Every Rose has its Thorn (Priv. Kairiu Mieux)

-Maldición... –masculló tras voltearse en la cama por enésima vez. Estaba cansada, se sentía agotada por el día largo y porque ya se encontraba en semana de exámenes finales, necesitaba tener su cerebro en buen funcionamiento, y para eso sólo le quedaba descansar- “¡¿Y si estoy tan cansada por qué demonios no puedo dormir?!” –pensó más que molesta, mirando hacia el techo de su habitación. Al menos le aliviaba el hecho de que no hiciera calor, o todo aquello sería una pesadilla.

“Creo que necesito tomar aire...” –pensó al incorporarse en la cama y volteó hacia el reloj que tenía en su mesa de noche, las 2 y media de la mañana- “Perfecto, ahora ni siquiera puedo salir o van a mandarme a detención o algo...” –gruñó para sí misma, colocando sus pies en el suelo para ponerse unas pantuflas y asomarse a la ventana. Su cuarto estaba en el segundo piso para su desgracia y hacia abajo podía ver claramente el césped del patio interior hacia el que apuntaba su ventana y suspiró al sentir el aire frío de la noche, frustrada al no poder siquiera atreverse a trepar por la rama del árbol que justo estaba frente a ella.

-Perfectamente otro lo haría pero... yo no... No estoy tan loca... –su única opción posible era recargarse en el borde de su ventana y mirar hacia afuera, cerrar los ojos y sentir el aire frío de la noche, esperando que por fin le diera algo de sueño.

“Creo que quizás debería intentar dormir...”, pensó suspirando ya sintiéndose un tanto cansada, más que nada por aburrimiento, podría ponerse a estudiar a esas horas de la noche, pero sabía que terminaría empeñándose en algo para terminar en nada de sueño para ella.

Respiró una última bocanada del aire que entraba por la ventana, volteándose con intenciones de volver a la cama. Fue justo entonces cuando se encontró cara a cara con una especie de enredaderas de color blanquecino que se enroscaron alrededor de su cuerpo, de sus talones y su torso.

-¡¿Qué...?! ¡Suéltame...! ¡Aah...! –empezó a arañar los tallos que la sujetaban y a tironearlos con intenciones de romperlos, pero la jalaron hacia su lugar de origen antes que siquiera pudiera emitir otro grito de ayuda. De todos modos, para cuando alguien pudiera llegar en su auxilio, ella ya no estaría en su cuarto al haber sido absorbida ya por el espejo de su cuarto.

Cuando repentinamente recuperó la visión se encontró en medio de un lugar lleno de cristales que salían del suelo y sólo le mostraban su reflejo, como una extraña casa de espejos. “¿Qué diablos pasó...? ¿Me desmayé y estoy soñando...?”, cuando se revisó para comprobar que no estuviera herida, se percató que tenía variados rasguños en sus piernas y brazos, suponiendo que sería por las enredaderas que la habían llevado a ese lugar. “Entonces sí fue real... esto no me gusta...”

-Debo salir de aquí cuanto antes... –murmuró para sí misma, mirando a su alrededor en busca de algo que pudiera guiarla a una salida.

Nada. Al mirar a su alrededor sólo veía cristales y a lo lejos un bosque que parecía ser eterno, prolongándose por kilómetros y kilómetros. “Quizás allí pueda encontrar una salida... o algo parecido...” –pensó con una mueca en sus labios, intentando buscarle sentido al asunto en vano.

Le fue imposible contener un chillido al ver algo de reojo, volteándose bruscamente para encontrarse cara a cara con una chica que sonreía de una forma bastante perturbadora para luego salir de una rosa al frente suyo. “Por favor dime que me desmayé y aterricé en una versión muy bizarra de Wonderland...” –suplicó en su mente en una vaga esperanza de poder despertar de lo que estaba ocurriendo. Ahora lo que parecía una niña le estaba pidiendo que jugara...

-¿Jugar...? –por reflejo dio unos cuantos pasos hacia atrás, tratando de huir de cualquier daño que pudiera hacerle esa chica, le daba muy mala espina. Aquello sonaba como salido de una película de terror. Juega conmigo- Disculpa, creo que ahora no puedo jugar contigo... ¿no sabes dónde está la salida aquí?

Al no saber qué era lo que estaba ocurriendo, comenzó a pensar que realmente todo aquello era un sueño y que había caído dormida de la nada en su cuarto en la academia- “Realmente es lo más lógico a pensar, ¿no es verdad?” –pensó un tanto confundida- “Creo que es mejor eso a aceptar que estoy en lo que parece otro mundo donde me está hablando una niña pequeña que acaba de salir de una rosa... ¿qué será...?”

-Uhm... pequeña... –no sabía cómo dirigirse a ella, por lo que optó con aquella forma- No sé si pueda jugar... creo que debería encontrar una salida para volver a casa y... –ni siquiera alcanzó a terminar la frase cuando la niña le agarró de la mano, con una fuerza más que anormal para alguien que se veía como una niña pequeña. Apenas y pudo contener un chillido cuando no muy lejos de ella se rompía el piso de cristal gracias a unas enormes enredaderas- “Esa pude haber sido yo... eso o caer al vacío... si es que hay un vacío en este lugar...” –pensó al tragar ruidosamente.

-Tú ganas... –contestó algo nerviosa- ¿A qué quieres jugar, entonces? –preguntó algo temerosa de la respuesta.

Realmente no le gustaba la forma en que la niña le sujetaba la mano con una fuerza casi sobrehumana, si llegaba a apretar un poco más probablemente le fracturaría algo. “Para ser un sueño este dolor es bastante real... pero puede ocurrir, ¿verdad? Después de todo hay pesadillas muy reales... y realmente espero que este sueño no se transforme en una” se decía en su mente, una parte de ella aún negándose a aceptar que aquello podría no ser parte de su imaginación como había creído hasta el momento, ¿debería comportarse como si fuera real? Quién sabía y probablemente nunca volviera a despertar si le ocurría algo allí, eso o debería dejar de ver películas de terror, de todos modos, ¿desde cuándo le afectaba tanto el verlas a tal punto?

–¿L-Libertad? ¡E-espera! ¿Qué quieres decir con...? –ni siquiera alcanzó a terminar la pregunta cuando la escalofriante sonrisa de la niña-muñeca la interrumpió de golpe tras soltarse de ella para aparecer repentinamente entre la enorme cantidad de cristales a su alrededor- ¡P-pero...! –comenzaba de a poco a angustiarse, parecía como aquellos juegos de feria donde por donde lo miraras no podías ganas de ninguna forma- ¡Son demasiados! ¡Sin una pista jamás conseguiría adivinar! Se ven todas iguales... –dijo a medida que su voz iba perdiendo potencia, sumiéndose de a poco en una muda desesperación para hacerle caso a la chica. Rogaba porque aquello realmente fuera una pesadilla.