Pormenores del musical.

Ya había guardado el encendedor en el interior de su abrigo cuando la mujer le pidió un cigarrillo. Reino notó mientras hablaba que ella estaba un poco distraída, ¿podía deberse a eso? Sonrió divertido, sacó su cajetilla y le ofreció uno con naturalidad.

— Adelante. No sabía que las prima donna fumaran tabaco corriente... Ya sabe, un cantante debe cuidar su garganta. — No se estaba burlando, por el contrario, sus comentarios solían ser bastante inocentes. Su actitud insidiosa y sarcástica era cuestión del pasado, del Reed agresivo y con problemas para socializar que conoció Katherine hace dieciséis años. Ahora se consideraba una persona directa, que no daba dobles mensajes a menos fuera estrictamente necesario. — Estaba antojado pero no sabía si eso le fastidiaría. El olor no agrada a todo el mundo.

Dicho lo anterior, se inclinó un poco hacia adelante con el encendedor en mano. Esperó a que la profesora se aproximara de igual modo para encender la pequeña llamita, acercarla al extremo del cigarro recién entregado y prenderlo.

— Continuando con el tema... — Retomó la palabra mientras se enderezaba sobre el asiento y dejaba descansar sus brazos en el mismo. — No conozco muy bien a Skyle, ni siquiera sé si está siguiendo alguna especie de tratamiento, lo que sí puedo decir... — Hizo una pequeña pausa antes de continuar, recordando por un instante el incidente en la playa. Era un tema delicado, no podía contarle todo lo que sabía a Katherine... Por respeto al mismo Skyle no podía hacerlo. — Lo que sí puedo decirle es que ante el mínimo incordio que ocasione, usted debe decírmelo y le reprenderé personalmente. Si la situación empeora le revocaré de su puesto, no se haga el menor problema. Hay un montón de chicos ansiosos por ocupar el lugar de Romeo en la obra, incluso tuve algunas candidatas femeninas, sustituirle será sencillo. Pero... Si quiere saber por qué lo escogí...

Tomó aire y sonrió para sí, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para explicar esa jugada tan arriesgada. Aunque no fue solamente cosa suya, todos los jueces estuvieron encantados con la audición de Skyle y concordaron con que su capacidad actoral era superior a la de un estudiante promedio. El asunto es que ellos no sabían la verdad detrás de esa "actuación"; Reino no conocía el secreto en su totalidad pero tenía una remota idea de qué se trataba.

— Skyle fue escogido por la impresión que dejó en su audición... En un instante de inestabilidad... — No tenía la menor duda, cuando el otro sujeto salía a flote desde el interior de Skyle brotaba su verdadero talento, por irónico que resultara. — Romeo es un tipo enfermo, alguien que no es capaz de sopesar la realidad en la que vive y que por eso busca modos de escape bastante drásticos, tales como el asesinato o el suicidio. Si no fuera por su impulsividad, tal vez la historia hubiera tenido otro final. — La otra personalidad de Skyle no contaba con esa "ingenuidad" pero sí con ese rastro de locura que Romeo debía plasmar sobre el escenario.

El aroma a cigarro que ahora desprendía la mujer encendió nuevamente sus deseos por fumar, pero se contuvo. Ocultó el encendedor y la cajetilla en el bolsillo interno de su abrigo, notando entonces que había sido muy descuidado al decir en voz alta la palabra "tratamiento". Se llevó deliberadamente una mano a la sien, cerró los ojos un instante y arrugó el ceño, disgustado con su propio desliz. Ni él mismo tenía la seguridad de saber qué padecía Skyle; no podía diagnosticar por cuenta propia y sin el conocimiento de un profesional si es que él necesitaba un tratamiento o no.

— Si quiere saber más del asunto tendrá que preguntarle personalmente a Revo o al mismo Skyle. No pretendo ocultarle nada, sé que usted será quien tratará con el muchacho y me gustaría que supiera todos los detalles, pero yo no tengo autoridad ni conocimiento del problema. — Reino levantó la mirada hacia la mujer, dando cuenta por medio de la misma que le estaba diciendo la verdad. — En resumen, para mí Skyle también es un misterio...

Dejó escapar un suspiro antes de decidirse a contarle lo poco y nada que sabía del intérprete de Romeo.

— Verá... Hace algo más de un mes, a unas cuantas horas de las audiciones, le encontré en la playa discutiendo con una jovencita muy singular. A decir verdad cuando yo llegué vi que ella lo estaba agrediendo; pero luego de conversar con ambos la implicada me explicó que se estaba defendiendo. No me aclaró nunca de qué. — El representante bajó la mirada: lo mejor era omitir que Momoka también estudiaba en Musette y que le había fracturado un hueso a Skyle, no quería ocasionar problemas a ninguno de los dos. — Skyle estaba muy lastimado pero no quería aceptar mi ayuda. Whatever, como no soy profesor de planta me lo llevé a mi departamento y curé sus heridas en contra de su voluntad. Durante su estadía se comportó de un modo agresivo y vulgar, pero después de que le traje a la academia y le indiqué a uno de sus tutores la infracción, éste se extrañó muchísimo. Me decía que Skyle era un estudiante tímido y de poco trato social, que era impensable que alguien como él hubiese buscado lío con alguien, mucho menos con una mujer... Me decía que llevaba meses en el salón de tercer año y era inofensivo.

Se quedó callado. Skyle y Momoka fueron castigados después de ese incidente, Reino personalmente los fue a dejar a la academia y cada uno tuvo una charla con la rectoría. Pero no hubo excepción, los profesores enterados del incidente (sobretodo el tutor) mostraron gran desconcierto por el inesperado comportamiento del muchacho.

— Es un asunto delicado, tampoco estuve cien por ciento a favor de la decisión del jurado a cargo, de asignarle el papel principal. Pero algo es seguro: cuando Skyle muestra ese lado agresivo que tanto desconcierta a la gente (me incluyo), es alucinante, talentoso y confiado... Cualidades que rara vez se aprecian en muchachos de su edad; dejaba a los demás estudiantes como completos novatos.

Guardó silencio ante su primera pregunta. Para desconcierto de muchos, el jefe manejaba información clasificada de sus propios alumnos para evitar posibles descuidos (sobretodo con alumnos como Skyle), aunque él tampoco tenía la certeza de que supiera a ciencia cierta la situación de este muchacho. Para Reino, él era un chico soberbio y transgresor que, de un momento a otro, parecía retraído e inofensivo. Los cambios eran tan radicales como repentinos, y aún así la diferencia resultaba evidente.

Reino dejó escapar un suspiro, levemente exasperado por la reacción de la inglesa, aunque la entendía a la perfección. De hecho, sabía de antemano que reaccionaría de ese modo, no era para menos... ¿Hubiera hecho mejor en quedarse callado? No, a fin de cuentas es ella quien tendrá que lidiar con él y no quería ponerla en peligro. Tampoco a las alumnas. El descuido ha sido mío por no reportar esto antes.

Sabía que la elección de ese Romeo era una apuesta arriesgada y poco conveniente, pero aún así no objetó al jurado que le escogió de forma prácticamente unánime. No les culpaba de nada, él mismo se quedó callado cuando todo ocurrió. ¿De dónde había nacido ese leve favoritismo hacia Skyle? Bah, dolía aceptarlo, pero empatizaba con su lado "agresivo". En parte, le recordaba a él cuando era joven y creía que una instancia como esa era perfecta para disuadir su lado asocial...

Jajajaja, Revo escogió a un organizador muy sensible...

Pero estaba claro que no le dejaría arruinar la obra por una razón tan insignificante y personal como esa.

— ¿Qué puedo decir? No me gusta la idea de sustituirlo, pero si llega a surgir la necesidad en pro de la seguridad de los otros estudiantes, estoy de acuerdo. — Aceptó Reino, levantando la mirada hacia la mujer y dándole a entender que le daba la razón. Le dedicó una sonrisa resignada. — Jajaja no tengo lo necesario para ser maestro, soy muy blando. Me gustaría que los tipos como Skyle dejaran de ser excluidos de estas actividades sólo por ser diferentes. Pero descuide, el error es mío, me estoy dejando llevar más de la cuenta. — La obra escolar no era un juego de niños como en otras academias, no podía enfocarse en la integración ni en los aspectos sociales de la misma. Era un evento serio. — ¿Y? ¿Le parece comenzar los ensayos la semana que viene? Movilizaremos los horarios a su conveniencia. — Hizo un cambio de tema brusco para aliviar la tensión.

Arqueó una ceja sin ser consciente de ello. En ningún momento él le había acusado de discriminar al joven, por el contrario, estaba seguro de que las intenciones de Katherine apuntaban hacia la seguridad del elenco. De todos modos no mostró enfado ni objeción alguna cuando ella enfatizó su punto; suponía que quería ahorrarse una posible mala impresión. Reino observó atentamente el color de piel de la mujer, que a pesar de todo era más clara que la suya.

El hombre le sonrió divertido, incluso al punto de parecer burlesco. No era su intención reírse de ella, pero le asombraba que la muchachita despechada y ebria de hace dieciséis años era ahora una dama tan estricta y ceñida a las reglas. Katherine no era la misma, su cambio le convertía en una persona casi irreconocible. Y aunque eso posiblemente generaría choques entre ambos, le parecía algo muy bueno. El mundo del espectáculo requería a gente como ella.

El viejo Reino era un tipo impulsivo, ingenuo y peleonero. Un idiota que se había visto intimidado ante la belleza de una inglesa de clase alta que fácilmente podía dominarle en carácter. Quería convencerse a sí mismo el haber cambiado y crecido, pero se estaba engañando. Y el caso de Skyle era un reflejo de esto.

Sigo odiando los protocolos. Me sigo sintiendo atraído hacia el artista escondido bajo la inestabilidad y la locura. Sigo luchando contra un sistema que no cambiará. ¿Valdrá la pena arriesgar el proyecto de Revo por un capricho mío?

— No me malentienda. No se me pasó por la cabeza que usted fuera ese tipo de persona... — Aclaró muy tranquilo, esperando que la profesora no siguiera ahondando más en el significado de sus palabras, las cuales nunca buscaron ofenderle ni desafiar su autoridad. — ...Partiendo por mí... — añadió en un murmullo que creyó inaudible.

Desde el momento en el que Katherine le aceptó por cómo era, hace dieciséis años, cualquier prejuicio de ese tipo había desaparecido. Le extrañaba que hubiese tergiversado el tema de ese modo, pero lo entendía, él estaba hablando más de la cuenta como de costumbre.

— Es una buena idea. Las prácticas en duplas o en tríos rinden mejor. — Le respondió con una sonrisa, seguro de que con el apoyo de una mujer tan responsable podrían encaminar correctamente el rumbo de la obra. Aunque seguro acabé estresándola más. Reino abandonó su asiento y dirigió una mirada cargada a la profesora. — Supongo que es todo, debo regresar al sello. ¿Hay algo más que quisiera saber, señorita Howell?

Katherine se levantó de su asiento y se acercó a él. Reino se detuvo y le observó desde la altura un poco sorprendido, recordando el pasado una vez más. Cuando se conocieron él era sólo un poco más alto que ella pero ahora fácilmente le sacaba veinte centímetros. ¡El tiempo no pasaba en vano para ninguno de los dos!

Escuchó atento sus palabras, y sólo entonces comprendió que no se había expresado bien. No estaba molesto, pero reconocía la existencia de esa tensión implícita, producto de la admisión de Skyle en el elenco. Estaba acostumbrado a tener roces comunicacionales, sobretodo con mujeres (su esposa, Layla y Zinnia eran buenos ejemplos): el mánager callaba en los momentos más cruciales y eso generaba grandes malos entendidos.

El representante descendió la mirada hasta su mano cuando ella se la extendió. Se llevó un puño a los labios y aclaró su garganta con un suave carraspeo.

— Claro que sí, pero no hay necesidad de disculpas. Usted está haciendo lo correcto. Esa "actitud" es justo lo que necesitamos ahora y me alegra tenerle con nosotros. — Le observó directamente a los ojos mientras tomaba su mano con firmeza, pero sin llegar a ser brusco. — Quien debe disculparse soy yo. No notifiqué la situación de Skyle al jurado ni tampoco pensé en la seguridad de las alumnas... Me dejé llevar por mis ideas y eso no está bien, al menos no en este contexto. — Reconoció, soltando la mano de la mujer y desviando su mirada hacia el horizonte.

Iba a expresar de mejor modo su postura y conflicto. No había querido referirse a ellos antes, pues eran muy personales.

— En mi juventud solía ser un tipo peligroso y sin control, muy similar a lo que Skyle es hoy. El único talento que tenía era ser muy cabezota y persistente. Sino fuera por las personas que creyeron en mí, hoy no estaría donde estoy. — Le explicó, dedicándole una sonrisa más afable a las anteriores, honesta. — Me gustaría pensar que los tipos como él y como yo también tenemos una solución... — Estaba siendo el idiota idealista de siempre pero prefería que al menos Katherine lo supiera. No quería que en sus descuidos alguien saliera perjudicado. — Pero, como hemos reiterado ya, si el asunto se sale de sus manos podemos considerar el destituirlo de su puesto. Como encargada del departamento de actuación tiene todo el derecho de reportar estas conductas. Puede culparme si quiere, es mi responsabilidad por haber guardado silencio de su condición. Asumiré las represalias consecuentes. — Aclaró, poniéndose serio.

Limitaciones, ¿eh? Reino sonrió para sí, abstrayéndose de la situación otra vez. ¿Realmente se trataba de una limitación? ¿No podía verse de otra forma? Los genios nunca aparecían en formas convencionales y Skyle podía ser uno de esos casos; se negaba a creer que esa personalidad retorcida no tenía una razón de ser. Los motivos que le daba Katherine (muy pertinentes para alguien bien adaptado en el mundo del espectáculo) eran el principal motivo por el que le incomodaba el modus operandi de la industria.

No volvería a discutir el asunto con ella, aunque eso le hiciera ver disminuido. Prefería atenerse al conflicto en ese tipo de circunstancias, más que nada porque reconocía que el equivocado era él. No estaba pensando en lo concreto ni en los posibles percances que tendrían con Skyle en el elenco. Insistir en un idealismo sin sentido, casi guiado por el impulso y los presentimientos, no era prudente para un mánager de su categoría... Aunque todos los golpes de suerte que había tenido en su carrera artística tenían relación con esta especie de sexto sentido que le guiaba.

Yo debí crecer en una granja buscando ovnis. No en esta ciudad. Pensó divertido. En ese momento sintió la mano de la profesora en su hombro y su cuerpo se tensó cuando ella anunció que compartirían la responsabilidad, fuera cuales fueran los resultados. Eso era algo que no permitiría pero, como siempre hacía, Reino guardó silencio en otro momento crucial y no le hizo saber su determinación a excluirla de cualquier problema que pudiera surgir. Era terco y prefería actuar en silencio, siguiendo sus ideas.

Río ampliamente al oír su invitación. Volvió el rostro hacia ella con los ojos entrecerrados y una sonrisa extendiéndole los labios.

— Le cobraré la palabra, profe. — Aunque sólo la palabra, no quería hacerle gastar un centavo en él. ¡Ya le debía suficiente desde ese día en el que ella le regaló todas las pertenencias que guardaba de su ex novio! — See ya~ — Se despidió al llegar a la puerta, dedicándole una mirada más ligera.

Pese a haber tenido algunos roces en el intertanto, creía que había sido una conversación útil y satisfactoria.

Mientras Reino caminaba rumbo a la salida del instituto se preguntaba si Skyle realmente poseería la habilidad necesaria para controlarse y mantenerse en la obra. Y en otro orden... ¿Qué clase de irónico destino acababa llevándole, por segunda vez, a la misma mujer? El hombre se contuvo de presentarse, de decirle que él era Reed, el atolondrado de los barrios bajos que en ese entonces se vio solapado por la gran belleza de Katherine. Pero creía que era mejor así, el secreto permanecía seguro en el olvido.