Tutoría privada (Elliot Vane)

Vale, no era el mejor estudiante del mundo, eso lo sabía. Ni siquiera en una escuela de música. Pero bueno, entre partida y partida a alguno de sus videojuegos nuevos, y tiempo de Internet, lo hacía lo mejor que podía… bueno, vale, en realidad podría hacerlo mejor.

Rory pensaba en eso mientras se dirigía a la casa de su nuevo tutor, acordado por su madre (a la que no había perdido la oportunidad de gritarle por teléfono, cuando ella le llamó para decírselo). A Rory no le hacía mucha gracia. Y no estaba tan enfadado con su madre como con él mismo, porque sabía que sólo tenía que esforzarse más para conseguir ir mucho mejor. Pero incluso en el tema de la música estaba fallando, ya que últimamente pasaba bastante de practicar, y de ensayar y todo eso. Era como si todo le diera pereza. Todo lo que no fuera estar sentado delante de su ordenador haciendo cualquier cosa que no implicara pensar ni esforzarse demasiado.

Quién sabe, quizá hasta le viniera bien tener a alguien que estuviera un poco pendiente de él, ya que sus padres estaban siempre demasiado lejos como para encargarse de eso, y en la escuela no podía pretender (ni quería) que los profesores estuvieran encima. Tenían muchos otros alumnos que atender.
De hecho, ya ni siquiera a Keith le hacía caso, y éste prácticamente había dado a Rory por perdido, y se concentraba en sus propias cosas.

El sitio donde estaba ubicado el edificio estaba bastante bien. No era como vivir en un chalet como el suyo, pero imaginaba que tenían que ser casas bonitas y cómodas. Bueno, no esperaba menos, él no se iba a meter en cualquier sitio.

Rory buscó el piso y, cuando estuvo ante la puerta, se tomó un momento para comprobar que había llegado a la hora correcta. Incluso llevaba cinco minutos de adelanto. Dio un suspiro y hundió el dedo en el timbre de la vivienda, mientras pensaba en lo mucho que se iba a aburrir, y que mientras él perdía el tiempo, otra gente seguía jugando y poniendo sus interesantes partidas en Internet.

No sabía como aquella mujer le había encontrado nuevamente, ni como se le metió en la cabeza la idea de que fuera el tutor de su hijo, pero simplemente respondió con esa cínica amabilidad tan propia en él y aceptó, quizás aquel joven podría traerle algo de 'entretenimiento' a su vida.

Estaba recostado en el sofá, leyendo un libro, cuando el timbre sonó. Se levantó con lentitud y abrió la puerta, encontrándose con aquel muchacho de frente.

-Ryan.- le dijo al ver su rostro, asumiendo que se trataba de Rory. Se movió a un lado y permitió que entrara, el lugar estaba lleno de lujos y era obvio que Elliot se había tomado su tiempo y gastado un dineral en su hogar, como siempre.

Se encaminó a una habitación que utilizaba de estudio, bastante amplia, en la que había un piano antiguo, sin cola, pegado a la pared. Además de variados instrumentos en distintos atriles ...había pasado un tiempo desde que había dejado su carrera como artista de lado, pero aún recordaba todo con claridad.

Si Rory le seguía, le invitaría a pasar a aquel lugar, sin demasiadas presentaciones.

-Tu madre me ha dicho que últimamente desperdicias tu tiempo.-dijo duramente moviéndose en el amplio cuarto.

-¿Qué opinas? ¿Es realmente así...? ¿Estás desperdiciando tu juventud en tales... cosas?-

Le sorprendió lo joven que era el tutor. No sabía por qué, pero se había esperado alguien más viejo y con más pinta de “señor”. Este chico era alto y guapo, con el pelo sin arreglar demasiado y unos extraños ojos dorados. A Rory le pareció que tenía pinta de rockero, y en general parecía bastante guay.

-Hola- respondió brevemente al “saludo” (si es que se le podía llamar así).

La casa también le gustó, era bonita, y lujosa, tal como se había esperado. Y la sala a donde le llevó el chico (por cierto, tenía que recordar preguntarle su nombre, ya que él no se había presentado y Rory no recordaba si su madre se lo había dicho), estaba llena de instrumentos musicales, y eso le gustó.

De momento se quedó de pie en la puerta, mientras el chico aquél le hablaba. A Rory no le gustó su tono severo, no se lo esperaba de alguien como él.

-Seh, supongo…- contestó vagamente-. No exactamente. Tampoco te creas todo lo que dice mi madre… Depende de lo que consideres por “desperdiciar el tiempo”.

Ya sabía lo que los adultos consideraban perder el tiempo, el problema era que para él tenía otro significado.

-Y… no sé muy bien a qué “cosas” te refieres, la verdad- dijo, aunque podía hacerse una ligera idea.

Rió levemente ante la reacción del muchacho, justo como lo esperaba. -Anda ya, ven y muéstrame lo que tienes, Ryan.- le dijo mientras lo invitaba a tomar alguno de los instrumentos en el cuarto, no se había presentado, supuso que si Rory iba a la casa de un desconocido que fue sugerido por su madre al menos sería lo suficientemente inteligente como para saber su nombre, es por ello que obvió esa clase de asuntos.

-Entonces... ¿Por qué crees que estás aquí, Ryan?- siguió tratándole por su apellido, simples asuntos de formalidad. Se sentó en una silla en aquel cuarto, era como si fuese a ser expectador de una audición.

-Sinceramente, yo creo que solo te falta concentrarte, quizás hasta encontrar cosas 'más interesantes'.- asintió con lentitud y esperó.

Rory miró a los instrumentos y decidió hacerse el tonto un rato, un poco para retrasar el momento de ponerse a “trabajar”, y un poco para poner a prueba a ese chico. Si hubiera podido, habría puesto una de sus sonrisas de “no estoy tramando nada bueno”, pero se tenía que conformar con sonreír mentalmente.
Se preguntó cuánto tiempo lo aguantaría el tutor.

-¿Qué es lo que quieres que haga?- preguntó, fingiendo no haberse enterado.

Esa era una pregunta interesante, por qué creía él que estaba allí. Rory meditó un momento si dar la respuesta auténtica o la que el tutor probablemente querría oír (que sería algo como: porque soy un desastre de estudiante que pierde el tiempo en tonterías como los videojuegos).

Daría la respuesta auténtica, eso de tener contentos a los mayores no era lo suyo.

-Porque mi madre se mete en todo, y no es capaz de dejarme un rato en paz- dijo, de mala gana-. Y tampoco de preguntarme qué es lo que yo quiero.

Rory casi suelta una risita involuntaria ante esas últimas palabras. Eso ya lo tenía muy oído.

-Seh, tengo problemas de concentración, ¿qué quieres que le haga?- preguntó, como dando a entender que era un caso perdido.

-Entonces comencemos, toma un instrumento de tu preferencia y muéstrame tu habilidad... tendremos dos clases por semana. No te dejaré tarea a menos que no hagas un esfuerzo en el par de horas que te enseño, vamos... la música es cosa de costumbre y práctica, si logras disciplinarte, estoy seguro de que te ayudará en otras cosas más... entretenidas para ti. Ahora, si no te gusta la música, simplemente no me hagas perder el tiempo.-

Dijo con seriedad y se levantó para abrir un poco la ventana, mirándole desde allí con los ojos ligeramente entrecerrados .

-Es cierto, los padres se meten muchos en los asuntos ajenos, pero... me pregunto si preferirías un par de padres que ignoraran el asunto y no mostraran alguna clase de preocupación.-

Cerró los ojos y se llevó una mano al cabello.

-Elige pronto, ya veremos.-

Así que era duro de pelar… Rory tendría que esforzarse más para conseguir sacarle de sus casillas. Claro que, por otra parte, si el tutor se hartaba de él y le daba puerta, su madre no estaría nada contenta. Tendría que vigilar eso.

-Éste- dijo, cogiendo el violín.

Era lo que mejor se le daba, aunque llevaba unos días, por no decir semanas, sin tocar el suyo. Quizá le costara un poco empezar, pero tampoco creía haber olvidado todo lo que sabía.

-Sí, claro que me gusta la música- dijo, como si hablara con un tonto-. Si no, no habría estado en un grupo, ni tocaría instrumentos, ni estaría en una escuela de música…

Rory frunció el ceño al escuchar hablar de los padres. Uno de los temas que más le crispaban. Precisamente, eso era lo que el chico aquél no entendía: que sus padres sólo se preocupaban por las notas y esa clase de cosas estúpidas, pero para lo demás no estaban nunca. Y no podían estar sólo a lo malo, ¿no?
Pero tampoco era plan de ponerse a despotricar contra ellos delante del chico. No creía que le interesara tanto la vida de Rory.

-Mmm… ¿lo tienes afinado?- preguntó, mientras tocaba las cuerdas del violín distraídamente, preguntándose hasta dónde llegaría la paciencia de su tutor.

-Si realmente te gustara la música, no habría necesidad de un tutor.- dijo sin verse realmente insultado por su pequeño acto de 'rebeldía' en aquel tono. Le observó tomar aquel instrumento y se cruzó de brazos.

-A estas alturas ya debieras de afinarlo a oído- dijo y se encaminó hacia un mueble que abarcaba la mitad de una pared, abriendo un cajón y retirando un afinador electrónico, de la clase que percibía las vibraciones para detectar la nota.

-Estoy esperando, quiero ver tu postura, tu agarre y, si es que la tienes allí, tu pasión.- le dijo dejando el afinador sobre el piano que estaba frente a ellos, antes de girarse y sentarse en la pequeña silla frente a aquel magno instrumento.

Elliot ladeó el rostro, hasta entonces el muchacho le había parecido aburrido, sumamente predecible, provocando que se cuestionara si realmente valía la pena hacer aquel favor.

-¿Es que no quieres ser el mejor acaso?- dijo repentinamente - ¿O siempre te conformarás con ser uno del montón? ... no sé que clase de distracciones tienes, Ryan, pero si te han traído hasta aquí... realmente me cuestionaría el propósito de estas, si fuera tú.-

Dijo lo último sin expresión en su rostro, con una frialdad tan afilada que cortaba el aire en la habitación, el cual repentinamente se había vuelto algo más denso.

Rory decidió ignorar ese comentario. Y miró al chico, con una fingida expresión de ofendido cuando se atrevió a insinuar que no sabía afinar de oído.

-Sé afinarlo sin eso- replicó, con aire de suficiencia-. Sólo estaba…

Se paró en seco al darse cuenta de que había estado a punto de revelar que sólo quería hacerle perder el tiempo. ¿Pero cómo podía estar tan tonto? Se estaba poniendo nervioso por culpa de ese tutor tan raro.

-Es igual- dijo después, intentando arreglarlo.

Sería mejor que se dejara ya de tonterías. Se colocó el violín en posición y estaba a punto de empezar a tocar cuando el chico (jope, ¿cómo se llamaría?) le hizo aquella pregunta.

La pregunta le sorprendió, pero más le sorprendió el tono sumamente frío con el que fue dicha. Casi le dio un escalofrío. Tendría que tener más cuidado con ese tipo.
Rory tuvo que pensar un poco. ¿Quería ser el mejor? No, en realidad no. A él le bastaba con tener un hueco en el mundo de la música, que en su opinión, era lo suficientemente grande para que entraran todos. No tenía tantas pretensiones (o eso creía).
Sólo quería seguir entreteniendo y emocionando a la gente con la música, como cuando estaba en Sombras Chinescas y veía desde el escenario a los niños coreando alegremente sus canciones y bailoteando.

-Pues… supongo que me da igual… ¿es algo malo?- preguntó, con cierto aire desafiante-. ¿Sólo vas a enseñarme si quiero ser el mejor?

-¿Es que no lo entiendes? Si no eres el mejor, si no eres ambicioso, todo lo que realmente quieres te será fácilmente arrebatado.- Le dijo con los brazos cruzados en el pecho, mirándole fijamente.

-Títulos, oportunidades, personas, novias, todo... todo depende de lo bien que lo hagas en lo que te gusta, sino, ¿Para qué molestarse en dedicarse a algo?. Si no quieres ser el mejor en violín, me das a entender que no es más que un simple hobby para ti... Sé que sientes, Ryan.- dijo caminando por la habitación.

-' Mis padres no se preocupan, me envían a practicar con un idiota, pero realmente no me importa... nada me importa demasiado. '.- Siguió -Esos... son los pensamientos de alguien mediocre, ¿Es que planeas dejar que otros tomen tus oportunidades?.-

Todo aquello lo dijo con un tono que se sentía afilado, como un estricto profesor, pero solo estaba probando al muchacho, jugando con aquellos instintos tan humanos que se desarrollaban en los adolescentes, ver si al menos, podría obtener algo digno de observar y experimentar.

-Toca el instrumento como si tu destino dependiera de ello.-

Rory observó, sin moverse de su sitio, cómo el chico paseaba por la habitación. Justo, había adivinado sus pensamientos perfectamente. Eso era básicamente lo que Rory pensaba. Pero no le gustaba que se lo dijeran de esa forma. ¿Se estaba burlando de él? ¿Por no ser don perfecto? ¿Por no ser competitivo? ¿Por no querer pasar por encima de todo el mundo para conseguir lo que él quería? Rory despreciaba a esa gente, no quería ser uno de ellos.

Pero ese chico ya había sembrado la duda en él. Roy se preguntó si de verdad era alguien mediocre, que aún encima se conformaba con ser mediocre. Porque si era así… eso no le gustaba nada. Sólo pensarlo le hacía enfadar, más con él mismo que con el tutor. Pero como no le gustaba enfadarse consigo mismo, prefería volcar su ira en el otro chico.

-Sí, si me importa, claro que me importa- dijo, temblando de rabia-. Yo no soy mediocre. Si hace falta que sea el mejor, lo seré.

Si hubiera podido, le habría estampado el violín en la cara, sólo para desahogarse.
Pero había algo mejor que podía hacer con el violín: demostrar que era bueno. Una vez empezó a tocar quedó claro que, por más que alardeara de pasar de todo, era capaz de concentrarse y sentir la música tanto como el que más.

Las primeras notas le salieron un poco forzadas, y se dio cuenta de que estaba tenso por culpa de ese chico que le había puesto de los nervios.

“Relájate” se dijo a sí mismo “No se puede tocar bien cuando estás nervioso. Finge que este idiota no existe”

Después, simplemente se olvidó de su presencia y dejó que la música fluyera.

La canción:

Observó en silencio, así que realmente sí sabía lo que hacía después de todo... sonrió de medio lado y mientras Rory tocaba, él buscaba libros de duetos aquí y allá, dejando tres sobre el piano mientras le escuchaba atentamente. Se sentó a esperar que terminara, ladeando el rostro con una sonrisa.

-Así que eres ambicioso después de todo- apoyó las manos en sus rodillas y le miró fijamente, asintiendo lento.

-Quiero que seas el mejor, Ryan, ¿No tienes algo por lo que luchar contra los demás?. No se trata de ser un maldito insensible, se trata de tener la determinación de hacer lo que quieres y lograr lo que te propones, si te dispersas demasiado, dudo que logres siquiera atreverte a audicionar a algo más que una obra escolar.-
le señaló los libros.

-Elige dos, la próxima clase escogeré cualquiera de esas canciones, quiero ver si logras prepararte en tan poco tiempo... Sí, nuestra próxima clase será en tres días más.- sonrió leve y se levantó, tomándole de los hombros y acercándole a la pared, de tal forma que el codo del otro fuese apoyado en esta.

-Quiero que toques la misma canción, pero controlando los movimientos de tu brazo concienzudamente. Practica la extensión de tu antebrazo y el movimiento de tu muñeca. Luego de eso practicarás escalas sin detener la fricción sobre la cuerda, puedes empezar.-

Y así se pasaría el resto de la hora, con ejercicios para pulir cualquier deficiencia, corrigiéndolo con una mirada casi asesina cuando se equivocaba, aunque fuese por el nerviosismo.

¿Algo por lo que luchar? Mmm… difícil pregunta. Rory tenía todo lo que quería y, siendo tan fantasioso y, por qué no decirlo, optimista, no pensaba siquiera que tuviera problemas para hacerse un hueco en el mundo de la música. Total, era bueno, él lo sabía. Había estado en un grupo, y eso significaba que tenía experiencia y era bueno. ¿Qué más quería?

Quizá, si lo pensaba bien, la única motivación que podía tener en ese momento era que Keith no fuera mejor que él. No solía ser competitivo con su hermano, pero muchas veces pensaba en la posibilidad de que Keith, mucho más trabajador y ambicioso, llegase a triunfar y él no. Eso no lo soportaría. Le pondría de lo más celoso.

Pero no creía que esa respuesta fuera a convencer al tutor, que, por otra parte, tampoco parecía querer una respuesta.

-¿Tres días?- protestó, mirando los libros de mala gana.
Pensaba que podía hacerlo, pero tendría que trabajar. Y eso le quitaría un tiempo precioso de juegos. Aunque… tenía que reconocer que la charla con el chico le había dado algo de motivación.

-Vale…- dijo al fin, con un suspiro.

Bueno, eso también podía hacerlo, pensó cuando el tutor le dijo lo que tenía que hacer. Empezó bien, pero no le pasaban inadvertidas las miradas asesinas que le dedicaba el chico.

“Ignóralo, ignóralo” se dijo.

Pero cuanto más se lo decía, más difícil le resultaba. Trataba de concentrarse, pero estaba todo el rato pendiente de las miradas del tutor. Esto no funcionaba. Al final se paró, estando a punto de tirar el violín al suelo.

-¡Jope, así no puedo seguir!- gritó-. ¡No puedo concentrarme si estás todo el rato mirándome… así!

Rory ya sabía que a lo mejor su música, o su forma de cantar o tocar, no tenían por qué gustar a todo el mundo, pero realmente tampoco recordaba haberse visto nunca en una situación en la que alguien estuviera… despreciándole, como había dicho Elliot, mientras él estaba cantando o tocando algo. Mucho menos “devorándole” o “escupiéndole”. Quizá había tenido suerte y hasta ahora todo había sido muy bonito. Quizá la gente se cortara un poco porque era un niño, y los niños que cantan son bastante adorables, sobre todo si cantan bien. O a lo mejor, simplemente, él no se había dado cuenta.

Casi soltó un suspiro de alivió cuando el tutor le despachó por fin, pero se contuvo porque no quería hacerle enfadar más. Qué más quisiera él que no tener que volver… Desde luego, si todas las clases iban a ser como esa, sería un auténtico suplicio. Pero Rory no podía hacer nada… bueno sí, ponerse a trabajar para evitar que en la próxima clase le volviera a caer una bronca.
Además, esa cara con la que le estaba mirando el chico… casi le daba escalofríos.

-Bueno pues… adiós- dijo, y aun a riesgo de parecer maleducado, salió del apartamento lo más rápidamente que pudo.