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Underground (R)
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Music is War :: Sucesos :: Memorias
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Underground (R)
Con su apariencia real, es decir un perro de 4 metros con cadenas y marcas rojas repartidas en su cuerpo, estaba el menor de los caninos cumpliendo su ronda en la puerta del infierno, dejando entrar a los condenados y cuidando que ningún vivo pasara de ahí. No era común tener problemas, pero de vez en cuando algún desgraciado le daba algo que hacer. Solo en esos momentos Sagadalius lograba disfrutar su trabajo, el resto del tiempo detestaba el puesto ya que la energía en su interior exigía tener acción, de cualquier tipo.
No era raro verlo ir y venir impaciente de un lado a otro en las puertas del infierno, era la clara imagen de un niño que es incapaz de quedarse quieto. Definitivamente él no estaba hecho para eso. A veces se preguntaba si las otras dimensiones, si la tierra o el cielo serían al menos un poco más divertidos (incluso si a ese último no tuviera permiso alguno de visitar) De cualquier manera no parecía que sus hermanos tuvieran interés en esa clase de cosas y pensar en ir por su cuenta no le animaba del todo.
Bufó echándose junto a las malditas puertas, mirando a lo lejos como se acercaban nuevas almas condenadas en la barca de... de ese sujeto al que siempre le olvidaba el nombre.
"Bienvenidos" Murmuró para sí mismo como un mal chiste, dudando que algo divertido o al menos interesante se presentara en esa ronda.
No era raro verlo ir y venir impaciente de un lado a otro en las puertas del infierno, era la clara imagen de un niño que es incapaz de quedarse quieto. Definitivamente él no estaba hecho para eso. A veces se preguntaba si las otras dimensiones, si la tierra o el cielo serían al menos un poco más divertidos (incluso si a ese último no tuviera permiso alguno de visitar) De cualquier manera no parecía que sus hermanos tuvieran interés en esa clase de cosas y pensar en ir por su cuenta no le animaba del todo.
Bufó echándose junto a las malditas puertas, mirando a lo lejos como se acercaban nuevas almas condenadas en la barca de... de ese sujeto al que siempre le olvidaba el nombre.
"Bienvenidos" Murmuró para sí mismo como un mal chiste, dudando que algo divertido o al menos interesante se presentara en esa ronda.
Dante Rivelli- Soporte Gráfico
- Ocupación : Ciudadano
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Fecha de inscripción : 15/03/2012
Re: Underground (R)
Caronte no era alguien precisamente pequeñito, al contrario de su barca, la cual a pesar de tener un tamaño normal, el barquero siempre alegaba que no le cabía ni la mitad de una nalga. Ya no recordaba cuánto tiempo había remado por ese río, ni cuántas veces había ido de una orilla a otra, tenía ya unos músculos bastante pronunciados y, puesto a que gran parte del tiempo lo pasaba en soledad, pobre del que bromeara sobre sus ejercicios dándole a “la manivela”, terminaba de viaje a las aguas y con el remo metido por donde no brilla el sol. Era un hombre de tez negra, por lo que en ocasiones (como ahora) le tocaba aguantar comentarios al respecto, en especial por compararle con los esclavos que solían remar en galeras y barcos, así que no era de extrañar que más de alguno volara hacia la otra orilla de una colleja. Llegar al inframundo de por sí era imponente, pero además el primero que a uno le saludaba era un armario empotrado montado en una barca, con cara de que todo cristo le debía dinero y que lo poco que hablaba, lo hacía gritando y cagandose hasta en su madre.
Allá desde donde el can podía observar, a lo lejos ya se escuchaba al barquero gruñir en palabras apenas inteligibles, coger a uno y echarlo de una patada de la barca, continuando con su remo aún maldiciendo por lo alto. No fue hasta llegar a su destino, que al ver a Sagadalius, ya se puso a refunfuñar bajando de la barca.
- ¡YA PODÉIS ENVIAR A ALGUIEN A BUSCAR A ESE CAPULLO QUE YO NO PIENSO HACERLO! -refiriéndose al pobre desgraciado que seguía chapoteando en el agua- APARTE DE ESE MEDIO MIERDA, TRAIGO A ÉSTE MARICA PLUMÓN -se apartó un poco, que su tamaño no dejaba ver nada, ahí se podía apreciar a un arcángel caído un tanto jovencito que aún conservaba su aureola aunque ésta no irradiara luz, sus alas... bueno, pasaron por mejores momentos, carecían de hueso por lo que quedaban caídas, pareciendo doce sombras al borde de la desaparición, además de una brecha en su frente causada por la caída, con su un hilillo de sangre incluido; estaba ya a medio bajar cuando al escuchar “marica plumón” hacia su persona se echó a reír, intentó aguantar la risa pero ya llevaba haciéndolo todo el trayecto y ya no pudo aguantar más- ¡¿Y A TÍ QUÉ COÑO TE HACE GRACIA?!
- Ésto es mejor de lo que pensaba -cogiendo algo de aire para soltarlo luego en un suspiro ya algo más calmado. Caronte miró de reojo a Sagadalius como preguntando en silencio si no prefería que le terminara de abrir la cabeza con el remo, él ya estaba encendido de mala hostia desde el principio del trayecto, pero claro, ya llegados a su destino ya no le incumbía lo que pasara con esos pobres desgraciados. El caído miró a Sagadalius sin tardar en esbozar una sonrisa- ¿Eres el que guarda la puerta? -claro que ahors que se fijaba…. le habían dicho que había ahí un can con tres cabezas, de hecho, incluso por unos momentos le repasó con la mirada buscando las otras dos, no fuera a ser que las tuviera metidas por otros lados o incluso que no fuera de esas reducidas- me llamo Samael -mientras desviaba la mirada a observar mejor sus alrededores- y caí desde el séptimo cielo, parece que voy a vivir aquí a partir de ahora -se volteó a mirarle, no parecía para nada triste, ni siquiera enfadado, más bien se sentía emocionado por ser todo tan nuevo y distinto. Se humedeció los dedos con saliva y se la pasó por la frente para intentar limpiar el hilo de sangre a ciegas, haciendo un pequeño desastre en su cara con los trazos- ¿cómo te llamas?
Allá desde donde el can podía observar, a lo lejos ya se escuchaba al barquero gruñir en palabras apenas inteligibles, coger a uno y echarlo de una patada de la barca, continuando con su remo aún maldiciendo por lo alto. No fue hasta llegar a su destino, que al ver a Sagadalius, ya se puso a refunfuñar bajando de la barca.
- ¡YA PODÉIS ENVIAR A ALGUIEN A BUSCAR A ESE CAPULLO QUE YO NO PIENSO HACERLO! -refiriéndose al pobre desgraciado que seguía chapoteando en el agua- APARTE DE ESE MEDIO MIERDA, TRAIGO A ÉSTE MARICA PLUMÓN -se apartó un poco, que su tamaño no dejaba ver nada, ahí se podía apreciar a un arcángel caído un tanto jovencito que aún conservaba su aureola aunque ésta no irradiara luz, sus alas... bueno, pasaron por mejores momentos, carecían de hueso por lo que quedaban caídas, pareciendo doce sombras al borde de la desaparición, además de una brecha en su frente causada por la caída, con su un hilillo de sangre incluido; estaba ya a medio bajar cuando al escuchar “marica plumón” hacia su persona se echó a reír, intentó aguantar la risa pero ya llevaba haciéndolo todo el trayecto y ya no pudo aguantar más- ¡¿Y A TÍ QUÉ COÑO TE HACE GRACIA?!
- Ésto es mejor de lo que pensaba -cogiendo algo de aire para soltarlo luego en un suspiro ya algo más calmado. Caronte miró de reojo a Sagadalius como preguntando en silencio si no prefería que le terminara de abrir la cabeza con el remo, él ya estaba encendido de mala hostia desde el principio del trayecto, pero claro, ya llegados a su destino ya no le incumbía lo que pasara con esos pobres desgraciados. El caído miró a Sagadalius sin tardar en esbozar una sonrisa- ¿Eres el que guarda la puerta? -claro que ahors que se fijaba…. le habían dicho que había ahí un can con tres cabezas, de hecho, incluso por unos momentos le repasó con la mirada buscando las otras dos, no fuera a ser que las tuviera metidas por otros lados o incluso que no fuera de esas reducidas- me llamo Samael -mientras desviaba la mirada a observar mejor sus alrededores- y caí desde el séptimo cielo, parece que voy a vivir aquí a partir de ahora -se volteó a mirarle, no parecía para nada triste, ni siquiera enfadado, más bien se sentía emocionado por ser todo tan nuevo y distinto. Se humedeció los dedos con saliva y se la pasó por la frente para intentar limpiar el hilo de sangre a ciegas, haciendo un pequeño desastre en su cara con los trazos- ¿cómo te llamas?
Última edición por Ignis Fragarach el Lun Ene 08, 2024 1:15 pm, editado 1 vez
Ignis Fragarach- Ocupación : Compositor
Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 30/11/2017
Re: Underground (R)
Ver a Caronte era como ver una rutina de comedia bastante buena, al menos él no sentía ninguna preocupación por aquellos a los que el sujeto tiraba fuera de la barca. O nadaban por su cuenta o rogaban a algún demonio que los ayudara porque él definitivamente no lo iba a hacer, después de todo su deber era cuidar las puertas, nada más ni nada menos.
Un olor particularmente dulce, mezclado con sangre no mortal llegó a sus narices y bastó con hechar un vistazo al pasajero de Caronte para reconocer a un ángel caído. De alguna manera tenía un olor que en esencia era similar al de su amo.
Inmediatamente Sagadalius se puso de pie y se acercó con evidente curiosidad canina. Un gesto de su cabeza bastó como señal para que el barquero abandonara la idea de romperle la cabeza o cualquier parte al ángel. Podía retirarse.
El gran hocico del can olisqueó al recién llegado, le daba mucha curiosidad esa cosa sobre su cabeza y las sombras de sus alas. Solo después de dar por satisfecha su curiosidad se dignó a responder.
"Soy uno de ellos." No tenía por qué dar más explicación que esa, no por el momento al menos. "Samael..." Una risita traviesa se le escapó al canino. "El amo querrá conocerte. Te quedarás conmigo hasta el cambio de turno y te llevaré directamente a sus aposentos. Esa es la regla para los que son como tú." Explicó rodeándolo un momento para luego volver al lugar donde estaba tirado antes de que llegara Caronte a la orilla.
"Sagadalius. El menor del cerberos." Se presentó de forma breve, con la mirada fija en el ángel caído, viendo si este se resignaba a esperar junto a él.
Un olor particularmente dulce, mezclado con sangre no mortal llegó a sus narices y bastó con hechar un vistazo al pasajero de Caronte para reconocer a un ángel caído. De alguna manera tenía un olor que en esencia era similar al de su amo.
Inmediatamente Sagadalius se puso de pie y se acercó con evidente curiosidad canina. Un gesto de su cabeza bastó como señal para que el barquero abandonara la idea de romperle la cabeza o cualquier parte al ángel. Podía retirarse.
El gran hocico del can olisqueó al recién llegado, le daba mucha curiosidad esa cosa sobre su cabeza y las sombras de sus alas. Solo después de dar por satisfecha su curiosidad se dignó a responder.
"Soy uno de ellos." No tenía por qué dar más explicación que esa, no por el momento al menos. "Samael..." Una risita traviesa se le escapó al canino. "El amo querrá conocerte. Te quedarás conmigo hasta el cambio de turno y te llevaré directamente a sus aposentos. Esa es la regla para los que son como tú." Explicó rodeándolo un momento para luego volver al lugar donde estaba tirado antes de que llegara Caronte a la orilla.
"Sagadalius. El menor del cerberos." Se presentó de forma breve, con la mirada fija en el ángel caído, viendo si este se resignaba a esperar junto a él.
Dante Rivelli- Soporte Gráfico
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Fecha de inscripción : 15/03/2012
Re: Underground (R)
Tan pronto como vio el gesto del can, Caronte entendió de inmediato disponiéndose a volver a su barca a proseguir con su trabajo, que no contento con haber tirado a ese pobre desgraciado al agua, intentó pasarle por encima con la barca. Lo suyo era ser rencoroso con ganas, pero a Samael le había caído bien, de hecho, le daba pena que tuviera que irse ya pero estaba seguro que volverían a verse. Vio acercarse el hocico de aquel animal, y más que sentirse intimidado, sonrió y luego rió cual niño, como si aquello fuera la mar de divertido, sentía que como se descuidara, iría a comerselo de un bocado.
- Uno de ellos… -repitió casi para sí, paseando la mano por sus ropas sin importar si las manchaba más, puestos a no estar presentable, pues qué más daba ya. Alzó las cejas divertido ante la risilla del can, no estaba seguro de si iba a ser algo bueno o malo, pero fuera lo que fuere sentía curiosidad y eso lo encontraba entretenido- ¿los que son como yo¿ ¿y cómo somos? -le siguió con la mirada dejando que le rodeara, por unos momentos pensó que quizá tendría suerte de que alguno de sus siervos cayera en el averno- Sagadalius… -repitió para memorizar mejor- pequeño Saga -sonrió al sacar ya un mote con el que llamarle- ¿han caído otros que son como yo? Pero ellos sólo tienen dos -cogió una de sus alas y tiró ligeramente de ella para que supiera a qué se refería- el de arriba los tiró también del plano celestial -cogió aire y lo soltó pesadamente, entrecerró los ojos mirando al suelo pareciendo sentir culpabilidad- fue mi culpa…. Pobres mis queridos siervos… son lo que más amo en el mundo… pero si algo aprendimos en el cielo, es que el amor invita al dolor… debían caer conmigo -desvió la vista a un lado como si le doliera en el alma, ¿qué les estaría pasando ahora? Si cayeron a la tierra cualquier cosa podría depararles, alguien podría encontrarles, torturarles, exhibirles como rarezas… o lo mismo simplemente vivirían una vida normal, quizá encontrarían a alguien a quien querer y formar una familia, o vivir por su cuenta, felices, en la tierra… No, eso NO debería pasar, ellos no pueden ser felices, no más que él y además SIN él, ¿cómo se atreverían a hacer algo así? En ese caso ojalá se hayan reventado la cabeza contra el suelo y se hubieran quedado ahí, inertes y muertos, alimentando a carroña.
- Bueno, quizá no sea para tanto -volvió a sonreír mirando al can quitando importancia- sólo espero que lo estén pasando m… que estén sanos… -entrecerró los ojos en una más que agradable risilla angelical- ojalá alguno haya caído por aquí y acogerle de nuevo en mi vera…. Por cierto -apoyó sus manos sobre las rodillas moviendo los dedos como jugueteando- dijiste que eras uno de ellos, ¿eso es que ahora sois más? -ignoraba la idea que pudieran partir al gran can en tres, pensó que quizá el señor del infierno había conseguido más perros- ¿crees que en el averno podría tener mascota? En los cielos sólo me permitieron tener siervos -como si fuera lo mismo, al menos para él si- ¿cómo es el diablo? Me fio más de tus palabras que las de aquel id…. Impresentable de allá arriba… vaya creo que hoy se me trabaja un poco la lengua -en una suave risa, como si no fuera evidente la clase de palabra que iba a emplear.
- Uno de ellos… -repitió casi para sí, paseando la mano por sus ropas sin importar si las manchaba más, puestos a no estar presentable, pues qué más daba ya. Alzó las cejas divertido ante la risilla del can, no estaba seguro de si iba a ser algo bueno o malo, pero fuera lo que fuere sentía curiosidad y eso lo encontraba entretenido- ¿los que son como yo¿ ¿y cómo somos? -le siguió con la mirada dejando que le rodeara, por unos momentos pensó que quizá tendría suerte de que alguno de sus siervos cayera en el averno- Sagadalius… -repitió para memorizar mejor- pequeño Saga -sonrió al sacar ya un mote con el que llamarle- ¿han caído otros que son como yo? Pero ellos sólo tienen dos -cogió una de sus alas y tiró ligeramente de ella para que supiera a qué se refería- el de arriba los tiró también del plano celestial -cogió aire y lo soltó pesadamente, entrecerró los ojos mirando al suelo pareciendo sentir culpabilidad- fue mi culpa…. Pobres mis queridos siervos… son lo que más amo en el mundo… pero si algo aprendimos en el cielo, es que el amor invita al dolor… debían caer conmigo -desvió la vista a un lado como si le doliera en el alma, ¿qué les estaría pasando ahora? Si cayeron a la tierra cualquier cosa podría depararles, alguien podría encontrarles, torturarles, exhibirles como rarezas… o lo mismo simplemente vivirían una vida normal, quizá encontrarían a alguien a quien querer y formar una familia, o vivir por su cuenta, felices, en la tierra… No, eso NO debería pasar, ellos no pueden ser felices, no más que él y además SIN él, ¿cómo se atreverían a hacer algo así? En ese caso ojalá se hayan reventado la cabeza contra el suelo y se hubieran quedado ahí, inertes y muertos, alimentando a carroña.
- Bueno, quizá no sea para tanto -volvió a sonreír mirando al can quitando importancia- sólo espero que lo estén pasando m… que estén sanos… -entrecerró los ojos en una más que agradable risilla angelical- ojalá alguno haya caído por aquí y acogerle de nuevo en mi vera…. Por cierto -apoyó sus manos sobre las rodillas moviendo los dedos como jugueteando- dijiste que eras uno de ellos, ¿eso es que ahora sois más? -ignoraba la idea que pudieran partir al gran can en tres, pensó que quizá el señor del infierno había conseguido más perros- ¿crees que en el averno podría tener mascota? En los cielos sólo me permitieron tener siervos -como si fuera lo mismo, al menos para él si- ¿cómo es el diablo? Me fio más de tus palabras que las de aquel id…. Impresentable de allá arriba… vaya creo que hoy se me trabaja un poco la lengua -en una suave risa, como si no fuera evidente la clase de palabra que iba a emplear.
Ignis Fragarach- Ocupación : Compositor
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Fecha de inscripción : 30/11/2017
Re: Underground (R)
"Caídos." A eso se refería al decir como ellos, ángeles desterrados del cielo por quién sabe qué pero que terminaban ahí, junto a los condenados. Siendo su amo el mismo tipo de ser, pero claro, con un largo, largo tiempo habitando el infierno, era normal que uno de los caprichos fuera precisamente darle un trato "especial" a aquellos que venían de su antiguo hogar. Quizás era algo de simpatía por parte del mismisimo diablo, pero no, Sagadalius lo dudaba mucho.
"No he visto a ningún otro como tú desde hace mucho tiempo. Así que o eres el primero en llegar o puede que los tuyos hayan llegado en los turnos de mis hermanos." Pero de nuevo Sagadalius dudaba, después de todo entre ellos siempre se mantenían al tanto de detalles como esos.
El can ignoró gran parte de la triste historia de él y sus siervos y es que poco y nada le importaba a él todo eso. Sin embargo, en cuanto el ángel manifestó interés en él (en ellos en realidad) y mencionó lo de tener una "mascota", fue que el canino se movió. El movimiento fue veloz y certero. Una de sus enormes patas se plantó directamente sobre el ángel sin piedad ni remordimiento alguno.
"¿A quién diablos le estás diciendo mascota?" Gruñó fuerte, mostrando parte de su filosa dentadura y es que aunque fueran precisamente la mascota de Lucifer y él mismo los tratara como tal, cualquier otro demonio de esas tierras debía tener en claro que por más perros que pudieran parecer, eran una de las creaciones más poderosas (cuando eran uno) y quizás la criatura más fiel que le servía al diablo.
"No he visto a ningún otro como tú desde hace mucho tiempo. Así que o eres el primero en llegar o puede que los tuyos hayan llegado en los turnos de mis hermanos." Pero de nuevo Sagadalius dudaba, después de todo entre ellos siempre se mantenían al tanto de detalles como esos.
El can ignoró gran parte de la triste historia de él y sus siervos y es que poco y nada le importaba a él todo eso. Sin embargo, en cuanto el ángel manifestó interés en él (en ellos en realidad) y mencionó lo de tener una "mascota", fue que el canino se movió. El movimiento fue veloz y certero. Una de sus enormes patas se plantó directamente sobre el ángel sin piedad ni remordimiento alguno.
"¿A quién diablos le estás diciendo mascota?" Gruñó fuerte, mostrando parte de su filosa dentadura y es que aunque fueran precisamente la mascota de Lucifer y él mismo los tratara como tal, cualquier otro demonio de esas tierras debía tener en claro que por más perros que pudieran parecer, eran una de las creaciones más poderosas (cuando eran uno) y quizás la criatura más fiel que le servía al diablo.
Dante Rivelli- Soporte Gráfico
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Re: Underground (R)
- Ya veo… así que aún no ha caído nadie… -en ese caso estaba seguro que el infierno no era su lugar, habían caído en la tierra, seguramente con ellos el señor tuvo más compasión. “Compasión” mejor dicho, para Samael terminar en el infierno no era un infortunio realmente, fuera lo que pudiera pasarle ahí abajo sólo podría hacerle sentir la diversión que el señor de ahí arriba le daba a cuentagotas. Ignoró por completo cómo sus palabras pudieran haber molestado al enorme can.. No, en realidad siempre se hacía una idea de cómo éstas podían afectar a los demás, quizá a veces se equivocaría, no obstante simplemente no se imponía ningún tipo de control sobre ellas, es por ello que en los instantes que aquella criatura se movió y fue a echarle la pata encima, el caído perdió la sonrisa fugazmente, ¿cómo no iría a esperar tal reacción? Se lo merecía y con creces.
- Ugh… -intentó que no se escuchara mucho, aquello era muy pesado y sentía su cuerpo hecho polvo. Intentaba coger todo el aire que podía, algo que le provocaba cierto dolor en el torso por la presión, consiguiendo que cerrara los ojos y apretara los labios en un intento de callar cualquier quejido, más bien prefirió reír- v-vaya… debí de… hab...erme inf...ormado… mejor… ant... d... caer… ¿cie…..rto?... -intentó moverse, pero su cuerpo no es que fuera más fuerte que una sola pata del can, para nada, por primera vez sintió que su cuerpo podía tener un límite y no precisamente por no poder volar; en los cielos las cosas eran muy diferentes, tenía que caer para darse cuenta que no era intocable, no tendría ningún privilegio y ni las cosas irían a ser fáciles. No era más que una abeja obrera a la que hicieron creer reina y terminó desterrada y sin alas. Al menos tenía el consuelo que de morir, volvería a caer otra vez, pero también eso quería decir que podrían matarle mil y una veces de distintas maneras, y no es que fuera algo a lo que estuviera acostumbrado aún.
- P...pe….que...ño Saga….. cr...e...o…… -apretó los dientes en una dolorosa pausa, pero aún con fuerzas como para no perder la sonrisa- ...lo...lo.ent…...entendí….. dis...discu…..mis….mis disc..ulpas….. -no estaba seguro de si iría a morir o si Sagadalius apartaría su pata y dejaría que se regenerara, pero ahora mismo creyó que comprender su posición era lo más importante y ésta estaba muy por debajo de aquella bestia, y seguramente, que cualquier otro demonio ahora mismo.
- Ugh… -intentó que no se escuchara mucho, aquello era muy pesado y sentía su cuerpo hecho polvo. Intentaba coger todo el aire que podía, algo que le provocaba cierto dolor en el torso por la presión, consiguiendo que cerrara los ojos y apretara los labios en un intento de callar cualquier quejido, más bien prefirió reír- v-vaya… debí de… hab...erme inf...ormado… mejor… ant... d... caer… ¿cie…..rto?... -intentó moverse, pero su cuerpo no es que fuera más fuerte que una sola pata del can, para nada, por primera vez sintió que su cuerpo podía tener un límite y no precisamente por no poder volar; en los cielos las cosas eran muy diferentes, tenía que caer para darse cuenta que no era intocable, no tendría ningún privilegio y ni las cosas irían a ser fáciles. No era más que una abeja obrera a la que hicieron creer reina y terminó desterrada y sin alas. Al menos tenía el consuelo que de morir, volvería a caer otra vez, pero también eso quería decir que podrían matarle mil y una veces de distintas maneras, y no es que fuera algo a lo que estuviera acostumbrado aún.
- P...pe….que...ño Saga….. cr...e...o…… -apretó los dientes en una dolorosa pausa, pero aún con fuerzas como para no perder la sonrisa- ...lo...lo.ent…...entendí….. dis...discu…..mis….mis disc..ulpas….. -no estaba seguro de si iría a morir o si Sagadalius apartaría su pata y dejaría que se regenerara, pero ahora mismo creyó que comprender su posición era lo más importante y ésta estaba muy por debajo de aquella bestia, y seguramente, que cualquier otro demonio ahora mismo.
Ignis Fragarach- Ocupación : Compositor
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Re: Underground (R)
De a ratos iba variando la presión sobre el pequeño cuerpo bajo su pata, a veces lo hacía crujir para después soltarlo un poco hasta que por fin obtuvo unas disculpas de su parte, pero ¿a quién demonios le importan las disculpas en el infierno?
Hizo otro poco más de presión antes de quitar su pata de encima, pero estuvo jugando con él un buen rato, dejando que se medio regenerara, luego volviendo a aplastarlo y así sucesivamente hasta que por fin se aburrió de eso.
"Eres divertido." Dijo dando un gran bostezo que parecía indicar todo lo contrario a lo que decía, pero no mentía, en verdad le había hecho gracia ese jueguito porque bueno, no podía hacer eso con todo el mundo y que el mal nacido siguiera sonriéndole después de la pequeña y amigable ronda de torturas.
"Seguro a mis hermanos también le caes bien." Ahora Sagadalius parecía tener más ganas de hablar. "Sagathyad, Sagarath y Sagadalius. Procura no olvidar nuestros nombres." Advirtió. Asunto de él si quería tratar de ponerle un sobrenombre a sus hermanos o intentarlo ya que entre los mayores el humor y la tolerancia no eran precisamente parte de sus cualidades.
Hizo otro poco más de presión antes de quitar su pata de encima, pero estuvo jugando con él un buen rato, dejando que se medio regenerara, luego volviendo a aplastarlo y así sucesivamente hasta que por fin se aburrió de eso.
"Eres divertido." Dijo dando un gran bostezo que parecía indicar todo lo contrario a lo que decía, pero no mentía, en verdad le había hecho gracia ese jueguito porque bueno, no podía hacer eso con todo el mundo y que el mal nacido siguiera sonriéndole después de la pequeña y amigable ronda de torturas.
"Seguro a mis hermanos también le caes bien." Ahora Sagadalius parecía tener más ganas de hablar. "Sagathyad, Sagarath y Sagadalius. Procura no olvidar nuestros nombres." Advirtió. Asunto de él si quería tratar de ponerle un sobrenombre a sus hermanos o intentarlo ya que entre los mayores el humor y la tolerancia no eran precisamente parte de sus cualidades.
Dante Rivelli- Soporte Gráfico
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Re: Underground (R)
Samael ahora mismo era como un muñeco antiestrés, no sabía si aquello le gustaba o le desagradaba pero no tenía ningún tipo de queja, además creyó que el can se estaba divirtiendo con ello, y si tenía que ser sincero, él también, ¿para qué mentir, no? Era como ser el juguete de un animal gigante y eso le hacía gracia.
- Tu… -tragó saliva y de paso intentó recuperar un poco de aire mientras su cuerpo terminaba de regenerarse- tu también lo eres… -intentó incorporarse aún algo adolorida, echándose a reír al sentir las punzadas, con la mano sobre su pecho por ser lo que más sentía adolorido- ¿tu crees?... oh… veo que tendré que cambiar el apodo cariñoso -sonrió divertido al ver que todos empezaban por “Saga”, si alguna vez tuvieron una madre, o quien sea que les pusiera el nombre, era como si partieran de la misma base y luego dieran rienda suelta a la imaginación, pero no le desagradaban en absoluto esos nombres, sólo eran algo difíciles de memorizar. Nada imposible al menos- ¿y cómo son tus hermanos? ¿cómo es tu señor?.... -se sentó cual indio en el suelo, con las manos apoyadas sobre sus tobillos, pensando que si el diablo es gobernante del inframundo, entonces sería su nuevo señor también- ….. nuestro señor… -corrigió- ¿cómo trata a su gente? Ya que voy a estar por aquí… es bueno saberlo -recordó que dijo que le llevaría a los aposentos de su señor, seguía sin entender muy bien porqué ahí- ¿le gusta torturar personalmente a los ángeles que caen por aquí? ¿da una charla en privado? -quiso pensar en ello, le emocionaba la idea de no saber qué podría ocurrir, su corazón incluso latía más rápido. Recordó que en el infierno los demonios tienen la libertad de cometer cualquier pecado, al menos hasta donde el gobernador de su antiguo hogar le había contado, para él no tenían nada de malo realmente, era de los pocos que no condenaron nunca dichos actos si precisamente él mismo era el que hacía el trabajo sucio de su antiguo Dios.
Por unos momentos perdió la sonrisa, solo para luego reír al creer entender qué iría a pasar.
- No sé si me voy a equivocar, querido Sagadalius, pero, ¿no será que a Lucifer le gusta profanar a los caídos? No es que no sepa cómo va eso de la fornicación… pero no tengo nada ahí abajo ahora mismo -refiriéndose a su cuerpo asexuado, ni siquiera había pensado nunca en elegir un género hasta ahora... de hecho, ahora que lo pensaba, había algo que no se hacía a la idea, ¿cómo lo harían dos hombres? ¿se restregaban entre sí o cómo? ahí arriba no les contaron nunca los asuntos fuera de lo "natural" según lo que se estipulaba como "normal" ahí, siempre dijeron que estaba mal todo aquello que se iba de aquellas normas, sin explicaciones más allá de lo necesario. Muy posiblemente para mantenerles en la ignorancia- ahí arriba nadie necesita de eso -no se le veía molesto por la idea, ni tampoco asustado, era algo nuevo y eso le animaba bastante, aún si no tenía ni idea de qué hacer en la cama- ¿tiene el señor alguna preferencia?
- Tu… -tragó saliva y de paso intentó recuperar un poco de aire mientras su cuerpo terminaba de regenerarse- tu también lo eres… -intentó incorporarse aún algo adolorida, echándose a reír al sentir las punzadas, con la mano sobre su pecho por ser lo que más sentía adolorido- ¿tu crees?... oh… veo que tendré que cambiar el apodo cariñoso -sonrió divertido al ver que todos empezaban por “Saga”, si alguna vez tuvieron una madre, o quien sea que les pusiera el nombre, era como si partieran de la misma base y luego dieran rienda suelta a la imaginación, pero no le desagradaban en absoluto esos nombres, sólo eran algo difíciles de memorizar. Nada imposible al menos- ¿y cómo son tus hermanos? ¿cómo es tu señor?.... -se sentó cual indio en el suelo, con las manos apoyadas sobre sus tobillos, pensando que si el diablo es gobernante del inframundo, entonces sería su nuevo señor también- ….. nuestro señor… -corrigió- ¿cómo trata a su gente? Ya que voy a estar por aquí… es bueno saberlo -recordó que dijo que le llevaría a los aposentos de su señor, seguía sin entender muy bien porqué ahí- ¿le gusta torturar personalmente a los ángeles que caen por aquí? ¿da una charla en privado? -quiso pensar en ello, le emocionaba la idea de no saber qué podría ocurrir, su corazón incluso latía más rápido. Recordó que en el infierno los demonios tienen la libertad de cometer cualquier pecado, al menos hasta donde el gobernador de su antiguo hogar le había contado, para él no tenían nada de malo realmente, era de los pocos que no condenaron nunca dichos actos si precisamente él mismo era el que hacía el trabajo sucio de su antiguo Dios.
Por unos momentos perdió la sonrisa, solo para luego reír al creer entender qué iría a pasar.
- No sé si me voy a equivocar, querido Sagadalius, pero, ¿no será que a Lucifer le gusta profanar a los caídos? No es que no sepa cómo va eso de la fornicación… pero no tengo nada ahí abajo ahora mismo -refiriéndose a su cuerpo asexuado, ni siquiera había pensado nunca en elegir un género hasta ahora... de hecho, ahora que lo pensaba, había algo que no se hacía a la idea, ¿cómo lo harían dos hombres? ¿se restregaban entre sí o cómo? ahí arriba no les contaron nunca los asuntos fuera de lo "natural" según lo que se estipulaba como "normal" ahí, siempre dijeron que estaba mal todo aquello que se iba de aquellas normas, sin explicaciones más allá de lo necesario. Muy posiblemente para mantenerles en la ignorancia- ahí arriba nadie necesita de eso -no se le veía molesto por la idea, ni tampoco asustado, era algo nuevo y eso le animaba bastante, aún si no tenía ni idea de qué hacer en la cama- ¿tiene el señor alguna preferencia?
Ignis Fragarach- Ocupación : Compositor
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Re: Underground (R)
"Ya los conocerás. No seas impaciente." Trató de dejar la conversación hasta ahí, pero la curiosidad del ángel respecto al señor de esas tinieblas parecía ser grande.
"Nuestro señor es caprichoso. Hace lo que le viene en gana." No dio detalles y es que era dificil ser más específico cuando en verdad no había un patrón con el cual definir la conducta del diablo. "A veces tortura a algunos, a veces no parece muy interesado. Tal vez solo depende de su humor, ni idea en verdad." Bufó y movió la cola una sola vez, como un pequeño latigazo, sin embargo lo siguiente dicho pareció captar su atención pues sus orejas y su cabeza se irguieron.
"¿Profanar?" La voz profunda del can tuvo un cierto toque irónico. De un momento a otro el animal pareció comenzar a arder en una especie de fuego negro que se fue extinguiendo poco a poco hasta dar paso a una figura humanoide.
"A veces lo hace, pero tienes sus preferencias." Después de todo ni siquiera él parecía ser tan digno de su tacto. Tan solo el mayor de los hermanos tenía tal privilegio. "¿De verdad no tienes nada?" Dijo sonriéndole con malicia mientras se ponía de cuclillas frente a él, llevando sin reparos su mano hasta la zona de su entrepierna para comprobar por sí mismo sus palabras.
"Esto va a ser divertido." Aseguró lamiéndose los labios con descaro para luego susurrar "Te recomiendo que encuentres una forma de tener algo ahí o de lo contrario alguien aquí se encargará de hacerte un agujero por donde te puedan follar."
"Nuestro señor es caprichoso. Hace lo que le viene en gana." No dio detalles y es que era dificil ser más específico cuando en verdad no había un patrón con el cual definir la conducta del diablo. "A veces tortura a algunos, a veces no parece muy interesado. Tal vez solo depende de su humor, ni idea en verdad." Bufó y movió la cola una sola vez, como un pequeño latigazo, sin embargo lo siguiente dicho pareció captar su atención pues sus orejas y su cabeza se irguieron.
"¿Profanar?" La voz profunda del can tuvo un cierto toque irónico. De un momento a otro el animal pareció comenzar a arder en una especie de fuego negro que se fue extinguiendo poco a poco hasta dar paso a una figura humanoide.
"A veces lo hace, pero tienes sus preferencias." Después de todo ni siquiera él parecía ser tan digno de su tacto. Tan solo el mayor de los hermanos tenía tal privilegio. "¿De verdad no tienes nada?" Dijo sonriéndole con malicia mientras se ponía de cuclillas frente a él, llevando sin reparos su mano hasta la zona de su entrepierna para comprobar por sí mismo sus palabras.
"Esto va a ser divertido." Aseguró lamiéndose los labios con descaro para luego susurrar "Te recomiendo que encuentres una forma de tener algo ahí o de lo contrario alguien aquí se encargará de hacerte un agujero por donde te puedan follar."
Dante Rivelli- Soporte Gráfico
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Re: Underground (R)
Creyó que el señor del inframundo era alguien complejo, si el mismo Sagadalius tenía dificultades para definirle, entonces sería alguien definitivamente interesante, eso sólo alimentaba más su curiosidad hacia el señor del inframundo, sentía como un calor en su estómago que podía reconocer perfectamente: por extraño que fuera, sentía que cierta admiración crecía en él, y eso que sólo escuchó vagamente por parte del can, pero el misterio era un modo de conseguir que Samael sintiera más curiosidad, por lo tanto, cierto tipo de emoción de saber qué iría a ocurrir, cómo iría a ser.
Escuchar aquel tono hizo que se sintiera algo confundido, ¿había dicho algo extraño? Pero pronto algo mucho más interesante llamaría su atención, consiguiendo que se viera sorprendido, ¿qué clase de brujería era aquella? Es decir, había oído al respecto pero nunca visto con sus propios ojos, incluso era incapaz de no mirar aquellos cuernos, ¿cómo sería tocarlos? ¿sería duros de verdad? Eso se volvía más interesante por momentos- ¿preferencias? -desvió la atención hacia el rostro del ajeno, esbozando una sonrisa- ya veo, el señor parece alguien difícil de satisfacer -por unos momentos dudó si debió de emplear esa palabra, “satisfacer”, ¿se emplearía también en ese sentido? Dio un respingo al notar la mano de repente en su entrepierna, saliendo repentinamente de sus pensamientos y echándose a reír- sin duda por aquí no tenéis reparos en tocar a los demás -pero más que molestarle, lo veía como a algo entretenido, incluso aumentaba el factor sorpresa- nada de nada -y era cierto, aquello estaba completamente plano, tampoco sentía apuro al ser tocado en esa zona, jamás sintió que fuera un lugar que “proteger” al no haber nada. Si de por sí rió con la idea de ser tocado por sorpresa, que además le dijera que alguien se encargaría de abrir un agujero hizo que terminar en una carcajada- ¡Eso sí es divertido! -y no por haberlo tomado como broma realmente, era literal. Paró de golpe la risa, con una sonrisa en los labios y los ojos entrecerrados, a pesar de parecer la misma expresión agradable, tenía un deje distinto.
- Pero al final sería aburrido abrir una y otra vez un agujero, ¿no crees? -se levantó sacudiendo un poco sus ropas- puedo elegir un género en concreto, hombre o mujer, o incluso hermafrodita -estaba en la labor de decidir cuál de ellos elegir, cuando de golpe la palabra “follar” se hizo eco en su cabeza, de forma repentina, apretando los labios riendo para sí, como si fuera algo de lo que reírse, pero en realidad, de lo que se estaba riendo era el pensar que habría sido perfecto que se le hubiera ocurrido hacer algo así antes de caer, al menos se habría llevado a algunos más con él. Menuda pena, les habría salvado de aquel egocéntrico de arriba. Negó con la cabeza, manifestando su cuerpo como hombre, no cambiaba mucho, solo que ahora tenía algo colgando entre sus piernas, algo que se le hizo muy extraño, de hecho se fue a acercar al agua, en un intento de ver si lograba reflejar algo, levantó sus ropas para ver mejor desde distinto ángulo, desde el reflejo y desde donde podía ver, luego se volvió mujer, ahí sí cambió su aspecto, su pelo era más largo y era pelirrojo, incluso el color de los ojos cambió, siendo pecuda alrededor del puente de su nariz. Notó que su cuerpo entero cambió también, pero lo que más llamó su atención, aparte de tener senos que tabana parte de su visión, era lo que había entre sus piernas. Se echó a reír sentandose de cuclillas.
- Tengo una boca entre las piernas -sorprendido que incluso su voz cambiara al soltar la desafortunada comparación, luego pasó de hombre a mujer como si se tratara de un juego mientras reía por el cambio de uno a otro, podrían parecer dos personas distintas perfectamente- ¿porqué no se me ocurrió antes? -y la verdad es que se le ocurren muchas cosas que podría hacer con ello, habría sido mucho más divertido haber usado esa diferencia de aspecto, habría gastado muchas más bromas, o incluso usarlo como un método de hacer su trabajo.
Escuchar aquel tono hizo que se sintiera algo confundido, ¿había dicho algo extraño? Pero pronto algo mucho más interesante llamaría su atención, consiguiendo que se viera sorprendido, ¿qué clase de brujería era aquella? Es decir, había oído al respecto pero nunca visto con sus propios ojos, incluso era incapaz de no mirar aquellos cuernos, ¿cómo sería tocarlos? ¿sería duros de verdad? Eso se volvía más interesante por momentos- ¿preferencias? -desvió la atención hacia el rostro del ajeno, esbozando una sonrisa- ya veo, el señor parece alguien difícil de satisfacer -por unos momentos dudó si debió de emplear esa palabra, “satisfacer”, ¿se emplearía también en ese sentido? Dio un respingo al notar la mano de repente en su entrepierna, saliendo repentinamente de sus pensamientos y echándose a reír- sin duda por aquí no tenéis reparos en tocar a los demás -pero más que molestarle, lo veía como a algo entretenido, incluso aumentaba el factor sorpresa- nada de nada -y era cierto, aquello estaba completamente plano, tampoco sentía apuro al ser tocado en esa zona, jamás sintió que fuera un lugar que “proteger” al no haber nada. Si de por sí rió con la idea de ser tocado por sorpresa, que además le dijera que alguien se encargaría de abrir un agujero hizo que terminar en una carcajada- ¡Eso sí es divertido! -y no por haberlo tomado como broma realmente, era literal. Paró de golpe la risa, con una sonrisa en los labios y los ojos entrecerrados, a pesar de parecer la misma expresión agradable, tenía un deje distinto.
- Pero al final sería aburrido abrir una y otra vez un agujero, ¿no crees? -se levantó sacudiendo un poco sus ropas- puedo elegir un género en concreto, hombre o mujer, o incluso hermafrodita -estaba en la labor de decidir cuál de ellos elegir, cuando de golpe la palabra “follar” se hizo eco en su cabeza, de forma repentina, apretando los labios riendo para sí, como si fuera algo de lo que reírse, pero en realidad, de lo que se estaba riendo era el pensar que habría sido perfecto que se le hubiera ocurrido hacer algo así antes de caer, al menos se habría llevado a algunos más con él. Menuda pena, les habría salvado de aquel egocéntrico de arriba. Negó con la cabeza, manifestando su cuerpo como hombre, no cambiaba mucho, solo que ahora tenía algo colgando entre sus piernas, algo que se le hizo muy extraño, de hecho se fue a acercar al agua, en un intento de ver si lograba reflejar algo, levantó sus ropas para ver mejor desde distinto ángulo, desde el reflejo y desde donde podía ver, luego se volvió mujer, ahí sí cambió su aspecto, su pelo era más largo y era pelirrojo, incluso el color de los ojos cambió, siendo pecuda alrededor del puente de su nariz. Notó que su cuerpo entero cambió también, pero lo que más llamó su atención, aparte de tener senos que tabana parte de su visión, era lo que había entre sus piernas. Se echó a reír sentandose de cuclillas.
- Tengo una boca entre las piernas -sorprendido que incluso su voz cambiara al soltar la desafortunada comparación, luego pasó de hombre a mujer como si se tratara de un juego mientras reía por el cambio de uno a otro, podrían parecer dos personas distintas perfectamente- ¿porqué no se me ocurrió antes? -y la verdad es que se le ocurren muchas cosas que podría hacer con ello, habría sido mucho más divertido haber usado esa diferencia de aspecto, habría gastado muchas más bromas, o incluso usarlo como un método de hacer su trabajo.
Ignis Fragarach- Ocupación : Compositor
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Re: Underground (R)
"Es difícil de satistacer." Aseguró el muchacho respecto a su amo. Él ni siquiera se esforzaba por intentar obtener algún favor de su señor, pero sus hermanos solían pelear por su atención.
"¿Ah? ¿Porqué habríamos de tener reparos?" Apretó un poco la zona y solo cuando se vio satisfecho y convencido de que efectivamente ahí no había nada apartó su mano y volvió a ponerse de pie, dando un segundo bostezo.
"¿Crees que es aburrido para nosotros que puedas regenerarte?" Le preguntó dándo una sonrisa de medio lado que dejaba ver parte de sus gruesos colmillos. "Puede que te vuelvas un juguete interesante a los ojos del amo. No creo que el se aburra de abrirte uno o varios agujeros una y otra vez." Se rascó detrás de la oreja mientras hacía el comentario. Aunque su apariencia era más humanoide sus movimientos seguian siendo claramente los de un perro.
Cuando dijo poder cambiar al voluntad el can lo miró incrédulo, luego un poco confundido al no entender qué rayos hacía y porqué se acercaba a la orilla. Él simplemente se sentó de nuevo a los pies de las puertas del inframundo, el día estaba particularmente flojo, excepto por el malnacido que seguía chapoteando en el agua para diversión de algunos demonios de bajo rango que jugaban a sacarlo para luego volver a dejarlo caer y así sucesivamente, probablemente hasta que se aburrieran de sus suplicas y gritos.
Volvió la atención al ángel caído, pero ahora este tenía otro aspecto. Se intrigó y solo entonces se acercó también a la orilla.
"¿De verdad puedes cambiar a tu gusto?" Dijo volviendo a tocar con descaro su intimidad para comprobar diferencias. "Eh~ Vaya que sí puedes." Ahora la risa se escapó descaradamente de sus labios. Si el ángel era solo un ángel hasta entonces, su cuerpo tanto de hombre como de mujer serían puros y castos. Quizás si el amo no quería hacerlo por si mismo y se los permitía, él y sus hermanos podrían darse el primer banquete, después de todo casos como aquel no eran muy comunes de ver.
"¿Ah? ¿Porqué habríamos de tener reparos?" Apretó un poco la zona y solo cuando se vio satisfecho y convencido de que efectivamente ahí no había nada apartó su mano y volvió a ponerse de pie, dando un segundo bostezo.
"¿Crees que es aburrido para nosotros que puedas regenerarte?" Le preguntó dándo una sonrisa de medio lado que dejaba ver parte de sus gruesos colmillos. "Puede que te vuelvas un juguete interesante a los ojos del amo. No creo que el se aburra de abrirte uno o varios agujeros una y otra vez." Se rascó detrás de la oreja mientras hacía el comentario. Aunque su apariencia era más humanoide sus movimientos seguian siendo claramente los de un perro.
Cuando dijo poder cambiar al voluntad el can lo miró incrédulo, luego un poco confundido al no entender qué rayos hacía y porqué se acercaba a la orilla. Él simplemente se sentó de nuevo a los pies de las puertas del inframundo, el día estaba particularmente flojo, excepto por el malnacido que seguía chapoteando en el agua para diversión de algunos demonios de bajo rango que jugaban a sacarlo para luego volver a dejarlo caer y así sucesivamente, probablemente hasta que se aburrieran de sus suplicas y gritos.
Volvió la atención al ángel caído, pero ahora este tenía otro aspecto. Se intrigó y solo entonces se acercó también a la orilla.
"¿De verdad puedes cambiar a tu gusto?" Dijo volviendo a tocar con descaro su intimidad para comprobar diferencias. "Eh~ Vaya que sí puedes." Ahora la risa se escapó descaradamente de sus labios. Si el ángel era solo un ángel hasta entonces, su cuerpo tanto de hombre como de mujer serían puros y castos. Quizás si el amo no quería hacerlo por si mismo y se los permitía, él y sus hermanos podrían darse el primer banquete, después de todo casos como aquel no eran muy comunes de ver.
Dante Rivelli- Soporte Gráfico
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Re: Underground (R)
Embobado como estaba con su propia entrepierna apenas se había percatado de la presencia del can, dio un respingo al notar la mano y se echó a reír. No le era un gesto molesto, hasta entonces ahí no había nada y en su cerebro la cosa no había cambiado aun si hubiera hecho surgir sus genitales. No son más que partes del cuerpo, algo natural, de hecho ni siquiera entendía cómo el señor de allá en los cielos se empecinaba en imponer su censura y avergonzar algo así.
- Tener genitales es algo útil al parecer -se acomodó mejor sus ropas mirando directamente al can- ¿y cuándo voy a poder pasar por esas puertas? -se había entretenido como nadie cambiando de un género a otro, pero lo que llamaba su curiosidad era el destino que iría a depararle cuando pasara al otro lado, ya le había avisado sobre cómo Lucifer recibía a los caídos, ¿quién sabe? Quizá cuando se diera cuenta su cuerpo se estaría regenerando con la cabeza en la otra punta del averno buscando el modo de terminar de recomponerse. Lejos de asustarle solo le provocaba más intriga, se sentía como un niño que se había visto envuelto en una aventura en un mundo lejos de su realidad, todo era tan conocido y a la vez tan nuevo que sentía cosquilleos en su barriga.
- Tener genitales es algo útil al parecer -se acomodó mejor sus ropas mirando directamente al can- ¿y cuándo voy a poder pasar por esas puertas? -se había entretenido como nadie cambiando de un género a otro, pero lo que llamaba su curiosidad era el destino que iría a depararle cuando pasara al otro lado, ya le había avisado sobre cómo Lucifer recibía a los caídos, ¿quién sabe? Quizá cuando se diera cuenta su cuerpo se estaría regenerando con la cabeza en la otra punta del averno buscando el modo de terminar de recomponerse. Lejos de asustarle solo le provocaba más intriga, se sentía como un niño que se había visto envuelto en una aventura en un mundo lejos de su realidad, todo era tan conocido y a la vez tan nuevo que sentía cosquilleos en su barriga.
- BABIDÚ:
- Perdón por la demora, recién estoy retomando los roles ;__;
Ignis Fragarach- Ocupación : Compositor
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Re: Underground (R)
" Te dejaría pasar por tu cuenta, pero Skýlos y Svarg se enojarían conmigo. Las puertas tienen sus reglas y aunque es bastante aburrido a veces, no puedo incumplirlas. " Un tercer bostezo se escapó de su boca, esta vez procuró estirar el cuerpo y mirar el oscuro y rojizo cielo del averno.
"Svarg debe estar por llegar." Lo sentía, lo olía cerca. Había algo en su interior que siempre le permitía detectar a sus hermanos con tanta facilidad como un GPS insertado en su cerebro.
Dicho y hecho Svarg, un perro aún más grande e imponente que él mismo, apareció, con pelo negro azabache frondoso y cuernos robustos propios de un animal mucho más magro que un canino. Puntual como siempre al momento del cambio de turno su hermano simplemente les dedicó una mirada y no necesitó mucho más para entender quien o más bien qué era la criatura que acompañaba a Sagadalius. Un solo gesto de cabeza, parecido al que él mismo había tenido con Caronte le indicó al menos de los canes que era momento de marcharse y escoltar al caído.
"Yo mismo te escoltaré a través de las puertas hasta nuestro amo. Aunque si quieres podemos hacer una parada turística para... ya sabes, saciar tu curiosidad con nuestra tierra o bien, con tus nuevos dotes." Se rió de manera relajada, ya no tenía que mantenerse serio y severo, eso se lo dejaba a su hermano.
Manteniendo su forma humanoide, Spyro comenzó a caminar hacia las puertas que se abrieron de par en par con un sonido estridente.
"Si estás muy ansioso, te llevo con mi amo, pero estoy seguro que a él un minuto más y uno menos de ti no le importarán."
"Svarg debe estar por llegar." Lo sentía, lo olía cerca. Había algo en su interior que siempre le permitía detectar a sus hermanos con tanta facilidad como un GPS insertado en su cerebro.
Dicho y hecho Svarg, un perro aún más grande e imponente que él mismo, apareció, con pelo negro azabache frondoso y cuernos robustos propios de un animal mucho más magro que un canino. Puntual como siempre al momento del cambio de turno su hermano simplemente les dedicó una mirada y no necesitó mucho más para entender quien o más bien qué era la criatura que acompañaba a Sagadalius. Un solo gesto de cabeza, parecido al que él mismo había tenido con Caronte le indicó al menos de los canes que era momento de marcharse y escoltar al caído.
"Yo mismo te escoltaré a través de las puertas hasta nuestro amo. Aunque si quieres podemos hacer una parada turística para... ya sabes, saciar tu curiosidad con nuestra tierra o bien, con tus nuevos dotes." Se rió de manera relajada, ya no tenía que mantenerse serio y severo, eso se lo dejaba a su hermano.
Manteniendo su forma humanoide, Spyro comenzó a caminar hacia las puertas que se abrieron de par en par con un sonido estridente.
"Si estás muy ansioso, te llevo con mi amo, pero estoy seguro que a él un minuto más y uno menos de ti no le importarán."
- Spoiler:
- Jajajaja yo si me demoré, perdón. Ni siquiera sé si vas a volver pero no quería no contestar. Te debo una chelita.
Dante Rivelli- Soporte Gráfico
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Re: Underground (R)
—Reglas en el inframundo… ¡Qué interesante! —exclamó con una animada sonrisa. Jamás esperó que la cuna del libertinaje estuviese regida por normas. A pesar de llamar su atención también le encontraba sentido, era el control dentro del caos, y supuso que el maligno debía de encontrarle el gusto a tenerlo todo bajo dominio.
Al nombrar al otro can paseó la mirada a su alrededor con curiosidad para poner cara a ese tal «Svarg», sobre quien clavó la mirada en cuanto hizo acto de presencia. Se preguntaba cómo estarían conectados esos canes, en su cabeza eran algo así como trillizos aunque no fuesen exactamente iguales, o por lo menos no a sus ojos, así que se le pasaban muchas cuestiones en su huronea cabecita. Ese mundo, tan lejano al que había estado habitando hasta hacía no demasiado, era muy distinto, y esas criaturas eran de lo más interesantes. Tanto o más que el huraño Caronte.
—Me va a encantar que me guíes por estas tierras… —Inclinó la cabeza ante la segunda propuesta, elevando las cejas en un gesto interesado— Así que estarías dispuesto a saciar mi curiosidad… ¿Es algo común? Ahí arriba se protegía la pureza con uñas y dientes pero… —Bajó la mirada hacia su propio vientre— Supongo que ahora mismo es lo único «puro» que queda en mí —Elevó sus orbes hacia el can, emprendiendo sus pasos para seguir a su guía—, ¿no sería adecuado presentarle dicho regalo a tu señor? Aunque… —Se llevó la mano a la barbilla, en un gesto pensativo— Quizá no sea algo de valor en éstas tierras. Supongo que esto me sirve para aprender sobre la forma de pensar de por aquí.
No estaba ansioso por conocer a su amo, estaba tan convencido como el can de que alguien tan antiguo, con tantas almas cayendo en esas tierras, no tendría prisas.
—Allá arriba se nos prohibía amar a otro que no fuese «El creador»…. Sinceramente, no estoy seguro de saber qué significa ese sentimiento, ¿qué se supone que debería sentir? Por él… no sabría decir qué decía pero no se asemejaba a la definición humana de «amar» —Paseaba la mirada por el lugar, ensimismado con lo que atisbaban sus ojos—. ¿Hay alguna regla similar aquí? ¿Hay algo que esté prohibido?
Al nombrar al otro can paseó la mirada a su alrededor con curiosidad para poner cara a ese tal «Svarg», sobre quien clavó la mirada en cuanto hizo acto de presencia. Se preguntaba cómo estarían conectados esos canes, en su cabeza eran algo así como trillizos aunque no fuesen exactamente iguales, o por lo menos no a sus ojos, así que se le pasaban muchas cuestiones en su huronea cabecita. Ese mundo, tan lejano al que había estado habitando hasta hacía no demasiado, era muy distinto, y esas criaturas eran de lo más interesantes. Tanto o más que el huraño Caronte.
—Me va a encantar que me guíes por estas tierras… —Inclinó la cabeza ante la segunda propuesta, elevando las cejas en un gesto interesado— Así que estarías dispuesto a saciar mi curiosidad… ¿Es algo común? Ahí arriba se protegía la pureza con uñas y dientes pero… —Bajó la mirada hacia su propio vientre— Supongo que ahora mismo es lo único «puro» que queda en mí —Elevó sus orbes hacia el can, emprendiendo sus pasos para seguir a su guía—, ¿no sería adecuado presentarle dicho regalo a tu señor? Aunque… —Se llevó la mano a la barbilla, en un gesto pensativo— Quizá no sea algo de valor en éstas tierras. Supongo que esto me sirve para aprender sobre la forma de pensar de por aquí.
No estaba ansioso por conocer a su amo, estaba tan convencido como el can de que alguien tan antiguo, con tantas almas cayendo en esas tierras, no tendría prisas.
—Allá arriba se nos prohibía amar a otro que no fuese «El creador»…. Sinceramente, no estoy seguro de saber qué significa ese sentimiento, ¿qué se supone que debería sentir? Por él… no sabría decir qué decía pero no se asemejaba a la definición humana de «amar» —Paseaba la mirada por el lugar, ensimismado con lo que atisbaban sus ojos—. ¿Hay alguna regla similar aquí? ¿Hay algo que esté prohibido?
- Spoiler:
- No problemo 8DDD Hemos vuelto.
Ignis Fragarach- Ocupación : Compositor
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Re: Underground (R)
Como no parecía haber apuro en presentarlo con su amo, Sagadalius simplemente mantuvo su forma humanoide y comenzó a caminar sobre sus pies descalzos por las tierras áridas que daban la bienvenida al inframundo. Aquel que muchas veces era relatado como un lugar caluroso y agónico por algunos, oscuro y sombrío por otros, pero la verdad es que cada zona de aquel lugar guardaba diferentes características y propósitos.
Claro que habían zonas destinadas a torturar almas de maneras muy específicas que resultaban ser todo un espectáculo de desesperación. Pero eso no lo era todo. Suponía que cada quien podría describir aquel lugar de una u otra forma y sin embargo todas estarían bien, ya que era muy amplio aunque no precisamente "habitable" para criaturas más delicadas que ellos.
Los paisajes podían variar desde el abrazador desierto, como también ríos de lava, mares oscuros, montañas rocosas congeladas, bosques de espinos llenos de neblina tóxica, habitados por criaturas que quien sabe desde hace cuanto acechaban a cualquiera que pudiera cruzarse en su camino, viejos demonios como lo que era él mismo y sus hermanos. En general, todos los paisajes que distaban de ser precisamente una atracción turística, pero a ojos del menor de los canes, tenían su atractivo. Y bueno, después de todo no conocía como era en otros lugares, otros mundos. Suponía que el paraíso sería algo bastante aburrido. No le interesaba o al menos de eso se intentaba convencer.
También existían los aposentos de su amo, un castillo en ruinas que de todas formas guardaba cierto aire imponente. Seguramente cuando su señor recién fue desterrado nada de aquello existía. Ahora era un punto central y probablemente el más importante del inframundo, donde solo los demonios de alto rango y otros como el sujeto que ahora guiaba podían entrar.
Pero aún era muy temprano para llegar hasta aquella enorme torre visible en el horizonte.
"Mmm... pues no es que tenga gran valor o ninguno el asunto de la pureza. Como ya dije, nuestro amo es caprichoso, podría querer tomarte o simplemente mandar a algún otro demonio a hacerlo frente a él. La verdad es difícil intentar predecirlo. Tal vez sería más prudente esperar a llevarte con él." Era honesto al decirlo, después de todo no siempre le iba muy bien leyendo las intenciones de su señor. Por eso es que también admiraba bastante a su hermano mayor. Y es que para poder lidiar con el rey del infierno había que tener algo de cerebro y él era el menos dotado de astucia de los 3 canes. No quería meterse en problemas por simplemente saciar su curiosidad y sus constantes ansias sexuales que más de una vez le habían sido problemáticas.
El can soltó una carcajada que hizo eco en el puente de lamentos que cruzaban.
"¿Amar?" enarcó una ceja al repetir la palabra. "Ni lo conozco y ya me parece detestable ese "creador" tuyo." el chico pelinegro se detuvo un momento para rascarse tras la oreja y luego bostezó. "No hay reglas escritas, solo instintivas. Lo entenderás mejor luego de que conozcas a mi amo, pero si puedo aconsejarte es que intentes no mencionar nada de allá arriba. Lo vuelve irritable." susurró poniendo una mano junto a su boca, intentando ocultar la modulación de sus labios, como si supiera que incluso a la gran distancia que aún guardaban con los aposentos del lucero caído, este pudiera llegar a escucharlos de todas maneras.
Claro que habían zonas destinadas a torturar almas de maneras muy específicas que resultaban ser todo un espectáculo de desesperación. Pero eso no lo era todo. Suponía que cada quien podría describir aquel lugar de una u otra forma y sin embargo todas estarían bien, ya que era muy amplio aunque no precisamente "habitable" para criaturas más delicadas que ellos.
Los paisajes podían variar desde el abrazador desierto, como también ríos de lava, mares oscuros, montañas rocosas congeladas, bosques de espinos llenos de neblina tóxica, habitados por criaturas que quien sabe desde hace cuanto acechaban a cualquiera que pudiera cruzarse en su camino, viejos demonios como lo que era él mismo y sus hermanos. En general, todos los paisajes que distaban de ser precisamente una atracción turística, pero a ojos del menor de los canes, tenían su atractivo. Y bueno, después de todo no conocía como era en otros lugares, otros mundos. Suponía que el paraíso sería algo bastante aburrido. No le interesaba o al menos de eso se intentaba convencer.
También existían los aposentos de su amo, un castillo en ruinas que de todas formas guardaba cierto aire imponente. Seguramente cuando su señor recién fue desterrado nada de aquello existía. Ahora era un punto central y probablemente el más importante del inframundo, donde solo los demonios de alto rango y otros como el sujeto que ahora guiaba podían entrar.
Pero aún era muy temprano para llegar hasta aquella enorme torre visible en el horizonte.
"Mmm... pues no es que tenga gran valor o ninguno el asunto de la pureza. Como ya dije, nuestro amo es caprichoso, podría querer tomarte o simplemente mandar a algún otro demonio a hacerlo frente a él. La verdad es difícil intentar predecirlo. Tal vez sería más prudente esperar a llevarte con él." Era honesto al decirlo, después de todo no siempre le iba muy bien leyendo las intenciones de su señor. Por eso es que también admiraba bastante a su hermano mayor. Y es que para poder lidiar con el rey del infierno había que tener algo de cerebro y él era el menos dotado de astucia de los 3 canes. No quería meterse en problemas por simplemente saciar su curiosidad y sus constantes ansias sexuales que más de una vez le habían sido problemáticas.
El can soltó una carcajada que hizo eco en el puente de lamentos que cruzaban.
"¿Amar?" enarcó una ceja al repetir la palabra. "Ni lo conozco y ya me parece detestable ese "creador" tuyo." el chico pelinegro se detuvo un momento para rascarse tras la oreja y luego bostezó. "No hay reglas escritas, solo instintivas. Lo entenderás mejor luego de que conozcas a mi amo, pero si puedo aconsejarte es que intentes no mencionar nada de allá arriba. Lo vuelve irritable." susurró poniendo una mano junto a su boca, intentando ocultar la modulación de sus labios, como si supiera que incluso a la gran distancia que aún guardaban con los aposentos del lucero caído, este pudiera llegar a escucharlos de todas maneras.
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