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Noticias.
Una mañana como cualquiera la indeseada carta llegó a su hogar sin previo aviso, sin remitente escrito, únicamente el sello de la compañía estaba impreso en la superficie, así como también el nombre del destinatario. Su nombre. Aún de ser el caso, el sobre llegó primero a manos de su padre, como solía darse, y fue él quien lo abrió. Los segundos transcurridos mientras el papel era rasgado por sus manos agrietadas le parecieron eternos. Ya se había llevado una buena zurrada cuando los chismosos del sello le informaron al señor Sagan del incidente ocurrido hace un par de semanas, específicamente el día de la audición.
Ensañarse con Millaray, encargada de evaluar tu audición, no ha sido la más brillante de tus ideas... se decía Mine, mientras la severa mirada de su padre recorría de un lado a otro el escrito.
[...]
Durante toda la semana subsiguiente los expertos en el rubro de la música clásica no hablaron de otra cosa. Aún si la suerte se había vuelto en su contra, el sello de Merveilles había accedido el ingreso de Mine Sagan como pianista profesional, lo que mantenía a la familia en un jolgorio exagerado y constante. Mientras la noticia se hizo pública, fueron invitando a tíos, primos, allegados y a invitados de los allegados, con un hambre de presunción insaciable. ¿Podía ser acaso una situación miserable? Podía ser, que en el fondo de su corazón, ese accionar tan imprudente y violento contra la hija de los Millarray hubiese sido su último intento de escape, algo que de nada había servido. Me han elegido de todas formas...
¿Cómo no? ¿Existía pianista más talentosa que ella en esa detestable ciudad? Empezaba a confiar en sus habilidades con ceguera. El genio que ella se esforzó durante tantos años en fabricar estaba allí, pasando por sobre los imbéciles que solo por la gracia de nacer fueron bendecidos con talento, sin ningún otro mérito ni sacrificio. Ellos no merecían su lugar. Pensaba esto mientras caminaba sin rumbo fijo por el mirador a eso de las seis de la tarde. En su casa le esperaban con un gran festín aderezado de flores y regalos. Debía volver para ayudar con los preparativos.
– Debería ir... Debería... ¿Debería? Nh... – Reiteró una y otra vez para sí misma, jugando con las tonalidades de su voz. Más grave, más agudo. – De~be~ría~... ¡Debería~! – No llevaba nada consigo, simplemente daba vueltas sobre su propio eje, ignorando la ausencia o presencia de algún otro. No quería más deberes ni obligaciones, ¿pero qué podía hacer si había escrito su propia sentencia? Era un canario encerrado a voluntad.
Ensañarse con Millaray, encargada de evaluar tu audición, no ha sido la más brillante de tus ideas... se decía Mine, mientras la severa mirada de su padre recorría de un lado a otro el escrito.
[...]
Durante toda la semana subsiguiente los expertos en el rubro de la música clásica no hablaron de otra cosa. Aún si la suerte se había vuelto en su contra, el sello de Merveilles había accedido el ingreso de Mine Sagan como pianista profesional, lo que mantenía a la familia en un jolgorio exagerado y constante. Mientras la noticia se hizo pública, fueron invitando a tíos, primos, allegados y a invitados de los allegados, con un hambre de presunción insaciable. ¿Podía ser acaso una situación miserable? Podía ser, que en el fondo de su corazón, ese accionar tan imprudente y violento contra la hija de los Millarray hubiese sido su último intento de escape, algo que de nada había servido. Me han elegido de todas formas...
¿Cómo no? ¿Existía pianista más talentosa que ella en esa detestable ciudad? Empezaba a confiar en sus habilidades con ceguera. El genio que ella se esforzó durante tantos años en fabricar estaba allí, pasando por sobre los imbéciles que solo por la gracia de nacer fueron bendecidos con talento, sin ningún otro mérito ni sacrificio. Ellos no merecían su lugar. Pensaba esto mientras caminaba sin rumbo fijo por el mirador a eso de las seis de la tarde. En su casa le esperaban con un gran festín aderezado de flores y regalos. Debía volver para ayudar con los preparativos.
– Debería ir... Debería... ¿Debería? Nh... – Reiteró una y otra vez para sí misma, jugando con las tonalidades de su voz. Más grave, más agudo. – De~be~ría~... ¡Debería~! – No llevaba nada consigo, simplemente daba vueltas sobre su propio eje, ignorando la ausencia o presencia de algún otro. No quería más deberes ni obligaciones, ¿pero qué podía hacer si había escrito su propia sentencia? Era un canario encerrado a voluntad.
Última edición por Mine Sagan el Miér Feb 20, 2013 5:47 pm, editado 1 vez
Mine Sagan- Ocupación : Músico
Mensajes : 1143
Fecha de inscripción : 30/04/2012
Re: Noticias.
Hacia un buen tiempo en el que no estaba tan solo, más allá de su inminente soledad, aun rodeado de las personas en la escuela, sus compañeros y profesores. Quizás era más sano estar solo y sentirse solo en congruencia, que sentirse igual aun estando rodeado por una multitud.
El muchacho de cabellos castañosavanzaba sin rumbo fijo por las calles de la ciudad. Las clases habían terminado hace algunas horas y sin permiso había abandonado los dormitorios para romper la rutina obligada por su padre. Lo sabía, era por su bien, no sería bueno “quedarse dormido” en un lugar donde nadie pudiese socorrerlo.
Vestía los pantalones de la escuela, un polerón rosado viejo sobre la camisa en un intento casi absurdo de pasar desapercibido y alrededor de su cuello un pañuelo delgado con el estampado de cebra que jamás podía faltar entre sus accesorios, por supuesto, no era un aficionado a la moda, aquel detalle no era más que un recordatorio de su subconsciente, tan automático como quién se pone ropa interior.
Tarareaba una canción mientras se alejaba del bullicio de las anchas calles y avanzaba hacia la altura, como lo hacen algunos insectos. La melodía le daba un dejo de nostalgia, y así saltaba de canción en canción hasta haber llegado al mirador.
-“Antares”- Leyó a la entrada y sin más continuó su rumbo, hasta los barandales, en la vista más hermosa que se podía obtener de la ciudad, una ciudad donde él no encajaba, donde no era más que un niño al que debían “cuidar”.
Una voz cambiante llegó a sus oídos, una melodía disonante desde no muy lejos. Al alzar su rostro pudo divisar a unos cuantos metros a una muchacha de abundante cabellera, ojos grandes y una figura que de inmediato le hacía pensar en una muñeca, más algo en ella parecía ser contrastante.
Gira, gira, gira, gira… Qué envidia.
Sus ojos pardos admiraban la figura, sin encontrar que fuese raro ver a alguien así. ¿Qué sabía él de las rarezas de las personas? Tan inocente, tan ignorante que podía quedar maravillado con esa falsa visión de libertad.
Skyle- Ocupación : Estudiante de 3°
Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 09/07/2012
Re: Noticias.
Un pie pasando por delante del otro, luego hacia atrás, ¡giro! Los rizos anaranjados de Mine danzaban al compás de sus inestables movimientos, capturada por la constante pugna entre la obligación y el querer. Sus ojos embellecidos con abundantes pestañas negras y maquillaje recorrieron el entorno, se detuvieron al divisar a un muchacho observarle desde los barandales. Frunció los labios, dejando escapar cierta picardía en ellos.
Acercó sus pasos hacia él, de forma acelerada y poco prudente, golpeando el piso del mirador con el sonido que emitía el charol de sus tacos.
– Es un buen lugar, ¿verdad? – Preguntó Mine al llegar a su lado, empleando un tono que confundía lo cortés con lo entrometido. Su diestra se posó sobre el barandal mientras le sonreía al ajeno con galantería. – Se aprecia belleza aún en una ciudad tan miserable como ésta. Debe ser el hechizo que tienen los miradores – comentó antes de que pudiera responderle, volviéndose hacia el paisaje anaranjado que les ofrecía la puesta de sol.
Las manos de la pianista se detuvieron sobre el acero algo oxidado, acariciándolo con delicadeza a medida que, desde la altura, buscaba el suelo de la ciudad. Su vista y sus pensamientos se perdieron abajo del barandal, en esa distancia que le separaba del frío concreto.
– No me importaría morir si es en un sitio tan lindo... – masculló, casi en broma, casi en serio.
Acercó sus pasos hacia él, de forma acelerada y poco prudente, golpeando el piso del mirador con el sonido que emitía el charol de sus tacos.
– Es un buen lugar, ¿verdad? – Preguntó Mine al llegar a su lado, empleando un tono que confundía lo cortés con lo entrometido. Su diestra se posó sobre el barandal mientras le sonreía al ajeno con galantería. – Se aprecia belleza aún en una ciudad tan miserable como ésta. Debe ser el hechizo que tienen los miradores – comentó antes de que pudiera responderle, volviéndose hacia el paisaje anaranjado que les ofrecía la puesta de sol.
Las manos de la pianista se detuvieron sobre el acero algo oxidado, acariciándolo con delicadeza a medida que, desde la altura, buscaba el suelo de la ciudad. Su vista y sus pensamientos se perdieron abajo del barandal, en esa distancia que le separaba del frío concreto.
– No me importaría morir si es en un sitio tan lindo... – masculló, casi en broma, casi en serio.
Mine Sagan- Ocupación : Músico
Mensajes : 1143
Fecha de inscripción : 30/04/2012
Re: Noticias.
-“¿Uh... ?”- La sorpresa de verle de pronto tan cerca obligó a su cuerpo dar un paso atrás y a sus ojos a desviar la mirada, notando como un pequeño rubor se adueñaba de sus mejillas. No por el hecho de que era una chica con la que parecía estar iniciando una charla, no por el hecho de que por lo general nunca entablaba dichas conversaciones con los demás, sino por el hecho de verse descubierto, esa sensación que ocurría cada vez que alguien le prestaba algo de atención sin saber quién era, sin prejuicios ni cuidados.
No supo cómo responder a las invasoras palabras, pero luego de unos segundos de silencio su mente pudo despertar y seguir aquella conversación de la forma más natural posible. Al escuchar las palabras que ahora le decía de una manera mucha más clara o bien menos sorpresiva en su cabeza, sonrió divertido de manera cálida.
-“Eso creo. Aunque esta es mi primera vez aquí.”
No, no lo es.
-“No había tenido la posibilidad de ver este paisaje antes.”-Miró a su alrededor, tranquilo, la brisa suave de la tarde paseaba por su cabello, el que sin querer había dejado crecer más de la cuenta, pronto sería tiempo para un corte, pues a él no le gusta verse mal, aunque al mismo Skyle no le preocupaban ese tipo de cosas.
Apreciaba como el viento movía la grama de la colina donde se encontraba el mirador, era un efecto algo curioso, tanto detalle que aquella mente quería retener, tantas cosas que a los demás solo eran boberías del día a día para él eran como un tesoro.
Salió de sus pensamientos por sí mismo y giró la cabeza para dirigirse de nuevo a la muchacha pero la notó ida, y escuchó aquellas palabras con un dejo suicida claro. Era la primera vez que le tocaba ver a alguien hundido en sí mismo, así como casi siempre lo encontraban a él.
-“¡L-Lo siento!”- Masculló algo intranquilo sin saber por qué se había disculpado. En su gesticulación y en su expresión corporal se notaba su incomodidad por la situación, no es que el mismo nunca hubiese pensado en algo como “desaparecer”, para asi darle menos problemas a su padre, para tal vez estando muerto, poder ser más útil que en vida, mas sabía que no tenía el coraje suficiente, ni siquiera para hacer verbales sus palabras, mucho menos compartirlas con alguien, algo en él rechazaba tajantemente la muerte, incluso la propia.
No supo cómo responder a las invasoras palabras, pero luego de unos segundos de silencio su mente pudo despertar y seguir aquella conversación de la forma más natural posible. Al escuchar las palabras que ahora le decía de una manera mucha más clara o bien menos sorpresiva en su cabeza, sonrió divertido de manera cálida.
-“Eso creo. Aunque esta es mi primera vez aquí.”
No, no lo es.
-“No había tenido la posibilidad de ver este paisaje antes.”-Miró a su alrededor, tranquilo, la brisa suave de la tarde paseaba por su cabello, el que sin querer había dejado crecer más de la cuenta, pronto sería tiempo para un corte, pues a él no le gusta verse mal, aunque al mismo Skyle no le preocupaban ese tipo de cosas.
Apreciaba como el viento movía la grama de la colina donde se encontraba el mirador, era un efecto algo curioso, tanto detalle que aquella mente quería retener, tantas cosas que a los demás solo eran boberías del día a día para él eran como un tesoro.
Salió de sus pensamientos por sí mismo y giró la cabeza para dirigirse de nuevo a la muchacha pero la notó ida, y escuchó aquellas palabras con un dejo suicida claro. Era la primera vez que le tocaba ver a alguien hundido en sí mismo, así como casi siempre lo encontraban a él.
-“¡L-Lo siento!”- Masculló algo intranquilo sin saber por qué se había disculpado. En su gesticulación y en su expresión corporal se notaba su incomodidad por la situación, no es que el mismo nunca hubiese pensado en algo como “desaparecer”, para asi darle menos problemas a su padre, para tal vez estando muerto, poder ser más útil que en vida, mas sabía que no tenía el coraje suficiente, ni siquiera para hacer verbales sus palabras, mucho menos compartirlas con alguien, algo en él rechazaba tajantemente la muerte, incluso la propia.
Skyle- Ocupación : Estudiante de 3°
Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 09/07/2012
Re: Noticias.
Se había dejado engañar por el magnetismo de los colores, por la magia del escenario. Una serie de visiones atacaron su mente; la imagen de sí misma inerte, con los ojos desorbitados apuntando hacia el cielo, la mandíbula floja, la sangre escurriéndole el cráneo, la sirena de la ambulancia y el rumor de la gente retumbando en sus oídos... Y esa puta puesta de sol decorando la escena.
¿Es la única salida?
Apenas su concentración fue interceptada por la endeble voz del muchacho, sus ojos recuperaron el brillo de la lucidez. Volvió la vista hacia él, de forma pausada, como esperando una explicación. Al no obtenerla, retomó la palabra con una sonrisa algo maliciosa dibujada en su expresión.
– ¿Por qué te disculpas? ¡Tú también estás solo! – Aplicó un tono juguetón, mientras pellizcaba suavemente una de las mejillas del joven con sus finos dedos. A ratos creía estar estableciendo un monólogo, una batalla interna en la que el otro no tenía nada que ver, pero de pronto recordaba que la acompañaban, como quien cae en cuenta que está respirando. En esos momentos, buscaba desesperadamente el contacto ajeno. Algo que le recordara dónde y por qué estaba allí... Y qué debía hacer.
Desorientada, volvió sus manos al barandal y la mirada hacia la ciudad, paseándola de un lado a otro, buscando identificar en el horizonte las respuestas de su actual crisis.
– No es como si tuviera el valor de lanzarme. ¿Te imaginas vivir después de la caída? Los huesos trizados, los músculos agarrotados, las convulsiones... Es algo que prefiero ahorrarme. – Agregó más tranquila, carente de su habitual encanto. No podía quitarse de encima el dolor en sus dedos cada vez que su padre se los quebraba con la tapa del piano. Con esta sensación en el cuerpo intentaba convencerse de lo que decía, perdiéndose en los colores del atardecer.
De pronto, Mine se sobresaltó como si hubiese recordado algo de la nada, empezó a hurgar el bolsillo de su vestido hasta encontrar una píldora de dudosa procedencia. Se la echó a la boca sin miramientos y la tragó con algo de dificultad; llevó la diestra hasta sus labios pues empezaban a temblarle. El silencio se coló entre ambos como el aviso provisional de un encuentro poco fortuito.
– Dime, ¿cómo te llamas? – Mine se dirigió al muchacho con algo más de humor, recuperando esa actitud agradable, dispuesta a entablar una conversación con un perfecto desconocido. Volvió el cuerpo para apoyar la espalda en el barandal, se cruzó de brazos y fijó sus ojos en el ajeno.
Esperando y esperando...
¿Es la única salida?
Apenas su concentración fue interceptada por la endeble voz del muchacho, sus ojos recuperaron el brillo de la lucidez. Volvió la vista hacia él, de forma pausada, como esperando una explicación. Al no obtenerla, retomó la palabra con una sonrisa algo maliciosa dibujada en su expresión.
– ¿Por qué te disculpas? ¡Tú también estás solo! – Aplicó un tono juguetón, mientras pellizcaba suavemente una de las mejillas del joven con sus finos dedos. A ratos creía estar estableciendo un monólogo, una batalla interna en la que el otro no tenía nada que ver, pero de pronto recordaba que la acompañaban, como quien cae en cuenta que está respirando. En esos momentos, buscaba desesperadamente el contacto ajeno. Algo que le recordara dónde y por qué estaba allí... Y qué debía hacer.
Desorientada, volvió sus manos al barandal y la mirada hacia la ciudad, paseándola de un lado a otro, buscando identificar en el horizonte las respuestas de su actual crisis.
– No es como si tuviera el valor de lanzarme. ¿Te imaginas vivir después de la caída? Los huesos trizados, los músculos agarrotados, las convulsiones... Es algo que prefiero ahorrarme. – Agregó más tranquila, carente de su habitual encanto. No podía quitarse de encima el dolor en sus dedos cada vez que su padre se los quebraba con la tapa del piano. Con esta sensación en el cuerpo intentaba convencerse de lo que decía, perdiéndose en los colores del atardecer.
De pronto, Mine se sobresaltó como si hubiese recordado algo de la nada, empezó a hurgar el bolsillo de su vestido hasta encontrar una píldora de dudosa procedencia. Se la echó a la boca sin miramientos y la tragó con algo de dificultad; llevó la diestra hasta sus labios pues empezaban a temblarle. El silencio se coló entre ambos como el aviso provisional de un encuentro poco fortuito.
– Dime, ¿cómo te llamas? – Mine se dirigió al muchacho con algo más de humor, recuperando esa actitud agradable, dispuesta a entablar una conversación con un perfecto desconocido. Volvió el cuerpo para apoyar la espalda en el barandal, se cruzó de brazos y fijó sus ojos en el ajeno.
Esperando y esperando...
Mine Sagan- Ocupación : Músico
Mensajes : 1143
Fecha de inscripción : 30/04/2012
Re: Noticias.
Sus gestos temerosos se acentuaron al momento de ver la chica volver en sí misma, y es que por un momento le dio la impresión de estar a punto de ser agredido, de estar estorbando, mas no era lo suficientemente sumiso como para apartarse de aquel encuentro, una parte de él no lo era y quería ir hasta el límite de cada situación que podía encontrar.
-Y-yo… L-lo siento… La verdad es que… No… lo sé…- Su sinceridad era digna de alabar y es que realmente no tenía la menor idea de por qué había soltado esas palabras. No sabía por qué no apartaba a la muchacha que ahora le tocaba con tanta familiaridad al punto de erizarle la piel por la poca costumbre. Cuando la muchacha comenzó a describir aquel repulsivo panorama tras un intento no concebido de suicidio Skyle sintió una punzada en el pecho y luego un malestar presente en su estómago, todo revuelto y la imagen demasiado bien formada en la cabeza como para ser meramente su imaginación.
Sintió asco y nauseas, por suerte la chica se calló y sin darse cuenta el mismo castaño había posado sus dedos largos sobre los labios ajenos, como petición de que no siguiera con eso. Al darse cuenta de su impertinencia se alejó de ella inmediatamente, optando por sentarse en una banca, su cara estaba muy pálida y las voces en su cabeza comenzaban a resonar con fuerza, el llanto y el desprecio se mezclaban como una melodía caótica sin partitura. Ni siquiera notó el gesto de la píldora que la joven ingirió.
Haz que se calle, haz que se calle….
“Qué mujer más interesante.”
Sacudió la cabeza enérgicamente, no debía prestarles atención, solo debía mantenerse con ella.
-Ah… Eh… Mi nombre… - Miró hacia los lados como si en algún rincón de aquel mirador se encontrara el letrero que indicaría la respuesta a tan mundana pregunta, mas la respuesta solo estaba en su cabeza. Escarbando, escarbando, escarbando, gesticulando sobre sus rodillas de manera sutil hasta encontrar su identidad.
-Skyle… -Susurró bajo, incómodo, opacado por la presencia de la muchacha.
-Y-yo… L-lo siento… La verdad es que… No… lo sé…- Su sinceridad era digna de alabar y es que realmente no tenía la menor idea de por qué había soltado esas palabras. No sabía por qué no apartaba a la muchacha que ahora le tocaba con tanta familiaridad al punto de erizarle la piel por la poca costumbre. Cuando la muchacha comenzó a describir aquel repulsivo panorama tras un intento no concebido de suicidio Skyle sintió una punzada en el pecho y luego un malestar presente en su estómago, todo revuelto y la imagen demasiado bien formada en la cabeza como para ser meramente su imaginación.
Sintió asco y nauseas, por suerte la chica se calló y sin darse cuenta el mismo castaño había posado sus dedos largos sobre los labios ajenos, como petición de que no siguiera con eso. Al darse cuenta de su impertinencia se alejó de ella inmediatamente, optando por sentarse en una banca, su cara estaba muy pálida y las voces en su cabeza comenzaban a resonar con fuerza, el llanto y el desprecio se mezclaban como una melodía caótica sin partitura. Ni siquiera notó el gesto de la píldora que la joven ingirió.
Haz que se calle, haz que se calle….
“Qué mujer más interesante.”
Sacudió la cabeza enérgicamente, no debía prestarles atención, solo debía mantenerse con ella.
-Ah… Eh… Mi nombre… - Miró hacia los lados como si en algún rincón de aquel mirador se encontrara el letrero que indicaría la respuesta a tan mundana pregunta, mas la respuesta solo estaba en su cabeza. Escarbando, escarbando, escarbando, gesticulando sobre sus rodillas de manera sutil hasta encontrar su identidad.
-Skyle… -Susurró bajo, incómodo, opacado por la presencia de la muchacha.
Skyle- Ocupación : Estudiante de 3°
Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 09/07/2012
Re: Noticias.
¿Skyle? ¡Skyle era un muy bonito nombre! De pronto, Mine sintió el irreprimible deseo de abrazarlo, de contarle toda su vida, de hablarle acerca de sus problemas y temores, e incluso de casarse con él. Aquél gesto del dedo le había parecido encantador, adorable, sencillamente espectacular. Mientras las pastillas empezaban a surtir efecto, la muchacha tomó asiento en la banca. Se aproximó a él de forma imprudente, casi pasando a llevar por completo su espacio personal, y aún si no se lo preguntó, aún si poco le importaba, empezó a hablar de sí:
– Yo soy Mine, ¡la señorita Mine Sagan! – Exclamó con mucha emoción y un ademán exageradamente femenino, mostrando un histrionismo impropio de su persona. – Tengo más dinero y talento de lo que mi pobre mente puede imaginar, ¿no es envidiable? ¡A cualquiera le gustaría ser yo! Incluso ahora mi familia está preparando una gran fiesta por mis logros – relató como si tuviese la inexplicable necesidad de llenar el silencio con su historia, con el peor de sus fracasos. Si se convencía a sí misma de lo genial que era, las cosas marcharían bien, ¿bien?
Cortó de golpe su respiración agitada, manteniendo la mirada fija en Skyle. Esta acabó por apagarse lentamente, toda esa energía investida en sus absurdas palabras se disipó y solo era ella, con expresión ausente, observándole.
– Pero... En estos momentos quisiera ser tú. Es curioso, ni yo entiendo por qué... – murmuró, perdiéndose por un instante. Sin pedir permiso, la muchacha detuvo sus manos sobre las de Skyle y se aferró a ellas con una suavidad extraña, buscando un cable a tierra que le mantuviese con él.
– Vamos, háblame de ti. Quiero saber cómo es la vida de los ciudadanos normales – suplicó encarecidamente, más tranquila que en un principio pero menos sonriente que antes.
– Yo soy Mine, ¡la señorita Mine Sagan! – Exclamó con mucha emoción y un ademán exageradamente femenino, mostrando un histrionismo impropio de su persona. – Tengo más dinero y talento de lo que mi pobre mente puede imaginar, ¿no es envidiable? ¡A cualquiera le gustaría ser yo! Incluso ahora mi familia está preparando una gran fiesta por mis logros – relató como si tuviese la inexplicable necesidad de llenar el silencio con su historia, con el peor de sus fracasos. Si se convencía a sí misma de lo genial que era, las cosas marcharían bien, ¿bien?
Cortó de golpe su respiración agitada, manteniendo la mirada fija en Skyle. Esta acabó por apagarse lentamente, toda esa energía investida en sus absurdas palabras se disipó y solo era ella, con expresión ausente, observándole.
– Pero... En estos momentos quisiera ser tú. Es curioso, ni yo entiendo por qué... – murmuró, perdiéndose por un instante. Sin pedir permiso, la muchacha detuvo sus manos sobre las de Skyle y se aferró a ellas con una suavidad extraña, buscando un cable a tierra que le mantuviese con él.
– Vamos, háblame de ti. Quiero saber cómo es la vida de los ciudadanos normales – suplicó encarecidamente, más tranquila que en un principio pero menos sonriente que antes.
Mine Sagan- Ocupación : Músico
Mensajes : 1143
Fecha de inscripción : 30/04/2012
Re: Noticias.
Aún el malestar se hacía presente, pero al momento de oírla hablar su voz pareció imponerse por sobre las otras y su atención se fijó en la femenina figura frente a él. Sus ojos admiraban sus finos labios y aquel esplendoroso cabello, detalles a los que no estaba acostumbrado de observar. Skyle escuchó atento y la exageración lo confundió, montando en su rostro una expresión de intriga al respecto la que desapareció gradualmente al mismo tiempo que la muchacha bajaba su energía hasta llegar a su estado natural.
No. No sabes lo que dices, no tienes idea de nada, ¡estás equivocada!
El toque en sus manos le hizo contraer los músculos de su cuerpo, pero de inmediato se obligó a relajarse. Era como un cachorro a punto de huir, pero estaba encadenado por una curiosidad interna, por quizás intuir el reflejo del espejo de una realidad no tan ajena a la suya. Era quizás el momento perfecto para comenzar a ser sincero.
-Es un gusto… S-señorita Sagan… S-sus palabras me halagan, aunque no creo tener nada que usted podría desear, yo… no entiendo qué es lo normal. –Skyle desvió la mirada, perdiéndose más allá de cada ranura que adornaba el suelo.
-Soy el hijo de un conocido empresario… Tengo más problemas que talento, n-no suelo desenvolverme bien con la gente y… ahora mismo… por alguna razón solo tengo ganas de… -De pronto y sin motivo las lágrimas comenzaron a desbordar de sus ojos. La expresión de sorpresa y vergüenza se mimetizaron en su rostro sin realmente haber una razón, no lo entendía. ¿Era acaso el superficial contacto entre sus manos? ¿Era acaso el haberse dado cuenta de cuán patética y mediocre era su vida? ¿Era saberse un bicho raro que ni siquiera debería estar donde estaba parado, sino encerrado en un cuarto blanco, como miles de veces le habían dicho a modo de burla durante aquellos años?, incluso antes de entrar a su pequeña jaula musical en Musette. Sí, estaba llorando, pero no desconsolado, era como si hubiesen echado a correr el agua del grifo y alguien hubiese olvidado cerrar el paso.
La figura de la chica se veía borrosa a sus ojos, y no quería imaginar su expresión, no había sido su intención arruinar todo aquello. Arrepentido inclinó el cuerpo en aquella banca, escondiendo la cabeza como lo haría un avestruz.
No. No sabes lo que dices, no tienes idea de nada, ¡estás equivocada!
El toque en sus manos le hizo contraer los músculos de su cuerpo, pero de inmediato se obligó a relajarse. Era como un cachorro a punto de huir, pero estaba encadenado por una curiosidad interna, por quizás intuir el reflejo del espejo de una realidad no tan ajena a la suya. Era quizás el momento perfecto para comenzar a ser sincero.
-Es un gusto… S-señorita Sagan… S-sus palabras me halagan, aunque no creo tener nada que usted podría desear, yo… no entiendo qué es lo normal. –Skyle desvió la mirada, perdiéndose más allá de cada ranura que adornaba el suelo.
-Soy el hijo de un conocido empresario… Tengo más problemas que talento, n-no suelo desenvolverme bien con la gente y… ahora mismo… por alguna razón solo tengo ganas de… -De pronto y sin motivo las lágrimas comenzaron a desbordar de sus ojos. La expresión de sorpresa y vergüenza se mimetizaron en su rostro sin realmente haber una razón, no lo entendía. ¿Era acaso el superficial contacto entre sus manos? ¿Era acaso el haberse dado cuenta de cuán patética y mediocre era su vida? ¿Era saberse un bicho raro que ni siquiera debería estar donde estaba parado, sino encerrado en un cuarto blanco, como miles de veces le habían dicho a modo de burla durante aquellos años?, incluso antes de entrar a su pequeña jaula musical en Musette. Sí, estaba llorando, pero no desconsolado, era como si hubiesen echado a correr el agua del grifo y alguien hubiese olvidado cerrar el paso.
La figura de la chica se veía borrosa a sus ojos, y no quería imaginar su expresión, no había sido su intención arruinar todo aquello. Arrepentido inclinó el cuerpo en aquella banca, escondiendo la cabeza como lo haría un avestruz.
Skyle- Ocupación : Estudiante de 3°
Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 09/07/2012
Re: Noticias.
Sin deshacer el contacto de sus manos con las ajenas, Mine disminuyó la distancia existente entre ambos inclinando su alegre rostro hacia él con aparente interés. Parpadeó un par de veces con la mirada clavada en el rostro compungido de Skyle, quien parecía querer ocultarse de esos ojos persecutorios que le examinaban con descaro.
Sin embargo, al hablar se esclareció la verdadera razón de su retraimiento, provocando que la muchacha se echase hacia atrás apagando gradualmente su expresión. Volvió la mirada hacia otro punto indefinido en el horizonte e incluso acabó apartando sus manos de él.
El llanto de Skyle y su posterior encogimiento descolocó al recoveco eufórico que aún restaba en su mente, suspendiéndolo para dar paso a la libre asociación de conceptos bien conocidos por ella. Desde el incidente con Lucien, Mine había llegado a la siniestra conclusión de que los humanos eran débiles, y que por ser débiles no podían hacer más cosa que llorar ante las adversidades. ¿Por qué estaba llorando él? ¿Es que acaso no había sido bendecido con una vida llena de libertades y amor? ¿No eran sus motivos demasiado burdos e insignificantes?
– ¿Por qué desperdicias tus lágrimas? – Cuestionó, esta vez de forma clara y audible, sin poder ya ocultar sus oscuros pensamientos. La expresión de Mine había cambiado por completo, permanecía suspendida en una especie de equilibrio entre la solemnidad y el decaimiento. De pronto se inclinó hacia él con una sonrisa extraña, claramente forzada por sus facciones. – ¿Tienes problemas con hacer amigos? ¿Tu padre es demasiado estricto? ¿Qué te aqueja, corazón? – Añadió más preguntas antes de que Skyle pudiese responder, pero su expresión no era menos sombría que la anterior.
Él seguía en la misma posición mientras que Mine le hablaba por sobre su cabeza, observando el curioso pañuelo con estampado de cebra que rodeaba su cuello. Dominada por un impulso que le hizo olvidar todo lo anteriormente dicho, la muchacha desató el nudo y deslizó el objeto por el cuello de Skyle hasta arrebatárselo. Le observó con curiosidad, volviendo a esa actitud infantilizada que contrastaba mucho con la anterior, en la que parecía una mujer severa. Acercó su delicado rostro hacia la pañoleta, hundiendo la punta de la nariz en sus tejidos.
– Me gusta tu olor... – Murmuró con los ojos cerrados.
Sin embargo, al hablar se esclareció la verdadera razón de su retraimiento, provocando que la muchacha se echase hacia atrás apagando gradualmente su expresión. Volvió la mirada hacia otro punto indefinido en el horizonte e incluso acabó apartando sus manos de él.
El llanto de Skyle y su posterior encogimiento descolocó al recoveco eufórico que aún restaba en su mente, suspendiéndolo para dar paso a la libre asociación de conceptos bien conocidos por ella. Desde el incidente con Lucien, Mine había llegado a la siniestra conclusión de que los humanos eran débiles, y que por ser débiles no podían hacer más cosa que llorar ante las adversidades. ¿Por qué estaba llorando él? ¿Es que acaso no había sido bendecido con una vida llena de libertades y amor? ¿No eran sus motivos demasiado burdos e insignificantes?
– ¿Por qué desperdicias tus lágrimas? – Cuestionó, esta vez de forma clara y audible, sin poder ya ocultar sus oscuros pensamientos. La expresión de Mine había cambiado por completo, permanecía suspendida en una especie de equilibrio entre la solemnidad y el decaimiento. De pronto se inclinó hacia él con una sonrisa extraña, claramente forzada por sus facciones. – ¿Tienes problemas con hacer amigos? ¿Tu padre es demasiado estricto? ¿Qué te aqueja, corazón? – Añadió más preguntas antes de que Skyle pudiese responder, pero su expresión no era menos sombría que la anterior.
Él seguía en la misma posición mientras que Mine le hablaba por sobre su cabeza, observando el curioso pañuelo con estampado de cebra que rodeaba su cuello. Dominada por un impulso que le hizo olvidar todo lo anteriormente dicho, la muchacha desató el nudo y deslizó el objeto por el cuello de Skyle hasta arrebatárselo. Le observó con curiosidad, volviendo a esa actitud infantilizada que contrastaba mucho con la anterior, en la que parecía una mujer severa. Acercó su delicado rostro hacia la pañoleta, hundiendo la punta de la nariz en sus tejidos.
– Me gusta tu olor... – Murmuró con los ojos cerrados.
Mine Sagan- Ocupación : Músico
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Re: Noticias.
Por más que preguntara Skyle no tenía ninguna respuesta a aquello, las lágrimas simplemente habían comenzado a salir sin ningún motivo, quizás era simplemente por ser quién era, o tal vez ni siquiera eran lágrimas que le pertenecían a Skyle.
-L-lo siento. La verdad, es que... no tiendo a llorar. Lo siento mucho. -Intentaba reprimir aquel líquido de sus ojos, ignorante de que la verdad era muy diferida a esa, y que cada vez que el pequeño que rondaba en su mente se hacía presente, las lágrimas eran tan comunes como el mismo hecho de respirar. Tal vez y hasta eran lágrimas de años atrás que aún luchaban por querer salir.
Solo cuando la muchacha se volvió a acercar a su rostro, el adolescente volvió a levantar el rostro, algo más sereno. Aquella pregunta no tenía respuesta y más bien le parecieron una burla que no podía enfrentar.
– La verdad es que… no lo sé.- Contestó de forma sincera, alzando de pronto la vista hacia el cielo para robar de la fresca brisa un suspiro profundo antes de agregar, en a penas un murmullo.- Supongo que nos sentimos solos…- Las lágrimas habían parado por completo. Aquella frase había sido susurrada sin tener la percepción de haber ocupado un pronombre plural.
Volvió a mirar a la muchacha y solo entonces se dio cuenta del pequeño robo que esta había efectuado. Automáticamente su mano se aferró al pañuelo, sin arrebatárselo, pero asegurándose que este seguía siendo de su propiedad.
No dijo nada, sino hasta oír las vergonzosas palabras.
-T...También me gusta su olor...!- Fue lo primero que respondió como un muchacho haciendo su primera confesión, pero no se trataba de nada de eso, era simplemente que Skyle, de alguna extraña manera, se sentía cómodo en la incomoda compañía de la chica.
-Eres una pesona inusual para mi.- Comentó con las mejillas aún coloreadas por la vergüenza de su llanto y por aquel extraño cumplido. – Es la primera vez que alguien me dice eso. - Pero no era así, más en su mente el recuerdo permanecía sellado como un oscuro secreto.
- Es extraño. ¿Está bien si no sé estas cosas? ¿Está bien si no logro entender nada de mi mismo? Incluso si no está bien no hay mucho que pueda hacer. ¿Es mediocre, verdad? Dígame, ¿le parezco agradable o detestable? Me gustaría que no fuera ninguna de ellas.- Dejó ir el pañuelo y ladeó la cabeza, mirandola con intensa curiosidad, esta vez cambiando su postura corporal, estaba más relajado luego de simplemente haber sido él.
-¿Lo quiere? El pañuelo, quiero decir.-
-L-lo siento. La verdad, es que... no tiendo a llorar. Lo siento mucho. -Intentaba reprimir aquel líquido de sus ojos, ignorante de que la verdad era muy diferida a esa, y que cada vez que el pequeño que rondaba en su mente se hacía presente, las lágrimas eran tan comunes como el mismo hecho de respirar. Tal vez y hasta eran lágrimas de años atrás que aún luchaban por querer salir.
Solo cuando la muchacha se volvió a acercar a su rostro, el adolescente volvió a levantar el rostro, algo más sereno. Aquella pregunta no tenía respuesta y más bien le parecieron una burla que no podía enfrentar.
– La verdad es que… no lo sé.- Contestó de forma sincera, alzando de pronto la vista hacia el cielo para robar de la fresca brisa un suspiro profundo antes de agregar, en a penas un murmullo.- Supongo que nos sentimos solos…- Las lágrimas habían parado por completo. Aquella frase había sido susurrada sin tener la percepción de haber ocupado un pronombre plural.
Volvió a mirar a la muchacha y solo entonces se dio cuenta del pequeño robo que esta había efectuado. Automáticamente su mano se aferró al pañuelo, sin arrebatárselo, pero asegurándose que este seguía siendo de su propiedad.
No dijo nada, sino hasta oír las vergonzosas palabras.
-T...También me gusta su olor...!- Fue lo primero que respondió como un muchacho haciendo su primera confesión, pero no se trataba de nada de eso, era simplemente que Skyle, de alguna extraña manera, se sentía cómodo en la incomoda compañía de la chica.
-Eres una pesona inusual para mi.- Comentó con las mejillas aún coloreadas por la vergüenza de su llanto y por aquel extraño cumplido. – Es la primera vez que alguien me dice eso. - Pero no era así, más en su mente el recuerdo permanecía sellado como un oscuro secreto.
- Es extraño. ¿Está bien si no sé estas cosas? ¿Está bien si no logro entender nada de mi mismo? Incluso si no está bien no hay mucho que pueda hacer. ¿Es mediocre, verdad? Dígame, ¿le parezco agradable o detestable? Me gustaría que no fuera ninguna de ellas.- Dejó ir el pañuelo y ladeó la cabeza, mirandola con intensa curiosidad, esta vez cambiando su postura corporal, estaba más relajado luego de simplemente haber sido él.
-¿Lo quiere? El pañuelo, quiero decir.-
Skyle- Ocupación : Estudiante de 3°
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Re: Noticias.
La reacción del muchacho le desorientó por completo, aquella expresión bien compuesta se desarmó en el momento que se vio dominada por la incertidumbre y por sus gestos llenos de inocencia. Mine le observó como si de la nada un completo desconocido hubiese iniciado una conversación con ella. Aquellos gestos llenos de ternura e inseguridad le recordaban a su hermano menor, quien probablemente era la última persona a quien quería evocar en sus pensamientos.
Se limitó a situar la mirada sobre la mano de Skyle, la cual ahora se aferraba débilmente al pañuelo de cebra, sin responder a sus preguntas. ¿Cómo hacerlo si ni siquiera ella sabía dónde se encontraba, con quién hablaba y por qué lo hacía? Las vías que seguían sus pensamientos se desviaron nuevamente hacia el casi imperceptible rubor de Skyle, hacia la remembranza del comportamiento de Sel y a sus irreprimibles deseos de hacerse con todo lo que él tuviese.
No, Skyle no era como su hermano, quien parecía haber sido bendecido con el talento y la determinación que ella tanto carecía. Era como si su madre hubiese mantenido esas cualidades en reserva desde el útero para su hijo, dejándola completamente al margen. Pero él no transmitía nada parecido... Entonces, ¿por qué sus palabras le producían esa sensación tan cálida como desagradable en la boca del estómago? Aquellos temores latentes... ¿En qué consistían? Mine no le entendía, pero no era algo que quisiera exteriorizar.
– No... No lo quiero... – respondió firme ante su ofrecimiento, tendiéndole el pañuelo para que se permitiera recuperarlo. Dejó correr un breve silencio entre ambos antes de dibujar el atisbo de una sonrisa en sus labios, sin abandonar aquél aura ligeramente sombría que le rodeaba. – Te lo arrebataré en el momento que más lo necesites, cuando se vuelva tu bien más preciado – agregó con voz aterciopelada en el momento que decidió envolver el cuello de Skyle con la pañoleta, reduciendo nuevamente la distancia. – Solo entonces lo tomaré como mío... – agregó poco antes de anudar el objeto en su nuca, presionando el contorno de su garganta de forma sutil.
Se limitó a situar la mirada sobre la mano de Skyle, la cual ahora se aferraba débilmente al pañuelo de cebra, sin responder a sus preguntas. ¿Cómo hacerlo si ni siquiera ella sabía dónde se encontraba, con quién hablaba y por qué lo hacía? Las vías que seguían sus pensamientos se desviaron nuevamente hacia el casi imperceptible rubor de Skyle, hacia la remembranza del comportamiento de Sel y a sus irreprimibles deseos de hacerse con todo lo que él tuviese.
No, Skyle no era como su hermano, quien parecía haber sido bendecido con el talento y la determinación que ella tanto carecía. Era como si su madre hubiese mantenido esas cualidades en reserva desde el útero para su hijo, dejándola completamente al margen. Pero él no transmitía nada parecido... Entonces, ¿por qué sus palabras le producían esa sensación tan cálida como desagradable en la boca del estómago? Aquellos temores latentes... ¿En qué consistían? Mine no le entendía, pero no era algo que quisiera exteriorizar.
– No... No lo quiero... – respondió firme ante su ofrecimiento, tendiéndole el pañuelo para que se permitiera recuperarlo. Dejó correr un breve silencio entre ambos antes de dibujar el atisbo de una sonrisa en sus labios, sin abandonar aquél aura ligeramente sombría que le rodeaba. – Te lo arrebataré en el momento que más lo necesites, cuando se vuelva tu bien más preciado – agregó con voz aterciopelada en el momento que decidió envolver el cuello de Skyle con la pañoleta, reduciendo nuevamente la distancia. – Solo entonces lo tomaré como mío... – agregó poco antes de anudar el objeto en su nuca, presionando el contorno de su garganta de forma sutil.
Mine Sagan- Ocupación : Músico
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Re: Noticias.
Le sorprendió la respuesta en negativa de la joven ante su ofrecimiento y es que al igual que los abusadores de sus escuelas anteriores sabía que en caso de que te quisieran arrebatar algo era mejor ofrecerlo, así como ponerse el parche antes de la herida y las probabilidades de que efectivamente te lo arrebataran eran reducidas, al menos en un 30%. Pero claro, nada de eso comprendía Skyle, era simplemente la costumbre de evitar verse perjudicado o dañado. Las mismas palabras de mine le hicieron confirmar su pensamiento inicial. Había malicia en ella, pero no como la de sus antiguos compañeros, era extraño, ella no lo odiaba.
Al momento en que los rizos de Mine rozaron su nariz y ésta se encargaba de poner el pañuelo de vuelta en su lugar, habló en un susurro, un poco impropio de él, pero sin pertenecer a nadie más. Sentía a la perfección la presión en su garganta que rozaba en el límite de lo permitido, pero no se exasperó, cerró los ojos antes de hablar, confiando plenamente en la desconocida.
-Ya lo es. Es lo único que me es preciado, y ni siquiera sé el por qué.- Era como tentar al diablo a arrepentirse y llevarse lo antes negado, era un burla humilde y era exponerse a ella. El desconocimiento de Skyle parecía absurdo, ya que “no sabía el porqué de nada” y lo admitía tan francamente que exasperaba.
-¿Quiere algo preciado también?- La pregunta resonó junto a la brisa pasajera. No había sido una pregunta malintencionada, simplemente había fluido ante las propias palabras de ella.
¿Sino qué otro sentido tendría arrebatar algo preciado para alguien más? ¿Solo esperar ese momento? ¿Bajo qué necesidad?
Una que otra persona, simples transeúntes, adornaban el escenario montado para ellos dos. Sin tener mayor importancia, siendo entes pasajeros que iban y venían en un horario donde el trabajo terminaba y era hora de volver a casa.
¿A dónde entonces volverían ellos dos?
Al momento en que los rizos de Mine rozaron su nariz y ésta se encargaba de poner el pañuelo de vuelta en su lugar, habló en un susurro, un poco impropio de él, pero sin pertenecer a nadie más. Sentía a la perfección la presión en su garganta que rozaba en el límite de lo permitido, pero no se exasperó, cerró los ojos antes de hablar, confiando plenamente en la desconocida.
-Ya lo es. Es lo único que me es preciado, y ni siquiera sé el por qué.- Era como tentar al diablo a arrepentirse y llevarse lo antes negado, era un burla humilde y era exponerse a ella. El desconocimiento de Skyle parecía absurdo, ya que “no sabía el porqué de nada” y lo admitía tan francamente que exasperaba.
-¿Quiere algo preciado también?- La pregunta resonó junto a la brisa pasajera. No había sido una pregunta malintencionada, simplemente había fluido ante las propias palabras de ella.
¿Sino qué otro sentido tendría arrebatar algo preciado para alguien más? ¿Solo esperar ese momento? ¿Bajo qué necesidad?
Una que otra persona, simples transeúntes, adornaban el escenario montado para ellos dos. Sin tener mayor importancia, siendo entes pasajeros que iban y venían en un horario donde el trabajo terminaba y era hora de volver a casa.
¿A dónde entonces volverían ellos dos?
Skyle- Ocupación : Estudiante de 3°
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Re: Noticias.
La impresión se dibujó rápidamente en su semblante ante aquella imprevista contestación. Mine deslizó con cuidado las manos por la pañoleta, sin soltarla, sin apartarle los ojos de encima a Skyle.
– ¿Lo único? – Repitió ladeando el rostro, imitando aquél tono infantil que de cuando en cuando le caracterizaba, muy similar al que empleaba cuando quería convencer a alguien de cometer alguna bajeza. El brillo en sus ojos experimentó un deliberado cambio, se encontraban expectantes y ligeramente indignados, como si los rieles por los que transitaban sus pensamientos hubiesen sufrido una drástica modificación. Sin previo aviso, los orbes anaranjados de la muchacha se tornaron sombríos mas la delicada sonrisa en sus labios no desapareció. – ¿No es un tanto duro que lo único preciado para ti sea este pedazo de tela? ¡Incluso alguien como yo considera que eso es algo despreciable! ¡No quiero algo así! – Habló traviesa, en contraste a lo que decía, aferrándose al pañuelo de Skyle mientras acortaba la distancia entre su rostro y el ajeno.
¡Qué caos mental más escabroso acontecía en su mente! La imagen de Skyle se confundía no solo con la de su hermano sino que también con la de su padre... Y aún peor, habían lapsos en los que se perdía y se relacionaba con su autoimagen, consigo misma, transformando su actitud según la nueva conducción de afectos, ceñidos al odio y al desprecio de los suyos, de su propia forma de ser.
Mine dejó escapar una risotada suave, proveniente de su estómago, la cual luchaba contra sus carnosos labios sin despegar, aderezados por el labial con el que solía pintarlos. Su cuerpo temblaba, sus puños ceñían la pañoleta con fuerza y fidelidad. Su frente acabó chocando contra la de Skyle.
– No eres mejor que ese sujeto... No eres mejor que nadie... – masculló al muchacho con voz aterciopelada, nuevamente parecía estar hablando consigo misma. Estudió cuidadosamente el largo de sus pestañas, sintió el roce de la punta de su fría nariz, su respiración combatiendo con la suya propia. Quería entender tantas cosas, ¿por qué él había de darle las respuestas? ¿Por qué le veía tan vulnerable? ¿Por qué le daba tanta importancia a un objeto material sin siquiera conocer la razón? Empezaba a enfurecerse, su ceño se arrugó de forma gradual, sus dientes apretaban, pregunta tras pregunta. – ...¡Y ni siquiera sabes la razón! – Agregó sin esperar a que el ajeno notara el súbito cambio de humor para apartarle de sí con un violento empujón, liberándolo de su agarre.
Invadida por un pensamiento fugaz cayó en cuenta de que no había contestado a su pregunta... ¿Le consideraba agradable o destestable? En verdad, no lo sabía. Mine le observó, molesta, percibiendo las miradas de los escasos transeúntes que por allí pasaban, ansiosos de atestiguar una supuesta disputa entre enamorados.
– ¿Lo único? – Repitió ladeando el rostro, imitando aquél tono infantil que de cuando en cuando le caracterizaba, muy similar al que empleaba cuando quería convencer a alguien de cometer alguna bajeza. El brillo en sus ojos experimentó un deliberado cambio, se encontraban expectantes y ligeramente indignados, como si los rieles por los que transitaban sus pensamientos hubiesen sufrido una drástica modificación. Sin previo aviso, los orbes anaranjados de la muchacha se tornaron sombríos mas la delicada sonrisa en sus labios no desapareció. – ¿No es un tanto duro que lo único preciado para ti sea este pedazo de tela? ¡Incluso alguien como yo considera que eso es algo despreciable! ¡No quiero algo así! – Habló traviesa, en contraste a lo que decía, aferrándose al pañuelo de Skyle mientras acortaba la distancia entre su rostro y el ajeno.
¡Qué caos mental más escabroso acontecía en su mente! La imagen de Skyle se confundía no solo con la de su hermano sino que también con la de su padre... Y aún peor, habían lapsos en los que se perdía y se relacionaba con su autoimagen, consigo misma, transformando su actitud según la nueva conducción de afectos, ceñidos al odio y al desprecio de los suyos, de su propia forma de ser.
Mine dejó escapar una risotada suave, proveniente de su estómago, la cual luchaba contra sus carnosos labios sin despegar, aderezados por el labial con el que solía pintarlos. Su cuerpo temblaba, sus puños ceñían la pañoleta con fuerza y fidelidad. Su frente acabó chocando contra la de Skyle.
– No eres mejor que ese sujeto... No eres mejor que nadie... – masculló al muchacho con voz aterciopelada, nuevamente parecía estar hablando consigo misma. Estudió cuidadosamente el largo de sus pestañas, sintió el roce de la punta de su fría nariz, su respiración combatiendo con la suya propia. Quería entender tantas cosas, ¿por qué él había de darle las respuestas? ¿Por qué le veía tan vulnerable? ¿Por qué le daba tanta importancia a un objeto material sin siquiera conocer la razón? Empezaba a enfurecerse, su ceño se arrugó de forma gradual, sus dientes apretaban, pregunta tras pregunta. – ...¡Y ni siquiera sabes la razón! – Agregó sin esperar a que el ajeno notara el súbito cambio de humor para apartarle de sí con un violento empujón, liberándolo de su agarre.
Invadida por un pensamiento fugaz cayó en cuenta de que no había contestado a su pregunta... ¿Le consideraba agradable o destestable? En verdad, no lo sabía. Mine le observó, molesta, percibiendo las miradas de los escasos transeúntes que por allí pasaban, ansiosos de atestiguar una supuesta disputa entre enamorados.
Mine Sagan- Ocupación : Músico
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Re: Noticias.
– Sí, probablemente. – Contestó el tímido muchacho como si le respondiera a las voces en su cabeza, por alguna razón la chica sonaba ligeramente como él y ligeramente como alguien totalmente ajeno a su cabeza. Incluso sintiéndose terriblemente intimidado no era capaz de apartarla y huir, no, más bien no tenía intención alguna de hacer aquello, incluso si su mirada parecía despreciarlo, incluso si se sentía juzgado y menospreciado, había algo magnético para él en ella, podía notar cada cambio de una forma que quizás nadie más veía y se sentía fascinado por ello, sofocado también por la repentina cercanía. Su respiración pareció delinearse en su pecho, pudiendo contar con facilidad su frecuencia, tenía miedo, sí, pero era uno del que no tenía necesidad de escapar, del que Zebra no tenía que llevárselo, del que se sentía amante y sumiso.
Un temblor en el cuerpo ajeno le hizo desviar la mirada y recorrer los delicados hombros de ella. Sus manos se alzaron con la intención de acariciar su rostro, pero se detuvieron en seco y sin reparos al oír la despectiva frase.
“No eres mejor que nadie…”
– Sí, lo sé. – Admitió con vacío en sus palabras, vacío en su mirada y en su cabeza. No le había herido, era la verdad y la realidad que tenía asumida desde siempre. Nunca ha sido mejor que nadie, ni peor que alguien.
Sintió el golpe en su frente, obligándolo a cerrar los ojos para que en la oscuridad detrás de sus parpados pudiera percibir las furiosas sensaciones que del cuerpo de la chica venían, como si pudiera oír su voz más allá de la que sus cuerdas vocales producían, más allá de la que sus labios le permitían hacer sonar. El empujón le oprimió un poco el pecho, pero lo notó a la perfección, el significado tras las palabras, lo que el silencio murmuraba: Ninguno era mejor que ninguno, ninguno de los dos era algo realmente valioso para alguien, así como el pañuelo. Tan indigno y despreciable.
Ella se apartó y él simplemente se tocó ahí donde ella había posado sus manos para rechazarle. Alzó la cabeza y encontró su mirada molesta, él sin decir nada se hubo puesto de pie, caminando hasta ella, alzando de nuevo su mano para tocar a penas su frente con sus dedos.
-¿Tienes hambre?- Fue su única pregunta, muy fuera de todo aquel y engorroso contexto. Tal vez la mente de Skyle divagaba mucho en el silencio y era poco lo que su boca explicaba para llegar a sus conclusiones, pero ¿qué caso tenía enfadarse? ¿Qué caso tenía llorar o sentirse mal? ¿Qué importancia tenía ser nada en aquel mundo? Hasta no ser odiado, no tenía por qué llorar o lamentarse.
-Vamos a algún lugar –Propuso tomándole una de sus manos, igual de torpe como cada movimiento que hacía, sin respeto, sin ofensa, sin ninguna otra intención más que simplemente ese contacto que les ayudaría a avanzar.
Un temblor en el cuerpo ajeno le hizo desviar la mirada y recorrer los delicados hombros de ella. Sus manos se alzaron con la intención de acariciar su rostro, pero se detuvieron en seco y sin reparos al oír la despectiva frase.
“No eres mejor que nadie…”
– Sí, lo sé. – Admitió con vacío en sus palabras, vacío en su mirada y en su cabeza. No le había herido, era la verdad y la realidad que tenía asumida desde siempre. Nunca ha sido mejor que nadie, ni peor que alguien.
Sintió el golpe en su frente, obligándolo a cerrar los ojos para que en la oscuridad detrás de sus parpados pudiera percibir las furiosas sensaciones que del cuerpo de la chica venían, como si pudiera oír su voz más allá de la que sus cuerdas vocales producían, más allá de la que sus labios le permitían hacer sonar. El empujón le oprimió un poco el pecho, pero lo notó a la perfección, el significado tras las palabras, lo que el silencio murmuraba: Ninguno era mejor que ninguno, ninguno de los dos era algo realmente valioso para alguien, así como el pañuelo. Tan indigno y despreciable.
Ella se apartó y él simplemente se tocó ahí donde ella había posado sus manos para rechazarle. Alzó la cabeza y encontró su mirada molesta, él sin decir nada se hubo puesto de pie, caminando hasta ella, alzando de nuevo su mano para tocar a penas su frente con sus dedos.
-¿Tienes hambre?- Fue su única pregunta, muy fuera de todo aquel y engorroso contexto. Tal vez la mente de Skyle divagaba mucho en el silencio y era poco lo que su boca explicaba para llegar a sus conclusiones, pero ¿qué caso tenía enfadarse? ¿Qué caso tenía llorar o sentirse mal? ¿Qué importancia tenía ser nada en aquel mundo? Hasta no ser odiado, no tenía por qué llorar o lamentarse.
-Vamos a algún lugar –Propuso tomándole una de sus manos, igual de torpe como cada movimiento que hacía, sin respeto, sin ofensa, sin ninguna otra intención más que simplemente ese contacto que les ayudaría a avanzar.
Skyle- Ocupación : Estudiante de 3°
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Re: Noticias.
La estupefacción se dibujó de inmediato en su semblante en el momento que percibió aquél grácil contacto sobre su mano. Descendió su mirada hacia ella, notando que Skyle la tomaba con sencillez, sin ninguna pretensión aparente. Volvió a encontrar miradas con él en un intento por comprenderlo, echando al olvido toda la molestia previa como si nunca hubiera existido. El cambio de tema solo le significó extrañeza por meros segundos pues este pareció reconducir de inmediato la conversación.
Comida, ciertamente se moría de hambre.
– ¡Ah! – Soltó una suerte de suspiro que simulaba sorpresa, acompañando el gesto con la mano libre que acababa de detenerse en una de sus blancas mejillas y con el sutil rubor que se apoderaba de ellas, pero fue una reacción tan a destiempo que resultaba del todo fingida. La ansiedad acrecentaba en el fuero interno de Mine, incrementando su desorden emocional, en su mente circulaban una serie de ocurrencias del todo preconcebidas que no podía guardarse para sí. – ¡¿Esto es una cita?! – Preguntó con los ojos brillantes y los labios ligeramente temblorosos, demostrando una emoción inusitada que relajó sus músculos y provocó que incluso diera un par de saltitos al unísono de su interrogante.
Le había tomado la mano ¿no? ¡Era evidente que estaban saliendo! Las reflexiones de este calibre iban y venían, formulando un auténtico monólogo en el momento que decidió arrimarse del brazo de Skyle y abandonar la banca de su primer encuentro:
– Me... ¡Me gustan las pastas! Pero creo que no tengo tanto dinero en mi cartera como para ir a un restaurante... A menos que sea de esas instantáneas, ¿hum? ¿Cómo sabrán? – Se preguntó a sí misma haciendo una clara referencia a los supermercados, esos misteriosos establecimientos en los que circulaba el vulgo común, sitios que jamás había tenido la oportunidad de visitar debido a su condición de niña rica y consentida. Como recordando la presencia del muchacho, se volvió a él a preguntar: – ¿Tú sabes?
Comida, ciertamente se moría de hambre.
– ¡Ah! – Soltó una suerte de suspiro que simulaba sorpresa, acompañando el gesto con la mano libre que acababa de detenerse en una de sus blancas mejillas y con el sutil rubor que se apoderaba de ellas, pero fue una reacción tan a destiempo que resultaba del todo fingida. La ansiedad acrecentaba en el fuero interno de Mine, incrementando su desorden emocional, en su mente circulaban una serie de ocurrencias del todo preconcebidas que no podía guardarse para sí. – ¡¿Esto es una cita?! – Preguntó con los ojos brillantes y los labios ligeramente temblorosos, demostrando una emoción inusitada que relajó sus músculos y provocó que incluso diera un par de saltitos al unísono de su interrogante.
Le había tomado la mano ¿no? ¡Era evidente que estaban saliendo! Las reflexiones de este calibre iban y venían, formulando un auténtico monólogo en el momento que decidió arrimarse del brazo de Skyle y abandonar la banca de su primer encuentro:
– Me... ¡Me gustan las pastas! Pero creo que no tengo tanto dinero en mi cartera como para ir a un restaurante... A menos que sea de esas instantáneas, ¿hum? ¿Cómo sabrán? – Se preguntó a sí misma haciendo una clara referencia a los supermercados, esos misteriosos establecimientos en los que circulaba el vulgo común, sitios que jamás había tenido la oportunidad de visitar debido a su condición de niña rica y consentida. Como recordando la presencia del muchacho, se volvió a él a preguntar: – ¿Tú sabes?
Mine Sagan- Ocupación : Músico
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