Pensamientos azules (Priv. Izolda)

(continuación de https://musiciswar.activoforo.com/t3179-primer-dia-no-es-siempre-el-mejor#29350 )

Entró primero al invernadero esperando ver en Izolda esa mirada bonita que la mayoría ponía al entrar por primera vez a ese lugar. Esa que él siempre ponía, esa que zebra jamás pondría.

La mayoría de los estudiantes estaba en clases recuperativas o ya iban partiendo a sus respectivos hogares, esas clases de las que él se había arrancado y su hogar no era otro sino el internado de la escuela, por lo tanto aquel horario era uno de los más propicios para ir a aquel lugar lleno de flores y plantas. El no entendía mucho de botánica, quizás nada, pero eso no le impedía disfrutar del paisaje.

-Lamento lo de recién... -dijo de pronto como meditando los últimos 15 minutos de su vida. -A veces este entorno es un poco abrumante... -trató de explicar mientras su dedo índice tocaba juguetonamente una bonita flor azul.

no te preocup...- dice Izolda justo antes de tropezarse con el primer escalón del invernadero. Ese típico escalón invisible que hace que todos se vuelvan conscientes de su propio caminar. Lamentablemente Izolda no tenía muy buen equilibrio y la caracterizaba una mala suerte que pocos creían posible.

Su cuerpo se acerca al suelo como un costal de papa que cae de la repisa más alta.

Ella sólo quería ser amable con un estudiante...

su cara es la primera en conocer el invernadero, o al menos su piso.

Lo único que pudo hacer el castaño cuando vio a su nueva profesora perder el equilibrio fue cerrar los ojos y tensar todo su cuerpo como si el golpe se lo fuera a dar él. Pero inmediatamente después se preocupó al ver a la mujer de cara en el suelo aunque en su interior resonaba una carcajada pura y limpia.

-¡¿Está bien?! - gritó alarmado, acercándose a ella para poder ponerla de pie, asustado de encontrar en su rostro sangre o un diente menos. Después de todo, él sería responsable por andar en lugares que no le corresponde. ¿No es así?

-L-lo siento! Lo lamento mucho, debí avisarle que había un desnivel!! -el muchacho aun no verificaba la gravedad de los daños, pero ya estaba entrando en pánico de nuevo.

Después de un -demasiado extenso- silencio y de tener el cuerpo inerte de Izolda y su rostro aplastado contra el bello piso enlosado lentamente sus brazos se mueven mientras su cuerpo sigue en la misma posición. Alza el rostro de golpe y exclama:
- JA JA JA JA CÓMO SI NO FUERA SUFICIENTE - dice, entre risas, mientras le silvan las consonantes entre el pequeño espacio donde antes había un diente.
Le salen un par de lágrimas, porque esa nariz prominente le dolía un poco más que en caídas anteriores.
-no te preocupes, este diente es postizo, ya me lo había roto en otra caída- dijo para tratar de calmar al chico, mientras deseaba que algún dentista tuviera hora para atenderle ese diente de urgencia, y así no tener su primer día de clases anodonta, de apariencia tonta, totalmente fuera de onda.

Había algo en la forma de expresarse de la profesora que le era inusual y a la vez curioso, donde reconocía la ironía o el sarcasmo, pero también un sin filtro que le parecía envidiable.
"JA JA JA JA CÓMO SI NO FUERA SUFICIENTE" era algo que le gustaría poder decir a todo pulmón cuando algo imprevisto ocurría.

Skyle era así, envidiaba cosas absurdas de las personas más mundanas que llegaba a conocer, cosas que probablemente podría llegar a hacer, solo que se creía siempre incapaz de lograrlo.

Un dejo de alivio y compasión se asomó en su rostro cuando Izolda confesó que el diente era falso y la perdida era debido a otro incidente. Eso lo eximía de responsabilidades.

-¿Quiere ir a la enfermería? -preguntó el muchacho ya casi olvidando que la razón por la cual habían llegado al invernadero en primer lugar era buscar un lugar más apartado para charlar de su situación que ahora parecía algo bien lejano y un tanto ajeno.

-Por cierto, ¿desde cuando es profesora? No la había visto antes.

Después de semejante escena, se escucha un suspiro hondo, proveniente de Izolda. Quien después de casi componer una sinfonía de fracasos: movimiento patético n° 7, se incorpora con una postura resiliente y humilde.

Nunca quise ser profesora, la verdad... Pero es una forma de sostener el estilo de vida que deseo. Es difícil vivir de la música ¿sabes? sobretodo si tu apariencia no es llamativa, o si lo que haces no es para una audiencia masiva... A veces es simplemente muy solitario.

Izolda no esperaba decir algo tan genuino tan rápido. Además él era sólo un chico, alguien a quien podría hacerle clases eventualmente. Quién sabe, a lo mejor sería la primera clase que tendría, frente a este chiquillo que había visto llorar, que tuvo tanta amabilidad, que con su tierna y frustada apariencia escondía una fuerza interior que Izolda podía percibir.
No le contaba esto a nadie, sin embargo, para ella, esto se sentía natural, aquí y ahora.

"Nunca quise ser profesora" Aquella respuesta le sorprendió, no por la negativa a su profesión, ni por lo mal que podría verse una confesión de ese estilo en una profesora que a penas había llegado a la academia, sino simplemente por la valentía de decirlo y por aquel punto de vista tan crudo y realista. Como la antesala de un futuro que se sentía bastante cercano.

-El mundo de la música me asusta. Al parecer ni siquiera el talento por si solo es suficiente. -fue una reflexión en voz alta que hizo mientras la ayudaba a terminar de ponerse de pie, ayudando incluso a limpiar sus rodillas de la tierra y el polvo del invernadero.

-Ya no sé bien qué es lo que deseamos hacer.- murmuró, sabiendo que en verdad nunca lo supo. Solo deseaba ser un estudiante normal, viviendo una vida normal dentro del internado de la escuela. La opción de volverse algo más se veía tan lejana, pero ¿realmente no lo deseaba?