La curiosidad mata a los gatos, no a los zorros! (L)

Ya un poco más acostumbrado a ser un humano me aventuré a ir al centro de la ciudad. Me gustaba simplemente pasear y mezclarme entre las personas, observar sus comportamientos y sentir ese particular caos de las multitudes. Hace tanto que no experimentaba eso que en verdad después de un rato me sentí un poco mareado y tuve que arrastrarme hasta un lugar un poco más despejado. El mundo daba vueltas e iba muy deprisa para un ancianito como yo.

Es broma~

Me llamaba la atención que entre las personas se percibiera la muy camuflada presencia de otros seres no humanos. Me daba un poquitito de curiosidad, de esa que te impulsa a hacer cosas estúpidas.

Al cabo de un rato de estar apoyado en la baranda que separaba la acera de la calle por donde transitaban los autos me di cuenta que tenía hambre. MUCHA HAMBRE.

Y bueno aquí viene el problema, y es que a pesar de poder engañar a la gente, hacer ilusiones, y hasta vestirme con mis poderes... no podía hacer aparecer comida ni dinero con ellos. Y la montaña estaba demasiado lejos como para pensar en comer en casa las ofrendas de los aldeanos.

Vi entonces a alguien detenido a unos cuantos metros de mi. Estaba comiendo algo... ¿Como era que se llamaba? ¿Crepa? Bueno algo que a veces veo comer a la gente en la ciudad y sí, ahora mismo me moría por probarlo.

Me quedé mirando fijo a esa persona con una mezcla de frustración y curiosidad. ¿Cómo podía hacer que me invitara una de esas cosas?

Su vista se mantenía en aquel singular postre que reposaba en sus manos. Sintiendo una rara sensación que lo hacía entrar en duda… Al ser una muñeca, el alimentarse no era una necesidad necesaria algo que había recalcado a su cuidadora, para evitar que esta se preocupase en los momentos que había permanecido aislado. Acercándose a el “habito” de comer más por el capricho de no hacer sentir mal a su antiguo amo o como en aquel caso...


Quizás una de sus debilidades, habiendo comprado aquella crepa casi por impulso apenas percibió aquel suave aroma. No sabiendo que pensar al haber sido aquel postre lo primero que habrá consumido desde su salida. Como si fuera la primera vez dio un pequeño bocado, dando una nostálgica sonrisa era como si el simple sabor dulce de aquel postre lo llevara a los buenos tiempos, comiendo con cuidado pero de una forma un tanto apresurada, como si de alguna forma aquellos recuerdos fueran a revivir.


Giro su vista confundido, la sensación de ser observado se hizo presente por lo que se apresuró a buscar el origen, terminando por cruzar las miradas.


Se preguntó extrañado al ser aquel pelirrojo alguien desconocido. La opción de ignorarlo no era algo que Izzy fuera a considerar, era más que obvio el hecho que el joven pelirrojo sabía que este se había percatado de su presencia, además de parecerle grosero el fingir no haberse dado cuenta sin siquiera conocerlo. No muy seguro, decidió acercarse a aquel chico y a pesar de que su rostro mostraba duda hablo en voz serena- Disculpe, ¿puedo ayudarle en algo?  

Quizás me tardé mucho en idear alguna forma de comer una de esas porque para cuando volví a prestar atención aquella persona ya estaba frente a mí. Ah.... ¿Fui muy evidente? Parece que sí.

-¡No pasa nada, nada! - Moví las manos como si intentara restarle importancia, lo que sea que se me hubiese ocurrido hace un rato ya se me había escapado del pensamiento y ahora tenía que encontrar alguna excusa para estar mirando a un completo desconocido en la calle si no quería quedar como todo un rarito.


-¡Es que me gustan tus ropas! - Dije con naturalidad mientras le daba una amigable sonrisa, pero no pude evitar posar mi mirada sobre la crepa que ahora estaba más cerca de mi nariz que lograba percibir a la perfección aquel aroma levemente dulzón de aquel postre. La masa se veía tan suavecita y ah, se me hacía agua a la boca ¡Ahora es cuando mi panza debía rugir como en las series de animación de japón!

¿...?

¿No? Bueno, supongo que esas cosas no pasan en la vida real...

-Hummmmmm... Mi nombre es Keiji y bueno, vivo un poco lejos de aquí, y me quedé sin dinero, y en verdad muero de hambre y eso que estas comiendo se ve bien bueno, y me estaba preguntando si realmente lo era, ah! pero también me gustan tus ropas, eso era aparte. -Expliqué tal vez muy deprisa mientras gesticulaba bastante al hablar como un muchachito bien extrovertido.

...

Me quedé esperando su reacción sin saber si había metido la pata o no.