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Examinación.
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Examinación.
Una vez allí, algo más lejos de la multitud de transeúntes, Reino pudo concentrar su atención en las palabras anteriormente dichas por Zinnia. Parecía como si le hubiese ignorado por completo todo ese tiempo, pero a decir verdad no podía responderle correctamente con todo el barullo de personas superficiales argumentando sobre si debían o no detener al supuesto secuestrador/violador de la ciudad de cometer una fechoría. Dejó escapar una risa disimulada ante esta idea pues no podía negar que le causaba algo de gracia.
Manteniéndose aún en silencio, el mánager suspiró calmado, estaba más que acostumbrado a ese tipo de tratos pero no quería involucrar a la señorita Millaray en alguna especie de situación comprometedora.
Imaginarla con una actitud como la de su prima resultaba algo difícil, pues a decir verdad ambas se veían y actuaban olímpicamente diferente. Reino tardó mucho en poder relacionarse de forma apropiada con la gente adinerada pues incluso las personas de clase media le parecían prejuiciosas y arrogantes, al menos cuando él aún era joven. Sin embargo, gracias a su experiencia en el sello, el mánager pudo aprender a tratar a la gente con respecto, sin tomar nunca en cuenta el género, la clase social o cualquier tipo de disimilitud, a menos claro que ésta representara un peligro para los demás.
– Tú no puedes tocar a la música pero la música puede tocarte. – Concluyó ante las palabras de Zinnia con un aire taciturno y una sonrisa llena de paz. Efectivamente, la música tenía esa particularidad de poder transmitir emociones, era la fuente de una magia incomprensible y trascendental capaz de perdurar en el tiempo y en el corazón de una persona. Aquél recordatorio trajo a sí una serie de melodías que habían llenado momentos muy importantes de su vida, pero supo canalizar correctamente sus emociones aún si éstas eran tristes. – Es lo mismo que el amor, me alegra mucho que ambas fuerzas la hayan convertido en lo que es hoy. – Agregó volviéndose a ella, dedicándole una sonrisa llena de calidez.
Las puertas mecánicas del hospital se abrieron a su paso, permitiendo que Reino se adentrara al hospital con la joven en brazos e hiciera la gestión pertinente en la recepción.
– ¿Puedo ver a un traumatólogo? La señorita al parecer se ha hecho un esguince.
Manteniéndose aún en silencio, el mánager suspiró calmado, estaba más que acostumbrado a ese tipo de tratos pero no quería involucrar a la señorita Millaray en alguna especie de situación comprometedora.
Imaginarla con una actitud como la de su prima resultaba algo difícil, pues a decir verdad ambas se veían y actuaban olímpicamente diferente. Reino tardó mucho en poder relacionarse de forma apropiada con la gente adinerada pues incluso las personas de clase media le parecían prejuiciosas y arrogantes, al menos cuando él aún era joven. Sin embargo, gracias a su experiencia en el sello, el mánager pudo aprender a tratar a la gente con respecto, sin tomar nunca en cuenta el género, la clase social o cualquier tipo de disimilitud, a menos claro que ésta representara un peligro para los demás.
– Tú no puedes tocar a la música pero la música puede tocarte. – Concluyó ante las palabras de Zinnia con un aire taciturno y una sonrisa llena de paz. Efectivamente, la música tenía esa particularidad de poder transmitir emociones, era la fuente de una magia incomprensible y trascendental capaz de perdurar en el tiempo y en el corazón de una persona. Aquél recordatorio trajo a sí una serie de melodías que habían llenado momentos muy importantes de su vida, pero supo canalizar correctamente sus emociones aún si éstas eran tristes. – Es lo mismo que el amor, me alegra mucho que ambas fuerzas la hayan convertido en lo que es hoy. – Agregó volviéndose a ella, dedicándole una sonrisa llena de calidez.
Las puertas mecánicas del hospital se abrieron a su paso, permitiendo que Reino se adentrara al hospital con la joven en brazos e hiciera la gestión pertinente en la recepción.
– ¿Puedo ver a un traumatólogo? La señorita al parecer se ha hecho un esguince.
Reino- Moderador
- Ocupación : Manager
Mensajes : 1266
Fecha de inscripción : 25/10/2012
Re: Examinación.
Sentí un gran alivio y alegría inmensa al llegar al hospital, sé que no debía de estar de esa manera pues los hospitales eran lugares especiales donde todo el mundo estaba apresurado y el ambiente era un tanto pesado por tanta tristeza que se podía ver, en los pacientes y en los familiares de los pacientes pero al menos podía sentir alivio de que alguien me revisara, a mí y a Reino. Como ya no había peligro alguno volví a la normalidad pero no fue para nada bueno, mi concentración empezaba a tomar interés en mi pie, el dolor cada segundo se hacía mas fuerte y menos soportable, por supuesto que no debía de mostrar esta debilidad así que asentí a sus palabras tratando de parecer normal.
Cuando se acerco a la recepción la señorita reacciono un poco tarde a la petición que hizo Reino pues lo miró por unos segundos para después llamar a un doctor, yo sonreí y le agradecí a la señorita pero esta vez mi voz sonó un poco temblorosa, ahora solo faltaba esperar a la llegada de alguno, me acurruque un poco más cerca de Reino cerrando con fuerza mis ojos- D-disculpe señor Reino pero me gustaría que se quedara conmigo, en todo el proceso, claro después de que lo revisen también- Y es que era la primera vez que me encontraba en un hospital y el estar al lado del señor Reino me sentía muy tranquila, su presencia provocaba eso en mí extrañamente.
-¿Usted como se siente? Debió de ser muy cansado hacer todo ese trayecto cargándome- Traté de sonreírle pero no se que expresión hice, tal vez una que no convencía de que estaba bien, casi enseguida llego el doctor junto con una enfermera y ésta tenía una silla de ruedas. El doctor le pidió al señor Reino que me pusiera en aquella silla de ruedas para que me llevaran a traumatología y comenzara a revisarme.
Cuando se acerco a la recepción la señorita reacciono un poco tarde a la petición que hizo Reino pues lo miró por unos segundos para después llamar a un doctor, yo sonreí y le agradecí a la señorita pero esta vez mi voz sonó un poco temblorosa, ahora solo faltaba esperar a la llegada de alguno, me acurruque un poco más cerca de Reino cerrando con fuerza mis ojos- D-disculpe señor Reino pero me gustaría que se quedara conmigo, en todo el proceso, claro después de que lo revisen también- Y es que era la primera vez que me encontraba en un hospital y el estar al lado del señor Reino me sentía muy tranquila, su presencia provocaba eso en mí extrañamente.
-¿Usted como se siente? Debió de ser muy cansado hacer todo ese trayecto cargándome- Traté de sonreírle pero no se que expresión hice, tal vez una que no convencía de que estaba bien, casi enseguida llego el doctor junto con una enfermera y ésta tenía una silla de ruedas. El doctor le pidió al señor Reino que me pusiera en aquella silla de ruedas para que me llevaran a traumatología y comenzara a revisarme.
Zinnia Millaray- Ocupación : Bailarín
Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 09/06/2012
Re: Examinación.
Finalmente la enfermera había tomado las medidas pertinentes para atender a Zinnia. Reino se quedó con ella en brazos, esperando. No sentía dolor, solo un fuerte pesar por lo que la jovencita había tenido que vivir ese día; ver la peor cara de la ciudad era un panorama desastroso para alguien como ella, quien vivía en la mejor de las condiciones, en la mayor de las ignorancias, y por ende, era feliz. Incluso había sabido mantenerse como una persona pura de corazón, cosa que Reino valoraba muchísimo.
De pronto, ella insistió en que debía ver al doctor, cosa que le crispó ligeramente los nervios.
– Ah~ Al parecer no podré escaparme de la revisión, jejeje – respondió ante el comentario de Zinnia volviéndose a verla con una sonrisa de resignación. Sin embargo ésta se desvaneció de inmediato en el momento que sintió el temblor en su cuerpo, ella se aferraba a él como si estuviera soportando algo terrible: – Zinnia... ¿Se encuentra bien? – Preguntó, ahora visiblemente preocupado. – Claro que me quedaré. Debí haber notado que algo andaba mal, disculpe por haberla entretenido, pudimos haber llegado antes... – se lamentó al tiempo que llegaba la silla de ruedas.
Reino se acercó al artefacto para depositar delicadamente a la jovencita en ese lugar, colocando con suma calma su pie lastimado sobre uno de los soportes. Tanto las enfermeras como el médico parecían un tanto desconcertados por la situación que ante ellos se presentaba: un excéntrico de dudosa moralidad trayendo a una señorita de fina apariencia al hospital y ayudándola como un fiel lacayo, ¿qué escabroso escenario se habrán imaginado en sus pequeñas mentes? Reino no quiso saberlo.
– Sin problemas, mis heridas no son tan graves – respondió tranquilo ante su pregunta. Estaba más que acostumbrado a recibir golpes, el dolor prácticamente ya no se sentía.
De pronto, ella insistió en que debía ver al doctor, cosa que le crispó ligeramente los nervios.
– Ah~ Al parecer no podré escaparme de la revisión, jejeje – respondió ante el comentario de Zinnia volviéndose a verla con una sonrisa de resignación. Sin embargo ésta se desvaneció de inmediato en el momento que sintió el temblor en su cuerpo, ella se aferraba a él como si estuviera soportando algo terrible: – Zinnia... ¿Se encuentra bien? – Preguntó, ahora visiblemente preocupado. – Claro que me quedaré. Debí haber notado que algo andaba mal, disculpe por haberla entretenido, pudimos haber llegado antes... – se lamentó al tiempo que llegaba la silla de ruedas.
Reino se acercó al artefacto para depositar delicadamente a la jovencita en ese lugar, colocando con suma calma su pie lastimado sobre uno de los soportes. Tanto las enfermeras como el médico parecían un tanto desconcertados por la situación que ante ellos se presentaba: un excéntrico de dudosa moralidad trayendo a una señorita de fina apariencia al hospital y ayudándola como un fiel lacayo, ¿qué escabroso escenario se habrán imaginado en sus pequeñas mentes? Reino no quiso saberlo.
– Sin problemas, mis heridas no son tan graves – respondió tranquilo ante su pregunta. Estaba más que acostumbrado a recibir golpes, el dolor prácticamente ya no se sentía.
Reino- Moderador
- Ocupación : Manager
Mensajes : 1266
Fecha de inscripción : 25/10/2012
Re: Examinación.
- Spoiler:
U: perdón si se ve muy largo D///:
Tengo que admitir que me sorprendió mucho el cuidado con el que me deposito en la silla de ruedas, fue tal su delicadeza que ni siquiera me dolió el pie. Solo le sonreí estando muy halagada por su compañía y el cuidado que me daba. Era la primera vez que visitaba un hospital y me atendían en él, no solía enfermarme y cuando me sentía mal tomaba medicina o consultaba a nuestro médico privado. Pensaba que íbamos a tardar mucho en el lugar pero fue relativamente corto, aunque eso si, muy cansado yendo de un lado para el otro. Primero fuimos a que me hicieran un chequeo de mi salud en general y tomaron mi información básica: Mi nombre, edad, residencia y por supuesto describirles cómo es que me sucedió todo aquello.
Tuve que narrar dos situaciones, del como me hice la herida; apenándome un poco al describirla por que fue muy absurda cayéndome por que se me estaba haciendo tarde para una cita y el como empeoro narrando el asalto y aclarando que el señor Reino fue quien me salvo y ayudo en esa circunstancia.
Después fuimos a un lugar donde me sacaron radiografías volviendo de nuevo al consultorio del médico esperando los resultados de ambos chequeos. El que llego fue el del general, el consultorio estuvo unos minutos en silencio mientras los examinaba, por mi parte lo miraba teniendo mis manos en el regaño mordiéndome levemente el labio inferior. El doctor aviso que en general me encontraba bien, claro con un poco de anemia pero eso se debía a que en estos días no tuve el control de comida y para despejarme un poco practicaba por mas tiempo los ejercicios- Tendré en mente lo que me ha dicho doctor, procuraré comer a las horas asignadas y la cantidad necesaria para volver a estar sana- Comenté con amabilidad, entonces el doctor se retiro por unos minutos para ir a por los resultados de la radiografía.
-Por suerte no nos llevó todo el día estar en este lugar ¿Cierto?- Dije mirando al señor Reino con una pequeña sonrisa, dando un gran suspiro- Es usted muy amable, muy generoso, las personas muchas veces suelen olvidarse de aquellas dos cosas muy importantes…-Cubrí mis ojos con mi antebrazo sin decir una palabra hasta pasados unos segundos- Trato de mantenerme en calma pero me han pasado muchas cosas desde que llegue a la ciudad. Primero, llegando a la ciudad me encontré con una persona que no creía que iba a ver nunca mas y verlo me causo un gran impacto ya que durante años tuve un dolor por una situación que ni siquiera nosotros causamos. Luego, al ser juez en una audición fui atacada y no tuve oportunidad de defenderme, mi cabeza me estuvo doliendo durante horas y mi cabello aun se caía a pesar de que ya no estaban jalando de él. Después conocí a una buena persona en el sello pero al final lo hice sentir muy incómodo, tanto que se fue rápido de mi presencia y ahora fui engañada por un hombre que intentó asaltarme, lo involucré a usted que la policía estuvo muy cerca de llevarlo por algo que no hizo y salio lastimado, por no mencionar que eh sido egoísta que le eh pedido que me acompañe-Todo lo dije muy rápido, ni siquiera respire por lo que lo hice muy hondo terminando todo lo que tenía que decir. Ya no aguantaba el quedarme aquello que llevaba dentro de mi, creí que con esto iba a mejorar pero después de respirar escuche un sollozo y como dos lágrimas rodaron en cada lado de las mejillas. No apartaba el antebrazo de mis ojos, reprimiendo otro sollozo que quería escapar.
-L...lo siento..Estaré bien...En unos momentos- Comenté tratando de parar de llorar pero no podía, solo esperaba que el doctor no viniera y me viera así, tampoco quisiera que Reino me viera de esta manera, muy débil.
Zinnia Millaray- Ocupación : Bailarín
Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 09/06/2012
Re: Examinación.
El trámite en el hospital fue más largo de lo que hubiera pensado, sin embargo Reino esperó pacientemente a que la señorita pasara por todas las etapas de revisión. La trasladaba de sitio en sitio, empujando de su silla de ruedas con mucho cuidado.
Observaba con algo de curiosidad la dimensión del consultorio, los paneles revestidos con partes del cuerpo o con indicaciones de cómo cuidar correctamente la salud. De no ser por su porte y apariencia podría pensarse con facilidad que parecía un niño pequeño, ocurría que desde hace años que Reino no visitaba un hospital pues le desagradaban un tanto. En su juventud acudía con frecuencia a estos pero no por voluntad propia, de repente estaba liándola en una pelea callejera y al momento siguiente se encontraba en urgencias, con su madre reprochándole al costado de la cama pues aquella gracia solo les haría endeudarse más. Su desagrado por los hospitales tenía este origen, le habían suturado tantas veces y puesto dolorosas inyecciones que no quería en su cuerpo que ya no le atraía la idea hacerse un chequeo, se conformaba con asistirse a sí mismo en la comodidad de su hogar.
Su madre no había presentado complicaciones de salud a pesar de sus años pero le veía constantemente cansada y afligida. Por suerte contaba con suficientes contactos como para conseguirse antidepresivos o medicinas para los dolores musculares con el fin de prevenir, sin la necesidad de visitar a un médico. Pero el tiempo pasaba y ya sería tiempo de hacerle un chequeo, era lo que correspondía por su edad, a pesar de que él la veía bien.
Con esta reflexión en mente, el mánager se encontraba sentado junto a la silla de ruedas sobre la que yacía Zinnia, cruzado de brazos, cuidándola como un auténtico guardaespaldas, pero apenas el doctor se retiró de la consulta, la señorita se desahogó deliberadamente con él. Reino se volvió a ella con aflicción, escuchando atentamente todo lo que decía, sin disimular la sorpresa que esto le producía.
– Lo ha tenido difícil... – comentó deteniendo una mano sobre su hombro con clara preocupación. – No se fuerce a sí misma, en períodos difíciles es necesario tomar un respiro, recapacitar y, aún más importante, aflojar sus pensamientos, dar cuenta que la vida no es un vaso de agua, su contenido puede revolverse, mezclarse y hasta perderse sin que usted lo desee así. Hay una razón tras cada obstáculo que ha tenido que enfrentar, estas emociones que usted vive con tanta intensidad le recuerdan diariamente que está viva, que no es una planta o una piedra sino un ser activo, alguien que puede hacer muchas cosas por los demás y por sí misma. – Estaba un poco conmovido por verla llorar, pero estaba lejos de considerarlo algo malo. Sus palabras eran una simple imitación de lo que había aprendido después de ciertos acontecimientos devastadores, quería, al menos, transmitirle algo de esa dolorosa enseñanza a Zinnia. – Pero lo más importante... No se presione tanto, no reprima las lágrimas, admitir las debilidades y las limitaciones es un acto de valentía. Hoy usted sabe que no es capaz de golpear a un maleante pero sí de salvar a un miserable como yo en apuros, además de que sabe correr a gran velocidad, jajaja~ – dijo dedicándole una sonrisa.
Observaba con algo de curiosidad la dimensión del consultorio, los paneles revestidos con partes del cuerpo o con indicaciones de cómo cuidar correctamente la salud. De no ser por su porte y apariencia podría pensarse con facilidad que parecía un niño pequeño, ocurría que desde hace años que Reino no visitaba un hospital pues le desagradaban un tanto. En su juventud acudía con frecuencia a estos pero no por voluntad propia, de repente estaba liándola en una pelea callejera y al momento siguiente se encontraba en urgencias, con su madre reprochándole al costado de la cama pues aquella gracia solo les haría endeudarse más. Su desagrado por los hospitales tenía este origen, le habían suturado tantas veces y puesto dolorosas inyecciones que no quería en su cuerpo que ya no le atraía la idea hacerse un chequeo, se conformaba con asistirse a sí mismo en la comodidad de su hogar.
Su madre no había presentado complicaciones de salud a pesar de sus años pero le veía constantemente cansada y afligida. Por suerte contaba con suficientes contactos como para conseguirse antidepresivos o medicinas para los dolores musculares con el fin de prevenir, sin la necesidad de visitar a un médico. Pero el tiempo pasaba y ya sería tiempo de hacerle un chequeo, era lo que correspondía por su edad, a pesar de que él la veía bien.
Con esta reflexión en mente, el mánager se encontraba sentado junto a la silla de ruedas sobre la que yacía Zinnia, cruzado de brazos, cuidándola como un auténtico guardaespaldas, pero apenas el doctor se retiró de la consulta, la señorita se desahogó deliberadamente con él. Reino se volvió a ella con aflicción, escuchando atentamente todo lo que decía, sin disimular la sorpresa que esto le producía.
– Lo ha tenido difícil... – comentó deteniendo una mano sobre su hombro con clara preocupación. – No se fuerce a sí misma, en períodos difíciles es necesario tomar un respiro, recapacitar y, aún más importante, aflojar sus pensamientos, dar cuenta que la vida no es un vaso de agua, su contenido puede revolverse, mezclarse y hasta perderse sin que usted lo desee así. Hay una razón tras cada obstáculo que ha tenido que enfrentar, estas emociones que usted vive con tanta intensidad le recuerdan diariamente que está viva, que no es una planta o una piedra sino un ser activo, alguien que puede hacer muchas cosas por los demás y por sí misma. – Estaba un poco conmovido por verla llorar, pero estaba lejos de considerarlo algo malo. Sus palabras eran una simple imitación de lo que había aprendido después de ciertos acontecimientos devastadores, quería, al menos, transmitirle algo de esa dolorosa enseñanza a Zinnia. – Pero lo más importante... No se presione tanto, no reprima las lágrimas, admitir las debilidades y las limitaciones es un acto de valentía. Hoy usted sabe que no es capaz de golpear a un maleante pero sí de salvar a un miserable como yo en apuros, además de que sabe correr a gran velocidad, jajaja~ – dijo dedicándole una sonrisa.
Reino- Moderador
- Ocupación : Manager
Mensajes : 1266
Fecha de inscripción : 25/10/2012
Re: Examinación.
Me exalte un poco al sentir su mano en mi hombre y es que nolo esperaba, sobre todo por que mantenía mi rostro oculto. Dejé de sollozar en el momento en que comenzo a hablarme, escuchandole atentamente y, conforme iba hablando, mi dolor iba disminuyendo, al igual que mis lágrimas. Me estaban ayudando mucho sus palabras, haciendo que recuperara las energias que sentí al llegar a la ciudad.
Casi cuando iba a terminar su plática bajé el brazo, mirándolo a pesar de que notara mis ojos hinchados y rojos. La última frase me apenó un poco, en el momento en que corría no pensaba en otra cosa y su risa, fue contagiosa por que me vi riendo casi al mismo tiempo que él- Bueno yo solo quería llegar hacia la ayuda rápidamente- Comenté limpiando las últimas lágrimas que tenía en el rostro posando mi mano en la de Reino- Usted, señor Reino, me ha ayudado demasiado. Es una persona muy sabia, gracias por los consejos-
Hasta ahí terminó la conversación pues el doctor llegó, observando los resultados, su rostro no decía nada por lo que no puedo decir si era algo bueno o malo, lo único que quedaba era esperar a que hablara, antes de escuchar los resultados mordí levemente mi labio inferior.
No tuvo que explicar mucho el doctor pero mis resultados no fueron tan favorables, teniendo un esguince que me dejará con una ferula durante tres semanas. Al menos no fue una fractura o algo que requiriera de una operación. Para que ya finalizara mi estancia en el hospital solo faltaba que me pusieran la ferula- Que suerte que fue solo un esguince, espero que no deje secuela y pueda volver a trabajar después de esas tres semanas- Comenté mirando a Reino- Lo ultimo que falta es avisarle al señor Regan que tuve un accidente- Dije de manera un poco desanimada ya que en este estado el comienzo de mi trabajo no es muy excelente.
Casi cuando iba a terminar su plática bajé el brazo, mirándolo a pesar de que notara mis ojos hinchados y rojos. La última frase me apenó un poco, en el momento en que corría no pensaba en otra cosa y su risa, fue contagiosa por que me vi riendo casi al mismo tiempo que él- Bueno yo solo quería llegar hacia la ayuda rápidamente- Comenté limpiando las últimas lágrimas que tenía en el rostro posando mi mano en la de Reino- Usted, señor Reino, me ha ayudado demasiado. Es una persona muy sabia, gracias por los consejos-
Hasta ahí terminó la conversación pues el doctor llegó, observando los resultados, su rostro no decía nada por lo que no puedo decir si era algo bueno o malo, lo único que quedaba era esperar a que hablara, antes de escuchar los resultados mordí levemente mi labio inferior.
No tuvo que explicar mucho el doctor pero mis resultados no fueron tan favorables, teniendo un esguince que me dejará con una ferula durante tres semanas. Al menos no fue una fractura o algo que requiriera de una operación. Para que ya finalizara mi estancia en el hospital solo faltaba que me pusieran la ferula- Que suerte que fue solo un esguince, espero que no deje secuela y pueda volver a trabajar después de esas tres semanas- Comenté mirando a Reino- Lo ultimo que falta es avisarle al señor Regan que tuve un accidente- Dije de manera un poco desanimada ya que en este estado el comienzo de mi trabajo no es muy excelente.
Zinnia Millaray- Ocupación : Bailarín
Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 09/06/2012
Re: Examinación.
Aliviado, notó que Zinnia se encontraba algo más animada que antes. Sonrío ligeramente e incluso depositó su mano sobre la de Reino, agradeciéndole sus atenciones. En ese momento, y por un breve instante, los músculos del mánager se tensaron pero hizo lo posible por disimularlo, al menos sus expresiones faciales mantuvieron su candidez. No quería que ella percibiera su incomodidad, se trataba de una simple y rápida remembranza, algo que no valía la pena relatar pues ni tenía relación con ella. Aún así, la mano de la bailarina era delgada, pequeña y fría al tacto... Era imposible no relacionarla con Candace.
– No se preocupe... – masculló con secreta aflicción, pensó en agregar algo más pero fue interrumpido por la intromisión del doctor. Retiró su mano del hombro de Zinnia y se apartó, percibiendo la mirada del profesional posada sobre él, estudiándole minuciosamente. No era muy difícil deducir lo que estaba pensando, en los ojos de la bailarina aún habían esbozos de llanto y por la postura previa se evidenciaba que estaban sosteniendo cierto trato íntimo, algo que sin duda llamaría su atención.
Reino se cruzó de brazos y dejó escapar un pesado suspiro, esperando a que el doctor anunciara los resultados de las radiografías. Por fortuna solo se trataba de un esguince, aunque le darían una licencia para ausentarse del trabajo al menos se había ahorrado la operación. El doctor intercambió un par de palabras con una enfermera para que fuera a buscar una férula, momento en el que aprovechó de dirigirse a la joven con su habitual amabilidad.
– Descuide, Revo parece un tirano pero en el fondo es un tipo muy amable. Comprenderá la situación antes de que tenga que entrar en detalles – respondió ante su comentario, en un intento por relajarla. Le sorprendió un tanto notar que trataba a Revo por su nombre de pila pero prefirió no preguntar.
Al cabo de unos minutos la enfermera regresó con el objeto con el que envolvería la pierna de Zinnia, una vez allí ella y el doctor empezaron el procedimiento. Reino volvió la vista hacia otro punto de la oficina, por respeto a ella.
– No se preocupe... – masculló con secreta aflicción, pensó en agregar algo más pero fue interrumpido por la intromisión del doctor. Retiró su mano del hombro de Zinnia y se apartó, percibiendo la mirada del profesional posada sobre él, estudiándole minuciosamente. No era muy difícil deducir lo que estaba pensando, en los ojos de la bailarina aún habían esbozos de llanto y por la postura previa se evidenciaba que estaban sosteniendo cierto trato íntimo, algo que sin duda llamaría su atención.
Reino se cruzó de brazos y dejó escapar un pesado suspiro, esperando a que el doctor anunciara los resultados de las radiografías. Por fortuna solo se trataba de un esguince, aunque le darían una licencia para ausentarse del trabajo al menos se había ahorrado la operación. El doctor intercambió un par de palabras con una enfermera para que fuera a buscar una férula, momento en el que aprovechó de dirigirse a la joven con su habitual amabilidad.
– Descuide, Revo parece un tirano pero en el fondo es un tipo muy amable. Comprenderá la situación antes de que tenga que entrar en detalles – respondió ante su comentario, en un intento por relajarla. Le sorprendió un tanto notar que trataba a Revo por su nombre de pila pero prefirió no preguntar.
Al cabo de unos minutos la enfermera regresó con el objeto con el que envolvería la pierna de Zinnia, una vez allí ella y el doctor empezaron el procedimiento. Reino volvió la vista hacia otro punto de la oficina, por respeto a ella.
Reino- Moderador
- Ocupación : Manager
Mensajes : 1266
Fecha de inscripción : 25/10/2012
Re: Examinación.
-Es una de las virtudes con las que afortunadamente cuenta el Señor Regan- Comenté antes de que viniera con la férula, el doctor me acercó a ella explicando el procedimiento que iba a hacer y qué es lo que tenía que hacer yo para que fuera mucho más fácil. No hice mucho, solo subí el vestido hasta un poco más arriba de mis rodillas. Admitía que los nervios se encontraban presentes pues no sabía si me iba a doler o no.
Miraba para otro lado, así tenía con qué distraerme, durante algunos segundos mi mirada se detenía en Reino, que no creía que notara esto debido a que él observaba para otro punto. El observar su silueta hacía que desapareciera la duda, no me sentía sola de esa manera y el dolor era mucho más tolerable. El médico terminó, haciendo que regresara la vista enfrente. Se sentía extraño tener aquella cosa en mi pie y pierna. La enfermera nuevamente se retiró por otras cosas que iba a necesitar cuando saliera del hospital. Di un suspiro de alivio volviendo a ver al señor Reino, mas calmada y con un poco más de color en el rostro- Bien, después de esto iré a mi cuarto a descansar el resto de la tarde, mañana iré a avisarle al señor Regan sobre esto, después iré a la casa de mis padres para decirles que se pospone la comida pues no podría ir así a la reunión lo más seguro es que lo desaprueben por lo que trataré de convencerlos… tal vez cuando concluya la visita comenzaré a ver catálogos de vestidos para encargar uno…Después no se qué es lo que haré, sin el trabajo tendré mucho tiempo libre-Hice una leve mueca pensando, me gustaba mantenerme activa- Si tengo tres semanas de recuperación podría utilizarlo para tratar de buscar un equilibrio en mi vida ¿No lo cree señor Reino?-Ya volvía a encontrarle las cosas positivas de lo que pasa, no estaba del todo convencida pero si decaía mi recuperación podría prolongarse más.
La enfermera volvió con un par de muletas y unas pastillas, el médicos nos avisó que durante esas tres semanas iba a necesitarlas para poder caminar, las miré con curiosidad, en el pasado vi a varias personas utilizarlas, no creo que sea tan difícil poder estar con ellas. Explicó también que las pastillas eran por si el dolor volvía. También dijo que debía de ir cada semana, solo para revisiones de rutina, quería cerciorarse si tenía progresos favorables o tardaba en recuperarme. Le agradecí por su amabilidad, la enfermera se acercó a mi para darme las muletas- Por cierto ¿Podrían revisar también al señor Reino?- El médico miró a Reino con el ceño fruncido, negó levemente con la cabeza susurrando cosas que no alcancé a escuchar pero accedió acercándose a él para hacerle una revisión rápida, bajé la mirada teniendo un aire serio. No sabía por que lo miraban así, él era una persona de buen corazón.
Miraba para otro lado, así tenía con qué distraerme, durante algunos segundos mi mirada se detenía en Reino, que no creía que notara esto debido a que él observaba para otro punto. El observar su silueta hacía que desapareciera la duda, no me sentía sola de esa manera y el dolor era mucho más tolerable. El médico terminó, haciendo que regresara la vista enfrente. Se sentía extraño tener aquella cosa en mi pie y pierna. La enfermera nuevamente se retiró por otras cosas que iba a necesitar cuando saliera del hospital. Di un suspiro de alivio volviendo a ver al señor Reino, mas calmada y con un poco más de color en el rostro- Bien, después de esto iré a mi cuarto a descansar el resto de la tarde, mañana iré a avisarle al señor Regan sobre esto, después iré a la casa de mis padres para decirles que se pospone la comida pues no podría ir así a la reunión lo más seguro es que lo desaprueben por lo que trataré de convencerlos… tal vez cuando concluya la visita comenzaré a ver catálogos de vestidos para encargar uno…Después no se qué es lo que haré, sin el trabajo tendré mucho tiempo libre-Hice una leve mueca pensando, me gustaba mantenerme activa- Si tengo tres semanas de recuperación podría utilizarlo para tratar de buscar un equilibrio en mi vida ¿No lo cree señor Reino?-Ya volvía a encontrarle las cosas positivas de lo que pasa, no estaba del todo convencida pero si decaía mi recuperación podría prolongarse más.
La enfermera volvió con un par de muletas y unas pastillas, el médicos nos avisó que durante esas tres semanas iba a necesitarlas para poder caminar, las miré con curiosidad, en el pasado vi a varias personas utilizarlas, no creo que sea tan difícil poder estar con ellas. Explicó también que las pastillas eran por si el dolor volvía. También dijo que debía de ir cada semana, solo para revisiones de rutina, quería cerciorarse si tenía progresos favorables o tardaba en recuperarme. Le agradecí por su amabilidad, la enfermera se acercó a mi para darme las muletas- Por cierto ¿Podrían revisar también al señor Reino?- El médico miró a Reino con el ceño fruncido, negó levemente con la cabeza susurrando cosas que no alcancé a escuchar pero accedió acercándose a él para hacerle una revisión rápida, bajé la mirada teniendo un aire serio. No sabía por que lo miraban así, él era una persona de buen corazón.
Zinnia Millaray- Ocupación : Bailarín
Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 09/06/2012
Re: Examinación.
Por un instante su mirada se perdió en un punto indefinido del horizonte, reflexionando un par de cosas, trayendo a sí ciertos recuerdos no del todo agradables. Para su suerte, la voz de la señorita Zinnia volvió a rescatarlo apenas la enfermera le terminó de poner la férula. Reino se volvió a ella con una amplia sonrisa, guardando el secreto deseo de querer firmar sobre ella un par de garabatos, tal como si de un niño pequeño se tratase. Se inclinó nuevamente para que ella no tuviera que elevar tanto la voz.
– Dudo mucho que sus padres insistan en que asista a una comida en estas condiciones... Aunque desconozco el pensamiento de las familias de alta alcurnia... – comentó, curioso por escuchar el nuevo itinerario de la joven y algo extrañado por su idea. ¿No sería del todo disparatado esperar que hiciera otra cosa además de descansar? Ya había tenido suficientes aventuras por un solo día, no creía que sus familiares se tomarían tan a la ligera su salud.
Simplemente asintió en silencio ante su nueva postura, mantenerse de buen humor era lo menos que podía hacer ante la adversidad.
Se incorporó, notando que el doctor acababa de terminar de hacer el registro de su paciente y le traía los implementos necesarios para su recuperación, acompañándose de las indicaciones pertinentes y de la enfermera que asistió a Zinnia. Ella, por su lado, pidió encarecidamente que le examinaran también pero el doctor mantuvo esa actitud reticente. Al final, ambos accedieron muy de mala gana.
Reino tomó asiento en una camilla adherida a la pared contigua, un tanto avergonzado por encontrarse en esa situación. Sin recibir una orden, se sacó la chaqueta en silencio, dejó las gafas de sol, los collares y todas su pertenencias en una mesa contigua, mientras el sujeto de la bata blanca se acercaba para hacerle una revisión rápida con su fonendoscopio. Odiaba sentir el frío contacto de ese aparato deslizarse bajo su polera, sobre ese pecho moreno, cubierto de cicatrices y abolladuras, lo cual no dejaba de sorprender al médico, quien se sentía ligeramente intimidado por el porte de Reino. También examinó la cicatriz de su mandíbula y los moretones que empezaban a ser cada vez más notorios en la comisura de sus labios y su ojo izquierdo.
– Me sorprende que puedas seguir caminando sin problemas, tienes una costilla rota... Y no sabría precisar si es de hoy o lleva varios días así. – Respondió el profesional, volviendo a su escritorio con el mismo disgusto disfrazado de indiferencia, acomodando el papeleo de la señorita Zinnia. Otra vez, eh fue su único pensamiento.
Manteniendo el mismo estoico semblante, Reino tomó sus cosas y volvió a vestirse.
– Dudo mucho que sus padres insistan en que asista a una comida en estas condiciones... Aunque desconozco el pensamiento de las familias de alta alcurnia... – comentó, curioso por escuchar el nuevo itinerario de la joven y algo extrañado por su idea. ¿No sería del todo disparatado esperar que hiciera otra cosa además de descansar? Ya había tenido suficientes aventuras por un solo día, no creía que sus familiares se tomarían tan a la ligera su salud.
Simplemente asintió en silencio ante su nueva postura, mantenerse de buen humor era lo menos que podía hacer ante la adversidad.
Se incorporó, notando que el doctor acababa de terminar de hacer el registro de su paciente y le traía los implementos necesarios para su recuperación, acompañándose de las indicaciones pertinentes y de la enfermera que asistió a Zinnia. Ella, por su lado, pidió encarecidamente que le examinaran también pero el doctor mantuvo esa actitud reticente. Al final, ambos accedieron muy de mala gana.
Reino tomó asiento en una camilla adherida a la pared contigua, un tanto avergonzado por encontrarse en esa situación. Sin recibir una orden, se sacó la chaqueta en silencio, dejó las gafas de sol, los collares y todas su pertenencias en una mesa contigua, mientras el sujeto de la bata blanca se acercaba para hacerle una revisión rápida con su fonendoscopio. Odiaba sentir el frío contacto de ese aparato deslizarse bajo su polera, sobre ese pecho moreno, cubierto de cicatrices y abolladuras, lo cual no dejaba de sorprender al médico, quien se sentía ligeramente intimidado por el porte de Reino. También examinó la cicatriz de su mandíbula y los moretones que empezaban a ser cada vez más notorios en la comisura de sus labios y su ojo izquierdo.
– Me sorprende que puedas seguir caminando sin problemas, tienes una costilla rota... Y no sabría precisar si es de hoy o lleva varios días así. – Respondió el profesional, volviendo a su escritorio con el mismo disgusto disfrazado de indiferencia, acomodando el papeleo de la señorita Zinnia. Otra vez, eh fue su único pensamiento.
Manteniendo el mismo estoico semblante, Reino tomó sus cosas y volvió a vestirse.
Reino- Moderador
- Ocupación : Manager
Mensajes : 1266
Fecha de inscripción : 25/10/2012
Re: Examinación.
Así como el señor Reino me dio privacidad yo lo hice, volteando para otro lado, después opté por mantener los ojos cerrados, para descansar un momento, así el doctor le revisaría sin ningún problema, claro que estaba atenta de los sonidos que llegaba a captar, esperé pacientemente, el doctor tardó unos minutos dando por terminada la examinación. Aun así me esperé unos minutos para abrir los ojos, el escuchar el diagnóstico me preocupé mucho. Una costilla rota no era algo que tomarlo a la ligera y a pesar de que la tuviera él se encargó de llevarme hasta ahí cargándome que, a pesar de tener un peso liviano, debió de costarle algo de trabajo. No pude evitar el verlo con mucha preocupación- Doctor, gracias por todo, puede enviar la cuenta de todos los gastos de la consulta a mi familia, ellos lo pagaran y otra cosa- Esta vez miré a la enfermera, mostrándole una gran sonrisa amable- ¿Podría llamar a un taxi? Ya estamos listos para irnos.
El doctor parecía que aun no terminaba con el papeleo y la enfermera fue a llamar un taxi, tenía suerte de mi apellido ya que si alguien más se lo pidiera lo más seguro es que no haría caso. Yo traté de levantarme utilizando las muletas, fue fácil hacer eso pero se me dificultó cuando traté de caminar con ellos incomodándome la parte de la axila. Se veía fácil de utilizar pero en estos momentos me incomodaba, lo hice para ir hacia Reino tarde más de lo esperado a pesar de que eran solo unos escasos metros- ¿Desde cuando su estado de salud se encuentra así?- Dije casi como un murmuro para que solo él pudiera escucharme, claro que no se oía mi voz como reclamo o regaño, aún mantenía aquel tono suave pero si se notaba mi preocupación en ella, otra vez mi mano busco la suya.
-Debe de cuidarse más por favor, sino se cuida ¿Quién será mi caballero? Usted es más que el adecuado para ese papel- Quería disminuir un poco la seriedad de la situación lo más que podía con aquel comentario, apartando mi mano, era poco tiempo el contacto que tuvimos para no incomodarlo mucho-Y sobre la mentalidad de las familias de alta alcurnia es complejo si lo admito, pero lo esencial es mostrarse como una persona perfecta,con poder y que tiene todo bajo control. La apariencia es muy importante, si descubren alguna debilidad suya pueden centrarse en atacar esa debilidad para destruirlo- Era un poco penoso hablar de ellos, sobre todo por que era el ambiente en el que vivía, aunque eso cambiaría ahora que me encontraba trabajando en esta ciudad donde las personas del sello tenían diferentes estatus sociales.
La plática que teníamos se vio interrumpida por el doctor, quien ya había terminado el papeleo y había hecho la cuenta de todo lo que me hicieron al llegar al hospital y, por supuesto, de la consulta que le hicieron al señor Reino. El doctor se vio un poco sorprendido el no encontrarme en la silla de ruedas y en vez de eso estaba al lado de Reino, al parecer estaba muy adentrado en el papeleo. Dijo que todo estaba en orden, dándome las últimas indicaciones, de qué es lo que tenía que hacer y lo que no para que no me diera problemas la férula. No tenía idea de que necesitaba de muchos cuidados. Llegué a la conclusión que no iba a descansar totalmente, lo peor es que las muletas me hacían ser más lentas, no me agradaba, estaba acostumbrada a tener una vida un poco más movida.
El doctor parecía que aun no terminaba con el papeleo y la enfermera fue a llamar un taxi, tenía suerte de mi apellido ya que si alguien más se lo pidiera lo más seguro es que no haría caso. Yo traté de levantarme utilizando las muletas, fue fácil hacer eso pero se me dificultó cuando traté de caminar con ellos incomodándome la parte de la axila. Se veía fácil de utilizar pero en estos momentos me incomodaba, lo hice para ir hacia Reino tarde más de lo esperado a pesar de que eran solo unos escasos metros- ¿Desde cuando su estado de salud se encuentra así?- Dije casi como un murmuro para que solo él pudiera escucharme, claro que no se oía mi voz como reclamo o regaño, aún mantenía aquel tono suave pero si se notaba mi preocupación en ella, otra vez mi mano busco la suya.
-Debe de cuidarse más por favor, sino se cuida ¿Quién será mi caballero? Usted es más que el adecuado para ese papel- Quería disminuir un poco la seriedad de la situación lo más que podía con aquel comentario, apartando mi mano, era poco tiempo el contacto que tuvimos para no incomodarlo mucho-Y sobre la mentalidad de las familias de alta alcurnia es complejo si lo admito, pero lo esencial es mostrarse como una persona perfecta,con poder y que tiene todo bajo control. La apariencia es muy importante, si descubren alguna debilidad suya pueden centrarse en atacar esa debilidad para destruirlo- Era un poco penoso hablar de ellos, sobre todo por que era el ambiente en el que vivía, aunque eso cambiaría ahora que me encontraba trabajando en esta ciudad donde las personas del sello tenían diferentes estatus sociales.
La plática que teníamos se vio interrumpida por el doctor, quien ya había terminado el papeleo y había hecho la cuenta de todo lo que me hicieron al llegar al hospital y, por supuesto, de la consulta que le hicieron al señor Reino. El doctor se vio un poco sorprendido el no encontrarme en la silla de ruedas y en vez de eso estaba al lado de Reino, al parecer estaba muy adentrado en el papeleo. Dijo que todo estaba en orden, dándome las últimas indicaciones, de qué es lo que tenía que hacer y lo que no para que no me diera problemas la férula. No tenía idea de que necesitaba de muchos cuidados. Llegué a la conclusión que no iba a descansar totalmente, lo peor es que las muletas me hacían ser más lentas, no me agradaba, estaba acostumbrada a tener una vida un poco más movida.
Zinnia Millaray- Ocupación : Bailarín
Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 09/06/2012
Re: Examinación.
Zinnia solicitó un taxi para su traslado, la enfermera no tardó en atender su pedido, era lo más pertinente dada su condición. Reino permaneció al margen mientras el doctor realizaba el papeleo en silencio, sin compartir esa serie de pensamientos y preguntas que de seguro revoloteaban en el interior de su mente. El mánager se echó encima la musculosa negra, seguida de la chaqueta de cuero verde que solía vestir, metiéndose al bolsillo la serie de objetos que traía. Acomodó los anchos auriculares y el collar en torno a su cuello de la forma más veloz que pudo con el fin de no entorpecer al personal médico y a la señorita desvalida. Realmente no sentía pudor alguno por su cuerpo, solo le incomodaba el tener que referirse a las cicatrices que marcaban su piel.
Se volvió hacia Zinnia al escucharla mencionar en plural que estaban listos para irse, aunque considerando que el taxi llamado no correspondía a uno privado o a alguien de confianza estimó que lo correcto era acompañarla hasta su casa. No tenía ningún plan para esa tarde y tampoco se sentiría cómodo dejando a la jovencita sola, no era un comportamiento propio de un caballero. Se decidió a acompañarla mientras le observaba dirigirse a él, a paso lento y dificultoso por el uso de las muletas. No había forma de que pudiera dejarla sola.
El mánager se inclinó hacia ella al notar que murmuraba.
– No debió haber sido hace mucho... Tuve un percance con un chiquillo... – respondió esbozando una sonrisa nerviosa, no quería referirse a lo ocurrido hace solo un par de días. El contacto con la mano de Zinnia le paralizó por un breve instante, hacía mucho tiempo que nadie tenía un gesto como aquél y no hacía más que recordarle a otra persona. Por supuesto, como suele suceder, le recordaba a alguien que ya no estaba. Por esta sola acción casi perdió el hilo de la conversación cuando la joven empezó a referirse acerca de su forma de vida. – Da algo miedo cuando usted lo dice, jajaja~ – murmuró divertido poco antes de recordar la presencia del doctor. – ¿Cuál fue el costo de mi consulta? – Preguntó al percatarse de que las cuentas ya estaban en orden; el profesional le contestó con ademán desinteresado para luego seguir dándole las indicaciones de cuidado a su paciente.
Reino asintió en silencio, recordando mentalmente la cifra. Le devolvería el dinero a Zinnia apenas tuviera la oportunidad, en ese instante con suerte traía consigo algo de efectivo y pasar a un cajero no le parecía buena idea. No quería hacer paradas innecesarias que retrasaran el descanso de la muchacha.
– ¿Nos vamos? – Preguntó al cabo de un momento, dirigiéndose a ella cuando notó que el médico dio por finalizadas sus instrucciones.
Se volvió hacia Zinnia al escucharla mencionar en plural que estaban listos para irse, aunque considerando que el taxi llamado no correspondía a uno privado o a alguien de confianza estimó que lo correcto era acompañarla hasta su casa. No tenía ningún plan para esa tarde y tampoco se sentiría cómodo dejando a la jovencita sola, no era un comportamiento propio de un caballero. Se decidió a acompañarla mientras le observaba dirigirse a él, a paso lento y dificultoso por el uso de las muletas. No había forma de que pudiera dejarla sola.
El mánager se inclinó hacia ella al notar que murmuraba.
– No debió haber sido hace mucho... Tuve un percance con un chiquillo... – respondió esbozando una sonrisa nerviosa, no quería referirse a lo ocurrido hace solo un par de días. El contacto con la mano de Zinnia le paralizó por un breve instante, hacía mucho tiempo que nadie tenía un gesto como aquél y no hacía más que recordarle a otra persona. Por supuesto, como suele suceder, le recordaba a alguien que ya no estaba. Por esta sola acción casi perdió el hilo de la conversación cuando la joven empezó a referirse acerca de su forma de vida. – Da algo miedo cuando usted lo dice, jajaja~ – murmuró divertido poco antes de recordar la presencia del doctor. – ¿Cuál fue el costo de mi consulta? – Preguntó al percatarse de que las cuentas ya estaban en orden; el profesional le contestó con ademán desinteresado para luego seguir dándole las indicaciones de cuidado a su paciente.
Reino asintió en silencio, recordando mentalmente la cifra. Le devolvería el dinero a Zinnia apenas tuviera la oportunidad, en ese instante con suerte traía consigo algo de efectivo y pasar a un cajero no le parecía buena idea. No quería hacer paradas innecesarias que retrasaran el descanso de la muchacha.
– ¿Nos vamos? – Preguntó al cabo de un momento, dirigiéndose a ella cuando notó que el médico dio por finalizadas sus instrucciones.
Reino- Moderador
- Ocupación : Manager
Mensajes : 1266
Fecha de inscripción : 25/10/2012
Re: Examinación.
Asentí cuando el señor Reino preguntó si ya era hora de irnos con una pequeña sonrisa amable. Volví a tomar las muletas caminando con torpeza hacia la silla de ruedas para después sentarme en ella sin nada de delicadeza o elegancia, solo con torpeza, todo lo contrario a lo que había querido aparentar sonrojándome pero en esta ocasión no se notó tanto, solo voltee mi mirada hasta que sentí que ya no tenía el sonrojo, solo duro un par de segundos-Estando en la silla de ruedas seré más rápida para ir a la salida-Comenté solo para Reino aunque se oyera en todo el consultorio. La enfermera entró avisando que no tardaría en llegar el taxi, a lo máximo llegaría dentro de diez minutos.
Agradecí al doctor y a la enfermera por las atenciones que nos brindaron pero sin tanta sinceridad debido a las miradas que expresaban cuando se posaban en el señor Reino. Puse las muletas en mi regazo, la enfermera casi enseguida se dirigió a la silla de ruedas para empezar a empujarla a la salida, esperé a que mi caballero se encontrara a mi lado, alzando la mirada para volver a platicar aunque sea un poco, debido a su estatura no veía con totalidad su rostro- Muchas gracias por acompañarme, de este modo el tiempo pasó muy rápido- Al no estar solos me limité de hablar cosas sin tanta importancia hasta que llegamos a la salida, ahí le dije a la enfermera que ya no era necesario que estuviera, esperaríamos solos el taxi. Ya una vez solos di un leve suspiro de alivio.
- Que alivio estar afuera, se siente menos tensión en la atmosfera- Cerré por unos segundos los ojos para disfrutar el aire “puro”, nunca creí que los hospitales tuvieran un olor y una sensación tan únicas y extrañas nada positivos- Siento que usted, Señor Reino, se encuentra en situaciones y circunstancias un tanto extrañas y extremas queriéndolo o no- Llevo una mano a mi mentón para tratar de pensar en otro adjetivo que encajara perfecto con él, haciendo una leve mueca- Un hombre peligroso, creo que eso lo describiría mejor- Asentí a la conclusión que llegué, una sonrisa fue en aumento- A muchas señoritas les atrae mucho el peligro, debe de tener a varias pretendientes detrás de usted.
Agradecí al doctor y a la enfermera por las atenciones que nos brindaron pero sin tanta sinceridad debido a las miradas que expresaban cuando se posaban en el señor Reino. Puse las muletas en mi regazo, la enfermera casi enseguida se dirigió a la silla de ruedas para empezar a empujarla a la salida, esperé a que mi caballero se encontrara a mi lado, alzando la mirada para volver a platicar aunque sea un poco, debido a su estatura no veía con totalidad su rostro- Muchas gracias por acompañarme, de este modo el tiempo pasó muy rápido- Al no estar solos me limité de hablar cosas sin tanta importancia hasta que llegamos a la salida, ahí le dije a la enfermera que ya no era necesario que estuviera, esperaríamos solos el taxi. Ya una vez solos di un leve suspiro de alivio.
- Que alivio estar afuera, se siente menos tensión en la atmosfera- Cerré por unos segundos los ojos para disfrutar el aire “puro”, nunca creí que los hospitales tuvieran un olor y una sensación tan únicas y extrañas nada positivos- Siento que usted, Señor Reino, se encuentra en situaciones y circunstancias un tanto extrañas y extremas queriéndolo o no- Llevo una mano a mi mentón para tratar de pensar en otro adjetivo que encajara perfecto con él, haciendo una leve mueca- Un hombre peligroso, creo que eso lo describiría mejor- Asentí a la conclusión que llegué, una sonrisa fue en aumento- A muchas señoritas les atrae mucho el peligro, debe de tener a varias pretendientes detrás de usted.
Zinnia Millaray- Ocupación : Bailarín
Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 09/06/2012
Re: Examinación.
Esperó pacientemente a que Zinnia se acomodara en su silla de ruedas pero al momento de hacerlo ella se dio un fuerte porrazo. Reino hizo un enorme esfuerzo para contener sus carcajadas, consciente de encontrarse en un lugar donde no podía hacer ruido cubrió su boca con toda la diestra, ahogando la reacción de ese pequeño desliz.
Siguió junto a la muchacha aún en el momento que ella agradeció a los doctores, inclinándose por un breve instante ante ellos, mas sin decir nada. Acompañó a Zinnia al lobby del hospital, ayudándose de la enfermera para dirigir el aparato que la cargaba en los trayectos más complicados del establecimiento, donde resultaba más fácil perderse. Como suele suceder en los hospitales, todo estaba bien señalizado y habían del todo tipo de facilidades para transportar a los enfermos, por lo que no tardaron demasiado en llegar a la entrada.
– No es nada, descuide – respondió ante su agradecimiento con una sonrisa, bajando la mirada hacia su posición para al menos mantener el contacto visual.
Para su alivio, la enfermera fue rápidamente despedida y se quedaron solos en el exterior de Saint-Rémy, esperando el taxi que no tardaría en llegar. Reino dejó escapar un amplio suspiro, viéndose más relajado, bajó la vista hacia Zinnia al notar que se dirigía a él. Escuchó un tanto sorprendido sus suposiciones y, al no verse presionado por la presencia de algún tercero, esta vez esbozó una amplia sonrisa y rió con ganas, al punto de sentir ligeramente adolorida su zona abdominal.
– ¡Jajajajajaja! ¡Qué ideas tiene! – Exclamó con una alegría contagiosa, inclinándose hacia adelante y hacia atrás con suma gracia. – Peligroso o no, espero no vuelva a verse arrastrada a situaciones como ésta, ¡no todos pueden con tanta adrenalina! – Respondió, siguiéndole la broma. – Aún así me ha descubierto con facilidad, atraigo los problemas y la mala suerte pero no soy en absoluto popular con las mujeres, o mejor dicho, solo atraigo a las que están completamente locas~ – comentó, recordando divertido al tipo de chicas que solían perseguirle. Omitió el hecho de que en sus años de rock-star gozó de muchísima popularidad pero estaba casado y siempre se ha caracterizado por ser un tipo leal.
Al cabo de una breve pausa, el hombre se incorporó derecho y respiró profundo, cerrando sus ojos por un instante.
– Definitivamente el aire se respira mejor fuera de un hospital pero hubiese sido irresponsable de mi parte el encargarme de su esguince... – concluyó como si estuviera hablando consigo mismo, antes de que la muchacha preguntara se volvió hacia ella y aclaró: – Conozco algunos tratamientos físicos gracias a todas las palizas que me di con mis colegas en mi juventud... – pero dudaba que la familia Millaray hubiese confiado la salud de su pequeña en un tipo como él, solo por eso consideraba pertinente lo de ir al hospital.
De pronto desvió la mirada hacia el auto que se aproximaba en su dirección.
– Oh, ahí está el taxi.
Siguió junto a la muchacha aún en el momento que ella agradeció a los doctores, inclinándose por un breve instante ante ellos, mas sin decir nada. Acompañó a Zinnia al lobby del hospital, ayudándose de la enfermera para dirigir el aparato que la cargaba en los trayectos más complicados del establecimiento, donde resultaba más fácil perderse. Como suele suceder en los hospitales, todo estaba bien señalizado y habían del todo tipo de facilidades para transportar a los enfermos, por lo que no tardaron demasiado en llegar a la entrada.
– No es nada, descuide – respondió ante su agradecimiento con una sonrisa, bajando la mirada hacia su posición para al menos mantener el contacto visual.
Para su alivio, la enfermera fue rápidamente despedida y se quedaron solos en el exterior de Saint-Rémy, esperando el taxi que no tardaría en llegar. Reino dejó escapar un amplio suspiro, viéndose más relajado, bajó la vista hacia Zinnia al notar que se dirigía a él. Escuchó un tanto sorprendido sus suposiciones y, al no verse presionado por la presencia de algún tercero, esta vez esbozó una amplia sonrisa y rió con ganas, al punto de sentir ligeramente adolorida su zona abdominal.
– ¡Jajajajajaja! ¡Qué ideas tiene! – Exclamó con una alegría contagiosa, inclinándose hacia adelante y hacia atrás con suma gracia. – Peligroso o no, espero no vuelva a verse arrastrada a situaciones como ésta, ¡no todos pueden con tanta adrenalina! – Respondió, siguiéndole la broma. – Aún así me ha descubierto con facilidad, atraigo los problemas y la mala suerte pero no soy en absoluto popular con las mujeres, o mejor dicho, solo atraigo a las que están completamente locas~ – comentó, recordando divertido al tipo de chicas que solían perseguirle. Omitió el hecho de que en sus años de rock-star gozó de muchísima popularidad pero estaba casado y siempre se ha caracterizado por ser un tipo leal.
Al cabo de una breve pausa, el hombre se incorporó derecho y respiró profundo, cerrando sus ojos por un instante.
– Definitivamente el aire se respira mejor fuera de un hospital pero hubiese sido irresponsable de mi parte el encargarme de su esguince... – concluyó como si estuviera hablando consigo mismo, antes de que la muchacha preguntara se volvió hacia ella y aclaró: – Conozco algunos tratamientos físicos gracias a todas las palizas que me di con mis colegas en mi juventud... – pero dudaba que la familia Millaray hubiese confiado la salud de su pequeña en un tipo como él, solo por eso consideraba pertinente lo de ir al hospital.
De pronto desvió la mirada hacia el auto que se aproximaba en su dirección.
– Oh, ahí está el taxi.
Reino- Moderador
- Ocupación : Manager
Mensajes : 1266
Fecha de inscripción : 25/10/2012
Re: Examinación.
Esta vez su risa fue más natural debido a lo que acababa de decirle. Antes de que su risa me contagiara miré con mucha diversión la manera de que expresaba su alegría, era muy exagerado pero me encantaba ya que se veía totalmente sincero. No contuve mi risa como antes que cubría mi boca, pude expresarme mas con libertad y cuando pude recuperar un poco la compostura pude volver a hablarle- Señor Reino, a una señorita, por más extravagante y radical que sea, no debe de decirle loca- Dije tratando de decirle de manera de un reproche pero dudo que tuviera efecto alguno debido a que aun mantenía una sonrisa.
Al escucharle decir que el taxi venía traté de levantarme lo más pronto posible pero incluso se me hacia más difícil que sentarme esperando que no me sucediera como esa vez y parecer una chica torpe. Me ayude con las muletas. El taxi tuvo que esperarnos por unos minutos mientras realizaba la tarea. Entramos y casi enseguida noté como el rostro del chofer mostraba una mueca de desagrado, no sabiendo si era por el olor que se impregno en nuestra piel y ropa o por la misma razón de todas las personas que nos topamos hasta el día de hoy y me desagradó, traté de tener una sonrisa educada- Buen día señor, a la Escuela Musette por favor, gracias- Enseguida voltee a ver a Reino- Me sorprende mucho que usted tenga conocimientos de cómo curar las heridas- Dije de manera un tanto sorprendida abriendo levemente más los ojos. Ahora que me sentía totalmente segura el cansancio comenzó a invadir mi cuerpo.
No tardo mucho tiempo cuando di mi primer bostezo, llevé una mano para que no lo notara Reino, tal vez si cierro los ojos, solo cinco minutos recupero algo de energía- Lo siento, cerraré brevemente los ojos, espero no le incomode señor Reino- Cerré los ojos, pero no los cinco minutos que le había dicho. Me perdí totalmente en un sueño y mi cuerpo se relajo, a tal grado de que mi cuerpo se recargo en el de Reino apoyando mi cabeza en su hombro.
U: Bueno perdón por tardar ya comenzaron mis clases de la Uni ;.;....Ahora no se si quieres que yo abra el tema o tu, avísame n.n.
Al escucharle decir que el taxi venía traté de levantarme lo más pronto posible pero incluso se me hacia más difícil que sentarme esperando que no me sucediera como esa vez y parecer una chica torpe. Me ayude con las muletas. El taxi tuvo que esperarnos por unos minutos mientras realizaba la tarea. Entramos y casi enseguida noté como el rostro del chofer mostraba una mueca de desagrado, no sabiendo si era por el olor que se impregno en nuestra piel y ropa o por la misma razón de todas las personas que nos topamos hasta el día de hoy y me desagradó, traté de tener una sonrisa educada- Buen día señor, a la Escuela Musette por favor, gracias- Enseguida voltee a ver a Reino- Me sorprende mucho que usted tenga conocimientos de cómo curar las heridas- Dije de manera un tanto sorprendida abriendo levemente más los ojos. Ahora que me sentía totalmente segura el cansancio comenzó a invadir mi cuerpo.
No tardo mucho tiempo cuando di mi primer bostezo, llevé una mano para que no lo notara Reino, tal vez si cierro los ojos, solo cinco minutos recupero algo de energía- Lo siento, cerraré brevemente los ojos, espero no le incomode señor Reino- Cerré los ojos, pero no los cinco minutos que le había dicho. Me perdí totalmente en un sueño y mi cuerpo se relajo, a tal grado de que mi cuerpo se recargo en el de Reino apoyando mi cabeza en su hombro.
U: Bueno perdón por tardar ya comenzaron mis clases de la Uni ;.;....Ahora no se si quieres que yo abra el tema o tu, avísame n.n.
Zinnia Millaray- Ocupación : Bailarín
Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 09/06/2012
Re: Examinación.
El taxi se detuvo ante ellos, en la entrada del hospital, poco después de haber hecho mención a su llegada. Reino abrió la puerta y dio los buenos días al chofer mientras se acercaba a Zinnia para asistirla pero ella parecía ya haberse puesto en movimiento con ayuda de las muletas. Decidió permitirle hacerse cargo de su traslado aunque no le despegó el ojo de encima en caso de que tuviera una complicación mayor o le necesitara. De esta forma, esperó pacientemente que la joven entrara en el vehículo, secundada por él.
Apenas cerró la puerta el chofer se puso en marcha, siguiendo las indicaciones de la señorita Millaray. Reino decidió perder su mirada en la ventana del auto e ignorar tanto el gesto como la reacción del sujeto, ya ni siquiera le molestaba el hecho de percibir estos detalles, estaba sumamente acostumbrado a tratar con la gente de esa forma. La razón por la cual le afectaba el rechazo particular del personal de los hospitales –tanto doctores como enfermeras– era porque no alcanzaba a comprender por qué un sujeto con el poder de sanar a las personas, alguien que a diario tenía varias vidas en sus manos, juzgaría por la mera fachada a otro ser humano. No concebía por qué sucedía tal fenómeno, sobretodo en las mayores autoridades del Saint-Rémy, quienes parecían pensar que la vida de un famoso empresario valía mucho más que la de un trabajador común de la clase media.
Aunque quizás en el fondo se mentía a sí mismo, encubría la verdad bajo este argumento lógico, bajo una excusa moralmente aceptable. En el hospital general la gran mayoría conocía a Reino, su ficha médica había sido fruto de fuertes polémicas en sus años de cantante pues describía y evidenciaba cómo y dónde se había hecho cada una de sus heridas, develando que su apariencia no era lo único temible en él, sino también su pasado y sus raíces.
Sacudió la cabeza de un lado a otro, dispuesto a dejar de lado estas divagaciones.
– Por cierto... ¿Por qué vamos a...? – Empezó a preguntar, volviendo su rostro hacia Zinnia segundos antes de que ella dejara reposar la cabeza en su hombro, haciéndole perder el habla por unos breves segundos. Reino guardó silencio, reprimiendo su impresión por el gesto de la joven, quien lógicamente se encontraba cansada después de toda esa aventura, para luego esbozar una cálida sonrisa y volver la vista hacia el exterior del auto.
Y de esta forma llegaron a su destino.
Apenas cerró la puerta el chofer se puso en marcha, siguiendo las indicaciones de la señorita Millaray. Reino decidió perder su mirada en la ventana del auto e ignorar tanto el gesto como la reacción del sujeto, ya ni siquiera le molestaba el hecho de percibir estos detalles, estaba sumamente acostumbrado a tratar con la gente de esa forma. La razón por la cual le afectaba el rechazo particular del personal de los hospitales –tanto doctores como enfermeras– era porque no alcanzaba a comprender por qué un sujeto con el poder de sanar a las personas, alguien que a diario tenía varias vidas en sus manos, juzgaría por la mera fachada a otro ser humano. No concebía por qué sucedía tal fenómeno, sobretodo en las mayores autoridades del Saint-Rémy, quienes parecían pensar que la vida de un famoso empresario valía mucho más que la de un trabajador común de la clase media.
Aunque quizás en el fondo se mentía a sí mismo, encubría la verdad bajo este argumento lógico, bajo una excusa moralmente aceptable. En el hospital general la gran mayoría conocía a Reino, su ficha médica había sido fruto de fuertes polémicas en sus años de cantante pues describía y evidenciaba cómo y dónde se había hecho cada una de sus heridas, develando que su apariencia no era lo único temible en él, sino también su pasado y sus raíces.
Sacudió la cabeza de un lado a otro, dispuesto a dejar de lado estas divagaciones.
– Por cierto... ¿Por qué vamos a...? – Empezó a preguntar, volviendo su rostro hacia Zinnia segundos antes de que ella dejara reposar la cabeza en su hombro, haciéndole perder el habla por unos breves segundos. Reino guardó silencio, reprimiendo su impresión por el gesto de la joven, quien lógicamente se encontraba cansada después de toda esa aventura, para luego esbozar una cálida sonrisa y volver la vista hacia el exterior del auto.
Y de esta forma llegaron a su destino.
Reino- Moderador
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