Ceremonia de apertura Priv. Logan

Escuela Mussete, un nido de pajarillos destinados a crecer bajo las luces cegadoras de un escenario, entre cables y decibeles que solo tienen una finalidad, y está directamente relacionada a la fama de esta ciudad. No es fácil entrar aquí, mucho menos mantenerse como un estudiante cuando la exigencia es alta, al punto que de no tener alguna clase de don musical pareciera ser inutil intentar sobrevivir dentro de estas paredes.

¿Mi nombre? Harasen, 37 años de edad, soltero, profesor de música. En mi antiguo trabajo impartía clases de coro y una clase básica de composición musical. Actualmente fui contratado como profesor de canto y ejecución musical de esta prestigiosa escuela. Me gusta el trabajo con adolescentes pues mantiene mi espíritu joven, diría si tuviera que responder alguna clase de entrevista, pero la verdad es que no considero que sea bueno en nada más. Mi vocación esta fuertemente influenciada por un profesor en la escuela a la que yo asistí, pero nada de eso viene al caso en estos momentos.

Estoy comenzando las clases, es el primer día y como siempre y en todo lugar, abrá una ceremonia de apertura. Al haber llegado aquí hace algunos meses he podido habituarme a la ciudad, conocí a gran parte del personal de la escuela y las bases de la misma, con su directa relación a la compañía musical que nació en esta ciudad.

¿Temores? No, a menos que sea odiado infundadamente por mis alumnos en el mismo primer día. No soy alguien optimista, pero albergo la esperanza de poder hacer algo bueno con los cursos que tenga a cargo.

Al alzar mi cabeza y mirar el campus me parece ridiculamente grande desde la puerta principal, y por más que camine parece que aún falta bastante para llegar hacia la ceremonia. Poco a poco los alumnos comienzan a aparecer y a avanzar en la misma dirección en la que voy. Prefiero no posar mi vista sobre nadie por ahora, pero cada paso me remite con algo de nostalgia.

La verdad es que los cambios me asustan.

Me dirigía tempranamente a la ceremonia de iniciación de curso, ya que, realmente no recordaba la hora exacta en la que tomaría lugar y debía hacer acto de presencia antes de escabullirme, por lo que no recordar la hora también me serviría para inspeccionar el lugar en busca de posibles salidas rápidas.

Se veían pocos alumnos en las cercanías, por lo que podría decirse que no estaba tan errado en tiempo como pensaba, pero hubo algo que llamó mi atención, había alguien entre las pocas personas presentes que se distinguía entre los demás; era un hombre alto, de espalda ancha y cabello oscuro, no pude apreciar su rostro a primera instancia pues no lo tenía de frente, pero ciertamente era alguien nuevo en esta institución.

Me acerqué lentamente, aún si me desviaba un tanto de mi objetivo inicial, la curiosidad se iba apoderando lentamente de mi, por alguien que no me ni un tanto familiar y que claramente no era un estudiante. Pude ver más claramente que se trataba de un hombre en sus treinta y tantos... ¿Sería un nuevo profesor? ¿O acaso ostenta otro cargo dentro de la escuela? Además, su cara de fascinación y asombro le hacían destacar de una manera bastante peculiar.

-Hmm...-Murmuré- Es bastante curioso...

Me quedé mirándole por un tiempo que no consideraría extenso, pero si se extendía un poco más terminaría por llamar su atención y sembrar la curiosidad en él.

Aunque los cambios me asusten no puedo hacer nada más que dejarme llevar por la oportunidad que se me ha presentado, de otro modo, terminaría cesante y aquel no es un panorama alentador para un hombre que ya va hacia sus 40.

Me encontraba perdido en el espacio cuando sentí una presencia, sí, así como quién tiene su sexto sentido activado y puede notar esas miradas sobre él de figuras blanquecinas en una esquina que luego se desvanecen sin más. Mi cabeza dio un brusco giro hacia la izquierda, en dirección a aquella persistente mirada como si esperara ver a un fantasma, pero no era más que un chaval de cabello rojizo alborotado hasta cierto punto que llamaría “permitido”.

Por unos segundos no reaccioné, el infinito espacio de la nada me absorbió junto con la sorpresa. Él era un alumno ¿verdad?. Estoy casi seguro que lo es. Mmmm… Se ve atractivo ¿En qué año irá…? Oh… el aire a su alrededor me da una pista…

Nope, no es de mi equipo.

-¿Ocurre algo o es lo que ustedes los adolescentes llaman amor a primera vista?-

Pestañeé un par de veces, manteniendo las distancias pero de a poco modulando una sonrisa amistosa en el rostro, junto a mi humor habitual. Era el primer alumno con el que hablaba.

Continuaba mirándole, mientras me encontraba absorto en mis pensamientos tratando de descifrar qué papel en particular cumpliría esta persona dentro de este entorno, hasta que pude notar que ya era consiente de mi presencia. Denoté una ligera duda en su rostro, como si tratase de descifrar algo, cosa que se desvaneció en un instante y fue seguido por sus palabras.

-¿Eh~? O no, simplemente trato de satisfacer mi curiosidad- Dije, mientras sonreía burlonamente, pues pude denotar la ligereza de su carácter.

Rápidamente intenté analizar lo más que pude por lo dicho y la expresión en su rostro... Definitivamente, un educador, pero nada más extenso que pudiese pensar...

Me acerqué lentamente, ya iniciada la conversación debía continuar y terminar lo que empecé...o eso pretendía, pues ya hallaría el modo para escabullirme después.
-Es alguien que nunca había visto antes, ¿profesor nuevo quizás?- Terminé de agregar, con claras intenciones de descubrir quién era. Algo había en él que llamaba mi atención...Ya lo descubriría luego.
Continué sonriendo, a la vez que comenzaba a cruzarme de brazos y arqueando una ceja.

-Ya veo…- Llevé una de mis manos a mi barbilla, ahí donde me gusta dejar algunos vellos faciales que, si bien creo que me dan un par de años demás, me ayudan a la imagen que me gusta dar de mi.

Alcé una ceja, podía notar algo de la personalidad de aquel muchacho con los apenas escasos minutos que habíamos compartido. La barrera de la distancia defensiva fue quebrada, primero por él, luego por mi mismo y es que era incorrecto pretender ir a la defensiva con mis estudiantes, mucho menos, cuando aún no aprendía a conocerlos.

-Exacto. – Ya que nos habíamos introducido en una charla decidí cambiar la postura y al meter la mano en el bolsillo de mi saco encontré un cigarrillo. La curiosidad de aquel pajarillo le disfrazaba de un gato que se escabulle por una ventana a mirar el paisaje. En su mundo solo hay una meta, o debería haberla, llegar a la cima mientras los viejos damos un paso atrás. Encendí el cigarrillo y luego de dar una calada y dar unos segundos de pausa, dejé ir el humo de mis pulmones.

-Profesor de canto y dirección musical.- Di un paso adelante, rompiendo la prudente distancia y con la misma mano que sostenía mi cigarrillo toqué su frente, indicando aquella expresión formada por sus cejas.

-Un ave no debería ser tan presumida en su primer día intentando volar.- Sonreí y avancé unos pasos más allá de él. – Vamos, enséñame el camino al auditorio...

Ya se sentía un aire más relajado, que introdujo una fluidez en la conversación. Su semblante cambió, pareciese que un sin número de pensamientos se hacían presente dentro de su cabeza; ciertamente, comenzaba a sentirme un tanto analizado.

-¿Profesor de canto y dirección musical? Ah, eso quiero decir que trabajará mano a mano con nosotros, los de tercero... Hmm- Continué la conversación, a la vez que veía como caía parte del cigarro consumado al momento que acercó su mano a mi rostro.

-¿Ehhhhh~? ¿Qué hay de malo con un tanto de presunción? ¿No es una de las tantas motivaciones al éxito? - Respondí rápidamente, sin pensarlo demasiado.
Mientras indicaba el camino a seguir hacia el auditorio, haciendo una seña, continué hablando - Por aquí...

Hmm, mi comportamiento era un tanto inquietante, normalmente me hubiese molestado con ese tipo de aseveración hacia mi persona por parte de un extraño, pero en este caso me sentía cómodo, y hasta me daba un tanto de ligereza en cuanto a mis respuestas. Esto sería interesante...

- ¡Jajajaja! - Reí de buena gana y es que en definitiva este muchacho mostraba un buen caracter para estar dentro de este mundo. Simpatía, audacia, algo de presunción y sin duda, seguridad. Me alegraba, pues parecía poder lidiar con comentarios no muy agradables para cualquiera, parecía un buen diamante a pulir.

-Así se habla, me alegra ver que no me equivoqué al elegir este lugar. Tengo fe de que muchos de ustedes se volverán artistas únicos.- Me sinceré mientras avanzaba en la dirección indicada sin haber alejado a esta ave de mi. Obligandole a ser mi guía, tomándolo desde un ala.

-Hara Manabu, pero para vosotros seré "Harasen". Tal y como dices, seré el Freddy Krueger de sus sueños~- Una nueva calada llevó el viciante humo a mis pulmones y así como se vino, se fue.- No, no es cierto, en verdad eso dependerá de ustedes. -Comenté con el mismo tono ronco y despreocupado que me caracterizaba. Sentía un poco de nostalgia al volver a interactuar con chicos jóvenes, como yo también lo fui alguna vez.

Debo admitirlo, sentía envidia.

Di una mirada de reojo al chico bonito que sin opción a elegir, me guiaba hasta el auditorio, casi en un gesto impulsivo toqué la parte más larga de su cabello como si se tratara de la cola de un gato.

-¿Y esto?- Se me escapó, lo que significaba que aún cuando quería mantener mi imagen sería, poco a poco, me comenzaba a soltar, me sentía cómodo.