Dirty Paws - Wren -

No sabía qué hora exactamente era, había oscurecido hace poco por lo que presumía que al menos eran las 8 o 9 pm, de cualquier manera, poco y nada me importaba. Llevaba algunos días sin volver a casa y en verdad no sé que tan cierto era mi estado de lucidez. De a ratos recordaba aquello que no quería y una ira algo descomunal me invadía, luego la tristezay el sentirme un completo imbécil por confiar en las personas. Quizás era un estado de apatía común, una misantropía pasajera, o tal vez era yo simplemente odiando al mundo por tenerme solo. Ni el sexo ni el alcohol lograban distraer el caos en mi cabeza y eso de por sí, ya me comenzaba a desesperar.

Mi estado actual lo definiría bien como... desastrozo. Creo que en mi billetera ya solo habían polillas y no mucho más. Rehusandome a volver a casa (quizás porque quería evitar los barrios bajos más que cualquier otra cosa) fue que me metí a un callejón, cerca del area de bares y pubs. Encendí un cigarrillo y me quedé mirando al cielo como si en él pudiera ver algo más divertido que aquí en la tierra.

Quizás solo me faltaba buen sexo. O eso quería pensar, pero dentro de mi había otra clase de presentimiento, porque nunca antes me había sentido tan solo como ahora. Y mierda qué rabia reconocerlo!

Del impulso patié una lata que rebotó en unas cajas y acto seguido noté movimiento en la oscuridad del callejon. Unos ojos brillantes mirandome cerca del suelo...

Sudé frío.

Un felino de pelaje negro avanzaba por las calles, mirando a su alrededor y olfateando debes en cuando en el proceso.  Sentía estómago se sentía vacío, siendo el motivo de su búsqueda. Tal vez llegaba a exagerar siendo que había comido a medio día, bien pidiendo esperar hasta el momento de su desayuno para poder comer. Pero el sonido de su estómago no dejaba de serle molesto, haciendo que Wren optara por buscar suerte fuera de casa haciendo simple uso de su  forma felina. El amigo o compañero de Wren, como prefería llamarle, había salido de casa, dejando un plato con comida sobre la mesa para que este pudiera alimentarse y desde entonces parecía dar señal de no llegar por lo el castaño no había tenido la más mínima intención de esperar. Dándole igual lo mucho que llegara a alejarse de su nuevo hogar.

 
Después de haber caminado unas calles y haber esquivado a un par de canes que no habían tomado muy bien su llegada, había logrado captar el olor de lo que parecía ser comida, aventurándose a entrar el callejón de donde provenía. Guiándose por el olfato hasta llegar a lo que parecían ser un grupo de cajas, salto adentrándose a una de estas percatándose de que solo era el olor impregnado de lo que parecían ser ingredientes de alguno de los bares cercanos. Se dejó caer, sintiéndose decepcionado de no haber encontrado siquiera una migaja. Permaneció acostado solo por unos segundos viendo su frustración interrumpida, cuando una lata termino golpeando su cabeza. Enfadado dio un salto saliendo de la caja para ver seria y acusadoramente a su “agresor”, permaneció viéndolo de dicha forma por unos minutos…
 

Extrañamente agradecido con el estómago por recordarle lo que había estado buscando, reprochándose a si por no haber pensado en reclamar. Finalmente había encontrado a alguien y tal vez ese chico podría ayudarle a encontrar alimento. Avanzo con lentitud, puesto que no sabía si iba a ser bien recibido, dando un maullido cuando la poca luz que había le ilumino, alzo la vista mirando con pena al chico. Esperando unos segundos para luego acercarse por completo y quedar frente al otro alzando sus patas delanteras para alzarse un poco usando como apoyo las piernas del otro, mantuvo la vista arriba para que el otro fuera capaz de verlo cuando dio el segundo maullido siendo secundado por al sonido de su estómago y una mirada suplicante…

De a poco la tenue luz del callejón me dejó ver la silueta de un animal, un gato pequeño, negro, que lenta y sumisamente se comenzaba a acercar a mi. Por lo general los gatos nunca solian acercarse mucho a mi, cuando iba a tocarlos siempre huian y quizás por eso era que ahora se me hacía muy curioso el repentino acercamiento.

Si me preguntan y aunque me llamen perro, no tengo nada contra ellos, de hecho los gatos me causan curiosidad y un impulso inexplicable por querer perseguirlos, pero no por hacerles daño.

El cucho se paró en mis piernas y well, yo ya me derretía con aquella carita y es que soy débil a las bolas de pelo. No tengo que decir que me sentí mal por haber pateado la lata en dirección a él, verdad? Bueno, de ahí se explica el porqué lo primero que hice fue disculparme.

"Sorry lil guy~ No fue mi intención asustarte."

Me puse de cuclillas lentamente y le ofrecí mi mano para que me olorosara o en su defecto, se decidiera a morder. Creo que mientras no saliera arrancando mi ego estaría intacto. Probé a acariciarle la cabeza, luego bajo el mentón, y quizás por mi estado, un tanto etílico fue que me terminé sentando en el callejón dispuesto a tener una charla con el bicho peludo.

"Qué mierda hacias en una caja? Te abandonaron...?"

Paré ahí mismo, de alguna manera las palabras me sonaron amargas, como si me las estuviese preguntando a mi mismo. Me reí sin ganas de mi propio ser mientras apagaba el cigarrillo en el suelo, a mi lado. Luego miré al animal, por la cara que ponía y sus maullidos, tal vez tendría hambre? Oh yeah, eso explicaría bastante el hecho de que estuviera en un callejón usmeando en cajas, no? Pero no parecía de todo un callejero, tenía el pel brillante, era pequeño y bastante mono.

Si hasta yo tenía las patas más sucias que él.

"Sorry dear, no tengo nada..."

De nuevo, las palabras repentinamente parecían tomar más significado al salir de mi boca de lo que nunca antes habían tenido, y eso me molestaba. Yo no era una persona de metaforas ni de rollos sentimentales, pero ahora mismo me sentía decaído y casi culpable por ser tan idiota como hasta el momento era.

No le dio mucha importancia al asunto del golpe, puesto que el joven parecía no haber tenido la intención de ello, decidiendo perdonarle, mientras acercaba su pequeña nariz a la mano del otro, para dar una lamida en la palma de este seguida de un maullido, dando así una especie de aprobación, inclinado su cabeza  para dejarse acariciar. No era gran secreto que al joven la gustaba recibir “mimos”, dando  ronroneos ante las atenciones que recibía por parte del azabache.  
“¿Abandonarme?” Repitió el felino en su mente, mientras colocaba sus patas en la piernas del otro al verlo sentarse, dándose impulso para subir y acomodarse entre estas. “No creo que me haya abandonado… Tal vez solo se le hizo algo tarde” Pensó algún dudoso al tratar de buscar una razón que explicara la ausencia de su amigo, sin evitar quedarse pensativo por unos segundos…

Se sintió un poco frustrado al escuchar la respuesta, mostrando en su gatuno rostro lo triste que le había puesto la noticia, mas termino inclinado su cabeza sin quitar la vista del pelinegro, teniendo la vaga sensación de que él no era el único que parecía estarlo. Dio un par de maullidos esperando llamar la atención del otro, después tratando trepar por la camisa del extraño, procurando no rasguñarlo o arruinar la prenda, quedando así torpe y temblorosamente sobre uno de sus hombros.    
Comenzó a frotar su cabeza contra el cuello del otro, teniendo el cuidado de no caerse en un principio, acercándose con más confianza e ingeniándoselas para pasar de un hombro a otro sin separarse. Acariciando el cuello con del azabache sin miedo alguno y cerrando sus ojos para también relajarse. Fue así que solo el pequeño sonido de su estómago, le recalco nuevamente que estaba hambriento, detalle que casi había estado a punto de olvidar. Permaneció estático continuado aun si despegarse del cuello del otro, decidiendo dar un salto hacia la cabeza del chico,  inclinándose, bajando sus orejitas y agrandando sus ojos para ver desde ese punto al otro, dando un par de lamidas a su frente como si aquello fuese ayudar. Había escuchado claramente que el otro no tenía alimento,  mas no había podido evitar realizar aquella acción, reprochándose por pensar más con el estómago en esos momentos.

Para cuando el cucho se me subió a las piernas creo que yo estaba tan maravillado como un pendejo de primaria viendo a un león. No se porqué pero me gustaba la sensación de esa bestia pequeña trepando por mi, me hacia sentir acompañado y distraía mi mente lo suficiente como para sacarme risillas ebrias y estúpidas por las cosquillas que me daba su pelaje en mi cuello.

"Eres suavecito~"

Murmuré devolviendo el gesto de él, frotándo mi cara con la suya. Tan solo el sonido de su panza fue lo que me alertó y me dejó por un momento, sorprendido.

"Hey, you are really hungry, uh?"

Miré hacia arriba, buscando dar con la bola de pelos que ahora se había posado ahí y buscaba sacarme algún sabor, lamentablemente, no creo ser muy apetecible. Lo admito, me dio algo de pena.

Lo tomé entre mis manos y me puse de pie cuidando no perder el equilibrio, lo llevé a mi rostro y junté su nariz con la mia para luego susurrar.

"Compremos algo."

Lo apoyé en mi torso, cerrando mi polerón para guardarlo dentro y luego revisé mi billetera. Aún tenía algunas monedas.

Salí entonces del callejón y caminé algunas cuadras, estaba seguro que cerca había un McDonald's. Al menos para una promoción de hamburguesa y papitas me debería alcanzar. En el camino también me compré una nueva lata de cerveza para acompañar. Al final simplemente caminé hasta una banca que estaba bajo la luz de un farol, más allá de la zona de restaurantes y me acomodé con mi compra, el gato y la vida.

"Ok, here."

Dejé al animal en la banca y abrí la hamburguesa, pellizcandola para ofrecerle pedacitos pequeños de carne mientras yo me comía las papas de buena gana.

"Do you like it?"

No pudo evitar sentirse algo aliviado, finalmente iba a conseguir algo de comer. Fue por eso que trato de no moverse cuando el otro lo escondió entre sus ropas, haciendo lo posible por dar un movimiento que pudiera molestarlo o bien tratando de no clavar accidentalmente alguna de sus garritas en la piel del otro. Se mantuvo quieto olfateando debes en cuando al otro con algo de curiosidad, este parecía tener un olor muy peculiar que no había notado o posiblemente lo haya hecho antes pero por sus insistencia en la comida lo terminara pasando desapercibido, la fragancia le había empezado a llamar un poco su atención y curiosidad.

Cuando fue colocado en la banca atino a ver al otro ansiando su comida. Olfateo por instinto, tocando después los pedazos con una de sus patas como si verificara que no hubiera algo extraño, para finalmente empezar a comer con algo de rapidez el bocadillo, lamiendo el sitio donde el pedazo de hamburguesa estaba, llevaba tiempo sin haber probado alguna, por lo que bien podría notarse lo mucho que disfrutaba al volver a comerla . No había pasado más de la mitad de la hamburguesa cuando su estómago se sintió lleno, odiando en esos momentos tener un cuerpo y estomago pequeño, miraba la comida queriendo dar un nuevo bocado, sin embargo, su estómago dolía un poco, por lo que termino lanzando un bufido, casi deseando estar en su forma humana para acabar con el delicioso platillo.

Decidió centrarse en el banco por unos segundos, observando cada movimiento que el otro hacía, se sentía agradecido por el gesto, quería buscar una manera de mostrarlo, mas no quería molestar al otro mientras comía. En su espera decidió acomodarse las piernas del otro, haciéndose ovillo en estas para estar más cómodo, no le haría mal esperar, haciéndose a la idea de que bien podía regresar a casa al día siguiente. Queriendo saber más sobre el chico y esperando que el dicho de la curiosidad y el gato no se fuera a afectar.

Al poco rato la bola de pelos se dio por satisfecha mientras yo engullía sin reparos las papas fritas y abría la lata de cerveza, dando un largo trago justo a la mitad de mi ración para después ir comiendo el resto poco a poco. La verdad es que en ese preciso instante nada pasaba por mi mente, solo me dedicaba a disfrutar la comida por si misma, así como disfrutaba un encuentro furtivo.

Era curioso llegar al punto donde había tenido tanto encuentro sexual al azar que realmente ya no parecía satisfacerme demasiado. Y es por eso tal vez que me sentía tan raro y tan "no dante". Vamos, si hasta a mi mismo me costaba creer que mi líbido estuviese tan apagada.

De pronto las patitas del otro se posaron en mis piernas y automáticamente llevé mi mirada a ellas. El cucho se acomodaba como si estuviera en casa. Y la verdad... no me molestaba.

"Si fuera un poco más responsable conmigo mismo te llevaría a casa. Serías mi nuevo compañero y me declararía un apático con la sociedad amante de los gatos, como esas viejas amargadas."

Oh well, en verdad no sonaba tan malo. Tal vez pensar en tener una mascota, cosa que en verdad nunca antes había tenido en consideración, me ayudaría a tener un motivo para volver a casa y no pasarmela vagando cada noche.

Di otro sorbo, desviando la mirada, ahora mi cabeza realmente dibujaba esa posibilidad.