chica, es lo que él logro de deducir mientras se recargaba en la pared del elevador.
No le respondió, ya no quería decir nada y usar todas las fueras que le quedaba para caminar hasta su departamento, si se desmayaba en ese momento dudaba que la chica pudiera cargar su cuerpo, tanto por la diferencia de estatura por la de peso-“Solo un poco más”-Es lo que decía su mente cerrando los ojos y sin demorar mucho escuchó cómo el elevador avisaba que habían llegado al piso asignado, tuvo suerte de que a esa hora eran pocas las personas que tomaban el elevador y que éste no hiciera en esos momentos paradas inútiles. Dio pasos lentos hasta salir del elevador, tratando de recargarse en la pared. Recordaba que después de los síntomas que parecía tener iba tener algunos más extraños ¿Cuales eran? A lo mejor alucinaciones, o desmayo.
Mientras caminaba en lo que parecía ser un pasillo interminable buscaba entre el bolsillo de su pantalón la llave del departamento, el que estaba en el fondo a la izquierda, si como los baños, esa fue una de las razones por la que lo compró aunque no lo iba a decir públicamente, solo se le había hecho curioso. Y entonces sin que él pudiera evitarlo comenzaron a brotar los recuerdos, antes de que cayera en aquel alcoholismo que aunque no se notara aun estaba tratando de no volver a caer en ella. Era cuando tenía a su banda, y no solo eso, era cuando estaba al lado de aquella chica que lo había hecho feliz, con tan solo pensar en ella dio un pequeño gruñido de objeción ¿Por que ahora tenía que acordarse de ella?- Maldita sea….-Dijo en voz alta sin darse cuenta, sus facciones se volvieron más duras y es que aún le dolía no solo su abandono si no el reencuentro que estuvo lleno de tension, perdido en sus pensamientos casu se le olvidaba que tenía a una compañia hasta perdión por un momento en equilibrio chocando con Margot. Él enseguida se disculpo.
-Ya llegamos..-murmuró tratando de meter la llave, como antes pero al igual que antes le era imposible atinarle.
No le respondió, ya no quería decir nada y usar todas las fueras que le quedaba para caminar hasta su departamento, si se desmayaba en ese momento dudaba que la chica pudiera cargar su cuerpo, tanto por la diferencia de estatura por la de peso-“Solo un poco más”-Es lo que decía su mente cerrando los ojos y sin demorar mucho escuchó cómo el elevador avisaba que habían llegado al piso asignado, tuvo suerte de que a esa hora eran pocas las personas que tomaban el elevador y que éste no hiciera en esos momentos paradas inútiles. Dio pasos lentos hasta salir del elevador, tratando de recargarse en la pared. Recordaba que después de los síntomas que parecía tener iba tener algunos más extraños ¿Cuales eran? A lo mejor alucinaciones, o desmayo.
Mientras caminaba en lo que parecía ser un pasillo interminable buscaba entre el bolsillo de su pantalón la llave del departamento, el que estaba en el fondo a la izquierda, si como los baños, esa fue una de las razones por la que lo compró aunque no lo iba a decir públicamente, solo se le había hecho curioso. Y entonces sin que él pudiera evitarlo comenzaron a brotar los recuerdos, antes de que cayera en aquel alcoholismo que aunque no se notara aun estaba tratando de no volver a caer en ella. Era cuando tenía a su banda, y no solo eso, era cuando estaba al lado de aquella chica que lo había hecho feliz, con tan solo pensar en ella dio un pequeño gruñido de objeción ¿Por que ahora tenía que acordarse de ella?- Maldita sea….-Dijo en voz alta sin darse cuenta, sus facciones se volvieron más duras y es que aún le dolía no solo su abandono si no el reencuentro que estuvo lleno de tension, perdido en sus pensamientos casu se le olvidaba que tenía a una compañia hasta perdión por un momento en equilibrio chocando con Margot. Él enseguida se disculpo.
-Ya llegamos..-murmuró tratando de meter la llave, como antes pero al igual que antes le era imposible atinarle.
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Re: Buscando primicias (Libre)
Era una suerte que al menos hubiera dejado e insistir con que se retirara, aceptando indirectamente la ayuda que estaba dispuesta a brindarle. La verdad es que aunque pudiera verse como alguien aterrador estaba segura de que no intentaría nada malo en sus condiciones, su cuadro febril empeoraba minuto a minuto, y probablemente sería necesario un baño de inmersión helado para que la temperatura bajara a prisa. Sabía que era peligroso que el cuerpo estuviera caliente por demasiado tiempo, podía ocasionar convulsiones o alucinaciones. El silencio los acompañó durante el resto del ascenso, nadie subió al elevador, por lo que no demoraron en llegar a uno de los últimos pisos del altísimo edificio. Un pitido anunció que habían llegado a destino, las puertas dobles se abrieron permitiéndoles deslizarse hacia el pasillo. Margot caminó junto a él, cerca, procurando no sobresaltarlo ni resultar una molestia en su camino hacia el apartamento situado justo al final del pasillo. Sus nervios iban de mal en peor, pese a que sus peores miedos estaban ya descartados al convencerse de que ese hombre no era de momento un peligro para ella. En realidad no era eso lo que ahora más la preocupaba, el problema eran sus propios pensamientos cada vez que lo observaba. No debería pensar que era increíblemente apuesto, no ahora. Ni nunca. Definitivamente un sujeto como ese era inalcanzable para ella.
Cuando apenas su cuerpo chocó contra el de ella se sobresaltó, pero procuró sostenerlo para que no cayera al suelo. De todos modos él mismo logró estabilizarse, ella probablemente no habría tenido la fuerza para conseguirlo. Sólo rogaba que consiguiera llegar a la casa para poder atenderlo. -Permítame-murmuró tomando la llave de sus manos para introducirla en el orificio de la cerradura y girarla dos veces antes de que la puerta estuviera abierta. Le permitió entrar primero siguiéndolo después, cerrando nuevamente la puerta y dejando las llaves sobre la mesa. Se quitó su saco rosado y la cartera, dejando todo cerca de la entrada antes de ir directamente a la cocina, encontrándola rápidamente, revisando en refrigerador en busca de hielo. Frunció el ceño al descubrir una gran cantidad de cervezas metidas dentro, aunque detrás de todo el alcohol consiguió encontrar algunas cubeteras llenas. Las tomó sin pedir permiso regresando con ellas a la sala principal. -Le prepararé un baño con agua bien helada... lo principal es bajar pronto su fiebre.-explicó dudando que en realidad estuviera prestando atención a ella. Debería actuar deprisa, sin dar demasiados rodeos. Si su fiebre no disminuía pronto llamaría a emergencias, no quería que fuera a pasarle algo malo por su torpeza de esperar demasiado.
Recorrió el apartamento buscando el baño, dando pronto con él. Por fortuna contaba con una tina de tamaño clásico, la cual enseguida puso a llenar con agua bien fría. Agregó el hielo de modo que la temperatura fuera lo más baja posible, al contraste con el cuerpo caliente del hombre no sería una sensación agradable, sin embargo era el remedio casero más útil que conocía. Mientras dejaba la tina llenándose regresó a la sala, colocándose en cuclillas frente a él pues había tomado asiento. -¿Vamos?-lo invitó con una pequeña sonrisa, intentando así darle ánimos para realizar el esfuerzo de ir hasta el baño. -Apóyese en mí-le ofreció intentando ayudarlo a ponerse de pie, ofreciéndole su cuerpo como apoyo para trasladarse. Caminó muy lentamente, siguiendo su ritmo, sin ninguna prisa por llegar a destino. Sabía que cada paso requería esfuerzo por su parte, y por eso estaba atenta a cualquier tropiezo posible. Finalmente llegaron al baño, allí la tina estaba ya lo suficientemente llena así que la joven periodista decidió cerrar el grifo. Al tocar el agua sintió un estremecimiento, estaba realmente helada, justo como era necesario. -T-Tdo esta listo...-murmuró, apenada al descubrir que aquella situación de repente era incómoda para ambos. -Lo esperaré afuera... tómese el tiempo que necesite.... Llámeme si es necesario-agregó lista para abandonar aquel reducido espacio llena de vergüenza.
Cuando apenas su cuerpo chocó contra el de ella se sobresaltó, pero procuró sostenerlo para que no cayera al suelo. De todos modos él mismo logró estabilizarse, ella probablemente no habría tenido la fuerza para conseguirlo. Sólo rogaba que consiguiera llegar a la casa para poder atenderlo. -Permítame-murmuró tomando la llave de sus manos para introducirla en el orificio de la cerradura y girarla dos veces antes de que la puerta estuviera abierta. Le permitió entrar primero siguiéndolo después, cerrando nuevamente la puerta y dejando las llaves sobre la mesa. Se quitó su saco rosado y la cartera, dejando todo cerca de la entrada antes de ir directamente a la cocina, encontrándola rápidamente, revisando en refrigerador en busca de hielo. Frunció el ceño al descubrir una gran cantidad de cervezas metidas dentro, aunque detrás de todo el alcohol consiguió encontrar algunas cubeteras llenas. Las tomó sin pedir permiso regresando con ellas a la sala principal. -Le prepararé un baño con agua bien helada... lo principal es bajar pronto su fiebre.-explicó dudando que en realidad estuviera prestando atención a ella. Debería actuar deprisa, sin dar demasiados rodeos. Si su fiebre no disminuía pronto llamaría a emergencias, no quería que fuera a pasarle algo malo por su torpeza de esperar demasiado.
Recorrió el apartamento buscando el baño, dando pronto con él. Por fortuna contaba con una tina de tamaño clásico, la cual enseguida puso a llenar con agua bien fría. Agregó el hielo de modo que la temperatura fuera lo más baja posible, al contraste con el cuerpo caliente del hombre no sería una sensación agradable, sin embargo era el remedio casero más útil que conocía. Mientras dejaba la tina llenándose regresó a la sala, colocándose en cuclillas frente a él pues había tomado asiento. -¿Vamos?-lo invitó con una pequeña sonrisa, intentando así darle ánimos para realizar el esfuerzo de ir hasta el baño. -Apóyese en mí-le ofreció intentando ayudarlo a ponerse de pie, ofreciéndole su cuerpo como apoyo para trasladarse. Caminó muy lentamente, siguiendo su ritmo, sin ninguna prisa por llegar a destino. Sabía que cada paso requería esfuerzo por su parte, y por eso estaba atenta a cualquier tropiezo posible. Finalmente llegaron al baño, allí la tina estaba ya lo suficientemente llena así que la joven periodista decidió cerrar el grifo. Al tocar el agua sintió un estremecimiento, estaba realmente helada, justo como era necesario. -T-Tdo esta listo...-murmuró, apenada al descubrir que aquella situación de repente era incómoda para ambos. -Lo esperaré afuera... tómese el tiempo que necesite.... Llámeme si es necesario-agregó lista para abandonar aquel reducido espacio llena de vergüenza.
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Re: Buscando primicias (Libre)
Mientras más pasaba el tiempo su salud no mejoraba. Agradecía que la chica estuviera para ayudarlo, aunque a la vez no, pues no le gustaba depender de otra persona, estuviera enfermo o no. Era muy independiente, acostumbrándose a cuidar y no a que lo cuiden, si alguien le ayudaba hería su orgullo, por el momento no lo sentía herido, más bien no sentía nada pero cuando estuviera totalmente recuperado entonces podría ser que se lamentara que otra persona lo ayudara, o lo viera tan mal.
Ingresando ya en su departamento caminó automáticamente a la sala, para sentarse. La visión era borrosa ¿Podría empeorar? La respuesta era si. Margot le habla pero eran palabras que no entendía, eran sueltas esas palabras pero sobre su voz empezaba a escuchar otras, de manera paralela a la de ella éstas podía entenderlas claramente y no solo eran palabras, eran risas ,muy conocidas para él, entonces supo que eran recuerdos que se hacían presentes. Él estaba ido, con la cabeza agachada mirando al suelo con los ojos entrecerrados. La época de donde provenían esos recuerdos era de cuando tenía el bar y la banda. Una época de estabilidad en su vida donde lo tenía todo: Un lugar al cual llamarle hogar, estar con personas que compartían la pasión con el y que con el paso de los años pudieron ser una familia y sobre todo a…Alzó la mirada, un poco, pues alguien estaba frente a él. Era la periodista pero por un momento apareció la imagen de la mujer que lo abandonó, por su incompetencia el no confiar lo suficientemente en ella como para contarle lo de la chica y su hija, la única mujer a la que realmente amó. La respuesta que le dio a ella no fueron mas que gruñidos, sonidos guturales levantándose y dirigirse al baño moviendo la cabeza para sacar las imágenes y sonidos inexistentes.
Una vez ya en el baño se sentó en la taza, escuchándole, ya que estaba lo suficientemente cerca para que le entendiera. Alzó su brazo, para tomarle de la muñeca y así detenerla, fue un movimiento rápido, con el paso de los años tuvo que mejorar sus reflejos o ser golpeado. Un poco fuerte ya que no sabía controlar la fuerza, subió la mirada a la de ella- No…Quédate, p-para apoyarme- La soltó, esperando que se quedara sin percatarse de la fuerza que utilizó. Si pudor alguno comenzó a quitarse la polera negra, dejando su torso al descubierto el cual ya estaba empapado de sudor, la aventó al suelo, sin ningún cuidad. Se levantó y comenzó a desabrocharse el pantalón, esta vez un poco de trabajo. Maldijo más de una vez y cuando ya solo estaba en un pie movió ese pie, cayendo la prenda encima de la polera. Se quedó quieto, unos segundos, pensando en si quitarse la última prenda con la que estaba vestido pero no estaba del todo inconsciente como para hacerlo, sabía que lo mejor para ambos era dejarse esa prenda. Murmuró acercándose a la orilla de la tina, vio los hielos, hizo una mueca. Sabía que no le iba a gustar la sensación. Metió la mano y todo su cuerpo pudo sentirlo helada del agua, esta vez maldijo en voz alta sacando la mano y sacudirla , quitándose el agua salpicando a lo que estaba a su alrededor. Le iba a ser muy difícil meterse.
Ingresando ya en su departamento caminó automáticamente a la sala, para sentarse. La visión era borrosa ¿Podría empeorar? La respuesta era si. Margot le habla pero eran palabras que no entendía, eran sueltas esas palabras pero sobre su voz empezaba a escuchar otras, de manera paralela a la de ella éstas podía entenderlas claramente y no solo eran palabras, eran risas ,muy conocidas para él, entonces supo que eran recuerdos que se hacían presentes. Él estaba ido, con la cabeza agachada mirando al suelo con los ojos entrecerrados. La época de donde provenían esos recuerdos era de cuando tenía el bar y la banda. Una época de estabilidad en su vida donde lo tenía todo: Un lugar al cual llamarle hogar, estar con personas que compartían la pasión con el y que con el paso de los años pudieron ser una familia y sobre todo a…Alzó la mirada, un poco, pues alguien estaba frente a él. Era la periodista pero por un momento apareció la imagen de la mujer que lo abandonó, por su incompetencia el no confiar lo suficientemente en ella como para contarle lo de la chica y su hija, la única mujer a la que realmente amó. La respuesta que le dio a ella no fueron mas que gruñidos, sonidos guturales levantándose y dirigirse al baño moviendo la cabeza para sacar las imágenes y sonidos inexistentes.
Una vez ya en el baño se sentó en la taza, escuchándole, ya que estaba lo suficientemente cerca para que le entendiera. Alzó su brazo, para tomarle de la muñeca y así detenerla, fue un movimiento rápido, con el paso de los años tuvo que mejorar sus reflejos o ser golpeado. Un poco fuerte ya que no sabía controlar la fuerza, subió la mirada a la de ella- No…Quédate, p-para apoyarme- La soltó, esperando que se quedara sin percatarse de la fuerza que utilizó. Si pudor alguno comenzó a quitarse la polera negra, dejando su torso al descubierto el cual ya estaba empapado de sudor, la aventó al suelo, sin ningún cuidad. Se levantó y comenzó a desabrocharse el pantalón, esta vez un poco de trabajo. Maldijo más de una vez y cuando ya solo estaba en un pie movió ese pie, cayendo la prenda encima de la polera. Se quedó quieto, unos segundos, pensando en si quitarse la última prenda con la que estaba vestido pero no estaba del todo inconsciente como para hacerlo, sabía que lo mejor para ambos era dejarse esa prenda. Murmuró acercándose a la orilla de la tina, vio los hielos, hizo una mueca. Sabía que no le iba a gustar la sensación. Metió la mano y todo su cuerpo pudo sentirlo helada del agua, esta vez maldijo en voz alta sacando la mano y sacudirla , quitándose el agua salpicando a lo que estaba a su alrededor. Le iba a ser muy difícil meterse.
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Re: Buscando primicias (Libre)
Realmente estaba preocupada por la salud de ese hombre, y no sólo porque le debía un favor, sino porque no era capaz de dar vuelta la cara a alguien indefenso. Y aunque, fuera de su estado febril, aquel sujeto se veía como alguien fuerte y autosuficiente, bien sabía Margot que todos necesitamos ayuda alguna vez, y aunque él no fuera capaz de pedirla en voz alta estaba convencida de que quedarse había sido una buena idea. Estaba casi segura de que con el agua fría su temperatura descendería. Si no era así llamaría a un taxi y lo llevaría a un hospital, pues temía que el cuadro fuera más grave de lo que aparentaba. No estaba segura de que pudiera mantener mucho tiempo más la conciencia, por eso era prioritario dejarlo en la tina pues con lo grande que era le resultaría imposible arrastrarlo por su cuenta hasta allá. Dudaba que en realidad fuera capaz de escucharla, o apenas se diera cuenta de su presencia, sin embargo aquello no era lo principal, pues sabía que cuando la fiebre era muy alta era usual que los enfermeros deliraran. Finalmente, al ingresar en el cubículo de baño y preparar la tina con hielos y agua bien fría consideró su labor concluida. Podría esperarlo en la cocina, quizás preparar un té y hacer que se recostara una vez saliera de la tina, y tras corroborar que su temperatura había descendido al menos un grados podría llamar un taxi para irse a casa. Al menos aquellos eran sus planes, no debía dormirse muy tarde pues debía madrugar para ir a la oficina, y ni en sueños pasaría la noche en casa de un hombre desconocido. Por más atractivo que este pudiera parecer.
Giró para marcharse y dejarlo a solas pero entonces él, sorpresivamente, la tomó de la muñeca deteniéndole a mitad de su intento de huida. Mentiría si no dijera que el apretón dolió un poco, apenas gimió sin querer incomodarlo por ello, pues era consciente de que probablemente no quería hacerle daño, sino que era incapaz de controlar su fuerza debido a su estado. Giró la cabeza, apenas, para poder verlo de reojo por un momento. El sudor perlaba su frente, mientras algunas gotas pegajosas se deslizaban por los pómulos y por su nariz. Sus ojos se veían cansados, su mirada perdida y agotada. No podía evitar sentir pena por él, casi como si se tratara de un cachorro herido que estaba pidiendo su ayuda. –Esta bien…-murmuró, aceptando su petición de acompañarlo por un rato, sabiendo que sería una situación incómoda. Se recargó apenas contra la puerta cerrada del baño mientras observaba como se quitaba con lentitud la ropa, sabía que debería mirar hacia otro lado, pero no podía evitar que sus ojos curiosos se fijaran en el bien formado cuerpo de ese hombre. El ancho de su espalda la impresiono, al igual que la fortaleza de sus brazos y la musculatura de su torso. Definitivamente debía tratarse de una estrella del sello, su atractivo sin duda debía ser explotado en el mundo de la música. De otro modo sería un franco desperdicio. Sus ojos claros vagaban entre los cerámicos claros de las paredes y la figura masclina esbelta que cada vez dejaba más piel al descubierto, las mejillas de la joven estaban completamente sonrojadas, y debía agradecer que el hombre no estuviera en el mejor de los estados para no percatarse de su vergüenza. ¿Cómo podía ser tan infantil? ¡No podía apenarse en una situación como esa! Estaba allí, de algún modo, cumpliendo el rol de una enfermera, asistiendo a alguien que sufría de malestar, no debería sentir pudor, aunque se tratara de un hombre, pero sencillamente no podía evitarlo. Su corazón se había acelerado, podía sentirlo latir con fuerza contra su pecho, agitado, atolondrado. Tuvo que hacer un esfuerzo para mover los pies y acercarse un poco a la tina, una vez que él hizo ademán de introducirse en el agua, temía que se resbalara por lo que cuidadosamente lo tomó del brazo.
Cerró los ojos al sentir que apenas la salpicaba al mover su mano, el agua estaba realmente helada, justo como era necesario. –Vamos, sea valiente-murmuró instándolo a que poco a poco se metiera dentro del agua fría. Entonces se le ocurrió una idea, soltó su brazo y se sentó sobre el retrete, de modo de poder quitarse los altos zapatos de tacón que aún llevaba y el blazer. Caminó desalza por el suelo frío del baño hasta la tina donde agarrándose del borde se metió, sintiendo como el agua helada provocaba un escalofrío en todo su cuerpo. El agua le llegaba hasta las rodillas, sin llegar a mojar su diminuto short de encaje blanco. –Vamos, venga aquí-le insistió agachándose apenas para tomar sus manos y tirar un poco de ellas buscando que de una vez se atreviera a enfrentar el agua helada. Pensaba que de ese modo quizás fuera más fácil para él, aunque no estaba disfrutando para nada aquella sensación tan fría en sus piernas.
Giró para marcharse y dejarlo a solas pero entonces él, sorpresivamente, la tomó de la muñeca deteniéndole a mitad de su intento de huida. Mentiría si no dijera que el apretón dolió un poco, apenas gimió sin querer incomodarlo por ello, pues era consciente de que probablemente no quería hacerle daño, sino que era incapaz de controlar su fuerza debido a su estado. Giró la cabeza, apenas, para poder verlo de reojo por un momento. El sudor perlaba su frente, mientras algunas gotas pegajosas se deslizaban por los pómulos y por su nariz. Sus ojos se veían cansados, su mirada perdida y agotada. No podía evitar sentir pena por él, casi como si se tratara de un cachorro herido que estaba pidiendo su ayuda. –Esta bien…-murmuró, aceptando su petición de acompañarlo por un rato, sabiendo que sería una situación incómoda. Se recargó apenas contra la puerta cerrada del baño mientras observaba como se quitaba con lentitud la ropa, sabía que debería mirar hacia otro lado, pero no podía evitar que sus ojos curiosos se fijaran en el bien formado cuerpo de ese hombre. El ancho de su espalda la impresiono, al igual que la fortaleza de sus brazos y la musculatura de su torso. Definitivamente debía tratarse de una estrella del sello, su atractivo sin duda debía ser explotado en el mundo de la música. De otro modo sería un franco desperdicio. Sus ojos claros vagaban entre los cerámicos claros de las paredes y la figura masclina esbelta que cada vez dejaba más piel al descubierto, las mejillas de la joven estaban completamente sonrojadas, y debía agradecer que el hombre no estuviera en el mejor de los estados para no percatarse de su vergüenza. ¿Cómo podía ser tan infantil? ¡No podía apenarse en una situación como esa! Estaba allí, de algún modo, cumpliendo el rol de una enfermera, asistiendo a alguien que sufría de malestar, no debería sentir pudor, aunque se tratara de un hombre, pero sencillamente no podía evitarlo. Su corazón se había acelerado, podía sentirlo latir con fuerza contra su pecho, agitado, atolondrado. Tuvo que hacer un esfuerzo para mover los pies y acercarse un poco a la tina, una vez que él hizo ademán de introducirse en el agua, temía que se resbalara por lo que cuidadosamente lo tomó del brazo.
Cerró los ojos al sentir que apenas la salpicaba al mover su mano, el agua estaba realmente helada, justo como era necesario. –Vamos, sea valiente-murmuró instándolo a que poco a poco se metiera dentro del agua fría. Entonces se le ocurrió una idea, soltó su brazo y se sentó sobre el retrete, de modo de poder quitarse los altos zapatos de tacón que aún llevaba y el blazer. Caminó desalza por el suelo frío del baño hasta la tina donde agarrándose del borde se metió, sintiendo como el agua helada provocaba un escalofrío en todo su cuerpo. El agua le llegaba hasta las rodillas, sin llegar a mojar su diminuto short de encaje blanco. –Vamos, venga aquí-le insistió agachándose apenas para tomar sus manos y tirar un poco de ellas buscando que de una vez se atreviera a enfrentar el agua helada. Pensaba que de ese modo quizás fuera más fácil para él, aunque no estaba disfrutando para nada aquella sensación tan fría en sus piernas.
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Re: Buscando primicias (Libre)
Aún estaba pensando en meterse a la tina, si, sabía que eso le haría mucho bien pero no estaba seguro de querer sentir ese frío en su cuerpo, estaba a punto de volver a negarse pero notó como la figura femenina se adentraba en la tina, ahora no solo por su bien tenía que meterse, también por el “orgullo” de hombre que tenía. Si no se metía se sentiría mal pues ¿Cómo ella pudo meterse y él no? Dio un suspiro pesado y como si fuera un muñeco se adentró. El agua no le llegaba como a Margot, era un poco menos pero de igual manera toda su piel se erizó, dando un pequeño gemido de dolor mientras ella le ayudaba a entrar. Tenía la mirada hacia abajo, al subirla por unos momentos volvió a aparecer la imagen de una chica que no estaba –“Scar…”-Volvió a pensar, abriendo la boca, tratando de pronunciar cualquier palabra- Ah…Está helada…-Si, fue lo único que pudo decirle a la chica, sus respiraciones eran cada vez más hondas, tratando de aguantar el frío, ahora iba una parte que no le iba a gustar para nada. Era ahora o nunca.
Comenzó a descender, poco a poco y el hielo comenzaba a cubrirle todo el cuerpo. Sufrió al principio pero admitía que le estaba ayudando a que se le quitara la sensación de calor. Sus dientes comenzaban a tiritar de frío, la mirada estaba siempre al frente, en las piernas de la chica. Una vez que estaba casi dentro de la tina, sentado, subió la mirada y otra vez la imagen de la chica era otra que la de la joven reportera. Aún borrosa pero sabía de quien era la apariencia. Muy adentro sabía que era una ilusión pero quería hacerle caso, solo por esta vez a la parte que le decía que era de verdad y, con un movimiento brusco intencionado volvió a incorporar un poco jalando a la chica para abrazarla y meterla completamente a la tina, ahora ambos estaban dentro del agua fría, no dejaba de tiritar pero aparte de eso Michael comenzó a reir un poco- Ahora también estás totalmente mojada- Le dijo un poco bromista y es que en el pasado cuando Scar lo cuidaba solía hacerle bromas de ese tipo para que ella no se preocupara más de la cuenta. No dejaba de abrazarla así no tendrían ambos tanto frío. A estas alturas ya la mujer era Scarlet, dejó de luchar con la razón, la que le decía que todo era una ilusión y se dejó llevar por la ilusión por el simple hecho de que estaba cansado y demasiado débil para luchar.
Dejó de abrazarla de un brazo por un momento para tomar agua helada y echarla en su rostro, seguro que estaba sudando y el agua le limpiaría un poco. Enseguida volvió a apresar a Margot en sus dos brazos, no quería dejarla ir, no otra vez- Tranquila, si nos mantenemos abrazados no moriremos de frío-Su voz aún sonaba ronca pero tenía ese pequeño toque de suavidad, dulzura, la cual solo sacaba a pocas personas, con las que mantenía siempre el perfil bajo. Cerró los ojos por un momento y escondió el rostro entre el cuello de Margot-“Scarlet…”-Otra vez esos pensamientos, movió un poco el rostro y besó la mejilla de la chica, seguido de su cuello volviendo a quedarse quieto, era una forma de decir que la quería.
Comenzó a descender, poco a poco y el hielo comenzaba a cubrirle todo el cuerpo. Sufrió al principio pero admitía que le estaba ayudando a que se le quitara la sensación de calor. Sus dientes comenzaban a tiritar de frío, la mirada estaba siempre al frente, en las piernas de la chica. Una vez que estaba casi dentro de la tina, sentado, subió la mirada y otra vez la imagen de la chica era otra que la de la joven reportera. Aún borrosa pero sabía de quien era la apariencia. Muy adentro sabía que era una ilusión pero quería hacerle caso, solo por esta vez a la parte que le decía que era de verdad y, con un movimiento brusco intencionado volvió a incorporar un poco jalando a la chica para abrazarla y meterla completamente a la tina, ahora ambos estaban dentro del agua fría, no dejaba de tiritar pero aparte de eso Michael comenzó a reir un poco- Ahora también estás totalmente mojada- Le dijo un poco bromista y es que en el pasado cuando Scar lo cuidaba solía hacerle bromas de ese tipo para que ella no se preocupara más de la cuenta. No dejaba de abrazarla así no tendrían ambos tanto frío. A estas alturas ya la mujer era Scarlet, dejó de luchar con la razón, la que le decía que todo era una ilusión y se dejó llevar por la ilusión por el simple hecho de que estaba cansado y demasiado débil para luchar.
Dejó de abrazarla de un brazo por un momento para tomar agua helada y echarla en su rostro, seguro que estaba sudando y el agua le limpiaría un poco. Enseguida volvió a apresar a Margot en sus dos brazos, no quería dejarla ir, no otra vez- Tranquila, si nos mantenemos abrazados no moriremos de frío-Su voz aún sonaba ronca pero tenía ese pequeño toque de suavidad, dulzura, la cual solo sacaba a pocas personas, con las que mantenía siempre el perfil bajo. Cerró los ojos por un momento y escondió el rostro entre el cuello de Margot-“Scarlet…”-Otra vez esos pensamientos, movió un poco el rostro y besó la mejilla de la chica, seguido de su cuello volviendo a quedarse quieto, era una forma de decir que la quería.
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Re: Buscando primicias (Libre)
La prioridad era bajarle la fiebre, eso lo tenía claro. ¿Pero porque preocuparse tanto por un extraño. Él había sido generoso al brindarle su ayuda antes, cuando la atraparon en un sitio donde se suponía no debía estar, y se repetía que esta era su forma de agradecerse. Lo, sin embargo…quizás era ir demasiado lejos. Se había metido en el apartamento de un extraño, y aunque el hombre lucía indefenso ahora debido a su malestar, su cara daba un poco de miedo. Por donde lo viera aquello era una locura, sin embargo no podía alejarse y marcharse abandonándolo a su suerte. Quizás llamara un médico hubiera sido desde el inicio lo más acertado, pero sabía que el hombre se negaría, y además ella no tenía dinero para pagar uno. No es que fuera experta en medicina, pero sabía que si lograba que la fiebre descendiera seguramente se sentiría mucho mejor tras una buena noche de descanso. Sonrió ligeramente cuando él se metió en la tina, de pie frente a ella, al parecer eso había funcionado, ahora sólo debía conseguir que se zambullera completo y se quedara allí un rato. –Sé que no es agradable, pero verá que lo ayudará-insistió amablemente, esperando que aceptara sus instrucciones. Todo iba bien, el hombre estaba sumergido casi por completo dentro de la tina repleta de hielos, sin embargo algo debió ocurrirle pues de repente la jaló hacia abajo, sumergiéndola con él haciéndola gritar tanto por la sorpresa como por la sensación helada que le recorrió todo el cuerpo, haciéndola estremecerse entre sus brazos. Lo miró con ojos ligeramente acusadores, aunque no estaba enojada, una sonrisa pequeña se dibujó en sus labios, hasta cierto punto aquello resultaba un poco gracioso, y su risa la contagió. –E-esto no es justo.-balbuceó sintiendo todo su cuerpo helado, en contraste a la temperatura elevada de la piel de Michael.
Era extraño estar entre los brazos de aquel extraño, aunque paradójicamente se sentía bastante agradable. Maldición, le gustaba ese hombre, debía admitirlo, y sin embargo no tenía sentido ¡acababa de conocerlo! No pudo evitar sonrojarse ante el comentario de él, llevó sus manos a sus brazos que fuertemente la mantenían aferrada contra su cuerpo, acariciándolos apenas con la punta de los dedos. Sus besos la sobresaltaron, consiguiendo que el corazón de la joven periodista comenzara a latir más deprisa. ¿Dónde se había metido? ¿Qué pretendía ese hombre? Probablemente la fiebre no le permitía ver las cosas con mucha claridad, e incluso sabía que era perfectamente posible que se olvidara de todo aquello en la mañana sin embargo… Ella lo estaba disfrutando, por más ridículo que pareciera. Michael a simple vista podía parecer alguien serio y rígido, al menos esa fue la impresión que le dio inicialmente ahora… Descubría otra faceta, diferente, íntima y tierna. Se giró un poco, moviéndose entre sus brazos, de modo de quedar de frente a él y poder observar su rostro, aún mantenía los ojos cerrados, pero su semblante había mejorado un poco. Recogió un poco de agua en el cuenco de sus manos y le humedeció la nuca y el cuello, esperando que eso aliviara su malestar y disminuyera su fiebre. -¿Se siente mejor?-murmuró, ya no sentía tanto frío, su cuerpo se había acostumbrado, y la cercanía con él ayudaba a que no fuera tan malo. La pobre Margot no tenía idea de la confusión en la cabeza del representante, no sabía que en realidad él la creía alguien más.
Le llevó el cabello delicadamente hacia atrás, despejándole el rostro, de modo de poder observarlo mejor. Era apuesto, muchísimo, y ella se sentía demasiado nerviosa. –Creo… que es suficiente ya…. Vamos a secarlo y luego a la cama. Intentó entonces incorporarse, pero el suelo de la tina estaba demasiado resbaladizo, sus pies perdieron firmeza la superficie jabonosa y muy pronto se deslizó hacia adelante, acabando de nuevo sobre él, pero esta vez con su rostro demasiado cerca del suyo, tanto que sus labios acabaron por rozarse apenas con los del hombre. –L-lo siento…yo…-balbuceó apenada, sintiéndose demasiado torpe por su accionar, debía pensar que era una tonta, y no deseaba eso. Se tomó de sus hombros, en un intento de tomar distancia y conseguir incorporarse. Se sentía avergonzadísima, y sus mejillas eran reflejo de aquella vergüenza que le calentaba el pecho.
Era extraño estar entre los brazos de aquel extraño, aunque paradójicamente se sentía bastante agradable. Maldición, le gustaba ese hombre, debía admitirlo, y sin embargo no tenía sentido ¡acababa de conocerlo! No pudo evitar sonrojarse ante el comentario de él, llevó sus manos a sus brazos que fuertemente la mantenían aferrada contra su cuerpo, acariciándolos apenas con la punta de los dedos. Sus besos la sobresaltaron, consiguiendo que el corazón de la joven periodista comenzara a latir más deprisa. ¿Dónde se había metido? ¿Qué pretendía ese hombre? Probablemente la fiebre no le permitía ver las cosas con mucha claridad, e incluso sabía que era perfectamente posible que se olvidara de todo aquello en la mañana sin embargo… Ella lo estaba disfrutando, por más ridículo que pareciera. Michael a simple vista podía parecer alguien serio y rígido, al menos esa fue la impresión que le dio inicialmente ahora… Descubría otra faceta, diferente, íntima y tierna. Se giró un poco, moviéndose entre sus brazos, de modo de quedar de frente a él y poder observar su rostro, aún mantenía los ojos cerrados, pero su semblante había mejorado un poco. Recogió un poco de agua en el cuenco de sus manos y le humedeció la nuca y el cuello, esperando que eso aliviara su malestar y disminuyera su fiebre. -¿Se siente mejor?-murmuró, ya no sentía tanto frío, su cuerpo se había acostumbrado, y la cercanía con él ayudaba a que no fuera tan malo. La pobre Margot no tenía idea de la confusión en la cabeza del representante, no sabía que en realidad él la creía alguien más.
Le llevó el cabello delicadamente hacia atrás, despejándole el rostro, de modo de poder observarlo mejor. Era apuesto, muchísimo, y ella se sentía demasiado nerviosa. –Creo… que es suficiente ya…. Vamos a secarlo y luego a la cama. Intentó entonces incorporarse, pero el suelo de la tina estaba demasiado resbaladizo, sus pies perdieron firmeza la superficie jabonosa y muy pronto se deslizó hacia adelante, acabando de nuevo sobre él, pero esta vez con su rostro demasiado cerca del suyo, tanto que sus labios acabaron por rozarse apenas con los del hombre. –L-lo siento…yo…-balbuceó apenada, sintiéndose demasiado torpe por su accionar, debía pensar que era una tonta, y no deseaba eso. Se tomó de sus hombros, en un intento de tomar distancia y conseguir incorporarse. Se sentía avergonzadísima, y sus mejillas eran reflejo de aquella vergüenza que le calentaba el pecho.
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