A couple of Beers.

A diferencia suya, tomé de mi vaso con más calma, sonriendo con picardía ante sus comentarios. Por alguna razón me parecía que su forma de ser y expresarse era honesta, o “auténtica” como dicen algunos, incluso con esa aura media misteriosa y sus burlas sutiles, que más que herirme el ego, me hacían sentir como un niño con ansiedad, me sentía cómodo al haber dirigido mi atención hacia éste sujeto como diciéndome “el instinto esta noche no me falló”

“Hey~ Te burlas de mi presentación? Y eso que estaba intentando ser sincero~”

Dije fingiendo un poco de indignación, sacándole la lengua un momento antes de acortar un poco la distancia entre nosotros y susurrar en su oído, con alguna de las miradas aún sobre nosotros. Podía sentir la risa de Alice desde la barra, seguro luego me preguntaría al respecto.

“Cosas como el peso y la estatura no son necesarias, pero cuando quieras te doy mi celular y la dirección de mi casa~” Acompañé eso con un guiño de ojo, respondiendo el suyo, obviamente jugueteando. Cuando se presentó no pude evitar hacer un gesto de duda, ladeando el rostro un momento y dándome unos segundos de silencio para pensar. Un nuevo sorbo le di al vaso antes de volver a hablar.

“Kurosaki Ranmaru….eh… So, maybe… Ran? Ranchii? Maruchii? Mmmmm…. Dificil…”

Adopté una postura de reflexión y es que por lo general ponerle algún apodo a alguien no me costaba tanto. Supongo que el hecho radicaba esta vez en que las posibilidades eran muy variadas o era que inconscientemente le estaba dando la posibilidad de elegir por una alternativa, aunque… tal vez a él no le agradaría la idea.

Cuando le vi llevar el cigarrillo a sus labios, casi de forma automática mi concentración se esfumó y mi cuerpo actuó por inercia, llevando el encendedor plateado que tenía en el bolsillo hasta la boca del sujeto, ofreciéndole fuego para encender aquel vicio que para mi era una gran adicción, al punto que el solo hecho de sentir el humo cerca me tentaba a robarle uno de esos… Pero para controlar el deseo terminé por beber lo que quedaba de mi trago de un solo golpe, devolviendo el vaso a la barra, luego girándome a él.

“¿Bailas? No pareces ser de los que mantienen mucho rato una charla~”

En sus labios se formó un arco ladino; Ranmaru Kurosaki siempre había rememorado a un lobo salvaje y plateado. Lo decían sus fans... lo decía su manager.
Lo decía Reiji.
Despejó su mente de esos pensamientos porque no venían al caso; nada productivo era rememorar cosas que había jurado dejar atrás, cosas que se habían quedado en Japón, junto con su otra vida.

Una vez, Ranmaru escuchó el término "no da puntada, sin hilo" y se aplicaba a él en forma general. Ranmaru simplemente actuaba de forma calculada cuando tenía un objetivo fijo y siendo francos, el pelinegro estaba llamando la atención del lobuno hombre lo suficiente como para hacerse merecedor de ella.
Enarcó una ceja aún manteniendo la sonrisa, era obvio que si él quería la dirección de la casa del chico la conseguiría, pero ni de coña iría. Al ex-idol le gustaba mantener a su presa en sus territorios de caza, es decir, en sus apartamentos. Por esa misma razón había comprado dos en Glass City.

-RanRan... -se escapó de sus labios cuando escuchó aquellos sobrenombres. Shit. No necesitaba un segundo chico llamándole de tal forma.- Como quieras, I don't mind. -respondió sin importancia mientras el cigarro permanecía en su boca y.. era inmediatamente prendido por el chico del tatuaje.
Ranmaru acercó ligeramente su cabeza y aspiró lo suficiente para que el bendito clavo de su ataud prendiera, mirando todo el tiempo al pelinegro, complacido con aquella acción tan servicial.

Ding Ding~ -dijo sonriendo mientras se levantaba de su asiento- Supongo que una canción mientras me traen otra cerveza no estaría mal~ -dijo volteando a la pista-

"Ok~"

Me levanté del lugar guardando el encendedor y lo seguí hacia la pista. Voy a ser sincero, sabía por instinto que este sujeto era díficil, era como ir a jugar con fuego. Las probabilidades de quemarte son altas y en este caso, no tenía seguridad en cómo terminaría la noche. Quizás y me quedaba esperando como un idiota, pero valía la pena el intento. ¿Por qué? No solo era una cuestión física. Cuando alguien que rompe tu esquema aparece, no puedes evitar obsecionarte un poco con esa persona. ¿O soy el único que acosa lo que le atrae?

Oh well, whatever, ahora mismo solo quería bailar, quería el pretexto para poder acercarme un poco más.

La música ya llenaba el ambiente, me gustaba que el rock y el brit pop se mezclaran en este local, era una ambiente, que al menos para mi, era cómodo. Nada de música demasiado popular, pero tampoco nada muy rebuscado.



Mi cuerpo no necesitaba ningún otro pretexto para comenzar a bailar. Para mi, esta actividad era un sinónimo menor al sexo. Comencé a moverme suave, al ritmo de la música que comenzaba a sonar y poco a poco seguir el cambio de esta, al principio manteniendo mi distancia, luego de a poco acercándome a él, bailando y colocando mi rostro un poco más cerca de su cuello para luego volver a separarme. Miraba el rededor, no eramos los únicos bailando y algunas sonrisas se mezclaban en el cruce de miradas.

Miré a Ranmaru como si lo estuviera desafiando. ¿A qué? A quizás mantenerme amarrado a él. Quería saber si sabía hacer de esto más que un simple movimiento corporal.

Como Ex-Idol, él hacía música para que otros bailaran, disfrutaran, se extasiaran. Ranmaru no era un tipo que normalmente bailara, primero por pereza y segundo porque prefería estar sentado escuchando los cada acorde, el peliplateado suponía que era una mala costumbre de músico, pero así era al fin y al cabo.

Caminaron hasta la pista, obviamente Ranmaru era el que guiaba al chico al centro de esta; solo bastaba su presencia para obtener un buen espacio, no mucha gente se aglomeraba a su alrededor, aunque siempre había uno que otro u otra aventurera que buscaba bailar, pero cuando Ranmaru tenía a alguien en la mira no prestaba atención a otros, por lo que una mirada fría del heterocrómo era suficiente para alejarlos.

Comenzó a moverse al compás de la música, lento y luego siguiendo el ritmo que marcaban los bajos. Las clases que había tomado en años anteriores además de su propio ritmo le hacían bailar como si nadie estuviera mirando, era una gran presencia ahí; pero estaba con Dante. El peliplateado se movía mirando como el pelinegro se alejaba y se acercaba, como rozaba su cuerpo con el de él, cómo buscaba su cuello. Era un juego entretenido, podía sentir cómo el otro le retaba con cada movimiento, pero el profesional del bajo no iba a caer en ello, simplemente se movía marcando siempre a Dante; era su presa, nada iba interponerse, por tanto cada vez que se alejaba, Ranmaru se acercaba, pero cuando Dante se acercaba, seguía en el mismo lugar, algo así como darle la correa a la mascota, pero nunca tanto como para que corra libre.
La pieza que estaban bailando terminó y Ranmaru sólo acortó la distancia que les separaba - Me gusta cómo te mueves..- le susurró al oído en un tono grave, dejando caer cada palabra, tejiendo un hechizo con esa voz prodigiosa.

La música no paraba y parecía estar de cómplice de la melodiosa y sensual voz que había ocupado el peliplaeado para elogiarme. La siguiente canción fue como un golpe de suerte, sí, era una de mis favoritas y parecía venir bien al momento. Nice one.



La piel se me erizó y algo un poco más salvaje despertó en mi, tal vez impulsado por el viciante ritmo de la música, por la descarada letra o simplemente porque sin darme cuenta yo había caído en el juego de este sujeto.

Esta vez fue diferente, ya no estaba desviando mi atención hacia otras personas. Aquella canción por completo fue algo entre nosotros, o al menos en su mayoría.

Me acerqué con más descaro, sin quitar la mirada de sus ojos, marqué el ritmo inicial y luego comenzó el segundo round. Me dejé llevar por la música hasta en un giro quedar en su espalda, pegando mi cuerpo a él sin que fuera un acto grotesco, solo para susurrar y doblar las primeras palabras del coro de la canción en su oído.


Deberian darme un premio por sincero, ¿saben?, aunque practicamente mi deseo era un poco al revés, bah, pero son detalles. Y bueno, el no era estúpido como para no entender la directa, aunque siendo detallistas, aunque me moría por probar follar con él, no era una urgencia como tal. Me refiero a que estaba en ese estado donde creía que podría seguir bailando con él hasta que el dolor de mi propia erección me dificultara un poco las cosas.

Volví a posicionarme frente a él, como dije, la acción solo fue un lapsus de segundo en el coro. Me reía como un niño travieso, luego de un rato giré en mi propio eje, y le di la espalda a propósito, volviendo a hacer contacto visual con otra persona mientras mantenía el movimiento al ritmo de la música.