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Conociendo el nuevo Showbiz
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Conociendo el nuevo Showbiz
-Si uno pensaba en la vida de un rockero, sabría perfectamente que no eran personas que madrugaran o si quiera pensaran en levantarse temprano. Eso se aplicaba totalmente al peliplateado ahora que no tenía trabajo. Cuando estaba en Saotome, su vida diaria empezaba a las 6:00 am, pero ahora, que no tenía que responder a nadie, se desvelaba en la noche hasta horas que antes hubiera creído absurdas y al otro día despertaba usualmente pasado el medio día, incluso, a media tarde. Por eso, dejaba compromisos o cosas así, aunque la verdad no tenía muchos por ser nuevo en la ciudad, para la tarde y su celular no sonaba en todo el día por lo mismo. Pero esa mañana, las cosas habían distado de lo usual. Su celular comenzó a sonar con el timbre de llamadas que viene por defecto y Ranmaru, maldiciendo a cuántos dioses podía recordar, buscaba a tiendas el maldito aparato para acallar aquella infernal cosa. Abrió su ojo violeta y miró la pantalla. "Reiji" se dejaba leer con una foto de su ex-compañero de trabajo. Suspiró cerrando los ojos y esperando a que el castaño se rindiera de llamarle. Pero él conocía bien al chico y eso no pasaría. Apretó la tecla correspondiente y se puso el aparato en la oreja...
"RaaaaaaaaaaanRaaaan~ tanto tiempo~" la molesta voz del castaño resonó en su oreja y estaba seguro que todo el condominio lo había escuchado " Estás durmiendo RanRan? levántate! quiero que me hagas un favor"
Ahí fue precisamente cuando el malhumorado hombre supo que su día comenzaría temprano y que odiaría a Reiji por eso.
Oi, es muy temprano, molesta a otra persona... -escuchó a través del teléfono un puchero- y molesta a alguien que esté en Japón, idiota! -agregó-
" Peeeeeeeeero RaaaanRaaan~ Quiero que vayas mirar al centro de eventos de tu ciudad~ No me hagas tener que viajar hasta allá y usarte como guía turístico~" Ranmaru Kurosaki se levantó de sopetón.
Ni de bromas. -le dijo con la irritación en la voz- qué mierda quieres? - preguntó mientras se levantaba.
"Quiero que vayas y espíes un poquito para nosotros tee~hee~. Con Saotome queremos llevar una que otra carrera fuera de Japón y queremos ver cómo se desarrolla el showbiz allá"
No pienso hacer un informe de eso. Recuerda que no trabajo para Shining.
"es un favor RanRan~" dijo la voz al otro lado del teléfono.
-Lo haré, si prometes no volver a llamarme a esta hora y jamás visitar Glass city... -le espetó el chico mientras se ponía un par de pantalones que había encontrado por ahí.
"Okie Dokie no hay problema~" canturreó la voz
Te llamo luego- dijo justo antes de cortar la llamada y maldecir en Japonés. Se puso una polera nueva y su antigua chaquetilla sin mangas a cuadros blancos y negros. Pasó al baño para hacer cosas mundanas y una vez tuvo los bototos puestos, sacó billetera, llaves, teléfono y una manzana. La última que quedaba y no sería suficiente. Tendría que comprar comida camino al maldito lugar.
Bajó por las escaleras del edificio y con un además saludó al conserje quien al parecer quería decirle algo pero el chico con heterocromía no le dio tiempo. La luz diurna le hizo parpadear un par de veces mientras se dirigía a su lugar en el estacionamiento. Vio su motocicleta a lo lejos. Hermosura de las hermosuras.
Se acercó a ella, poniendo y ajustando su casco, se subió. La echó a andar casi ritualmente, con una admiración en cada toque y posición de ella. El color azul eléctrico le encantaba. La echó a andar y escuchó ronronear el motor como si fuera música para sus oídos. Sacó su celular y comprobó la ruta que debía seguir. Al menos, Reiji se había preocupado de enviar un mapa detallado. Tsk.
Condujo por las calles de la ciudad recordando en cada esquina que era una ciudad con gente, con gente a pie. Con reglas y policías. Respetó todo lo que pudo las leyes de transito hasta que llegó al bendito lugar. Aparcó y aseguró su motocicleta dejándola atrás con recelo mientras caminaba en dirección al edificio.
Al menos su suerte no era tan terrible. Pasó por un pequeño mini-market y compró una bolsa con su desayuno. Sandwichs elaborados de carne y pastas, jugo, más sandwichs, chocolates y dulces. No se detuvo a comerlos, si no que los fue devorando en el camino al lugar. No quería retrasar esto, porque así tendría el día libre para volver a la cama y completar las horas de sueño que necesitaba.
Entró como si perteneciera al lugar, atravesando las puertas dobles sin siquiera titubear al hacerlo. Miró como inspeccionando todo y fingió no oír a una chica recepcionista. No tenía tiempo. Miró la señalética del lugar y comenzó a husmear. No pasaron muchos minutos hasta que se encontró en la antesala.
Se sentó algo cansado en un sitial que estaba cerca de una mesa de centro. Era un buen lugar para terminar su desayuno antes de que fuera a mirar el escenario y tal vez ver la forma de meterse en las instalaciones del sello. Terminó su último sandwich de carne con queso y abrió su jugo de manzana.
-Damn, debí comprar más- masculló para sí mismo cuando se dio cuenta del hecho. Volvió a tomar otro trago y se relajó un poco más.- No es un mal lugar... -concedió mientras se ponía cómodo en el sitial Estiró las piernas de tal modo, que sus talones quedaron sobre la mesa de centro y echó la cabeza hacia atrás. Reposaría un poco para que la comida le entrara en provecho.- Not bad at all~ -dijo con los ojos clavados al techo.-
"RaaaaaaaaaaanRaaaan~ tanto tiempo~" la molesta voz del castaño resonó en su oreja y estaba seguro que todo el condominio lo había escuchado " Estás durmiendo RanRan? levántate! quiero que me hagas un favor"
Ahí fue precisamente cuando el malhumorado hombre supo que su día comenzaría temprano y que odiaría a Reiji por eso.
Oi, es muy temprano, molesta a otra persona... -escuchó a través del teléfono un puchero- y molesta a alguien que esté en Japón, idiota! -agregó-
" Peeeeeeeeero RaaaanRaaan~ Quiero que vayas mirar al centro de eventos de tu ciudad~ No me hagas tener que viajar hasta allá y usarte como guía turístico~" Ranmaru Kurosaki se levantó de sopetón.
Ni de bromas. -le dijo con la irritación en la voz- qué mierda quieres? - preguntó mientras se levantaba.
"Quiero que vayas y espíes un poquito para nosotros tee~hee~. Con Saotome queremos llevar una que otra carrera fuera de Japón y queremos ver cómo se desarrolla el showbiz allá"
No pienso hacer un informe de eso. Recuerda que no trabajo para Shining.
"es un favor RanRan~" dijo la voz al otro lado del teléfono.
-Lo haré, si prometes no volver a llamarme a esta hora y jamás visitar Glass city... -le espetó el chico mientras se ponía un par de pantalones que había encontrado por ahí.
"Okie Dokie no hay problema~" canturreó la voz
Te llamo luego- dijo justo antes de cortar la llamada y maldecir en Japonés. Se puso una polera nueva y su antigua chaquetilla sin mangas a cuadros blancos y negros. Pasó al baño para hacer cosas mundanas y una vez tuvo los bototos puestos, sacó billetera, llaves, teléfono y una manzana. La última que quedaba y no sería suficiente. Tendría que comprar comida camino al maldito lugar.
Bajó por las escaleras del edificio y con un además saludó al conserje quien al parecer quería decirle algo pero el chico con heterocromía no le dio tiempo. La luz diurna le hizo parpadear un par de veces mientras se dirigía a su lugar en el estacionamiento. Vio su motocicleta a lo lejos. Hermosura de las hermosuras.
Se acercó a ella, poniendo y ajustando su casco, se subió. La echó a andar casi ritualmente, con una admiración en cada toque y posición de ella. El color azul eléctrico le encantaba. La echó a andar y escuchó ronronear el motor como si fuera música para sus oídos. Sacó su celular y comprobó la ruta que debía seguir. Al menos, Reiji se había preocupado de enviar un mapa detallado. Tsk.
Condujo por las calles de la ciudad recordando en cada esquina que era una ciudad con gente, con gente a pie. Con reglas y policías. Respetó todo lo que pudo las leyes de transito hasta que llegó al bendito lugar. Aparcó y aseguró su motocicleta dejándola atrás con recelo mientras caminaba en dirección al edificio.
Al menos su suerte no era tan terrible. Pasó por un pequeño mini-market y compró una bolsa con su desayuno. Sandwichs elaborados de carne y pastas, jugo, más sandwichs, chocolates y dulces. No se detuvo a comerlos, si no que los fue devorando en el camino al lugar. No quería retrasar esto, porque así tendría el día libre para volver a la cama y completar las horas de sueño que necesitaba.
Entró como si perteneciera al lugar, atravesando las puertas dobles sin siquiera titubear al hacerlo. Miró como inspeccionando todo y fingió no oír a una chica recepcionista. No tenía tiempo. Miró la señalética del lugar y comenzó a husmear. No pasaron muchos minutos hasta que se encontró en la antesala.
Se sentó algo cansado en un sitial que estaba cerca de una mesa de centro. Era un buen lugar para terminar su desayuno antes de que fuera a mirar el escenario y tal vez ver la forma de meterse en las instalaciones del sello. Terminó su último sandwich de carne con queso y abrió su jugo de manzana.
-Damn, debí comprar más- masculló para sí mismo cuando se dio cuenta del hecho. Volvió a tomar otro trago y se relajó un poco más.- No es un mal lugar... -concedió mientras se ponía cómodo en el sitial Estiró las piernas de tal modo, que sus talones quedaron sobre la mesa de centro y echó la cabeza hacia atrás. Reposaría un poco para que la comida le entrara en provecho.- Not bad at all~ -dijo con los ojos clavados al techo.-
Invitado- Invitado
Re: Conociendo el nuevo Showbiz
Un día había sucedido al otro de forma tranquila, algo que no solía ocurrir en su vida desde hacía varios meses. Se sentía presa de una paz inusitada que ilusionaba su corazón, aquello, sin lugar a dudas, había sido efecto del último encuentro con Lucien. El notorio buen humor de Mine conseguía espantar a todos los mayordomos de su familia, sobretodo a Charles, quien se encargaba de cuidarla y seguía preocupado por su salud mental.
Como solía ocurrir cuando estaba de buenas, la pianista se maquilló minuciosamente hasta parecer una pequeña muñeca de porcelana. Disimulaba la prominencia de sus pómulos con la base adecuada y se preocupaba de realzar su originalmente desapercibida mirada con mucho rímel y máscara para las pestañas, incrementando su dimensión y frondosidad con descaro. Asimismo hacía con sus delgados labios, los cuales se encargaba de hacer parecer carnosos con pintura. Aquél cúmulo de inseguridades se vistió con un elegante conjunto negro antes de abandonar la mansión.
Siguiendo las órdenes de la pequeña heredera, Charles condujo la limusina en dirección al Glass Dome, uno sus nuevos lugares de trabajo. Al parecer debía asistir a la presentación de un prestigioso director de orquesta al cual su padre admiraba muchísimo, tarea asignada por su representante. Los problemas comenzaron cuando Charles se encargó de dejarla en el supuesto sitio y Mine insistió en que se marchara en paz, sin esperarle como solía hacer.
Sonríe. Camina. Bien... ¿Dónde estoy?
No tenía idea de cuánto tiempo llevaba divagando por los pasillos del lugar, buscando a tientas una sala como la que Edgar describió por teléfono. Abrió una puerta tras otra, cometiendo un sinfín de errores como una auténtica imbécil que estaba, evidentemente, perdida. No importaba cuánto le buscara, no podía dar con él ni con el famoso punto de encuentro. Al cabo de varios minutos se detuvo en la antesala, cansada de tanto recorrer.
Decidió hacer una parada en ese lugar y sentarse apropiadamente en uno de los sitiales vacíos para empolvarse la nariz. El sitio estaba técnicamente vacío, salvo por un sujeto de marcada hombría y rasgos orientales. Mine volvió la vista apenas notó que traía comida consigo, pues esto le recordaba que no se había dado el tiempo de desayunar.
Da igual, una vez esto termine yo...
No acabó de formular la frase en su mente pues fue interrumpida por un sonoro quejido proveniente de su hambriento estómago. Su cuerpo entero se tensó al tiempo que un intenso rubor empezaba a colorarle hasta las orejas. El sitio era grande y ella estaba a cierta distancia del tipo, pero el silencio era odiosamente sepulcral, ¿existía la posibilidad de haber sido oída? Por favor, no...
Como solía ocurrir cuando estaba de buenas, la pianista se maquilló minuciosamente hasta parecer una pequeña muñeca de porcelana. Disimulaba la prominencia de sus pómulos con la base adecuada y se preocupaba de realzar su originalmente desapercibida mirada con mucho rímel y máscara para las pestañas, incrementando su dimensión y frondosidad con descaro. Asimismo hacía con sus delgados labios, los cuales se encargaba de hacer parecer carnosos con pintura. Aquél cúmulo de inseguridades se vistió con un elegante conjunto negro antes de abandonar la mansión.
Siguiendo las órdenes de la pequeña heredera, Charles condujo la limusina en dirección al Glass Dome, uno sus nuevos lugares de trabajo. Al parecer debía asistir a la presentación de un prestigioso director de orquesta al cual su padre admiraba muchísimo, tarea asignada por su representante. Los problemas comenzaron cuando Charles se encargó de dejarla en el supuesto sitio y Mine insistió en que se marchara en paz, sin esperarle como solía hacer.
Sonríe. Camina. Bien... ¿Dónde estoy?
No tenía idea de cuánto tiempo llevaba divagando por los pasillos del lugar, buscando a tientas una sala como la que Edgar describió por teléfono. Abrió una puerta tras otra, cometiendo un sinfín de errores como una auténtica imbécil que estaba, evidentemente, perdida. No importaba cuánto le buscara, no podía dar con él ni con el famoso punto de encuentro. Al cabo de varios minutos se detuvo en la antesala, cansada de tanto recorrer.
Decidió hacer una parada en ese lugar y sentarse apropiadamente en uno de los sitiales vacíos para empolvarse la nariz. El sitio estaba técnicamente vacío, salvo por un sujeto de marcada hombría y rasgos orientales. Mine volvió la vista apenas notó que traía comida consigo, pues esto le recordaba que no se había dado el tiempo de desayunar.
Da igual, una vez esto termine yo...
No acabó de formular la frase en su mente pues fue interrumpida por un sonoro quejido proveniente de su hambriento estómago. Su cuerpo entero se tensó al tiempo que un intenso rubor empezaba a colorarle hasta las orejas. El sitio era grande y ella estaba a cierta distancia del tipo, pero el silencio era odiosamente sepulcral, ¿existía la posibilidad de haber sido oída? Por favor, no...
Mine Sagan- Ocupación : Músico
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Fecha de inscripción : 30/04/2012
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