Despedida sin lágrimas {L}

Aquella era la primera vez que asistía a un funeral, y sin dudas le sorprendió gratamente descubrir que tanto Rafael como su novia contaban con una gran cantidad de amigos en aquella ciudad tan lejana de sus orígenes. El tiempo que habían pasado allí había sido bueno, habían conseguido muchas cosas, fama, dinero y éxito, sin embargo habían encontrado la muerte de una forma tan ridícula que le daba rabia. ¿Acaso seria cuestión del destino? Muchos lo llamarían karma, sin embargo él no creía en esas cosas, prefería sostener que cada quien forjaba su destino con sus decisiones, sin embargo era posible que la existencia estuviera en el origen maldita, pues ellos no se merecían terminar así. Sin duda, eran las mejores personas que había conocido, quienes lo habían estimulado a dar los primeros pasos en el mundo de la música, con quienes había compartido divertidos momentos y guardaba una enorme cantidad de buenos recuerdos. A veces se arrepentía de no haber aceptado la propuesta de partir con ellos, pero no se sentía capaz de abandonar a su hermana pequeña, sin duda era una responsabilidad de la que nunca podría quejarse. Se mantuvo alejado del grupo que rodeaba la tumba, aquel hueco espantoso donde estaban colocando los cajones de la pareja, uno junto al otro como probablemente hubieran deseado. Siempre le sorprendía la buena relación que existía entre ellos, la confianza y el amor sincero que se profesaban no dejaba de darle envidia, seguro de que nunca podría sentir algo tan honesto por alguien que no fuera su hermana pequeña.

A distancia observó el ceremonial, auspiciado por un cura vestido para la ocasión con su blanca túnica que mencionó un texto bíblico antes de homenajear a los difuntos con palabras alegóricas. Todo aquello le resultaba increíblemente absurdo, si algo parecido al alma existía en ese par de cuerpos abandonados a la putrefacción ya no quedaba nada de las dos personas que había conocido. Siquiera entendía que estaba haciendo allí exactamente, probablemente la culpa por no haber hablado con ellos durante el último tiempo era la causante de su presencia en tan tonto ceremonial, a su modo quería honrarlos. Muchas de las personas allí reunidas parecían realmente acongojadas, pudo reconocer al guitarrista de la banda, un joven un poco menor que ellos que no había dejado de llorar en ningún momento. Pobre chiquillo, no sólo había perdido a sus amigos, sino también a su grupo, todo de un sólo golpe. La ceremonia duró unos pocos minutos más, los presentes arrojaron flores blancas a la sepultura antes de que cubrieran ambos cajones con tierra húmeda. Poco a poco las personas comenzaron a dispersarse, regresando paulatinamente a los coches en los que habían llegado. Pasados unos cuantos minutos el sitio había quedado desierto, o al menos eso parecía, otorgándole un momento privado para despedirse de ellos.

Dio unos pasos hasta estar junto a la sepultura, la tierra húmeda olía fresco, sin embargo nada en ese sitio podía ser placentero. Se colocó en cuclillas, de modo de poder depositar su mano sobre la superficie irregular, dando una suave palmada mientras una nostálgica sonrisa se formaba en sus labios. Ese par de tontos realmente lo habían ayudado en el pasado, y les debía mucho de lo que era hoy día, quien sabe sino si actualmente seguiría con vida. Iba a extrañarlos, sin duda, más llorar no era su estilo, pues además lo encontraba algo en realidad inútil. Pese a que no creía en algo como el cielo o el infierno, deseo en aquel momento que esas ridiculeces tuvieran algo de verdad, y pudieran descansar en algún sitio, juntos, como siempre habían deseado estar.

Cementerios, sí, no es bonito lugar para que yo pase mi tiempo libre. ¿Qué podía haber ahí? Ningún difunto de ahí parecía ser conocido mío o descendiente de uno de ellos. Casi todos los que conocía que pudieron haber fallecido -o ya fallecieron- estaban enterrados en otros lugares.
Sonará estúpido pero sí pensé: "Iré al cementerio". No sé, tal vez y algo aquí me ayudaría a recordar algo.
Caminé un poco esperando que algo me pudiera dar pistas, pero todo era inútil. ¡Bueno! ¿Qué se le va a hacer?. Decidí por vagar un rato ahí mientras veía a la gente pasar a recordar seres que fallecieron en días pasados.
Ahí me topé con una ceremonia funeraria...Cuando veía de esas me preguntaba "¿cómo habrá sido el mío?"...Los libros de historia no mencionaban mucho sobre mi destino una vez muerto. Sólo dicen que mis restos están en un monumento en un parque ¡Muy bonito, por cierto!
Me llamó la atención la persona que estaba ahí, se veía nostálgica, pero no triste como los demás. Ahí fue cuando me acerqué y me detuve enseguida de él mientras seguía con su mano en la superficie.
-¿Amigos tuyos?

No estaba en sus planes pasar mucho tiempo allí, la ceremonia había llegado a su fin, y ya les había presentado sus respetos, sin embargo alguien se había acercando interrumpiendo un momento privado. Entendía que aquel sitio no tenia un acceso restringido, pero ¿acaso las personas podían ser tan entrometidas como para acercarse a conversar con alguien que esta despidiendo a los muertos? Sólo un idiota podría ser tan descuidado, de todos modos procuró controlar su genio y no responderle como se lo merecía, tan sólo por respeto a sus amigos que hubieran desaprobado una actitud como esa. Tomó aire, buscando calmarse mientras se incorporaba y se giraba apenas, mirando con desinterés al muchacho rubio que parecía salido de un anticuario. Su vestimenta era extraña, y su rostro también. Era joven, sin duda, pero algo en su mirar delataba que había más de lo que podía verse a simple vista. Torció la boca, en un gesto apático antes de responder distante. -Podría decirse-dio unos pasos alejándose de la sepultura, esperando que el muchachito misterioso no lo siguiera por mucho tiempo. No había llevado vehiculo así que el tramo que lo separaba de la entrada debía recorrerlo a pie, uno bastante largo que prefería hacer sin compañía.

No iba a paso rápido, pero si constante pues no tenía intenciones de pasar en ese lugar de muerte por mucho tiempo más. Estar rodeado de ciertos de cuerpos bajo tierra no era algo que le resultaba agradable, aunque procuraba no pensar en ello, las cruces y estatua que decoraban el sitio le resultaban realmente escalofriantes. El clima fresco iba bien con su ánimo sombrío, ese día no planeaba ir al sello a cumplir las ridículas horas detrás de un escritorio llenando papeleo. Nunca pensó que ese trabajo pudiera ser tan aburrido, al menos hasta que encontrara alguien a quien representar debería ocuparse de filtrar las solicitudes de los aspirantes. ¿Acaso no tenían a alguien más que se ocupara de ese trabajo? Bugó y miró de reojo hacia atrás, buscando la figura del extraño jovencito que momentos antes lo había interrogado. ¿Que querría? ¿Por que se entrometía en asuntos que no le correspondían? Detestaba a las personas como esas, que sin pensar, se inmiscuían en todo sólo por saciar su egoísta necesidad.

Juzgando por sus palabras no parecía alguien que conversara mucho con desconocidos y alguien que mostrara muchos sentimientos. De hecho, me recordaba a un viejo camarada mío en mis años de humano...Sólo que sin las heridas y cicatrices que tenía en la cara. Tal vez y podría ayudarme, aparte que parece que necesita alguien que le pueda subir los ánimos. ¡Habrá que intentarlo!
-¡Oh, se fue!- Me dije al notar que se estaba retirando. Comencé a seguirlo hasta ponerme cerca de él. Sí, estoy consciente que esto puede ser molesto. -Lamento su pérdida...Me enteré hoy que ellos habían fallecido. He, los conocí hace unos días cuando recién llegué aquí- Una pequeña mentira, nada más.

Aquel niño entrometido continuaba siguiéndolo, como si se tratara de su sombra. ¿Que diablos quería? No parecía que  quisiera robarle o algo por el estilo, la verdad no era algo que le preocupara, sabía defenderse muy bien de ese tipo de cosas, sin embargo a juzgar por su aspecto no parecía alguien peligroso. Sólo asquerosamente entrometido. ¿Que tipo de persona seguiría a alguien que visita un cementerio? ¿Acaso en occidente no había respeto por el duelo? Gruñó, apenas, fastidiado con el infortunio de tener que lidiar con un crío como ese, especialmente cuando su humor no era el mejor del mundo. Apuró el paso, intentando así perderlo, pero el jovencito parecía estar decidido a continuar molestándolo, poniendo en riesgo si integridad física si la paciencia de Dante llegaba al límite.  Le dirigió una mirada asesina, apenas girando el rostro para verlo, esperaba que esta vez comprendiera la indirecta. -¿No te han enseñado a no acercarte a los extraños? Podría enfadarme contigo y llevarme tus tripas como souvenir-genial, eso lograría espantarlo lo suficiente como para de una vez por todas lo dejara en paz.

Sin volver a mirar hacia atrás, continuó el recorrido, escuchando aquel detalle que los conocía. Dudaba que sus amigos se relacionaran con personas como esa, ellos tenían estilo, y escogían bien sus amistades, quizás en un rapto de generosidad. Lo miró de reojo, sin creerle del todo. -¿Ah si? ¿Como eran sus nombres?-soltó, esperando que no los supiera y así conseguir una excusa para finalmente mandarlo a la mierda sin más preámbulos. Las personas como aquellas realmente lograban exasperarlo, de por si Dante no era una persona que se caracterizara por socializar muy bien con extraños, pero aquel sin dudas no era un buen momento.

Era obvio que mi actitud podía sacarlo un poco de sus casillas, pero al parecer este se molestaba demasiado fácilmente. No pude contener una leve risa con su amenaza...He tenido peores. -Sí, pero también me enseñaron a no ser grosero con la gente, ni amenazarlas con que las voy a destazar. Bueno veré hasta dónde llega mi paciencia y mis ganas de socializar con la gente.
-¿Sus nombres?...- Esa pregunta me hubiera dejado en "jaque" de no ser que leí los nombres en las lápidas...Aparte escuché a uno de los presentes haber mencionado uno de sus nombres -Bueno, son...- (Off rol: por desgracia el usser no pude leer los nombres de las lápidas) -...Tampoco es que los conociera mucho, pero sí traté con ellos cuando recién llegué aquí- Además no dudaba que fueran buenas personas. -Sí, es una verdadera tragedia cuando pierdes amigos.

Evidentemente el niño no entendía las amenazas, o quizás no las tomara en serio, y quizás tenía razones para no hacerlo. Por más que estuviera destrozando su paciencia no podría molerlo a golpes allí mismo, aunque aquello sin duda sería una maravillosa manera de descargar la ira y frustración que sentía por la muerte de sus mejores amigos, no era algo que estuviera legalmente permitido, y no podía permitirse iniciar su vida en ese lugar con el pie izquierdo. No con sus antecedentes. Tenía un puesto en el sello que debía mantener y para ello debía comportarse lo más civilizadamente que su retorcido carácter le permitiera. Y si ello incluía tolerar las estupideces de mocosos entrometidos no tendría otra opción más que respirar hondo y sencillamente ignorarlo hasta que se aburriera de seguirlo como una sombra en día soleado. Que se riera de él de aquel modo era casi más de lo que podía soportar, necesitó recordar de nuevo que no podía dejarse llevar por su humor, y que debía echar mano a todo su autocontrol para no darle lo que se merecía. -Pues lo que haces es bastante grosero-soltó, de mal modo, intentando que se diera cuenta en la contradicción que el mismo estaba metido por sus propias palabras. Hasta donde él sabía perseguir a alguien que desea estar a solas, especialmente dentro de un cementerio, no podía considerarse de buena educación. Pero la verdad desconocía gran parte de las costumbres occidentales, especialmente en relación a los ritos funerarios, quizás no estaba bien dejar sólo a los amigos del muerto temiendo que hicieran algo estúpido.

Conocía sus nombres, de todos modos eso no significaba que fueran amigos, Rafael y Hanna eran sin duda populares en la ciudad, y cualquier sabría de ellos, probablemente sólo era una mentira. ¿Pero que era lo que ese joven pretendía con todo eso? Nadie perdía tiempo de ese modo sin una razón? Entonces se detuvo en seco, y se giro de modo de enfrentarlo cara a cara, con su ceño profusamente fruncido denotando su pésimo humor. -Dime que mierda te propones persiguiéndome todo el rato-soltó en tono amenazante, cortándole el paso esperando que confesara sus intenciones detrás de aquella fastidiosa e indeseable compañía. Deseaba estar sólo, en realidad lo necesitaba, aunque probablemente sería la peor idea del mundo, así pensó que mejor iría a un bar a disfrutar de unas cuantas cervezas hasta que todas sus preocupaciones sólo desaparecieran. Como por arte de magia.

Sí, obvio que hay personas que detestan lidiar con desconocidos, y que estaba lidiando con alguien así, pero en la vida te vas a topar con situaciones donde vas a tener que hacer cosas que no te agradan. ¡La experiencia al habla! -Sí, pero por lo menos no ando amenazando a la gente con sacarle las tripas- ¡Vamos! Que si te hubieras topado con alguien con una actitud no tan relajada como la mía podría haber ocurrido una situación desastrosa. ¡Imaginen si se lo hubiera dicho a un colega del trabajo o a su jefe sin saberlo!
Fue hasta que un poco más molesto cuestionó mis motivos. Relajado con mi tono habitual, le dije la verdad: -Estoy haciendo una investigación de campo- "¡Hola! Soy un ángel de más de 12 siglos de edad que perdió la memoria por algún motivo y está tratando de recordar tratando de convivir con humanos, casi como lo hacía siglos cuando también era uno de ellos! ¡Claro que no! Tampoco iba a decir eso...A pesar de que sólo me juzgaría como loco, pero debo mantener ese bajo perfil y no entrar en detalles.

Realmente no comprendía el modo de razonar de ese crío. ¿Quien querría insistir en seguir a alguien que a las claras deseaba estar sólo? Sus intenciones no podían ser otras que fastidiarlo, algo típico en la juventud actual que encontraba diversión a costa de burlarse de la desgracia ajena. Pues si, Dante era bastante resentido en ocasiones, y aunque aún era j+oven ya no se sentía un adolescente, y su pensamiento se había vuelto cada vez más cerrado y estoico. Detestaba a los críos inmaduros, y no era poseedor de la virtud de la paciencia. Si aún no golpeaba al desconocido de rubio cabello sólo era porque deseaba evitarse un problema, conseguir trabajo en el sello había sido fácil gracias a sus referencias, sin embargo si se metía en líos con la ley a causa de una pelea en la vía publica quizás se replantearan el hecho de contratarlo. No es que se tratara del trabajo de su vida, pero aquella era una oportunidad de dar u paso al costado e iniciar un camino diferente. No podía desperdiciarlo porque un mocoso se esforzaba por sacarlo de sus casillas. Haciendo uso de su autocontrol, siguió caminando en dirección a la salida era una desgracia que la inmensidad del predio y su falta de otros medios de transporte más veloces lo obligaran a permanecer un buen rato allí dentro, en compañía de ese crío extraño y fastidioso que no se cansaba de inmiscuirse en asuntos que no le importaban.

Mientras aquella especie de diálogo se llevaba a cabo no disminuyó el ritmo rápido de su caminata, recorriendo el sendero de tierra que lo guiaba hasta las puertas delanteras. Ojala y el sujeto se cansara de seguirle el ritmo, o encontrara alguien más a quien fastidiar en el camino. -¿Te parece este un sitio adecuado para una investigación?-no dejaba de indignarse por el desenfado de la juventud que no sólo no respetaba el sufrimiento ajeno, sino que incluso usaba el cementerio como un patio de juegos. Era realmente increíble, sin embargo, no estaba allí para impartir lecciones de moral, así que no dijo nada. De todos modos aquello no explicaba porque lo seguía, él no participaría en su investigación y mucho menos le seguiría el juego. -Ya vete a molestar a alguien más-soltó, despreciándolo, mientras sacaba del bolsillo de su chaqueta un cigarro y lo encendía tras atraparlo entre sus labios. Aquello lo ayudaría a mantenerse calmado y evitar propinarle el golpe que tanto deseaba darse. Repetirse que no debía meterse en líos ayudaba sin embargo su carácter lo mantenía alerta.

-Cualquier lugar es bueno...Curiosamente mi investigación de campo me está dando frutos aquí- No muchos, pero al parecer siento que algunos recuerdos vuelven a mí. Lástima que incluyen convivir con alguien que no suele hablar mucho con desconocidos.
-¡Oye, tranquilo! Sé que haz de pasar por momentos difíciles. Pero creo que encerrarte tu solo no te servirá de mucho...- Comenté un poco más serio mientras observaba como trataba de relajarse con un cigarro, siempre fui malo para fumar esa cosa.
-De todos modos no te preocupes, no pasaré todo el día aquí. ¡Deberías de relajarte un poco! No queremos terminar lamentando otra desgracia. Lo que me recordaba ¿qué la habrá pasado a Rafael y Hanna?

Bufó, en cierto punto rendido a aquella inusitada y despreciable compañía. Las amenazas, que usualmente tenían un buen efecto, habían funcionado con ese crío rubio, tampoco el razonamiento lógico había dado buenos frutos, de modo que se encontró sin más opciones para librarse de él. Probablemente se deshiciera del lastre al llegar a la salida, tolerarlo hasta dicho sector se volvería un gran desafío, más de todos modos era un genial ejercicios para su paciencia que no se encontraba ente sus virtudes. Sabía que al aceptar trabajar en el sello debería lidiar con idiota e incompetentes, incluso puede que tuviera que agachar la cabeza algunas veces y aceptar las reglas que imponía el juego. Aunque la situación presente nada tenía que ver con lo laboral, hasta cierto punto, le permitía ensayar su nula capacidad de tolerancia. Ignorarlo quizás fuera la mejor estrategia, de ese modos e aburriría más pronto y detendría su absurda persecución. Su mal humor no tenia que ver con la muerte de sus amigos, sin duda que esto lo sensibilizaba un poco más, y lo volvía aún más antipático de lo usual, sin embargo era alguien que detestaba que se metieran en sus asuntos, especialmente de un modo tan irrespetuoso como ese jovencito lo hacía.

-Genial, ¿ahora pretendes darme consejos de que debo hacer? Eres increíble. -enfadarse no valía la pena, casi le causaba gracia aquella forma optimista de ver el mundo cuando todo lo que ahora los rodeaba era muerte enterrada a unos cuantos metros bajo tierra. Al menos el cigarro lo ayudaba a calmarse, la nicotina su fiel compañera desde la temprana adolescencia era una constante en su vida. Sin dudas aquel modo de fumar lo llevaría a enfermar, no había otra posibilidad debido al modo compulsivo y excesivo en que consumía tabaco, sin embargo esto no era un problema. "De algo hay que morirse" se repetía como justificativo de su accionar irresponsable. ¿Relajarse? Eso si le dio una buena idea. -En eso tienes un buen punto, niño-soltó, satisfecho con la posibilidad de ir a un bar donde poder beber unos buenos tragos, y quizás descargar la energía negativa en una pelea. Siempre había sido bueno en ello, buscar un conflicto para descargar tensiones en el intercambio de golpes era otra de sus malas costumbres. Finalmente divisó la grande y llamativa entrada al cementerio, el camino lo guiaba por si solo hasta el par de puertas abiertas. Seguramente hasta allí seguiría su sombra.

-No te estoy diciendo qué hacer, sólo te recomiendo. Ya está en ti si seguir el consejo o no...- A veces olvido que la gente toma algunas sugerencias como un insulto. Si no fuera por mi corazonada de que esto eventualmente me ayudaría y que esta plática puede ayudarle en lo más mínimo a esta persona, ya me hubiera retirado a otra parte...Agregando que siento que me lo toparé en un futuro.
Al parecer algo de lo que dije concordó con su forma de pensar, tuve que volver a repetirme en la cabeza hasta que supongo que tomó mi sugerencia de relajarse...tal vez un poco literal. O eso creía. -Bueno, le servirá para pasar el tiempo- A todo esto me preguntaba qué haría en mi día libre.

Se detuvo al llegar a la suntuosa y gigantesca entrada al cementerio, las puertas metálicas estaban adornada con firuletes y rosas frías que sin duda iban muy bien con la temática del gigantesco paraje desolado. No era probable que regresara a ese sitio, no era de los que acostumbraba visitar tumbas de viejos amigos, en realidad prefería recordarlos como habían sido en vida, con sus risas, juegos y sueños. De algún modo, el haber viajado a aquella ciudad, trabajando para el sello al que ellos habían pertenecido era una especie de agasajo. Anteriormente había rechazado la idea de viajar con ellos a probar suerte en el mundo de la música sin embargo ahora que habían muerto se había convencido de que debía intentar dar un rumbo nuevo a su vida. De algún modo, su accidentada muerte, lo había ayudado a dar un paso al costado y darse una oportunidad en un mundo diferente. Se los agradecía, en verdad, aunque aquel no hubiera sido su objetivo real. Una vez más lo ayudaban, incluso aunque ya no estuvieran por allí.

Deslizó su dedo por las delicadas molduras de la puerta abierta, escuchando las palabras de la sombra rubia que lo había seguido todo el camino. Lo miro de reojo, volteando la cabeza apenas, por primera vez. -Cuídate-soltó, sorprendiéndose de sus propias palabras, la verdad es que había detestado la compañía del entrometido sujeto, sin embargo, de algún modo, le agradecía su terquedad. No es que hubiera hecho gran cosa por el, sus palabras trilladas no conseguían aliviar en nada su dolor, sin embargo era sorprende encontrar sujetos que al menos en apariencia se preocupaban por otros. Su objetivo seguía sin estar claro para Dante, pero decidió que de todos modos no era asunto suyo. Tras hacer un ligero gesto con la mano se puso en camino, alejándose del enorme sitio de descanso para los muertos, rumbo al centro, con la idea de encontrar un bar abierto a esas tempranas horas del día. Quizás el alcohol aliviara su dolor, o al menos consiguiera anestesiarlo de modo temporal, lo suficiente como para pasar el día.