Melodías en la Oscuridad.「Priv. Raum」

El cielo estaba cubierto de nubes oscuras que parecían extenderse sin fin, una brisa helada recorría el cementerio. Yves con las manos en los bolsillos de su abrigo, caminaba por las desoladas tumbas. Era el lugar perfecto para un paseo nocturno después de una sesión de trabajo intensa. Sus pasos se detuvieron de golpe al oír una melodía extraña en el aire: el sonido delicado, aunque profundo, de un violín desgarrador. Alzó una ceja, curioso, y siguió el sonido.

Entre las lápidas y las sombras, lo vio: un hombre de piel pálida como el papel, con un aura perturbadora, tocando un violín. Su cabello, con un destello rosado bajo la luz de la luna, parecía casi fuera de lugar en un entorno tan lúgubre. A Yves le atrajo de inmediato aquella escena macabra pero fascinante, y sin poder evitarlo, se acercó con una sonrisa traviesa dibujada en su rostro.

— Vaya, vaya...— dijo Yves, deteniéndose justo a unos metros de distancia — No todos los días te encuentras a alguien tocando algo tan triste en un lugar tan... vivo, ¿eh?— agregó, dejando escapar una pequeña risa entre dientes, mientras observaba al músico con una mirada juguetona y desafiante.

Yves se mantuvo en silencio un momento, observando a al rubio con una sonrisa torcida. Con pasos ligeros y despreocupados, se acercó más, sin mostrar una pizca de arrepentimiento por su interrupción.

—Oh, mis disculpas, señor violinista,— Dijo con una ligera reverencia exagerada, levantando una mano sosteniendo su sombrero. —No pretendía molestar a tu público tan... encantador.— Su mirada se desvió hacia las tumbas, como si estuviera examinando al "auditorio" con falso interés. —Aunque debo decir que no parecen ser los mejores críticos, ¿no crees?—

Yves se enderezó, llevándose una mano a la barbilla como si reflexionara sobre el comentario del contrario. Sus ojos bicolores brillaron en la penumbra mientras lo analizaba, notando el cansancio y la tristeza detrás de su compostura fría. Había algo en él que le recordaba a los seres con los que había pasado siglos.

—Y me llamo Yves,— Agregó de repente, rompiendo el silencio. —Aunque algunos me conocen por nombres que prefiero no recordar...— La sonrisa se ensanchó, casi burlona. —Pero basta de hablar de mí, porque honestamente, me intriga más tu pequeña serenata fúnebre. No todos los días te encuentras a un hombre tan apuesto en un lugar tan... muerto.—

Yves dio un par de pasos hacia adelante, su andar era casi danzante, como si jugara con el espacio a su alrededor. Se acercó a la tumba donde Raum había estado tocando y con un gesto teatral hizo una reverencia, extendiendo su brazo como si invitara a Raum a continuar.

—Así que, Raum, ¿cómo te sentirías si te pidiera un bis?— Preguntó con un tono entre juguetón y provocador, levantando las cejas con una sonrisa de complicidad. —Claro, si es que no te molesta compartir el escenario con un alma viva esta vez.—

Yves sonrió con un brillo travieso en sus ojos al escuchar las palabras de Raum. El rechazo inicial no lo intimidó, al contrario, lo consideró una invitación a profundizar el juego. El joven de ojos escarlata parecía un alma sombría y enigmática, lo que solo avivó más su curiosidad.

— Ah, qué exigente eres, Raum, — dijo en tono burlón mientras giraba sobre sí mismo, abriendo los brazos como si estuviera ante un escenario invisible. — Me pides dotes artísticos, y yo, que solía hacer girar cabezas desde el escenario, ¡Me siento halagado por el desafío!—

Yves se inclinó ligeramente, bajando su mirada hasta donde Raum estaba sentado. La risa burlona que había soltado y los colmillos afilados que asomaron lo hicieron reír suavemente, aunque con un toque de picardía.

— Pero, — continuó el platinado mientras comenzaba a caminar alrededor de Raum, trazando círculos como un depredador sutil y juguetón — demostrar lo vivo que estoy... Bueno, eso podría requerir más que una simple actuación. Tal vez lo que buscas es algo más íntimo, ¿No es así? —

Se detuvo frente a él, inclinándose un poco sin perder la sonrisa. — Dices que los vivos a veces cansan... pero algo me dice que no soy el tipo de compañía que te dejaría indiferente. — Yves alzó una ceja, dejando que el comentario quedara suspendido en el aire. Su tono, entre juguetón y sugerente, indicaba que estaba dispuesto a seguir provocando para ver cómo reaccionaba el violinista.

— Raum Shape, ¿eh?,— añadió mientras jugueteaba con un mechón de su cabello, su mirada recorriendo la figura del demonio con un interés descarado. — Pero, ya que deseas una prueba de vida... ¿Por qué no comenzamos por algo sencillo?—

Yves extendió su mano hacia Raum, como si estuviera a punto de invitarlo a un baile —Baila conmigo bajo esta luna, y tal vez, solo tal vez, te muestre lo que puedo hacer más allá de lo artístico. Después de todo, ¿No es la vida misma el arte más complicado?— finalizó, esperando la reacción contraría, mientras mantenía su expresión de misterio y desafío.

Spoiler:

Yves observó con detenimiento la respuesta de Raum, captando cada leve cambio en su expresión. Por un momento, notó la sorpresa en los ojos del demonio cuando mencionó el baile. Yves disfrutaba de encontrar esas pequeñas grietas en las personas, y aunque la reacción inicial fue de enojo, supo que había tocado una fibra más profunda de lo que esperaba. Raum, con su aire serio y distante, estaba lleno de secretos y dolores ocultos. Eso lo hacía aún más interesante.

Cuando finalmente escuchó el "bien", una sonrisa lenta y traviesa se dibujó en su rostro. Raum había aceptado la propuesta, lo cual lo llenó de una emoción electrizante. Sintió la mano de Raum tomar la suya, y no pudo evitar una risa ligera y divertida al ver cómo el demonio se ponía de pie y se preparaba para el baile.

— Ah, Raum...— susurró mientras el espacio entre ambos se reducía. Sintió la mano del demonio sobre su hombro y la seguridad con la que se acercó, lo cual solo intensificó el fuego juguetón en los ojos de Yves. —Veamos qué tan bien recuerdas los pasos, entonces.—

Respectiva canción:

Con su mano libre colocada firmemente en la cintura de Raum, Yves comenzó a moverse de forma lenta pero firme. Mientras guiaba el baile, su voz comenzó a tararear de forma suave y melódica el "Valse Sentimentale" de Tchaikovsky. Cada nota que salía de su boca era delicada, cargada de una sutil emoción que contrastaba con su actitud juguetona de antes. La melodía parecía fluir de él de manera natural, llenando el aire del cementerio con una dulzura inesperada, casi melancólica. El ambiente se había llenado de una extraña tensión, entre la provocación y la curiosidad. Al Ángel caido le encantaba ese tipo de momentos, en los que lo inesperado podía surgir en cualquier instante.

Sus movimientos eran gráciles, elegantes, llevándose al demonio en cada giro, mientras la tarareada continuaba envolviéndolos en una atmósfera íntima y nostálgica. Yves, con una sonrisa suave en los labios, lo miraba directamente a los ojos, sus heterocromáticos ojos centelleando a la luz de la luna.

— Este vals...— murmuró, sin detener el tarareo — Tiene una belleza triste, ¿No te parece?—

Con cada paso, la melodía parecía conectarlos más, mientras la distancia entre sus cuerpos se acortaba, y el aire vibraba con la música invisible que Yves creaba.

— Puede que no te llegue a los talones de ese "uno" del que hablas, pero te aseguro que no te olvidarás de mí tan fácilmente.— Murmuró con un tono casi burlón.

El ritmo del baile fue aumentando poco a poco. El grisáceo guiaba con precisión, mientras observaba de cerca a Raúl, buscando cualquier indicio de vulnerabilidad o fuerza en los movimientos. Este no era solo un baile; era un juego de poder, un desafío para ver hasta dónde podía llevar a su nuevo acompañante.

— Dime, Raum...— dijo en un susurro bajo mientras se inclinaba un poco más cerca, sus labios casi rozando el oído de su compañero. —¿Qué harás cuando este pequeño juego termine? ¿Desaparecerás como un fantasma más en este cementerio? ¿O me invitarás a una segunda pieza?—

Yves dejó la pregunta suspendida en el aire, con su sonrisa enigmática y su mirada ardiente fija en los ojos de Raum. Sabía que había algo mucho más profundo en ese demonio, algo que aún estaba por descubrir, y estaba dispuesto a seguir jugando para encontrarlo.

Yves observó el torpe desliz de Raum con una sonrisa traviesa, claramente deleitado por haber roto esa fachada estoica y distante, aunque fuera por un segundo. Sin aflojar el agarre, notó cómo el más bajo trataba de ocultar su nerviosismo tras una actitud indiferente. La cercanía parecía haber dejado una huella en él, y no desperdiciaría la oportunidad de remarcarlo.

—¿Un descanso, eh?— murmuró, sin dejar de sonreír mientras lo soltaba con una lentitud calculada, como si cada segundo extra de contacto fuera una provocación intencional. Dio un pequeño paso atrás, inclinando la cabeza, y dejó que el aire frío envolviera el espacio entre ellos, haciendo evidente la ausencia de su presencia tan cerca.

— Sabes... en el fondo, me divierte ver que incluso tú puedes perder el equilibrio. Quizá la música no es lo único que te pone nervioso, Raum— volvió a tararear, retomando el "Valse Sentimentale" en un tono bajo, casi en un susurro, mientras deslizaba una mirada provocativa. —Pero, tranquilo... soy un excelente bailarín y compañero, podría enseñarte a que el ritmo no sea tan complicado para ti. Aunque...— y sonrió un poco más, —eso dependerá de cuán dispuesto estés a dejar que alguien más marque el paso...—

Con un gesto elegante, Yves se retiró unos pasos, dejándole a Raum el espacio para recuperar la compostura. Alzó una ceja, mostrando una leve curiosidad en su mirada heterocromática, invitándolo a responder al desafío tácito que acababa de lanzarle.

Yves aceptó la mano extendida de Raum con una sonrisa apenas perceptible y un brillo travieso en los ojos. Sin romper su porte elegante, se acercó y envolvió su mano libre en la cintura de Raum, retomando el control con naturalidad. El toque era seguro, pero con una suavidad que sugería tanto confianza como una dominación sutil.

—¿No te dejarías impresionar entonces?—murmuró con una voz suave que rozaba lo provocador, mientras sus miradas se encontraban con intensidad. Yves inició los primeros pasos de la nueva pieza, llevando el ritmo sin esfuerzo y sin permitir que Raum pudiera resistirse a su cadencia perfectamente calculada. —De todas formas, no estoy buscando impresionar a nadie... solo disfruto de la compañía adecuada.—

Mientras sus cuerpos se movían en sincronía, el Ángel caído se inclinó ligeramente, lo justo para que sintiera su presencia a cada paso. Jugaba con la cercanía, acercándose apenas lo suficiente para que la respiración de ambos se mezclara, pero sin llegar a romper la distancia del todo.

—A veces, me pregunto si no te gusta más el juego de resistirte que el de ceder—dijo en tono bajo, mirándolo de reojo con una mezcla de encanto y desafío—. Aunque… he aprendido a llevar incluso a los bailarines más obstinados.—

Y con un giro suave, lo acercó aún más, hasta que su mano en la cintura de Raum se convirtió en un ancla firme. Con un leve susurro, mantuvo la distancia de sus rostros justa, dejando que sus palabras fueran una caricia apenas audible:

—Sabes, Raum—murmuró, apenas elevando la voz para que sus palabras fueran casi un susurro entre ellos—, tienes una presencia... particular. Es difícil ignorarte, y créeme, no suelo decirlo a la ligera.— A medida que giraban, mantenía sus ojos heterocromos fijos en los carmesí, sus miradas cruzándose como si compartieran algún secreto oculto. No había prisa ni intento de ganar el control; más bien, parecía querer disfrutar de la conexión fugaz de aquel momento, permitiendo que el vals hablara por ellos.

Mientras el baile continuaba, mantuvo el control, moviéndose con elegancia y precisión. Su sonrisa era suave y enigmática, una que prometía más de lo que revelaba, manteniendo al más bajo en ese juego que tanto parecía disfrutar. En un movimiento final,  giró a Raum con destreza, acercándolo de nuevo hasta que el espacio entre ambos se desvaneció.

Y entonces, de manera casi inesperada, Yves inclinó su cabeza hacia él. Con una delicadeza que denotaba tanto elegancia como confianza, depositó un beso sutil y prolongado en la mejilla del rubio, justo cerca del borde de su mandíbula, lo suficientemente cercano para que el gesto tuviera un toque íntimo, pero sin cruzar más allá de lo sugerente.

—No te preocupes, no suelo besar a cualquiera en los labios—susurró en su oído, con un tono ligero que apenas contenía una pizca de burla y elegancia. Yves mantuvo esa cercanía por un instante más, permitiendo que la sensación del beso quedara grabada. Luego, se separó lentamente, mirándolo con esa mezcla de desafío y curiosidad que mantenía desde el principio. —¿Y bien? ¿Impresionado ahora?—

Yves apenas dejó que la sorpresa asomara en su rostro ante el puñetazo pero pronto la sorpresa se transformó en una sonrisa astuta, una chispa juguetona brillando en sus ojos. Como si la reacción de Raum no hubiera sido más que otro estímulo para avivar su interés, se acercó nuevamente, sin borrar esa expresión provocadora y elegante.

Inclinando apenas la cabeza, le lanzó una mirada profunda, como si explorara cada rincón de su ser. Deslizó una mano con sutileza por el cuello de Raum, como si con aquel leve contacto pretendiera marcar su presencia sin invadir.

—Vaya, vaya… Parece que tienes más carácter del que pensé —dijo en un tono meloso, sus labios curvándose en una sonrisa—. Pero… —hizo una breve pausa, fijando sus ojos heterocromos directamente en los de Raum—, es precisamente eso lo que te hace tan fascinante. Un misterio que ni la noche puede cubrir.—

Mientras hablaba, el ángel caido se movió apenas unos centímetros, cerrando la distancia entre ellos con elegancia y dejando que sus dedos rozaran ligeramente la línea de la mandíbula del demonio.

—¿Quieres saber quién soy? —susurró, su voz sonando a desafío envuelto en dulzura—. Quizá soy solo alguien que no puede resistirse a un buen enigma, o alguien que disfruta de un baile donde no hay claro vencedor.—

Sin apartarse, llevó sus labios cerca del borde de la mandíbula de Raum, sin llegar a sus labios, depositando un beso delicado que apenas fue un roce, pero que transmitió una mezcla de atrevimiento y admiración.
Luego de aquel gesto, retrocedió apenas, con una expresión que mezclaba burla y curiosidad.

—Entonces, querido —dijo, su voz en un susurro seductor—, ¿aún quieres saber qué soy o prefieres dejarlo en el misterio? Porque yo, sin duda, estoy disfrutando el juego contigo.—

Yves observó cada cambio en la expresión de Raum con una mirada afilada y encantada, como si hubiera estado esperando ese sutil quiebre en su compostura. Mientras escuchaba, sus labios se curvaron en una sonrisa satisfecha, dejando claro que había captado justo lo que buscaba en el enigma que Raum representaba. Cuando este sugirió el intercambio de números, Yves dejó escapar una breve risa, con un toque seductor.

—Oh, así que incluso un noble de tu calibre necesita algo tan mundano como un número de teléfono. Curioso, ¿no crees?—susurró, manteniendo la distancia, pero aún sintiendo la ligera tensión de los gestos previos entre ambos.

Con un elegante movimiento, Yves sacó su propio teléfono y extendió la mano hacia el de Raum, sus dedos apenas rozando los suyos mientras le entregaba el contacto. La cercanía de su tacto fue breve, intencionalmente controlada para no ceder del todo, pero dejando un toque sutil que hablaba de elegancia y control.

—Entonces, ahora que tienes mi número, puedo asegurarme de que no dejarás que pase mucho tiempo sin llamar. Después de todo, Raum, sería una pena que un misterio como tú se perdiera en la noche sin más…— le dedicó una sonrisa coqueta, cargada de una seguridad que parecía desafiar cada pensamiento reservado del demonio.

Ante la invitación para una taza de té, Yves se acercó solo un poco, mirando a Raum con la misma intensidad cautivadora de siempre.

—Sería un placer, mi misterioso conde.— Dio un paso adelante, colocándose a su lado y manteniendo la distancia justa, lo suficiente para asegurar su lugar como guía en este juego. —Pero dime, ¿tienes algún lugar en mente? La noche está llena de posibilidades, y contigo, cada una de ellas se siente infinitamente más… interesante.—