Visitando a la "familia"

Ok… puedo hacer esto… No hay ningún problema. Cuenta hasta veinte, respira, piensa en chicas en bikini… Vale, ya estoy mucho mejor. Gracias a mí mismo por el apoyo moral.

No recuerdo la última vez que entré a un sitio como éste, de hecho, algo muy dentro de mí se retorcía y me causaba nauseas. Tal vez era ese pequeño demonio dentro de mí que siempre gritaba de dolor cuando yo me metía en un sitio santo o algo por el estilo. No, no digo que no sea creyente, pero me dan algo de yuyu los sitios donde hay imágenes de santos y vírgenes y todas esas cosas a cada lado que volteé, ¿Me entienden? Es decir… es un nivel de fanatismo enfermizo, casi tan terrorífico como los cuadros de payasos tristes que algunas ancianas tienen en sus casas.

¿Mi misión aquí? Pues ya tengo la cámara oficial de la prensa. Qué nervios cargarla encima, viéndola tan chulona en mi cuello con la cinta que dice “fotógrafo oficial”. ¡Podría gritar de la emoción como una fanática desenfrenada! Pero, desgraciadamente, el puesto todavía no es mío. No señor, estoy bajo prueba, como me habían dicho cuando me entregaron la cámara con todo el dolor del mundo, mientras que yo la tomaba en mis manos y trataba de no desmayarme al ver tan belleza entre mis dedos. Si tan sólo pudiera hacerla mía, hasta podría sentir que mi colección de cámaras está completa… Cosa que hasta que no me entierren con ellas no será verdad. En fin.

- Daaaaaale señor al mochiiiito eteeeeernoooo, que brille para él el Wi-fi peeeeetuooooo… – decía mientras que caminaba opr un par de filas de abuelas que le rezaban a sus muertos, adelantándome para ver si conseguía algo interesante por fotografiar. En el camino quise guardarme una foto de la virgen y otros santos más, a ver si podría dibujarles bigotes más adelante.

Me adelanté hasta llegar a una zona donde parecían contar una especie de historia religiosa a base de imágenes, cosa que me ponía los pelos de punta. Cerca de allí vi a un hombre de apariencia familiar, cosa que despertó mi curiosidad de inmediato. Acercándomele muy disimuladamente, me incliné a un lado para verle la cara… ¡Y válgame Dios que ya sabía quién era! Era un sujeto que salió en el periódico no hace mucho, con la foto de una muchacha de cabello rosado y todo. Parecían ser amantes o algo por el estilo, esos detalles la verdad que no los tengo del todo claro, pero sí leí el artículo al llegar para acá.

Tal vez podría sacarle un poco de jugo al asunto, me dije, pero si me veía con esa cámara seguro y se alejaría de mí. Guardé la misma en un bolsito que tenía en mi hombro, encendiendo unas mini-cámaras más pequeñas que se confundían fácilmente con mi ropa, ni siquiera yo podría recordar dónde estaban metidas de no sentir los cables pincharme las costillas a cada momento. Actuando con naturalidad, me acerqué hasta él y le puse una mano en su hombro, tratando de no sorprenderlo demasiado.

- Oye, amigo, ¿Te encuentras bien? Llevas mucho rato parado sin moverte… – dije, haciéndome el que lleva rato viéndolo cuando me di cuenta de que estaba allí hace menos de diez segundos.

- *Glup*

Me acomodé la camisa del cuello, algo nervioso por la mirada que traía el sujeto, ¿Le habría interrumpido al rezar un rosario entero a la Virgen María o algo por el estilo? Ojalá y no fuera de esos religiosos obsesivos, porque seguro y la habría cagado en grande. Retiré la mano de su hombro apenas tuve la oportunidad, mirándole con algo de curiosidad y mucha, muuuucha incomodidad al ver que no me quería cerca. Oh si, podía sentirlo, esa aura que emanaba me decía muy claramente “Lárgate de aquí”.

Desgraciadamente, aunque el sujeto me intimidara casi tanto como el lugar donde estaba parado, mi curiosidad era lo suficientemente grande como para querer saber si podía tranquilizarlo de alguna manera, así tal vez hasta me dé algo de dinero por un café, si me confunde con algún vagabundo.

- Siento mucho si llegué a molestarte, es que casi parecía que querías aprender a flotar o algo por el estilo – dije, llevándome una mano a la nuca con una sonrisa forzada – . Eso, o inconscientemente estabas pasando al quinto sueño, porque no había señales de vida en ti por ningún lado. ¿Has venido a rezarle a algún difunto? ¿Te molesta si te acompaño?

Me le puse al lado, fingiendo acomodarme un botón de mi camisa cuando en realidad encendía uno de mis micrófonos encendidos, cuando se escuchó algo como un pitido en el oído que me hizo exclamar adolorido, encogiéndome de hombros para llevarme una mano a la oreja y ajustarle el volumen rápidamente.

- L-Lo siento, sentí que me había picado una abeja. Soy alérgico a ellas – dije, tratando de sonar convincente – Soy un poco paranoico con los insectos, me dan algo de miedo – reí con nervios, mirándole de reojo para volver hacia la estatua de la virgen y persignarme, cuando sentí un escalofrío que no parecía ser por un pinchazo de un cable de las cámaras.

Si, probablemente es que estaba empezando a sentir que me quemaba o algo así, producto de no venir a un sitio como ese y haber hecho un pacto con el diablo para que me dejara entrar a la ciudad sin que me confiscaran las cámaras.

La hostilidad de ese tipo seguía intimidándome un poco. Sentía que en cualquier momento iba a alzar el puño y golpearme, arruinando mi bello rostro. Volví a tragar grueso, viendo cómo se me alejaba tan brusco como me hablaba. ¿Habrá pillado las cámaras? No, ¡Imposible! Si ni siquiera yo puedo verlas a simple vista, tengo que recibir un buen pinchazo primero para saber dónde demonios están. Suspiré con los ojos cerrados, quedándome solo frente a la estatua de la virgen para levantar la mirada y quedármele viendo:

- Supongo que hoy no es mi día de suerte, ¿Verdad? – pregunté de forma retórica. A fin de cuentas, una estatua no podría responderme – Aunque… es una lástima que a mí me guste ser un metiche, porque ahora que voy comprobando quién es, tal vez y si le consigo algo bueno, la jefaza me dé la oportunidad que necesito – sonreí de oreja a oreja, besando dos de mis dedos y dejándolos en la virgen como había hecho el sujeto – Muchas gracias, virgencita. En el fondo eres buena consejera – me levanté de golpe y salí corriendo en dirección al sujeto, dejándole un segundo beso en los pies… sólo por si acaso.

Me detuve a metro y tanto de mi acompañante para respirar profundo, pidiéndole a todos los Dioses que por favor no arruinara mi rostro como se le ocurriera meterme un golpe (porque lo veía muy capaz, o de incrustarme el cigarrillo en el ojo a ver si dejaba de mirarle). Estirando los brazos y calentando bien para correr, me dirigí hacia él y me le puse en frente, tosiendo un poco por el humo de cigarrillo para sonreírle de oreja a oreja, tratando de que no se viera tan forzado:

- Tal vez he sido muy grosero contigo al interrumpirte de esta manera, pero ¡Hey! ¿Por qué no empezamos de nuevo? – dije, ofreciéndole una mano – Mi nombre es Clyde, Clyde Myers. ¿Y tu?

No sé lo que se siente que te digan eso, pero debe ser bonito. Aparentemente, de parte de él por lo menos jamás lo escucharé. Qué desilusión.

Ya sabía que se llamaba Borislav, o al menos recordaba vagamente que tenía un nombre de esos rusos sumamente extraño, asumiendo que venía de allí. En mi caso, de no tener la melena roja y las típicas facciones de mi patria verde y de cuatro hojas, mi nombre podría pasar por cualquier inglés que toma té a las 5:00pm. Como sea, al menos parecía que no le daba el suficiente asco como para dirigirme la palabra. Esperaba que pudiera sacarle un “Papá” o “Vete a la mierda” al tremendo bebé ruso que tengo en frente. Qué detalle que empiece a fumar, crecen tan rápido.

- Bueno, supongo que tener menos de dos días en esta ciudad y estar un poco desesperado por querer saber dónde hay un baño o algo por el estilo no es suficiente motivo para hablarte, ¿Verdad? – dije, reluciendo mi sarcasmo en cada palabra mientras le veía con una ceja levantando – Bueno, basta de bromas. La verdad es que tenías cara de ser buen sujeto, o al menos hasta que te hice volver del quinto sueño. Pero hablando en serio, no tengo idea de cómo moverme aquí. He venido por… digamos que he llegado aquí por pura suerte, y siento que me voy a derretir si me lanzan agua bendita (cosa que veo probable en cualquier momento).

Alcé los hombros, apartando la mano que le había ofrecido y moviéndola como si estuviera apartando el humo de cigarrillo, que eso era precisamente lo que hacía. A mí me gustaba fumar de vez en cuando, pero hoy precisamente no me sentía lo suficientemente deprimido como para sumergir mis pulmones en algo tan dañino como eso. Creo que prefería que Ashe me mordiera la pierna todo el día, al cual por cierto, parece que todavía no habían enviado. El pobre seguro y está causando problemas, me siento muy orgulloso.

- No creo que los sacerdotes de aquí me estimen demasiado y me sigo preguntando el por qué, y viendo que tú eras el único que estaba por aquí, pues… No lo sé, ¿Una manita?

Si, la verdad es que yo tampoco sé de dónde saqué la idea de que eres un buen sujeto, Borislav… pero bueno. Con algo nos tenemos que conformar.

Torcí el gesto ante su actitud tan tosca, ¿Es que acaso no te enseñaron a sonreír cuando eras pequeño? Ni bromas sobre que me voy a quemar si me lanzan una cruz se reía el pobre diablo, eso me hacía pensar que tal vez ni leche materna le daban de pequeño y por eso vive con cara larga. En fin. Suspiré con cierta impaciencia, volviendo a forzar mi hermoso rostro con una sonrisa y rascándome la nuca en un gesto despreocupado:

- ¿En serio eres nuevo en la ciudad también? Qué extraña coincidencia – dije, riéndome divertido – Pues tal vez sea buena idea que nos encaminemos o algo por el estilo para conocer la ciudad juntos, ¿Qué te parece? - si, a ver si con eso te das cuenta que no te voy a dejar en paz así tan fácil, imbécil. Soy un experto en detectar cuando la gente no me quiere, pero eso sólo me motiva a joderlos más.- Oh, qué detalle, hasta me dices dónde puedo encontrar una buena birra y grandes pechos. Es bastante raro que sin saber mucho de la ciudad ya sepas que más debajo de aquí puedo encontrar todo eso y más – me encogí de hombros, sonriendo con los ojos cerrados.

Vale, se supone que la idea es que le agrade al tipo, si, pero me saca de las canillas que me tome por idiota. Tenía ganas de hacerle caso e irme para mandarlo a pastar, pero como parecía ser un punto de mira de la prensa, si lo pillaba con algo interesante, tal vez la señorita Sadie me diera ciertos méritos que posteriormente aprovecharía para ingresar. Sin nada más que hacer, pues…

- ¿Yo? Pues soy fotógrafo – dije con una sonrisa, mostrándole la camarota que me habían dado, quitándole obviamente la etiqueta de la prensa y ocultando con el pulgar las letras que decían “Fotógrafo oficial” – . Me gusta tomarle fotos a grandes estructuras y paisajes. Vine aquí por escuchar que poseían una arquitectura sumamente moderna e interesante, y como me dedico a viajar por el mundo recopilando fotografías, pues… Glass City es mi actual destino,

Vale, en parte le decía la verdad lo que tal vez podría ayudarme o no a que dejase de actuar como limónagrio. Me gustaba tomarle fotos a las estructuras y cosas así, a todo en general, pero si le decía “Pos vine a la prensa, quiero ser fotógrafo de celebridades” algo me decía que me incrustaría el cigarrillo en el ojo. Era mejor que le dijera la verdad oculta en una muy elegante mentirilla. No creo que le haga daño.

- ¿Y tú? ¿Por qué estás aquí?

- ¿Hablas de un fotógrafo al desnudo? ¿Por quién me tomas? – dije con una risa fingida. Era obvio por lo que me tomaba – Siento decepcionarte, pero yo tomo mi trabajo en serio y te aseguro que no lo desperdiciaría tomando fotos a chicas desnudas por mero respeto a mi cámara – levanté el objeto en cuestión, todavía peleando por mantener mi sonrisa ladina.

Vale, puedo llegar a ser muchas cosas: Un imbécil, Casanova, entrometido, mentiroso, ladrón de globos de niños, ninja sin licencia, pero JAMÁS de los jamases he actuado como pervertido… Una cosa era jugar con el doblesentido y otra cosa era hacer eso en serio, por lo que podrán imaginarse que ahora mismo estaba ligeramente enojado con el sujeto, o más de lo que de por sí llevaba aguantándolo. Ya veo por qué la gente de la prensa dejó de perseguirlo: Él sí que es un idiota. Pero bueno, lo mejor era respirar profundo y saber hasta dónde no decirle su merecido, o cuándo golpearlo… Mejor me callo.

- Si, sé que Glass City tiene su atracción principal con las celebridades – sonreí con un poco más de calma, ladeando la cabeza para mostrarme más natural y menos… iracundo – , pero mi misión aquí es otra. Aunque ¡Hey! ¿No sería genial tomar una foto de alguna celebridad contigo? No me molestaría para nada conseguir el autógrafo de uno mientras estoy por aquí, aunque sinceramente no conozco propiamente a los más populares. Tendría que leer el periódico – Alcé los hombros, sonriéndole con los ojos cerrados.

Más vale el que aquí corrió el que aquí murió, señores. Como me pille rascándome mucho el hombro (porque me picaba de los mil demonios pero aguantaba lo mejor que pude) éste sujeto me mataría. O peor, haría que me expulsaran de la prensa por no saber hacerme pasar por un “civil cualquiera” (¿A alguno les suena esto como a mí? ¿No? Bueno). Es un alivio que no pagase el periódico y lo dejara en el mismo sitio, porque como seguro el bicho éste me pillaba con él en el bolsillo, no tendría piedad conmigo, aún y “visitando a sus padres” y teniendo a la mismísima Virgen de testigo…

Virgencita de Guadalupe, ¿Me echas una mano con esto? ¿Puedes hacer un milagro de los tuyos (sin incluir la rosa, gracias) a ver si éste sujeto me brinda algo? También podrías bajarme una chaqueta anti-bala y una de esas mascarillas especiales de construcción. De verdad que no me quejo.

Oh, de que pierden tiempo hablando de gente como tú lo pierden, querido Amargadoris. El problema está es que según y tienes dinero y a eso les llega, así que no tienen más acosarte y ver cuánto dinero pueden sacar de la gente que te acosa con más ganas pero lo hace ilegalmente. La diferencia entre un admirador y un miembro de la prensa, es que el miembro de la prensa gana dinero con eso. Los admiradores como mucho tienen un pedazo de tu cabello. Si tan sólo tuviera la armadura para decirle eso, tal vez no me doliera la paliza que me diese si mis labios fueran lo suficientemente imbéciles como para soltar si quiera una palabra. Suspiré internamente. A veces odio pensar que soy un cobarde cuando simplemente cuido mi cara.

Como sea: En parte Borislav (o Amargadoris… le queda más éste) tenía razón, estaba un poco harto de tener que tomarle fotos a un montón de estatuas y vitrales que en realidad me ponían los pelos de punta, aunque tuvieran buenos perfiles y posiblemente pueda venderlos por un par de dólares electrónicos, eran suficientes Avemarías por un día. Me lleve un mechón de cabello hacia atrás por puro instinto y acomodé los lentes que estaban sobre mi cabeza, para después dirigirme a mi… compañero con una sonrisa un poco forzada, pero eso no le quitaba lo Myers:

- Tranquilo, me he visto la película y el modelo de ésta catedral no es francés. Me recuerda un poco a Italia, de hecho – alcé los hombros, extendiendo mi sonrisa con los ojos cerrados – . De todos modos siento que todavía tengo mucho por explorar. ¿Estás muy ocupado para acompañarme o tienes otros planes? Entiendo si no quieres hacerlo, después de todo sigo siendo un desconocido – alcé los hombros, tratando de ser agradable.

Por mucho que me doliera admitirlo, siento curiosidad por éste sujeto. Lo poco que había leído en el periódico y sobre su relación con una Idol (hasta donde entiendo el concepto) o lo que sea. La matriarca sí que sabe exagerar algunos detalles, pero empiezo a creer que por la pinta que tiene hay ciertas cosas sobre lo que escribió que podrían ser ciertas. Podrían. Es difícil no llevarse por los prejuicios, y como dije, siento curiosidad por Amargadoris. Creo que lo estaré vigilando por un tiempo… pero primero debo contratar a un guardaespaldas alemán que tenga sangre irlandesa y que sepa los métodos de lucha de un ruso... preferiblemente con tendencias de héroe de Marvel.