Pormenores del musical.

Reino no solía tener dificultades para orientarse en las calles. Las avenidas y los callejones podían ser de gran amplitud o sumamente confusos pero por lo general acababa llegando a su destino con relativa rapidez. Seguro y era una ventaja de haber crecido en la calle. Pero en Musette no ocurría así, se demoraba bastante en llegar a un sitio que no fuera el auditorio.

Estaba buscando la sala de profesores pero había acabado en el aula de ensayos, en los dormitorios femeninos e incluso en la oficina de Revo. Era un sitio realmente grande, casi tanto como una universidad de alto prestigio o como el mismo Merveilles, pero a diferencia del último Reino no trabajaba de forma recurrente allí por lo que perderse era un efecto de ello.

Le había llegado el comunicado de los altos mandos de que debía encontrarse con la profesora de Puesta en Escena, quien ya había tenido ensayos con los actores electos del tan proclamado musical. Tenía muchas cosas que preguntarle y que comentarle al respecto, no podían seguir avanzando a distancia. Ella debía comprender sus intenciones.

Finalmente, después de darse varias vueltas por los pasillos del instituto, Reino llegó a la sala de profesores.

— ¡Reino! ¿Qué estás haciendo tú aquí? — Preguntó uno de sus viejos colegas (que ahora ejercía allí), muy extrañado de verle. El manager entró al lugar como si estuviera en su casa, aliviado de encontrarse al fin allí.
— Trabajo. — Respondió sin explayarse, mirando a todos los presentes con cuidado. No había mucha gente a esas horas, era el período de almuerzo. — ¿Conoces a la profesora de Puesta en escena? — Preguntó al cabo de una breve pausa.
— ¿Katherine? Sí, creo que está en esa oficina.
— Thanks~

Reino se dirigió hacia la puerta que acababan de indicarle y golpeteó un par de veces. Este movimiento bastó para que la puerta a medio abrir se abriera por completo, produciendo un chirrido sutil.

— Permiso, voy a entrar~ — Anunció el representante, apoyando deliberadamente su hombro en el marco de la puerta. Tal y como lo había dicho el otro profesor, Katherine se encontraba allí: — Soy Reino, el encargado del musical de este año. Es un placer.

Se enderezó y respondió al saludo de la profesora con una sonrisa diligente y un suave apretón de manos, agradeciendo con la mirada la recepción.

— Jajajaja, thanks dear~ — Le sonrió con soltura al oír el comentario sobre su cabello. No era un tipo vanidoso que esperara ser agasajado pero sabía que eso era un buen comienzo. Recibir un gesto de aprobación en lugar de rechazo por su apariencia era algo inusual en esos días. Los únicos que solían verle de un modo normal eran sus colegas, quienes ya se habían acostumbrado a él y a sus rarezas.

El manager ingresó al cubículo y cerró la puerta a sus espaldas. Ya que no le gustaba ser juzgado por su apariencia no era de fijarse mucho en las personas, ni en sus rostros ni en sus particularidades físicas. No obstante tenía la sensación de haber visto a la profesora antes, aunque eso no era de extrañar: sus colegas le comentaron que Musette estaba repleto de artistas dotados, la mayoría retirados, dispuestos a impartir la enseñanza.

Pero una nostálgica sensación lo llenó al intercambiar miradas con ella, algo que no supo interpretar en el momento.

Tomó asiento en el sitio ante el escritorio y esperó a que Katherine tomara la palabra para comenzar.

— Son muchachas talentosas, procuré escoger acorde a sus capacidades y no acorde el género. ¿Fue una mala decisión? — Respondió primeramente, refiriéndose a esa particularidad del elenco de actores. — ¿Qué vi en ellos? Pues... Considerando que la mayoría de los postulantes no tienen experiencia en actuación decidí escoger según lo que plasmaban en su música. — Al decir esto consideró pertinente explicarle un poco de su escasa experiencia en el área: — Me vi obligado a aprender actuación hace algunos años pero tampoco soy un especialista, los profesores que juzgaron conmigo me ayudaron a decidir. Es por eso que quería solicitar su apoyo para enseñarles a actuar, me han dicho que es una profesional formidable, tanto actriz como docente.

Sonrió ampliamente, confiando en que los conocimientos de Katherine le serían de gran ayuda para la obra. Pero antes debía comenzar a explicar qué había visto en cada estudiante:

— La señorita Ainsley originalmente postuló para el papel Julieta y, aunque a todas luces es una chica de alta alcurnia y educación inglesa, me parece alguien dulce, ingenua pero sobretodo cerrada. No podría imaginar a Julieta levantando muros tan altos como los que ella construye a su alrededor; el personaje es impulsivo y emocional, algo que en definitiva no calza con su forma de ser. Ainsley es talentosa, pero preferí no arriesgarme y asignarle el papel del conciliador Benvolio, el que no entiende el amor. — Reino sabía que esta interpretación podía estar errada, no conocía a la muchacha pero creía que podía presentar grandes dificultades a la hora de interpretar un amorío. — Vale agregar que si la señorita Luarent presenta algún inconveniente para participar en la obra, Ainsley es su reemplazo.

Reino guardó silencio antes de proseguir, esperando escuchar algunas observaciones de Katherine en cuanto a la susodicha.

— ¿Ha-habla en serio? Sorprendente... — Comentó al escucharle decir que no llevaba muchos años siendo profesora. Esperaba que eso no influyera negativamente los ensayos, aunque lo dudaba, Regan no aceptaría a una completa novicia en Musette. La modestia de esa mujer podía estar disfrazando un talento abrumador, ya fuera para la enseñanza o para la actuación (o ambas).

Reino no tenía mayor conocimiento en ninguna de esas áreas pero le resultaba fascinante tener de apoyo a una persona como ella, quien aún sin mucho maquillaje ni arreglo imponía presencia.

— Es sólo un presentimiento. Puedo estar equivocado. — Resolvió sin grandes rodeos, refiriéndose a lo de Aria y sus "muros", estaba consciente de no haber tratado mucho con ella desde el día de la audición. — En realidad pienso que Ainsley es apta para el papel de Julieta, pero no consigue transmitir el romanticismo y la entrega total de Luarent. Se quiera o no, en la industria es inevitable hacer comparaciones. Este musical busca replicar eso en beneficio de los estudiantes. — No era necesario hacer un recordatorio como ese, de seguro Katherine como veterana lo sabía muy bien.

Se inclinó hacia adelante para observar unos momentos la pantalla del laptop de la profesora, colocando su atención en el desplante de Aria. La morena no le superaba en talento escénico pero sí en apertura, se veía mucho más natural y convincente a la hora de interpretar a una mujer enamorada. Al menos en este caso era indiscutiblemente una mejor Julieta.

Katherine detuvo el video y quiso pasar al siguiente papel: Mercucio.

— No es muy difícil imaginar el por qué escogí a Odette, ¿o si? — Dedicó una media sonrisa a la profesora, cada vez más convencido de haberle visto en algún sitio. ¿La televisión? ¿El sello? ¿Dónde? Pero no era momento de ahondar más en esos pensamientos infructuosos, debía centrar su atención en la siguiente actriz. — De todos los postulantes, su actuación fue la más impresionante de todas. ¡Su Mercucio es sencillamente alucinante! Fue elegida de forma unánime. Aunque presenta un exceso de energía... Debe aprender a moderarse con esas piruetas extrañas y esos movimientos de espada, ¡le puede sacar un ojo a alguien, jajajaja! — Rió ampliamente.

El representante asintió en silencio ante su aseveración, fijando más la atención en el video que en la profesora. Quería apartar de su cabeza la insistente idea de que le conocía, aunque era probable que así fuera: a lo largo de su carrera profesional y de su adolescencia Reed Obeh había tenido la oportunidad de conocer a distintas personas, todas diferentes unas de otras e iguales al mismo tiempo.

No era raro que le estuviera confundiendo con alguien más o que efectivamente le hubiese visto en televisión o en un camarín antes de una presentación, aunque los géneros de ambos eran claramente distintos. Ópera y rock pesado, ¿podría hallarse algo más contrario? Quizás deliraba y estaba buscando similitudes donde no existían.

— Puede estar tranquila, todos los papeles tienen un sustituto que les cubrirá en caso de cualquier incidente no programado. — Intentó tranquilizarla con esas palabras y la cándida sonrisa que no pegaba nada con su apariencia de tipo rudo. Suponía que los suplentes eran personas responsables que se aprenderían todas las líneas, aún si no llegaban finalmente a escena. — Este elenco tiene mucho que aprender pero tienen el talento y el entusiasmo suficiente para hacer lo que sea.

Reino era bastante optimista y esperaba que ningún imprevisto ocurriera antes de la presentación de la obra. Los alumnos estaban más preparados para interpretar música que para desenvolverse sobre un escenario (salvo contadas excepciones), por lo que sabía que era mejor prevenir y enseñarles a todos.

Volvió a fijar su atención en la pantalla cuando Katherine se lo indicó:

— Es imposible deshacerse del acento alemán de la noche a la mañana, aunque es un detalle... — Comentó en voz baja, manteniendo su mirada azulina en los movimientos digitalizados de la estudiante. Su Mercucio le parecía realmente divertido y atrapante, era difícil encontrarle fallas pero eso también se debía a que el padre de Odette era productor de obras musicales y le había asignado el papel con anterioridad, detalle que Reino no había dejado escapar desde la audición. — Quiero que seas especialmente estricta con Odette. Ella está a un nivel superior gracias a su familia y quiero que aproveche esta instancia para crecer. No le dejes creer que esto es un juego de niños sólo por ser más experimentada. — Le encargó, encontrando miradas otra vez.

— Reino está bien — respondió estirando sus labios en una sonrisa. Le incomodaba ser llamado con honoríficos innecesarios, sobretodo por un colega, ya tenía suficiente con los alumnos de Musette y algunos empleados del sello. Los orígenes de Reino le impedían ser todo lo educado que quizás debía pero era un hecho que cuando trataba con gente de su edad o similares sacaba a relucir su verdadera personalidad: el tipo simpático y bromista al que le valía una madre las formalidades. Consideraba que el respeto debía verse reflejado en otros aspectos, no en un burdo y escueto "señor".

Escuchó a la profesora en silencio, perplejo de no haber recordado algo tan evidente: el papel de Odette correspondía al de un varón. Viéndolo por ese lado lo que decía Katherine tenía mucho sentido, el acento alemán le daría más fuerza a su voz. Bien, una cosa menos de la que preocuparse.

— Te lo agradecería... — Aceptó el café un poco inseguro, iba a ofrecer su ayuda pero la mujer ya se había puesto de pie. El mánager volvió su cabeza hacia ella mientras pensaba que quizás no era muy buena idea "tutearla" sin su permiso, aún cuando él le había permitido hacerlo. Se traía esto en mente cuando Katherine comenzó a tararear una melodía muy familiar.

Reino volvió su rostro hacia el frente, ensimismado en sus recuerdos y en el reconocimiento de esa canción. La había escuchado más de una vez, pero cada vez que conseguía dar con ella (ya fuera por medio de la radio o la televisión) le traía la misma memoria. El encuentro con Katherine.

...

...

...

Un momento.

— Perdone... ¿De qué estábamos hablando? — No pudo tutearla una segunda vez. Reino balbuceó distraídamente, devolviéndole la mirada con el corazón agitado y las pupilas un poco dilatadas, masticando el reconocimiento de forma paulatina.

El evento ocurrido hace más de dieciséis años se volvió tan vívido como ese mismo instante, aunque de seguro no tendría ninguna importancia para ella que se lo mencionara, el mánager no pudo disimular la impresión que ahora le coloraba el rostro y las orejas con una intensidad desmedida para un hombre de su edad.

La mujer de esa noche. Katherine. La inglesa de la ópera. Su primera vez. Con el rompecabezas armado en su cabeza, Reino se llevó inconscientemente la taza de café a los labios, algo que lamentó de forma inmediata.

— ¡Cough, cough! — Tosió estrepitosa y torpemente, entonces se llevó el dorso del puño a la boca, esperando que la profesora no notara el abrupto cambio de actitud.

Por increíble que sonara, la mujer que había conocido esa noche estaba justo sentada delante de él, tan campante como en sus años mozos. En algún momento de su adolescencia, Reed regresó sobre sus propios pasos, por el mismo callejón donde se habían conocido la primera vez, preguntándose: ¿Qué sería de ella? ¿Habría dejado de llorar por su novio? ¿Habría alcanzado sus sueños?

En silencio, Reino volvió la mirada hacia ella, manteniendo el dorso de la mano pegado a su boca.

— Parece que si... Me alegra de verdad. — Murmuró para sí, dejando escapar un suave suspiro de alivio y esbozando una sonrisa que ocultó con su mano. Ya estaba de regreso, en el presente, aunque de seguro la profesora no entendería a qué carajo venía esa actitud tan misteriosa y en parte nostálgica. — Ah, thanks... — Recibió la leche cuando ella se la ofreció, bebiendo un poco de la misma directamente. Prefería el café sin ningún endulzante, amargo como él solo.

Pensó en excusarse por su lapsus pero creyó que detenerse en ello sería aún más sospechoso, sólo le quedaba aparentar.

— Ehm... Kouda, ¿no? — Retomó el tema después de haber bebido un buen trago de su vaso, el cual abandonó en la mesa al cabo de una pausa. — Su actuación es terrible, sinceramente. Tendrás mucho trabajo con ella. — Le advirtió divertido, regresando a la actitud relajada de hace unos minutos. Lo mejor es dejar las cosas como están, aunque reconozco que me alegra verte otra vez, Kath. — Pero tiene una voz atronadora y ninguno de los interesados en el papel mantiene la misma fiereza en su mirar. Me gustaría ver su Teobaldo. — Skyle se asimila más a un sujeto inestable que a un ser mezquino. — Aunque originalmente venía por el papel de Julieta, como actriz amateur es imposible para ella por el momento, jajajajaja.

— Lo lamento... Divagué en asuntos sin importancia. — Decidió mentir ante la broma de la profesora. ¿Cómo podía olvidar a la mujer que le había ayudado en esa ocasión, hace tanto tiempo? El asunto iba mucho más allá de un polvo de una noche, Katherine se convirtió en su primera mujer, y aún cuando Reed Obeh era un tipo malas pulgas, rebelde y alocado, gracias a los sacrificios de su madre y a ese amor incondicional había desarrollado un fuerte respeto hacia las mujeres en general.

No era un tipo promiscuo que se andaba acostando con cualquiera, nunca lo había sido. Este tipo de nobleza suya le impedía ver a Katherine como una simple colega, pero debía esforzarse en ello. Detestaba importunar el trabajo que no sólo él, sino muchas personas (profesores, alumnos y el mismo Revo) habían puesto en semejante proyecto.

Si ya decidiste no hablar de ese tema, córtalo aquí.

— Es algo natural para una jovencita que no sabe actuar, tanto ella como Ainsley tendrán que trabajar para ocultar su lado femenino. Odette parece manejarlo un poco mejor. — Le sentaba mal llamar a todos por su apellido menos a la albina, pero la única razón de ello era porque su apellido le resultaba largo y difícil, y Reino era particularmente malo manteniendo las formalidades al pie de la letra. — He estado hablando con varios estilistas muy capacitados, ellos se encargarán de vestirlas de varón. El resto se lo dejaré a usted. — Le anunció a la profesora, dedicándole una sonrisa cordial.

Tomó un poco de su café mientras se inclinaba a ver el video.

— Sobre Luaren, a decir verdad no me pareció que su actuación fuera superior a la de Ainsley... — Hizo una pausa breve, recordando la equivocación garrafal de Lucia en plena audición. — Al igual que Kouda, es una completa amateur, pero... Tal vez usted ya lo ha detectado, Lucia tiene ese ángel que evoca Julieta. Durante su interpretación tuvo un error al interpretar al personaje pero siguió adelante y con un desplante más maravilloso que la primera vez, parece ser de esas personas que después de la caída se levantan con aún más fuerza que en un comienzo. Más importante que eso, parece querer comprender con todas sus fuerzas a Julieta, algo que no vi en las demás. Podría lograrlo.

Reino inclinó el cuerpo hacia adelante para apreciar mejor la pantalla de la laptop. Katherine tenía razón, Lucia se veía excesivamente alegre y no conseguía representar a Julieta en su totalidad, pero una vez aprendiera a actuar no tendría consigo ese inconveniente. Los alumnos escogidos tenían la obligación de hacer un estudio minucioso de su actuación, de su personaje y de sus respectivos modos de expresión. Odette era la única que contaba con la valiosa ventaja de la experiencia, los demás tendrían que sacrificar bastante tiempo en entrenarse y poner a prueba sus capacidades. Pensando esto Reino se preguntó si tendrían suficiente tiempo.

La profesora fue interrumpida por el sonido de la computadora, el cual atrajo la atención de ambos hacia el aparato. Era una llamada.

— Adelante. — Permitió que Katherine contestara al Skype. No tenía derecho de reprocharle después de su propio desvío.

Por contradictorio que pudiera parecer, él era un hombre chapado a la antigua, no creía necesario utilizar herramientas de comunicación como Skype, Facebook y otras redes sociales de moda. Mientras mantuviera el mismo número de contacto cualquier persona en Merveilles podría dar con él, y eso era lo único que le importaba. Los contratos internacionales no le interesaban, aunque en contadas ocasiones había tenido que tramitar con asuntos de ese tipo, de otro modo nunca hubiera podido representar a Layla.

Reino guardó silencio mientras la profesora respondía en el correspondiente alemán, idioma que el mánager no comprendía en lo absoluto. Pero aún si desconocía del todo el tema de conversación, no era muy difícil adivinar de qué iba el asunto: el rostro de Katherine era fácil de leer a esas luces. No le dio muchas vueltas y tampoco le preguntaría, no era asunto suyo.

El representante tuvo el impulso de fumarse un cigarrillo pero no estaba seguro de si eso molestaría a Katherine o no, por lo que retuvo el encendedor en su palma un instante, para luego volverlo a ocultar en su bolsillo.

— No es problema. Hoy por ti, mañana por mí — sentenció con tranquilidad después de que la profesora cortara la llamada. Aún les quedaba realizar el análisis de un último actor. — Ah, Skyle... — murmuraba tras un suspiro, bebiendo de su taza antes de seguir. — Imagino que si no le vio actuar no pudo verlo con sus propios ojos. No tengo un diagnóstico que lo confirme, pero he tratado con él en más de una ocasión y puedo asegurarle que es una persona inestable. Puede ser más contraproducente que una ayuda, se pregunta por qué lo escogí, ¿no? — Reino levantó la mirada hacia ella, seguro de estar dando en el clavo. Desde el principio sabía que tendría problemas con Skyle pero iba a respetar la opinión de Katherine, fuera cual fuera.

Si realmente el chico resultaba una molestia para los demás y no conseguía lo que Reino esperaba de él, tendría la obligación de sacarle de la obra.