Iska Kyoudera

Ezo fue el nombre original de la isla de Hokkaido antes de ser colonizada por los japoneses en 1868, hogar ancestral de los Ainu. Sin embargo, la historia de Iska, o más precisamente, su origen, se remonta mucho antes de esa lejana fecha; de hecho, ni siquiera recuerda gran parte de su vida.

Los enfrentamientos y disputas por los recursos de la isla entre los nativos de Ezo y los japoneses se extendieron durante siglos. Estaba claro que tomar posesión de esa tierra beneficiaría a los invasores, pero los ainu no estaban dispuestos a ceder. En algún momento de la historia de Ezo, se desencadenaron terribles baños de sangre y masacres cruentas con la intención de someter a los ainu. De una de esas aldeas masacradas surgió un único sobreviviente, un joven atractivo que quedó completamente desamparado y traumatizado por la violencia presenciada; el odio y la ira se apoderaron de su corazón, sin darse cuenta de lo vulnerable que se estaba volviendo en espíritu.

Este joven carecía de la fuerza necesaria para vengarse, pero era lo suficientemente astuto como para comprender que estaba solo ante el ejército que había destruido su aldea. Fue entonces cuando una masa humanoides oscura, cuya figura cambiaba de color con cada latido de vida, se presentó ante él.

Pauchi era el Kamuy de la locura y el caos, comúnmente representado como malévolo, causante de dolor y conflictos innecesarios. Se decía que Pauchi era el origen de la mayoría de las calamidades y plagas, siendo su acto distintivo el hacer que pueblos enteros bailaran hasta morir.

Antes de que el joven decidiera huir de semejante criatura, Pauchi le propuso un trato a cambio de ayudarle con su venganza. El joven, ya sin nada que perder, aceptó el trato. Pauchi, con un aspecto horrendo, le ofreció realizar su venganza y, a cambio, obtener su cuerpo para llevar a cabo su deseo de ser padre. Aunque le ofrecía una especie de muerte en vida, el joven, cegado por la venganza, aceptó sin dudarlo.

Pauchi poseyó su cuerpo, llevó a cabo la venganza con éxito y, después de mostrarle el infierno a aquellos que destruyeron su aldea, devoró su esencia y se apoderó por completo de su cuerpo. Solo necesitó seducir a una mujer para engendrar a su descendencia.

Esa descendencia fue Iska, un adorable infante que con el tiempo creció para ser un hombre atractivo y bien formado. Viviría bajo las maldiciones de su dios padre, atormentado por el caos en su mente y la locura susurrando en sus oídos. Como si los ojos fueran el espejo del alma, aquellos que coincidieran con su mirada caerían en la locura, y cuanto más tiempo pasara, peor sería el efecto en su víctima.

Iska creció entre los humanos, señalado por los propios Ainu como un paria, abandonado, y luego adoptado nuevamente por almas caritativas, solo para ser abandonado una vez más. Con el tiempo, alcanzó la edad suficiente para valerse por sí mismo y se alejó de la humanidad. Sin embargo, el transcurso del tiempo le presentó desafíos que lo llevaron a regresar y mezclarse nuevamente entre ellos.

Presenció la llegada de los japoneses apropiándose de sus tierras, la transformación de Ezo a Hokkaido, y los avances a lo largo de las épocas hasta la actualidad. Iska tuvo que adaptarse, aprender, adoptar un nombre japonés y buscar una manera de escapar de la miseria, ya que vivir en la nada dejó de ser una opción pacífica y mucho menos conveniente. Buscó empleos que le permitieran tener el mínimo contacto con los humanos, lo cual resultó ser difícil. Por lo tanto, tuvo que aprender a controlar su naturaleza y a causar el mínimo daño posible cuando era necesario convivir con ellos. A pesar de haber evitado a los humanos por mucho tiempo, su mente siempre fue algo interesante para Iska por lo que estudió psiquiatría, se licenció y actualmente ejerce como tal.

Desde que aprendió a leer y escribir, la escritura se convirtió en una forma de expresión para él. Gracias a un compañero de trabajo, desarrolló un gusto por las letras en la música, especialmente aquellas con significado profundo. Decidió formarse como compositor en su tiempo libre y recuperó su nombre original, convirtiéndolo en su distintivo cuando alcanzó cierta fama en las redes.

Le aconsejaron que si quería ampliar sus conocimientos en la música, debía trasladarse a Glass City. Sin dudarlo, fue allí donde decidió mudarse y abrir su propia consulta privada.