Prejuicios (Saburo)

Sonrió, pues le parecía una precaución necesaria y totalmente entendible. Sin quererlo comenzó a mover los pies suavemente bajo el agua, le agradaba como la sentía fluir entre sus dedos.

— Si, lo soy — Respondió mientras intentaba desenredar su enmarañado cabello con los dedos, quizás sería conveniente cortarlo.

Como era de esperarse el kitsune vivía en el bosque, suponía que la mayoría de youkais se asentaba en las afueras de la ciudad. Aunque había estado evitando visitar esta zona, ya que le recordaba demasiado a su antiguo hogar, no podía negar la sensación de familiaridad y comodidad que el lugar le entregaba.

— Trabajo en un salón y vivo en la ciudad, como si fuese un humano — Respondió con honestidad, alentado por la disposición del mayor — No, eres el primero, o al menos el primero que hizo notar su presencia — Lo último fue dicho con algo de ironía, pues vaya forma de hacerse notar.

— ¿A qué te dedicas tú? — Sentía curiosidad por el tipo de vida que otros youkais llevaban en la ciudad, puesto que solo había oído historias terroríficas por parte de los mayores que intentaban ahuyentar a los pequeños tengus que sentían curiosidad por la vida fuera de la montaña.

- A nada específico. Ahora estoy trabajando de medio tiempo como modelo para una revista, pero la verdad es que estoy tremendamente curioso por esta ciudad. Hay tantas luces, movimiento, personas, criaturas... Es de locos! Hace mucho que no sentía que una ciudad vibrara tanto con su propio encanto. Glass City es un buen lugar.- Cuando terminé con mis colas llevé un poco de agua a mi cabeza para despejar mi flequillo y luego me recargué en la orilla, al fin más relajado.

-Conozco a un lobo. Si quieres los puedo presentar. La verdad es que no mentí cuando dije que tienes que tener cuidado, y no solo por mi, hay muchas criaturas en este lugar y... es mejor no estar solo. Ya sabes... Tener aliados.- Cerré los ojos, intentando encontrar las palabras más adecuadas para decir lo que quería decir.

-Sé que esto sonará terriblemente hipócrita de mi parte, pero... No deberías arrodillarte así frente a nadie. No lo digo por un tema de orgullo... más bien... ¿dignidad? Quiero decir... Te veías realmente agotado, para lo joven que creo que eres.- No pude hilar mejor la idea, pero esperaba que el cuervo pudiese entenderme.

— Concuerdo contigo, antes de llegar aquí recorrí varias ciudades y ninguna me llamó la atención como esta — Con eficiencia refregó sus brazos y piernas para quitar todo resto de suciedad y hojas que pudiesen haberse adherido en su aventura.

— ¿Un ookami, huh? Vi a algunos que vivían en un asentamiento cercano al de mi clan, pero nunca intercambié más que una mirada con alguno de ellos  — Aunque contradecía su afán por alejarse de lo sobrenatural, cada vez sentía más curiosidad por los otros habitantes no-humanos de Glass City. — No estaría mal, supongo… La verdad es que llevo evitando el encontrarme con otros youkais desde hace mucho tiempo.  —

— Si, suena bastante fuera de lugar viniendo de ti, pero entiendo tu punto — Entre sus dedos retorcía un mechón de cabello, como si eso le ayudase a ordenar mejor sus ideas — Llevo viviendo algo más de cien años, como debes haber notado no soy muy hábil como tengu ni comparto las mismas ideas que los de mi tipo, no quiero sonar como una víctima pero digamos que crecer en un ambiente así de hostil no le hizo muy bien a mi carácter y sinceramente, haré lo necesario para mantenerme alejado de ese tipo de conflicto. Ah, pero no creas que siempre luzco así de agotado, hoy es un caso especial. — Le ofreció una sonrisa discreta, no quería dejar la imagen de un tengu zombie como impresión inicial.

- ¿Te exiliaron o huiste? - Preferí ser directo. Por sus palabras estaba claro que el chiquillo no tenía una muy buena relación con su clan y no lo culpaba, al contrario, podía entender ese tipo de cosas perfectamente.

-El lobo y yo somos iguales.- Le adelanté para mantener el intercambio de información equivalente.- Ah, sí. Te lo presentaré la próxima vez. Es un tipo bien alto ¿sabes? Y tiene una melenota, pero es buen tipo eh. Aunque él prefiere resguardarse más arriba. -Señalé las montañas que se alzaban atrás de nosotros, más allá del bosque.

-En mi caso llevo mucho tiempo fuera de Japón. Muchisimo tiempo. Pero apenas llevo algunos meses aquí en Glass City. Ya me he acostumbrado a la mayoría de las cosas así que si quieres saber algo pregúntame, prometo que no volveré a jugarte bromas como hoy.- Dije alzando una mano en el aire, recta frente a mi rostro, como la usual seña de disculpas japonesa.

-Oye... ¿Evitas a los youkais por los conflictos como el de hoy o es por algún otro motivo? - Me giré hacia él curioso, apoyando los brazos en una piedra dentro de la terma, mirándolo con suma antención.

— Querían hacer un poquito más que exiliarme, soy lo que comúnmente llamarías un traidor, pero escapé y gracias a eso sigo aquí.  — No veía motivos para endulzar la verdad, no importaban sus motivaciones, el hecho de que había traicionado a su clan no podía negarse.

—Una melenota, ¿Eh?— La manera de expresarse del Kitsune le recordaba a la de un niño, por lo que soltó una risa breve.— Claro, me gustaría conocerlo — Su curiosidad era legítima, los lobos tenían la fama de ser bastante hostiles entre los alados, pero Saburo quería deshacerse de todo prejuicio y ver las cosas con sus propios ojos.

Algo inquieto por no tener algo específico que hacer, comenzó a jugar con el agua entre sus manos, realmente sentía que el cansancio había abandonado completamente su cuerpo gracias a esas agradables aguas.

— Te lo agradecería mucho, aún hay muchas cosas que no comprendo y cuando mis clientes me hablan, creo que notan algo extraño en mi comportamiento. Como viste apenas conozco como usar un celular. — Sonrió incómodamente, tenía que ponerse al día pronto con todos esos asuntos de humanos.

— Uhm, es un poco complicado, pero la base de mi disgusto son los métodos y motivaciones que mueven a la mayoría de los nuestros. — Bajó un poco la mirada, el solo recordar las masacres sin sentido de su clan le dejaba un amargo sabor en la boca  — El arrasar con clanes y youkais pequeños, solo por motivos territoriales y de poder, me repugna. Siempre lo hizo, es por eso que nunca encajé entre los míos. No tengo rencillas personales con ningún youkai, pero nuestras tradiciones no me agradan. —

— ¿Y tú?, ¿Qué haces tan lejos de Japón?, y… ¿Qué problema tuviste con uno de los míos?  — No tenía la certeza de si era aceptable o no el hacerle ese tipo de preguntas al mayor, pero era digno de cuestionar el por qué un youkai tan antiguo se encontraba asentado solo y cerca de la ciudad.

- Te daré clases particulares de tecnología cuando quieras - Dije estirando las piernas para flotar boca abajo, todavía con los brazos apoyados en la piedra para mantenerme a flote. Mis colas se movian como si tuvieran vida propia bajo el agua. La sensación del agua caliente era agradable.

-Así que eres un pacifista ¿eh?- Apoyé uno de mis codos en la piedra y sobre mi mano apoyé mi mentón. Comenzaba a notar lo terriblemente parecidos que eran este y el otro cuervo, pero también había una gran diferencia en el caracter de ambos. Este chico no se guardaba las opiniones y eso era agradable.

- Ah~ Larga historia. Pero si tuviera que resumirlo diría que soy un zorro defectuoso. Una deshonra para la imagen de los kitsunes. - Desvié la mirada hacia otro lado, no era un tema que me agradara mencionar.

-Cien años después de la muerte de mi esposa y cansado del hostigamiento de los clanes me fui de Japón y no volví a pisar esas tierras. He vagado por muchas partes del mundo, he conocido a muchas criaturas diferentes y la verdad, creí que el mundo me estaba aburriendo, pero entonces conocí a uno de los tuyos. - Me acerqué un poco más a él gateando y alcé una mano solo para alcanzar uno de los mechones de su cabello.- Todos los cuervos tienen el cabello de un negro cautivante... -Murmuré extrañamente serio, luego solté su pelo y alcé la vista hacia el cielo. Era la primera vez que hablaba respecto a eso.

-Era un pacifista, un rebelde, un defectuoso como yo, también rechazado por su clan. Diría que era un incomprendido... hasta para él mismo.- Ladeé la cabeza, con la vista fija en el agua. Estaba inquieto.

-En verdad solo es un problema amoroso. - Le quité importancia, aunque estaba claro que sí la tenía, como para haberme dejado a la defensiva de todos los tengus.- Fuimos pareja por un tiempo, pero conocí el lado más desagradable de los de tu especie. Primero, segundo y tercero ellos. Je...- Una mueca amarga se dibujó en mi rostro.

-Quizás ya estoy muy viejo para eso de las parejas. No sé. No me gusta cuando la gente, humanos o youkais, rompen o no cumplen las promesas que hacen conmigo.-

Escuchaba con atención al zorro, quien de pronto parecía mayor y mucho más lejano que antes, los años de vivencias marcaban la diferencia entre ambos a pesar de verse similares en apariencia.

— Dudo ser el adecuado para decir esto, pero sinceramente creo que no importa cuál sea tu apariencia real, lo que pesa es el camino que sigas. — Se sentía un poco tonto al intentar aconsejar a alguien con tanta experiencia y a quien conocía tan recientemente, pero no pudo guardarse su opinión, no cuando el zorro lucía tan… ¿Triste?, no, no era la palabra adecuada, pero era la que más se acercaba.

— Oh, ¿Una esposa? — Eso sí que lo había sorprendido, pero debió imaginarlo de un yokai tan antiguo — Lamento tu pérdida, aunque no puedo dimensionar como se siente algo así. — Y lo decía enserio, cada vez notaba más las diferencias entre el zorro y él, quien aún no conocía ese tipo de relación.

Tampoco había imaginado que el rencor hacia los tengus venia de un lazo romántico, pues siempre había oído que zorros y cuervos no congeniaban bien.

Cuando el zorro tomó un mechón de su cabello, pensó en lo mucho que se parecían sus pares entre sí, y lo desagradable que debía ser para él toparse con un recordatorio viviente de su anterior pareja cada vez que viese a uno de los suyos.

— No lo digas como si no fuese nada. — Le miró con tristeza — Mi hermano solía advertirme que el amor era peligroso, y que clanes enteros se habían desmoronado por un solo beso. Aunque quizás lo decía por mantenerme alejado de esos temas. — Sonrió levemente al recordar su sobreprotección.

— No puedo negarlo, somos criaturas muy egoístas, lamento que tuvieses una experiencia así. — Dijo con sinceridad, aunque el también entraba en la descripción, no pensaba que una relación con un tengu pudiese prosperar, no cuando sus prioridades siempre se centraban en sí mismos.

— Quizás sea muy ingenuo de mi parte, pero creo que encontrarás con quien compartir una promesa que sea para siempre. — Hablaba desde la perspectiva de quien nunca había sido traicionado en el amor, pero lo creía de verdad.

Omití cualquier comentario respecto al tema de las apariencias. No tenía ganas de seguir ese tema, porque aunque uno pudiese dar un lindo discurso al respecto, al final la realidad era muy diferente. Lo mismo pasaba con los humanos, no?

Suavicé la mirada cuando lamentó lo de mi esposa. Negué suavemente con la cabeza antes de responder.

-Son cosas que pasan. Es parte de este mundo.- Había sido hace mucho, muchísimo tiempo después de todo.

No creí que el muchacho tuviese el valor como para decir algo, después de todo yo no sabría muy bien qué decir si un viejo viniera a contarme sus amores y desamores, pero no me molestó, me pareció hasta un poco dulce de su parte.

- Todavía eres un niño~ -respondí a sus esperanzadoras palabras y es que con el paso del tiempo la verdad es que yo había dejado de creer volver a poder tener un lazo de ese tipo con alguien. Tal vez no me creía capaz de volver a confiar así en otra criatura, pues aunque yo culpaba a los tengus por su egoísmo y orgullo, reconocía que yo mismo era un ser rencoroso y caprichoso.

Quizás solo estoy evitandome para no volver a ser herido.

- En verdad espero que eso no pase. Soy de los que sienten mucho y poco piensan. Sería problemático. - Le seguí restando importancia al asunto.

- ¿Así que tenías un hermano? - Dirigí al atención hacia él, también quería saber más sobre el tengu, después de todo no creía que nos fuésemos a encontrar otra vez.

— La verdad es que al lado tuyo, si me siento un niño, ya me creía súper crecido con todo lo que ha ocurrido últimamente, pero me doy cuenta de que no he vivido nada en comparación contigo — Y se preguntaba si algún día pasaría por experiencias similares a las del zorro, quien parecía conocer mucho del mundo y también haber sido profundamente dañado por él.

Bostezó y se estiró enérgicamente, el cansancio horrendo que había sentido parecía haberse esfumado, y ahora solo quedaba el letargo habitual del agua caliente.

— Si, en realidad tengo 5 hermanos, pero no los soporto, ni ellos a mí, exceptuando a mi hermano mayor — Solo recordarlo le hizo sonreír, lo único que podía hacerle extrañar su antiguo hogar era él.

— Y tú, ¿Tienes hermanos? — Aunque no sabía cuál de las facetas que el zorro le había mostrado era la verdadera, la primera impresión le había dejado la imagen de alguien muy amigable, como si viniese de una familia numerosa.

-Pues no hay en verdad apuro en crecer, no? Tómate tu tiempo!- Le dije mientras me acercaba para darle una palmadita en la cabeza, más que nada solo por que quería hacer que se sintiera todavía más pequeño.

Mis cejas se arquearon con algo de lástima. Tener cinco hermanos y apenas y valorar a uno era algo bastante triste. Entendía que a veces los clanes podían ser detestables, si yo mismo había pasado por problemas con los de mi misma especie, pero una cosa eran los "demás" y otra eran los de tu propia sangre.

-Ah... Sí. Tuve. - Le respondí con una sonrisa nostálgica.- Siento que solo te estoy contando tragedias, pero no te sientas mal, si? - rodié mis piernas con mis manos y las acerqué a mi pecho.

-La verdad no tengo hermanos de sangre, pero mi madre solía cuidar a los niños que se "perdían" (eran abandonados) en el bosque. Uno de ellos era un niño-perro, Yuushi. Al comienzo nos llevamos terrible, pero en la medida que el tiempo pasó él se convirtió en mi única familia, pero falleció mucho antes que mi esposa. Era un buen chico. -Suspiré y luego me puse de pie. Si seguíamos más tiempo ahí dentro ibamos a terminar atontados con el calor del agua.

- ¡Vamos! Hora de salir de aquí. - Sacudí el cuerpo y mis colas para quitar el exceso de agua tal y como el canino que era.

-¿Planeas irte a casa o prefieres pasar la noche en mi pequeño templo?-