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-Memoria- Perdido -Libre-
Music is War :: Glass City :: Centro de la Ciudad :: Calles
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-Memoria- Perdido -Libre-
- Spoiler:
- Toma lugar justo después de la historia de mi ficha. Lo resumo muy brevemente:Cuando toma consciencia, se encuentra metido en el agua sin ser capaz de reconocerse en su propio reflejo. Alguien le llama por su nombre; suena a triunfo, pero Noeul no sabe por qué. Luego siente un dolor agudo en el cuello. En un parpadeo se encuentra en un tanatorio, violín en mano, tocando para un muerto desconocido que no lo es tanto: una foto entre flores les muestra juntos. Eso desata recuerdos confusos de él al lado de (lo que cree que es) una familia por generaciones, sin embargo él no parece envejecer. La confusión le asfixia, el pánico le empuja, y sin pensarlo, echa a correr.
La idea es que quien responda, será la primera persona con la que se haya topado Noeul después de todo este caos.
Se había dejado arrastrar por el pánico, sus pies vagando sin rumbo por las calles de Glass City mientras el desconcierto le nublaba el juicio, pero al fin la razón comenzó a abrirse paso entre la bruma de la confusión: había llegado allí por algún motivo, y en un velatorio siempre hay conocidos del difunto, ¿no? Las pocas monedas y la esquela arrugada en su bolsillo eran las únicas pistas que tenía. La noche ya cubría la ciudad cuando Noeul desanduvo el camino hacia el tanatorio, el corazón martilleándole las costillas, debatiéndose entre el rechazo a volver a aquel lugar y el temor a encontrarlo cerrado.
Allí plantado frente al edificio, su mano buscó torpemente su pecho intentando aplacar los latidos: el dichoso tanatorio seguía abierto, menuda hora más rara para velar a alguien, quizá fuese la última voluntad del finado, vete tú a saber por qué. Al menos podía decir que estaba de suerte. Respiró hondo antes de cruzar el umbral, con pasos que querían ser firmes pero temblaban más que un flan. Su mirada se desvió hacia el violín abandonado mientras se acercaba al féretro, creyendo sentir el eco de las notas retumbar en sus oídos, como un recuerdo de ese extraño despertar. Eso le hizo pensar: ¿Desde cuándo sabía tocar? Era como si llevase toda la vida haciéndolo, las partituras flotaban en su memoria sin poder ubicar dónde las aprendió ni cuándo.
Recogió el instrumento con su arco, comprobó que estuviera en buen estado y lo apoyó contra el soporte que sostenía el féretro. Tenía intenciones de llevárselo, por supuesto, al fin y al cabo, con la miseria que llevaba encima le venía bien tener algo de valor. Suspiró con pesadez cuando se vio obligado a volver al tema por el que estaba allí. El violín le había servido de excusa para postergar el momento de mirarle la cara al muerto. Levantó la vista al techo, tomó aire y tragó saliva antes de bajar la mirada hacia aquella tez pálida. Joven aún, treinta y tantos quizá, con un elegante traje blanco, bien guapo para la ocasión. Tras asegurarse de que seguía solo, se inclinó sobre el ataúd para examinar mejor aquellas facciones.
"¿Por qué cojones no sé quién eres?", murmuró, escudriñando cada milímetro. De pronto, una punzada le atravesó el cuello y con ella llegaron retazos sueltos: sabor a sangre, agua helada, rostros borrosos y una voz pronunciando su nombre. Meneó la cabeza y retrocedió, rozándose la marca metálica del cuello, la cual estaba cubierta por una venda. Estaba empezando a odiar (aún más) todo este asunto.
Echó otro vistazo a su alrededor deseando acabar pronto, cayendo en la cuenta de que el violín seguía tirado en el suelo cuando volvió; de haber pasado alguien, lo habría recogido, ¿no? Recorrió la estancia con la mirada hasta dar con el libro de condolencias y se acercó a él a zancadas para hojearlo. Ni una sola firma, ni una palabra escrita en aquellas páginas inmaculadas, ni siquiera él mismo parecía haber garabateado nada antes de... de lo que sea que le estaba pasando. Resopló frustrado, ¿qué clase de persona no tiene ni un alma que venga a despedirle? ¿Y él qué pintaba en todo esto? ¿Era su único contacto con el mundo o qué?
Soltó un gruñido al ver que no sacaría nada en claro. Se acercó a recoger de nuevo el violín, lanzó una última mirada de reojo al fiambre, y como quien no quiere la cosa, se largó de allí. Ahora mismo tenía una preocupación más urgente: no tenía ni donde caerse muerto. Se quedó ahí plantado frente a la entrada del tanatorio, debatiéndose sobre qué hacer a partir de ahora, hacia dónde ir. Ni siquiera reconocía las calles como para volver a ninguna parte.
Noeul- Ocupación : Ciudadano
Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 16/11/2024
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