(Margo Withlock) El pasado siempre regresa

Una mañana tranquila, esperando mientras recibía mi llamada del Sello, cuya audición tuve hace un par de días. Y como no tenía mucho que hacer, decidí salir al parque a dar un paseo. No sé, tal vez podría ocurrir algo interesante. Me vestí con una falda larga de color negro, una blusa morada y me colgué mi relicario en el cuello.

Me encontré caminando por ahí, mirando al cielo, perdida entre mis pensamientos. Estas pocas semanas que he vivido en esta ciudad han sido fascinantes, en especial en la que conocí a Sora. Pareció como si hubiera sido algo ya predestinado por alguien. -¿Qué otras sorpresas me preparan?...

Me dirigía hacia la fuente que estaba en la plaza, y en una orilla me senté jugando con mi mano en el agua.

La luz de su habitación le anunciaba que un nuevo día comenzaba. Una mañana de verano en Glass City perfecta para salir a dar un paseo y de paso, entretener a unas personas.

Se vistió rápidamente, el vestido crema onduló al darse una vuelta, tomó su delicado y valioso instrumento, bajó las escaleras,despidiéndose de su familia que pasaba dejándolos atrás. Sus pasos se aceleraron al estar cada vez más cerca, simplemente el hecho de hacer cosas que amaba la emocionaba hasta tal punto de distraerse de su entorno y ni siquiera fijarse al cruzar una calle.

Detuvo su camino para recobrar un poco el aliento. Dejó la cartuchera en el piso, sacando su instrumento y poniéndose en la posición correcta. Su intención no era ganar dinero, aunque ponía la cartuchera ahí, pues no lo necesitaba.

Sus finas manos tocaron una melodía inconscientemente que representaba justamente como se sentía. Alegría y tranquilidad. ¿Y cómo no estarlo?. Vio a las personas a su alrededor amontonándose en un medio círculo y sonrió para si misma. La motivó para hacerlo con más ganas. La gente se acercaba y dejaba un par de monedas, la peli morada no se sentía feliz por eso, se sentía feliz porque hacía feliz a las personas con algo que ella misma elaboraba.

Terminó la canción, aplausos sonaban por toda la plaza, se sintió orgullosa de si, y dio una reverencia antes de proseguir con otra melodía.

Seguía ocupada jugando con el agua de la fuente, hasta que un sonido hermoso sonido muy alegre llamó mi atención. Dejé lo que estaba haciendo y me levanté para tratar de ubicar de dónde se escuchaban tan maravillosas notas. Ahí fue donde mi vista se depositó en una elegante y linda jovencita de largo cabello azul oscuro que tocaba una viola ¡Muy hábil y elegante!

Comentario del user:

Me acerqué tranquilamente junto con otra pequeña multitud de curiosos que iban a escucharla, y uno que otro tiraba una moneda, no le di importancia a eso y sólo me dediqué a escucharla. Al acabar su melodía aplaudí junto a los demás esperando a que ella continuara con otra canción. No sé por qué, pero sentía un gran interés por tan talentosa y pasional jovencita.

Después de tocar un par de canciones más, dio las gracias con una delicada reverencia hacia las personas que estaban de espectadores. De todas, una llamó específicamente su atención, no sabía qué era lo causante de tal atracción, simplemente su instinto -que casi nunca fallaba- le decía que algo dentro de aquella jovencita rubia era inusual.

Guardó su instrumento delicadamente en su estuche y en los bolsillos depositó aquellas monedas, observó como lentamente todas las personas se alejaban de lo que había sido su improvisado escenario y se quedó un momento en algunas bancas cerca de la fuente, nunca perdiendo de vista a la persona que le estaba causando algunos inconvenientes dentro de sí.

Luchando internamente de si acercarse o no, decidió esperar un poco más de tiempo, pues no sabía como empezar a entablar conversación. Sabía que no podía esperar toda su vida porque alguien se le acercara, pero si de verdad su instinto tenía razón, o si el destino existía, algo sucedería y no lo iba a forzar.

No esperaba menos de las canciones que le siguieron, así que los aplausos que di eran más que merecidos para la joven que yacía frente a la multitud.

Mientras toda la turba de gente se dispersaba hacia varias direcciones, yo me quedé ahí esperando tranquilamente para que pudiera pasar y felicitar a la chica que nos había dado tan grata demostración. Viendo que ya tenía espacio para caminar directamente a ella me acerqué serena. -¡Esa fue una hermosa demostración!- Dije a la persona de cabello azul-violeta con una gran sonrisa y curiosidad. -¿Llevas mucho tiempo tocando?

Reaccionando que tal vez fui demasiado directa, me disculpé. -¡Oh, perdona mis modales!...Soy Andrea Laakkonen. ¡Mucho gusto, señorita!- Le tendí la mano para saludarla formalmente.

Miró a la joven cómo se le acercaba, y sonrió internamente, aunque también se puso nerviosa ¿Qué le iba a decir? ¿Y si le preguntaba algo que ella no supiera responder? ¿Y si ni siquiera le hablaba a ella?.
Su última pregunta fue respondida cuando con su dulce voz la felicitó, avergonzándose susurró un sincero "gracias". Se paró rectamente, tomó aire y contestó a sus siguientes preguntas.
- Si la pregunta se refiere a desde hace cuándo comencé con mis prácticas para este instrumento, te puedo decir que fue desde los ocho años apróximadamente, pero si te refieres a hace cuánto toco acá -hizo un énfasis con sus manos señalando toda la plaza- fue desde... -miró su muñeca haciendo como si veía un reloj imaginario- desde cinco canciones atrás. -Le sonrió amistosamente resaltando las margaritas que se le formaban en las mejilas.- Mi nombre es Margo Withlock, es un placer. -Estrechó su mano convirtiéndolo en un amistoso saludo.

Riendo ante su "acertado" comentario del tiempo que llevaba tocando -Jajaja ¡Ya veo! Entonces...- Reincorporándome. -Al parecer haz tenido un gran maestro, pues esas obras que interpretaste fueron maravillosas. ¡Tienes un gran don natural si me atrevo a decirlo!

Ya después del saludo sonreí al escuchar su nombre. -Margo Withlock ¡Es muy bonito nombre!...Eh ¿Importa si te llamo Margo?- Se veía una chica muy dulce para dirigirme por su apellido y la verdad quería dirigirme por su primer nombre.

-¿Entonces eres nueva en la ciudad, supongo?- Ya pensándolo bien. -Igual yo llegué hace unas semanas- Notando que estábamos paradas en medio de la plaza, le indiqué con la cabeza una de las bancas que estaba por ahí. -¿Quieres sentarte?

Al ver su reacción ante su comentario, se sintió más segura de sí, por lo que ya su timidez la fue dejando a un lado para contestar sus preguntas.

-No, no me importaría, a menos que... -tomó aire, aunque su timidez salió un poco, le seguía apenando el hecho de hablarle- A menos que yo también pueda llamarte por tu nombre. -Su sonrisa se volvió más notoria. Oyó la voz de la rubia haciéndole más preguntas, que cada vez contestaba con más entusiasmo- Sí, soy nueva, me mudé con mi hermana hace un par de semanas y de vez en cuando visitamos a nuestros padres o viceversa -Se encogió de hombros- ¿Desde cuándo que estás en la ciudad? -Volvió su atención hacia ella y esperando a que respondiera, ambas se dirigieron a las bancas que minutos atrás había estado ocupando.

Con una sonrisa negué toda incomodidad, permitiéndole decirme así. -¡Claro que puedes llamarme Andrea! No hay ningún inconveniente- Honestamente prefería que me llamaran sólo por mi nombre, pero había ocasiones en las que no quedaba de otra.

-Yo llegué hace poco. Esta es mi tercera semana en la ciudad. Tenía que "volar" fuera del nido y quería probar suerte con mi carrera musical aquí- Le dije para luego volver con el tema que me interesaba, que resultaba ser que vivía sola con su hermana. -¿Entonces nomás ustedes dos? ¿Deben extrañar de repente a sus padres, no? ¿Cómo se llama tu hermana?- Como alguien con un profundo cariño por su familia, era lógico que me diera curiosidad las familias de los demás.

Me llevé una mano a la nuca un poco apenada. -Disculpa, me dejé llevar. Si quieres no responder eso no hay problema.

Sonrió emotivamente, no pensó ni un segundo responder a su pregunta, realmente amaba a su familia y siempre la recuerda con gran nostalgia.

-¡Oh! claro que no hay problema, me encanta hablar de mi familia. Sí, solo nosotras dos, y aunque muchas veces nos hacen falta, nos la sabemos arreglar -le regaló una sonrisa amable- Mi hermana se llama Myrna Witchlock, es manager, planeamos que futuramente sea la mía. -Sus ojos empezaron a brillar de emoción, muchas veces hablaba demás con la gente. Sintiéndose curiosa sobre la historia de la rubia, preguntó- ¿Y qué hay de tu familia? ¿También vives sola?. -Se sintió repentinamente incómoda de su curiosidad, pues sus padres siempre le habían dicho que era un defecto muy malo y desobedecer a ellos no era lo que ella amaba hacer, más aún si ella los respetaba tanto.

El viento empezó a ir con más fuerza y en las nubes notó que pronto se aproximaría una lluvia, no quería dejar ir a su nueva amiga tan pronto, por lo que pensó en algo rápido, por lo que sabía que sus padres que ahora estaban de visita no se enojaría, además, amaban que llevara amigos a casa.

-Parece que pronto se pondrá a llover, ¿Quieres ir a casa? De paso puedes conocer a mis padres y quedarte a comer-Esperando ansiosamente su respuesta, empezó a jugar con sus dedos, nerviosa.

Feliz porque ella tan efusivamente no dudó en hablar de sus padres y su hermana. Menos mal que no toqué un punto sensible, negativamente hablando. -Menos mal que son muy independientes entonces...- Para vivir solas a esa edad lo tenía que ser. Ahora, para mi sorpresa... -¡Vaya! Al parecer entonces me toparé a tu hermana en el Sello. Acabo de audicionar allá hace unos días allá. Por el momento estoy esperando si me aceptaron o no. Pido a Dios que me vaya bien- Y las coincidencias siguen haciéndose presentes.

Por desgracia este encuentro parecía efímero por las nubes próximas que amenazaban con una fuerte lluvia, otra notable coincidencia que me ocurría, pero al parecer Margo y yo compartíamos ese interés por la otra que me sugirió ir a a su casa. -¿En serio?...Bueno, me encantaría conocer a tu familia, y si no es molestia entonces encantada acepto la invitación- Feliz y con una gran sonrisa acepté emocionada.

-Entonces...¡Vamos!- Y como si se tratara de una amistad de toda la vida o uno de mis hermanos, la tomé del brazo para que me guíe a su casa.

El largo camino fue bastante agradable, le encantaba la compañía de la rubia y parecían tener una conexión de hace muchos años, pues no era su costumbre hablar demasiado o dar muchos detalles de su vida, es más, ni siquiera había invitado a una amiga a casa desde hacía años. Sabía que a sus padres les encantaría la visita de aquella próxima invitada.

Llegadas ya su casa, su hermana las recibió con una hermosa sonrisa, dando solo unos pequeños detalles de la oji roja, pues lo demás lo guardaría para la hora de comer.

Sus padres, extrañados de que otra voz ajena a la de su familia se presentara, salieron preocupados hasta el pasillo, para encontrarse cara a cara. La pobre Margo vio que su padre tomaba otra expresión en cura, esa cara que ponía al recordar algo, aunque rápidamente la cambió, esforzándose en no hacerlo ver mucho.

-Padre, madre, ella es Andrea Laakkonen, una nueva amiga que hice hoy; Andrea, ellos son mis padres, Roger y Amanda Withlock- La peli morada se sentía orgullosa, tal vez hace un par de horas no se conocían, pero ahora se podría decir que sentía una conexión entre ambas.

Después de las presentaciones, la mesa ya estaba lista para empezar a comer, lo que sería una gran oportunidad para conocerla más.