Olvidando

Abri la puerta y me encontré en la enfermería, que ilógico e irrazonable un ángel yendo a éste lugar, somos capaces de curar nuestras propias heridas, pero la herida que tengo aquí abajo es mas insoportable por lo que quiero que desaparezca esta sensación. Camine hacia donde se encontraba el lugar donde habían analgésicos y cremas, busque unas vendas y me decidí a sacarme la polera quedándome solo con un sostén blanco.

Las marcas de esas garras ,todavía siguen sangrando, deberé vendarlo.

-Me encantaría poder olvidar todo - dije en un suspire pesado, deshice las vendas y me empece a cubrir con ellas sin antes sentir como todo mi cuerpo sentía ese insoportable calor...un ardor dominaba todo mi cuerpo ya que lo que experimente en la azotea fue dolor, humillación y terror.

Que alguien limpie mi cuerpo, quien sea me da igual ...

Los institutos no eran particularmente de su agrado, demasiadas reglas y orden, pero por esas casualidades del destino le habían asignado un trabajo en uno de esos establecimientos. Éste consistía en regular el sonido de la sala de música para que los estudiantes de tercer año pudiesen dar su prueba de instrumentalización en óptimas condiciones, pues al parecer los profesores habían tenido problemas técnicos desde hace varias semanas.

Una vez terminada la labor, Ayato caminaba tranquilamente por los pasillos, de cuando en cuando chasqueaba la lengua pensando que al menos esa aburrida tarea le dejaría algo de dinero extra para malgastar.

Iba con esto en mente hasta que un particular aroma alteró sus sentidos, provocando que voltease repentinamente hacia la puerta que permitía el paso a la enfermería. Era de esperarse que algún alumno en esa sala tuviese una lesión, pero la cantidad de sangre que Ayato percibía era mucho más de lo esperado, no era un simple raspón provocado por una caída o un choque. Motivado por esta idea, volteó hacia ambos lados para comprobar que no habían moros en la costa, y tras adquirir su apariencia invisible se adentró sigilosamente en la enfermería.

Mi cabeza giraba por la cantidad de ideas que iban y venían, mas no pude encontrar algún consuelo en algo, el calor de mi cuerpo era cada vez mas grande y se concentraba en varias partes de mi cuerpo. Una sonrisa se trazó en mi boca, cubriéndome los ojos - Los humanos llaman a esta sensación - dije en un susurro y deletreando cada letra - excitación- dije en un leve tono.

Que ilógico pensar eso pero es lo único que me viene a mi cabeza, querer borrar esas marcas que fueron dejadas en mi cuerpo...ser borradas por alguien, algo.

- Llegar a este lugar me ha hecho pasar la mayor humillación que jamas podré borrar, pero ahora me da igual que es lo que me suceda- dije derramando unas lagrimas - Quiero olvidar... quiero borrar esto... y soy capaz de todo con tal de que me haga olvidar, a tal punto de convertirme en su esclava si me hace olvidar todo...- dije, tragué un poco de saliva para poder seguir articulando palabras pero fue cuando me percate de algo.

Hay una presencia aqui, y no me percate de que había un ser por ahí, di un suspiro pesado, no tengo fuerzas para pelear, ni para defenderme, mis mejillas se pusieron de color.
- Quien sea que este ahí, de la cara...

Y si no hay nadie es porque me estoy volviendo loca.

Ayato se asomó sigilosamente al cuarto de enfermería, el cual parecía estar vacío sino fuera por el inconfundible aroma que se le impregnaba en la punta de su nariz, éste era más fuerte a medida que se acercaba. Echó un vistazo al escritorio de la enfermera: se encontraba desordenado con vendas y medicamentos desperdigados por aquí y por allá, ¿acaso estaría en su descanso?

No quiso cuestionarse demasiado, solo se volvió hacia la cortina que le separaba del segundo ambiente del cuarto: el de la camilla y, por ende, el de la persona enferma. Estaba a punto espiar tras ella hasta que escuchó una voz femenina proveniente del otro lado, lo que le hizo paralizarse en su lugar.

La mujer parecía murmurar algo pero después levantó la voz para dirigirse claramente a él, al "espía". El dhampiro hizo un gran esfuerzo en contener la risa que empezaba a golpearle desde la boca del estómago; aún con su apariencia invisible, apartó la cortina con violencia, lo que le permitió observar explícitamente el cuerpo desgarrado de una jovencita muy atractiva.

Ella no podía verle en el estado que se encontraba. Ayato se moría de ganas de asustarla un poco.

El calor era mas insoportable cada segundo que pasaba, las heridas que supuestamente intentaba de sanar con las benditas vendas que no estaban surgiendo ningun efecto, mas encima el simple hecho de que la cortina se haya movido de forma abrupta hace que me ponga mas nerviosa.

Solo fue el viento... el viento...

Observe el lugar, aunque estaba tendida en la cama podia ver un poco pero esta situacion en la que me encontraba cualquier sujeto haria lo que fuera con mi cuerpo, una sonrisa burlona se dibujo en mis labios.
- Un angel tirado semi desnuda casi al servido, cualquier sujeto que me viera seria una presa fácil para el o ella, pero lo que si es Ichigo la mato - dije incorporandome enojada y gruñendo solo recordando como Ichigo me violo, me agarre mi hombros maldicion otra vez esa sensación.
- Aaaaagh!!! maldicion mi cuerpo estupido esta caliente - dije pateando la cama un monton de veces como una niña chica cuando hace una pataleta.

Si alguien me viera asi... seria vergonzoso...ademas... solo estoy tratando de descargarme y decir lo que siento, ya que nadie me esta escuchando...

El dhampiro se acercó cuidadosamente hacia la jovencita con tal de no hacer ninguna clase de ruido, hasta quedar de pie junto a la camilla donde ella yacía sentada. Con una mirada hambrienta recorrió las líneas de su silueta, encantado por la voluptuosidad de su cuerpo que parecía invitarle a ser tocado. De pronto centró su atención en las heridas, sintió gran curiosidad por la criatura que la dejó en ese estado, ¿tal vez sería un vampiro?

Imposible, no hay rastro de mordida.

Ayato volvió la vista hacia la ventana: en el exterior llovía a cántaros, era un escenario bastante deprimente. Era consciente de que podía ser descubierto pero le suponía aún más molesto estar todo el día vagando sin nada interesante que hacer, resistiendo la permanente sensación de sed.

A una velocidad impresionante, y siempre manteniéndose a la defensiva en su estado invisible, Ayato se abalanzó hacia la muchacha. La sujetó de ambas manos y maniobrando una llave consiguió capturar ambas en su espalda, la envolvió contra su cuerpo y un brazo, de manera que presionó con fuerza la mano izquierda contra su boca para que no gritara. Dado a que le daba la espalda, el dhampiro acercó sus labios y con voz ronca musitó muy cerca de su oreja:

- Shhh~ No te muevas. Si gritas las cosas se pondrán muy feas para ti.

¿Que? por una extraña razón mi cuerpo no se puede mover, el peso que siento encima mío es un poco pesado a juzgar por su masa debe ser un chico y muy fuerte. Boca abajo me encuentro en la cama y con las manos inmovilizadas, que cosa podía ser peor.

¿La situación en que me encuentro podrían empeorar o mejorar?

El aliento de algo chocando con mi oreja hizo que la piel se erizara, su voz golpeo con fuerzas mis tímpanos con esa advertencia.- ¿Un muchacho?- susurre de lo mas bajo, trate de calmar mi respiración para que no sintiera que estaba nerviosa, pero algo me altero mas de la situación - Oye tu... escuchaste... - ruborizada.

Santa cachucha, el capaz me haya escuchado decir que estoy excitada...

Mordi con fuerza las sabanas para reprimir algún tipo de sonido ya que su cuerpo presionando contra el mío hacia que de mi boca saliera un sonido y para evitar que un sonido obsceno saliera de mis labios.

Todo esto va terminar...

La rubia parecía haber caído en cuenta de que se trataba de un hombre joven reteniéndola, sin embargo esto poco podía importarle a Ayato. Quería experimentar con ella en su forma invisible, no importaba cuánto se resistiera o qué pasara, la situación se estaba tornando interesante.

Esbozó una sonrisa divertida en el momento que notó su nerviosismo.

- ¿Que eres una completa pervertida? Si, lo escuché. - Reveló con malicia, conteniendo la carcajada que empezaba a ahogarse en su garganta. - Pero... Lamentablemente no estoy interesado en tu cuerpo... Bueno, no exactamente~ - susurró inclinándose ligeramente por sobre su hombro, observando fijamente las cicatrices que aún conservaba en sus pechos y en su vientre. Su aroma le resultaba embriagante. - Solo para que lo sepas puedo matarte con la facilidad de una bestia devorando a su presa... Pero si accedes a satisfacerme podría considerar el dejarte con vida - le amenazó con voz grave mientras acariciaba sus hombros, deslizando suavemente las yemas de sus dedos por los mismos.

- ¿Qué me dices, Pervertida-san? ¿Trato?

Hmmmm... interesante... pero no puedo ver quien es la persona pero que mas puedo perder... si me ayuda a olvidar bienvenido sea.

Relaje un poco mis músculos para poder calmar todas estas sensaciones que estaba sintiendo.
- Esta bien - dije ocultando mi rostro ruborizado en el colchon. - Y otra cosa invisible-san, me llamo Miname Shizuka - dije tratando de sacar valor pero aun no podía... - Y usted caballero como se llama? A juzgar por su esencia es un ser poderoso y del infierno... ¿Podrías ser un vampiro?- pregunte sintiendo como sus yemas tocaban mis hombros, el contacto de sus manos frías hizo que emitiera un sonido que lo reprimí mordiendo la almohada con fuerza.

¿Creo que lo disfrutare?

Al parecer la muchacha no pensaba resistirse, cosa que le extrañó bastante pero al menos no tendría que forcejear para obtener lo que quería. Sin embargo, le intrigaba de sobremanera la razón por la cual esa chiquilla estaba tan ansiosa por algo de atención. No era una puta cualquiera, podía olfatear un poder extraño que estaba surtiendo efecto sobre su cuerpo, ¿una maldición?

- Ayato-sama, para ti. No tienes que saber nada más - se presentó, cortante, soltando a la muchacha de la llave que le retenía. - ¿Infierno? - Masculló al oír sus palabras, mientras se colocaba de pie ante ella con una ceja en alza. - Te equivocas, el infierno no es otra cosa más que la realidad que estás viviendo ahora. Siempre he vivido aquí, andando de una ciudad a otra... Qué más da... Es el mismo panorama, el mismo infierno... - respondió dubitativo, clavando la mirada en el panorama lluvioso que ofrecía la ventana, sumido en sus reflexiones personales.

Tras una breve pausa apartó estos pensamientos de sí y volvió a inclinarse sobre ella, esta vez utilizando la fuerza bruta para voltearla y hacerle exhibir su torso casi al desnudo, lleno de cicatrices.

- Por cierto, ¿quién te enseñó a hablar tantos disparates? No... Más importante, ¿quién te hizo esto? - Preguntó especialmente curioso.

Un dolor punzante me golpeo el pecho y el recuerdo me vino, en mi vista se reflejo el odio ante esas imágenes y solo mordí mi labio. - Pues...fue por una vio...la...ción -dije tiritando por la rabia.

- Tengo una sola petición Ayato-sama - le dije intentando mirarle a los ojos - Puede verme como una prostituta al ofrecerme así, pero ahora siento asco al recordar los toques de esa "cosa", si no fuera el desagrado de usted... hágame olvidar lo que mi cuerpo sufrió- dije derramando unas lagrimas en mis ojos.
-Puede hacer lo que quiera con mi cuerpo, pero por favor - sollozando y levantandome para quedar a la altura llevando mis manos a mis pechos para cubrirlos - Ponga otros recuerdos en mi mente...-

Debía lucir patetica frente a el, como una prostituta en busca de placer, pero no es así solo quiero olvidar el trauma que me dejo Kouda Ichigo...

Ayato ni siquiera se inmutó con la revelación de la niña, simplemente le quedó mirando desde la misma posición con mucha intensidad. En la mansión donde había sido criado abundaban los casos de abusos sexuales, incluso era bastante normal que los padres tuvieran relaciones con sus hijos.

- Mh~ Ya veo - fue lo único que murmuró mientras se dedicaba a observar su cuerpo casi desnudo. De pronto ella retomó la palabra, por lo que se vio obligado a levantar la vista otra vez, en ese momento su mirada verde esmeralda empezaba ligeramente a tornarse roja por la visión más clara de las cicatrices que tenía en todo su cuerpo. - No me gustan las mujeres fáciles ni mucho menos atender a sus caprichos - le respondió muy serio.

Sin embargo, de manera contradictoria a lo que decía, Ayato acercó su rostro hacia el pecho de Shizuka, deslizando su lengua por la parte superior del busto, sin apartarle los ojos de encima.

- Haré lo que yo quiera, y tú tendrás que mantenerte en silencio... - susurró con voz áspera mientras lamía las heridas y saboreaba la sangre que de ellas se desprendía.

-En silencio lo veo un poco imposible - susurre reprimiendo el gemido la lengua de Ayato lamiendo las heridas hacia que la piel se encendiera de sobremanera, el calor se concentraba en una zona y después recordé algo pequeño.

Sobresaltandome sin separar el rostro del vampiro de ese lugar - Es un vampiro... y estos tienden a morder entonces debería hacer algo - dije hablando para mi misma - Puedo hacerle una pregunta Ayato-sama, usted me permitiria lanzarme un hechizo a mi para no sentir dolor cuando me muerda y sentir placer- le dije sonriendo de forma tierna - Si es una molestia no importa - dije - Y este favor se lo devolveré de cualquier forma...

Los ángeles devolvemos los favores que nos hacen... espero que Ayato me haga olvidar el trauma de Ichigo

Succionó sutilmente las heridas en su busto, excitado, sin embargo el sabor de la sangre le hizo perder completamente la concentración, lo que le hizo volver a su estado visible. Sabía terrible, no, no solo eso... ¡No sabía a un ser humano! Jamás había probado una sangre tan artificial en su vida, era como si fuera la copia de un ser humano, pero ¿acaso eso era remotamente posible en esas tierras? Este asunto lo descompuso bastante, el dhampiro se apartó un tanto aturdido, gruñendo con la mirada encendida en un rojo carmesí.

Finalmente Shizuka podría verle como realmente era, como un monstruo.

- Deduces con tanta naturalidad que soy un vampiro... - masculló, limpiándose la sangre que aún restaba en sus labios con el dorso de la mano. - Hablas del infierno y de hechizos para contrarrestar el dolor. Tu sangre sabe pésimo, como si fuera una imitación... ¿Quién se supone que eres, mujer? O mejor dicho... - dijo entre gruñidos, inclinándose nuevamente hacia ella, jalando su cabello con fuerza para acercar su rostro a él y verlo con mayor claridad - ...¿qué eres?

Casi como si una enorme teja me caía en la cabeza, razonando en mi cabeza eso de que sabe pésimo... como si fuera una imitación, el calor que residía en mi cuerpo de excitación se esfumo.
Agarre la muñeca de Ayato que tenia sujetado con fuerza mi cabello ejerciendo de a poco a poco fuerza en el, separandolo de mi cabello - Te aseguro que ahora te diré una cosa muy fácil - dije agarrando con fuerza y lazandolo contra la camilla de la enfermería, caminando de forma pesada y rompiendo un poco el piso con la fuerza.

- Te lo diré, puedes decir que mi sangre sabe mal y todo, pero si - poniendose encima de él agarrando sus muñecas con fuerza y acercando mi rostro al suyo - No vuelvas nunca a agarrar mi cabello, solo hay una persona que puede tocarlo y tu no eres esa persona - deletreando lo ultimo tan cerca de sus labios y sintiendo el respirar de él chocando con el mio.
Me separe de forma lenta hasta quedar como a un metro de él y observe esos ojos rojos - Lo captas, Ayato-sama? - formule de forma picara.

Una cosa que Ayato no sabe es que nadie me hace enojar por que o si no termina mal