Caught (R)

Habian algunas características que las tres cabezas de cerberus compartían, en mayor o menor grado dependiendo de cada uno: la astucia, la fuerza y el líbido eran propios de aquellas temibles bestias y en el caso de Spyro, la última, mezclada con un inusual acúmulo de energía, era la fuente de la mayoría de sus problemas.

Mas de alguna vez su propio amo le había castigado por encontrarlo intimando con demonios de alto rango o con cualquier cosa que respirara (o no). Y es que no era raro que el 50% de su tiempo lo pasara teniendo sexo como un animal en celo, del 50% restante, 10 lo dedicaba a sus tareas de guardián y el otro 40 se barajaba entre riñas y la cena.

Sin embargo el menor de los caninos no contaba con fuerza física excepcional como Svarg, ni tampoco era tan inteligente como Skýlos como para elegir bien a sus oponentes o conocer sus propios límites, por lo que salir perdiendo en las peleas era algo relativamente común en él...

El muchacho no sabía cuando rendirse, ni tampoco cuando callarse por lo que lograba fastidiar con creces a cualquier oponente ¿El resultado? Esta vez a sus contrincantes se les había pasado un poco la mano con él,  razón por la que ahora volvía a casa con el rabo entre las piernas, un corte abierto en uno de sus costados, un brazo fracturado, el rostro hinchado y una herida envenenada y grotesca (pues le faltaba carne) en su hombro.

Sigilosamente se metió en la morada de su amo que era también su casa. No quería llamar la atención de nadie, después de todo su orgullo estaba lo suficientemente pisoteado y no quería tener que explicar las causas de aquello a ninguno de los otros demonios de alto rango que habitaban ahí con él.

Intentó esconder su presencia lo mejor que pudo, pero sabía que no mucho podía hacer respecto al olor a sangre que emanaba su cuerpo por lo que procuró moverse lo más rápido que su condición le permitíó para alcanzar su habitación, ahí donde nadie podría ir a joderle la vida, ni siquiera sus hermanos.

Esperaba que estos estuvieran lo suficientemente ocupados con lo que sea que les correspondiera y aquel incidente pasara desapercibido, al menos, hasta el día siguiente.

Ah, pero fue su culpa sentirse a salvo al alcanzar la tosca manilla de metal negro que adornaba la puerta de sus aposentos, puesto que no llegó a abrirla cuando de pronto sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

-!?-

El causante del escalofrío habló y eso provocó que el menor diera un pequeño, pero notorio brinco. Giró lentamente solo la cabeza hacia su hermano, intentando en vano cubrir su brazo fracturado y el corte en su costado.

"Ský..." Susurró encogido en sí mismo. Y pensar que estuvo a tan poco de no ser descubierto (o al menos eso creía él).

"No es na..." Quiso decir como poniéndose el parche ante la herida pero su hermano lo interrumpió de forma demandante y Spiro sabía muy bien que esa orden no tenía espacio para reclamos o contestaciones, mucho menos negaciones.

Entró en silencio y cabizbajo, todavía con el rabo entre las piernas. No le importaba mucho su estado general, le dolía más el orgullo, especialmente cuando sus hermanos o el mismo Lucifer le veían en ese tipo de estado. Lo hacía sentir inútil y por sobre todo, le recalcaba en la conciencia que él era el más débil de los tres.

¿En donde estaba el límite para ser considerado un estorbo?

"No es nada Ský... Estoy bien."  Así sin levantar la vista volvió a repetir de forma sumisa. Esperaba que aunque fuera por piedad, Skýlos pudiera tener la consideración de dejarlo solo.

Con temor volvió a girar la cabeza hacia él, mirándolo apenas de reojo.

―Un brazo roto, el costado del abdomen lacerado, el hombro carcomido y ponzoñoso, y esta cara… - Con su nula expresión llevó el dedo índice hacia el mentón del menor para girar su rostro, mirándole con mayor detalle. ―¿A caso planeas dejar que el Amo te vea de esta manera…? ¿O solo piensas esconderte como una rata hasta que "la nada" que tienes sane por completo?-

No buscaba ser cruel, pero era evidente que el mayor de los canes no era capaz de contener esa brutal honestidad y falta de tacto cuando se trataba de sus hermanos menores, quizás, porque no estaba dentro de sus costumbres mentirles si no era estrictamente necesario. Por otro lado, era más que obvio que no tenía ninguna intención de abandonar la habitación, por más cara de perro mojado que el otro le pusiera.

Desviando el rostro hacia un costado con algo de resignación, suspiró antes de volver a mirarle y llevar una mano hasta su cabello, dando una única caricia en su cabeza.

―Está bien, estás aprendiendo, espero que esto te sirva de algo.- Comenzó a examinar la herida que le resultaba más preocupante, puesto que no solo al cachorro le faltaba un pedazo de hombro, sino que este se encontraba visiblemente envenenado, por lo que debía actuar rápido antes de que el efecto se esparciera por todo su cuerpo. Meditándolo un poco, alzó su mano derecha y con la otra, usando una de sus garras se hizo un tajo en la palma para dejar que su sangre brotara y callera directamente sobre la herida. Inmediatamente toda la zona comenzó a burbujear, espumándose y produciendo un sonido similar al ácido corroyendo un metal, aunque aquello solo fuera el veneno siendo neutralizado.

―Te ayudaré a curarte- En un susurro terminó por apoyar la misma mano sobre su hombro, permitiendo que las energías de ambos se entremezclaran. ―pero no me haré cargo de tu brazo roto, dejaré que sea un recordatorio para ti.- Estaba claro además, que Dante tampoco tenía permitido sanarlo por sí mismo, no, aquello sería demasiado sencillo y al cachorro no le vendría mal tener aquel recuerdo al menos por un par de días.

―Debes ser más sensato Spiro. La energía que llevas no está allí solo para sanarte cada vez que te haces moler a golpes. Nunca aprenderás nada si cada vez que peleas acabas de esta manera, tienes que empezar a medir a tus oponentes.-

Giró el rostro como su hermano lo demandaba, de alguna manera dante nunca se había negado a su tacto, incluso en situaciones como esa.

"No planeaba que nadie me viera..." Contestó frunciendo el ceño, no en contra de su hermano, sino por la frustración y vergüenza que sentía consigo mismo, mas inmediatamente después, al sentir la mano de su hermano sobre su cabeza, su tensión pareció desaparecer e incluso su cola se meneó ligeramente entre sus piernas.

"..." Sabía que Skýlos iba a poner su atención en la herida envenenada antes que cualquier cosa, después de todo esa era su especialidad, pero no le gustaba la idea de tener que vertir la sangre de su hermano por su bien...  de cualquier manera no podía negar lo bien que se sentía las ocaciones en las que esto ocurría.

Tal vez a veces no era tan malo salir de perdedor.

Apoyó su frente en la de su hermano y cerró los ojos poniendo la mano del brazo sano sobre el tatuaje en el pecho de Skýlos. De ahí y desde la misma herida una sustancia similar a un fuego negro comenzó a emanar, restructurando sus tejidos mientras los tatuajes de ambos se encendian al rojo vivo.

"Ngh..." Se quejó levemente pues aunque había regeneración el proceso era tan doloroso como al haberse hecho la herida. Apartó su mano y la de su hermano cuando su hombro estaba casi completamente recuperado y sin responderle el regaño, llevó esa misma mano hasta su boca, para lamer el corte que Skýlos se había hecho.

" Son ellos los que me provocan " Justificó en su defensa rehuyendo la mirada. " Saben que mi temperamento es como el de Svarg, pero a diferencia de él yo no soy tan fuerte. Por eso me joden la existencia." No solo era que él tuviera mal temperamento como su hermano, era que la energía se acumulaba rápidamente en su cuerpo y si no hacía nada con eso, se terminaba sofocando. Era como siempre tener una bomba de tiempo adentro.

" Tch ¿Cómo exactamente tengo que medir un grupo de demonios oportunistas que ni siquiera se dignan a pelear 1 contra 1? " Gruñó sin poder evitar que su mirada encontrara la de su hermano como si en ella buscara la respuesta.

En efecto, aquel proceso de regeneración era doloroso. Podía sentir en carne propia las heridas infligidas en el cuerpo ajeno y como todo, aquello era un recordatorio de que por más de que los tres pudieran recuperarse con cierta rapidez, debían pagar un precio. Razón demás para que todos, no solo el menor, llevaran sus actos con mayor consideración y cautela.

No cerró los ojos ni desvió su mirada hasta que el propio Spiro se apartó pasando a lamer la sangre derramada en su palma. Sus ojos permanecían fijos en él, fríos como la piel de su mano que parecía helada en contraste con el agradable calor de la lengua que pasaba sobre ella. Estaba expectante pues sabía que de un momento a otro el cachorro pasaría a defenderse y ante esto, tal y como esperaba cerró ambos parpados y se llevó los dedos a la frente en señal de resignación, suspirando y buscando paciencia.

―Si reconoces tener su mismo temperamento y no ser igual de fuerte entonces ponte a trabajar en controlarlo hasta que alcances su nivel.― Volvió a mirarle, remarcando aquello como si fuese algo obvio aunque bien supiera que para Dante no lo era, más aún si debía llevarlo a la práctica.

―Acabas de decirlo, son demonios, vienen en grupo con el único fin de molestarte ¿y crees que van a jugar limpio? Su intención no es entrenarte, ¿por qué te darían la oportunidad de defenderte en una pelea justa?― Acercó su rostro al suyo, tan solo a centímetros y mirándole como si a través de sus pupilas pudiese ver su alma desnuda. ―No eres tan ingenuo, Sagadalius.―

A simple vista aquella acción parecería amenazante, pero lejos de serlo, la seriedad y estoicismo en su expresión al igual que su cercanía le decían al otro tomar conciencia de que tenía la razón, producían esa seguridad.

―Si quieres drenar tu energía vete y elige tus propias peleas. Huir o pedir ayuda no es de cobarde, es tener la suficiente inteligencia para no terminar en este estado.― Continuó aproximándose, tomando posición sobre él poco a poco con ambas manos al costado de su cuerpo. ―No eres un inútil, pero de no haber estado yo libre y haber ocurrido un emergencia que requiriera de los tres, herido como estás no serías de ninguna ayuda.―

Habiendo dejado al cachorro contra la cama, retiró su mirada y llevó su rostro inexpresivo hasta más abajo, en su pecho. Desde allí podía sentir el calor que emanaba de él sin siquiera tener la necesidad de tocarle, sintiéndose agradado, aletargado. El muchacho superaba con creces su temperatura corporal y tal y como lo hacía el radiador en su propia cama, no era extraño que cuando se aproximaba a él sintiera la necesidad de echarse. Tal fue así que sin mediar palabra se acostó a medias sobre él, sobrando cualquier excusa.

Su atención ya no estaba puesta en él sino en la nueva situación que acababa de presentarse.

―Tendrás que decirme quienes son. No pienso ir a defenderte ahora que el daño está hecho, pero no es algo que debamos dejar impune, no estamos aquí por casualidad, tenemos un rol no menor dentro del inframundo y ningún otro demonio puede atentar contra él, a no ser que quiera ser eliminado.― Sonaba como si estuviese hablando del mero clima, pero sí, planeaba desintegrar a aquellos seres.

Spoiler:

La respuesta lógica y serena de su hermano era precisamente lo que su propia mente era incapaz de hacer cuando la impulsividad y los arrebatos de energía le nublaban la cabeza. Por que sí, ahora todo sonaba muy evidente, pero en el momento la clave del asunto era que Spiro no sabía controlar su ira.

"Yo sé que no debiese esperar nada de esos bastardos." Contestó con una mueca amurrada en los labios, pero al escuchar su nombre formal, "Sagadalius", en los labios de su hermano le hizo dar un respingo. Cuando hacía eso era porque hablaba en serio. Y era esa seriedad que lejos de regañarle era simplemente la mayor muestra de preocupación y unidad en el mayor de los canes lo que le incomodaba y admiraba a la vez. Porque así como Svarg le ganaba por lejos en fuerza, Skýlos le ganaba por lejos en sensatez.

"Ah... Ojalá poder llegar a eso..." Pensaba el menor de los canes como quien admira a un ídolo.

"Yo sé..." Repitió apretando los puños, frustrado. Permitiéndole a su hermano posicionarse sobre él. No sentía que Skýlos estuviera intimidándolo, quizás por costumbre o netamente por la sangre que compartían Spiro entendía las intenciones simples de su hermano sobre él, así que entrelazó sus piernas y una de sus manos rodeó su espalda y lo acercó más a su pecho. Si de esa forma podía al menos agradecerle por curarle entonces que lo ocupara de tapete tanto como quisiera, porque además del calor de su cuerpo ¿Qué otra cosa podía ofrecer él? Si tan solo pudiera complacer a su hermano tanto como lo hacía su amo, sería un entusiasta del incesto con tal de sentirse realmente útil siendo quien era.

"No es necesario... procuraré ganar la revancha, lo prometo." Y es que no podía esconderse bajo la sombra de sus hermanos, incluso si entendía el punto, él también tenía orgullo, porque aunque era el menor, seguía siendo una de las cabezas de Cerberos.